Un antiguo dicho rezaba: "Si te asomas al borde del abismo, encontrarás que el fondo también te observa a ti".
El espaciopuerto de Coronet era un hervidero de vidas ajenas y dispersas. Gentes y motivos a millones, cada uno por su propio camino, sólo la casualidad hacía confluir algunos de ellos, temporalmente, e hilvanaban los destinos de la Galaxia. Lo que algunos antiguos daban en llamar la "voluntad de la Fuerza", quizá no fuera más que el pausado pero inflexible entramado de opciones mezcladas hasta tal punto que, al final, de todo aquel caos sólo podía surgir un orden determinado.
Ar-Han Hel tenía aún mucho por aprender, pero sabía lo suficiente. Su maestro se lo había dicho. Quizá lo creyera o quizá sólo quería animarlo, eso ya no estaba tan claro. Pero él ya no estaba, había dejado atrás ese entramado y era por fin libre de lo que vivir en él implicaba.
Y su discípulo había salido del confinamiento que había supuesto su adiestramiento pausado, discreto, para seguir el rastro de una extraña sensación, algo que sólo podía describir como perturbación...una sensación inconexa que le seguía y le hacía seguir hacia un lugar indefinible. Consiguió pagar un pasaje a Coronet con la certeza de que allí había algo que le reclamaba, pero sin saber nada más, y cuando llegó finalmente, la madeja de gentes y caminos le sobrepasó hasta hacerle sentir un cierto mareo. Nunca en su vida, desde que recordaba, había estado tan envuelto de vida, y la sensación de la Fuerza fluyendo, uniendo los hilos dispersos y escurridizos, se le hizo excesiva incluso, alborotada, como una pelota lanzada con demasiado ímpetu.
Buscó un lugar más tranquilo para serenarse, y cuando pasó el agobio volvió a situar aquella sensación inconfundible. Era sutil, pero había aprendido a escucharla, aunque no la comprendiera. Desgraciadamente, era demasiado general para concretar algo en el enorme lugar al que había llegado. Ni siquiera sabría decir si la fuente no era la ciudad, el continente enorme...o incluso el mismo planeta.
Tanta gente me mareaba, estaba acostumbrado a la soledad. Bajo la gabardina notaba el peso de mis armas y mis sentidos estaba alerta ante cualquie amenaza.
A pesar de la caida de Palpatine, la galaxia seguía sin ser lugar seguro para un Jedi.
Estaba en un lugar apartado, sin mucha gente, esto me ayudaria a concentrarme.
Jefe, me voy a ir mañana a Madrid un par de días, asi que no creo que pueda postear. Si quieres postaere antes de salir de viaje.
Un saludo
Un recodo perdido sirvió de bálsamo temporal. Ar-Han no se explicaba la sensación. Era algo nuevo para él, sin embargo, también familiar. Tan incómodo y mal ejemplificado como un estornudo que no consiguiera expulsar, pero que no dejaba de picar.
La sensación persistía desde hacía días y se había manifestado por vez primera en un sueño. Un sueño absurdo donde un paraje árido le recibía desde una lanzadera antigua. Desde allí un torbellino de arena le aturdía y cuando se asentaba, se encontraba en un lugar boscoso, una jungla, y a lo lejos, sin ningún tipo de dudas, en lugar de montañas había una ciudad como esta, como Coronet...o como cualquiera de las enormes megaurbes que poblaban la galaxia.
Al relajarse, la sensación pareció tener un cierto fin, como si fuera mejor guía, si es que era eso lo que pretendía. Los ojos de Ar-Han se abrieron y miró la dirección que sugería. Un hangar de carga. Uno de tantos, Un lugar de acceso restringido en el que las mercancías se empaquetaban e identificaban antes de ser distribuídas en las naves correspondientes.
Me dirgó hacia el Hangar, espero que nadie me ponga pegas a la hora de pasar. Subo los cuellos de mi chaqueta para intentar pasar desapercibido.
No había vigilancia. Sin embargo, quizá no hiciera falta. El acceso de la puerta respondía a un código, y el sistema parecía bueno y actualizado.
Alrededor la gente pasaba indiferente, pero también había personal de vigilancia, aunque se esforzaran por pasar desapercibidos. Ar-Han Hel ya había visto muchos. La proximidad al acceso le separaba del resto de personal, así que podría llamar la atención si se acercaba demasiado sin hacer nada.
Miraba a los guardias con incertidumbre, siempre había estado a la sombra de mi Maestro, nunca había tomado decisiones por mi mismo.
¿Que hacer?pensaba amargamente
El tiempo discurría ante la indecisión del joven. La sensación quedó aparcada allí, como si no tuviera prisa. En las pantallas de anuncio corrían los avisos de salidas y llegadas. Por lo poco que recordaba, los espaciopuertos grandes se dividían en secciones. Ésta parecía una sección de transportes de carga hacia el sector principal comercial: la ruta corelliana. No sabía mucho más de esa ruta, excepto que la Nueva República intentaba volver a reinstaurarla, lo cual era difícil cuando sistemas enteros en su trayecto estaban aún bajo dominio del resto imperial...como era Corellia.
Había mucho más personal del espaciopuerto que pasajeros, señal inequívoca de que estaba en una sección de mercancía. Cerca de él había una pantalla que anunciaba los vuelos inminentes, si eran de pasaje o de carga, y su destino.
Junto a ellos, un par de cámaras móviles observaban el movimiento del pasillo. En el espaciopuerto de Corellia no dejaban llevar las armas al alcance de la mano, de manera que las tenía precintadas en una maleta propiedad del astropuerto, identificativa, para que todos supieran qué llevaba. En su caso, una pistola blaster estándar y un soldador portatil, algo que extrañó al revisor cuando lo escuchó, pero cosas más raras había visto, así que se cubrió las espaldas y lo catalogó como arma improvisada, y lo incluyó en la maleta.
Para que puedas pasar el sable, he pensado que lo camuflas como otras cosas, con piezas de recambio y una morfología adaptable. Dime si no te parece bien. Piensa que si lo llevas muy aparente, como sable, puede ser requisado en muchos controles.
Vale. Había pensado que estaba declarado como el soldador XDDD
Umm voy a pensar que hacer y logo posteo
Corellia, ese seria mi destino, con mi maleta precintada decidi embarcar en un nave que me llevase a ese lugar. Me montaria en el proximo.
La mayor parte de los transportes de la zona tenían un destino...mejor dicho...dos destinos: Ryloth y Tatooine.
La retomada ruta Corelliana había vuelto con fuerza. La necesitad de comerciar y de "comerciar" había precipitado las cosas. Ambos planetas eran desérticos, y en ambos, la ley era algo más local que galáctico. No les importaba mucho quien mandara en la capital, ni siquiera dónde estaba la capital. El flujo de tratos se mantenía y eso era todo. O eso era lo que había oído.
Ambos planetas eran el destino final de la ruta. Ryloth era la penúltima parada y Tatooine la última de ellas. A partir de allí, el vacío de la Fuerza.
Me he debido explicar mal. Ya estás en Corellia, en el astropuerto de Coronet.
vale vale. Perdona quizá sea yo quien anda algo desorientado.
Mi historia acaba cuando arreglo el monoplaza y parto al espacio, entonces se supone que que llego a corellia y tengo que buscar a Luke...
Creo que me he perdido sorry...
Ningún problema, compañero. Ánimo, que seguimos en la brecha.
Mis objetivos estaban bien marcados debería encontrar al Maestro Skywalker. Pero que hacer...
Un presentimiento me había llebado a Corelia pero ahora el hervidero de gente me apabullaba.
Definitivamnt me he perdio. ¿Que tengo que hacer?
Una extraña sensación me ia abordado desde que llegue a Corelia. Intente concentrarme en ella, cerre los ojos y habrí mi mente a la fuerza.
No hizo falta mucha concentración para descubrir que algo ocurría en la zona de carga de ese sector. Algo tenebroso, un frío sutil, quizá, pero no por ello menos cortante. La puerta seguía cerrara y la seguridad estaba activada, pero por lo que podía verse en el sistema de avisos, los cargueros de ese sector se moverían principalmente hacia los lejanos mundos de Ryloth y Tatooine, cerca del fin de la Galaxia.
No podía resistirme, se que mi antiguo maestro lo habría considerado imprudente pero tenía que entrar en la zona de carga. ¿Pero como saltaría la seguridad?
Un primer vistazo le indicó que había varias puertas. La de servicio era la que estaba frente a él, custodiada por la cámara que la enfocaba todo el rato. Tras la otra esquina había otra, pero ésta tenía unas ventanas transparentes por las que se veía un pasillo que llevaba a una zona de carga, con varias cintas donde había equipaje que entraba en unas compuertas que se abrían el tiempo justo para dejar el paso.
Desde ese pasillo llegaba un individuo con uniforme de empleado del astropuerto, seguramente un transportista. Justo cuando parecía que iba a abrir esa puerta se perdió hacia la derecha. Unos minutos después, al fin, apareció de nuevo, vestido ya como uno más de los viajeros que circulaban por allí y abrió la puerta con un pase de seguridad.
Salió y, al observar Ar-Han, le sonrió brevemente. Era un chico joven, y parecía que tenía prisa. Había cerrado la puerta tras él.
Miro el pase de seguridad de el guardia.
Puedo cogerlo con el poder de mover objeto??
Cuando se concentró, el pase de seguridad voló tan rápido a las manos de Ar-Han que él mismo casi se sorprende. El joven no pareció darse cuenta, apresurado como iba, sino que se colocó bien la ropa y la atusó con premura y se alejó de allí.
Tirada: 1d20(+5)
Motivo: Mover objeto
Dificultad: 10+
Resultado: 19(+5)=24 (Éxito)
Tirada oculta
Tirada: 1d20(+2)
Motivo: Descubrir
Dificultad: 24+
Resultado: 18(+2)=20 (Fracaso)