Mientras los dos acólitos a los que se le había encomendado los trabajos en las cocinas comenzaban con la desgana propia del que padece una crónica falta de sueño a servir el desayuno, los compañeros no pudieron evitar mirar la silla vacía junto a Alétheia. Rhylen Carsson llegaba tarde. Uno de los camareros, sabedor de lo que sucedía en aquellas situaciones, se apresuró a retirar el plato de madera  y el cueco para el agua.

Ninguno de los acólitos levantó la mirada cuando un estruendo en forma de voz llegó desde el pasillo. ¡MUEVETE MALDITO CADÁVER ANDANTE! – El restallido de un látigo rasgó el aire y muchos de los que lo escucharon se encogieron de hombros instintivamente. ¡NO SÉ QUÉ HA VISTO RAZMIR EN UN DESPOJO COMO TÚ! ¡SI VEO QUE NO SIRVES PARA NADA VIVO…TENDRÉ QUE BUSCARTE OTRA FUNCIÓN MUERTO! – El enojado Krant escoltó a un despeinado Rhylen hasta el interior del salón comedor.

No quiero que nadie dé a este vago ni una sola gota de agua. – Advirtió de forma amenazadora. – Si no quieres moverte por ti mismo, lo harás por tu hija. – Una media sonrisa de complicidad se dibujó en la cara del legañoso Evlar.

¡Vosotros…! – Levantó la voz señalando a la mesa que ocupaba Alétheia y el resto de compañeros. – Hoy, antes de comenzar vuestras tareas, pelearéis entre vosotros. El que quede en pie estará exento de las tareas de transcripción de esta noche y al que tumbe a este despojo…le regalaré una botella de vino de mi colección personal. – Rió con voz poderosa a la vez que se cruzaba de brazos. - ¡Dale las gracias a este perezoso!

No tardéis, os esperaré en el patio. – Antes de abandonar la estancia Krant se detuvo. - ¡Y tú también, por chivato! – Señaló a un sorprendido Evlar que no pudo hacer otra cosa sino abrir la boca y los ojos de par en par. 

El resto de comensales, relajados ahora al saber que el castigo no iba con ellos, se giraron hacia la mesa de los compañeros para ver quiénes iban pelear. Polter, miró al grupo y expresó  con los un “os lo dije”. 

Rhylen parecía un saco de patatas sobre la cama. Estaba tan fatigado que ni siquiera los gritos de Krant le hacían reaccionar y ni mucho menos el comentario de Togo, al cual simplemente respondió con un gesto obsceno que no detallaremos por respeto al público.

Insultos, alguna patada perdida, empujones, más insultos… incluso algún tirón de pelo hicieron falta para que Rhylen finalmente llegase, con peor aspecto aún, hasta el comedor donde se encontraba el resto de sus compañeros.

Lo que hace unos días era impensable, los amigos del anciano vieron que aquello podía llegar a suceder. La mirada y aspecto siempre desafiante de Rhylen se habían esfumado. Con la cabeza gacha y el rostro entristecido por el cansancio, el viejo guerrero quedó inmóvil frente a la mesa dónde debería haber disfrutado de un asqueroso desayuno. Tan sólo la mención en cuanto castigo de su supuesta hija le hicieron reaccionar con un patético gesto que daba a entender que no lo permitiría. – Por encima de mi cadáver, bastardo…

Sin embargo estaba a punto de ocurrir algo que le haría reaccionar de forma definitiva en forma de castigo. Un sentimiento mucho más intenso que el dolor físico, más poderoso que el temor al daño de sus seres queridos, ¡¡¡mejor que un trago de vino, joder!!!...  – ¡VENGANZA!

En cuanto Rhylen escuchó el “supuesto castigo”, una amplia sonrisa se dibujó en su arrugado rostro mientras clavaba su mirada en el chivato de Evlar. – Te vas a cagar, muchacho…, pensaba con las energías renovadas.

La elfa terminó de engullir lo que quedaba en su plato y dejó el vaso la mitad de líquido que bebía en la mesa. Una fugaz mirada fue a Rhylen, se levantó para batirse contra el resto de compañeros. No sería difícil luchar contra aquellos apestosos... otra cosa sería enfrentarse a sus compañeros. No podría pegar a la pitonisa del débil, era su amiga y todo lo que había en aquel mórbido cuerpo era bondad, ¿quién podía atacarla sin sentirse mal después? Togo no era más que un niño, sólo podía defenderlo y Tanyl... bueno, Tanyl era un semielfo adulto y no debía comparecerse de él, pero llegados el momento la elfa dudaba en poder hacerle algo de daño. Había jurado protegerla -Recuerda tu juramento.- le susurró a Tanyl a su paso, en su cara estaba una sonrisa pícara, como si hubiese disfrutado diciendo esa frase.
-¿Así que te has chivado, eh? le dijo a evlar con una mirada fría y dura. La elfa llevaba un par de días oxidada y estaba deseando patear el culo a todos lo meapilas que allí se arremolinaban. La maldad del templo casi nublaba el buen juicio de la elfa.

Alé se había acabado la su ración en un abrir y cerrar de ojos. Así podía mirar todo el rato hacia la cama del Sr. Carsson que tardaba en venir. Se sorprendió por el comentario maleducado de Togo pero luego comprendió que sólo actuaba como se esperaba de él, lo mismo que había hecho ella tras acabar de descifrar las escrituras que les habían dado el día anterior. La angustia atenazó su estómago cuando llegó Krant vociferando y Rhylen no lograba levantarse apenas. Cuando el bruto y desalmado nombró a la hija de Rhylen la cara de Alé era un poema. 

¿Una hija?...¡Oh, soy yo!- Se hizo la compungida.

- ¡Padre! Algo debe haberle sentado mal. Es fuerte como un roble.- Lo sentía por Krant o Evlar cuando el Paladín Del Débil les diera una somanta de palos a cada uno. Y ella también iba a participar.¡Vaya que sí! Pero quizá debía controlarse un poco más. Se dirigió al patio pensando en qué podría hacer para tumbar a sus compañeros sin hacerles daño. A veces no controlaba su fuerza.

-Luchar...¿yo?- Miró a la escuálida Hostawen , al esquelético Tanyl y al pequeño Togo. Ninguno tendría muchas posibilidades contra ella.

Pese a ser el 'Elegido de Razmir' (el tonto título que se había dado a sí mismo para enmascarar su falta de fé, le hizo escapar una media sonrisa en su bien marcado rostro) y haber trabajado correctamente durante todo el día, hoy le iban a castigar. Y encima por culpa de aquel individuo al que habían invitado a una copa.

Dirigió una ladina mirada a Elvar; se lo haría pagar. Pero de qué se había chivado? Que él supiera no habían hecho nada sospechoso delante del extraño.

Qué mentira les has contado, maldita sanguijuela...- le susurró al oido al semielfo una vez que Krant se hubo marchado.

Volvió su atención a Hostawen cuando esta le recordó su juramento de esa forma tan sexy. En respuesta le guiñó un ojo. Por supuesto que se dejaría apalear por esa mujer si ella quería. De hecho supuso que iba a recibir el que más. Su punto fuerte no era precisamente el del combate sin magia, y si no quería herir a sus compañeros no podría usarla. Otra cosa era el semielfo... Volvió a dirigir una mirada que taladró a Elvar, si le tocaba pelear con él, quizás se comiese unos cuantos proyectiles mágicos. Krant no había dicho nada de no usar magia, verdad?

Y el castigo no se hizo esperar, aunque éste tomó a todos por sorpresa,, pues el despiadado Krant decidió que los aventureros lucharan entre ellos y con Evlar, pues al parecer éste se había chivado de algo....

¿Chivado...? ¿Chivado de qué Evlar...? Eres un mentiroso, ¡¡yo no he hecho nada!! ¡¡Razmir lo sabe y hará justicia!!!

Por un momento Togo estuvo tentado de pedir clemencia a Krant, pero no llegó a hacerlo porque suponía cual iba a ser su respuesta... De modo que tragó saliva y algo cabizbajo hizo caso  al instructor dirigiéndose al patio para iniciar una pelea que no deseaba, pero que podría servirles para continuar con la farsa. Si tenían que pelear pelearían, cualquier cosa para conseguir infiltrarse en la secta, esa era la misión y si querían tener éxito debían hacerla lo mejor posible. Pero.... ¿ Contra quién pelear...? Al pequeño nunca se le había dado bien el cuerpo a cuerpo, él era más bien de escabullirse hasta que la pelea terminara y salir indemne, pero Togo mucho se temía que esa táctica no le iba a funcionar esta vez... 

Que Krant lo delatase pilló totalmente desprevenido a Evlar. La sonrisa cómplice que segundos atrás se había dibujado en su cara desapareció por completo al verse objetivo de las iras de todos y cada uno de los que habían entrado al mismo tiempo que él en la orden. - Yo…ehh…sólo le dije que la gordita era su hija… - Tembló como un cachorro arrecido de frío. No creí…yo…no… -Titubeó ante la imposibilidad de salir de aquel atolladero en el que él mismo se había metido. Sin embargo, en ningún momento salió una disculpa ni nada que se le pareciese de su boca. Cuando el resto de los acólitos volvieron su vista a sus respectivas mesas, Evlar se limitó a guardar silencio y a comer a pequeños muerdos una manzana con grandes manchas de color marrón.

Terminó el desayuno y, como cada día, los acólitos subieron al piso superior dispuestos, con mayor o menor entusiasmo, a ejercer sus tareas. Los más alegres de todos eran sin duda los que habían sido destinados a la limpieza del patio en sustitución de los que pelearían por orden de Krant. Era curioso ver cómo aquellos que habían sufrido la dolorosa experiencia de los castigos del violento heraldo, en vez de empatizar con sus nuevos compañeros, sólo parecían desear ver a otros padecerla también.

Cuando el grupo llegó al patio Krant ya llevaba rato allí. Se pavoneaba de un lado a otro con los brazos cruzados sobre su amplio pecho desafiando con la mirada a todo aquel que osase levantar la vista.

¡Tú, allí! ¡Tú allá! ¡Vamos, tú, ponte aquí! – Sin ningún miramiento el heraldo dispuso a los castigados en distintos puntos del patio empedrado.  El patio en sí no era demasiado grande, pero sí bien construido y limpio. Muros almenados lo rodeaban por tres de sus lados con una barbacana dispuesta en el muro sur; en ella una doble puerta y un enrejado separaban el patio del mundo exterior.  

En el extremo situado al este se encontraba el imponente rostro del propio templo: dos gigantescas puertas doradas adornadas cada con una representación de la máscara de Razmir a las que se llegaba tras subir una serie de peldaños tallados en piedra. Un par de estatuas, también de piedra y, como era esperable, también representando al Dios Viviente, flanqueaban al acceso a las escaleras. Su limpieza era extrema gracias al delicado cuidado que los acólitos encargados de la limpieza debían de proveerlas.

Un pequeño establo, lo suficiente para acoger a dos caballos pero que ahora estaba vacío, estaba dispuesto a lo largo de la pared oeste.

La única puerta de tamaño normal, cerrada una vez caía la noche, era la que permitía acceder a las almenas que rodeaban el patio y por las cuales siempre patrullaban un par de heraldos encargados de la vigilancia.

A mi señal quiero que os golpeéis unos a otros, tan fuerte como podáis. – Ordenó con una cruel sonrisa en sus labios. - ¡Y como dije! – Dijo elevando la voz para que todos pudiesen oírle.-  ¡El que quede en pie será excusado de las transcripciones de la tarde! ¡Además, aquel que consiga tumbar a ese despojo, - dijo señalando a Rhylen, - será recompensado con una botella de vino de mi bodega personal. – Tras la exposición, caminó hasta el centro del patio y depositó en el suelo un mangual pesado. Después se retiró riéndose a carcajadas.

¡COMENZAD! – Exhortó con una palmada.

Alétheia caminó apesadumbrada todo el camino hasta el patio dudando sobre lo que deberían hacer. ¿Debía desencadenar su incontrolable fuerza contra sus compañeros? Aún no se lo creía. Al llegar a su destino se colocó donde Krant la ordenó y esperó a su señal. La tensa espera hacía que el tiempo pasara muy lento mirando a los ojos de sus compañeros trantando de saber qué harían ellos. El que estaba claro que iba a cobrar era Evlar. 

Maldito chivato.- No se le había ocurrido otra cosa que decirle a Krant que era ella la hija de Rhylen. Mucho peor para él. A pesar de que no era cierto se delataba así mismo. Entonces se acordó de que Rhylen tenía una daga de madera que le había dado Hostawen. ¿Sería capaz de usarla contra sus propios compañeros? Había jurado protegerlos pero no les quedaba otro remedio. Miró alrededor en busca de algo con lo que protegerse.

La elfa echó una rápida mirada mientras se colocaba. Sería un combate entre amigos y compañeros. Ni siquiera habían tenido tiempo para una táctica...el viejo borracho parecía habrles metido en un buen lío... Y Rakna no estaba. -Psss... chistaba como un bello susurro a s compañeros más cercano -Togo, finge que te golpeo la cabeza.- susurraba la elfa esperando que el mediano fuese lo suficientemente inteligente para tomar la salida que le daba la exploradora. Había visto lo rápido que es y lo escurridizo que podía llegar a ser. Si la elfa le golpeaba y este actuaba como debería se podía hacer el muerto. Una buena salida para no tener que pelear entre ellos. 

Al parecer, la confesión de Evlar tampoco había sido para tanto, pues Togo pensaba que habría sido alguna mentira poniendo en evidencia a alguno de ellos o peor aún , que el joven hubiera escuchado cuales eran las intenciones de los aventureros y lo hubiera contado. Sin embargo y a pesar de la nimiedad de lo que Evlar había revelado sobre Alé, estaba claro de que el joven vendería a su madre si fuese necesario para ganarse una buena posición en el templo.

Pero esto no era lo que preocupaba a Togo en estos momentos. Lo realmente preocupante era que estaban a punto de comenzar una pelea entre ellos. Y tras las palabras de Krant explicando las pocas reglas que debía regir el enfrentamiento, parecía que la cosa no iba a poder limitarse a que todos machacarán a Evlar, que sin duda iba a ser el más perjudicado de todos. Al final deberían luchar entre ellos también hasta que solo uno quedara en pie. El combate iba a ser muy duro y no por los golpes que todos iban a recibir, sino por los que iban a tener que dar a sus compañeros de aventura. bueno, tampoco los conozco tanto... intentaba consolarse así Togo, pero no era verdad. Sobre todo al señor Carsson le tenía bastante cariño después de haber convivido tanto tiempo con él en Las Siete Platas. Y contra el resto no tenía nada malo, más bien todo lo contrario.... si tengo que pegar a alguien mejor a Tanyl, que es al que menos conozco, aunque la verdad es que sin duda será el más rencoroso . Bueno no, mejor al señor Carsson, que con un poco de suerte lo olvidará todo en la siguiente borrachera. O no, mejor Aletheia, que sabrá perdonarme.... 

En esas estaba Togo cuando Hostawen le susurró algo. Al parecer tenía la intención de fingir la pelea y así evitar daños mayores. Eso se le habría ocurrido hasta a un niño pequeño, pero ¿ y Krant...? Al mediano le parecía que ese plan no iba a ser del todo bueno, no al menos si lo hacían desde el principio. Algún golpe se tendría que llevar alguien antes de caer al suelo si quería engañar a Krant de esa forma tan infantil

Todo formaba parte del plan trazado para llevar a cabo una gran aventura que el mediano no iba a dejar escapar por difíciles y duros que fueran los caminos para llegar hasta ella...eso era lo único que podía mantener al mediano con la conciencia más o menos tranquila....

A los ojos del astuto semielfo aquella escena era algo más que una reprimenda por parte de Krant. Seguramente querría medir las fuerzas de sus iniciados. Y Tanyl tenía fuerza, no física pero si mágica. Lo malo de la mágia es que además era peligrosa. Si la usaba para vencer a sus amigos, les haría daño y eso no entraba en los planes de Tanyl, además tapoco tenía muy seguro si mostrar de lo que era capaz sería bueno para la misión.

Y aunque, al principio, había pensado en hacer pagar al chaval que les había metido en aquel lio, pensó que él no era el más apropiado para ello. Seguro que si caía en las manos de la pitonisa del Débil o en las de Carsson, se llevaría lo suyo.

Así que, después de sopesar sus opciones, decidió que lo más rápido y sensato sería atacar a Carsson. Bueno, con tirarle de las barbas sería suficiente para llevarse una hostia tan grande que le dejase inconsciente (por un momento pensó en tocarle descaradamente los pechos a Aléthia y probocar el mismo desenlace, pero no quería despertar el rencor en aquella mujer de personalidad tan fuerte).

Cuando Evlar vio al hermano Krant hacer las disposiciones para colocar a cada uno en un lugar del patio, el joven semielfo tuvo claro que ya no había escapatoria. Miró uno a uno a los que serían sus rivales y se reafirmó en los miedos que le habían asaltado en el comedor cuando Krant lo delató. Tragó saliva y se secó el sudor de las palmas de las manos con todo el disimulo del que fue capaz. Hacía mucho tiempo que no lloraba, pero sin duda en ese momento no le faltaban ganas para ello.

Rhylen salió al patio con decisión, tan ensimismado por calcular cuántos dientes podría sacarle de la boca a Evlar de un puñetazo que no se había parado a pensar en la delicada situación que tenían entre manos. ¿Qué sucederá cuando el joven Evlar quede tendido en el suelo sin energías siquiera para pedir clemencia? ¿Cómo reaccionaría Kant si sospechase de algún tipo de engaño durante el combate? Dudas que pronto serían resueltas tras el grito que daba inicio a la pelea. 

TURNO 1

 Y así tras el inicio de combate que dio Krant, la elfa avanzó como un rayo hasta una de las escobas, la cogió y luego miró a Togo. -Intenta esquivar el golpe, que parezca que te desmayas...- indicaba la elfa al más pequeño del grupo. Para poder susurrar sin que el heraldo sospechase de la confabulación, Hostawen aprovechó el ruido al sacar la escoba para hacerlo a la vez que ocultaba su rostro y su boca con su hombro derecho.