Partida Rol por web

La visión era terrorífica. Quintín reprime el instinto de ir a socorrer a los milicianos caídos, consciente de que poco se puede hacer por ellos ya. Y menos sin un equipo médico adecuado. La cólera calentó su interior de nuevo, se sentía que iba a estallar de rabia.

Hola compañeros. Saludó a los allí reunidos como si los conociese de siempre. Casi era así, eran defensores de la República.

¿Y cuanto tardarán esos refuerzos? No podemos esperar mucho. Hacerse con las comunicaciones es el primer paso para vencer una ciudad. Quintín era muy consciente de eso, pues lo había realizado a la inversa en alguna ocasión. ¿Cuántos hay en el interior?

 Miro todo a mi alrededor, mientras pregunto a quien está al mando:

 - ¿Cual es la situación?.

- ¿Tú sabes cuando vienen los refuerzos?- pregunta el mosso sarcasticamente mientras recarga el cargador de la pistola bala por bala.- ¡Doncs jo tampoc! (pues yo tampoco). ¿Te queda munición?- pregunta al anarquista.

- Me queda un cargador pero es mío.

- ¡Menudo anarquista estás tu hecho!

- ¿Qué tendrá que ver?

-¿No creeis en compartir?

Una ráfaga pasa cerca e interrumpe la diatriba.

 Miro al edificio que está más cerca de nuestro objetivo y decido probar suerte desde allí:

 - Cubrirme, voy a ver si puedo hacer una cosas...

 Con suerte, podré encontrar la puerta y subir las escaleras hasta el tejado...

El "comité de los tres" se quedan mirando como se aleja Gabriel.

- A aquest li falta un bull.- comenta el mosso.

- Todos estamos locos, o no estaríamos aquí.- replica el de la pajarita.

- Tens raó, xiquet. Venga chicos, fuego contra los rebeldes!

Los republicanos empiezan un fuego disperso e irregular, pero que consigue atraer la atención de los militares.

Gabriel se aleja corriendo hacia otro edificio.

Revientas un portal y entras en un bloque de pisos: subes la empinada escalera a saltos: cuatro escalones cada zancada. Llegas al final, rompes otra puerta, y sales a la azotea. Estás exhultante con tu nueva fuerza.

Te aproximas a la cornisa más cercana a la Plaza Cataluña. Te fijas en que el edificio de la teléfonica tiene un par de tiradores enemigos en el tejado. Pero crees que si vas saltando por edificios y llegas por el este (donde hay más distancia con otros tejados) puedes pillarles por sorpresa.

Por otro lado, ves que hay un fuerte tiroteo en otra de las calles, a muchas calles de distancia. No distingues quien pelea ni quien gana.

 Aunque ando preocupado por lo que pasa en las otras calles, tengo que centrarme en lo que estoy haciendo ahora. Decido saltar por los edificios y llegas por el este, esperando pillarles por sorpresa....

¡Eh! ¡¡EH!! le grité a Gabriel, pero este ya se había ido corriendo como el insensato que eras. Quintín bufó notablemente molesto y se volvió a los Mossos.

Quintín miró al edificio y a las pocas armas o escondites. Evaluó la situación. No sabía que hacer, era muy arriesgado lanzarse a lo loco como había hecho Gabriel. Miró a su alrededor, buscando alguna idea. Se le vino a la mente que el edificio, siendo tan grande y tan nuevo, debería tener algún acceso subterraneo, aunque fuese el alcantarillado para las tomas de agua. Si pudiese colarse por ahí podría pillar desprevenidos a los rebeldes y, con suerte, conseguir algunas armas.

Consigues encontrar una tapa de alcantarillas... Aunque necesitas ayuda para sacarla. Varios milicianos se aproximan para saber qué narices haces y les cuentas tu plan por encima. Se apuntan e incluso traen una linterna eléctrica de alguna parte.

Desciendes por la escalera hasta estar con agua hedionda hasta la rodilla. Luego te orientas hasta donde crees que está la telefónica.

Llevas un buen rato caminando cuando oyes un chapoteo a tus espaldas...

Quintín empezaba a sentirse un poco mareado por los hedores de la alcantarilla. Había visto unas docenas de ratas correteando de un lado al otro y Quintín temió que le mordiesen y le contagiasen alguna enfermedad. Además de las manadas de ratas, había otras tantas que flotaban muertas por las aguas.

Acaba de ponerse la chaqueta alrededor del cuello para alejar su nariz del tufo, cuando oyó como se acercaba un sonido. Alguien se acercaba al grupo haciendo bastante ruido, eso podía significarse dos cosas: o que esa persona sabía que les encontraría ahí abajo, o todo lo contrario, lo que significaría que se´ria uno de los sublevados.

Mandó a los milicianos apagar las linternas y resguardarse en los laterales de la cloaca, en una zona medio en sombra, que podía darles unos segundos de ventaja.

Qué fácil es saltar por los tejados ahora... Es como jugar a la rayuela con los tejados como cuadrados. Te preguntas si sobrevivirías a una caída si fallara una zancada, pero no es algo que te emocione comprobar.

Ya estás en el tejado de la telefónica.Hay tanta distancia entre edificios que no se han molestado en poner tiradores aquí, pero en el piso de abajo hay una ametralladora y varios tiradores con rifle.

 Con cuidado de no hacer ruido, voy bajando sigilosamente, con intención de eliminar a los soldados enemigos. Si me encuentro con algún solitario, trato de eliminarlo usando mis manos, antes de que pueda disparar o avisar a sus compañeros, con el fin de que no sepan de mi presencia hasta que sea demasiado tarde...

Te das cuenta que la puerta de la escalera del tejado está cerrada con llave... Tendrás que forzarla.

 Tratando de hacer el menor ruido posible, esperando que el tiroteo amortigüe el ruido y que el enemigo no esté atento, trato de usar mi fuerza para forzar la puerta...

No te cuesta nada reventar la puerta, aunque no eres precisamente silencioso. Dirías que no te ha oído nadie. Así que empiezas a bajar las escaleras. Llevas ya varios peldaños y te crees que nadie ha oído el estropicio de la puerta cuando atruena un disparo y notas un impacto en el hombro. ¡Tocado!

En la oscuridad oyes unas voces provinientes de ma´s adelante, de una intersección. Sin luz es imposible saber cuantos son ni de qué lado están.