Partida Rol por web

El Despertar del Mal - I - La Llama Eterna

I - Preparando el Gran Día

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10/04/2015, 23:30
Director

 

UN POCO DE HISTORIA

El amanecer trajo consigo a Kassen lo que todo el mundo sabía ya la noche anterior. El cielo encapotado, una ligera pero cortante brisa desde el norte y el olor a tierra mojada anunciaban la llegada del invierno. Pocos días faltaban para que se diese por concluida la temporada de cosecha. Ésta no volvería a retomarse hasta que los primeros rayos de sol de la primavera descongelasen las apelmazadas tierras de labor. Raro era encontrar esa mañana alguna casa de la que no escapase humo blanco a través de sus chimeneas. Incluso la tenebrosa casa de los Vargidan parecía ser menos lúgubre que de normal debido a la cantidad de sirvientes que se afanaban por introducir la leña en los cobertizos antes de que ésta se empapase de agua.

La villa de Kassen no se diferenciaba mucho del resto de aldeas de la región de Lastwall. Era un lugar tranquilo, repleto de gentes de carácter afable que dedicaban sus vidas al campo, ya fuese cultivando sus propios campos o trabajando como leñadores en el gigantesco bosque de Fangwood. Sus ciudadanos disfrutaban de su existencia alejados del bullicio de la tumultuosa Skelt, viviendo sin sobresaltos y concentrados únicamente en ser felices. Por supuesto, la villa, no siempre había estado allí. No fue hasta que el aventurero Ekat Kassen, que había servido en el reino de Lastwall durante toda su vida, decidió que ya había luchado suficiente y era hora de establecerse en algún lugar para vivir en paz sus últimos días. Sus viajes le habían llevado a lo largo y ancho de toda la región alrededor del Lago Encarthan y, en sus últimos años, había acumulado suficientes riquezas como para invertir una parte considerable de su fortuna en la compra de un pequeño terreno en el interior del bosque de Fangwood, a orillas del río Tourondel. Pronto, aquel lugar se convirtió en una parada natural para aquellos que pretendían cruzar el río en su camino hacia la ciudad de Skelt.

Durante los siguientes diez años, la ciudad, que era entonces conocida como Kassen’s Hold, creció y prosperó pasando ser una casa solitaria a todo una villa con su propio ayuntamiento y un templo dedicado al Dios Débil. Aquella tranquilidad sin embargo no podía durar para siempre. Todo cambió cuando Asar Vergas llegó a Kassen’s Hold con una serie de mercenarios bajo su mando. Asar era un viejo compañero de Ekat y los dos habían viajado juntos durante algún tiempo antes de separarse poco después de su última aventura. Con el tiempo, el rápidamente empobrecido Asar, llegó a autoconvencerse de que Ekat lo había engañado llevándose la mayor parte del botín cuando repartieron sus últimas ganancias en común. Prometiendo grandes ganancias a sus mercenarios, Asar hostigó la villa sin descanso durante dos meses. Hartos de aquella situación, la gente del pueblo logró localizar el campamento de Asar en una antigua cripta en lo más profundo del bosque. Ekat, con una edad considerable pero con el mismo coraje que le había caracterizado durante su juventud, decidió hacer frente él mismo a su antiguo compañero poniéndose al frente de numerosos ciudadanos que habían optado por tomar las armas.

La batalla que tuvo lugar a continuación fue terriblemente sangrienta y pocos de los hombres que acompañaron a Ekat volvieron para contar la historia. Asar fue asesinado y sus mercenarios dispersados pero Ekat, lamentablemente, sufrió una herida mortal y murió dos días más tarde, el onceavo día de Neth del 4535. En honor a su querido fundador, las gente del pueblo lo enterraron en la misma cripta donde habían derrotado a los hombres de Asar. Depositaron su cadáver en un lugar de honor, dentro de un sarcófago y colocado sobre los restos de Asar, sus mercenarios y todos aquellos que perdieron la vida en aquel aciago día. Para evitar que aquel sacrificio cayese en el olvido colocaron una llama eterna sobre su lugar de descanso de modo que cualquiera que lo visitase hallase luz y calor en las tierras salvajes.

Con los años, la Cripta de la Llama Ardiente, que es como es conocida, se ha convertido en una parte importante de la historia de la villa, que ahora simplemente es llamada Kassen. La gente del pueblo ve la cripta como un monumento  a esos difíciles primeros años de historia de la ciudad. Cada otoño, algunos de los ciudadanos hacen una peregrinación a la cripta para traer al pueblo en una linterna encendida con la Llama Eterna donde se conserva todo el invierno como un símbolo de la resistencia de la ciudad. La mayoría de los años el alcalde de la ciudad  y un grupo de dignatarios realiza esta búsqueda pero, algunas veces, se da la oportunidad a los más jóvenes para que tengan el honor de honor de encender la linterna. Muchos ven esto como el paso definitivo para ser considerados por el resto de ciudadanos como adultos; el sabor de la aventura antes de establecerse, conseguir un trabajo y contraer matrimonio.

Notas de juego

Hace 90 años desde que Ekat Kassen hiciese frente a la amenaza de Asar y sus mercenarios. A día de hoy son pocos los descendientes de aquellos que en su día lucharon con él y que aún viven en la ciudad. Sin embargo, la tradición ha seguido perpetuándose sin interrupción llevada a cabo tanto por los Kasserianos de nacimiento como los que han decidido establecerse en la villa.

Mapa de la villa

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16/04/2015, 08:34
Blessem - Sirviente en el Templo del Dios Débil

El sonido de un cubo de madera rodando escaleras abajo despertó a Alétheia de inmediato, sin embargo aquello no la sobresaltó en absoluto. Al contrario, sabía de sobra lo que sucedía. No era la primera vez que la incompetencia del pequeño Blessem, encargado de llenar de agua los barriles que luego se utilizaban para las diversas tareas de limpieza del templo, hacía que el resto de los estudiantes se despertasen antes del amanecer. Hacía años que la joven había dejado de realizar tales tareas y, con gusto, las había traspasado a los miembros más jóvenes que ingresaban en la orden. No obstante el hecho de haber dejado a un lado esas pesadas tareas no la eximía de las largas horas de oración y de estudio intensivo de las preguntas e interpretaciones de éstas que el Dios Débil había dejado a sus seguidores a lo largo de los siglos. Si ya de por sí Alétheia era de piel pálida, desde su ingreso en el templo, el poco sol que había rozado su piel había sido a través de la estrecha ventana de su modesta celda.

El cubo por fin se detuvo en el al pie de las escaleras. Nada nuevo. Al momento, los rápidos pasos del joven huérfano acogido por el padre Prasst se acercaron hasta él. No obstante, algo cambió en aquel patrón que se había repetido día sí y día también desde la entrada del muchacho en la orden. Blessem dejó el cubo y se acercó a la carrera hasta la puerta de la celda de la muchacha.

¡Alé! ¡Alé! ¿Estás despierta? – Preguntó en un susurro acercando su boca a la cerradura de la puerta. ¡Alé! ¡Alé! ¡Despierta! – Repitió de forma insistente. Por el tono de su voz parecía querer contar a la muchacha alguno de sus cotilleos ya que el muchacho era muy dado a escuchar tras las esquinas conversaciones ajenas. Aquello le había costado en más de una ocasión dormir bocabajo puesto que el padre Prasst, o los estudiantes más mayores, no veían con buenos ojos aquella actitud; más aún si eran ellos a quienes había estado espiando. Desde su camastro la muchacha alcanzó a ver como la poca luz que entraba a través del ojo de la cerradura desaparecía. Probablemente el niño estaba mirando a través de la cerradura en busca de movimiento en el interior de la habitación.

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16/04/2015, 21:36
Alétheia
Sólo para el director

Alé se incorporó con el espeso pelo rojizo todo revuelto y el ceño fruncido. Hacía frío así que se arrebujó en sus ropas y tanteó con su delicado pie el gélido suelo de piedra. El símbolo del Débil, una mano nudosa y artrítica de madera, pendía entre sus voluptuosos pechos. Parecía que fuera a estrujarlos de un momento a otro pero eso a Alé no le intimidaba, en absoluto.

- ¡Tsk!- Reprimió una maldición hacia el joven acólito del templo, se calzó y fue hacia la puerta sujetando una vela. Tenía que tener paciencia con Blessem pues era muy joven y aún no conocía como ella los Misterios del Viejo y lo importante que era para sus sarcerdotisas dormir lo máximo posible. El Débil era caprichoso y, solía sorprender a sus acólitos con enrevesadas y proféticas visiones, siempre confusas. Es cierto que no siempre las Reumáticas Acometidas del Dios se producían durante el sueño, pero eso los nuevos acólitos no lo sabían, así que Alétheia aprovechaba su ignorancia para que la molestaran lo menos posible por las noches.

- Blessem, te lo he dicho mil veces. Debo descansar lo máximo posible...- Dijo mientras se acercaba a la puerta y la abría.-...debo estar preparada por si Su Deformidad tuviera a bien visitarme en la oscura noche.- Miró con severidad al chico.- ¿Y bien?¿Qué sucede?

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17/04/2015, 06:44
Hitton - Soldado de Kassen

Los primeros rayos luz del amanecer entraron por las altas ventanas de los establos. No tardarían los soldados en aparecer a través de las dobles puertas con sus toses y sus típicas quejas matutinas. Sigmung creía que, de habérselo propuesto, podría adivinar qué es lo que cada soldado iba a decir nada más entrar por la puerta con sólo escuchar sus pisadas. Habían sido cuatro largos años trabajando como el encargado del cuidado de los caballos, o lo que venía siendo básicamente el muchacho de las cuadras. Gregor Wisslo, el capitán e instructor de la guardia, lo había acogido sin pensárselo dos veces cuando el joven Sigmund llegó asustado y desfallecido la villa. Para el viejo Wisslo-hazlo-más-rápido, como todos lo llamaban a sus espaldas, tener un hijo se diferenciaba poco con respecto a tener otro recluta novato bajo su tutela. La disciplina con que Sigmund había sido tratado desde su llegada había sido ejemplar. ¿Tienes un caballo? -  Fue de lo primero que le preguntó. Pues tendrás que aprender a cuidar de él y no hay mejor forma de hacerlo que cuidando de todos los caballos de la guarnición.

El muchacho trabajaba de sol a sol ya fuese puliendo o arreglando armaduras, afilando espadas, lavando y peinando a los caballos o, en definitiva, haciendo todas aquellas tareas que para un soldado serían un suplicio. Ello no significaba en absoluto que Gregor no albergase cierto cariño hacia el joven, es más, en secreto lo quería con locura, pero había cosas de Sigmund que le sacaban de quicio. La mayor de ellas no era otra que la obsesión de éste por manejar la cadena armada, un arma que ninguno de la guarnición de soldados veía con buenos ojos, puede que por el desconocimiento acerca de cómo utilizarla. La obcecación del viejo y gruñón capitán con que Sigmund se convirtiese con el tiempo en su mejor soldado era algunas veces enfermiza. Por mucho que el capitán había intentado que Sigmund practicase con la espada, el desinterés de éste hacia ésta le provocaba unos cabreos monumentales. Así es como había sido castigado a ser el primero en levantarse para tener a todos los caballos listos para cuando los soldados saliesen a patrullar.

Aquella mañana, que parecía iba a ser una más de entre las muchas idénticas que había vivido desde que llegó a Kassen, pronto demostró no serlo. La voz de Gregor saludando a alguien en el exterior de los cuarteles sorprendió a Sigmund. No eran normal que el capitán saliese a recibir a nadie. En aquellos pensamientos se encontraba el muchacho cuando la puerta de los establos se abrió ligeramente. Hitton y Joss, dos de treinta y pocos años, entraron con paso lento y caras somnolientas.

Buenos días Sig. – Saludó Hitton mientras examinaba su montura y probaba la silla de montar. ¿En qué lío te has metido que hasta el alcalde pregunta por ti? – Preguntó sin poder ocultar la sonrisa pícara. Hitton solía ser muy bromista y le encantaban los chistes, pero no era normal que a esas horas de la mañana bromease mucho, cuando normalmente algunas veces costaba incluso sacarla un buenos días.

 

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17/04/2015, 07:24
Jonark Uptal

Tardó tiempo en ser consciente de que alguien llamaba a su puerta. En un principio, achacó aquellos molestos golpes a las reparaciones que su vecino, Mirtan Colmera, estaba llevando a cabo en el tejado de su casa. Aquel hombre, mayor incluso que Rhylen, sacaba de quicio al antiguo soldado balduriano puesto que, aunque Mirtan se había retirado hacía años de las duras labores del campo, no había día que no estuviese llevando a cabo alguna tarea que no implicase ruidos o golpes constantes. Si no era construir una nueva valla, era herrar a los caballos, y si no, como éstas últimas semanas, reparar el tejado de la casa. El ocioso anciano no conocía el descanso. Aquello no parecía molestar en demasía al resto de los vecinos pero, para Rhylen Carsson, vivir al lado de aquel hombre se había convertido en un suplicio. No había mañana que no se despertase con un intenso dolor cabeza por ello aunque, por supuesto, culpar de aquel dolor al galón y medio de vino que se había bebido la noche anterior no era algo que Rhylen estuviese dispuesto a hacer.

Rhylen Carsson había viajado mucho gracias a los ahorros que había juntado de sus días como soldado de Baldur. Se decía que podías preguntarle por cualquier ciudad habitada o no de los Reinos que él siempre conocía una taberna en ella. Desde luego era una exageración pero tampoco estaba infundada. Si el soldado había acabado viviendo en Kassen no era por gusto, sino porque el poco oro que quedaba en su desgastada bolsa no le habrían llegado ni para recorrer la mitad de la distancia que separaba Kassen de la ciudad de Skelt. Desde hacía diez años había vivido gracias a la caridad de una viuda que había perdido a su marido años atrás víctima de la coz de un mulo. No había día que Justina no le llevase comida. La mujer también se encargaba de lavarle la ropa y de mantener limpia la pequeña casa. A sus hijos no le hacía ni pizca de gracia que la mujer dedicase su tiempo, dinero y esfuerzo, en cuida de aquel anciano borracho pero, las malas lenguas, decían que era el amor no correspondido que sentía hacia Rhylen el que la hacía comportarse así.

Fue por uno u otro motivo el caso era que el viejo soldado siempre tenía en su bolsillo algo de dinero para invertirlo en vino, el cual prácticamente se evaporaba entre sus manos. Su estado de continua depresión parecía que acabaría por hundir al balduriano bajo el peso de su espalda pero, aquellos golpes matutinos, estaban a punto de cambiar su vida.

¡Señor Rhylen! ¿Está usted bien? – Preguntó el alcalde Uptal llamando de nuevo con la palma de su mano a la puerta. ¿No estará muerto, Justina?  - Añadió con preocupación.

No, no, sólo es que le cuesta despertar…- Respondió la anciana a modo de excusa sabedora de las condiciones en las que se despertaba Rhylen por las mañanas.

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17/04/2015, 08:01
Arnama Lastrid

La región de Nirmathas es conocida por sus exploradores, valientes habitantes de los bosques que, con el paso de los años, han conseguido forjar y proteger la nación de las amenazas tanto externas como internas. Arnama es una de esos exploradores. Fuerte, tranquila, de pocas palabras y de trato difícil a veces, es una persona más que dispuesta a arriesgar su vida para proteger a la gente de Kassen y el país en el que ha crecido y llegado a amar.

Arnama quedó huérfana durante las primeras guerras con Molthune y creció con unos padres adoptivos en las granjas alrededor de Skelt. Éstos, amantes de los bosques,  le enseñaron todo lo que sabe. Cuando Arnama alcanzó la mayoría de edad se propuso buscar a sus verdaderos padres ya que al menos uno de ellos debía poseer sangre élfica, o ser un semielfo al menos. Su búsqueda la llevó a Kassen donde ha permanecido desde entonces, viviendo en la antigua casa en los límites de la ciudad la cual,  según los vecinos, perteneció a su madre antes de morir.

Cuando Arnama encontró a Hostawen perdida en lo más profundo del Bosque de Fangwood se vio tan reflejada en ella que no dudo un instante en llevarla consigo a su casa. Desde aquellos días mucho ha llovido ya, y lo que iban a ser sólo unos días, acabó convirtiéndose en veinte años de convivencia en lo que su amistad se ha afianzado tanto que hay quien incluso piensa que ambas mujeres son hermanas.

Cuando Hostawen despertó esa mañana imaginó que Armana llevaría largo rato despierta, ya que un puchero se calentaba sobre el fuego de la chimenea y las mochilas de ambas habían sido reposaban colgadas con todo lo necesario para pasar unos días en los bosques sobre una percha junto a la puerta.

Buenos días… ya son horas creo yo ¿no? – Preguntó sin alterar en absoluto su serio semblante.  Espero que hayas descansado, tenemos un largo camino por delante.

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17/04/2015, 08:45
Blessem - Sirviente en el Templo del Dios Débil

Lo siento Alé... - Respondió avergonzado por despertar a la muchacha. El murmullo con el que comenzó a hablar, y el hecho de que se rascase con las sandalias de esparto la parte posterior de la pierna a la vez que entrelazaba sus manos en la espalda, era la señal inequívoca de que Blessen había escuchado algo que se suponía no debía haber escuchado. Hmmmm…es que…casualmente, hace un rato, estaba fregando la capilla cuando el padre Prasst entró acompañado del alcalde Uptal. – El chiquillo miró a ambos lados como si aquello que estuviese contando pudiese hacer peligrar su vida. No quise escucharlo, de veras, pero es que como estaba limpiando el altar por detrás…no vieron que yo estaba allí y no iba a salir mientras los dos estaban hablando, ¡no fuesen a pensar que estaba espiándolos! – Los ojos de Blessem lucían como los de un cordero degollado. – ¡Ayyy Alé! ¡Quieren enviarte a por la Llama Eterna! – Exclamó asustado para después abrazarse a la mullida cintura de la muchacha. ¿Si no vuelves podré quedarme con tu cuarto? – Preguntó como quien no quiere la cosa entre sollozos fingidos. Sin duda Blessem se refería a que ella sería una de las elegidas para traer desde la tumba de Ekat Kassen la llama eterna. Entre los niños corría el rumor de que aquellos que eran enviados a la tumba morían víctimas de sufrimientos innombrables pero, la realidad, era que los últimos adolescentes que habían sido enviados a traerla, y de eso hacía cuatro años ya, estaban muy vivos. Si el Padre Prasst daba el visto bueno a que Alétheia fuese a por la Llama quería decir que el anciano la consideraba preparada para ascender en la jerarquía eclesiástica del Débil. Sin embargo Alétheia no conocía a muchos muchachos de su edad en el pueblo, a decir verdad nunca se había fijado en ellos puesto que a ella le gustaban siempre los muchachos más mayores. Por un momento se preguntó quiénes serían sus compañeros en caso de que hubiese suficientes candidatos.

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17/04/2015, 18:06
Rhylen Carsson
Sólo para el director

- Ruuuuoooffff, raaaaufffggg…, fueron los primeros sonidos inidentificables que Jonark pudo llegar a percibir tras la puerta. – BRIIIIIURIRRULLLL…BRIIIUUUURURURLLLL, ¡¡BRIRURURULLRLRLRLLL!!... ¿Quién… vaaaaa…?¿Quién vaaaa?, quién va…, ¿¡¡quiénva quienva quiénvaquiénvaquiénvaaaa!!?, terminó respondiendo Rylen con un tono claramente hastiado mientras trataba de levantar la mitad superior de su cuerpo del camastro dónde había pasado la noche. De pronto, como si de un terremoto se tratase, en el interior de la habitación sonó un tremendo estruendo que automáticamente hizo a Jonark apartarse unos metros de la puerta. - ¡¡¡ARRRGGG!!!, ME CAGO EN LA P…., ¿QUIÉN DIANTRES HA PUEST…?, Rylen frenó ahí su repertorio de tacos y blasfemias cuando contempló que con lo que había chocado no era más que su mesita de noche, aquella donde coloca las pocas monedas con las que regresaba de la taberna, la misma en la que apilaba su colección de botellas vacías cada noche…esa que llevaba situada más diez años en el mismo sitio… hasta hoy…

Tras recomponerse, dentro de lo posible, el viejo soldado por fin puso rumbo fijo y el empeño suficiente para abrir la puerta y descubrir quién había perturbado su merecido descanso esa mañana. – Voyy…. Voyyyy…

Cuando abrió la puerta la cara de Jonark se desencajó por completo, no tanto la de Justina que ya estaba más que acostumbrada a presenciar aquel espectáculo. Rylen, con los ojos inyectados en sangre, un aliento de dragón y parte de su canosa melena pegada a la cara, se irguió ante su visita llevando puesto únicamente los calzones que el día anterior le había lavado su fiel amiga Justina. - ¿Qué sucede?¿Ya es de día?, preguntó confundido. 

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17/04/2015, 18:04
Hostawen
Sólo para el director

La elfa de pelos castaños y ojos púrpura, había reposado serena como cada noche en el hogar que le había proporcionado Arnama. Para Hostawen, Arnama era un referente, era su mentora y casi como una madre. Aunque por edad sería más una hermana mayor, a la que idolatraba y por la que se desvivía. Hostawen ya llevaba varias primaveras en aquel pueblo llamado Kassen. Ahí trabajaba como exploradora, aunque no sabía nada de aquel mundo más allá de lo que le había enseñado Arnama. Aunque Hostawen había estado viviendo durante años en el bosque y se desenvolvía con perfecta naturalidad, como si fuese su hogar, nunca se había visto en la necesidad de rastrear huellas o talar, si quiera de usar un arco o un arma y por eso aún tenía mucho que aprender en el dominio de las armas. El anterior verano había estado creando un bonito arco, en el que había puesto toda su maestría como carpintera. Y bien le había merecido el reconocimiento de su maestra, ya que Arnama era una virtuosa en la carpintería y le había enseñado el oficio a Hostawen.
Talar y cuidar los bosques, era parte de su cometido como exploradoras, plantar nuevos árboles y velar por la seguridad. Un trabajo que consideraba interesante, sentía estar en comunión con los bosques que tanto la habían cuidado cuando era una cría y ahora podía devolver sus mimos.
Respecto a la caza, Hostawen aún no era tan diestra como Arnama con el arco, aunque cazaba y a veces daba en los blancos, nunca había cazado un ciervo, por la dificultad que eso suponía. Siempre había cazado animales pequeños y despistados. 

​Aaaay, Arnama... que bien he descansado hoy. Soñaba que corría descalza por los bosques. Era verano y la hierba pinchaba mis pies, pero a la vez me refrescaba por el rocío de la mañana... Mmmmm...y los vientos acariciaban mi pelo decía revolviéndose entre las sábanas para luego saltar de la cama e ir directa a la mesa. Ay... no seas tan estricta, desayunemos primero. Hay que coger energías. decía con una cálida sonrisa mientras se ponía a preparar el típico desayuno que sabía hacer. Mientras hacía los preparativos pertinentes miraba el hacha que estaba apoyado en el dintel de la puerta, hacía poco que lo había comprado, un hacha para talar los árboles roídos que tanto daño hacían al bosque. Y por supuesto, Arnama le prestaría la lanza que nunca había llegado a usar más que para espantar a un jabalí perdido.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Enemigo predilecto:
1.Orco  2.Ogro  3. Humanos 4. Muertos vivientes

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17/04/2015, 22:02
Jonark Uptal

Ejem...siento molestarlo señor Carsson. - Se disculpó sinceramente el alcalde de Kassen recogiendo su capa sobre uno de sus brazos. Creí...creí que ya estaría despierto. - Mintió. Todo el aquel que conocía a Rhylen sabía que era como un búho y que sólo salía de noche cuando el sol estaba próximo a ocultarse del todo entre las copas del bosque de Fangwood. El veterano soldado no recordaba la primera vez que había hablado con el alcalde Jonark Uptal. Puede que hubiese sido años atrás cuando compró la casa en la que ahora le recibía. El hombre entró con paso cauto en el salón, la única estancia de la pequeña casa, y sin poder evitarlo, dedicó una larga mirada a la mesilla descolocada y a las botellas desordenadas junto a ella. 

Justina no perdió el tiempo y abrió las ventanas para que aparte de la luz, entrase aire fresco que renovase el acumulado en el cargado interior. La mujer protestaba voz baja por el desorden y el olor pero Rhylen estaba tan acostumbrado que ni siquiera les prestaba atención. 

El alcalde tomó asiento una vez el soldado lo hubo hecho. La habitación daba vueltas y el dolor de cabeza se hacía cada vez más intenso con cada uno de los martillazos de su vecino. Al fin, tras las preguntas e rigor acerca de su salud, Jonark mostró el asunto que le había traído hasta allí y quién era la culpable de que recibiese aquella visita. Bueno señor Carsson. Aquí Justina me ha dicho que tiene usted mucho tiempo libre, ¿no es verdad? - La anciana abrió los ojos de par en par nada más mencionar su nombre. Seguro que de no haber estado frente a Rhylen seguramente hubiese negado con la cabeza enérgicamente. El alcalde, si se percató del detalle, lo ignoró. Habíamos pensado que a lo mejor estaría usted interesado en participar en la fiesta del fin de la cosecha. Ya sabe, conocer a la gente, hablar con los vecinos. No sé, ser un poco más partícipe en la comunidad. No sé si me explico...

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17/04/2015, 23:01
Arnama Lastrid

Está bien, pero luego no te quejes de que te duelen los pies. Recuperaremos el tiempo que perdamos desayunando. - Accedió la exploradora, quién ya seguramente contaba con aquel retraso pero no podía evitar hacer aquellos comentarios. Esperemos llegar con suficiente luz a la charca del tritón, me gustaría pescar algo. - Aquel susurro, más que un pensamiento en voz alta, estaba dirigido a Hostawen. Era su forma especial de dejar entrever una parte de sus planes a la muchacha. De pronto la semielfo frunció el ceño y se giró hacia la puerta. A los pocos segundos unos pasos se hicieron audibles y tras ellos alguien llamó con delicadeza a la puerta. Qué oportuno... ¿Quién será a estas horas?

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17/04/2015, 23:07
Jonark Uptal

¡Buenos días señoritas! - Saludó el alcalde Jonark Uptal nada más Arnama abrió la puerta. El orondo y barbudo gobernante dedicó una sonrisa cordial a ambas. No pudo evitar reparar en los preparativos que la exploradora había hecho para lo que sería una larga jornada de caza y pesca. Vaya, parece que llego justo a tiempo, por los pelos las he pillado en casa.

¿Ejem...podría tener una charla con usted lady Arnama? - Preguntó en voz baja a la vez que daba un par de pasos hacia atrás e invitaba a la exploradora a salir al exterior. A solas por favor. - Durante un leve parpadeo los ojos del gobernante coincidieron con los de Hostawen. ¿No quería que ella escuchase lo que tenía que hablar con su mentora? 

Arnama asintió de mala gana. Empaca lo que falte, no tardaré. - Ordenó a la chiquilla. Tras ello, cerró la puerta a su espalda.

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17/04/2015, 23:49
Sigmund

Con perlas de sudor en su frente el joven aprendiz despertaba aquella mañana, una vez más la visión macabra de aquellos gigantes ogros acabando con su aldea y con sus padres habían invadido sus sueños, sueños que terminaban en pesadilla, pero que finalmente le recordaban a sus progenitores. En medio de aquel infierno, recordar a sus padres alegraba sobremanera su corazón ya no tan inocente. Debido a las dificultades que tuvo que pasar al quedar huérfano y que sólo gracias a su temple y el apoyo de sus hermanos le habían brindado, aquellos jóvenes habían forjado más que una banda, eran una familia muy unida, familia que perdió por los mismos seres repugnantes. Debido a todo aquello su alma albergaba un rencor inmenso hacia esos seres y se había jurado a sí mismo que algún día tendría la fuerza y la habilidad suficiente para regresar a su lejano hogar en busca de venganza y de reclamar las tierras que por derecho le pertenecían. Faltaba mucho para que ese día llegará y ahora en Kassen un nuevo inicio había empezado.

Su juventud no fue impedimento para que se forjara con temple y disciplina bajo la tutela del viejo Wissen, a quien veía como un padre más y respetaba sobre cualquiera. -¿El alcalde pregunta por mi dices?- Indagó extrañado dejando a un lado el cepillo con el que barría los establos. - ¡Quizás necesite ayuda con alguno de sus caballos!, jajajajaja - Bromeó y se dispuso a alistar y adecentar sus ropas. Cogió sus armas y armadura antes de salir del establo. Había adquirido el hábito de estar todo el día con el equipo de la guardia, así entrenaría su cuerpo en todo momento, la gente ya se había acostumbrado a la terquedad del joven y solían verlo con frecuencia cuidando a los equinos con todo el equipo encima. Algo a lo que no terminaban de acostumbrarse era a aquella extraña y peculiar arma que el joven amaba, una cadena armada de gruesos eslabones y finas púas; quizás no la más efectiva ni la más cómoda para blandir en combate, pero Sigmund estaba decidió a demostrar que era tan letal y efectiva como cualquier otro arma podía llegar a ser.

Caminó en dirección al salón donde los guardias se reunían para escuchar los discursos de Wissen así como para recibir órdenes. - ¿Me necesitaba señor? - Indagó una vez encontró al viejo capitán. Sentía gran curiosidad por conocer los motivos por los cuales el alcalde había preguntado por él.

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18/04/2015, 00:18
Rhylen Carsson
Sólo para el director

Rhylen se rascó la cabeza al ver que la visita se trataba de un desconocido, o al menos eso pensaba él. Ruborizado por la vestimenta, pidió disculpas tímidamente e invitó a entrar al señor Uptal.

Mientras el anciano merodeaba por la diminuta casa, Rhylen aprovechó para acicalarse un poco. En primer lugar recogió unos pantalones de tela del único espejo que había en su habitación. Al estar descaradamente torcido, éste hacía divinamente las funciones de perchero y el bueno de Rhylen no desaprovechaba tal evidencia colgando en él todo lo que no le era útil en las manos. Aprovechando que al destapar el espejo vio reflejado su lamentable rostro en él, trató de colocarse los pelos de la cara con su propia saliva… pobre iluso, la boca de Rhylen estaba tan seca que tenía una piedra por lengua. Por suerte para él tenía a mano una maceta que usaba a modo de jarra de agua. De un intenso trago acabó con ella y ahora sí, por fin, pudo prestar atención a Jonark al que, hasta el momento, sólo le había respondido con frases comodín del tipo: Claro… Sí…. Desde luego… Puede… Ajá…, y un largo etcétera…

Sentado frente a Uptal, las palabras empezaron a fluir tratando de comenzar una conversación. Rhylen se esforzaba, se esforzaba mucho, pero la resaca y ese sonido del exterior retumbaban en su cabeza…

- Tiempo libre… - ¡joder! Ya está Mirtan con los golpecitos…

- ¿Fiesta? - Eso me gusta, en las fiestas suele haber vino… Buuuffff, ¿es que nunca va a terminar de arreglar ese tejado? ¡Maldita sea!

- Hablar con los vecinos… - …y tanto que lo haré. Cuando pille a ese cretino le voy a dejar las cosas claras… ¿es que no puede parar aunque sea un maldito día? ¡Qué pesadilla, joder!, se lamentaba ajeno a la conversación. Cuando quiso darse cuenta Justina y el propio Jonark le miraban atentamente esperando que dijera algo… pero, ¿el qué?

- Ehhhh… estoooo… ¡humm!, suspiró profundamente… - ¿correcto?, contestó finalmente cruzando los dedos… - ¿de qué irá todo esto? 

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18/04/2015, 00:58
Jonark Uptal

¿Cómo dice? - Por un momento Jonark confundido. Este hombre está prácticamente beodo... - Ejem, quería decir que me gustaría que formase parte de la fiesta del Fin de la Cosecha. Justina me ha dicho que en su día fue usted un soldado y bien, he pensado que podría acompañar a un par de adolescentes a por la llama eterna a la cripta de Ekat Kassen. Ya sabe que todo es una pantomima, pero los muchachos no lo saben. - Sonrió sinceramente.

Hemos pedido a Holgast, el mago local, que prepare algunas ilusiones por el camino para que los chiquillos les hagan frente. Además, esta noche, varios ciudadanos irán a la tumba a hacer los preparativos para su llegada. Ya sabes, alguna trampa simple, alguna que otra ilusión más... nada peligroso. Será divertido y le hará recordar los años en los que caminaba por esos caminos polvorientos en la lejana Puerta de Baldur. - La ilusión que el alcalde mostraba a medida que hablaba reflejaba lo que el resto de habitantes de Kassen sentían por su fiesta más importante. Su labor sería sólo guiarlos hasta allí y evitar que se pierdan. Eso sí, debe hacerles creer que lo que van a ver es completamente real. ¿Qué me dice? ¿No suena divertido? Serán cuatro días de viaje entre ida y vuelta en los que saldrá usted de estas...cuatro paredes. 

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18/04/2015, 01:04
Alétheia
Sólo para el director

Alé escrutaba el rostro del pillo con cierta curiosidad. ¿Qué diantres había pasado? La mención del alcalde y del padre Prasst la hizo mucho más receptiva y la despejó como si se hubiera lavado la cara en una palangana de agua fría. Fue suficiente para dejar pasar al chico e indicarle que se pusiera cómodo.Ella por su parte, siempre sujetando la vela, apoyó sus mullidas posaderas en el mullido colchón,que venció bajo su peso.

- ¿La llama Eterna...-El corazón le dio un vuelco. ¿Sería eso cierto? Apoyó la mano sobre su pecho que subía y bajaba con la respiración entrecortada tal era su excitación. Cuando el niño bromeó con lo arriesgado dela misión Alé le pegó un fuerte capón que le enseñaría que no debía burlarse de una elegida del Débil.- Por supuesto que volveré.- Se levantó de la cama, todo lo grande que era, haciendo parecer a Blessem no más que una hormiga en comparación. Habló con voz solemnne y una gran determinación. -Soy Alétheia, Pitonisa del Débil, ferviente servidora del Deforme...- Se interrumpió para no aburrir a su diminuta audiencia.- Puedes marcharte Blessem, pero no le cuentes esto a nadie más...- El joven tenía fama de cotilla.- ...pues lo sabré.- Entrecerró los ojos escrutando al joven. Alé era grande, gruesa, pero además todos sabían que era el ojito derecho de Prasst, por si no era suficientemente intimidante. No solo eso sino que además padecía del Gran Mal y eso no era agradable de ver, haciendo que muchos la tuvieran miedo. Las convulsiones, los espumarajos en la boca y las extrañas palabras que salían de su boca cuando el Débil mismo la tocaba con su Artrítica Mano, o eso decían, provocaba que muchos la temieran.- Ve orgulloso pues hoy el Viejo te ha usado para enviarme este mensaje.- En cuanto el niño se fue, Alé se cubrió el rostro con las manos henchida de alegría y gozo y se lanzó sobre la cama.

La elegida, la elegida...

Notas de juego

No sé si se iba ya el niño XD

Pretendo usar la información que me ha dado para sorprender a Prasst o el alcalde cuando me lo vayan a comunicar o, si es sorpresa, para prepararme y anticiparme a ello.

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18/04/2015, 01:02
Hostawen
Sólo para el director

La exploradora escuchaba las quejas matutinas de su adorada Arnama, cuando la puerta sonó. La puerta se abría y el alcalde daba los buenos días. Buenos días. Respondió algo tímida la elfa. El alcalde contestó y el desayuno ya estaba en la mesa. Sí, llega justo a tiempo... - Dijo mirando el desayuno, tentada estuvo de invitar al huésped al ligero almuerzo, como las leyes de la naturaleza dictaban ante cualquier huésped invitado a un hogar, pero parecía que el desayuno no estaba en su máxima aquella mañana. La voz melodiosa y angelical de Hostawen parecía dulcificarse en exceso en compañía de desconocidos y pese a que el alcalde gozaba de un estatus y fama, para la elfa no dejaba de ser un humano al que no conocía, como conocía los bosques. La elfa apuraba por terminar su desayuno, mientras aprovechaba y ponía el almuerzo de Arnama para que se lo tomase de camino. Luego comenzó a empaquetarlo todo como le había mandado. Para cuando había terminado, Arnama volvió. ¿Qué, vamos a por esos tritones? - Preguntó extendiendo con la mano la mochila de Arnama con una gran sonrisa.

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18/04/2015, 01:52
Rhylen Carsson
Sólo para el director

Después del último fiasco sin tener la más remota de lo que responder, Rhylen comenzó a prestar algo más de atención a lo que Jonark exponía. - ¿Una aventura? ¡Una mierda! Lo que pretende este tipo es que sea la niñera de un puñado de críos… ¡Que pereza por dios!, pensaba para sí mismo.

Rhylen siempre había tenido grandes esperanzas de cobrarse alguna última aventura antes de que llegase su fin y pudiera reunirse con su amada Layla. Con emoción contaba batallitas pasadas, la mayoría de ellas inventadas, a los pocos forasteros que se dejaban caer por la taberna de la aldea…. Esas noches eran las mejores, por un corto periodo de tiempo la ilusión en la mirada del anciano volvía aparecer, prometiéndose que a la mañana siguiente conseguiría alcanzar alguna de esas hazañas. Sin embargo al despertar en su camastro, o esos sentimientos había desaparecido con su borrachera o se encontraban presos de los estragos de la edad.

- Señor…me temo que no…, comenzó hablando cuando se percató de la expresión de Justina. La mirada de decepción que mostraba atravesó el corazón del guerrero como si de una lanza se tratase. No estaba por la labor de hacer de niñera, ese hombre no le estaba ofreciendo una aventura real, sólo meras ilusiones… pero decepcionar a Justina, con todo lo que había hecho por él estos últimos años.... eso era algo que no se perdonaría jamás. – No…, continuó pensativo cuando los rayos del alba que entraban por la ventana se reflejaron en su vieja armadura, que reposaba durante años justo a la espalda de Jonark. Eso sin duda fue clave…

-¡No podría haber encontrado a mejor candidato para esa tarea!, contestó con júbilo y dando un pequeño salto desde el asiento. La cara de Justina brillaba de felicidad y orgullo, no podía pedir mayor recompensa – No se arrepentirá, cuidaré de esos muchachos como si fueran de mi sangre, concluyó estrechando su mano. 

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18/04/2015, 07:47
Padre Prasst

Como había supuesto Alétheia la visita del Sumo Sacerdote del Débil a celda de la muchacha no se demoró mucho en el tiempo. Antes de que los estudiantes abandonasen sus celdas para ir a realizar las oraciones matutinas en común, el paso calmo del Padre Prasst descendiendo por las escaleras de piedra anunció su llegada. El tintineo que producían los aros de hierro del su bastón ya era suficiente aviso de su llegada sin embargo siempre solía carraspear fuertemente antes de entrar en la habitación de uno de sus discípulos. Se decía que aquello era debido a que desde que la orden permitió el ingreso de las mujeres en el templo el Padre Prasst había tenido más de una sorpresa al entrar de improviso en una de las celdas. 

Alétheia, hija mía, ¿puedo pasar? - Preguntó desde la puerta con su voz apagada y carente de fuerza sin asomar la cabeza al interior. Una vez la muchacha dio el visto bueno, el clérigo entró con toda la solemnidad que su porte encorvado y su larga barba blanca podían aportarle. Cualquiera que no conociese al Padre Prasst podría pensar que el hombre estaba prácticamente esperando la muerte ya que el bastón que portaba tenía más grosor que su tobillo. Parecía que el servicio a Su Decrépita Divinidad acababa consumiendo a sus fieles dejando a estos como un reflejo viviente de la imagen del Dios; al menos eso podía aplicarse a los varones puesto que Alétheia parecía ser inmune a tal efecto degradatorio. Es más, había algunos estudiantes que la miraban con extrañeza pues pensaban que ésta incluso había ganado peso desde su ingreso en el templo.

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18/04/2015, 18:06
Alétheia
Sólo para el director

Desde que Blessem se fue, la pitonisa tuvo tiempo para prepararse. Organizó todas sus cosas, que no eran muchas, en un manejable petate y lo dejó junto a la cama. Alé aprendía rápido y las enseñanzas de Prasst calaban con facilidad en su cerebro aún en desarrollo como si fuera fértil tierra donde plantar la semilla del conocimiento. Los Misterios del Débil estaban llenos de circunloquios, palabrería y parafernalia, lo cual eso encantaba a la doncella. Ella no mentía pero una pitonisa debía saber usar la información en su beneficio y eso iba a hacer. Se puso sus mejores galas, que tampoco eran gran cosa. Un vestido verde con un buen escote, que haría las delicias de viejo sacerdote, ¿a qué anciano no le gustaba una joven entrada en carnes? Quizá fuera eso por lo que el Débil permitía a Alé conservar el peso. Se colocó una flor adornando su espeso pelo rizado del color del fuego y su recuerdo más preciado, el collar que había pertenecido a su abuela.

Cuando el Padre Prasst llamó a la puerta acudió rauda, pellizcándose las pálidas mejillas para darles algo de rubor.

- Por supuesto Padre, le estaba esperando.- Y así se lo hizo saber pues en la habitación había encendido múltiples velas y renovado el brasero para que el viejo sacerdote estuviese cómodo. La gerontofilia y los cuidados paliativos era algo bueno cuando querías ser Pitonisa de un dios como el Flojeras.- Siéntese y póngase cómodo, Padre. Ya sé que viene a decirme y estoy preparada.- Elevó un brazo al cielo y su mirada se perdió en el imaginario firmamento como si la habitación no estuviera techada.- Su Decrépita Divinidad me ha puesto sobre aviso.- Giró los ojos hacia arriba poniéndolos en blanco.-¡¡La Llama Eterna!!- Cuando bajó la mano se dejó caer sobre el borde de la cama, extasiada.