Partida Rol por web

- Supongo que todo estará plagado de trampas, ¿verdad Eolande?. Si tienes conocimiento sobre algo de lo que tengamos que tener especial cuidado, es el momento para que nos los digas.
A mí estos dos leones custodiando la entrada me dan muy mala espina, así que no voy a ser la primera que dé un paso más hasta que estemos completamente seguros de poder franquear la entrada sin peligro.

Miro a mi alrededor y comento alarmada.

- ¿¡Dónde está MARY!?

-Mary se quedo cuidando del padre de Eolande- comente suspirando -Como ya habiamos hablado

De todos modos estoy de acuerdo contigo.

Eizhan y yo nos turnaremos en ir primero según tengamos accidentes más o menos graves.

Cuando a uno le toque ir primero el otro cerrará la marcha para prevenir riesgos.

Y con todos atentos. Que se active una trampa no significa que sea para cazar al que la ha activado.

Aunque lo primero es lo primero. Eolande ¿Qué nos puedes contar que sepas sobre este lugar?.

Para empezar estos leones ¿son victimas del hechizo como tu gente, una trampa puesta por la reina o algo que ya estaba antes- era obvio que tenía el tacto de una roca, pues habia visto como todos el cruel paisaje en que se habia convertido su vida día a día, pero el tiempo de las sutilezas se habia terminado.

Además era muy importante saber todo lo que se pudiera sobre lo que nos esperaba. Era una de nuestras mejores posibilidades de salir allí lo más intactos posibles.

Si no son esos leones parte del Reino de Eolande, o no  conocía de su existencia hasta la llegada de la ReRo, fijo que cobraran vida e intentaran comernos... -  dice Eizhan con una sonrisa, la verdad que lo ha dicho con un tono sarcástico y cómico.

Si realmente esas estatuas de leones, no estaban ahí hasta la llegada de la ReRo* , optaría por destruirlas para evitar que quieran comernos... - dice Eizhan mientras comprueba que esta en buen estado su ballesta.

Didac, ¿ tienes alguna herramienta para estas cosas ?, el impacto de Eolande la ha descalibrado, necesito arreglar en un momento la Ballesta, es un regalo de mi Padre, quiero que este completamente operativa, antes de saltar la cabeza de los leones... - dice tanteando con la vista su ballesta, para ver si tiene algún desperfecto y arreglarla antes de ponerse de lleno con James, en entrar a la boca del lobo.

Allí estamos, frente a dos leones de piedra que desprenden majestuosidad por todos lados. Y tras ellos un camino por recorrer posiblemente repleto de trampas. Aún con esas estoy excitado, me muero por seguir esta aventura y seguir nuestro camino hasta finalmente vengarnos de la Reina Roja.

-Mmm a ver Eizhan, déjame que la eche un vistazo- cojo la ballesta de la mujer y tras ojearla detenídamente... -¡Aja! No hay problema dame unos minutos mientras que aseguráis el camino, te la dejaré como nueva.

Me siento allí en la entrada a aquel lugar, un poco apartado para que no me molesten. Saco de mi bolsa mágica toda clase de artilugios, mis herramientas y una vez puestas mis gafas me pongo a trabajar.

Mientras hago el trabajo que me ha encomendado Eizhan, pienso en algún tipo de mecanismo que pueda detectarnos trampas... Algo que nos avise antes de que las activemos...

- No, esos leones no son más que estatuas... Llevan aquí toda la vida. Lejos de este lugar, no sé más. Hasta el día de ayer, sé que el custodio de este lugar era mi padre que convertido en una bestia sedienta de sangre mataba a todo aquel que se acercaba.-Di unos pasos lentamente. Elegantes, sigilosos, como si en realidad flotase al caminar.- Quizás no pueda deciros más, pero sí advertiros de que este no es el lugar que era... Algo poderoso y oscuro lo reina.-Sentí como mi fina piel se erizaba por el mero hecho de pensar en ello.- Siento no poder ayudaros más... Pero en realidad durante todo, todo este tiempo fui guardiana de mi ciudad, la cual debía proteger. Puedo guiaros, pero no deciros si alguna trampa nos aguarda o si en cambio el camino está libre de mal alguno.-Cerré los ojos unos instantes. El bosque estaba tan silencioso, los Sinsajos ya no cantaban, la felicidad de ese lugar había sido destruida por completo. Me agaché tocando el suelo... Incluso sus vibraciones habían sido silenciadas. Suspiré volviendo a mirarles.- Este es mi hogar... Si deseáis seré yo la primera en pasar. No debéis arriesgaros vosotros en mi reino... Y menos cuando tenéis un grupo al que guiar.-Mi voz salió suave, mientras mis ojos se clavaban en James.

- Bueno - digo alzando la voz sobre la de Eolande. - Si Eolande se ofrece voluntaria, por mí que vaya delante, al fin y al cabo será la que mejor conozca todos estos terrenos.

Me preparo para entrar en aquel lugar. Mi cuchillo boomerang en la cintura del pantalón, mi halcón en el hombro, mis zapatillas con muelles para correr más rápido y saltar puestas, y la piedra de luz alrededor de mi cuello.

Las judías mágicas las llevaba en el bolsillo derecho. Quizá nos sirvieran de algo como medida desesperada.

Me coloco junto a mi hermano, en el centro del grupo. James, Eizhan y Eolande delante y en la retaguardia. El plan me parece bien, no soy yo la que voy a decir lo contrario.

- Y espero que no te hagas el valiente e intentes liderar al grupo. Tú quédate a mi lado que bastante me hiciste sufrir ayer. - le susurro al oído a mi hermano.
 

Mire a Eolande y escuche las palabras de Selina antes de hablar

-Gracias pero no. Es tarea de Eizhan y mia.

Además soís la única que conoce este sitio. Vuestros conocimientos son de gran valor y no podemos arriesgarlos porque sí.

Lo que me recuerda-

Meti la mano en mi camisa y saque la brujula.

-En un principio funciona conmigo pero no veo razón para arriesgarla si algo pasa.-

Se la paso a Didac

-Escucha a tu hermana. El cerebro se usa en las batallas pero no se expone. Guardame esto mientras tanto.-

Tras eso volvi con los demás

-Si nadie tiene nada más que decir lo haremos así. En esta primera tanda ire yo delante con Didac y Eolande cerca para darme instrucciones.

Un poco más separados Anthony y Selina. Si hay una trampa que abarque una zona mejor que no nos pille a todos. Pero no nos separemos tanto que no podamos seguirnos facilmente.

Si nos encontramos con oscuridad o niebla nadie a mayor distancia que vista de los demás.

Eizhan cubrirá esta vez la retaguardia. Suelen ser los puestos más vulnerables.

¿Algo que añadir?-

Bien, ya terminé de poner a punto la ballesta de la chica.

-Aquí tienes Ezihan, está como nueva. No me he atrevido a ponerte ninguna mejora ya que al ser un regalo de tu padre quizá la prefieras como está- entrego el arma a su dueña.

Estaba algo defraudado porque había estado pensando en algún tipo de dispositivo para detectar trampas pero entre que he tenido que arreglar la ballesta, que no conozco bien el terreno y que no sé a que tipo de trampas podemos enfrentarnos no se me ha ocurrido nada.

Al juntarnos para seguir adelante me coloco junto a mi hermana, Púa se me sube al hombro como siempre que vamos a emprender un viaje peligroso.

-Tranquila, intentaré no ponerme en peligro- guiño un ojo a Selina con una sonrisa de oreja a oreja

Es entonces cuando James me cede la brújula. Me quedo sorprendido, "¿me concede llevar la brújula?" algo nervioso le contesto -¿Estás seguro james? Si es así la cuidaré e intentaré no ponerme en peligro siguiendo vuestros consejos.

Miro la brújula con admiración, siempre me encantó ver nuevos artilugios, me encantaría abrirla, desmontarla, ver cada rincón que hay en ella... pero ahora no es momento, ahora hay que trabajar y seguir adelante.

- Es un tanto espeluznante todo esto, el mundo se ha parado aquí... - miraba hacia los lados con evidente estupefacción ante tal cosa. Luego llegaron al borde del bosque, oscuro y siniestro y hasta donde Eolande temía de lo que hubiera. - Mejor estar precavidos. - Metió la mano en su bolsillo en busca de aquel objeto que le animaba y le daba fuerzas ante el recuerdo de su abuelo.

- Lo importante es actuar como una mente conjunta, que cada uno sepa su función en esta incursión. El más mínimo error puede ser catastrófico. Y no lo será únicamente para nosotros, la salvación de todos depende de nosotros.

Miró a Eolande, en cierto modo apenado por que ella tenía que vivir en un lugar que ahora se antojaba solitario. Luego sacó el bastón, sabía que había algo misterioso en él y quizás era el momento de buscar qué era, quizás podía salvarlos de algo. Lo examinó de arriba hacia abajo buscando alguna marca especial, algún mecanismo de apertura. Era de su abuelo, quizás debía pensar como él, agarró de nuevo aquella ficha de ajedrez y se concentró en lo que podría haber oculto en aquel bastón. Quizás ese el modo adecuado.

Si por mi fuera, iría yo en tu lugar, recuerda que nadie mas indicado que tu, para hacer navegar La Peregrina, pero, no quiero entras en discusiones tontas ni nada por el estilo, además, la última vez que fuiste el último, casi te perdemos, asé que esta vez no pondré pegas a custodiar la retaguardia, ir con ojo y precaución... - Eizhan, parecía muy concentrada, aun mas cuando Didac le paso su ballesta y le dio un rápido vistazo.

Gracias Didac, tal vez en un futuro, es un regalo de mi padre, pero siempre con bienvenidas las mejoras, pero ahora no es el momento ni la situación para hacerlo, un buen trabajo se hace con tranquilidad y tiempo. -dice sonriendo al ver que de momento su ballesta, no tenia un mecanismo de mas y seguía tan equilibrada como siempre.

Selina, ve con cuidado también.., ¿ de acuerdo ?, no podría vivir si te perdiera... - su voz sonaba triste, cuando miraba a los ojos a Selina.

Estoy preparada, podéis avanzar cuando queráis... , pero aun sigo pensando, que si por mi fuera, esas estatuas de Leon, no estarían ahí... , parecen alguna especie de advertencia- dice sonriendo, como riéndose de un chiste que se haya contado a si misma.

Anthony, por lo que mas quieras, intenta proteger esa cabeza tuya, estoy por decirle a Didac que te construya un casco, siempre recibes impactos en ella.. - dice con una media sonrisa, mirando a Anthony

A continuación ocupa su posición en la retaguardia, fijándose con su precisa vista, todo lo que le rodea, como si con su vista, pudiera desentrañar los secretos de aquella misteriosa Isla.

El grupo estaba temeroso, las estatuas de leones eran amenazantes  y no les extrañaba que fuese una trampa y que pronto les saltaran encima para comerlos, devorarlos lentamente, así que con demasiado cuidado se fueron acercando, hasta cuando vieron en el suelo un circulo de roca, en el cual había un entretejido de piedras claras y más oscuras,  y en formas curvas recorre la piedra, y en cada espacio flores, en el centro, una flor más grande se dibujaba, pero esta era roja. Tuvieron miedo,seguramente era la trampa,  miraron con mayor detención y  de esa piedra circular, salía un camino que llegaba hasta los dos leones de roca. Anthony intentaba saber que tenía su bastón, pero este parecía ser nomal, sin mucho que aportar más allá de ser un bastón de madera.

Leon rojo:- viajeros ¿qué hacen aquí? - una voz resonó por todos lados, y se dieron cuenta que era uno de los leones el que hablaba sus ojos eran rojos.

Leon azul:- viajeros ¿aquí qué hacen? - preguntó el otro, sus ojos se habían vuelto azules, no se movían, pero les estaban hablando.

Leon rojo:- veo que desean pasar al bosque sagrado, hace mucho tiempo que nadie desea pasar a estos guardianes, desde que aquella mujer de nieve llegó a estas tierras con su manto de sombras...  - tenía razón Eolande, esas estatuas siempre habían estado ahí, y ni los habitantes de Avalón se atreían a ir a esos lugares, miraron mejor, y a los pies de las estatuas de los leones, habían cascos y armaduras, espadas y escudos, pero no había rastro de cuerpos, todos lucían viejos y llenos de polvo.

Leon azul:- las lunas han sucedido una a otra, y los valientes han decaído, pero... viajeros...¿que desean? espero que no traían el mal como aquella mujer, o el bosque sagrado los deborará - el león habló de nuevo - oh y veo que la sangre de un Sidhe está entre ustedes, tú raza juró no volver a estas tierras, ¿que haces aquí pequeña?

Ambos leones los interrogaban, no sabían que hacer, si eran trampas, pero se notaban que habían conocido a la reina roja, y que esta les habia dejado un mal recuerdo.

Hice un pequeño gesto para indicar a mis compañeros que se quedarán un poco retrasados para a continuación avanzar y hacerles una reverencia a las dos estatuas

-Como bien habeís dicho somos viajeros que no solo no buscamos el mal, queremos compensar el ya causado y que sus efectos cesen de oprimir los corazones y espíritus de aquellos marcados por los actos de la mujer de la nieve.

Para poder conseguirlo necesitamos acceder al terreno que vigilan y cuidan donde se encuentra la base para conseguir nuestros propósitos.

Si llevamos a cabo nuestros actos otros corazones bondadosos querrán conocer vuestro destino y podréis disfrutar de la compañía de los justos si así lo deseaís-

El grupo se había ido y por fin tenías un poco de paz, un poco aunque fuese, pero ahora ¿que hacer?, el padre de Eolande estaba en su cama, y lo escuchaste torcer,  el hombre tenía la piel clara, e intentas encontrar rasgos en él similares a los de su hija, pero sólo distinguiste el color de su cabello, negro, el rey tenía una larguísima cabellera negra.

- ¿quien.. quién eres? - preguntó, con un hilo de voz, y abriendo ligeramente los ojos.

Se acerca al escuchar que el padre de Eolande se ha despertado. Es una lástima que ella no esté ahí para recibirle y poder hablar con él, contarle por todo lo que ha pasado hasta ese momento.

-Hola, mi nombre es Mary - dice sentándose a su lado -. Mis amigos y yo llegamos a la isla... - se queda pensativa - ayer. ¿No recuerda nada?

Quiere tantear los posibles recuerdos de lo que aconteció ayer aunque si estaba en su forma de monstruo seguramente no recuerde nada.

Eizhan, cosa extraña en ella queda en silencio de momento.

Ojea con la mirada tanto los extraños dibujos del suelo como las inmensas estatuas de leones, que ahora parecían hablar.

Se pone al costado de James...

Nuestra misión es salvar a Landover de la crueldad y malicia de la Reina Roja. Nuestro cometido es sincero, queremos que vuelva la primavera, que termine el sufrimiento ocasionado por la Reina Roja, salvar de su letargo a la Reina Blanca, para una vez liberada de su maldición, restaurar la belleza y apogeo de Landover. Si podéis leer en los corazones de las personas, podéis leer el mío, para ver que mis palabras son honestas y sinceras. Queremos acabar con la Reina Roja y todo el mal que ha hecho tanto ella como sus huestes, maldiciones o encantamientos.Soy de las últimas Guardianas de Landover, no es venganza lo que busco aunque en mi corazón anide, por todo el mal que hacen sus ejércitos, no es soberbia, solo quiero que vuelva la paz en Landover, y que los muchos compañeros de mi orden, por fin puedan descansar en paz. - termina de decir Eizhan a las dos estatuas de los leones.- ...necesitamos encontrar una flor, para liberar de la maldición en la que esta sometida la Reina Blanca.

Cuando ambos leones hablaron me quedé silenciosa, no me moví lo más mínimo, pero mis ojos viajaron hacia ellos. Primero uno, después el otro. Eran los mismos Leones que fueron protagonistas de las historias que me contaban cuando era pequeña. Esfinges encargadas en no dejar pasar a los viajeros... A menos que estos demostrasen su sabiduría. Estaba sumida en mis pensamientos cuando esas profundas voces me sacaron por completo de ese mundo paralelo ¿Sabían que estaba allí? Miré a mis compañeros, y después hacia los leones. Apunto estaba de responder cuando dos de ellos se aproximaron, los escuché, pero negué con la cabeza.- Cuentos para no dormir... Historias de los ancianos. Creía que solo eran eso cuando era una niña.-Susurré, pero lo suficientemente fuerte como para que los demás me escuchasen.- Da igual cuantas cosas les digáis, no les daréis pena, ni tampoco os dejarán pasar.-Alcé la mirada con lentitud.- Guardianes de este lugar, eso son estos Leones. Cuando era niña mi abuelo me contaba historias en las cuales ellos eran protagonistas. Solo los caballeros merecedores de ello, podían pasar sin ser destruidos.- No pueden usar la fuerza, ni tampoco sus artículos mágicos. Este juego es muy distinto. -Eizhan, James... No deis un paso más si no deseáis morir. -Di un paso hacia el frente, mostrándome a los leones. Ellos sabían que estaba allí y después de mis palabras, estaba segura de que me habían "localizado" .- Si de verdad deseáis seguir.. Un acertijo debéis resolver.-Los miré primero a ellos, esperando que escuchasen mis palabras.

Tras eso me volví hacia esas inmensas estatuas.- Al igual que a vosotros... La Reina Roja bañó de oscuridad mi reino, pero no mi corazón. Necesitamos pasar al otro lado para llegar al centro y recuperar eso que la malvada reina guardó. Os pido que me permitáis pasar una vez más para poder seguir ayudando a estos viajeros. "Quizás si no hubiera sido por ellos, jamás hubiera vuelto a ver a padre" Y así levantar este manto de maldad que desde hace años nos cubre. -Alcé la mirada hacia ambos leones.- Solo si somos merecedores de pasar... Acertaremos el acertijo que nos deis. -No sentía miedo, sabía que podía pasar, pero era algo que debíamos asumir.

Impresionado por aquellos leones me quedo un poco atrás de mis compañeros que han tomado la palabras. No creo que haga falta que digamos todos las razones por las que estamos aquí.

Observo la grandiosidad de aquellas criaturas intentando averiguar si funcionan por algún tipo de mecanismo o si simplemente es magia. Son tan hermosas y enigmáticas... Mientras que los demás hablan miro por los alrededores, por todos lados intentando encontrar algo que pueda darme respuestas o si veo indicios de peligro. Siempre alejado de aquellas criaturas.

Pua asustada decide esconderse en mi zurrón. Ver esos leones gigantes de piedra le ha impresionado casi más que a mí.

Cuando Eolande hace mención al acertijo, se me ilumina la cara.

-Creo que soy bueno con los acertijos- digo sonriente en un primer momento y algo nervioso un segundo después por pensar que abro antes de tiempo mi bocaza, una vez más.

- Soy fatal para los acertijos. Mis fuertes son la caza, correr, llevarme bien con los animales y socializar con la gente, lo siento mucho.
Igualmente, puedo intentarlo con el resto, además, a mi hermano se le da muy bien.

- Señores leones, mis padres eran famosos en todo el reino. Sus nombres son Yorinda y Yoringuel, por si les suenan de algo, pues me consta que sus hazañas heroicas son conocidas en todo el reino. La reina roja los asesinó hace tiempo y nosotros, sus hijos, buscamos venganza. Si alguna vez os emocionaron sus historias, dejadnos seguir con su legado. Os lo suplico.
 

Anthony escuchaba, ligeramente anodado a aquellos leones. A primeras un tanto presuntuosos, para luego ser revelados como guardianes mortíferos.

- ¿Acertijos? - Parece que es mi turno. Comentó acercándose a los leones. - No sé si merecedores o no, pero sí sé que es algo que debemos hacer. ¿Qué vamos a perder? ¿La vida? Parece que hayamos olvidado lo que hemos pasado hasta aquí y que hay cosas más valiosas que eso - se rascó la cabeza y dejó caer el tono de su voz, pensativo. - Me ofrezco voluntario para formular la respuesta y asumir las consecuencias de haber alguna, me sabría muy mal que os pasara algo después de todo lo que hemos vivido juntos.

En ese momento se imaginó a Eizhan murmurando la misma frase que había dicho. Se imaginó la frase que formularía ella, tan semejante a la suya y con el mismo significado. Se sonrió.

- Eolande, ¿algo más que debamos saber aparte de que podríamos morir? Si me enfrento yo sólo, ¿os pasaría algo?

león azul: Silencio - tronó la voz del león.

león rojo: cuanto ruido es el que hacen estos sigilosos viajeros - sonó burlesco.

león azul -  ya alguien entró en nuestras tierras y prometió que no haría daño, pero su manzana podrida a enfermado los árboles, ya no sabemos que se esconde.. por eso ¿podemos confiar en ustedes porque todo lo que han dicho no son mas que palabras? - los ojos del león brillaban y de estos salían lamas.

león rojo: de buenas intensiones está lleno el infierno - prosiguió el otro león - de todas formas, no los veo tan inteligentes como aquella mujer, hermano... si que responderán a nuestros acertijos, si fallan, los comeremos, y si aciertan, serán comidos por lo que dentro de este muro verde se esconde...- si esa roca pudiera sonreír, lo haría en ese momento con suma sorna.

león azul: mejor comerlos ahora hermano...- la tierra tembló bajo sus pies, pero en ese momento, una fuerte brisa sopló, y un delicioso aroma sintieron, la brisa sopló más y más fuerte, levantando hojas, pero sobre todo pétalos rosados, un torbellino se creó justo entre los leones, y un ser creado por el viento y los pétalos se formó ante ustedes, era una sílfide.

Su cuerpo era delicado, esbelto, su cuello largo que sostenía una cabeza pequeña. Su mentón era suave y sus labios pequeños como el botón de una rosa; sus ojos eran  agrandes y expresivos, y de un intenso color verde,  era un ser de piel lechosa, y todo lo demás era del color de los cerezos, efímero, su cuerpo cubierto por los pétalos y sus piernas no era más que el danzar de las flores, parecía suspendida sobre el aire, sin tocar el piso, como si su materialidad sólo empezara desde la cintura hacia arriba. Su expresión era suave, dulce,aquel ser tenía un rostro que Didac y Selina reconocerían, era su madre, o por lo menos su rostro,pero este no pareció reconocerlos. El ser mágico, se inclinó hacia ustedes, su cabello  estaba rizado y era del mismo color de los pétalos de cerezo, y danzaba como si vida propia tuviera.

Silfide: déjarlos... amigos míos, dejarlos, ¿acaso no ven que en sus corazones no hay maldad? - sonrió hacia ustedes, volviérndose a erguir, era casi tan alta como los leones, aunque era más bien por estar suspendida por esa columna de pétalos y aire.

león azul: pero flor...- protestó el león de los ojos rojos.

león rojo: si, señorita Flor... no sabemos nada de ellos - prosiguió el otro.

Silfide Flor: por favor, hacerlo por mí - exclamó aquel ser.

león azul: está bien - sus ojos se apagaron, y luego se encendieron como los de su hermano- deberán pasar tres pruebas... responderlas en menos de 10 segundos, ni más ni menos... si fallan en una, morirán todos - 

león rojo: si, todos - exclamó el otro león, ante la mirada complaciente de aquel ser de luz.