Partida Rol por web

La victoria estaba en sus manos. Tras un difícil combate donde todos habían tenido que pagar con sangre cada paso, por fin habían abatido a todos los molestos Mabaris. Ya solo Galgad el “sabueso” seguía en pie, y aunque rodeado, seguía siendo peligroso.
Entre ellos aun había muchos heridos y aunque la victoria era casi suya, el riesgo de morir en batalla aun no se había disipado.
Para todos era claro que sus próximas acciones lo decidirían todo por lo que había que darlo todo de si; con suerte y en un respiro todo habría terminado y se habrían alzado con la victoria.

Los gritos de todo el estadio pareciera que se hubieran apagado, en estos momentos no se escuchaba nada mas que la respiración de los Miembros de la Escarcha. Solamente en el fondo se escuchaba un pequeño rumor. Los gritos de la gente disfrutando la matanza que se daba en el escenario.

El golpe que había recibido había sido brutal. Y vi en sus ojos la intención de volverme a atacar.

Maldito seas, te llevare al infierno conmigo aunque sea lo ultimo que haga.

Con toda la fuerza que me quedaba en mi cuerpo lanzo mi estoque contra su lado derecho, esperando poder cortarle el brazo, para que no pudiera volver a atacar o dañar a mis amigos.

El ansia provocado por el fin del combate, hacen que el elfo se precipite en su ímpetu y se acerque demasiado hasta su enemigo, cuando se dispone para atacar hacia Ravena. Pero eso mismo produce una situación de ventaja que Elrohir no deja escapa y se lanza frenéticamente hacia la espalda de su enemigo.

El cuerpo a cuerpo es su ambiente preferido y con movimiento felino encuentra un hueco en la armadura de Galgad, y le infringe un terrible golpe que el elfo intenta acabar con un brusco movimiento para desarmar a su oponente.

Esto es lo que te merezces Galgad, la MUERTE!!!

El bárbaro Avvar apenas si lograba mantenerse en pie aunque su orgullo de guerrero no le permitía demostrar jamás debilidad ante un enemigo. Así des descargo un golpe en dirección de Galgad aunque su precisión por causa del cansancio y el dolor de las heridas abiertas no le permitió acertar siquiera.

Vyrin atacó a Galgad pero se encontraba tan cansado que apenas hizo algo de daño.

Tenemos que derrotarle, es nuestra última oportunidad - gritó desesperado.

Muertos los mabaris se acabo la rabia, pero ahora lo que quedaba era lo más violento de todo, acabar con un guerrero de la arena. Estaba rodeado, pero Ravena no sería un obstáculo por mucho tiempo. Si le diera en un punto certero, sería el fin de todo.

Sintió como la energía vital del mabari restablecía su fuerza. Se levantó con ímpetu, recuperándo la aterradora expresión que expresaban aquellos movimientos hoscos y carentes de calidez alguna. ¡sólo quedara Roja Escarcha! Al grito de su himno del báculo emergió una repentina ventisca, serpenteando sobre las cabezas de sus hermanos y cayendo sobre el domador con gran violencia.

Ravena había muerto, su cabeza fue destrozada por un letal ataque de Galgad con su hacha. El sabueso sonreía ante la proeza de haber vengado parcialmente a uno de sus perros. Sin embargo no contaba con la letalidad del resto de sus oponentes que en su descuido llegaron a causarle gran daño. Ahora el sabueso se balanceaba débil, ya solo con sus últimas fuerzas se mantenía en pie y seguía luchando.

Trekk vio caer a Ravena y como "el sabueso" la remataba cruelmente, su inútil estocada solo le hizo enfurecerse, por lo que cuando Galga descargo el golpe sobre este le recibió con una sonrisa macabra. Ya no le temía a la muerte, seria una gloria después de llevarse a aquel cobarde. Tiro su espada larga y el escudo y desenvaino de su espalda la gran espada bastarda para entonces descargar un furioso mandoble sobre el enemigo.
- Te dije Cobarde que pagarias, la muerte es solo el principio de tu castigo por la sangre que mancha tus manos

Quedó paralizada mientras veía como el único oponente en pie conseguía dar muerte a su hermana. Maldit... de nuevo incapaz de terminar su insulto. La rabia del combate y su caída le arrebataron la frialdad con la que se había enfrentado a sus adversarios. Fue quizás ese instinto de proteger a su familia el que le habñia llevado a tal fatídico resultado, una vez más...

La Roja Escarcha estaba muy debilitada, pero conseguiría salir victoriosa una vez más, al menos lo suficientes como para poder seguir su camino... El lirio buscó ganar tiempo para asegurarse que no volverían a lamentar la pérdida de otro hermano. Sus pasos le llevaron hasta ellos algo desorientada, pero aún podían necesitar sus cuidados.

No podía estar sucediendo, no podía ser posible. Ravena había caído, no podía ser. Después de todo lo sufrido, después de todo lo vivido, todo acababa de golpe sin más opciones que seguir hacia delante sin ella. Al fijarse en su compañera con la cabeza rota, se quedó paralizada, no podía hacer nada, sus compañeros seguían combatiendo para acabar con el ya malherido Galgad.

Elrohir tras intentar una acción desesperada sobre Galgad para salvar la vida de su compañera Ravena, vuelve a atacar con fuerza sobre su enemigo.

Fuerza Roja, pronto podremos descansar con la batalla a nuestro favor.

Tras ver como caía su compañera, Vyrin trató de hacer el daño suficiente para ayudar a sus compañeros a derrotar a su fiero adversario.

Tenemos que acabar con él, no podemos permitir que Ravena haya caído en balde ... - gritó Vyrin desesperado.

Tras la caída de su compañera Ravena, todos los miembros de la escarcha roja se lanzaron contra Galgad. Los ataques fueron muy rápidos y certeros como para poder detenerlos y Galgad nada puedo hacer. Había intentado aferrar su hacha para atacar a Trekk pero sus fuerzas le fallaron tras el ataque de Elrohir, el cual a la larga seria el que en verdad le había quitado la vida.

Con Galgad en el suelo envuelto en un mar de sangre, el combate había llegado a su fin, y aunque la victoria había sido gloriosa, el costo había sido muy alto. Mientras los miembros del grupo observaban lo sucedido lamentándose por la perdida de uno de ellos, en su entorno la gente estallo con gritos y aplausos; la victoria y la gloria era de ellos.

Tras un largo aplauso en el que los combatientes pudieron saborear la amarga victoria, el silencio se hizo en el coliseo cuando el presentador ya de pie levantaba los brazos pidiendo le permitieran hablar.

-Nuestros campeones!- gritó generando con ello que la audiencia estallara de nuevo en jubilo y no se calmara por un largo tiempo, aun a pesar de que volviera éste a tomar la palabra.

-La victoria es para la casa Estartaverra quienes han logrado una asombrosa victoria digna de leyendas. Todos y cada uno de los hoy aquí presentes recordaremos esta batalla como la mas grande y gloriosa de nuestra época. La luz de Londizh es suya, con ella todos podrán comprar su libertad y vivir una vida digna-.

Los aplausos continuaron largo tiempo, aun después de que las rejas se abrieran de nuevo para permitirles a los gladiadores salir justo por el lugar por el que habían ingresado a la arena.

El tiempo parecía detenerse cuando el cuerpo de Galgad se desplomaba en el suelo, ni la victoria ni el clamor del público eran suficientes para mitigar el vacío de su interior. Había caído para proteger a su hermana, había regresado a su hogar por unos momentos, el peor de sus fracasos. Su camino se interrumpió para demostrarle su debilidad. Su hermano le brindó otra oportunidad, pero en su interior, Ivar entendía que habían sido los dioses, respondiendo a sus plegarias. Aún así, no esperaba un coste tan alto, la vida de Ravena, una hermana leal que le seguía a pesar de no compartir su destino. Quizás ese fuera el motivo para no obtener el favor de los dioses, esa duda se apoderó de sus actos.

Se acercó ahora erguida, con su amenazante porte, hacia el cuerpo del pícaro y lo colocó solemne en una postura apropiada, susurrando rezos antiguos y escalofriantes. Las manos ensangrentadas de la salvaje cerraban los inertes párpados, posteriormente su frente quedaba marcada con un extraño símbolo y se marchó consternada.

No comentó alguna otra cosa hasta haberse acercado hasta Vyrin, su voz mantenía la suavidad de la tristeza. Gracias hermano..., su voz recuperó su potencia para organizar a la Roja Escarcha. Estoy orgullosa de todos, no merezco guiaros pues vosotros estáis por encima de mí. Tras su sinceridad, se permitió la licencia de comportarse como si sus palabras carecieran de valor, no por ser inciertas, pero deseaba evitar distraer a sus hermanos con sus sentimientos. Recoged sus cosas… terminaré con todo esto.

Sus pasos la llevaron ahora hasta el cuerpo de Galgad, recogiendo su propia hacha en el camino. Su mirada quedó clavada un instante, viéndose a sí misma por unos segundos, acumulando la furia que necesitaba para hundir el filo del arma en su cuello. Fue un gesto torpe y desagradable, pues no poseía demasiada fuerza para cortar una cabeza humana con facilidad. La sangre se vertía por gravedad y depresión con velocidad, empapando la arena cual esponja. Ignoraba la reacción de los espectadores a sus actos, incluso de sus propios hermanos. Renacida, llena de vida, un fuerte sentimiento que le animaba a permitirse tales libertades. Con tranquilidad liberó sus manos para recoger los objetos de valor que portara el domador, especialmente la llave que necesitaban para seguir avanzando por los misteriosos desafíos que la torre les tenía preparados.

El final del combate había llegado. Los cuerpos cortados, sangrados y golpeados, estaban desperdigados alrededor del grupo. El final tan dramático de su compañera le había dejado desconcertada. No podía repetirse la misma situación. Ahora con uno menos en el grupo, ella se preguntaba la posibilidad de que Ravena hubiera abandonado a tiempo, aunque no tenía muchas esperanzas. ¿Que les depararía la nueva cámara?. Esta claro que nuevos enemigos, en mayor numero y con mayor ferocidad, darán muchos problemas.

Tras las palabras de su líder, la tensión del momento se amortiguó. Por lo que que acercó a ella, preparándose para la entrada en la nueva sala.