Partida Rol por web

Veo como algunos de mis amigos intentan razonar con los cocheros y decido intervenir.

Estoy de acuerdo con mis amigos, buen señor. digo mirando primero a Ysella y luego a Corvo y Logan. Pagar dos coronas de oro por cabeza me parece demasiado. Y más cuando nuestro viaje sería yendo en el techo de la diligencia, con los peligros que eso conlleva.

Escudriño sus rostros en busca de alguna reacción. No creo que esto me funcione bien. Habrá que arriesgarse.

Considero que media corona de oro es lo justo por ir sentado en la parte de arriba.

Era inevitable para mi unirme a la trifulca sobre los precios de la diligencia, no porque quisiera ayudar, no por que me importaran mis compañeros, mucho menos porque considerara que con una rebaja podría pagar el coste, sino por el simple hecho de querer discutir.

-Nadie aquí esta dispuesto a pagar tanto, es que el imperio se ha vuelto tan corrupto que para viajar en un tramo tan corto se cobra tanto. Yo entiendo que tengan que robarle un poco al campesino que no sabe ni contar monedas, pero 2 coronas es inaudito-

Los cocheros miraron a Gabriel y su propuesta de que trabajaría para ellos

- Esta bien, te pagaremos 5 coronas de oro al llegar a nuestro destino, ¿te parece bien?

Ante los demás, con sus quejas que no hicieron más que empeorar su ya persistente resaca, su enfado era notable

- 2 coronas y no se rebaja, si no os parece justo esperad a la próxima diligencia, pero no os saldrá más barato y no pasara por aqui hasta dentro de dos días, asi que hagan lo que quieran.

Los cocheros empiezan a preparar la diligencia, aunque se tambalean un poco

Tras escuchar la respuesta de los cocheros bajo mi ballesta, saco el látigo y volteo hacia los presentes.

 -Ya escucharon a los Señores, o pagan o se largan a pie. Si alguno de ustedes intenta subir sin pagar el peaje, terminara tirando de la diligencia a base de latigazos, si es que mis virotes no atraviesan su asqueroso cráneo. 

Ysella miró con desprecio a las sucias ratas que se hacían llamar cocheros. No podía creer que no rebajasen ni un chelin el precio. Era abusivo pero no le quedaba más remedio que acatar el precio y pagar, pues no podía dar ni un solo paso más así como tenía los pies. Ysella rebuscó en su bolsa y sacó las dos coronas más sucias y con peor aspecto y se las entregó a desgana a uno de los sucios cocheros.

- Que le aprobeche. - gruñó la enana. - Espero que no haya ningún incidente, no seré yo la tonta que me pare a proteger el carruaje. - Pensó la joven mientras subía a la diligencia.

La enana quedó perpleja al escuchar a aquel tipo que se hacía llamar Gabriel. - Menudo imbecil. - Pensó.

Vladimir observa que las peticiones no son aceptadas por los cocheros, asi que no queda mas remedio que claudicar. Saca de su bolsa las 2 Coronas necesarias para entregarlas a los cocheros. Mientras escucha las palabras de Gabriel.

- Espero que una de las maldiciones de tu tierra te afecte, si eso es lo que escuchamos de alguien con quien compartimos viaje hace nada, la honradez no era mas que la fachada de tu rostro. Que Ulric maldiga tu senda, "AMIGO". - termina diciendo mientras ayuda a Ysella a entrar en la diligencia y el se acomoda en el tejado de la misma tapandose con su manta. Mientras se sujeta donde puede.

 Llévate contigo tus maldiciones, que ninguna de ellas me ha de afectar. Proteger la diligencia es mi trabajo, y eso incluye a los polizones. y créeme, de no ser porque este es mi trabajo no te envío al otro mundo por poner mi honor en duda.

Tras escuchar a Gabriel le miro fijamente durante unos segundos. -Si te crees que tus palabras me intimidan, eres un iluso. Hay cosas mucho peores sueltas por el imperio que tus afiladas palabras y créeme cuando te digo que podrían hacer perder la cordura hasta al hombre más cuerdo. Mantengo la mirada sin parpadear puesta en sus ojos. -Solo hemos intentado negociar un descuento con los cocheros y en ningún momento los hemos amenazado, al menos por mi parte. Supongo que con tu intelecto has podido deducir que varios de los aquí presentes no les sobran las monedas para ir regalandolas, o sino ha sido así, al menos espero que lo comprendas ahora. Tus palabras de advertencia han sido innecesarias, ninguno de nosotros se atrevería a intentar subir a la diligencia gratuitamente, para empezar ni yo mismo se lo permitiría, aparte de que alguno de los cocheros le hubiera disparado con el arcabuz que llevan consigo siempre. Espero que para la proxima vez midas más tus palabras, porque nosotros somos personas respetables y no malhechores, que si hubiera sido el caso te recuerdo que te superamos en número y no podrías acabar con un grupo tan númeroso sin yacer tu mismo en un charco de sangre. Es por ello que antes de soltar tu lengua, fijate en todo lo que te rodea y en todos los posibles sucesos que podrían pasar. Antes de que digas nada, no es una amenaza solo te digo la forma más segura de que sobrevivas en estos tiempos. Sonrio.

Me giro al grupo de compañeros, lo siento tendréis que pagar para poder seguir adelante en nuestro camino. Me acerco al primer cochero y de una bolsita de monedas saco las correspondientes dos coronas de oro.

-Aquí tiene, no se gaste tan rapidamente las ganancias obtenidas en licor, le hará mal llegado el momento, como ahora mismo os pasa. Subo a la parte de arriba de la diligencia.

 Es cierto, muchas cosas peores, monstruosidades de leyenda hechas realidad. Te respeto, pero muchas veces hay que quien se dice y muestra honesto es el primero en intentar apuñalarte por la espalda, o dejarte herido a tu suerte. Ellos, ellos son peores que muchos de esos horrores. Al menos aquellos muestran su verdadera cara.

- Bueno espero que si nos conceden a todos el trabajo que estamos buscando nos llevemos mejor, si no es asi me temo que nos veremos en mas de una situación comprometida - le digo al tal Gabriel. Y a continuacion aseguro bien mi mochila y me dirjo hacia los que aun estan fuera de la diligencia - ¿Quien se viene conmigo caminando?-

- Esperemos que más bien pronto que tarde recuperemos el coste de nuestro viaje. Amigo -digo mientras pago mis dos monedas de oro al cochero- ¿nos llevará directos a Altdorf o hay alguna parada por el camino?.

Puedo pagar este viaje pero si añadimos los costes de manutención quizá tenga que acabar andando, por Verena.

-Yo iré contigo a pie; me hará bien estirar las piernas durante el trayecto- Dijo el enano manteniendo ante todo su orgullo.

Había estado observando toda la escena un poco apartado, como siempre. Sin decir nada hasta tener la sensación de que nadie iba a hablar.

Este humano es el más respetable de todos, sin duda. pienso tras oír el monólogo de Corvo, y su advertencia a aquel con el que una vez comimos y nos había traicionado por unas míseras cinco coronas. Cinco coronas a las que a mi no me hubiera importando optar, o... Algo más. pienso con asco.

Me giro entonces al grupo grande, a las diligencias, a aquel estudiante de medicina y a las tres damas extrañas. A los cocheros y a el resto de mi grupo que podía permitirse el viaje en coche.

Pues me temo que yo también seguiré mi camino a pie. No estoy dispuesto a pagar dos coronas de oro por este viaje. Me parece un vil robo. dije con cierto tono de acritud y algo de orgullo, no me gustaba la idea de tener que reconocer que estaba sin blanca.

Me giré hacia mis otros dos compañeros de viaje; Dieter y Balmund.
Bueno, al menos no estoy sólo en esto, tal ves tengamos posibilidades de llegar sin ser machacrados. pienso echándoles un ojo al enano y al tipo delgado.
No os importará que me una a vosotros, verdad? les digo.

10.00

Hasta las 9 de la mañana la diligencia no estuvo a punto para poder partir, una vez listos, los cocheros llevan una velocidad de 3 km/h, veis que incluso los que van andando os delantan. Algunos de los de dentro se quejan de la lentitud de la diligencia, la única respuesta de los cocheros es que si ellos se sentian capaces que condujeran ellos. Pero nadie cogio las riendas.

Había pasado una larga hora de viaje cuando la diligencia se sacudio, había saltado una rueda de la diligencia, por suerte no había volcado. La rueda salio corriendo camino abajo, los cocheros os mandan bajar de la diligencia para arreglar la rueda.

- ¿A que esperas? ¡Ve a por esa rueda!- le grita uno de los cocheros a Gabriel

11.00

Empezais a caminar, al parecer vuestra marcha es más rápida de lo que va la diligencia, pues a los veinte minutos de estar andando se deja de ver. Llegais hasta un cruce de caminos, llevais dos horas andando sin parar y estais cansados, para colmo hace media hora comenzo a llover por lo que las ropas empapadas hace que cada paso os cueste más. Veis que hay un cartel diciendo que vuestro destino esta a 72 km de alli. Cerca podeis ver las luces de una posta, podeis ver que por su estandarte pertenece a la diligencia las cuatro estaciones

-Mi trabajo es cuidar la diligencia, no ser u simple mozo, aún así, por respeto al dinero de esas iré, aunque seguro les costara.

Espoleo mi caballo y avanzo (latigo en mano) tras la rueda.

Vladimir desciende del tejado tras el infructuoso sendero que debia recorrer la diligencia. Ayuda a descender a Ysella y al resto de las damas de la diligencia, hecha una mano tambien si hace falta a sus compañeros. Tras eso y sin decir mas se desplaza unos metros para permitir a los cocheros y Gabriel reparar el vehiculo y se tumba en un arbol cercano con la espalda apoyada en el mientras observa toda la operacion.

Sus manos aun se mueven por el brazo lastimado el dia anterior, pues aun nota los picores de que sus heridas estan curandose pero aun le queda. Vladimir la verdad no sabe si encontraran algo que hacer cuando lleguen pero esto no hace mas que empeorar y las posibilidades de llegar a ese trabajo aun se acortan mas.

Le enana se sentó junto a Vladimir a tomar un poco la sombra del árbol. Ysella bufó visiblemente enfadada. A pesar de haber sido estafados con el precio no iban a llegar antes a su destino en aquella diligencia que andando. Los cocheros eran maleducados e irracionales y su guardaespaldas era un imbecil profundo. El tal Gabriel creía ser un cruzado protegiendo a sus señores feudales y no era más que un perro encargado de hacer los mandados a sus sucios contratantes.

- Veo muy mal este viaje. Se respira un aire extraño. Hay mucho nerviosismo entre los cupantes de la diligencia y los cocheros. Esto va a acabar mal. Creo que si pudiera recuperar mi dinero seguiría a pie. Llegaríamos antes y con más monedas en el bolsillo. Lo único es que mis pies están destrozados de tanto andar en los últimos días. - Dijo la enana al clérigo de Ulrich.

En ese momento se quitó las sandalias y dejó reposar sus pequeños pies al aire libre. Rebuscó entre sus cosas y sacó un mendrugo de pan de su bolsa y le dio un par de bocados hasta que desaparecio. Luego sacó una bota de agua y dio un largo trago ofrecíendosela a Vladimir. Se volvió a calzar y siguió esperando que los cocheros arreglasen la rueda. Si eran lentos conduciendo el vehículo, aún lo eran más haciendo de mecánicos.

- Yo no puedo más. Voy a reclamar mi dinero y seguir a pie. Así, además, nos libramos de compañías desagradables. - Habló la enana.

La enana se levantó y se acercó a uno de los cocheros decidida. - Quiero seguir a pie y quiero que me devuelvan mi dinero. Van demasiado despacio para mis intereses y este último retraso hará que llegue tarde a una cita importante. Así que espero mis monedas ya. - Habló claramente la enana.

Vladimir escucha las palabras de Ysella, despues de darse unos minutos para pensarlo y asentir a las ideas de Ysella. Se acerca tras esta a los cocheros.

- Mi compañera de viaje tiene toda la razon. A esto no hay derecho, pensamos que al coger una diligencia nos permitira alcanzar el destino que necesitamos antes que llendo a pie, y a este paso vamos a perder la oportunidad de nuestra vida. ASi que si no les importa deseamos recoger nuestro dinero de regreso y seguir a pie el camino.