Partida Rol por web

Las calles estaban a oscuras y no habia mas ruido que el que hacian los guardias de la ciudad. Una sombra se movida entre ellos sin que los guardias lograsen verlo. La figura sonreia para sus adentros. A pesar de que chorreaba a olor de azufre los guardias no eran capaces de percibir su presencia

- Y pensar que procedemos del mismo plano de existencia ... me abochorno de pensarlo - pensaba la figura misteriosa.

Continuaba su camino cuando llegó a su destino. La casa del fugitivo de Vientormenta. Era ahi donde tenia que acudir. La figura era una aberracion demoniaca, una parodia de la forma humanoide de la orgullosa raza de altos elfos. Llamó a la puerta del aristocrata esperando a que este le abriese.

Terenthius estaba en su casa en Silvermoon. Desde el asesinato del Conde Israel y de los demás miembros del grupo no había tenido problemas. Se dedicaba a sus estudios diabolistas sin destacar demasiado. Con un chasquido de los dedos encendió la fogata de la chimenea. Poco a poco la estancia se fue calentando.

Con la única compañía de Baal, su diablillo, que ahora mismo revoloteaba en forma de cuervo alrededor de su cabeza; había intentado la convocación de un demonio algo más poderoso de lo que normalmente conseguía. Pero sus esfuerzos habían sido en vano. Ahora se sentía realmente cansado y reposaba en su sofá.

Entonces llamaron a la puerta. Terenthius se sorprendió.

¿Eh? ¿Una visita nocturna?

Miró a Baal y le hizo una seña en su hombro.

- Rápido Baal, invisible. –  El cuervo se transformó en diablillo para justo después desaparecer de la vista. Cuando Terenthius notó el peso del diablillo en su hombro, se acercó a la puerta. Era cierto que tenía poco tamaño, pero Baal era lo más parecido a un guardián que había en la casa del alto elfo.

Con la oreja pegada a la puerta y sin abrir, preguntó.

- ¿Si? ¿Quién va? No son horas de ir llamando a puertas ajenas, ¿sabe?

-Terenthius, le traigo un mensaje desde la escuela de magia. - A traves de la puerta Terenthius percibió el aroma del azufre y se hizo a la idea de que clase de mensaje le traian de la escuela de magia, lugar donde habia conocido a algunos importantes diabolistas.

¿Un mensaje? ¿De la escuela de magia?

A Terenthius todo eso le parecía realmente extraño. Dudaba si abrir o no la puerta. Entonces un olor familiar le llegó a la nariz.

¿Azufre? ¿Es acaso este mensajero un aliado planar?

Ese tipo de conjuros solo se hacían por Diabolistas o magos muy poderosos. Realmente pensó que tenía razón, y que si él enviara un mensajero como aquel, sería nocturnamente.

Con un giro de varias llaves, ´clack´ ´clock´ ´clackclack´, las cerraduras quedaron abiertas. Poco a poco, y con cuidado, el alto elfo fue abriendo al puerta hasta que esta quedó completamente abierta. Tras comprobar que su aspecto exterior era el de un elfo, y que no levantaría demasiadas sospechas, le dijo:

- Rápido, pasa.

Y cerró la puerta detrás de él. Pero esta vez no echó los cerrojos. Nunca se es demasiado precavido.

La extraña criatura miraba con desprecio a Terenthius y sus medidas de seguridad

- Si quisiera volaria esa puerta en pedazos, pero he de ser precavido. - pensaba para sus adentros.

La criatura carraspeo un momento y con una reverencia comenzó su discurso, recitado mas que otra cosa por su tono de voz, como si despreciara cada palabra que salia de su boca.

- Mi muy distinguido señor, tengo el honor de traerle un mensaje de parte de Lord Eckthelinar, archimago de la real escuela de magia* mediante el cual se le cita a vos para una entrevista con Los Eckthelinar para tratar unos temas privados. Sin animo de entretenerle mas de lo necesario se despide de ud. este humilde servidor no sin antes preguntarle si desea que le lleve algun tipo de respuesta a mi señor. La entrevista ha de tener lugar esta misma noche dentro de dos horas en los sotanos de la escuela de magia, edificio principal. Vos ya los conoceis mas que de sobra milord.

Buah, esta criatura parece un ser sin alma, cualquier pregunta que le hiciera no tendría respuesta de su parte.

Recurriendo a sus dotes aristocráticas, el elfo mantiene una postura firme y serena incluso al oír el nombre del archimago.

¿Lord Eckthelinar? Esto es una auténtica locura. ¿Por qué iba a querer hablar él...?

La cara de Terenthius para de la más seria de las caras a la más asustada, con los ojos muy abiertos y una ligera muesca en su boca, mira al infinito...

A no ser... que... no, no puede ser...

Tras recuperarse, Terenthius sacude su cabeza un par de veces y mira al demonio que se encontraba frente a él.

- Si señor, dígale que estoy muy complacido con su invitación. Que asistiré sin demora. Y que es realmente un honor para mí el asistir. Muchas gracias.

Aunque tenía cierto miedo por dentro, la verdad era que asistir a una invitación de Lord Eckthelinar era realmente un honor que no se correspondía a muchos.

Terenthius se acercó a la puerta y la abrió para poder despedir al ser. Después de que éste se marchara cerró las puertas a su espalda y se apoyó contra ella con ambas palmas apoyadas. Poco a poco se dejó caer al suelo.

¿Qué querrá de mí? ¿Se habrá enterado de lo de Israel? ¿O simplemente tiene curiosidad por mis avances?

El alto elfo estaba muy nervioso. Se subió a su habitación, se dio un rápido baño, se arregló y puso las mejores galas. Después bajó a comer algo y se encaminó a la puerta. Al salir echó una mirada dentro, como si fuese la última vez que la miraba. A su lado, Baal revoloteaba nervioso. La empatía entre ambos era notoria, y cuando uno sentía algo, el sentimiento era mutuo. Terenthius avanzó hacia la escuela de magia. Y llegó media hora antes de lo previsto.

Las calles estaban silenciosas a estas horas de la noche. Pudistes llegar mas tranquilo a la escuela de magia, aunque te movias con destreza y sigilo los guardias no iban a detener a un aristocrata y poderoso mago.

Llegas a la escuela de magia y los hechiceros que estan en la puerta de guardia te ven llegar. Uno de ellos se adelanta y te saluda con una reverencia

- Lord Terenthius, nuestro maestro le espera en su estudio. Vos sabeis donde esta, hizo hincapie en que fueseis vos solo.

Terenthius anda por la ciudad completamente erguido. Su porte es la de un alto noble, sus formas las de un aprendiz de lo arcano. El cuervo, Baal, se haya posado en su hombro, juntos avanzan por la oscuridad de la noche. El camino se hace corto.

Al llegar salen a recibirle varios hechiceros como si de un alto Lord se tratase.

Bien, me gustan las formas, a cada uno hay que tratarle como se merece.

Cuando le hablan mira a su pequeño amigo.

- Hay Baal, quedate por aquí un rato quieres. Tranquilo, no pasará nada.

Terenthius le toca ligeramente la cabeza tratando de transmitirle una serenidad que realmente no tiene. El diablillo en forma de ave, eleva el vuelo y se posa en uno de los altos campanarios de la escuela de magia. El alto elfo le sigue con la mirada, admirando la gracia con la que se eleva en el aire.

Por mucha magia que tengamos, nunca seremos capaces de hacer eso…

Después su mirada de admiración se vuelve maliciosa a medida que baja la cabeza en dirección al hechicero.

- Muy bien, ya estoy solo. Aparta de mi camino, que voy a llegar tarde por vuestra inaptitud.

Apoyándose ligeramente en el hombro del hechicero, éste se quita de en medio a pesar de las miradas de odio que le está dedicando al aristócrata. Complacido y mirando de reojo con burla, el alto elfo continúa su camino hacia los despachos de Lord Eckthelinar. Al llegar se coloca bien las galas de su túnica y con el envés de la mano da dos ligeros golpes en la puerta, y espera a que ésta se abra… por arte de magia.

La voz seca y cavernosa del archimago resuena al otro lado de la puerta:

- Adelante

La estancia te resulta familiar, juraria que la habias visto en algun otro lugar, pero eso es lo de menos en este momento. Algo te choca del archimago. Su rostro no es el mismo y esta ostentosamente cambiado. Ahora su rostro es el de un humano, en vez de su perfilado rostro elfico.

- Toma asiento chico

Una silla que mueve las patas se acerca a un ligero trote para posarse detras de ti para que te sientes comodamente. No repara en gastos este mago. Su estudio es una maravilla, complejos tomos de magia y multitud de pergaminos decoran las grandes estanterias y un embriagador perfume recubre toda la estancia.

- ¿Que tal van tus progresos en la hechiceria? ¿Has tenido tratos con demonios? .- dicho esto sonrie, es consciente de que al menos con uno si has tenido trato.

El alto elfo entra en la estancia, hay algo de todo lo que le rodea que le da mala espina. En estado de alerta, pero tratando de aparentar la máxima compostura, Terenthius da dos pasos dentro de la habitación. Después hace una reverencia y agradece que le dejen sentarse.

Cuando le pregunta por sus estudios, Terenthius parece un poco extrañado.

¿Por qué demonios me está preguntando eso? Es obvio que no es lo que quiere preguntarme realmente.

Aún así, contesta con la mayor educación que le es posible.

- Señor, mis estudios avanzan a cortos pasos. He conseguido la convocación de algúnos demonios menores, más bien diablillos. Pero aún no he conseguido convocar a uno poderoso. Podría, según creo, pero seguramente escaparía de mi control y no quiero arriesgarme a eso hasta que no considere que estoy preparado.*Tose un poco*Entenderá que es lo más sensato

Terenthius mira con atención al mago. La verdad es que le sorprende aún que le haya llamado a su presencia.

- Pero señor, ¿a qué tanto interés por mis estudios? No soy más que un simple aprendiz. Si me lo permite, le diré que no entiendo porqué una eminencia como usted podría estar interesado en lo que yo hago.

El gesto del elfo es con el ceño un poco fruncido, no por enfado sino más bien como interrogativa. Además no puede soportar comportarse e infravalorarse. Pero la persona que tenía delante, si era quien decia ser, podía matarle antes de que pestañeara. Y él quería sacar información.

- ¿Que porque me intereso por tus estudios? Muy sencillo joven. Porque no eres el unico que he tenido. Y ya que me llegan noticias de otros aprendices que no llegan a buen puerto con sus estudios y fracasan de manera absoluta a mitad de camino en sus estudios, pues de los que van sobreviviendo me intereso por ellos, para que no les ocurra nada malo, ni que nadie les haga nada malo.- Su tono de voz, entre dulce y silbante hace que se ericen los cabellos. Empiezas a comprender lo que ocurre y sabes que esta enfadado, pero lo que mas te escama de todo es que en vez de estallar de ira continua con su voz melodiosa y a la vez afilada. - No eras el unico que quiso aprender este tipo de hechiceria ¿sabes? Habia mas gente como tu, y ya no solo elfos, tambien bastardos cruces de elfos y humanos. ¿Ya sabes de quien hablo verdad? Espero que tuvieras un buen motivo, pues era bastante mejor mago que tu.

Efectivamente,... era por eso.

Lord Terenthius había estado realmente más nervioso por lo desconocido, por no saber cuál era el motivo de su visita,  que por la reprimenda en sí. Se mostró sincero y locuaz y trató de explicar las cosas de manera sencilla y lo más cercana a la realidad posible. No sabía si le estaban leyendo los pensamientos, o si habría algún círculo de la verdad en la habitación, con magos tan poderosos era mejor no arriesgar.

- Creo que sólo hice lo que cualquier diabolista hubiese hecho, mi señor. Al fin y al cabo, creo entender que un diabolista busca el conocimiento con ansias de venganza. - Terenthius sonríe a su maestro - Trataré de explicarle bien lo que sucedió. Israel y yo teníamos un plan que llevamos a cabo con éxito. Acabamos con los pocos esbirros de Lord Archimonde cerca de Vientormenta. Pero después trató de engañarme, quería usarme como cebo y creyó que yo picaría como un infante.

El elfo hace una pausa recordando el momento.

- No me agrada matar a otro de los nuestros, Lord, aunque he de decir que acabar con el Conde Israel me llenó de satisfacción. No le asesiné cual vil elfo oscuro, apuñalándole por la espalda. Lo hice mediante la sofisticación y las artes arcanas. Simplemente, fui más listo que él. Si se dejó engañar y me creyó engañado, puede que fuera mejor diabolista que yo, pero no tenía futuro. Era un estúpido despistado. Así que me siento realmente satisfecho de haberle ayudado a su señoría, a deshacerse de un ser inútil como era Israel. Sin más futuro que presente.

Después añadió algo más sobre sí mismo, para elogiarse un poco delante de Lord Eckthelinar y darle algún motivo para no matarle.

- Al menos mis estudios están avanzando y le aseguro Lord Eckthelinar, que yo voy a llegar a ser mucho mejor mago y diabolista de lo que él podría haber soñado.

- Entiendo - Eckthelinar parecia pensativo y recapacitaba sobre algo. - Pues bien, para asegurarme de algunas cosillas sin importancia por tu parte te pondre dos pruebas. Una vez que superes ambas entonces te consideraré como un miembro a tener en cuenta dentro de la cábala.* Tendrás que adiestrar en nuestras artes a dos alumnas de la escuela de magia. Las he observado con detenimiento y pueden llegar a tener futuro dentro de la orden. Pero neecsito que antes alguien de confianza las aleccione.¿Que me dices?

 Terenthius se relaja, ahora más tranquilo que ha dicho lo que pensaba. La verdad es que esperaba una reacción algo más agresiva por parte del Lord, pero aún así no se confía. Si llegara a ser miembro de la cábala. Las cosas serían diferentes.

- Por supuesto que accedo, mi lord. ¿Saben acaso ellas, o tienen algún interes por las artes prohibidas? ¿O más bien tengo que llevarles al camino?, aunque no quieran. - Terenthius mira con la cabeza un poco inclinada hacia abajo - ¿Qué pasará si se niegan o creen que pueden hablar sobre ello? Debería acabar con ellas antes de que fuera tarde, ¿no es así?

El archimago se recuesta en la silla satisfecho por lo rápido que aprende el discipulo.

- A pesar de lo joven que eres Terenthius, me agrada que tengas una mente tan agil.

- Me alegro poder ser de ayuda señor - Terenthius se levanta. Es obvio que la reunión ha terminado. El Lord ha sacado la información que necesitaba y además le ha encargado una tarea. Ya iba siendo hora tener algo de acción.

Da dos pasos hacia la puerta. Nunca hay que hacer esperar a un Lord, y cuando sabes que éste ya te ha dicho lo que tiene que decirte es casi peor no irte corriendo que esperar a que te de permiso para marchar.

Haciendo una nueva reverencia, Terenthous se despide.

- Muchas gracias por su comprensión, Lord Eckthelinar. No quiero malgastar más su precioso tiempo, milord. Éste humilde aprendiz se despide.

Terenthius regresó a casa sin mayor incidente. Continuo durante dias con sus trabajos rutinarios, pues Eckthelinar no le habia llamado...aún.

Una vez mas era de noche en la bella ciudad de Silvermoon. Esta vez el familiar demoniaco del archimago no se tomó tantas molestias de recorrer media ciudad para llegar a la casa del aristocrata, sino que directamente se le apareció en el umbral de la puerta ( por el lado de fuera) y llamó a ella con unos fuertes golpes.

Otra vez llaman... ¿Por qué no le dejan a uno tranquilo?

Terenthius se acercó a la puerta. Por el olor sabía ya de quién se trataba, asi que ni se molestó en preguntar. Abrió la puerta con un ruido seco, y parándose en el umbral permaneció un par de segundos en silencio. Después apremió:

- ¿...Y bien? - Su voz parecía tranquila y serena, cómo si le esperase. No quería molestar al Lord, pero su sirviente demoníaco, aunque pudiese destrozarle sólo con una mirada, para él no era más que un sirviente demoníaco.

Algún día yo también podré llamarte... - pensó para sí.