Partida Rol por web

El cadáver aún humeante y oliendo a quemado todavía seguía sobre mis brazos. El señor de la ciudadela y el resto de mis amigos estaban charlando y ahí que me entrometí yo sin pensarlo, pues la situación era bastante complicada y lo peor es que se iba a complicar aún más.

Está claro que mi interrupción no pareció sentar demasiado bien al señor de la ciudadela, el cual me apuntó con el dedo y en tono serio preguntó por mi. Entre tanto, Diant intervino también comentando algo que yo esperaba que no fuera cierto, pero que muy a nuestro pesar si que era cierto. Miré a Tritón y le hice un pequeño gesto con la mano de que bajara sus brazos - Mi señor, me presento ante usted para hacerle ver que corre un enorme peligro usted y sus súbditos... una amenaza mayor que nosotros, "La Hermandad", se cierne sobre este lugar y la prueba la tengo sobre mis brazos. Como bien ha comentado el elfo, este cuerpo que llevo sobre mis brazos no es otra persona que Eleisea, una compañera de nuestro grupo que se separó de nosotros para ayudarnos y.... - observé el cuerpo con una mueca en mi rostro - este ha sido su final, pero lo peor no es esto, es que en pocas horas, en cuanto caiga la noche, todos los aquí presentes y el resto de la ciudadela acabaremos así sin remedio alguno... - y por el rabillo del ojo vi como le curaban las heridas al aprendiz de Saruman - Mi señor, y que sepa usted que, de todos nosotros, el único que tiene la culpa de todo y el que creo que pueda hacer algo por salvar a la ciudadela de ese oscuro desenlace es a ese ser que acaba de curar su joven curandero... ese hombre es aprendiz del mago blanco Saruman y el que puede tener alguna opción de disuadir a ese dragón que deambula a sus anchas por el cielo de sus dominios... -

Dejé el cadáver de nuestra compañera suavemente en el suelo y me acerqué a mis compañeros - Mi señor, nosotros somos La Hermandad y como bien le ha comentado el enano, nos dirigimos a Lorien a hacer alianzas para luchar contra un mal que se cierne sobre toda la Tierra Media - comenté afirmando lo comentado por Tritón, para que el señor de la ciudadela se lo tomara en serio y continué - pero de camino a nuestro destino nos topamos con ese "hombre" que no hizo nada más que intentar aniquilarnos y acabar con todo lo que se cruzara en su paso, así que mi señor, le imploro que tome medidas drásticas para que este ser nos ayude a librar a sus súbditos, sus paisanos, sus fieles y demás gentes de la zona del terrible mal que nos acecha desde el cielo -

Sam se entretiene mirando los restos aún humeantes pero no consigue descubrir una pista que identique los cuerpos. Parece ser Eleisea, de hecho Diant así lo asevera, pero el mediano se resiste a creerlo. Otra pérdida más, otro mazazo para un corazón ya desgarrado. Intenta agarrarse a un clavo ardiendo, nunca perder la esperanza...  

Sam mira a la dama y se da cuenta que es la compañera, pero su rostro de dolor, esa mueca le siguirá durante mucho tiempo en sus sueños. 

Malleus descubre que la compañera por su gestos antes de morir y como quedo el cuerpo murio defendiendo su vida hasta su último aliento.

al Señor le trae uno de sus consejeros un libro viejo y pesado.

comienza a mirar con interes los escudos y los dibujos y se queda parado en un escudo y mira a Triton, luego os mira al resto, cerrandolo con cuidado y dejando que lo retiren con delicadeza.

(...)

El señor.

Bien he mirado las casa registradas y sabiendo que la hermandad tenía un Noble enano hemos podido descubrir que sois los autenticos miembros de la hermandad, la cosa cambia para vosotros por completo. De saber esto nos hubiesemos ahorrado muchos disgustos.

Bien decirme sobre el peligro de mi gente...

Este Hombre Digo señalando al sirviente  Quería secuestrar a mi esposa y ahora se ha metido tanto en la boca del lobo que su vida corre también peligro. No sería bueno dejarlo marchar ni tampoco encerrarlo pues si su vida también corre peligro lo justo sería que aportara algo.

Digo al ver al Señor de la ciudadela más amigable. Y espero para ver la opinión del grupo.

El señor de la ciudadela hizo las comprobaciones oportunas para verificar que estábamos diciendo la verdad.

Una vez aclarado el tema en cuestión, éste nos reconoció como La Hermandad y parece que el ambiente cambió y se relajó un poco. El señor del lugar nos preguntó por cual es el peligro en cuestión a lo que Diant respondió elocuentemente, pero hubo algo que obvió y quedé pensativo - vale, ha comentado que el engendro este de pelos blancos es el problema, pero en realidad el problema no es solamente ese, tenemos a un dragón sobrevolando la zona y no se el porque de que no haya querido comentarlo todavía... - mientras me acercaba al grueso del grupo de mis compañeros con el todavía humeante cadáver de nuestra amiga...

- Mi señor de la ciudadela, este cadáver que llevo entre mis brazos es de una de las integrantes de La Hermandad y quisiera que tuviera un entierro digno de su causa... y el problema que tenemos entre manos tiene que ver con la forma en la que ha acabado nuestra querida Eleisea, de lo cual tiene toda la culpa este personaje de pelos blancos, así que mi compañero tiene razón, no debemos de liberarlo pero tampoco encarcelarlo, tenemos que usarlo para parar el terror que se avecina - comenté mientras dejaba el cuerpo calcinado de nuestra amiga cuidadosamente en el suelo.

Una vez intervine y tuve mis manos libres quedé a la espera de ver que opciones tendríamos para parar la terrible amenaza que se cierne sobre esa ciudad y suavemente acariciaba a mi pequeño halcón que seguía descansando sobre mi hombro.

Todo parcecía una pelota de lana con nudos, me enteraba de las cosas al vuelo he intente aclareme las ideas, mientras mi adolescente hijo abría vien los ojos.

Un dragón, hace siglos que nadie ha visto un dragón, padre quiero la cabeza de ese lagarto en mi salón. Comento el chico un tanto emocionado, y con los tipicos aires de grandeza de los muchachos de su edad que nunca han salido de la ciudadela.

(...) El señor d ela ciudadela.

Habeís entrado en los dominios de Saruman y sacado de ese lugar a esta joven pelirroja Dije rascandome la perilla. Luego Este hombre ha estado intentando recuperar lo que os habeís llevado de allí el viejo sirviente de saruman estaba recuperando el aliento y parecía mejor de salud, continuaba sentado en una silla puesta para el. Por otro lado se ha menciinado sobre una bestia voladora que ha causado el daño a estos hombres calcinados y a vuestra compañera y decis que es un Dragón, algo insolito la verdad pues hace siglos que ninguna bestia tan mortifera se ha visto por estos parajes donde solo hay campesinos, granjas y pocos tesoros.

¿si existiera y todo esto fuera verdad  ¿por que algo así querría atacar este lugar ?, no tenemos grandes joyas ni montañas de tesoros, este lugar si lo borrarán del mapa, nadie lloraría por nosotros, estamos apartados de todo y todos los grandes.

Uni de los consejeros baja los escalones y toma posesión de un trozo de madera del quemado carro se lo enseña a su señor.

la madera parece cortada por unas garras más grandes que cualquier zarpas de oso y marcadas como si fuera de mantequilla.

El joven curandero deja de atender al sirviente de saruman y  mira con curiosidad las zonas calcinadas de los muertos.

Sus carnes parecen haber ardido en cuestión de segundos, como si le arrojarán de golpe unos cubos de Lava.

Nada de esto hubiese pasado si estos hombres no hubiese ido a los dominios del Gran mago y se hubiesen metido en sus asuntos de Alquimia, señor.

DIjo el viejo sirviente.

_{Desde luego La estupidez de los humanos es más grande e infinita que el poder de Eru}. Comente a mis compañeros, tras ver como se dudaba de la existencía de mi lado Oscuro la Dragona negra.

Me toque un costado el izquierdo, no sabía que había pasado pero la dragona oscura se había golpeado el lado derecho, ¿que estaría haciendo?

pronto la tendrían aquí.

Las palabras iban y venían intentando aclarar la situación, estaba claro que cuanto menos era surealista, ya que como bien habían hecho incapié hacía mucho tiempo que no se habían visto dragones por la zona. 

De nuevo escuche la voz del sirviente de Saruman lo que me hizo mirar hacía su dirección con cara de pocos amigos. Parece ser que no has aprendido la lección sucia serpiente.

Tome aire y me dirigí a los compañeros, no tenemos tiempo para esto, el dragón esta apunto de llegar y no estamos preparados. Quizás si nos vamos de aquí estas personas se salvarían, la quieren a ella, así que podríamos alejarnos de la zona antes de que sea demasiado tarde.  

Me acerque al mediano que estaba compungido por lo acontecido con Eleisea y le puse la mano en el hombro acompañándola con palabras...lo se amigo Sam, no debería haber muerto, no se lo merecía. 

A Sam le repugnaba ver a aquel gusano sentado y agasajado mientras las cenizas de su amiga pululaban ante sus ojos. Tenía unas ganas enormes de degollarlo como a un gorrino pero por ahora tendría que contentarse con hacer ver al señor de este baluarte la verdad sobre ese miserable.

-Mi señor, ese bellaco ahí sentado, escupió las palabras señalando al brujo, sirve a los oscuros propósitos de Saruman, que se ha apartado de la luz y confabula con el oscuro, el hobbit mantuvo un dedo acusador.

La alquimia que su siervo menciona la está usando para crear un ejército de orcos como nunca se ha visto, amén de controlar otras criaturas como el dragón el cual ataca a inocentes solo por diversión. Intentó no volver la cabeza hacia los restos calcinados pero aún así una nota de amargura tiño brevemente su semblante.

Así pues, no escuchéis el veneno de sus palabras y preparaos para combatir la amenaza del dragón, exhortó a los presentes, cerrando el puño en alto con gesto decidido. 

(... ) Hijo del señor.

Padre Nada garantiza que si marchan a otro lugar, la dragona no ataque por entretenimiento este lugar. "Un dragón, un dragón!, nunca he visto uno, será de las pocas cosas raras que vea en mi corta vida d ehumano. " Pensé mientras daba mi opinión a padre.

(...) El señor.

Se acomoda en su silla mirando a su hijo y dejándose susurrar por sus consejeros decide hacer, según lo escuchando por los presentes.

MUY BIEN -Su vieja voz retumba en la sala seguida de alguna tos intensa (maldito ambiente cargado de humo) Pues   les daremos mejores monturas rápidos y resisitentes dignas de buenos caballeros,  para que se marchen y se lleven a este viejo, Digo señalando al sirviente de Saruman) Es vuestra responsabilidad y nosotros no queremos meternos en líos con el gran mago.

Mi Esposa marchara con las mujeres, niños, enfermos  y ancianos a la colina de los vientos*.

Mi hijo patrullara a  los  caballeros y yo armare a los soldados y prepararemos los Escorpiones.

Así dió por terminada la reunión y dejó que su dictamen se realizara con presteza.

Al Enano y al Hobbit le dierón una yegua robusta, blanca y no muy alta(parecía más que un caballo un poni), aún así les tenian que ayudar para subir. Al resto eran caballos marrones oscuros, de pura fibra y llenos de adrenalina.

Mehtare no pudo subir en esos caballos, se les ponian muy nerviosos cuando ella estaba tan cerca y algunos se ponian a dos patas amenazantes, Así que se conformo de ir de paquete detras de su marido, el Elfo noldor sabía tratarlos.

Al viejo sirviente de Saruman le dieron una Mula color marron claro, tan alta y explendida como casi, casi un caballo.

Si piensan que la ciudadela va a recibir la mayor parte del ataque sería normal que trasladarán a los civiles a un lugar más subterraneo y complicado de acceder, pero no me siento tranquilo, podriamos acompañar a esta gente una buena parte del camino para ver que llegan bien.

Comente al grupo para ver si estaban preocupados como yo.

Sam se mesó los cabellos y expresó su opinión:

-Pienso que la hembra dragón irá a por Mehtare aunque cabe la posibilidad de que le interese juguetear con los refugiados. No obstante si optamos por acompañarlos convertiremos la posibilidad en certeza pues aun con buena fe los habremos colocado junto al principal objetivo de la criatura.

Pareció concluir la disertación pero previendo la respuesta, considero hacer un inciso.

Y separar la Hermandad, ya de por sí menguada, no es una opción, sentenció el hobbit.

Una vez puestas las cosas en su sitio con nuestra media verdad (ya que lo de ir a Lorien era una mentiríjilla), el señor de la ciudad nos otorgó monturas para realizar nuestro viaje lo más raudamente posible, por miedo a ser atacados. 

El elfo Noldor se intereso por los habitantes de la ciudad como era lógico en él, pero Sam le indicó que ir con ellos sería ponerles en problemas con seguridad y no podíamos separarnos.

Estoy con él (refiriéndome al mediano) esta gente se las apañará bien, nosotros somos el objetivo. Debemos irnos ya.

Mire al Señor y le pedí disculpas por mi comportamiento, sabía que no había actuado como debería pero la lengua bífida del siervo oscuro era muy venenosa y no quería que ejerciera ese efecto contra nosotros.

En poco tiempo la ciudad se puso patas arriba, les comentarón para no alarmar a la población que el señor había preparado un día especial de luto para los moribundos y tenian que ir todos obligados a la colina de los vientos, con velas y canticos haciendo penitencia.

Todo era mentira, pues como iban a decir que un dragón podría atacarlos en cualquier momento, nunca habían visto un Troll y menos un dragón.

El hijo del Señor y unos jinetes les escoltarón, más despacio de los que ellos querian pero tampoco podian meterles prisa sin que sospecharan.

Se subio en lo más altos de la torre los dos Escorpiones con grandes flechas, más grandes que las lanzas de los caballos.

y se equiparón. Ningun soldado raso sabía la verdad de lo que sucedía.

Acompañarón al grupo los primeros 12 minutos y luego los caminos se separarón, pues como se había dicho estar junto con la población civil podría ser peligroso.

La colina de los vientos estaba a 47 minutos andando, El sirviento iba el último atado a su mula color marron claro y esta se dejaba ir por otra cuerda que empujaba a la mula desde el caballo de Diant.

" ... Esta noche los arboles lloraran, luego llorara la noche y por último lloraran los hombres" susurro el viejo sirviento como si hubiese tenido una visión.

Ya no se escucha la gente la tarde deja paso a la noche han pasado otros 17 minutos. Ya no se escucha ningún ruido, no se escucha ni los Búhos.

Noto a los caballos demasiado Nerviosos, cuesta controlarlos. No se escucha ningún animal, ¿tendríamos que tomar el camino de la cabaña del Viejo donde esta el hermano de Maleus?.

Mientras disponía el cuerpo de nuestra amiga en un lugar cómodo, las palabras volaban de un lugar a otro de la sala intercambiando opiniones.

Una vez dejado el cuerpo en sitio seguro quedé unos instantes ante él - Está claro que las separaciones nunca han sido buenas compañeras de viaje en La Hermandad... Lo siento Eleisea, te deseo lo mejor en el nuevo camino que has emprendido y que con la ayuda de los Valares veles por nosotros desde donde estés - pensé apesadumbrado contemplando de lo que era capaz esa criatura alada que nos tenía amenazados.

Una vez vistas las opciones que había, se decidió por evacuar el bastión y partir hacia un lugar llamado "Colina de los Vientos". Se dispusieron monturas y todo tipo de animales que fueran capaz de transportar a los ciudadanos para ir hacia las colinas en cuestión. El paseo no sería demasiado largo. Se propuso acompañar al gentío pero estaba con Tritón, el objetivo éramos nosotros y partir con ellos sería contraproducente para todos.

Llevábamos un buen montón de minutos de camino cuando el silencio en el ambiente se hizo sepulcral. No se escuchaba nada, ni tan siquiera los buhos, ni otros animales nocturnos que rondaban por la zona.

Diant, al igual que las monturas, parecía algo nervioso - Pues Diant, creo que es el momento justo de seguir nuestro camino y dejar que esta gente tome las riendas de su vida sin el peligro que conlleva continuar con nuestra compañía... dirijámonos a esas colinas que creo que tras de esas está la cabaña del anciano que nos ayudó a entrar y su joven nieto... - comenté, mientras por el rabillo del ojo no dejaba de mirar a todos lados y un escalofrío recorriendo toda mi espalda hasta llegar al colodrillo y poniéndome los pelos de punta.