Partida Rol por web

Una vez mas, uno a uno los miembros del equipo roja escarcha, fueron cruzando la puerta tras una dejar atrás a su compañera Ravena quien había caído en aquella difícil cámara contra Galgad y sus Mabaris. Lo ultimo había sido muy difícil y se encontraban desgastados en poder y voluntad; lo que venia ahora quizá podría ser demasiado. Al cruzar uno a uno percibió de nuevo como se sumergían en un extraño líquido cálido y azulado del cual emanaban constantes destellos de luz; el cruce de las puertas ya se estaba haciendo una costumbre.

Al igual que las otras veces, sintieron aquella sensación de que sus espíritus abandonaban sus cuerpos navegando por los flujos de corriente que aquel extraño líquido contenía en su aparente diminuto interior. Sus cuerpos parecían no existir, no había peso en ellos, no había sensación física alguna, todo era extraño, todo era distinto.

Y así durante el trayecto aquella extraña voz ya algo familiar los invadió en su interior sin que ellos pudieran negarse a escucharla.

-La Cámara de la Llave. Esta cámara es el preámbulo al final del primer ciclo de cámaras. En esta se deberá enfrentar a un mítico guardián quien protege soladamente la lleva de la próxima cámara.

Tras aquellas palabras todo se tornó extraño y ninguno recordó como había cruzado realmente la puerta. Sin embargo ahora se encontraban todos juntos salvo Ravena en aquel frío lugar, parecía ser una montaña rocosa y estaba repleta de hielo y nieve.

El clima era muy frío y una tenue ventisca recorría el lugar. Solo Ivar y Trekk estaban acostumbrados a ese intenso clima, si se demoraban demasiado tiempo allí probablemente empezarían a resentirlo. Por ello lo importante era encontrar cuanto antes la puerta y la llave para la próxima puerta; y si las palabras que escucharon antes eran correctas, también tendrían que encontrar la llave de la siguiente cámara.

El suave tacto de la nieve despertó los desconcertados sentidos que quedaban tan desagradable sensación de incorporeidad. Presa del pánico ante el desconocimiento de tan arcano viaje, de nuevo se encontraba recogida cual bestia con todas sus extremidades en contacto con la tierra. Sus ojos se entrecerraron ante la visión que le ofrecían, qué significa esto… reflexionó confusa, no hacía demasiado tiempo había sentido esta misma nostalgia por su hogar, mezclada por la frustración de su fracaso.
Tras recoger algo de nieve y llevársela a la boca, comprendió que no se trataba en realidad de su hogar, aunque sólo fueran pequeños matices los que le llevaban a esa suposición. Pequeños copos regresaban al suelo al incorporarse, mirando a sus hermanos con determinación. Apenas habían llorado la muerta de su hermana, siquiera compartido sus pensamientos y sentimientos, algo que dificultaba encontrar las palabras adecuadas, más aún teniendo en cuenta las pocas que la chamán acostumbraba a expresar. Hermanos, bienvenidos al reino de Hakkon, aliento de invierno. Ya sabéis qué tenemos que hacer. Se ajustó su capucha y recogió su capa sobre sus hombros, avanzando sus pasos entre quejidos de esfuerzo y el metálico sonido del botín que cargaba en un petate de tela.
Alcanzó un punto elevado cercano para que su vista se admirara con la belleza de la blanca piedra durante un instante, pues su objetivo era reconocer el lugar al que los dioses le habían desafiado en esta ocasión.

De nuevo, atravesaron todos las puertas mágicas y de nuevo volvieron a tener las mismas sensacionas extrañas, y de nuevo volvieron a quedarse sin ellas. Adriana recordaba haber estado en varias salas, pero era difícil tratar de recordar las puertas.

nieve, nieve y mas nieve, de todos los sitios posibles el último tenía que ser de nieve. Me encantaría derretirla toda, no me gusta en absoluto, se te mete hasta en los husos y apaga las llamas. El frio es para los muertos........como Ravena.....concentrate Adriana.

Trekk aparece en aquel inhospito paraje, durante unos segundos permanece con los ojos cerrados victima de la sensacion de la migracion de su ser, la cual se repetia en cada camara, pero aun no se acostumbraba.

El frio le azoto las mejillas y fue como una oleada de vida, sin estar seguro donde se encontraba añoro su hogar, le vinieron a la mente grandes proezas que habia realizado en vida, cada batalla en la que habia luchado junto a bravos y valerosos guerreros. Entonces abrio los ojos y miro a cada uno de sus compañeros, asintio a las palabras de Ivar con una hosca sonrisa que bien podia significar que se alegraba de estar alli o simplemente que sabia que tenia que hacer.

No esperaba un enfrentamiento directo como en la anterior sala, aunque algo por dentro le decia que quizas no saldrian de alli sin blandir su espada. De todas formas se acomodo el escudo a su espalda, y avanzo para ponerse a la vanguardia del grupo de manera de poder hechar un vistazo a los alrededores.

El viento soplaba ahora con mas fuerza en aquel paraje montañoso, la nieve se colaba entre sus ropajes que claramente no estaban hechos para el invierno. Para Adriana, Elrohir y Vyrin el clima era por demás incomodo y preferirían pronto encender una fogata y poder calentarse.

Hasta ahora todo se mantenía tranquilo y no había señal alguna de hostilidad en sus alrededores, por tanto su mayor enemigo en aquella cámara era el frío viento. Sin embargo por las reacciones de sus compañeros Avvars, era claro que algo importante habían divisado en el terreno y por allí había que estar preparados pues no sabían si las noticias eran malas o buenas.

Una vez reconocido el terreno, miró hacia atrás consciente de que el frío era capaz de adormilar a sus hermanos, por lo que endureció su carácter intentando avivarles los pasos antes de que fuera demasiado tarde. El hielo os envolverá si os quedáis ahí. La llave estará en algún lado, ¡abrid los ojos! Podemos empezar por aquella cueva, si nos damos prisa, antes abandonaremos la nieve. Su voz se derrumbó con esas palabras, su corazón luchaba ahora con dos fuertes sentimientos, la nostalgia de su hogar, que le invitaba a descansar de tanta lucha en un reconfortante paraje y su fe, que alimentaba la voluntad por seguir el destino que los dioses le habían reservado en esa torre. Fueron tantas las noches en las que se construía la imagen de tan extraño edificio en su presencia por el Velo que había calado profundo desde su mente hasta el abismo de su interior.

Sus pasos arrancaron con ritmo hacia esa dirección en cuanto la Roja Escarcha se agrupó para marchar.

La anterior victoria ya era un mero sueño en el recuerdo, y el frío que ahora los atenazaba no hacía más que comenzar a abotargar sus sentidos. Un elfo de ciudad como el no tenía ninguna facilidad en aquellos ambientes hostiles. Por tanto de momento Elrohir se disponía a cubrir la espalda de sus compañeros Avvar mientras esperaba no perder el calor del cuerpo y se mantenía alerta.

Es urgente encontrar la llave, seguro que hay algo peor que el frío que nos espera en esta sala.

El elfo al lado de sus compañero intenta vislumbrar algo entre el paisaje nevado.

La marcha se hacía cada vez más extenuante. El frío no perdonaba a nadie, y eso que Adriana tenía en su cabeza que no era un frío real, que era todo parte del juego de la torre. Además no tener ni idea de dónde podía encontrarse la llave, era algo que empezaba a cabrearla. Lo peor de todo era saber que pronto se encontrarían con un enemigo como ningún otro, eran uno menos, pero la torre no espera a nadie.

Avanzando por el camino helado contra el denso viento que helaba sus caras y sus cuerpos, el grupo escarcha roja se adentraba en aquel valle helado. Para todos era claro que había una luz azulada hacia la derecha pero no estaban seguros de que podría ser. La mayoría a su vez no habían visto aun la cueva que mencionara momentos atrás Ivar, sin embargo por las señalizaciones que esta les había dado, intuían que se encontraba frente a ellos, en aquella montaña.

Aquella montaña estaba a considerable altura, quizá un total de cinco metros sobre el nivel del suelo; por lo cual llegar a ella no seria fácil si intentaban subir de frente. Para su suerte parecía haber dos senderos naturales, los cuales aunque no eran fáciles de cruzar, no representaban el peligro mismo de subir una pared vertical.

El camino marcado parecía claro a los ojos del elfo, la cueva parecía una buena opción para encontrar la llave y la puerta parecía aquello que se veía resplandecer cercano a ellos. Pero la facilidad de lo que ahora veían escamaba ahora al joven pícaro, por lo que empezó a realizar un recuento sobre lo que tenía a su mano y que el podría sacar de este aprieto.

Ivar, entre las cosas que portas en el petate crees que puede haber algo que nos ayude??. Yo creo que poseo cuerda y escarpias que podrían ayudarnos. De hecho como vosotros hermanos Avvar parecéis bastante más avezados en la nieve y el hielo, deberías encabezar el avance hasta la cueva.

Parándose un momento de nuevo a pensar, continua:

De hecho, creo que a lo mejor deberíamos pensar en alguna manera de separar el grupo hasta que sepamos como superar este reto. Y con esto podríamos evitar accidentes innecesarios, no os parece.

La nieve se reflejaba como si poseyera un aura, un leve brillo que transmitía su quietud y fragilidad. Un gran peligro que Ivar conocía bien, pues se desconocía su profundidad y la firmeza del próximo paso. La Roja Escarcha avanzaba lenta, la chamán temía por la moral de sus hermanos, parecían derrotados antes de encontrar nuevas adversidades. No apartaba su mirada de su camino por molesto que fuera el helado viento. El ascenso parecía ser lo más complicado, por lo que animó a los suyos a seguirle en su marcha, sin mayor entonación que la usual seriedad que le caracterizaba. No hay tiempo que perder, cuidad vuestros pasos. Entonces su hermano elfo acudió a sus pertenencias para facilitar el ascenso, a lo que se encogió de hombros, sin estar segura de que fuera necesario. Tras asegurar algunos metros se enfrentó a la pared e indicó. Dividámonos entonces. Respondiendo así a la sugerencia del pícaro, una vez escogido el sendero que más cerca tenía, con la certeza de que al menos dos le seguirían. 

Los miembros del grupo roja escarcha se encontraban ya frente a aquella pequeña montaña dispuestos a inspeccionar la cueva en la cima. Ivar  había sugerido separarse en dos grupos a fin de minimizar riesgos; Elrohir por su parte intentaba buscar algo que les ayudara a ser mas ligera la subida.

A su derecha el grupo podía ver ya la puerta de la cámara, brillando con todo su esplendor característico. Lo cual indicaba que estaba abierta y podían cruzar; y con ello necesitaban solo conseguir la llave de la siguiente cámara que a su parecer podría estar en aquella cueva; aunque no debían olvidar que hasta donde entendían, estaba custodiada por un guardián.

-Me voy por el sendero de la derecha. ¿Quien sube conmigo?. ¿Quien me cubre?. -Deberemos tener mucho cuidado, pero viendo la disposición de todo el paraje, tenemos que encontrarnos con algo o alguien en la cueva. Espero que pidiendo por favor la llave podríamos conseguirla. Maldita nieve, al menos dentro de la cueva no habrá.

Atenta a las señales del suelo, el sendero le mostraba que aquello que fuese el guardián, era de un tamaño considerable. La quietud comenzaba a preocuparle en su avance, debía alertar a los suyos, pues si sus sospechas eran ciertas quizás no fuera sensato continuar agrupados, a fin de cuentas se trataba de un único oponente. Su mano acompañó sus gestos para solicitar cautela, hecho que acentuó susurrando. No alertemos al guardián, es grande. Elrohir, quiero que explores la cueva, aprovecha la oportunidad de hacerte con la llave si la encuentras. Alzó la vista un segundo y prosiguió. Escondámonos, mejor separados y estad preparados. Una vez compartió sus pensamientos, su mano le indicó a Adriana que le acompañara y continuó avanzando hasta flanquear la entrada a la cueva, esperando utilizar su entorno para ocultarse.

Elrohir asintió ante las palabras de Ivar

De acuerdo, intentare entrar en esa cueva y ver si puedo hacerme con la llave sin daños colaterales.

El elfo avanza cautelosamente a la cueva, esperando por dentro que se encuentre vacía, después de ver la cara de Ivar al hablar del tamaño de su enemigo.