Partida Rol por web

Era todo un caos, un auténtico caos. Las cosas se habían precipitado y habíamos caído al mar sin apenas darnos cuenta. En el trayecto Cran había caído al mar, pero Jacklin había estado listo y se había lanzado a por ella atado de una cuerda. Ed y yo lo mantuvimos cogido, y aunque nos costó logramos subirlo, pero no había ni rastro de Cran. Apenas si pudimos mediar palabras cuando otra ola nos pilló, y esta fue demasiado, mi vista se nubló...

Me desperté sobresaltada y al abrir mis ojos, vi que no sabía donde estaba. Intenté levantarme al menos no parecía estar herida, aunque si tenía el cuerpo algo dolorido, y entonces lo recordé. Cran había caído al agua y no la habíamos encontrado y después de eso una gran ola nos había separado...

Di una vuelta por la habitación hasta darme cuenta de que no podía seguir avanzando, mi mano estaba atada a la cama ¿por qué? ¿dónde estaba? ¿y mis compañeros? La desesperación empezó a adueñarse de mí, y aún más cuando oí aquella voz y al ver al que entró por la puerta. Me asusté y me fui hacia la pared junto a la cama, no tenía mi arco, ni mis flechas, solo mi ropa, no sabía que hacer, empezaba a tener miedo. Asi que intenté serenarme, el aspecto del hombre no era muy bueno, pero al menos me habían dado una cama, aunque me hubiesen encadenado a ella, asi que decidí intentar averiguar que había pasado.

- ¿Por qué estoy encadenada? ¿Qué ha pasado? ¿Quién eres?

El hombre comenzó a reírse un poco y se acercó a Khya hasta apoyar su brazo en la pared, sobre su hombro. Poco a poco acercó su cara a ella y Khya comenzó a notar el olor corporal del hombre. Bastante desagradable.

-¿Nunca has escuchado lo que es la esclavitud? Vamos a venderte pero antes...- Hizo una pausa y mostró una gran sonrisa.- Habrá que probar el producto...- El hombre acercó su otra mano a la barbilla de Khya para acariciarla.

Ed comenzó a correr mientras los guardias le perseguían. Al llegar al final de la calle llegó a una bifurcación. Sin tiempo para pensar giró hacia la derecha pero tras unos pasos se dio cuenta de un gran muro que había frente a él. Todavía tenía tiempo para rectificar la ruta pero inmediatamente al girarse, tras de si había otro muro igual de grande. ¿Qué era eso? ¿Era algún tipo de magia? En ese instante notó como el suelo se hundía bajo sus pies y caía hasta chocarse con un nuevo suelo.

Al incorporarse y mirar donde se encontraba se dio cuenta de que estaba literalmente en un cubo de madera. Sin puertas ni ventanas. Ninguna rendija. Y de pronto notó algo que le preocupó. Algo de agua que le mojaba los tobillos. Un ruido de una corriente de agua comenzó a escucharse y notaba como la pequeña sala donde se encontraba comenzaba a llenarse de agua.

Ambas mujeres comenzaron a reírse con una risita pícara. Una de ellas se dirigió directamente a la cama donde Jacklin había despertado y se recostó en ella de forma insinuante.

-No seas tímido. Estamos aquí los tres solos. Nadie más va a vernos vestidas así...

La otra mujer se acercó a Jacklin y puso sus manos sobre su pecho. Lentamente comenzó a subirlos hasta los hombros de Jacklin de forma suave.

-¿Por qué no pasas un rato con nostras? Así podrás conocernos y seguro que no serás tan tímido...

La mujer con delicadeza fue empujando a Jacklin poco a poco hasta la cama hasta sentarlo de nuevo en ella.

La mujer volvió al fogón para remover un poco la sopa.

-Mis hijos os encontraron en la playa anoche junto con otros cuerpos. Parece que nadie a parte de vosotros cuatro ha sobrevivido...- hizo un breve silencio para que Cranberry pudiera asimilar lo que acababa de decir y por respeto.- Tus amigos se pondrán bien. Solo están insconscientes como tu estabas hasta hace poco. No se cuando se despertarán.- La mujer por un momento pareció sobresaltarse y se incorporó para acercarse a Cranberry.- ¿Dónde están mis modales? Soy Railey y os encontráis en mi granja.- Dijo con una gran sonrisa. - Si tienes más hambre no dudes en repetir.

Me quedo impactado sin saber como reaccionar. Dejo a la mujer empujarme hacia la cama. Guiado por instinto y el calentón de un primerizo empiezo a manosear el cuerpo de la que me ha empujado.

-Pe...pe...pero mis... amigos... he de buscarlos.

En mi entrepierna se ponía notar un bulto de un tamaño considerable. Era incapaz de pensar con claridad demasiadas nuevas sensaciones para alguien casi totalmente inexperto en lo que estaba ocurriendo.

-A...además no nos conocemos de na... nada... sería poco... respetuoso.

Cada vez estaba mas nervioso, colorado y con ganas de mas.

Ed estaba confuso, pero la sensación de estar atrapado le invadía por completo. En que clase de trampa había caído? Todo eso era una locura.

- ME OYE ALGUIEN! Empezó a gritar mientra aporreaba alguna de las pareces de su celda de madera. - AYUDA POR FAVOR! ESTO SE ESTA INUNDANDO! continuó al darse cuenta del agua de la habitación.

Intentó embestir con todo su cuerpo contra otro de los lados, esperando que la madera cediese... propino una patada a otra de las paredes descargando toda su rabia al verse atrapado en esa situación. Incluso se agachó para palpar el suelo de esa diminuta sala... había entrado por algún sitio, y por lo tanto, debería poder salir de allí también, aunque de momento no sabía como.

¿Esclavos? ¿Pretenden venderme? En menudo lío estoy metida, no podía haber naufragado en una isla desierta, o en una isla con animales enormes, no... Me zafo del hombre y me alejo cuanto puedo de él. Tengo que pensar algo rápido, quizás estoy sola y mis compañeros han naufragado lejos de allí, quizás nadie pueda ayudarme. No, tengo que tranquilizarme, y actuar rápido. Solo tengo una mano atada, si intenta hacerme algo le daré una patada en los huevos, seguro que así me deja en paz.

 - ¿Esclavos? ¿Dónde estamos? Cuando me recogísteis... ¿Estaba sola?

Tengo que ganar tiempo, estudio la habitación con la mirada buscando algo que pueda serme útil y esté a mi alcance.

Mi mirada se aparta levemente al escuchar que somos los únicos supervivientes aunque, después de la carnicería que se había dado en el barco no era de extrañar... debíamos dar gracias a que seguíamos vivos.

Me alegro...- Dije cuando menciono que mis compañeros se pondrían bien y apure el alimento que me había dado.-Yo me llamo Cramberry. De verdad gracias por cuidarnos.- Dije mientras dejaba a un lado el tazón y sacaba las piernas del saco de dormir.- Supongo que será mejor que descansen.-Digo mirando a mis compañeros mientras intento ponerme en pie. En el mismo momento que lo hago noto como me inunda un mareo y me llevo la mano a la frente.- La cabeza me da vueltas...- Comento un poco desorientada.-¿Puedo salir a tomar un poco el aire?.-Pregunto mientras busco a mi alrededor mi instrumento. Si había estado en el mar tenia que secarlo y arreglarlo convenientemente, no quería perderlo.

-Claro, ahí está la puerta para salir.- La chica señaló hacia una de las puertas de la habitación. -Y a ver si son vuestras cosas eso que he dejado en la esquina. Me quedaré esperando por si despiertan.

Cranberry pudo fijarse que en la esquina había cuatro mochilas. Tras comprobarlo se dio cuenta que una era la suya, con todas sus pertenencias dentro. Tras eso y despedirse por el momento, Cranberry abrió la puerta y salió al exterior. Nada más salir, la luz del sol la deslumbró por un instante debido a la penumbra que había dentro de la habitación. Tras eso y acomodarse sus ojos, pudo ver el paisaje en el que se encontraba. Frente a ella había un gran edificio rojo con las puertas abiertas. Por su aspecto parecía ser el granero. Frente a sus puertas se encontraban dos niñas pequeñas, posiblemente de 6 y 10 años. Ambas parecían estar alimentando algunas vacas que se encontraban encerradas en un corral.

Más hacia la izquierda se encontraba un pequeño corral con gallinas y allí, un chaval joven de unos 15 años, las estaba alimentando y fijándose en los huevos que ponía. Y más a lo lejos se podían ver algunas plantaciones de distintas verduras y algún que otro árbol frutal. Parecía que la granja era bastante grande.

Por muchos golpes que Ed diera, no parecía arreglarse nada. No lograba encontrar ninguna salida. El agua iba subiendo cada vez más rápido. Tras unos pocos segundos más, el agua ya le llegaba hasta la cintura y le dificultaba el movimiento de sus piernas. Mirando hacia arriba tampoco parecía haber ninguna salida. Pronto quedaría totalmente sumergido hasta la cabeza. De pronto escuchó una voz que parecía provenir de fuera.

-¡Púdrete ladrón! ¡Ahogate y así no robarás nunca más!

-¿Tus amigos? ¿No pueden esperar unas horitas?- Dijo la mujer de la cama.

-O todo lo que tu quieras... -Y la mujer que todavía seguía sujetando sus hombros posó sus rodillas en la cama entrecruzando su entrepierna con la de Jacklin. Siguió avanzando hasta rodearle y sujetarle la espalda y acercó su cara a su oreja.- ¿De verdad tienes tanta prisa?

Jacklin entonces notó como una tercera mano se le posaba en la espalda, perteneciente de la otra chica. Y notó como le dio un tirón en la ropa que llevaba.

-Creo que esto estorba un poco. ¿Por qué no te pones más cómodo?- Tras una pausa escuchó un nuevo susurro proveniente de la otra oreja- Como nosotras...

El hombre sin dudarlo agarró rápidamente la mano que Khya tenía libre. Khya trató de golpearlo con poco éxito, ya que no tenía buen ángulo y acabó dándole en la pierna.

-Oh, ho ho ho. ¡Cómo lo voy a disfrutar!

De pronto el hombre abrió la lengua y la acercó lentamente hacia la cara de Khya, que estaba horrorizada. Finalmente Khya cerró los ojos por lo asqueroso y lo traumático de la situación y de pronto... los abrió. Miró a su alrededor y se dio cuenta de que todo era una pesadilla. Se encontraba en una sala algo oscura, con cuatro sacos de dormir, uno de ellos vacío. Ella se encontraba en otro y en los otros dos estaban Ed y Jacklin, durmiendo. 

-¿Ya has despertado? ¿Te encuentras bien?

La voz de una mujer le hizo dirigir su mirada hacia el centro de la sala. Un fogón con un pequeño caldero se encontraba allí, y a su lado, una mujer que parecía estar preparando un cuenco de lo que parecía sopa. Después se acercó a Khya y se lo ofreció.

-Soy Railey. Seguro que tienes hambre. -La chica tenía una sonrisa cálida en su rostro. Era morena, de pelo largo recogido en una coleta. Iba vestida con un mono de faena, por lo que parecía ser ranchera o agricultora.

-Bueno, supongo que podrían esperar un poco.

Me quite la chaqueta y la camisa al hacerlo deje al descubierto múltiples cicatrices de mis entrenamientos. Desabroche el cinturón que sujetaba la funda de la espada y la puse junto al cabecero de la cama, no me gustaba dejar lejos mi arma desde que me la regalaron nunca me alejaba de ella bajo ninguna circunstancia. Luego besé a la chica que tenía enfrente mientras mis manos se deslizaban suavemente hasta su trasero. Me dejaba llevar por la lujuria del momento sin pensar en si estaba bien lo que hacía.

Me despierto con el corazón latiéndome con fuerza. ¿Era todo una maldita pesadilla? Menos mal...

Me percato de que alguien ha dicho algo, no estoy sola, parece que en los sacos de al lado están Jacklin y Ed, menos mal, sin embargo Cran no está, pero al ver un saco vacío pienso que quizás ella haya salido, o eso espero.

- Ho... Hola, mi nombre es Khya, ¿qué ha pasado? Solo recuerdo que una ola nos engulló a mis compañeros y a mi ¿nos has salvado? ¿dónde estamos?

Me quedo sentada en el saco de dormir tomando la sopa que me ofreció la buena mujer, observo la oscura estancia, al menos parece que estamos a salvo.

- No soy ningún ladrón! Os estáis equivocando de persona! Gritó Ed casi cabreado... - Me oís, yo no he robado nada!

Volvió a aporrear varias veces uno de los lados de su celda, mientras el nivel del agua seguía subiendo... Ya de por si nervioso y desesperado por la situación, le resultaba imposible recordar como había llegado allí, o porque le estaban acusando de ladrón.

- Liberadme para poder esclarecer este malentendido, os juro que soy inocente!

Rebusque durante unos momentos hasta sacar mi instrumento y salí al exterior con la mochila en una mano y el mástil del violín en la otra. La luz ambiental se filtro en mis ojos deslumbrándome y tuve que parpadear varias veces hasta conseguir ubicarme.

Finalmente mis ojos empezaron a acostumbrarse y mire a mi alrededor. Era un lugar bonito y tranquilo, casi parecía sacado de una fantasía después de lo que había ocurrido en el barco. Suponía que aquellos eran los hijos que nos habían rescatado la noche anterior, y nosotros no éramos los únicos por allí. Casi no quería imaginarme la escena, podría traumatizar a cualquiera...

No me llegue a marchar del linde de la casa, aun me encontraba algo débil y no quería ir andando de aquí para allá. Junto a la entrada me senté en un pequeño tocón y empecé a revisar mi instrumento para ver que todo estuviera en orden, le tenia demasiado aprecio como para que la madera se carcomiese por culpa de agua.

Cuando acabe e revisarlo ya lo tenia entre las manos, me resultaba casi imposible volver a guardarlo sin tocar algo. Suavemente empecé a frotar las cuerdas creando un pequeño sonido discordante con la naturaleza de aquel lugar. Únicamente fue la primera nota, las siguientes empezaron a deslizarse tranquilas mientras mis labios emitían un pequeño silbido para ser continuados con las palabras de una pequeña canción que iba improvisando con lo que había ocurrido la noche anterior.

Una historia vengo a contar
Una aventura del mar.

Dejar que os narre,
dejar que os cante
como la historia late.

En una noche tormentosa,
En un barco a la deriva.
Sin ninguna salida.

Piratas atacaron,
Los disparos sonaron
y con espadas zanjaron.

Un combate excepcional,
Entre el bien y el mal.
La lucha por el sombrero,
Un ganador certero.

Los truenos sonaron
y las aguas aparecieron
La oscuridad emergió
...y nos oculto...

Mis palabras iban acompañadas del sonido de mi instrumento, que se deslizaba con suavidad en aquellos momentos que era requerido y creaba el propio ritmo de la canción. En cuanto mis ultimas palabras sonaron deje caer mi brazo derecho un momento. Había salido de casa con la intención de encontrar historias para cantar. Las había encontrado pero las muertes que había costado... Eran amargas

La mujer mientras era besada terminó de empujar a Jacklin en la cama hasta tumbarlo. Mientras tanto la otra mujer aprovechó la falta del cinturón para comenzar a sacarle los pantalones mientras se reía. La chica encima de Jacklin separó sus labios de él y le susurró:

-¿Listo para un pequeño juego?

En ese momento Jacklin notó como una mano comenzaba a tocar su entrepierna y se iba deslizando hasta meterse dentro de su ropa interior. Entonces la mujer le empezó a besar de nuevo y se puso en posición con la ayuda de la otra. Y así comenzó con ritmo a impulsarse arriba y abajo. La cama se movía con el mismo ritmo, chirriando cada vez que bajaba. La chica separó de nuevo sus labios y se puso de rodillas mientras apoyaba sus brazos en el pecho de Jacklin. Todavía sin cesar su movimiento las manos de la otra mujer aparecieron por detrás de ella hasta posarse en sus pechos y comenzaron a masajearselos. La mujer seguía entre gemidos y risas picaronas sin detenerse en ningún momento.

El agua todavía seguía subiendo y no parecía escuchar ninguna respuesta a lo que había dicho. El agua le llegaba ya al cuello y no parecía tener forma de salir de allí. De pronto Ed comenzó a escuchar unos chirridos extraños que lo desconcertaron pero parecían más una tortura que algo que fuera a ayudarle. Finalmente el agua le llegó a la cabeza y Ed trató de aguantar la respiración. No podía aguantar más... Se ahogaría... y de pronto exhaló todo el aire y abrió los ojos. 

No se encontraba ya en la caja. Estaba en una habitación con algo de penumbra, iluminada solo por un fogón en el centro de la sala. Alrededor de la sala parecían haber cuatro sacos de dormir. Uno de ellos vacio, en otro estaba Jacklin, durmiendo, y restando en el que se encontraba él, había otro en el que se encontraba Khya, sentada, comiendo algo de sopa. Junto a ella había una mujer morena, de pelo largo recogido en una coleta. Iba vestida con un mono de faena, por lo que parecía ser ranchera o agricultora. Y el sonido que había escuchado en su sueño parecía ser de un violín que venía del exterior de la casa. Al ver como Ed despertó, le dirigió una sonrisa y se dirigió al fogón para coger otro plato de sopa. Tras eso se lo ofreció con una sonrisa.

-Me alegro de que también hayas despertado. Soy Railey.