Partida Rol por web

 Bradford asintió, lo cierto es que el lord no le desagradaba y mejor estar bien con los de arriba.

-Si, mi lord.

Dio un paso hacia la puerta que el mayor de ellos, aunque no viejo, le mostraba y cuyo nombre era Gael. No había nada que temer, estaba entre los suyos, aunque había algo que le taladraba la cabeza cada vez más.

 Guine puso aún más adusto el rostro con aquel mote y es que las palabras eran muy bonitas pero ellos no necesitaban sólo de eso, además, había muchos problemas en la ciudad que no estaban atendiéndose, demasiado frío y muchas tormentas, la mayoría de las personas del pueblo, no podrían franquear aquello mucho más tiempo. Aún así, decidió ir con el lord y nuevo consejero.

-Milord...

Hizo un gesto con la cabeza y fue el primero en entrar en aquel recinto, un poco más chico y con una mesa redonda de doce lugares que en ese momento estaban vacíos pero que cada uno de los presentes ocupó, dejando que él lord eligiera su lugar por sí mismo.

Parecía que había conseguido lo que pretendía, que vieran que tomaba el toro por los cuernos y que me hacía de respetar, quizás froto del cautiverio y de las sensaciones de las últimas horas de total impotencia, que ahora quería hacer las cosas bien, con esmero.

Seguí las indicaciones que me llevaron aquella sala con la mesa redonda, tres veteranos, Guine y Bradford, quizás por ser el hijo de la sirvienta de la reina que sentí casi desde el principio que en este último, me senté a su lado.

- Soldados y gente distinguida, no he tenido tiempo de ponerme al corriente de la situación, ese es el motivo de esta reunión, en principio lo que más me preocupa es la situación de los rebeldes, Francis debe de ser apresado y Heinze apresado o muerto, pero para todo esto me gustaría que me informarais sobre lo que se sabe de estas personas, del apoyo con que contamos, de que le ocurre a la clase secular y también de lo que opina el pueblo, podéis hablar

Junté mis manos encima de la mesa, no impuse ningún orden, que ellos mismos hablaran, si los había convocado era para que cada uno comentara lo que sabía o había oído incluso a los soldados que no estaban en esta sala.

 Todos comenzaron a hablar, bueno, todos no, en especial los mayores, era como que no se ponían de acuerdo en nada y así no se les entendía mucho, la verdad o mejor dicho, así no se les entendía nada. Guine se paró de pronto, estaba bastante molesto al parecer pero de una manera sorpresiva, todos callaron cuando él se puso de pie y los miró, le tenían un sobrado respeto al hombre.

-Esto es sencillo: si hay que buscar al antiguo rey, lo buscaremos y lo traeremos a aquí pero no sé si lo consigamos con vida. Además, no podremos salir hasta pasados dos días, se forma una nueva tormenta según escuché en los pasillos a nuestros especialistas. Lo cierto, milord es que tenemos que darle de comer al pueblo y luego, yo mismo me presto para ir en busca de esos dos y no me importa si los árabes están con ellos como rumora... A saber,  pero me he enterado en la taberna que no están lejos...

El resto guardaba total silencio.

-Viajan con una escolta grande, pero no lo suficiente y tenemos más hombres de nuestro lado. Hombres y mujeres que le guardan fidelidad a la Helena, la grande. Hay un asentamiento no muy lejos de aquí, habrá llegado hace dos o tres semanas, todos árabes y con tácticas distintas a las nuestras pero no me asustan. Los hombres que vio en aquella sala no son ni la cuarta parte de todos los que estamos dispuestos a pelear. La Iglesia nos ha dado la espalda pero no toda, aún quedan esperanzas en Roma, eso en caso de que la reina pueda ir a allí...

Para ser un simple soldado, sabía bastante.

 Él había estado con Guine en la taberna y sabía que no mentía, en realidad no mentía respecto a nada. Siempre le había agradado, excepto porque quería desposar a una de sus hermanas, aún así, iría con él al fin del mundo. Incluso a Roma a secuestrar al Papa si la reina se lo pedía y Guine aceptaba.

Primero la algarabía, me ofuscó que ya había seleccionado a pocos hombre sólo para evitar esto, apunto estuve de dar un puñetazo en la mesa para poner orden cuando Guine hablo, lo escuché en silencio y luego miré a Bradford, si nadie le contradecía debía de tener razón.

- Está bien, no sabía que la situación del pueblo era tan desesperada, decidme que podemos hacer para paliar su hambre – esto era también importante, al pueblo se le tenía que tener contento para que nos apoyara.

Lo de los árabes si me preocupaba, yo si los había visto luchar, valoré si merecía la pena solicitar ayuda a un reino vecino, pero lo descarté, suelen pedirte grandes favores a cambio o se quedan aprovechando tu momento de debilidad.

 Estreché la carta contra mi pecho sin temor a arrugarla y unas lágrimas brotaron ... parecía tan vivo y sin embargo, estaba tan muerto ... - Oh Terence - jadee con dolor sentándome sobre una silla cercana y tomándome unos minutos antes de releer la carta.

 - Lo primero que haré será ir a Roma - susurré, debía empezar por algún lado y podiendo la anulidad matrimonial y exponiendo la traición de Francis, sería un buen camino.

 Doblé el pergamino pulcramente para tenerlo entre mis posesiones mas preciadas y secándome las lágrimas, fui en busca de Guillaumé, debía decirle que tenía que partir y si el no podía venir conmigo, lo haría sola.

En el camino, Helena se encontró a Marie que enseguida, luego de hacer una reverencia, se acercó a ella y la acompañó sabiendo que debía estar buscando lord Guillaume. Le indicó enseguida que el hombre aún hablaba con los soldados.

-Pero iré a buscarlo, su majestad...

Como si fuera una madre, condujo a Helena hasta el salón del rey que de ahora en adelante sería llamado salón de la reina y la hizo esperar.

-Volveré enseguida, mi señora.

-El pueblo estaba medianamente bien, hasta que sucedió todo esto y encima, con el tiempo así ha sido imposible proveerse pero no es culpa de la reina y el pueblo lo sabe.

Bradford dijo aquillo con aire cansado, a pesar de su corta edad era alguien muy respetuoso y responsable.

-Pero los silos de Saint Michelle deben estar llenos, un centener de hombres podrían ir a allá y traer alimento suficiente para todo el pueblo...

Guine se acomodó en su asiento.

-El muchacho tiene razón y además, hay un buen camino por el medio del bosque, tardarán apenas unas horas en ir y volver.

Esperaba que Guillaume diera las órdenes pertinentes, que pusiera a alguien al frente de aquella labor, porque él, lo tenía claro, iría en busca del traidor. Y estaba en esas cuando llamaron a la puerta.

- Suspiré supongo que no hay elección – y no lo dije por que me parecía mal, si no porque… - Está bien, pero que tengan cuidado no sea cosa que les tiendan una emboscada en ese bosque –

Eso o que ataquen el castillo casi sin protección – preferiblemente que no sean todos soldados, los soldados para defender, los plebeyos para los trabajos pesados

- Está bien, preparadlo todo - En ese momento llamaron a la puerta - ¡Adelante! – dije para que pudiesen pasar

 Marie entró seguida de dos soldados, posó su vista en su hijo y luego en el lord.

-Mi señor, la reina requiere de vuestra presencia...

La sirvienta hizo una reverencia y habiendo dicho aquello, esperó por la respuesta de Guillaume.

La persona que entró fue Marie, tras escucharla me dirigí de nuevo a los soldados.

- Está bien, comenzad los preparativos para ir a los silos, si en una hora no tenéis noticias mías significa que tenéis el beneplácito de la reina, tened cuidado – Esperaba que tomaran precauciones e ir solucionando los problemas poco a poco.

Me levanté y me dirigí a Marie – Marie, llévame con ella – dejé que ella fuera delante tratando de nuevo de memorizar el camino lleno de pasillos.

 Marie condujo a Guillaume en silencio, sabía que habría nuevas maniobras y eso le asustaba un poco por Bradford pero finalmente, su hijo era un soldado al servicio de la reina y tenía que obedecer cualquier mandato que se le diera. Luego de pasear un buen rato por los pasillos, llamó finalmente a la puerta del recinto donde aguardaba Helena, llamó suavemente con cierta parsimonia que pudo desesperar a cualquiera y finalmente abrió la puerta para que Guillaume encontrara a una Helena pensativa.

Después un camino tan largo como a la ida Marie me condujo al recinto donde estaba Helena - ¿Me habéis mandado llamar? – La respuesta era obvia, pero era una forma de comenzar.

- Traigo nuevas de vuestros soldados, pero decidme primero – Marie aún estaba presente así que prefería conservar las apariencias siempre que me fuera posible.

 El recinto era un despacho grande, con varias mesas pero la principal tenía todas las comodidades y era donde ella estaba sentada, además de ser la más cercana al fuego. Parecía tan menuda en aquel lugar que incluso, daba la impresión de haber rejuvenecido muchos años pero eso la hacía más tierna.

 - Así es - respondí cuando me preguntó si le había mandado llamar. No sabía si decirle que había encontrado el escrito de  Terence, no quería ocultarselo, pero tampoco como soltarlo.

 - Vereis - tragué saliva buscando la forma de contarle - Terence sabía de la conspiración, sabe que la iglesia estaba de parte de Francis ... bueno, sabía - dije con un deje de amargura - Creo que lo mas recomendable sería que partiera hacia Roma, allí podría entrevistarme con el papa o uno de los altos cargos, pedir la anulidad matrimonial y exponer la traición, si sale bien la cosa no solo conseguiré la anulidad, si no también el apoyo de la iglesa desde Roma y por su puesto, aliados - no me importaba que Marie estuviera, después de todo lo sucedido, también la necesitaba a ella.

Me rasqué la cabeza pensativo, ¿Terence sabía de la conspiración? Bueno quizás eso no tenía porque querer decir mucho, dependía de si había tratado de hacerle frente al tema de alguna forma.

- Si, algo me habían comentado de ir a Roma – Fue cuando pregunté por el apoyo que nos tenía la clase secular

Pero antes de proseguir quise ponerla al día – Los soldados me han notificado que el pueblo debido al mal tiempo está pasando hambre, he dado mi consentimiento para que parte de los soldados vayan a los silos de Saint Michelle para proveer al pueblo

Dicho esto nos podíamos centrar en lo de Roma – Bien, contáis con mi apoyo para partir hacia Roma ¿creéis que? ¿Creéis que me podrían conceder la nulidad también a mí? – No sabía si era buena idea abandonar el castillo, pero había tantas cosas que no tenía claras que si ella lo había decidido apoyaría esa decisión

 Algo que me enamoraba cada vez mas de Guillaume era lo comprensivo que resultaba. No imponía nunca nada, nunca ... quizás diera su opinion aunque fuera contraria a la mía pero nunca había reproche o negación en sus actos o sus palabras.

 - Que los soldados traigan comida, obviamente el pueblo es lo primero - estaba totalmente conforme con su decisión.

 Cuando me preguntó por la nulidad de su matrimonio le miré - No lo se, os casasteis con una chica de otra religión, aunque imagino que os casaríais por el rito cristiano - le miré, quizás la iglesia ponía pegas si la mora no era conversa 

 - Pero haré todo cuanto esté en mi mano, desde luego - le tomé de la mano y le acaricié suavemente la muñeca - Podeis venir, o quedaros aquí, pero debo partir con premura, mientras antes parta, antes podremos despertar de esta pesadilla - susurré 

Me alegró saber que le parecía bien lo de alimentar al pueblo, tal y como les comenté a los soldados si en una hora no les decía que no la orden se diera por válida por la reina, así que un asunto menos.

- Bueno, me dijo ella que la maldecía tres veces se daría el matrimonio por nulo, el problema es que no está y no lo puedo hacer, pero alguna manera habrá, seguro

Suspiré y le sonreí cuando tomó mi mano, la habría besado de forma muy cálida, pero Marie seguía aquí, lo que si hice fue llevar su mano a mis labios.

Le susurré - Yo no quiero separarme de vos… tres años ya fueron más que suficientes para toda mi vida, pero si deseáis que me quede lo haré a mi pesar – Busqué la inmensidad de sus ojos, tan cerca y aún no era del todo mía, al menos no de forma bien vista a ojos de todo el mundo