Partida Rol por web

-Tu jefe da escalofríos. Como intente algo raro tendrás un tercer agujero en la nariz en un par de nanosegundos... -dijo el expandillero. Su "despiste" había pasado y su mirada era intensa, tratando de abarcarlo todo: los créditos, las armas del que se los entregaba, los movimientos alrededor...

Con movimiento controlado y lento acercó la mano a los créditos. El tipo no parecía de los que quisiera disparar primero por diversión y eso ya era algo. Pero faltaba la respuesta de todos sus compañeros.

Sicks clavó su mirada en el lider de los mercenearios. Ese hombre tan estraño, del que emanaba un álito de miedo terrorifico. Si todo salía bien, podrían irse a casa con unos buenos creditos bien merecidos... si no...

La mercancía cambió de manos. Los créditos pasaron a ser de Syrus y la caja del mercenario. Aunque lentamente, la situación se estaba desarrollando bien.

Sicks hubiera jurado que la misma máscara había sonreído al aliviar cierta tensión. Lo que era evidente era la importancia que el enmascarado otorgaba a su compra.

El mercenario le entregó la caja, y con cuidado, el enmascarado abrió el cierre con lo que parecía una llave maestra. Hubo un siseo hidráulico, y la tapa se desarticuló y se dividió en dos, abriéndose y mostrando el contenido a todos.

Con pasos lentos, medidos, pero cierta cara de satisfacción, el ex-pandillero retrocede desde la zona de intercambio de vuelta hacia sus compañeros y la nave. Todo parecía haber ido bien y sólo faltaban unos minutos para poder escapar de allí un poco menos pobres que antes. Pese a todo, no podía evitar sentir también que algo no acababa de ir como debiera. Una punzada de vieja moralidad le atravesó el cerebro. Una mirada fugaz hacia el enmascarado y... siguió su camino hacia sus compañeros. Era demasiado peligroso, era demasiado atractivo el volver a "casa" un poco más rico. Y pese a todo, sabía que algo no encajaba.

Sicks vió como ambos paquetes se intercambiaban. Sin prisa pero sin pausa, indicó al resto que volvieran a la nave. El trato estaba cumplido, y ellos habían hecho su papel. Eran contrabandistas, y no hermanitas de la caridad. La galaxia estaba llena de mierda de este calibre.

Lo que necesitaban eran creditos para seguir volando, y eso habían conseguido.

Sin prisas, volvió a la rampa de la nave.

El enmascarado metió una mano enguantada dentro de la caja. El humo ocultó lo que aferraba hasta que lo liberó de su prisión y lo tuvo frente a él. Al principio fue difícil saber de qué se trataba. Parecía una simple barra metálica decorada con materiales brillantes y unas luces. Algo indefinible hasta que apretó uno de los botones.

- Excelente - dijo la distorsionada voz del enmascarado -. Habéis hecho un buen trabajo. Os deseo un plácido regreso a casa - dijo alegremente -. Los demás, nos vamos. Esto termina aquí, señores.

Para ser mercenarios, parecían más aliviados que decepcionados porque no hubiera problemas en el negocio. Con un sonido vibrante, el arma láser se apagó igual que se había encendido, y desapareció dentro de su túnica negra.

Seldon empieza a andar tras Sicks para subirse a la nave también.

¿Para qué narices pagaría alguien semejante pastón por un palo que brilla?

Había gente de lo más rara en esta galaxia...

No había hecho más que llegar a la rampa de entrada de la nave y el ex-pandillero ya estaba comentando la jugada, como era costumbre en él:

-¿Alguien más tiene la sensación de que no tendríamos que haber hecho ese intercambio? Joder, y mucho menos con ese enmascarado...

Su humor había pasado de "tenso" a "perros catchtianos" en unos pocos milisegundos. Bueno, eso no era nada nuevo, siempre había llevado una existencia veloz.

-Syrus, tengo ese pensamiento en cada cargamento. Trabajar para narcotraficantes Illfenses, traficantes de armas Hutts, o transportar asesinos Meroniaros. Somos contrabandistas, transportamos cargas ilegales.- Aunque a Sicks no le gustara una mierda este tipo de cosas...

Inició los propulsores con un rapido movimiento de las manos por palancas y botones de control.

-Ophara, repulsores al maximo. Has hecho bien en mantener los escudos bien cargados. ¡Nos vamos!. Por cierto, despegar, puedo yo solo. Ve atrás y pon tu par de ojos acuaticos en esa caja. No quiero rastreadores, radioactividad o explosivos.-

-Me voy de nuevo a la torreta. Pero tranquilo que sólo dispararé si me lo dices... -dice el ex-pandillero ya desapareciendo de escena en dirección a la torreta. No iba a dejar que le separaran de artillería, no sólo había aprendido a apreciar su puesto como artillero, sino que estar manejando semejante arma le hacía sentir... menos indefenso e incluso ¿más viril? Bueno, había muchos estudios psicológicos respecto a eso. ¿A quién le importaba?

El calamari estaba meditando e intentando colocar el mayor número de piezas posible en el puzzle en el que se había convertido aquella misión, pero ya que no conseguía sacar nada en claro decidió centrarse en lo verdaderamente importante de todo aquello: ya habían cobrado. Sin embargo, lo que a él le preocupaba en aquel momento era las consecuencias que podría traer aquello. No al resto de la galaxia, eso ya era un problema ajeno, si no a ellos mismos. La gente se cree que tras un trabajo tienes algún tipo de responsabilidad inalienable o algo por el estilo...

Decidió no pensar mucho en ello y activar los elevadores de repulsión para salir de aquel lugar al que no le había hecho nada de gracia llegar. Tras hacerlo va a la parte trasera de la nave en busca de cualquier regalito que aquellos amables caballeros pudieran haberles dejado como recordatorio por aquella transacción comercial.

Ya había tenido suficiente por hoy con uno de esos regalos.

Me voy a tumbar un rato.

Seldon estaba cansado... y necesitaba un cigarrillo. Sabía que a Sicks no le gustaba nada que se fumara dentro de la nave, pero después de todo Seldon en su camarote podía hacer lo que le placiera, y un poco de tranquilidad no le sentaría mal.

Avisadme si ocurre algo.

La nave despegó con la suavidad que caracterizaba a un modelo tecnológicamente puntero que era cuidado hasta en el último detalle. En apenas unos segundos, la atmósfera azulada de Corellia quedó sólo para miradas curiosas a través de las ventanillas, y el universo apareció frente a ellos, repleto de estrellas y de oportunidades ocultas.

Normalmente, tras terminar un trabajo, había tiempo de buscar oportunidades siguiendo la lista de contactos que el grupo había engrosado con los años de discrección y profesionalidad. Seguramente sería cuestión de hablar el siguiente paso.

Ophara se dedicó a mirar en el hangar y a manipular los sensores de la nave para efectuar un barrido de emisiones. No era algo convencional, pero el mon calamari estaba acostumbrado a hacer cosas fuera de la norma.

El barrido comenzó en el mismo instante en el que se encendía una luz de aviso. Era un sistema que había derivado el técnico para que avisara en cuanto se apreciara la cercanía de cualquier tipo de nave de tamaño crucero o superior. Corellia llevaba muchos años como planeta de dominio imperial, y el resto imperial se había hecho fuerte en él. La señal parpadeó con fuerza. Una lectura apareció en el monitor debajo de la marca.

Un destructor clase victoria se estaba aproximando a su posición.

Sicks se fijó en los sensores de largo alcance.

-Un destructor clase Victoria... pues tendrá que correr.- Ajustó los impulsores Sub-luminicos a plena potencia bordeando la atmosfera del planeta, para interponerlo entre él y el destructor. -¡Ophara te quiero aqui ahora!. Quiero un hacer un microsalto hyperespacial, y despues un par mas. Ya estoy harto de que me sigan. Necesito tu habilidad de astronavegación.-

Se movio echó atrás para activar varios controles mas. Las pantallas zumbaron al energizarse. Otro par de botnes mas y las armas se activaron.

-Señores, a sus puestos de combate.-

-Un destructor, un jodido y requete-gordo destructor... ¿¡Qué coño pasa!? ¿Tenemos una diana pintada en el casco y no me he dado cuenta? Joder, ya está bien. Como se acerque le disparo, ¡anda que no! -dice Syrus el artillero de gatillo fácil.

Nadie tuvo mucho tiempo de ponerse cómodo en sus puestos de combate. Casi inmediatamente la Viento Solar entró en el hiperespacio produciendo un sonido agudo y breve. La astronavegación indicó el lugar de destino. El siguiente sistema del corredor corelliano...el sistema Froz.

Apenas pasaron unas pocas horas antes de que el pitido de señalización de retorno al subespacio se activó. Al decelerar bruscamente, como solía ser habitual, los sistemas realizaron un chequeo automático. Delante de ellos, sostenido por la negrura del infinito, estaba el planeta principal de Froz, llamado como el sistema.

El calamari suspiró, mirando durante 3 segundos el suelo antes de ponerse en marcha. ¿Es que no se cansan? ¡Joder! Si lo sé hoy no me levanto.

Se dirigió a la cabina de mando junto a Sicks y se sentó en el asiento del copiloto, preparándose para apoyar lo que el Piloto había pensado. No iba a dejar que, tras lo que habían sudado para llevar aquella cajita hasta Corellia, fuera el dichoso destructor aquel a joderles tan gratuitamente la vuelta 'a casa'.

Cuando llegaron el sistema Froz, suspiró medianamente tranquilo. No había sido tan grave...