Partida Rol por web

 El sentimiento que la presencia del anciano me produce no pasa desapercibida. En un parpadeo estoy de pie y con mi hacha en mano encaro hacia el pobre viejecito que intenta alejarse de nosotros.

Oye, viejo, quédate un rato más con nosotros.

 Talvez invitarlo a que se quede con nosotros no era la mejor opción, pero al menos esta vez no estaba cargando contra un inocente cualquiera. Quién sabe lo que hubiera sucedido si hubiese estado algo ebrio. Recordé entonces aquella vez en la que armé un escándalo en una taberna de paso, y acabé con dos medianos entre mis manos; no podía parar de estrellar la cabeza de uno contra la de otro mientras cantaba una antigua canción de mis tierras. 

    La acción del enano me pareció acertada, aunque algo muy arriesgada. Claramente esa persona no emitía un aura común y corriente y mi instinto me dictaba que no era algo humano siquiera, pero no tenía modo de hacerle saber al resto este pequeño gran detalle, por lo que metí mis manos en mi muda de ropa, como si fuera a buscar cobijo y me siento al lado del enano -Parece que se está volviendo un poco frío como para este pobre viejo- a la vez que esbozo una sonrisa como para denotar tranquilidad, pero estaba un poco nervioso por la situación en la que habíamos entrado. No podría determinar con facilidad las intenciones de esa extraña criatura, pero creo que no le conviene que intente algo extraño pues hay alguien más rápido que yo dispuesto a apresarle. Miro de reojo a Aramis y espero que se ponga en posición de ataque, sólo por las dudas -Alguien tiene agua? Veo que esto da mucha sed...- y hago una seña con mi cabeza para que mi compañero disimule su ansiedad.

 - Gracias, nobles señores, de verdad que muchisimas gracias. Tengo algo de beber y algo de comer que gustoso compartire con vosotros. - Y claramente temeroso, os tiende una gran hogaza de pan y un odre desmesuradamente grande, a juzgar por el tamaño del morral. Sin duda, un morral mágico. 

Me percato del zurrón. 

-Hacía mucho tiempo que no veía una bolsa así, y no suelen tenerlo ancianos que no se pueden proporcionar su propio fuego.- Comento, sarcástico, haciendo notar que habíamos confirmado todos la sospecha de que ese viejo no era lo que aparentaba ser. 

El anciano parece molesto por las palabras del elfo.

- Realmente no es mio, sino heredado.

 ¡Buff! - Otra vez, mi rezongar delataba mi impaciencia. No sabía quién era aquel anciano, pero la frustración de no haber podido tomar venganza de los pobladores me empujaba a desquitarme con cualquiera que se cruce en mi camino en aquel momento.

 -Y perdone mi joven insolencia, pero ¿de quién es descendiente, es alguien conocido por los elfos del bosque?

 - Mi historia es algo más larga que decir que fulanito es mi padre joven, pero aun con todo os lo contaré. .- El anciano se sienta de nuevo en el suelo y extiende sus manos hacia el fuego. Al momento el fuego comienza a vibrar con fuerza y describe una figura inconfundible para algunos e inedita para otros. La figura de un dragón. - Yo en mi anterior vida fui un dragón. Dormia la gran parte del año y después salia a cazar algo para comer. El caso es que sin saberlo un buen dia apareci en estas tierras, con mi forma humana. Y por más que lo he intentado no he logrado adaptarme a mi forma natural. 

He estado investigando durante generaciones enteras y he recorrido estas tierras de un lado a otro. Encontré la forma de traspasar sus fronteras, pero no la de regresar a mi región, al norte de Luskan. 

 ¡Buff! Esto no me gusta nada.

 Como todo enano, dudaba de antemano de cualquier criatura del reino abismal. Simplemente no podría creer a primera vista las palabras de este extraño.

 -¿Y qué le ha traído por aquí, justamente al fuego de nuestro campamento?

- He estado vagando por diversos lugares y uno de los últimos que queria visitar era este, ya que es el más reciente de todas estas tierras oscuras. Entrar en el condado fue facil, pero la estancia aqui no. Durante años, la condicion humana me priva de la fuerza. He llegado a estar prisionero incluso, ya que mis poderes mágicos se han menguado con el paso del tiempo y mi poderio fisico tambien, hasta el punto de no poder valerme por mi mismo. Y creo que vosotros tres estais pasando por lo mismo.

     Por favor, compañeros- y coloco mi mano delante de Mythrail y Eryion -No juzguen tan precipitadamente a este viajero, quien ha sufrido como todos nosotros. No es pertinente estar dudando tan impacientemente como ustedes lo están haciendo- me paro y me siento al lado del extraño y particular viajero -Por favor, disculpa a mis compañeros, pero todos estamos algo cansados de esta situación y de los problemas que nos pesan. No está de más pedirte que te sientas a gusto con nosotros y te daremos una mano en lo que necesites- Su historia me había parecido creíble, por más que no pudiera llegar a Luskan, que estaba tan cerca de nuestro paradero, pero sabía que congeniar con el viajero me haría apreciar mejor la perspectiva sobre el mundo ajeno al forestal.

 -Oh, lo siento, tenía curiosidad por este hombre, aunque sea un elfo, soy joven en años y pocas veces se pueden ver a un dragón transformado en humano. 

 ¡¿Y le van a creer así como así?! - Algo colérico, me acerco unos pasos al anciano. Dices ser un dragón. He visto unos cuantos en mis tiempos de soldado en mi hogar, sí, pero no recuerdo que alguno desease si quiera vivir como un Enano, menos entonces creería que le gustaría vivir como un humano.

    Cálmate, enano!- respondo de la misma manera a Mythrail. Yo no era de ser fácilmente molestado por algo, pero a veces el enano se iba de tarros y alguien tenía que volverlo a su punto -No estamos viendo si creerle o no, simplemente que no sean tan molestos a la hora de las preguntas- y señalo con un brazo al anciano que se decía dragón -Sé que no es humano y no digo que fuera un dragón, pero él nos ofrece comida y bebida y deberías agradecer un poco en vez de dedicarte a dejarte abordar por dudas infundadas, amigo- y suelto un profundo suspiro, tratando de mantener el control sobre mi persona, pues no deseaba continuar con aquella discusión contra un amigo fiel como el enano -Creo que es necesario que todos descansemos, puedo hacer la primera guardia, si lo desean- y me siento un poco más alejado del resto, pero sabiendo que Mythrail no se quedaría con mis palabras; su temperamento se desataba de maneras inesperadas cuando se enojaba y tendría que tirarme encima de él a calmarlo si eso pasaba. Aaaaaah, siempre gruñón, eh? No puedes quedarte callado en ningún momento...- y se me escapa una pequeña sonrisa.

 El anciano gorjea como si fuera a escupir una mucosidad, pero lo que escupe directo al fuego es una pequeña bola de llamas. 

- Si la hago más grande te churrasco entero enano desconfiado. No te culpo por desconfiar, si os habeis encontrado con algunas de las criaturas con las que me he encontrado yo no me extrañaría nada que desconfies de todo lo que se pone en tu camino. Veo en vosotros algo, vosotros no sois de esta tierra, veo en vosotros... ¡sois de mi tierra! .- y se pone de un salto al darse cuenta de ello. 

 ¡Huff! ¿De tu tierra, dices? ¡No nos compares de esa manera! Nosotros no tenemos nada que ver contigo, tú, ilusionista de caminos y libros élficos!

 - Pues claro que si enano necio, sois de mi tierra, puedo sentirlo emanar de vosotros. Vosotros no conoceis esta tierra. Vosotros no ibais a Villderray de viaje. Vosotros ibais a Luskan y por una cosa o por otra habeis terminado aqui, pero no temais, se como ayudaros. 

A todo esto el Librero mientras dice estas palabras, veis como esta mirando a Mythrail fijamente a los ojos y sus pupilas centellean a cada palabra que dice.