Partida Rol por web

Asentí a Chikazumi-sama. Cuando él se fue me quedé mirando a Kotaru -san. El pánico atenazaba mi garganta y no podía emitir ningún sonido, pero mis ojos simplemente imploraban que me sacase de allí cuanto antes. Apreté su mano con más fuerza y esperé su decisión.

En el momento de saltar el tipo se gira bruscamente, no llega a sacar el arma pero forcejea. En uno de esos momentos del forcejeo consigues apuñalarlo. Es un hombre fuerte, consigue zafarse e intenta huir pero solo consigue tropezar y caer al suelo. Parece que aún respira, pero no vivirá mucho. Quizás deberías apresurarte.

Sigues el rastro de sangre, llega hasta una ventana y allí se interrumpe. Sea quien fuere, lo arrojaron por la ventana y la caida da al río. No sobreviviría.

Buscas a Chosokabe Motochika por todas partes, a lo lejos distingues como desde los establos parte el Señor del Castillo junto a su guardia personal. La gente corre con poca organización.

-Chikazuma, proteja a la hija de Yabu-sama y a mi esposa. La encontrará en la sala de sus aposentos, pongalas a salvo, confío en vos.

Dicho esto parte a gran velocidad, su caballería pesada le sigue. En el embarcadero no se ven los barcos de Yukinai pero se ven lanchones cargados de hombres armados y desarrapados acercarse.

Yasuhide la miró, quizás el entorno no ayudaba, pero estar a solas con Yabu-hime siempre era un regalo y no importaba los peligros que le rodearan. Preferiría llevar una vida llena de peligros pero junto a su amada que una tranquila pero alejado de ella. Por lo que sonriendo a su señora para intentar tranquilizarla y mirándola con amor le dijo:

- Tranquila Yabu-hime, mientras me quede un aliento de vida prometo que no os pasará nada - mientras correspondía con suavidad al apretón de manos que ella le hizo.

De esta forma, llevándola de la mano, se asomó a la habitación que le indicó a Chikazumi y al comprobar que no había nadie ambos se internaron dentro. En ese momento se puso a remover los muebles que allí había para taponar la entrada, y una vez que se sintió complacido ante la defensa montada, se volvió hacia la joven y la abrazó con todo el cariño que pudo mostrar, y le dijo en voz baja, dado que no querían llamar la atención:

- Por fin os vuelvo a tener sólo para mí - decía mientras finalizaba su largo abrazo y la cogía de las manos - desde que supe que vuestro prometido estaba involucrado en ésto no pude dejar de fantasear con la idea de que al final no habría boda, y si todo sale bien así será. Los Kami están de nuestra parte Yabu-chan, puede que estemos destinados a estar juntos - dijo con una sonrisa mientras se ruborizaba ante todo lo dicho, pero con un tono alegre que se podía distinguir fácilmente - no permitiré que nada ni nadie nos separe; por mucho que puedan cambiar las cosas, tened por seguro que nunca os abandoré ...

Yasuhide ya le había abierto su corazón más de una vez y no tenía reparos en volver a hacerlo, dado que parecía que cada instante con ella iba a ser el último, y quería disfrutarlo como si de un regalo de los dioses se tratara. La última vez fue muy osado al besarla, y aún no sabía como le había sentado a ella, por lo que por propicio que fuera ésta situación también para ello, frenó su deseo por repetirlo hasta que ella no le dejara claro que podía hacerlo.

- Me hecho sobre él y le digo - ¿Quién te envía? Dímelo y haré lo posible para salvar tu vida - Con una mirada fría para intimidarlo

A pesar de los continuos cañonazos, casi puedo escuchar como mis sueños de regresar a mi monasterio de origen se hacen pedazos. "Yabu-hime no puede estar muerta, ¿verdad?". La única opción viable ahora mismo es, literalmente, "salir por patas" así que me dirijo rapidamente a la salida del castillo más próxima. Con un poco de suerte, la hija menor del clan Yabu habría huido por ahí también y nos encontraríamos fuera.

Entre estertores de muerte, con un hilo de sangre en los labios te mira sin verte. Esboza un sonrisa postrera y con un tenue hilo de voz dice.

Me envio yo mismo...

Ha fallecido.

Nadie se cruza en tu camino, ves a los soldados moviéndose por los caminos hacia la playa. Parece que habrá una batalla. Chosokabe-dono pasa a quinientos metros de ti seguido por cien jinetes. La guerra ha llegado a Shikoku.

- Miro entre sus ropas si tiene algún emblema, sello, anillo.. quetenga pinta de marca de alguna casa, algo que permita reconocerlo de alguna manera

Lo registras a conciencia y con calma, pero no encuentras nada. Solo lleva su alfanje con empuñadura dorada y cabeza de león. La hoja tiene extraños caracteres grabados. Cuando te quieres dar cuenta escuchas pasos que se empiezan a acercar por las escaleras principales.

Subitamente entre el cañoneo se escuchan disparos de teppos (mosquetes japoneses). Todos sabéis de sobra que los ejercitos de la isla no dispone de esa unidad, La gente que corre alocada por el patio del castillo y los guardias extienden el rumor de que Magoichi Saika esta en la isla.

El abrazo de Kotaru-san volvió loco mi corazón. Escuché atentamente sus palabras, mientras mis manos temblaban al contacto con las suyas. Cuando terminó de hablar, empecé a sollozar. 

Mi cuerpo a duras penas podía aguantar más tensión, y entre sollozos y temblores lo volví a abrazar de nuevo.

- He intentado cumplir con mi deber - le dije llorando sobre su hombro - pero no he podido engañar a mi corazón, siempre ha sido tuyo, siempre. - mis sollozos se acompañaban de escalofríos que hacían que me aferrase aún más a él - desde el primer día que te vi y hasta ahora, y sé que jamás nadie podrá hacer que te olvide... - agarré con mis manos su gi* y enterré mi cara en él, aspirando su olor, grabando cada segundo en mi mente como si fuese el último. Si tenía que morir en ese momento, sería junto a él, tocando su piel, escuchando sus palabras que eran como un bálsamo para mi alma. Si había llegado el momento de morir, al menos lo haría feliz.

Cuando por fin pude controlar las convulsiones propias de haber perdido los nervios ante la situación, alcé la mirada, con la cara bañada en lágrimas, y miré a sus ojos, en los cuales me perdería para siempre, para después mirar a sus labios, que estaban tan cerca... aún recordaba nuestro primer beso, aquel que me hizo estar toda la noche en vela, si pudiera tan solo poder recordar de nuevo aquello... 

De repente se escucharon disparos de teppos, volví la cabeza inmediatamente y solté a mi amado samurai para poder localizar la fuente del sonido. Lo miré con renovado temor, algo iba mal, no recordaba por mis enseñanzas que en el ejercito de Chosokabe no había mosqueteros... ¿quién seria este enemigo tan terrible?

- Kotaru-san ¿lo escuchas? - dije con voz temblorosa mientras me situaba en la zona más protegida de la habitación

- Me voy hacia la trampilla tras echarle un último vistazo al grabado de la hoja, para recordarlo lo más claramente posible, y me meto por ella

El joven samurái era el más feliz del mundo en aquel momento, con una mano aferraba a su amada contra el y con la otra le acariciaba su bello rostro y su suave y sedoso cabello que descansaba sobre su pecho, para intentar tranquilizarla. Pese a que él también había sufrido bastante con todo aquello intentó mostrarse fuerte por los dos, aunque no podía evitar que sus ojos se pusieran vidriosos por la emoción del momento y tras ser consciente de todo lo que habían tenido que superar. No obstante pareció que el tiempo se detuvo cuando ella, ya un poco más calmada, le dirigió aquella mirada intensa; aquellos hermosos ojos eran como un imán que tiraba de todo su ser, despertando nuevamente la pasión en él y notando como ella se veía atrapada por el mismo efecto; parecía que iba a volver a disfrutar de aquellos dulces y carnosos labios, pero antes de que pudiera deleitarse con ellos un ruido intenso los sacó del hechizo de amor en el que estaban envueltos ...

Yasuhide sacudió con algo de enfado la cabeza, mientras podía leerse en sus labios "Maldita sea". Luego se dispuso a responder a Yabu-hime diciendo:

- Sí mi señora, pero con más razón debemos permanecer aquí. Debemos esperar a Chikazumi-senpai, pero en caso de que tarde en volver ... - dijo haciendo una pausa denotando su preocupación - tendremos que irnos sin él. Ahora debemos evitar llamar la atención - dijo volviendo a sentarse junto a ella y pasándole un brazo por su espalda y permitiendo que ella volviera a pegarse él y que se sintiera protegida.

Mientras tanto, permanecía en silencio, mirando a la taponada puerta, y apretando con fuerza en mango de su naginata para actuar con rapidez en caso necesario.

Sales por las escaleras, al final de ella estás de vuelta en la cocina. El estruendo en el exterior es enorme. A lo lejos ves al sacerdote huir fuera del castillo corriendo con toda la velocidad que puede

Una de las puertas corredizas de la habitación se abrió de golpe. Yukinai Ito entró con sus espadas desenvainadas y con una sonrisa triunfal en la mirada.

Vaya, sabía que no tendría que esperar mucho para tenerte donde quería...mi prometida y su mascota sonríe de forma despectiva Por lo que se la boba de mi madre se trago mi juego, hasta ese estupido de Ching Liu se creía en el poder... mientras el bobo de Yukinai le dejaba gobernarlo todo, en fín creo que es hora de terminar con esto. Mañana seré el pobre heroe viudo y vosotros las victimas de un pirata bárbaro rebelde

Os mirá con indiferencia y tranquilidad.

Antes de llegar escuchas desde la sala una voz femenina, demasiado servil y melosa, con tono desesperado:

Cita:

Suena una voz de hombre que rie de forma desagradable y responde;

Cita:

Un cuerpo caé al suelo. Al llegar encuentras dos cadaveres de mujer. Uno de ellos parece una concubina y la otra una gran señora que luce las insignias del clan Chosokabe. De pie, con su espada ensagrentada en la mano hay un hombre que os mira sonriente.