Partida Rol por web

Iba a decirle cuatro cosas a aquel sujeto de poca monta cuando entendí las señales de Ed, así que respiré hondo y le seguí, era nuestra oportunidad, estaba claro que era ahora o nunca.

Salgo tras Ed, ahora que se me ha pasado el enfado, siento lo que les dije a las pobres chicas, quizás solo querían ayudar, y claro visto desde fuera... no parecíamos los buenos. En fin, era tarde para arrepentirse.

- ¿Estás pensando lo mismo que yo verdad? No perdamos un minuto es nuestra oportunidad.

Voy derecha con Ed hacia el despacho del alcalde.

Asentí... después de tanta demora, de tantos encontronazos inesperados había llegado el momento de actuar.

- Espero que lleguen a distraerlo lo suficiente - comenté para mis adentros, como si de una súplica o rezo se tratase.

Y, con la capucha puesta y los puños cerrados con decisión, salimos a la plaza con intención de ir hacía el ayuntamiento.

Aprovechando aquella oportunidad, Ed y Khya abandonaron la iglesia pasando junto a los guardias sin ningún problema, y así se dirigieron en dirección al ayuntamiento, a su despacho. No se encontraba muy lejos. Conforme salieron a la plaza, ya se encontraba a la vista, por lo que no era fácil perderse. Ambos se dirigieron hacia allí y cuando llegaron, en una recepción, preguntaron por su despacho. Sin ninguna complicación, la recepcionista se lo indicó y fueron hacia allí. Pero al llegar, se encontraron con un problema lógico. La puerta se encontraba cerrada.

Ambas chicas pudieron percatarse como el hombre y la mujer que acababan de conocer salían de la iglesia para volver a la plaza. Pero suficiente tenían allí, pues sus palabras no pasaron desapercibidas para el alcalde.

-¡¿Pero qué clase de desfachatez es esta?! ¡¿Acaso vienen a este pueblo para, únicamente, insinuar que soy un pecador?!- dijo bastante molesto.- ¡Fue la propia guardia quien la atrapó en pleno delito! ¡Hay testigos que afirman que la sirvienta de lady Ven es una ladrona! Pero ella, a pesar de haber dicho que su vida podía correr peligro, no escuchó mis consejos para marcharse del pueblo. Parece que hay gente que no ven la traición ni aunque lo tengan delante de sus narices.- El alcalde entonces, todavía enfadado, caminó hasta la puerta de la iglesia. Pero justo antes de marcharse, se dio la vuelta de nuevo.- Pero... ¿saben qué? Si tanto les preocupa el estado de lady Ven y todavía creen en la inocencia de su sirviente como ella, les recomiendo que la protejan ustedes mismas. Ninguno de los guardias querrá proteger a alguien marcado por los cuchillas como objetivo. Todos ellos valoran sus vidas.

- entiendo - decía tras escuchar al hombre - la cobardía va antes que el honor para usted - hizo una leve inclinación tomando suavemente su pantalón - es curioso que se moleste usted tanto con mis palabras, puesto que en ningún momento he hablado de inocentes, quizás sea usted corto de miras mi buen señor, pero esto es un santuario y TODOS poseemos nuestros propios pecados, ¿a caso insinúa que una persona debe abandonar el lugar que le ampara cuando un peligro le asola? De nuevo me muestra usted una falta de fe absoluta, ¿o es que a usted le interesa que esta mujer desaparezca? Igual que escapa cuando las palabras no están de su lado.

Estaba claro que entretener a aquel tipo era importante para los dos que le habían pedido ayuda, pero solo podía utilizar las palabras para ello, de otro modo sería extraño, después de todo, hablar era crucial en altos cargos.

Poniéndose al lado de la chica desmayada, se sentó ofreciendo su regazo como cojín. Antes de añadir algunas frases que esperaba que llamaran su atención. Bajando la voz por respeto a la ubicación.

- es triste ver que la nobleza de este lugar, no solo deja sola a una persona de estas tierras, si no que osa exigir a otras dos damas indefensas que enfrenten a asesinos, estaría bien saber en que gasta el alcalde el dinero de sus contribuyentes. Ese es su valor,... Dirá a todos en su próximo discurso; "habéis dado toda vuestra vida a nuestra querida tierra, pero no os preocupéis, si tenéis problemas os aconsejaré huir, puesto que yo jamás haré nada por vosotros", buen discurso...

¡No podía cruzar el umbral! Aunque nadie parecía percatarse, Inara tenía pequeñas gotas de sudor en su frente fruto de la tensión. Al oír las palabras de su compañera, sólo le faltaba vitorear allí mismo y formar un jolgorio. Lo haría, claro, sino fuera porque era una joven educada.

Así que sonrió triunfante.

-Tranquilidad, señor alcalde. No queremos que le de un infarto aquí mismo. Por cierto... me disponía a recorrer el interior de la iglesia. Veo que sus amplias naves están ricamente decoradas.¿Por qué no me ilustráis?- se acercó al aquel hombre y le agarró del brazo.

Mire el techo mientras ella hablaba, hasta cierto punto ese simple acto me servía para relajarme un poco.

- Cuenta con mi espada sin dudarlo, pero has de saber que no viajo solo como mínimo una chica me acompaña aunque puede que haya dos mas -mientras duraba el silencio cerré los ojos unos segundos pero los volví a abrir de golpe con su propuesta, ladeé la cabeza un poco y sin dudarlo le pregunte sobre el tema que mas me interesaba- La guerra, cuéntame sobre la guerra y no solo la versión histórica si no también como ha afectado de verdad a las gentes.

Aunque nadie había sospechado nada, el corazón me latía con fuerza en cada paso que daba, cada mirada que cruzaba con cualquiera, cada roce, cada sonido, pero tenia muy claro que lo más importante era aparentar estar calmado, no solo para mi, sino también para Khya.

- Vamos Ed, no estamos haciendo nada sospechoso - me iba diciendo a mi mismo para calmarme - solo vamos a ver al alcalde, que casualmente no se encuentra en su despacho - pero de poco servían las frases y cada vez notaba las manos más sudorosas. Y cuando finalmente llegamos frente a la puerta y me disponía a hurgar con el mecanismo, como si el de una trampa se tratase, no hubo manera de hacerlo ceder... entre los nervios, las manos y el no tener las herramientas adecuadas por no haber tenido en cuenta el estúpido detalle de que quizás la puerta estuviese cerrada con llave me hicieron imposible la tarea.

Miré a Khya sin saber muy bien que hacer, esperando que ella tuviese alguna idea infalible o algún tipo de magia que les sacase de esta situación... sino, tocaría volver por la noche y ser menos sutiles.

No podíamos hacer mucho ruido así que intentamos forzar la cerradura, Ed fracasa en el intento, y yo cuando justo parecía que iba a conseguirlo me atasco y nada, maldita sea.

- ¿Y ahora qué hacemos? Se nos acaba el tiempo, podríamos echar la puerta abajo pero quizás nos metamos en un lío peor del que ya estamos y acabemos haciendo compañia a Jacklin ¿no crees?

Espera y si...

- Podemos rodear el edificio, quizás haya una ventana por la que colarse, ¿o se te ocurre algo mejor?

Negué con la cabeza.

Viendo que ella tampoco pudo con la cerradura ya no teníamos nada que hacer ahí. No podíamos arriesgarnos a que nos detuviesen y acabar en prisión junto a Jacklin. Así que, haciendo caso a Khya, tocaba salir para intentar encontrar otra forma de entrar en el despacho.

Ed y Khya decidieron salir de allí tras su intento en vano de forzar la puerta. Al salir fuera y siguiendo la estructura del ayuntamiento, finalmente encontraron la ventana que daba al despacho del alcalde. Una ventana que se encontraba de cara a la plaza. Una plaza completamente concurrida a esas horas del día. Por lo que les iba a ser imposible colarse sin montar alboroto. Posiblemente lo mejor sería abandonar la idea por el momento y, quizás, regresar a la noche.

El alcalde se detuvo en seco al escuchar aquellas palabras. Sin embargo, al girarse hacia las dos chicas, estaba sonriendo. Eso no era normal después de aquellas palabras. Entonces fue cuando Akiyama le agarró del brazo.

-Ya entiendo. ¿Son ustedes extranjeras, me equivoco? De ese... continente nuevo del que todo el mundo habla. Si no, dudo que fuera capaz de soltar esas necias palabras. Los cuchillas tienen el favor del mismísimo rey en persona. Todo aquel que decida enfrentarlos, se convertirá en su objetivo, y por ende, del mismo rey. Son unas necias si creen que alguien querría enfrentarse a ellos, aunque sea para proteger a una noble como lady Ven. Por eso mismo yo hice lo único que tuve en mis manos. Le di el consejo de que huyera y se marchara de este pueblo. Pero al parecer, mis palabras no le fueron de agrado y decidió quedarse. Y como ven, ese es el resultado.- Entonces se apartó la mano de Akiyama, un poco de mala manera y enfurruñado.- Y ahora si me disculpan, tengo asuntos que atender de la ciudad. Después de todo, tal y como ha dicho, señorita, no debo de hacer nada por mis ciudadanos. Solamente acabamos de capturar a un secuestrador de mujeres que las vendía como esclavas y debemos preparar el juicio y la ejecución de mañana. Buenas tardes.

Sin decir nada más y totalmente ofendido, el hombre se dio la vuelta y salió de la iglesia seguido inmediatamente por sus guardias.

-¿La guerra?- Phia hizo una pequeña pausa antes de comenzar a hablar.- La guerra comenzó mucho antes de que nosotros naciéramos. Los dos países siempre estuvieron en guerra desde que se escriben los libros de historia. Pero hubo una época sin guerras. Una época en que se llegó a la paz. Fue una época en la que por fin pudimos comenzar a desarrollarnos como país. En su día se llegó a un acuerdo con el país vecino de forma que la guerra se detendría a cambio de unos territorios en la frontera. Unos territorios sin nada. Unos territorios sin valor. Servían como gesto simbólico para la paz. Y así continuó durante algunas generaciones. Luego hubo más problemas internos, pero no tiene nada que ver con lo que hablamos ahora. Todo se mantuvo en paz hasta hace unos años. El país vecino descubrió que esas tierras simbólicas de la frontera, eran más valiosas de lo que se creía al principio. Menas de oro enterradas bajo su superficie se descubrieron por accidente, y aquello encendió la chispa. El nuevo rey, viendo el valor de aquellas tierras, le exigió al país vecino que devolvieran las tierras, puesto que nos pertenecían en primer lugar. Y finalmente, después de disputa tras disputa, esas tierras ahora son el campo de batalla entre los dos bandos. El ganador se quedará con el oro en ellas.- Tras aquella historia sobre la guerra, prosiguió con tu siguiente petición.- En cuanto a como afectó a sus ciudadanos, todos ellos deben de pagar impuestos que son invertidos para esta guerra. Todos aquellos hombres que cumplan la mayoría de edad, deben ir a combatir a ella salvo causas especiales. La gente es pobre y pierde a sus familiares. Pero no todos tienen tan mala suerte. Se comenzaron a crear los gremios, los cuales, por un simple precio, tienen permiso de hacer lo que quieran. Hay algunos que no son tan malos, como los gremios de aventureros, que suelen acabar con los monstruos que acechan las tierras. Pero otros son de lo peor. Gremios de asesinos, gremios de mercenarios, gremios de ladrones... Y el gremio que más se dio a conocer fue el gremio de "los cuchilla". No se sabe cuantos miembros tendrán, pero la gente dice que miles. Son mercenarios contratados para luchar en la guerra y que pagan un gran tributo al rey. A cambio también reciben encargos no tan buenos. De nuevo, asesinatos, secuestros, robos... Y todo el mundo les teme y no osan meterse con ellos. Cuando alguien está marcado como objetivo por los cuchillas, suele ser abandonado por todos los que le rodean, puesto que ayudarle no hará más que le maten a él también. Y mi señora está marcada por ellos. Por eso debo de salir de aquí cuanto antes.

En fin había hecho lo posible, ahora dependía de ellos aprovechar el minuto que les había dado, esperaba que se enzarzara un poco más en la discusión pero al parecer sabía mantener la compostura más de lo que las apariencias mostraban.

No veía que tenía que ver ser de un sitio u otro, si un rey usaba asesinos, no era su rey. Pero además le pareció algo hipócrita decir que abandonando su hogar estaría más segura, existían quienes luchaban contra las injusticias y quienes huían escondiendo la cabeza de ellas, y huir nunca era la mejor opción.

Que deberían hacer en ese momento? Miró a Inara, para que pensará en el siguiente paso a seguir, pues si por un lado no querría dejar sola a lady Ven, quedarse sin hacer nada tampoco le parecía útil.

Niego con la cabeza mientras hablo en susurros.

- Si lo hacemos ahora llamaremos demasiado la atención, o venimos a altas horas de la noche o nos pillarán y acabaremos haciendo compañía a Jacklin. Lo único que podemos hacer ahora es visitar la cárcel, cerciorarnos de que sigue allí y transmitirle que estamos haciendo todo lo posible para sacarle de allí. ¿O se te ocurre algo mejor?

A mí se me estaban agotando las ideas.

- Estaba pensando lo mismo - comenté ante la idea de visitar la cárcel. Si estuviese solo, seguramente esperaría pacientemente en la plaza, observando los movimientos del personal hasta encontrar el mejor momento en el que actuar, pero sabía como de frustrante podía ser para alguien no acostumbrado a ello.

Por un momento me pasaron por la cabeza varios recuerdos junto con mi padre, cuando al principio me quería enseñar a cazar, pero por culpa de mi impaciencia se nos escapaban las presas. Por un momento tuve la misma sensación... esperar el momento adecuado para actuar... aunque en este caso la presa era otra.

- Sigamos, la cárcel está un poco lejos - dije finalmente tras un pequeño suspiro melancólico.

Aquel hombre se fue y casi se podía decir que enteramente nos había pillado con las manos en la masa. ¿Y ahora? Era obvio, deberían de defender a Lady .

-No tengo ni idea de dónde tenemos que ir. No conozco este lugar. Deberíamos comer algo , deja que negocie con los comerciantes, además de buscarnos un lugar para dormir. Creo que, cuando reponga energía , tanto tú como yo, estaremos mejor para pensar. Pero el caso es que... debemos defender a esa mujer.

En completo silencio escuche todo lo que me contaba palabra por palabra, todo dato era importante solo esperaba ser capaz de recordar todo en el futuro. Una cosa tenía totalmente clara, la causa de la guerra no varía en absoluto a las típicas, el egoísmo de lo que están al poder, eso me hizo apretar el puño y la mandíbula de la rabia pensando en las centenares si no miles de vidas que sufrían por el egoísmo de seguramente poco mas de un decena.

Me levante del suelo para ponerme cerca de la puerta y apoyar la cabeza contra ella, para cuando Phia termino de hablar y tras unos segundos de silencio se pudo escuchar un golpe seco contra el hierro, había golpeado con mis puños la puerta.

- Da igual como de lejos viajemos, la maldad de las personas sigue siendo igual... A veces pienso de que sirve que unos pocos hagamos el bien y demos justicia a los pequeños malhechores mientras la gran mayoría tienen un poder tal que no les podemos tocar un pelo sin parecer los villanos. Quiero revelar ante la gente esa maldad y descubrir que en realidad el bien prevalece al final pero no se como hacerlo. Lo único que se me da bien es empuñar la espada, aparte de eso solo tengo algo mas de educación que un pueblerino no soy tan diferente de ellos.

Tras despedirse momentaneamente, Akiyama se marchó para ver si conseguía algo de comida. Mientras tanto, Aiki se quedó con la mujer inconsciente. Mientras estaba con ella, el sacerdote decidió acercarse para hablar.

-Perdone. No he podido evitar escuchar la conversación. La mujer... ¿Se trata de Lady Ven Danrich? Hacía tiempo que no escuchaba hablar sobre ella. Me parece que estaba en el país vecino, tratando de negociar la paz con ellos... Es una lástima que unos mercenarios como los cuchillas hayan recibido la orden de matarla. Alguien debe de querer que la guerra nunca termine...