Partida Rol por web

A Hisabel la tipa esta le estaba calentando el moño de mala manera. Cogió la cinta aislante y le tapó la boca con ella.  -Que te he dicho que calladita estás más mona. Y que me dejes pensar, que me atrofias las neuronas. Follogüers...-Era una idea. -Cuando plastifiquemos a esos gollus hablaremos de nuevo del asunto. Pilló un ducados, lo encendió y le metió una calada que se lo cargó de la primera chupada, tirándole el humo a la cara a la golfa -Señorita pocha de Madriz, que has cantao antes más que mi almeja cuando me tuvieron una semana encerrá en un gulag de Siberia. Tira pallá que te meto, coño.

Se fue corriendo al pc a la llamada de lo salvaje, de Blake . Abrió los ojos como platos XXL -¡Coño! Eres un genio sin lámpara, jefe. Lubinas de los putos moros. ¡Indepes confabulados con las hordas demoníacas de los infieles! Los que odian a los cerditos. Ven, ven, Bonitín, que a ti te interesa como catador de jabugo. ¡Y ya sabía yo eso de la droga!

Se había puesto nerviosa. -Mentalero, coge el disco duro, con este material podemos meterle mano al Empotrao -sus ojos saltimbanquis repararon en el teléfono. Pa él que se fue y se puso a marcar...-Sí, hola...no entiendo...Que quiero un cerrajero...tenemos un problema, nos han encerrao unos pichaflojas antiliberales...eso, con cadenas y candados...¿Oyisti?¿Media hora dice? Vale, vale. -Colgó el teléfono y de un salto se subió a la mesa.

-Necesito mi guitarra. Para desprenderme de la tensión, nan nan nammmm, nan nammmm -Empezó a tocar de manera ficticia el instrumento a lo jevi metal y a girar la cabeza y la melena. De pronto se detuvo y os miró con cara de niña malvada que acaba de hacer una travesura. -Que noooo, que nooooo, que no he llamado a nadie, os lo habéis creído, payasos,  jajajaja. Venga, pasadme la soga, anudadla, y aupadme hasta la ventana. La ato a los barrotes y la bestia X Men que tire. ¡Aupa España y Madriz Libre! ¡Abajo la tiranía de los Lubinafer!

Cuando ya estábamos todos libres, empezamos a rebuscar por el almacén cosas que pudieran servirnos para escapar. Mientras, el jefe se infiltraba en el ordenador del "vaamorirencuantolepille" Xuan y encontraba toda la porquería en la que estaba metido. ¡Contrabando de lucios! ¡Anda qué...! Aunque también estaba metido en la droga, cosa que me sacó de mi ensimismamiento y me hizo dejar de mirar por los alrededores. La boca se me hizo agua, ya que seguro que por aquí guardaba algo de condimento.

Me fui al escritorio, ante la llamada del jefe y miré por encima el monitor. Como un perro policía aduanero, empecé a olfatear a mi alrededor. Al poco, abrí los cajones del escritorio, hasta que di con una bolsita cerrada y sellada que probablemente contendría diez gramazos. Mis ojos se abrieron de par en par, mientras la cogía sin que se dieran cuenta los demás y me alejaba de todos, ocultándome detrás de unas estanterias.

La abrí con ansia y metí la superlarga uña del meñique, cogiendo un poco de la sustancia allí contenida y llevándomela a la napia. Aspiré con fuerza y decisión, para catar el producto.

-"¡Ufffff! De primera..."

Era tan puro que me entró un subidón casi instantáneo. Los piños se me durmieron ipso facto y la mandíbula empezó su frenético deambular por la cara. También sonó un jodido retortijón, así que actué rápido. Cogí unos papeles de periódico que había a un lado y los puse en el suelo. Me bajé el pantalón del chándal a la velocidad del rayo y me agaché in extremis, antes de que el sifón o explosión saliera de mi ojete. ¡Era como el Big Bang! En un momento había soltado todo lo que tenía dentro. Se podía decir que meaba por el culo. Con restos de periódicos, me fui limpiando hasta quedarme limpito como un bebé. Me levanté, doblé los periódicos donde había dejado la pegatina y me la llevé para tirarla. Pero al llegar al escritorio, pensé en hacerle un intercambio al Xuan: su bolsita por mi bolsón. Así que abrí el cajón nuevamente, donde había encontrado la mercancia y le dejé allí la mía. Cerré raudo el cajón y mirando a mis compañeros, les dije, apretando fuertemente la mandíbula, que quería desprenderse de mi boca:

-"Bien, vamos a salir de aquí y darle su merecido a ese mascachapas."

Tras lograr quitarme las esposas y Ana cortase la brida de las manos, me desate los pies. Una vez en pie, tratando de no pisar el pis de Hisabel, ni las aguitas marrones de la bajante. Pense en mis ajados zapatos y ya usado vestuario, anda que no podíamos vestirnos bien si terminábamos el trabajo, un rato en unos grandes almacenes era urgente para todo el grupo. Hisabel no tenia ni bragas de repuesto, los pantalones mojados y con agujeritos. Yo iba con vómitos, sangre y demás miserias por mis ropajes, que hace tiempo que eran viejos y usados. 

Yo creo que con lo que nos ha ofrecido Ana, una vez arreglemos su problemilla con el hijoputa, loco, empotraó y sarnoso del Xuan, y los subnormales, hijoputas sarnosos, engarniaos de su banda (Aquí pensaba sobre todo en el malnacido retrasado que me había partido la cara) podríamos ir pensando en ir a comprarnos ropa nueva, que casi da vergüenza andar como vamos por ningún sitio. 

Luego pude ver en el ordenador lo que había encontrado el jefe, contrabando de lubinas con los moros, esto era oro puro.

Pues no lo tiene claro el cabrón del Xuan, ha metido la patita hasta el fondo del pozo, cuando se entere el Arensivia con lo nazi y racista que es, seguro que tiene puro odio a los moros, le podemos dar por jodido. Pero primero hay que tener unas atenciones con estos tipos tan majos que nos han dado tan buen recibimiento en su pueblo. Yo ya estoy pensando en que podría gustarle al majete con el hermano en el hospital, para que se pasen allí unos días los dos juntitos.

Las ventanas las veía muy pequeñitas para mi persona, y el perchero muy grande. Cogí una silla y la estampe contra una pared con la intención de usar unas de sus gruesas patas para hacer palanca entre la cadena y la puerta.

A ver si lograba romper algo, tal vez necesitase la ayuda de Poli, fuerza bruta en estado puro.

Poli si me echas una mano, hacemos palanca y vemos si somos capaces de abrir esta puñetera puerta.

Mientras tanto Hisabel estaba con las ventanas, por las que tal vez, una vez arrancadas las rejas, podría salir al exterior.

Las manos de Anthony volaban en el teclado a una velocidad de 40 pulsaciones por minutos. Iba a dos dedos, pero joder, que bien puestos los tenía, donde ponía el ojo ponía el dedo y no daba pulsación sin hilo. El ordenador no tenía secretos para él y pronto le estaba cantando la Traviatta, el Oh Sole Mío y el Buenas Noches Señora todo junto, en coro armonioso de ceros y unos. El tipo era un gochu en más de un sentido, drogas, contrabando de pescado y demás, aquello parecía el corte inglés de las pruebas así que empezó a mirar una manera de sacar todo ese oro de la mina. Miró a su alrededor en búsqueda de una impresora matricial, de esas que te destrozaban los oídos e imprimían media página por minuto, pero el reino del gochu no era de este mundo y no tenía impresora, pero eso no quitaba que no hubieran maneras. Allí, oculto a los ojos de los millenials estaba la forma de sacar la información. A ojos de los jovencitos aquello eran posavasos, pero para un gurú como él, para un viellu, aquello era oro. Diskettes, Diskettes de 5 y cuarto, 720 Kb por cabeza, así que iba a necesitar quince, pero había suficientes. Así que se entregó a la faena mientras sus compañeros, bueno, un líder no se interpone entre sus compañeros y la llamada de la naturaleza, no si se quiere mantener la cordura.

Hisabel la tomó con la pobre Ana y la amordazó con lo mismo que habían usado los de la banda. La cara de miedo de la mujer al notar la mordaza era una poema. Se retiró con lágrimas en los ojos y se separó todo lo que pudo de Hisabel mientras ella se encendía un pito y la amenazaba con pegarle. En cuanto se fue Hisabel a consultar el ordenador se quitó la mordaza y dijo balbuceando - des.... des.... despedidos. Estáis todos despedidos. Ahora llamaré a la policía para que me saque de aquí, cogeré el barco y me iré a Galicia. Estáis todos como una puta cabra, yo creía que contrataba profesionales y prefiero jugármela con el gochu que con vosotros.

Hisabel hizo su numerito con el teléfono y luego se marcó un Highway to Hell con su air guitar encima de la mesa, dándolo todo, como en la feria del sobre del PP. Pasó las cadenas por los barrotes de la ventana mientras el resto ataban las cuerdas a las cadenas para poder estirar con fuerza.

Mientras Poli se hacía con el muestrario de harina colombiana que debía tener Xuan para las visitas, y se lo cambiaba por algarrobas de Vallecas. La harina era dabutén, tronco, de esas que sirve igual pá rebozar que pá repostería, de esas que te pone de 0 a 100 más rápido que el buga del Alonso, además así se quitaba la fartura de faves, que tenía un metabolismo ultrarápido cuando estaba en una situación de peligro. Ya estaba listo, listo para matar, para pegar, para lo que hiciera falta.... Preparado para la gloria.

Bonitín por otra parte intentaba no meterse en ningún charco, ni de la bajante ni de Hisabel, que ya iba bastante lleno de sus propios fluidos como para meterse en los de otro. La emprendió con una silla para intentar sacar una buena palanca para forzar la puerta. Lanzó la silla contra la pared y esta le rebotó sin romperse, dándole en la espinilla de mala manera. La muy jodida debía ser de las de antes, no de las mierdas esas de Ikea que le pegabas un viaje y la dejabas hecha confeti. La lanzó unas cuantas veces más, con cuidado de que no le rebotara y finalmente sacó una pata para encajarla en la puerta y empezar a hacer fuerza. Las venas del cuello de bonitín se hincharon como para que pasara el cocido de faves sin digerir ni nada. Empezó a hacer fuerza y la puerta crujió, moviéndose hacia fuera del riel, pero aquello pesaba demasiado y Poli parecía estar demasiado colgado para ayudar, Hisabel en la mesa estaba haciendo el spiderman y el viellu estaba a puntito de echarse un solitario.

Mientras Ana, Ana los miraba asustada y se iba en dirección al teléfono. Lo descolgó intentando no llamar la atención y empezó a marcar, un 0, un 9.... Estaba acojonada, no se había meado para poner un poco de distancia con Hisabel, pero se había hecho un blanqueamiento integral en 1 minuto. Lloraba, mientras repetía lo despedidísimos que estaban y que ella quería volver a Madrid al sálvame, que eran 1000 veces menos salvajes que ellos.

Los lloriqueos de Ana no eran lo único que se podía oír, pues las aspas de un helicóptero retumbaban en la cercanía, a la izquierda del almacén, muy cerca, tanto que casi se olía la gasolina y todo.

A medida que se van llenando de información turbia, voy guardándome un floppy tras otro en el bolsillo interior de mi chaqueta negra, que tiene más capacidad que el bolso de Mary Poppins.

Para cuando termino de copiar todo lo que considero interesante e incluso algunas cartas de amor a Covadonga que ahora mismo no tengo tiempo de leerme, mis compañeros han hecho un formidable trabajo demostrando quién manda aquí. Han destrozado el mobiliario, han marcado el territorio y poco menos que han secuestrado a nuestra patrona. Asiento muy satisfecho con todo lo que veo, admirando su profesionalidad y sintiendo que no estoy a la altura.

Que Anita amenace con despedirnos casi me parece lo más normal del mundo. Si es que... ¿a quién se le ocurre contratarnos?

Me acerco a ella muy sonriente y le estrecho la mano.

—Estupendo, así no tenemos conflicto de intereses. Estás contratada. Te necesitamos de manager de esas de... comunidades, o lo que sea. Ya has visto lo que pasa cuando nos anunciamos en el Teletexto y tú eres una estrella con un montón de contactos, seguro.

Saco una tarjetita de papel y mi lápiz diminuto de Ikea:

—Toma, firma aquí y el contrato ya lo redactaremos cuando haya más tiempo. Shhhh, calla, no digas nada, creo... creo que ya sé lo que me vas a decir pero ahora mismo dinero, lo que se dice dinero, no podemos ofrecerte mucho. A cambio podemos ofrecerte tantos sobaos como puedas comer y... Bufff, mira que eres dura negociando. Y te dejamos elegir una de cada cinco canciones que cantemos en la furgoneta. Y ya vale de pedir, no me pidas más que ya me estoy pasando y se me van a sublebar mis muchachos. Si lo sabré yo... Acabas de cerrar el mejor negocio de tu vida, como se nota que tienes estudios. ¿Te he contado que yo estudié medicina pero lo dejé porque me enganché al Magia Borrás? Otro día te lo cuento porque es la monda. En fin, que... ¡Enhorabuena y bienvenida al equipo!

Me llevo la mano al puente de la nariz para tratar de controlar el dolor de cabeza que se me está poniendo en un momento y me giro hacia mis compañeros.

—¿Soy el único que oye ese ventilador gigante? ¿O es que alguno ha encendido la radio y no consigue sintonizar la emisora?

-¿Qué dices despedidos? -Hiasbel Emperatriz Sol se miró de hito en hito a la rubia molona que estaba como una regadera. Adoptó la pose y la expresión burlona de la chica guay del insti, los brazos en jarras, la mirada guasona, solo le faltaba mascar chicle. Su voz sonó aflautada adornada con toques suaves de cinismo. Bouquet. - Mimimimimimi...Ya hemos hecho el trato y San Honorato, san Honorato ya hemos cerrado el trato. ¿Te suena? Entre españoles muy españoles nos tenemos que ayudar. -Que sería una majara de libro pero no tonta ni olvidadiza.

Se fue a lo suyo. Casi se marea y se cae de techo agarrada y pegada como estaba gracias al pis pegajoso, cuando le llegaron a la delicada naricita los efluvios de la descarga de Poli. Por dió. Menos mal que ya estaba atando las cadenas a los barrotes. Echó mano a la pistola en el trasero y no la encontró, ah, claro, que los gallus moracos se la habían robado. Da igual, apuntó con los dedos simulando una pistola hacia Poliformo- BANG BANG BANG BANG sopló el cañón riendo a lo Harley Cuin y terminó con las cadenas. Ahora quedaba saber si salían por piernas por la puerta a la que sobaba Benitín, ¡ni el amante bandido!, o arrancaban los hierros y ella escapaba haciendo rappel de ese para abrirles luego la corredera.

-¡Poliiiii! Politoooo, deja ya el caballito y empieza a tirar un ratitoooo!

Se escuchó un sonido molón que la piloto identificó inmediatamente -No, Thony. ¡Es un helicóptero! ¡El cabrón de Arensivia! ¡O los cerrajeros!

Su cara palideció un segundo. Al siguiente se recompuso, toda muy digna, mirando hacia el cielo -¡¡A Dios pongo por testigo que no volveré a la cárcel, antes muerta que presilla, si buena vida os quité, mejor sepultura os di, y más vale morir de pie que vivir de rodillas!!

Intentó comprobar la posición exacta del vehículo volador mientras seguía gritando.

-¡Socialismo o libertad, socialismo o libertad!

La maldita puerta no terminaba de ceder, sería necesario una ayudita extra. Pero Poli, bueno pues eso, no parecía que estuviera por la labor. El jodio se había echado un buen truño, tras gasearnos a placer, y lo había recogido en unos papeles de periódico, para dejárselo de regalito al Xuan. Mientras Hisabel maltrataba a Anita, que ya nos había despedido, otra vez sin cobrar ni un duro. Pero mientras que Hisabel y Poli continuaban su competición por ver quien estaba más loco, el jefe trato de calmar a la Obregón. A ver si podía echarle una mano:

Ana bonita, tranquila y no te lo tomes a mal, solo era una broma de Hisabel. No llores y ten paciencia, que pronto saldremos de aquí guapetona.

Luego me dirigí a Poli:

Ahora que ya te has quedado ligerito y bien a gusto, podrías echarme una mano, a ver si conseguimos abrir esta puta puerta. Hisabel por esa ventana solo entras tu, por esta puerta salimos todos. Vamos a ver si logramos que la puerta ceda. Un poco de trabajo en equipo, por favor!

En estas estaba cuando comenzamos a oír el puñetero helicóptero del Calleja. Y nadie se había dado cuenta de lo que se nos venía encima, y muy cerquita del almacén.

Cojonudo, parece que ya esta aquí el Calleja con su helicóptero. Estarán por aquí bien cerquita, las cámaras de tv, medio pueblo, policía, guardia civil y su puta madre.

Me dirigí ahora a Hisabel que no parecía entender lo que estaba pasando:

Hisabel, tal vez no sea el mejor momento para montar escándalo en esa ventana y salir por ella al exterior, tal vez llames la atención de alguien si sales saltando desde una ventanita a 3 m de altura con el pantalón roto y meado. No se, creo que tratar de salir por la puerta va ganando puntos por momentos.

Cada día se nos iba más la pelota. Hay que joderse otra vez sin cobrar, a ver si encontrábamos algo de pasta del Xuan en algún sitio, no teníamos ni para bragas, y otra vez a comer sobaos. Puta mierda de vida. 

Una vez hecho el intercambio de material entre el Xuan y yo, me dirigí hacia la puerta, donde estaba Bonitín intentado echarla abajo. Hisabel me llamaba también para que tirara de unas cuerdas para romper los barrotes de una ventana. Lo de salir por allí, no lo veía claro, yo no cabía.

-"Hisabel, vamos primero a intentar abrir la puerta y si no podemos, lo intentamos con la ventana, ¿vale?"

Cogí algo que viera por el almacén, algo de hierro, no sé, una barra o una llave inglesa del tamaño de mi brazo. Con ella intentaría meterla entre la cadena que cerraba la puerta y daría vueltas, a ver si con la presión, algo cedía. Los músculos se me hincharon como nunca, haciendo un gran esfuerzo. Me puse más colorado que un tomate. Si no fuera porque ya había descargado, muy posiblemente se me hubiera escapado algún tropezón por el ojal y luego tendría que ir con el derrape en los gayumbos.

Hisabel sabía que venía un helicóptero pero desde su posición no podía verlo. La ventana por la que miraba daba a otro cochambroso almacén (almacenes 3) y por el sonido, olor y sabor del aire sabía que el helicóptero estaba aterrizando a su espalda (helipuerto), pero no era lo único que sabía, un máster de la Carlos III en helicopterología daba para mucho más. El modelo era un Robinson R44, los cojinetes los tenía un poco gastados, el piloto se llamaba Paco y su mujer le estaba poniendo los cuernos, se notaba por la brusquedad al hacer el descenso y porque el helicóptero parecía tener un peso excesivo en la parte delantera, algo que solo podían ser los cuernos del piloto. Tenía capacidad para 3 pasajeros y hasta dos tripulantes, costaba unos 300 de los grandes y no es que fuera un Apache o un Comanche pero volaba.

Mientras Anthony y Bonitín intentaban calmar a la bióloga con escaso resultado, y es que el hecho de meterle un trapo en la boca había erosionado la poca confianza que pudiera tener en ellos, que una cosa era ser bióloga y la otra suicida. Como nadie se lo impidió siguió marcando el número de teléfono  y se quedó a la espera durante un par de minutos hasta que tuvo que colgar con un gemido.

Poli, al que tanto Hisabel como Bonitín querían por sus músculos, se decidió por ayudar a Bonitín, más que nada para que Hisabel no se matara por la ventana que era capaz, y, porque puestos a elegir el cantante le caía mucho mejor que la loca. Buscó algo fuerte con lo que hacer palanca, algo fuerte y duro como, como algo fuerte y duro, no entremos en detalles, pero salvo el perchero, una pata de la silla o algo así no parecía haber mucho a su alcance con lo que poder hacer palanca. Intentó meter el perchero pero no había manera de hacer fuerza por ahí, así que empezó a buscar alternativas, porque lo que estaba seguro es que había muchas maneras de abrir una puerta sin ganzúas, palancas ni tonterías de esas, como por ejemplo a cabezazos o a patadas, pero como ya había aprendido que las puertas y las cabezas son mala combinación cogió uno de los archivadores metálicos, quitó los cajones para que pesara menos y se lo cargó en ristre. Debía pesar sus 20 kilos buenos, pero para Poli aquello era como recoger una colilla del suelo, y una vez con el ariete improvisado listo solo tuvo que apuntar hacia la puerta mientras Bonitín seguía haciendo palanca.

El klong resonó en todo almacén y la puerta, con cierto suspense, se desencajó del riel, dejando paso libre sin necesidad de abrirse, dándole acceso a un almacén con las cosas más maravillosas que pudieran encontrarse. Allí había material para construir la estrella de la muerte si hacía falta, tubos de distintos tipos, nasas de pesca, planchas de acero, equipos de soldador, motores de embarcaciones, aquello parecía el Leroy Merlín de las fugas, tanto que casi daba dolor de cabeza por todas las oportunidades que tendrían. Lo que más llamaba la atención era un toro elevador junto al que había una caja abierta enorme que tenía escrito "Devuélvese a les mocines". Un vistazo rápido reveló que probablemente las esposas habían salido de allí porque había todo tipo de material erótico-festivo, incluida lencería, lo cual iba a ser un alivio para Hisabel.

Ni siquiera el encanto de Bonitín parecía sosegar a Antoñita la fantástica. Cuando le dijo que no se preocupara que todo iba a ir bien y que era una broma de Hisabel la miró de reojo y asintió llorosa mientras seguía llamando por teléfono, marcando un 1 final, un 0, un 9 y un 1.

Mientras Hisabel le decía que ahí había trato, y que por sus ovarios el trato se respetaba, que eso de donde dije digo, digo Diego era de republicanos, bolivarianos y partidarios de Podemos, y que ahí estaba ella para recordar que España es una, grande y unida y que los españoles se ayudaban, y quien no ayudaba ni era español ni era na. La actriz tragó saliva, dio un pasito para atrás, haciéndose pequeñita y le dijo

- Sí, claro que sí señorita, pero por favor, no me mate, tengo familia y perros, y un montón de followers, que no sé ni porqué los tengo, pero están ahí, y necesitan que haga mis posados veraniegos, lo necesitan.... por favor, no me mate.....

Pero Hisabel estaba muy entretenida jugando a spiderman con la ventana para matarla, aunque mira, ya le había dado una idea, y las buenas ideas merecen una consideración. Mientras los demás trabajaban Anthony decidió que aquello era una oportunidad irrepetible, si contrataran a la Obregón, buaahhhh, la cantidad de sesentonas que les ofrecerían trabajos, partir las piernas a las lagartas que se acercaran a sus nietos, bajar gatitos del árbol, obligar a la fuerza a que toda la familia volviera a casa por navidad, una mina, una verdadera mina de pasta, así que intentó camelársela al estilo mentalista. La mujer lo miró, parpadeando como si su cabeza hubiera cortocircuitado. Una del equipo le decía que había trato, y pobre de ella si no lo había, mientras que el otro aceptaba el despido. Carraspeó, sonrió con debilidad y le dijo

- Hombre, una estrella, he hecho mucho cine y televisión, no es que tenga una estrella en el salón de la fama pero tengo casi tantas portadas del Hola como la Preysler, que no es moco de pavo. Aunque no lo veo muy claro. No es cuestión de dinero, es que, me da miedo la facha, y mira que yo voto a Vox eh? pero me da miedo, así que vamos a hacer una cosa si le parece. Si ustedes me resuelven el problema yo podría hacer algún post en instagram recomendándolos, pero como se vuelva a acercar a mi esa loca lo que haré es ponerles a caer de un guindo, que no van a tener trabajo ni recogiendo algarrobas en el pueblecito más pequeño de España. Así que hagan su trabajo, y si puede ser no me maten, por favor, se lo ruego.....

Intento no mostrarme muy abatido por el rotundo rechazo laboral de mi propuesta. ¿Pero a quién no le va a gustar un Imperio Romano del siglo I? Digo... formar parte del equipo JARL. Hay que estar muy perjudicada para desaprovechar una oportunidad semejante, pero bueno.

No tengo ni la más remota idea de qué es un post o un instagram pero me puedo imaginar que lo primero es una abreviatura del Washington Post y que el segundo debe ser una revista americana tipo Interview, con señoritas posando en la portada. No sé si eso va a atraer a más clientes que el Teletexto pero estoy dispuesto a probarlo una vez que hayamos terminado con todo este asunto.

El estruendo que provoca Poli al forzar la puerta de nuestra prisión con la fuerza de un titán pone fin a mi conversación con la rubia.

—¡Grande, Poli! ¡Eres un fuera de serie!

El helicópetero continúa zumbando ahí fuera y prácticamente ahoga mis palabras, pero yo tengo un plan genial para derribarlo una vez que veo todo el material que Juanín y su banda tienen en este almacén:

—¿Qué os parece si construimos un tirachinas gigante o una catapulta y la usamos para lanzarle la carretilla elevadora a ese moscardón sobrealimentado que nos sobrevuela? A lo Bruce Willis, ¿qué me decís? Como cuando derribó aquel en el que viajaban Rajoy y Espe.

Hisabel hizo caso de sus amiguis y cuando reventaron la puerta a lo bestia ella descendió por la soga a lo Lara Croft pero con más arte.

-Joder, Poli, Red Bull te da alas. –Le soltó una palmada en la espalda que hubiese tumbado a un elefante, pero para su compi no fue más que la caricia de una libélula adolescente.

-¿Tienes ya los diskettes, Anthony? Vamos.

Salieron a la nave general. Cuanta cosa, se le hizo la boca agua y la entrepierna no, porque ya la tenía empapada. De pis. No seamos guarros. –A ver Anita, que nosotros no matamos a nadie, si acaso a bolcheviques indeseables los castramos para que no se reproduzcan. Y ya. Pero tú por si acaso cumple el trato, vale, guapi. – Su sonrisa fue dulzura y encanto, si es que cuando quería la Hisabel era todo miel y mantequilla. –¡Wualaaa, mira Anita Nomemates, mira esta ropa!

Era ropa de zorra, pero menos nada. –Dios provee, solo tienes que pedir. – Rebuscó y pilló algunas cosillas, se ocultó tras el muro de cajas –Al que mire se la corto –amenazó con una risilla traviesa de bruja moderna. Y eso, sin entrar en detalles, se limpió bien limpita, se puso unas minibraguitas con un conejito estampado, los leguins de cuero y encima una miniminifalda que más bien parecía un cinturón ancho.

- Menos es nada. Menos es más. ¡A ganar las elecciones, tralará! ¿Cómo me veo, tú, sexsymbol, mola , eh! –se dio una par de vueltas delante de la patrona y de los chicos, para terminar levantando la faldita enseñando y dando un meneito con el culito de cuero.

- ¡¡¡¡Nooooooooo!!! –le gritó a Anthony. –El helicóptero es sagrado, lo necesitamos, no me seas revolucionario Cheguevaro, huevón. –Y, llevada por su impaciencia, su sagacidad, su atrevimiento y diversos trastornos psíquicos, agarraría a Ana por la muñeca y tiró de ella corriendo hacia la Rosi, para pillar material. –Ven, guapa, que ya siento muy dentro que te quiero un poquito, tú me ayudaras a distraer a los monos del helicóptero.

Por fin parecía que la suerte estaba de su lado y no de la del cabrón del Xuan. Poli en un alarde de fuerza bruta consiguió abrir la maldita puerta.

Bien hecho campeón! Por fin podemos salir de este estercolero de oficina, se agradece hasta el olor de pescado podrido. 

Se quedo sin palabras, tenían de todo, ahora si que podían prepararles unas sorpresitas al Xuan y su banda hormonada.

Por fin, aquí tenemos todo lo que necesitamos para apalizar brutalmente al puto Xuan y su banda de retrasados. Cuando vengan de su comilona, podemos hacerles caer en una serie de trampas a base de tubos y objetos contundentes. Y luego cuando convirtamos este toro en una tanqueta, los terminamos de apalizar. Matarlos, no, pero que deseen que lo habríamos hecho. 

Anthony mejor nos construimos una tanqueta con el toro, yo comenzaré soldando unas planchas metálicas para dar protección al piloto. Luego ya veremos que le podemos añadir para darles unas buenas ostias a esos salaos.

Hisabel se puso a revolver en una caja con ropas de algunas fulanas, de las baratas, se fue tras unas cajas y salió con un conjunto sencillamente horrible, no me lo podía creer que una cosa es estar loca y otra esto. Y nos pregunto que como le quedaba.

Pues, bueno, parece que limpios están. Eso si, yo que tu no iría paseándome con eso por el pueblo.

Y quería llevarse a Anita con ella, cuando estaba claro que Anita tenia un miedo terrible por nuestra Hisa. Vamos que estaba a puntito de cagarse encima.

Hisabel, tal vez no sea buena idea que te lleves a Ana, déjala un ratito conmigo a ver si le canto unas rancheras y echamos unos bailes, en los descansitos, mientras voy blindando la tanqueta.

No podrías ir hasta la Rosi y traer nuestras herramientas, por si fueran necesarias. Tal vez Poli pueda acompañarte, para ver que no le ha pasado nada a la Rosi, y te eche una mano a traernos nuestro equipo en unas bolsas, para que no lo vea alguien por casualidad y llamemos la atención más de la cuenta.

Cada día era más difícil que el anterior, la locura se extendía rápidamente en nuestro equipo. Tendríamos que surcar la ola y de paso irnos preparando para el retorno del Xuan, y del maldito Arensivia.

Y traerme el radiocasette y unas cintas de las buenas, de las mías.

No habrá algo de beber por ahí?

Venga Anita vamos a bailar un rato guapa, que no podemos estar todo el tiempo currando, que la vida son dos días.

-Que no sabes de moda femenina, Bonitín del Sur. Tú mucho desvertir a las mujeres, pero ni idea de vestirlas. A cada uno lo suyo. Y a Madriz y a mí lo de todos. 

Se detuvo a escuchar las peticiones de su amigo.- Jopelines, pides más que los falsos pobres en la iglesia. Y que los progres, todo el día con sus rollazos feministas. Ya te traigo. -lo llevas claro, quiero ese helicóptero, mi teeesoooroooo.

Pues si la Ana la loka no quería venir, a ver si Poli podía echarle un cable. No al cuello, que eso no es fashion. Aunque ella de momento seguiría agarrando de la muñeca a la muñeca. 

Las cabras del pueblo ya se han escapao, riao, riao...que diga, el equipo, después de una demostración de maña de Poli la puerta cayó y los dejó libres, como el sol cuando amanece yo soy libreeee, como el mar. Tenían todo un almacén para hacer cantidad de cosas guapas, un X-Wing, un Panzer, la nave espacial Enterprise, pero a Anthony solo se le ocurrió hacer un tirachinas gigante, uno de esos como los del angry birds, pero en lugar de para tirar pájaros lo iban a usar para lanzar carretillas, y solo tenían una, así que más le valía acertar. No era un mal plan, pero Hisabel quería su tesooooro, y en caso de que la cosa se pusiera fea siempre podían huir en el helicóptero. Así que, tras una pequeña conversación quedaron en que, de momento no lo harían, aunque Anthony echó un vistazo buscando mecanismos hidráulicos o gomas lo suficientemente fuerte como para lanzar un vehículo de más de una tonelada de peso en tiro parabólico.

No todo eran planes militares en el equipo Jarl, siempre había un rinconcito para la moda, más cuando estabas meada. Hisabel revolvió entre las ropas que había allí y se puso lo menos cantoso que había, mientras Ana se acercaba con ella, de buena voluntad pero arrastrada por el ímpetu y la garra de acero de Hisabel. La famosa miró entre lo que había y cogió un látigo, que ella no sabía disparar pero había tenido a algún becario a látigo en sus tiempos mozos.

Bonitín empezó a cargar planchas de acero para blindar la parte delantera del vehículo y así, al subir la pala, poder proteger al conductor. Pesaban como sus muertos y el único que le podría ayudar, Poli, estaba en uno de esos trances que le daban cuando se metía algo por la nariz. Les gustaba cuando callaba porque estaba como ausente, más teniendo en cuenta que los decibelios los solía poner Hisabel y si hablaban todos a la vez aquello era una jaula de grillos. Bonitín lo llamó sin obtener respuesta, y Ana tampoco parecía tener ganas de bailar con él, lo miró, le sonrió con una sonrisa temblorosa mirando de reojo a Hisabel y le dijo

- No...no...se preocupe señor Bonitín, yo misma le traeré las cintas, para ver si se amansan las fieras...que diga, para que el trabajo sea alegre y productivo. Además, la señorita y yo ya...ya somos muy amigas, y no me va a hacer daño, porque las dos somos muy españolas, y mucho españolas. Además, ahora está como para mojar pan, igual nos vamos a ligar asturianos....a....a que sí, señorita? Pero por favor, no me pegue....por favor....

Bonitín buscaba condumio, pero allí no había nada que beber, era un almacén, no un bar, pero le había parecido ver uno cerca del mar, aunque allí también habían visto uno de los hombres del gochu. Hisabel abrió la puerta, pidiendo por favor a Anita que la siguiera con garra de acero y entonces lo vio. Su pequeñín.

Era tan bonito, y sobre todo no tenía nada que ver con los cerrajeros, la policía o Arensivia. Debía ser el helicóptero del pavo del programa, ese que subía montañas y hacía el pazguato creyéndose muy gracioso, el Christian Galvez o algo así. A los pies del helicóptero un tipo estaba haciendo una serie de comprobaciones, así que decidió ir por él más tarde, primero la Rosi, en la Rosi tenían las herramientas, sobre todo las que hacían terceros ojos, y no se podía tomar prestado una belleza como esa sin tener herramientas. Si es que lo tenía todo a mano, una gasolinera, un helicóptero, ahora solo necesitaba los misiles, las bombas termita y una buena ametralladora McDonell McDouglas de 30 milímetros para ser feliz. Había a quien le bastaba un camión, pero Hisabel no era de conformarse con facilidad.

La Rosi estaba en el parking junto al almacén 1, por lo que entre tirones y sonrisas desquiciadas Hisabel guió a su nueva amigui por la parte trasera de los almacenes, que era donde parecía que había menos bullicio. No había nadie, ni tampoco había gran cosa, un par de carretillas, cajas de pescado vacías, un par de papeleras y varios contenedores con ruedas llenos de todo tipo de desperdicios, principalmente pescado, porque aun estando a sotavento aquello daba a la nariz que daba miedo.

Rodearon el almacén 2, siguiendo la linea de almacenes y allí la vieron, la Rosi, aparcada junto a una food truck que vendía burritos. Ir a por ella era posible, pero podían verla, el hombre del gochu estaba mirando al mar pero no era lo mismo ir sola que llevar de la manita a la Obregón, que seguro que tenía de sigilosa lo que tenía de joven. Había que decidir, ir sola y que igual la patrona se diera las de Villadiego o ir de la mano, aunque igual lo mejor era ir y neutralizar directamente al guardián. No era el primer tipo que se cargaba con las manos desnudas, y los bolivarianos independentistas de Oyististán le estaban tocando los bajos cosa mala.

Como buen líder que sabe cómo motivar a sus compañeros, me acerco a ayudar a Bonitín al estilo de los viejos que miran obras, dándole indicaciones pero sin doblar el espinazo que igual me quedo tronchado al intentar levantar una de esas tuberías y qué decir de las planchas de acero.

—Vente, Poli, échanos una mano que me está viniendo una imagen mental que parece que me la está inspirando el propio Lancelot de Mole desde la tumba. Vamos a armar aquí la de San Quintín.

Con el talento de mis compañeros para soldar y el mío para mirar cómo lo hacen y decirles que en mis tiempos no se hacía así, muy mal se tiene que dar para que no acabemos convirtiendo esta carretilla elevadora como mínimo en un carro de combate LEOPARD 2E con torreta móvil para efectuar disparos de 360º con la M-240.

Bonitín tenía alguna virtud, tenía una poderosa voz y ritmo, muy listo no había sido nunca, y muy currela tampoco. Pero lo que no soportaba era el aburrimiento, miro por el almacén pero no encontró ninguna botellita para ir trasegando las penas. Al parecer el puñetero Xuan no le daba al contrabando de bebidas alcohólicas, una auténtica desgracia. Y además se habían ido las féminas, Ana no había querido ni echar un bailecito, no estaría tramando algo.

La Hisa esta mu trastornada y nos la puede liar con el puñetero helicóptero del Calleja, pero ahora mismo me preocupa más si no estará tramando algo la Obregón, no se, parece que la Hisa la ha asustado y ahora se la lleva fuera, a ver si no nos busca algún marrón.

Poli era un tipo excelente, pero tenía mucho vicio, demasiado, tras abrir la puerta y liberarnos, le había dado un chungo, no se cago, porque ya lo había hecho en la oficina y no tenía ya nada en las tripas. Pero se había quedado alelado, que ni pa lante, ni pa atrás. Cualquier día nuestro Poli, nos daba un disgusto.

Venga Poli espabila, menudo aire que te ha dao. Muévete un poco para entrar en calor y que se te centre un poco la pelota. Ánimo campeón. 

Por lo menos el jefe me estaba ayudando en la faena. Me centre en traer las placas metálicas, hasta el toro. Luego realicé unas medidas con una cinta métrica. Y corte algunas planchas para ir blindando el toro. Una vez cortadas fui colocando una a una en su sitio y a soldar. Tenía para un rato, pero al menos Anthony me hacia compañía y vigilaba que no metiese mucho la pata.

Anthony parece que algo vamos logrando, a ver que tal nos queda esto. Voy a dejar una ranura entre las chapas, para que el conductor pueda ver hacia donde va, pero estrecha para que lo proteja lo mejor posible.

Tras un rato aquello comenzaba a tomar forma, pero el ritmo de trabajo tampoco era para matarse, Bonitín hacía lo que podía. No habría estado mal tener algo de beber, y el radiocasete. Pero al menos estaba entretenido. Cuando terminase con el blindaje, habría que pensar en como armar el vehículo para ostiar bien al Xuan y compañía de retrasados. 

También es conveniente que vayamos pensado en alguna bromita graciosa para esos salaos, tubos, planchas, motores y demás cayéndoles por sorpresa en la espalda y los riñones, y seguro que pasan un buen rato.

Cagonros. Quizá deberías haber ido directa a por la libélula. ¿Tú crees? Claro, si no, ahora qué. Y has visto lo mona que es. Amarillo el cuerpo, azul la cola, El frente rojizo y blanco. Ainsss, que se me enamora el alma. –Las voces le hablaban dentro de la cabesa y ella giraba sus ojos de oriente a occidente. Se mordió los labios, agazapa junto a Ana Botella detrás de un contenedor.

Se miró a la rubia de hito en hito- ¿De verdad crees que estoy para mojar pan? Ayy…Hisabel se hinchó que las braguitas y el sujetador le iban a explotar. Empezó a formar tirabuzones con un dedo en sus cabellos- Oye, que si quieres el jamón jamón de Bonitín, yo te lo consigo. Pero tortillear nada de nada. Que tengo mis principios. Tenemos que acordar un pacto de gobierno. ¿Te hace? Va, dame un tortazo y estamos en paz.

Hisabel cerró los ojos y puso cara de limón esperando la bofetá. Sin soltar a la tipa.

Con torta o sin ella, después se chupó un dedo, pensando. –A mí no me conoce ese de la torre y el alfil. Te metes en la carretilla y yo empujo así disimulada. O prefieres un contenedor. Que no. Si tuviese unas cerillas…Nos paramos y nos pillamos unos burritos y una birras, para seguir fingiendo, capicci. Y en un pim pam, cuando el separatista bolchevique no mire, nos colamos en la Rosi. Me da que le gustarás.

Se relamió los labios.- Que podría lanzar de una patada los contenedores al mar y formar follón pero igual no tengo fuerza suficiente. El Potro no ha venío, el muy mamoncete. ¿Y si te pongo una papelera en la cabeza? –la mercenaria aguerrida probó –Nah, no te queda bien. Mira, hazte un ovillo dentro de la carretilla, te tapo con las papeleras y con mi chaqueta...-se quedó con la camiseta puesta – Venga, así…Toda una aventura, eh? Ni el Conde Viagra te lo va a hacer pasar mejor. Vamos a ello.

Nada más cargar contra la puerta y derribarla, con el ariete improvisado que había hecho, me empezó a dar todo el bajón. Un amarillo de esos chungos, como cuando te sientan mal los porros. Intenté que no se me notara, pero la cara blanquecino-amarillenta de muerto me delataba. Y el silencio, no decía nada porque no podía hablar, estaba que me caía al suelo y toda mi concentración se iba en no caer desplomado. Las voces de mis compañeros sonaban distantes, lejanas y difusas. La oscuridad me envolvió y todo sonido desapareció.

"Ánimo campeón."

¿Campeón? Esa palabra empezó a hacerse fuerte en mi cabeza, resurgiendo como un ave fénix en todo su esplendor. Sí, yo había sido infinidad de veces campeón de España y Europa. Del mundo no, que me ganó un yanqui negro, pero a puntos. Poco a poco fui volviendo en mi y los olores y sonidos de mi alrededor volvieron a hacerse nítidos. ¡Joder con los chungos! Hacía que no me entraba uno varios días, pero lo pasaba fatal.

-"Voy chicos, que me he quedado pensando en una resta. ¿A qué os ayudo?"

Avancé hacia Bonitín y Anthony, sin ver a las chicas por los alrededores, ¿dónde estaban? Me quité la chaquetilla del yonqui-chándal y me quedé a pecho descubierto, listo para trabajar, dar hostias, morder columnas vertebrales, preparar unos sandwiches o lo que fuera menester. Pues no me había pasado yo una temporada de agricultor en los terrenos desecados y poco productivos de Vicálvaro-Santa Eugenia, cerca de La Tolsa, afinando mis músculos...