Abró la puerta con el pase de seguridad y entro, rapidamente me doy cuenta de que todas mis armas están precintadas en mi maleta, una sensación parecida al miedo recorre mi espalda.
He vuelto!!!
La primera puerta de la izquierda estaba también cerrada, pero tenía un interruptor manual para abrir. Frente a Ar-Han continuaba el pasillo hacia la zona de carga, donde la sensación era más fuerte. EL lugar permaneció silencioso y solitario, como si de repente todo se hubiera evaporado. El ajetreo y los sonidos apresurados quedaron atrás, tras la puerta que había atravesado. Allí sólo quedaba un mecánico siseo y un pitido que se repetía cada vez que un fardo o mercancía se acercaba demasiado a un sensor, en el breve espacio en que Ar-Han podía ver una cinta transportadora sinuosa.
Casi de manera inconsciente avance el largo pasillo que me separaba de la zona de carga, estaba atónito por ese silencio.
Mis pies se movían pso a paso por el largo pasillo automáticamente.
La sensación aumentó de forma extraña. De repente, Ar-Hen tuvo frío, un frío que provenía del interior y le hacía sentir como una derrota o una rendición. Había atravesado el pasillo. La cinta a su izquierda terminaba en la puerta que se abría y cerraba y otro pasillo que se abría a la derecha. En la misma pared que la portezuela había una entrada con acceso restringido, sin ventanas, y otra puerta enfrente de ésta, que no tenía dispositivo de seguridad. Al fondo, el pasillo parecía torcer de nuevo hacia la derecha, como si hiciera una U.
Una inexplicable tristeza invadia mi cuerpo, involuntariamente un par de lágrimas escaparon de mis ojos, ese desanimo hacía mas difícil la elección de un camino, habría complicado cualquier tipo de decisión o eleción. De manera imvoluntaria usé el pase del guardia con la puerta de seguridad.
La puerta se abrió y descubrió un almacén oscuro, lleno de sonidos arrítmicos y de sombras. Como miles de serpientes unidas en un juego imposible, las cintas se distribuían en distancias, alturas y formas. Era difícil seguir el rastro a nada.
Sin embargo, junto a una esquina oscura, la sensación se hizo más fuerte. En la penumbra, entre cargas de todo tipo que se desplazaban, una figura parecía estar quieta. Una figura de tamaño humano, aunque grande...negra.
De repente me di cuenta de que no tenía porque estar allí, que si alguien estaba infringiendo alguna norma era yo. También recorde mis armas precintadas en la maleta que lleva a en la mano, no me gustaba estar con la Blaster fuera de mi alcance. Decidi a¡hacerme el loco.
Hola?? Hay alguien ahí. Verá ando algo perdido por aqui.
Ar-Hel notó un frío que casi lo congela, de repente, en su interior, como si le hubieran golpeado con puro odio. Una sensación que no había sufrido nunca, pero de la que su maestro le había hablado.
La sombra dio un respingo y escuchó un sonido como el silbido de una válvula al aumentar de intensidad justo antes de cerrarse del todo. Luego un chirrido y la figura comenzó a correr entre las sombras y las cintas de transporte, alejándose de Ar-Hel.
Una fuerza me hizo seguir a esa sombra era una fuerza mayor a esa desagradable sensación, a saberme desprotegido al llevar las armas en un estuche.
Ehh tu!!! Espera!!!!!
La figura no esperó. Se mantuvo en silencio y apresurada como una niebla se movió en la oscuridad como si la conociera, velozmente.
Mientras esquivaba las cintas para acortar distancias, Ar-Hel vio cómo la figura desaparecía tras una pared que estaba en total oscuridad.
Un eco de frío le llegaba a la garganta, como si un odio antiguo le reclamase. No era difícil sobreponerse, pero tampoco podía ignorarlo. Lo que sintió antes de entrar en aquel lugar era mucho más neutral que eso, una simple llamada. Ahora, no podía ser de otra forma, estaba frente a un ser del lado oscuro.
Me quedé quito ante esa pared de oscuridad, un sudor frio recorria mi frente. Incapaz de avanzar un solo paso.
La curiosidad mato al gato
Pense amargamente. Agarraba la maleta precintada con miedo. Intenté controlar mis emociones sabia que un ser de ese tipo aprovecharía mis dudas.
Luke acabó con los últimos Sith, este no puede ser uno de ellos.
"Y el Emperador acabó con los últimos jedi", le llegó una voz que nació de su propia cabeza atribulada. "Nada es lo que parece cuando las sombras descienden y se hace el silencio". Ar-Han casi podía oír la voz de su maestro, recostado o tumbado, como casi siempre. Un hombre sabio que muchas veces tosía y otras no encontraba el aire suficiente con el que hablar.
La oscuridad que le cubría ahora era parecida a la que él debió sentir. Ya no quedaba más rastro que un eco de esa sensación, algo extraño. Se había ido apagando en el momento en que vio a la figura, y mientras la perseguía brevemente, sin darse cuenta, se había ido casi totalmente.
Ahora sólo quedaba él y el sonido de las cintas, un silencio de su mente, como si hubiera despertado allí de repente y no recordase qué hacía allí.
De repente...nada.
Alli seguía yo agarrado de manera infantil a una maleta precintada, como si abrazarla podría haberme salvado la vida.
De repente me di cuenta de mi fracaso, estaba perdido en un planeta remoto y jamás encontraría a Luke. Solo era un niñato a meio entrenar con unos escasos poderes. Pense en seguir mi vida como mercenario. En la que esas escasas habilidades eran mas que suficientes xa sobresalir.
El miedo me invadio y cai rendido de rodillas, sin saber que hacer.
Las fiestas geniales, gracias x la pausa...
La sensación oscura se había ido, otorgando un ligero respiro a Ar-Han. La imagen de su maestro moribundo era común en su mente, pues siempre le había visto encogido, débil, y finalmente postrado durante dos años en los que apenas comer unas frutas suponía un terrible esfuerzo, y su conexión con la Fuerza era quizá lo único que le había librado de morir.
Las cintas siguieron moviéndose, como lo hace la vida, pase lo que pase. Eso le procuraba enseñar en vida. Siempre hay que continuar, aunque sólo sea por deber, por ánimo o por curiosidad.
Me alegro, chaval.
Ya sabes, libertad absoluta, no voy a dirigirte. :D
Era obvio que alli ya no había nada, aquel ser había encogido mis tripas. Pero el silencio es lo único que se notaba.
Decidí que no podía permanecer mas tiempo allí, tenía que buscar a Luke, decidí salir del area restringida y volver a la zona de carga.
La salida hacia la zona de carga supuso un evidente alivio para Ar-Hel. No había pasado mucho, pero le daba la sensación de que hubiera estado allí horas enteras. Afortunadamente, no fue así, y el panel de información reflejaba aún los mismos destinos y los mismos vuelos. Por otro lado, nadie le había visto salir de allí, lo cual era adecuado para evitar problemas posteriores.
No era fácil saber dónde podría estar Luke Skywalker en aquel momento, pero las informaciones más fiables indicaban que se había dirigido a Tatooine, eso era al menos lo que se decía. Sin embargo, y por eso estaba allí, había quien pensaba que cumplía algún tipo de misión allí mismo, en Corellia...o que por lo menos se encontraba allí un amigo suyo, un pícaro tahúr antiguo propietario de una ciudad minera llamado Lando Calrissian.
Lando no era la persona que mas ilusión me hiciera conocer, se dice que hubo un tiempo en que incluso trabajo para Vader, nunca llegue a ver su famosa mascara, la última vez que lo vi aún se llamaba Anakin, pero ya era un asesino, un asesino de niños!!!
Mi cabeza volvio a mi cuerpo, mi maestro siempre me regañaba por distraerme, ese siempre fue un gran problema.
Sonreí ligeramente al pensar en mi maestro.
Luego volví al tema que me ocupaba. Buscar a Luke o Lando en todo un planeta.
Quizá mi mejor opción sería enterarme de si las tropas de la Alianza andaban por alli, sería un comienzo para mi busqueda.
Ar-Han salió del espaciopuerto. La ciudad se presentó ante él metálica y ruidosa. Parecía Coruscant, una masa infinita de edificios y carriles de acceso. No es que él la conociera personalmente, al menos no desde...la caída, pero debía ser más o menos así. Dejó un lado recuerdos perturbadores y dirigió su mente al presente.
Estaba anocheciendo. Se dio cuenta de que la luz artificial fluía y se dispersaba en función de la caída del Sol. Pronto la noche estaría tan iluminada como el día en aquella sección de la ciudad, al menos en las zonas de tránsito denso, como en la que se encontraba.
Un breve paseo le indicó que si había miembros de la Alianza, éstos no se dejaban ver, pero los hombres del resto imperial sí. Debía tener cuidado. Oficialmente, por lo poco que sabía, el planeta...el sistema entero pertenecían aún al resto imperial, y ya había visto una buena muestra de ello. Por lo que le había dicho su maestro, los rebeldes basaron gran parte de su éxito en la discreción y el subterfugio. Las batallas campales le fueron adversas la mayor parte de las veces, e incluso cuando vencieron fue contra todo pronóstico y en el último instante...algo con lo que uno no debía contar.
El padawan vio los carriles que transportaban gente, un arcaico sistema del que se sentían orgullosos...una nave anclada a una plataforma que se movía por un camino definido. También había otras formas de moverse, más adecuadas a estos tiempos, como los aerotaxis...
Bien, dime por dónde te mueves...por las zonas de negocios, residenciales, de ocio, barrios marginados, etc...
Asi que los restos de la alianza debería estar actuando de manera sigilosa, debería ser discreto a la hora de buscarlos, sino el imperio me freiría, aunque fuese un Jedi no era inmortal
Sonreí
Ni siquiera era un jedi
Intentaría buscar algo en los barrios marginales mi maestro dijo que los rebeldes basaron gran parte de su éxito en la discreción y el subterfugio. Ademas el imperio no se rebajaría a establecerse por allí.
Pense.
La noche terminó de establecerse e innumerables luces tomaron el control de la ciudad. Las sombras se hicieron presentes en los lugares menos recomendables, donde la delincuencia era suficientemente osada como para desactivar la iluminación y la misma guardia del resto imperial permitía que en el interior hicieran su propia ley, siempre y cuando no hubiera sospechas de que se producían actos que apoyaran la Nueva República.
Por ello, a medida que se adentró en la oscuridad, Ar-Han dejó de ver cualquier resquicio del resto imperial, y comenzó a sufrir las miradas curiosas de los habitantes.
Así llegó a una zona algo más iluminada, que se abría en una pequeña plaza donde había varias cantinas. De todas ellas llegaba el hedor a suciedad y alcohol fuerte, y de todas ellas entraban y salían individuos de mirada dura o borracha, igualmente armados y con aspecto de necesitar muy pocas excusas para comenzar una pelea.
Del lugar donde había entrado había dos de esos antros, uno llamado "Pizca de Blach" y el otro "Tarallas". En principio, no había diferencia visible entre ellos. Los dos daban verdadero asco. Más adelante se recortaban dos o tres más, del mismo estilo.