Partida Rol por web

Parecía que la cosa iba a ser sería, se sirvió ella también un vaso con un dedo de whisky  al cual por ahora no dio trago. Cuando el hombre empezó a hablar ella asentía una y otra vez, empezando a usar su imaginación como siempre lo había hecho, de forma activa y un poco caótica. 

Si, yo anoche escuché un perro! Creo...- musitó la duda mas para ella que para él. Tomó un sorbo del icor dorado, frunciendo el ceño por el fuerte sabor- una tumba abierta, por dios santo, puede que sea algún tipo de alimaña que se quede en alguna cueva de día, ¿hay cuevas?- preguntó con gran interés. A veces, su afán por las historias le hacía preguntar de más. Cuando O´Connel habló de la muchacha se le encogió el pecho. ¿qué haría que una persona normal, una muchacha, acabase como un veterano de guerra? ¿cual era la tumba?

Cuando él la miró no pudo evitar devolverle una mirada de compasión y una suave sonrisa, intentando serenarle- lamento mucho todo lo que esté pasando...yo...no se que podría decir o hacer, ni siquiera se que hago aquí exactamente. 

El hombre asintió cuando dijiste lo del perro, suspiró un tanto y luego negó ante tus preguntas.

Iona no tiene cuevas, es una planicie, no hay cuevas.. créame que hemos buscado por todas partes. La verdad es que es.. desconcertante. cuando preguntaste sobre la tumba hizo un gesto de hacer memoria, pero sin éxito. No lo recuerdo, creo que de una de las monjas de la abadía.

El hombre se mostraba fuerte, se encogió de hombros y tras fruncir el ceño unos instantes te preguntó.

Quizá puedas hablar con Alice, a veces es más fácil hablar con un desconocido de ciertas cosas. reflexionó durante unos momentos. Pero me intriga también.. ¿por qué las coordenadas de Iona? ¿Quizá buscaba algo o alguien aquí? ¿No recuerda nada?

He intentado hablar con ella...sin resultado, de hecho cuando se ha despedido de mi, ha sido la primera vez que me ha hablado, pese a intentarlo varias veces- lo mira, frunciendo un poco la boca- pero podría intentarlo otra vez si usted quiere- le susurra bajito. 

Pues la verdad, es que no lo se, soy escritora y me gusta viajar a veces a sitios para conocer los lugares o crear atmósferas pero no tengo ni idea de que hago aquí- se encoge de hombros. Se bebe lo que le queda de vaso, que apenas es un chupito de un trago- ¿cómo se puede ir al lugar?

Bueno.. quizá con lo que ahora sabe pueda sonsacar algo más.. sugirió el hombre mientras se miraba el vaso vacío.

¿El cementerio? Junto a la abadía. Quizá no la vio, está al otro lado de la entrada. explicó, de nuevo un trueno hizo temblar la madera.

Miró al cielo cuando el tronar volvió a recordar le lo que había fuera- ¿tiene pinta de que vaya a dejar de llover en algún momento?- preguntó inocentemente. 

El hombre miró hacia la ventana y se encogió de hombros.

Es estación de lluvias. Todos los años tenemos unas tres semanas de lluvia más o menos intensa, aunque este año esta siendo especialmente virulento. dijo Gwydion. Quizá en algunos momentos pare, pero no lo hace a menudo.

Al otro lado de la entrada...¿de donde? Me gustaría ir a verlo aun que hay algo de luz. Supongo que, sellaron esa tumba ¿no es así? - iba bajando el tono de voz según hablaba de ese tema escabroso, como si temiese la respuesta. Curiosa por naturaleza, aun tenía suficientes miedos como para que la idea no le terminase de agradar, pero algo tenía que hacer mientras estaba allí. - ¿es justo ahí donde marcan las coordenadas?

De la entrada de la abadía. reseñó el hombre mientras llenaba de nuevo el vaso, pero con menor cantidad. Cuando le preguntaste sobre el proceder con la tumba abierta, te miró algo perplejo con lo de sellarla.

Volvimos a enterrar los restos, algo más profundo, lo que nos permitió la lluvia. respondió con sencillez, aunque demostraba no estar muy cómodo con ese punto.

No lo sé con exactitud, mis mapas no son tan precisos. Pero sin duda alguna marca Iona. dijo con un asentimiento.

Lamento si mis palabras le suenan raro, no quiero parecer descortés- apartó su vaso vacío, levantándose- iré a dar una vuelta, a ver si me despejo y mi mente recuerda algo más. La verdad es que ahora mismo me siento tan confusa que no podría quedarme quieta en un lugar- miró por la ventana mas cercana, alzando la cabeza- ¿hay alguna regla de la casa? No me gustaría causar ningún problema. 

Gwydion negó cob la cabeza quitándole importancia.

Tranquila, señorita Mengel. No se apure. dijo mientras trataba de sonreír. Cuando le inquiriste sobre las normas de la casa, la sonrisa de Gwydion se volvió más franca.

Nada especial, solo que si quiere cenar, avise antes de las nueve de la noche.

Es usted un buen hombre- le miró con cierta ternura- seguro que alguien se dará cuenta de eso tarde o temprano- dijo con doble sentido. Igual allí no estaban muy acostumbrados a ese tipo de cosas, pero de donde ella venía, las reuniones sociales eran el orden del día, la mirada que le regaló a Alice decía mucho. Tenía que juntarlos. - volveré pronto, espero- dijo poniéndose la cofia, para salir a la calle, con toda la intención de observar el pequeño pueblo e ir dirección al cementerio. 

Gwydion asintió con una leve sonrisa, decidida como estabas de salir no te lo impidió, mas te ofreció un poncho de tela de su hermana para que no quedaras empapada de nuevo.

El pueblo no era muy grande, unas cuantas casas de madera dispuestas en línea delante de la costa, en esta varios muelles de distintos tamaños y múltiples barcas de remos varadas sobre el suelo para que la tormenta no se las llevaran.

Había poca gente fuera, la que había se apresuraba de ir de un lado a otro sin pararse a prestarte atención, y al poco tuviste todo el pueblo visto y enfilaste el camino de vuelta a la abadía.

Cuando empezaste el camino, escuchaste un ahogado sonido de flauta que se filtraba en el viento. Casi de inmediato se prendió una luz oscilante, suspendida en el aire, sobre el lugar donde ibas. La luz indistinguible de un faro, justo en el lugar donde estaba la abadía. Pudiste ver su colosal estructura cilíndrica, apenas sugerida en la densidad de la lluvia, apenas unos pasos más en esa dirección, un parpadeo, y la luz con su faro ya habían desaparecido.

Paseaba buscando algo, cualquier cosa, la verdad es que el tiempo no es que la animase en exceso- pero que haces...deberías de quedarte y esperar- murmuró algo enfadada consigo misma por estar mojándose en busca de...de que, de una tumba. 

Justo cuando pensaba en lo estúpido de aquello y lo peligroso si realmente había un perro agresivo por la zona, escuchó una flauta, o algo parecido, así que alzó la mirada para buscarla, encontrándose con la misma luz que pudo observar la noche anterior. Y se quedó quieta, inmovil. 

No te vas a volver a escapar- dijo segura de ello y se encaminó a paso rápido hacia el lugar mas preciso del lugar donde podría haber estado encima esa luz. Esa edificación fantasma. 

Tu persecución de aquella luz fantasmal te llevó de regreso a la abadía, del faro no había ni rastro. Pero mientras tu cabeza zumbaba de que aquel era el sitio, de que no debía ser otro, allí no había otra cosa que la vieja abadía fundada hacia mil años. El desconcierto era absoluto, cuestionándote la propia racionalidad de lo que habías visto.

La lluvia había dado algo de tregua, si bien aun seguía cayendo no lo hacía con tanta densidad. Junto a la abadía viste, como te dijo Gwydion, la entrada al cementerio que estaba pegado al edificio principal, al otro lado de la entrada. Una cerca de hierro baja, sin mucha filigrana. Había múltiples tumbas, lápidas, viejas cruces de madera roída y un par de pequeños mausoleos muy viejos cerrados con cadenas.

Maldijo por lo bajo y pataleo un poco el suelo, resollando para recuperar la calma. Aquello la estaba volviendo loca. Con los ánimos por los suelos, se fijó en la entrada al cementerio y se adentró en él. Buscando indicios de la supuesta tumba, o en general, buscando cualquier cosa que le llamase la atención. 

Estaba muy perdida.

Tu examen del cementerio no te reveló nada especialmente relevante, la lluvia se había encargado de borrar cualquier rastro de la tumba profanada o la presencia de huellas. Pero sí pudiste fijar tu atención en los mausoleos, no eran experta en esa clase de edificios, pero sin duda eran muy viejos y las cadenas que los cerraban también.

El primero podía verse su interior desde fuera, un pequeña sala rectangular con un sepulcro en el centro y algunos nichos en los laterales. No podías discernir ningún nombre, pero a juzgar por la escultura antigua que reposaba sobre el sarcófago podía tratarse de alguien importante.

El segundo tenía una doble puerta. La primera una reja cerrada con cadenas, y unos pocos metros después una puerta de madera ajada que escondía lo que había detrás. Te llamó la atención un detalle, y es que las cadenas de esta eran más recientes que las del otro mausoleo.

Supongo que será esta...- buscó alrededor del segundo mausoleo, nombres, escritos, dibujos, arañazos de perro, de algo. Necesitaba mantener su mente activa o sucumbiría ante la tensión. Si no encontró nada en él, miro los alrededores mas cercanos, rebuscando incluso entre la maleza si la hubiese.

Tu examen de los alrededores del mausoleo de las cadenas nuevas no te reveló nada especial. No había marcas de ninguna clase, tampoco arañazos, los pocos desperfectos que pudiste ver eran fruto de la antigüedad de la estructura.

Miró al cielo, enfadada con él. Cerró los ojos y suspiró dejando el cuerpo lacio - por qué no re...- bajo la mirada, e intentó hacer memoria de por donde vino la noche anterior, dirigiéndose hacía allí. La barcaza, tal vez había algo, no la miró bien en su momento, no podía, estaba demasiado nerviosa. 

Con el cielo menos hostil, la lluvia menos densa, no te era complicado averiguar donde estaba la costa. Un sencillo vistazo te lo reveló, a lo lejos podías apreciar la barca varada en la costa.