Partida Rol por web

El sol se alzó hace media hora, abandonáis con discreción la mansión de Oldenhaller, y estos cierran las puertas en cuanto las cruzáis.

En la calle hay una docena de personas, criados de casas señoriales en su mayoría que llevan documentos o cestas vacías para realizar las compras del día. Descendéis al río por la avenida principal, pues vestís como criados, pero la presencia unos metros más adelante de unos piquetes de la guardia os hacen desviar por un calle secundaria, en ella un par de carruajes se hayan cerca y un par de somnolientes nobles conversan.

¡Hasta estas horas! ¡Una auténtica fiesta como las de antes! ¡Qué mujeres! ¡Von Haufen es un gran anfitrión!
¿Irás al carnaval?
En cuanto duerma un poco, ya tengo dispuesto mi disfraz...

Pasáis junto a la Gran Catedral de Sigmar y el Castillo de los Caballeros Grifo, seguís avanazando y llegáis ante la Catedral de Ulric, no tan grandiosa como la de Sigmar pero sí ostentosa y monumental, rainer se alegra mucho de ello mas su sonrisa desaparece cuando ve, medio centenar de metros más adelante que la Puerta de Magnus, por donde pensabais salir se haya cerrada a estas horas a los carros, y los transeúntes que la cruzan son investigados, sin demasiado esfuerzo, pero investigados al fin y al cabo.

Rainer ve a los guardias inspeccionando a los viandantes y piensa rapidamente... ¿¡disfraces!? Eso es.

Rapidamente se desplaza de tienda en tienda buscando alguna donde pueda encontrar algo con lo que taparse el rostro, pero no muy llamativo.

Compañeros susurra creo que lo mejor es que nos compremos alguna de estas mascaras y pasemos por la puerta del Templo. Luego podemos ir a la Puerta Norte... podremos hacernos pasar por su trafico normal... ¿que pensais? dice mientras mira algunas mascaras y se las prueba.

Disfraces?

-Compañero fervoroso de Ulric, creo, si no me equivoco en mis apreciaciones acerca de vuesa cultura, que los disfraces o las máscaras serán de poco valor combinados con estos garmentos.-digo, señalando la ropa humilde que llevamos.-Cualquier noble se dará cuenta de inmediato de la impostura, y llamará a la guardia. Creo que, de haceros caso, precisaríamos comprar indumentaria acorde con la fiesta, ropa lujosa. Todo esto es, claro está, si eso nos permite pasar a la zona que necesitamos.-aclaro finalmente.

Lo malo no son las ropas -digo contestando al elfo- son las armas y armaduras, y demás parafernalia que llevamos. La ropa no tiene mucha importancia, y menos para los nobles. Me he colado en muchas fiestas de ricos, como aquella vez en casa de un Conde... ¿Cómo era?. Bueno da igual. Siempre puedes decir que es parte del disfraz. Ni te imaginas la cantidad de gente que se llega a tragar eso. Creo que iría por la fiesta número veintitrés a la que me cuelo, si no me confundo al contar, claro, y siempre con ropa poco lujosa. El dinero del que disponía en Altdorf no podia gastarlo en ropas, precisamente. En fin, escuchad, tengo un plan. Mi idea es acercarnos primero para ver el número de guardias que hay en la puerta. Si solo hay un par de ellos, mi idea es llamar su atención, cosa de la cual me encargaré yo personalmente, y alejarlos de la puerta. Una vez esté la puerta sin vigilancia, vosotros podéis salir. Eso sí, cuando salgáis, salid corriendo. En un despiste de los guardias, yo también correré hacia la puerta. Podéis estar tranquilos, no me alcanzarán, tengo los pies mucho más ligeros que ellos. Una vez lejos de esta ciudad, ya veremos que hacer. Pero de momento, a mí no se me ocurre nada mejor. ¿Qué decís?. Eso sí, si hacemos ese plan, deberíais quedaros con mis armas y armaduras, para que los guardias no sospechen, y crean que soy un ciudadano más.

¿Alguien tiene alguna idea mejor, o nos ponemos en marcha? -Mientras digo esto, miro alrededor, por si nuestra conversación llamase la atención. En un sitio como este, las noticias vuelan, para bien o para mal.

-Como siempre, compañero, vuestra lengua avanza tan rápido como vuestra mente. Creo muy conveniente la idea que habéis expresado, y propongo que la pongamos ahora mismo en marcha. No nos llevará demasiado comprobar lo que decís, y sí ganaremos mucho haciéndolo. ¿Que opinais?-pregunto al resto, luego de escuchar las palabras de Wolfgang.

Si vos lo deseais pequeño Wolfgang... que asi sea. Yo mismo llevare vuestras pertenencias. No podremos correr mucho pues posiblemente en las puertas de salida de Nuln haya mas guardias.

Aunque parezca una tonteria asi pareceremos gente "normal" al llevar las mascaras. Era una idea...

Genial, la guardia registrando a la gente. Eso va a ser un problema.

- La idea de las máscaras es buena, - concuerdo con Rainer - yo iría incluso más lejos y compraría unas de esas capas, coloridas y típicas de carnaval, así podremos confundirnos entre los festejantes. Además de poder usar las capas para ocultar, en parte, nuestras armas.

Ante el comentario del elfo, sobre las diferencias entre nobles y campesinos, respondo:

- Amigo, todo el mundo celebra el carnaval, la gente de a pie también, quizás más aun que nobles y ricos pues es de las pocas veces que podemos olvidar nuestra desgraciada vida y divertirnos. Y nos divertimos a lo grande, en estas fechas se desatan...pasiones, no se si me entiendes - guiño al elfo y sonrío  - incluso entre gente de diferentes rangos.

Tras este breve desvarío continúo con el tema principal:

- Bueno, primero obtengamos nuestros disfraces y que luego Wolfgang realice su "magia". - observo a mi alrededor, por si existe algún puesto donde comprar las vestimentas. Si no habrá que acercarse a un distrito comercial -  Recordad llevar puesta la máscara en todo momento, así no nos reconocerán. Siendo carnaval, podemos hacer pasar la actuación de Wolfgang por una gamberrada de unos borrachos, en estas fechas es normal y la guardia no le dará más importancia. Pero si ven nuestras caras y las reconocen por los carteles perderemos esa ventaja.

Miro seriamente a mis compañeros y añado:

- Otra cosa, es muy probable que acabemos separandos, sobre todo si los guardias deciden perseguirnos en vez de quedarse a resguardo en la puerta. En caso de que ocurra, deberíamos elegir un punto donde reunirnos. Puesto que conocemos poco la ciudad, propongo encontrarnos en el puerto, en la zona donde llegamos a Nuln - suspiro. Parece que fue hace tanto y en realidad ha pasado poco más de un día - Una vez estemos todos juntos, podremos buscar pasaje en un barco que salga de la ciudad o dirigirnos a una de las puertas para salir a pie. Eso ya lo pensaremos despues.

Uhm... -Digo rascando mi barbilla- Me parece bien. Podemos realizar el plan disfrazados, una máscara y una capa nos ayudarán a cubrir nuestras ropas, por lo que no pareceremos pobres. Después, podremos llevar a cabo el plan. Y en cuanto a lo de volver a juntarnos en caso de que nos separemos, también me parece bien. Los puertos es un buen lugar. Además, estos sitios suelen tener unos buenos escondrijos. En Altdorf, uno de los sitios de reunión cuando realizaba mi trabajo, eran los muelles al anochecer. No había mucha vigilancia, y, ya sabíamos dónde debíamos acudir. Está bien, disfracemonos. Creo que no lo hacía desde aquella vez que nos hicimos pasar por bardos en una fiesta de un adinerado burgués, en la que les empecé a relatar las múltiples cualidades de la alcachofa, y como, gracias a ellas, Sigmar pudo luchar valientemente, por estar bien alimentado. Bueno, a la gente lo que menos le gustó fue la parte de las alcachofas, y más la batalla de Sigmar, pero bueno, el caso es que tenía que hacer tiempo. Ese día si que fué productivo. Además, seguro que el burgués aprendió una sabia lección aquel día. Yo por mi parte, aprendí que no debía de beber más de 15 jarras de cerveza, si es que quería recordar algo a la mañana siguiente. No me gusta despertarme dentro de un barril, a punto de ser embarcado a vete a saber dónde. Más que nada, porque el dolor de cuello y de cabeza al día siguiente puede ser bestial.

Y ahora, andando a por los disfraces. No debemos retrasar esto más...

Tras cocebir vuestro sencillo, y por tanto eficaz, plan. Buscáis con la mirada un lugar donde adquirir vestimentas, y encontráis uno, a escasos metros, en Nordstrasse, mas el lugar aparenta con su lujosa decoración, ser lugar de gente pudiente, con vuestr oro podéis adquirir esas vestiduras, pero el coste será bastante elevado.

Johannes observa a los despreocupados guardias que vigilan la puerta, son tres, armados con pectoral, lanza y escudo, un casco típico de Nuln cubre su cabeza.

Un carruaje pasa a vuestro lado y se aproxima a la puerta, los guardias le dejan pasar sin más complicaciones, sin embargo uno de ellos está registrando la cesta de manzanas que lleva un criado, coge un par y le deja pasar. Las comparte con sus compañeros.

Rainer sonrie al ver que van a comprar algun disfraz. ¡Para algo sirve esta cabezota!

¿Habeis visto eso? Han ignorado al Carruaje... tal vez no sea tan mala opcion irnos de aqui en un carro chicos... pensadlo por un momento...

Caballero dice preguntando al tendero de la tienda de disfraces ¿Cuanto costaria un disfraz de estos que vende? Queremos uno que tenga Mascara y capa, sisi como esas de ahi. ¡Queremos unirnos a la fiesta!

Como punto de reunion los muelles no me terminan de convencer... ¿a vosotros si os parece bien? Podriamos quedar en la Posada "La Joya"... solo si nos separamos... esta en las afueras ( G6)

Callado, por estar fuera de mi elemento, intento comprender las palabras de los demás, sin demasiado éxito. No puedo aportar mucho a las ideas generales, dado mi poco conocimiento de esta ciudad y de sus costumbres. Johannes, en medio de una frase, me mira y guiña un ojo. Nunca comprendí demasiado bien ese gesto, ya que parece usarse en distintas ocasiones para distintas cosas, pero creo que aquí implica ompañerismo. Su frase despierta mi curiosidad. ¿Qué tipos de pasiones se levantan?

En silencio acompaño a los tres humanos, que entre los suyos se encuentran como peces en el agua, intentando seguir sus instrucciones. Ambos planes tienen méritos, pero yo me atendría al primero, el de los disfraces. Y así lo digo:

-Entre nosotros, tenemos un dicho: no cambies de bote en medio del río.-le digo susurrando a Johannes.

-Creo que sería mejor atenernos al plan del disfraz, ¿no lo cree, compañero?

- Más que ignorar el carruaje me da la impresión de que ignoran a los ricos y poderosos, y registran a los de baja cuna. Malditos - continúo por lo bajo mientras aprieto mis puños con fuerza -, la guardia aprovechándose de los débiles. Seguro que no tienen agallas de quitarle nada a un noble. 

Me dirijo a Rainer:

- Está claro que conoces la ciudad, pero en mi caso esta es la primera vez que visito Nuln y no sería capaz de encontrar tal posada. Mucho menos nuestro amigo élfico. - señalo a Eldarendil y le digo amablemente - No te ofendas, compañero, sólo quiero decir que no estás habituado a moverte en la ciudad. - me vuelvo hacia el clérigo y continúo - Propuse el puerto por ser un lugar en el que todos hemos estado y que podremos encontrar con más facilidad si nos perdemos, al fin y al cabo sólo hay que llegar hasta el río y luego seguir su orilla. Además de facilitar lugares para ocultarnos, como dice Wolfgang.

Llegamos hasta un comercio donde venden disfraces. Observo la mercancía mientras Rainer pregunta por los precios.

Es de buena calidad - pienso mientras paso mi mano sobre la tela - nos va a salir por un ojo de la cara. Estando en el barrio noble es normal.

No mucho compañero... solo un poco. Lo justo para localizar esa posada...

El tema del puerto es peliagudo Johannes... alli fue donde se origino todo. No me extrañaria que las mismisimas fuerzas del Conde Elector estuvieran alli buscandonos...

No se... lo mio es aplastar craneos y salvaguardar la palabra de Ulric... no parloteos ni subterfugios... odio la vida de la ciudad...

Yo tampoco se llegar a esa posada, es más, ni siquiera sabía de su existencia. Creo que lo mejor son los muelles, como ya he dicho, porque nos da ocultación. No obstante, he estado pensado, y lo cierto es que ese plan tiene un fallo. No sabremos como encontrarnos depués. Mi idea para encontrarnos es hacer una señal secreta, que solo nosotros conozcamos. ¿Alguna vez habéis estado en el zoo de Altdorf? ¿Habéis visto a las jirafafas?. Pues bien, cuando están moribundas, emiten un sonido especial, tal que así... ¡Buaaarrg! ¡Buaaarrg! -digo imitando el sonido de las jirafafas moribundas, y poniendo, sin ningún tipo de sentido, los brazos en cruz, sobre el pecho- Si se hace bien, podremos identificarnos, y si hay alguien por los alrededores, no se acercarán a mirar, pues pensarán que solo es un animal moribundo. Aunque, claro, si tenéis una idea o señal mejor, soy todo oidos...

Suspiro levemente al escuchar los berridos de Wolfgang.

- Espero que no nos haga falta hacer uso de tu señal. - digo sonriendo - No se me da tan bien imitar animales como a tí, sólo se silbar, y no querría que un guardia me confundiese con un monstruo y me disparara a ciegas. Pero dado el caso haré mi mejor imitación de una...jirafa agonizante.

- Por cierto, - le susurro - podríamos usar tu don con las palabras para conseguir un precio algo más justo. Conociendote, no creo que tengas problemas para convencer al tendero.

Desconcertado por los sonidos emitidos por Wolfgang, no puedo hacer otra cosa mas que escuchar lo que dicen los demás. El motivo de todo esto se me escapa un poco. Ninguno de los humanos que vivían en la villa cercana al bosque se comportaba tan extrañamente. Ignoraba si había muchos como Wolfgang, y esperaba no tener que averiguarlo.

-Entonces, ¿cuanto oro necesitaréis para completar nuestro disfraz, Wolfgang?-pregunto, ya que al parecer, el sabía mas de estas cosas, como dijera Johannes.

Los precios del disfraz élfico, la temática de este año, son de 13 Coronas de Oro, el más sencillo, aunque elegante y ostentoso.

Wolfgang mira sus botas y no haya suciedad en ellas...su plan no parece cuajar del todo...sin embargo como Johannes ha dicgho no registran a los ricos, y ahora tampoco a algunos pobres pues la gente comienza a salir de sus casos, dirección a la Reiks Platz, centro de la ciudad.

Un carruaje abierto, tirado por cuatro caballos blancos, de magnífica raza, y escoltado por una veintena de hombres cubiertos de acero, abja por la calle. En su interior hay dos cocheros y la Condesa Emmauelle de Nuln. Las gentes vitorean la comitiva y le dejan pasar, una vez franquea la puerta, dejáis de verla. La muchedumbre se dirige a la puerta, que ha sido reforzada con dos guardias más.