Partida Rol por web

Hakk se aleja de Valeria y Jonah, y de la gente que os rodea, abriéndose paso a empujones. Comienza a recorrer el exterior del muro, atravesando el campamento improvisado de desplazados. Mira con asco la gente. Y con atención el muro. Y los soldados lo miran con atención a él.

***

Hay una marca horizontal en el muro. Ésa era la altura que recordabas. Por la diferencia del estado de las piedras, no hará mucho que han aumentado la altura. Unos meses, a lo sumo un par de años.

Mientras caminas, oyes desde la zona del campamento a un grupo de desplazados que hablan con desprecio no disimulado en sus voces.

- Mira ese enano de mierda -suelta un escupitajo-. Se cargan el mundo y ahora quieren largarse de aquí, ¡no te jode!

- Pues que se ponga a la cola, primero vamos las personas, que somos quienes sabemos construir barcos -dice otro, jugando distraído con lo que parece un hacha de leñador.

- ¡¿Todo esto es culpa de los enanos?! -dice otro, con sorpresa y rabia.

- Joder, ¿de quién si no? ¿Quienes están bajo tierra, venga a hacer agujeros y abrirla a su antojo, como si fuera su zorra? Estos putos enanos han tocado lo que no debían. Ahora la tierra se traga el agua y nos tira lava a cambio. ¡A todos nosotros! ¡Por su culpa!

- Han cabreado a los dioses -sentencia el anterior, clavando su hacha en el suelo.

Los cuatro se quedan observando a Hakk, con miradas furibundas. Por lo fornidos y las hachas, dirías que son leñadores. Probablemente desplazados del aserradero de Aiján.

- Mierda... ¡joder, que viene!

Los leñadores se preparan como pueden para esa respuesta violenta imprevista. Uno de ellos no llega a tiempo y cae bajo la poderosa carga del enano.

- ¡¡Yaaah!! -grita desde atrás el que tenía el hacha en mano, descargándola sobre Hakk, y acertando de casualidad en la herida del hombro que le hizo el ankheg, abriéndola de nuevo.

- ¡¡Mierda!! -grita otro con dolor en su voz, al ver a su compañero fallecer entre estertores.

Noto cómo Ast quiebra el cráneo de ese mequetrefe, emitiendo un hermoso brillo azulado en sus runas. Ver a Ast así me excita, y me llena de furia para la batalla que acaba de comenzar. Mientras saco de un movimiento brusco la hoja de Ast del cráneo del leñador, uno de sus compañeros me asesta un golpe en la herida que ya estaba cerrando.

- Hijo de putaaaa!!!! Y con esa mierda de hacha?!?! -grito al asqueroso humano que me desafía, jodiéndome más que me ataque con un arma así (por llamarlo de alguna manera) que el hecho de que me haya alcanzado. Me vuelvo contra él y en vez de usar el hacha uso mi puño, que aprieto con fuerza. Lo alzo para golpearle en la cabeza cuando...

Hakk no termina el golpe, cuando se ve obligado a cambiar la trayectoria de su brazo para parar un hachazo que le viene del costado, dirigido a su cabeza.

- ¡Cuidado Archie, atrás! ¡Ahora Manel, jódelo! ¡¡Pártele la cabeza al hijoputa!! -dice fuera de sí el leñador que ha visto su golpe frustrado.

Los leñadores se han recompuesto de la sorpresa y rodean a Hakk, atacando con sus hachas en cuanto ven la oportunidad.

- ¡A las piernas! ¡No, al cuello! ¡Cuidado!

No son muy duchos en el combate, pero cuentan con la ventaja del número.

Hakk recibe varios hachazos. La mayoría los para con su hacha o se encarga la armadura. Pero algunos entran, haciéndole cortes que a otra persona menos curtida en combate le hubieran hecho gritar de dolor.

Estoy en pleno combate y la furia me ciega. Olvido mi entorno y a mis compañeros. Sólo estamos esos asuerosos leñadores y sus hachas de juguete, Ast y yo. Ast silba pletórica en cada movimiento, veo que los leñadores me rodean, pero nada importa, incluso me golpean, pero nada importa, yo sigo, y sigo y sigo hasta que derrame toda su sangre.

Los leñadores tienen rodeado a Hakk, pero no logran aprovechar esa ventaja. Tienen claro que se están enfrentando a un guerrero curtido en combate. Se revuelve como una fiera que se sabe rodeada: para los golpes con el hacha o con las muñequeras, gira, su hacha silba en amagos y ataques, ofrece su cuerpo allá donde tiene armadura... y las hachas de los leñadores tan solo muerden metal.

Los leñadores empiezan a darse cuenta de sus pocas posibilidades.

- ¡¿Qué te hemos hecho?! -dice casi sollozando el más joven, mientras hace varios amagos para atacar pero no se anima. No puede desviar su mirada del enorme hacha del enano.

Se oye una carcajada a lo lejos. Hay bastante barullo en la muralla. Se ha formado un grupo de soldados que desde las almenas observan el espectáculo. Aunque no todos están mirando. Hay un círculo que discute a viva voz. Claramente están apostando.

Noto que estos cabrones empiezan a darse cuenta de con quién están tratando, y eso no hace más que animarme y me vengo arriba. El combate es un arte, y romper huesos también. Doy inercia a mi adorada Ast al tiempo que giro sobre mí mismo, describiendo un círculo con ella y alcanzando a más de un leñador*. La sangre que se vierte me lleva a una especie de éxtasis perverso. Me noto fuerte, me noto poderoso. Me sé poderoso.

Aunque estoy muy concentrado en el combate y no alcanzo siquiera a distinguir un objeto a más de diez metros, unas risas me llegan de alguna parte. Llaman mi atención unos guardias que ríen en lo alto de la muralla, seguramente de estos pobres desgraciados que pronto estarán en otro mundo. A nuestro alrededor veo sombras, figuras que se amontonan para vernos pelear y apostar.

De repente, la lucha se decide. Un hachazo, un leñador caído, destrozado. Estupefacción. Un movimiento rápido, y otro de los leñadores es lanzado unos pies hacia atrás hasta derrumbarse con un golpe sordo, dejando en su trayectoria un rastro de sangre.

El último de los leñadores, el más joven, deja caer el hacha, y queda inmóvil, aturdido, viendo la escena sangrienta que tiene ante sí.

Desde la muralla se oyen gritos de júbilo y aplausos.

Desde el campamento se oyen gritos de horror y lamentos. Ahora que la pelea está terminando, a Hakk le parece oír "Parad" y "Basta". Tal vez lo gritaban de hace tiempo, y lo escucha ahora. Suena lejano.

El fragor de la batalla y la sensación de victoria nublan mi juicio. Respiro haciendo un fuerte ruido ronco, Ast me incita, me enamora, me lleva de la mano hacia la victoria. Oigo algo parecido a voces, muy lejanas, que me suplican detenerme, pero ¿por qué habría de hacerlo? La victoria está ante mí, un combate lo es hasta el final. Recuerdo a mis antiguos y sus enseñanzas. Recuerdo batallas, grandes planicies cubiertas de sangre, y el placer de la victoria. Recuerdo haber acabado cientos de veces con cientos de criaturas, muchas de ellas bañado en su sangre, salpicado con trozos de piel y huesos, arrebatador de vidas, aniquilador de pueblos. Miro al enclenque humano, miserable: - No debiste comenzar algo que no pensabas terminar. -tras pronunciar las palabras alzo mi hacha y la clavo en su cráneo, partiéndolo en dos. Su cabeza, junto con su torso, cae hacia ambos lados, salpicando sangre y desparramándose junto a sus compañeros.

Inspiro largamente, pausado, satisfecho, pleno. Esta victoria es mía, y sólo oigo los aplausos desde la muralla. En torno a mí un gran charco de sangre que lo empapa todo, el suelo, sus cuerpos inertes, mis ropas, mi rostro. Alzo mis manos y a Ast en señal de victoria y miro alrededor con una amplia sonrisa. Grito lleno de júbilo: - UUUURRRRGGGGG!!!!!! -más que un grito es un gruñido, que me reafirma como vencedor.

Un grupo de desplazados llegaron corriendo, a tiempo de contemplar el perturbador final del último leñador.