Partida Rol por web

La mujer te miró circunspecta, dubitativa, pero al final concedió con un asentimiento.  Te invitó a ir a un lado más privado, a un lateral de la capilla. Las demás monjas se miraron extrañadas, Alice estaba pálida de los nervios y Gwydion se mantuvo aparentemente tranquilo esperando que hablaras con la hermana Claire.

¿Y bien, señorita Mengel? ¿De qué se trata? preguntó la superiora con actitud bastante seria.

Lamento molestarla pero resulta que la primera noche no se si se acuerda, le mencioné que había escuchado un perro entre los sueños. Bien, el señor O´Connel me comentó que estaban buscando al parecer a algun tipo de perro, y puede ser, que esté entre los muros. Quizás esté enrabietado y hambriento, nos gustaría, sobretodo al señor O,Connel asegurarnos de que no haya ningún problema y estén libres de cualquier animal agresivo. Creo que una de sus hermanas ya lo ha visto...y por eso está, tan nerviosa, pero no quiera decir nada por el miedo. 

La mujer te miró circunspecta, casi desconfiada al principio, el ligero alzamiento de ceja que lo iba acompañando no parecía augurarte nada bueno. Afortunadamente no hizo ningún ademán de despreciar tus palabras.

Lo que decís no tiene sentido, señorita Mengel. dijo severa al principio. ¿Un perro dentro de la abadía? Lo habríamos sabido, válgame Dios que sí.

Unos segundos de pausa hicieron que reflexionara un poco más, miró hacia donde estaba Gwydion, y luego sutilmente hacia Alice. De algún modo intuías que la superiora sabía bastante más de lo que podías imaginar acerca de la relación entre ambos, luego te miró a ti.

Os referís a Alice, ¿verdad? dijo contundente, pero no agresiva. ¿Ha hablado con usted? No lo hace desde hace.. suspiró preocupada. ¿Qué le ha dicho?

Sabía que era una mala idea que la desconocida hablase primero. Pero parecía que era la única forma, quizás el hombre había pensando que como eran todas mujeres...Asentí a sus palabras cuando mencionó a la hermana Alice- parece ser que hay algún tipo de animal que alguien - elevé un poco mis cejas, sin decir nombres- piensa que está en el antiguo scriptorium y eso le causa mucho temor por algo que desconozco aun.  Por favor, solo queremos asegurarnos de que no hay ningún animal en el edificio. Yo no entraré si hace falta, solo el señor O´Connel

Claire lo pensó con detenimiento, alzó una ceja cuando dijiste sobre el scriptorium, casi con extrañeza.

No tiene sentido que haya ningún animal allí. dijo seria. El scriptorium es un lugar cerrado, no se usa desde hace mucho tiempo.. si hubiera un animal lo hubiéramos sabido. aseveró la monja resistiéndose a creer lo que le contabas. Sin darte tiempo a réplica, Claire dio unos pasos llamando la atención de Alice. Alice, niña, ven aquí. había un tono maternal en la voz seria de Claire, sin duda alguna podías percibir aprecio por la joven. 

Alice se acercó con timidez , cabizbaja y nerviosa. Claire hizo que la mirara a los ojos, esta obedeció sin rechistar.

¿Es cierto lo que dice la señorita Mengel? preguntó directamente. ¿Que dices que hay un animal en el scriptorium? 

Como si estuviera en un aprieto, Alice te miró por un instante asustada, pero de nuevo el requerimiento de Claire la condujo a volver la mirada hacia la vieja monja. Finalmente tragando saliva asintió sin decir nada, ante la confirmación, Claire te miró a ti.

Comprobaremos esto, y espero que esto se trate de un alucinación de Alice. No tiene ningún sentido. zanjó el asunto lista para dirigiros hacia el scriptorium.

No podía mas que intentar replicar a sus palabras pero antes de que una sola frase pensada saliese de mi boca ella ya había llamado a la pobre Alice. 

La miré como pidiéndole perdón, no quería justamente meterla en un problema. Por un segundo dudé de que dijese la verdad y me viese yo como una mentirosa. Suspiré de alegría oculta al ver su asentimiento. - claro Hermana Claire, puede que no sea nada, igual se ha colado por algunas de las ventanas o incluso seguro que por el sótano,¿ algunos de estos sitios no tenían zonas para salir fuera en momentos de ataque?- recordé lo que me había dicho la pobre niña, que estaba bajo, encerrado, si. Era otra posibilidad. 

Ande a su vera manteniendo el ritmo. 

Mientras seguíais hacia el scriptorium rodeando el claustro, la lluvia caía densa en el hueco entre edificios. La pequeña comitiva iba formada por la propia hermana Claire, tú, Alice y Gwydion, las otras monjas presentes habían recibido instrucciones de dirigirse al comedor.

Todas las ventanas son como las de las celdas, señorita Mengel. Difícilmente podría entrar un perro, y no hay sótano. dijo con convicción, ante tu otra pregunta negó con la cabeza. No, no lo hay que pueda saber yo.

El scriptorium era un lugar que olía a viejo, a polvo. Varios pupitres se disponían ordenadamente en la parte central, los laterales estaban llenos de estanterías ahora prácticamente vacías. Algún que otro volumen descansaba en ellas, pero enseguida quedaba patente que era un lugar no muy usado. Al final de la sala había una pequeña ara de piedra con dos viejos soportes para velas, tras este un tapiz roído con un viejo mapa de Irlanda en él colgado. La hermana Claire os miró seria antes de decir.

¿Y bien? Aquí no hay ningún perro. dijo al comprobar la tranquilidad del lugar. Gwydion entró con cara de extrañeza, mirando por los rincones, Alice se quedó petrificada en la puerta sin atreverse a entrar.

El examen exhaustivo del scriptorium te fue revelando la trágica realidad, no había nada que remotamente pudiera indicar que allí hubiera habido un perro ni nada parecido. Ni en los pupitres, ni estanterías, todo parecía perfectamente abandonado, pero cuando estabas a punto de rendirte tu atención se fijó en uno de los candelabros que parecían haberse movido. Al acercarte lo quitaste de su sitio, debajo de este había una placa de presión algo dura, pero que se hundía hacia abajo.

Al principio no encontró nada, solo pudo asentir con tristeza a las palabras de la mujer. Justo cuando lo iba a dar todo por perdido algo llamó su atención, uno de los candelabros. Un momento...Me acerqué a el y lo quité de su sitio, observándolo primero por si tuviese alguna marca o algo extraño, luego miré el verdadero descubrimiento una placa de presión donde antes estaba el objeto. Deslicé mis dedos sobre ella antes de presionarla. 

Aquella suerte de botón antiguo costaba de hacerlo hundir, pero se quedó en apariencia pues cedió pronto. Un sutil sonido de cadenas se propagó del otro lado de la pared del tapiz, todos los presentes se volvieron sorprendidos ante ese hallazgo, Gwydion se acercó a la ara y las dos monjas se quedaron quietas junto a la entrada del scriptorium.

La pared tras el tapiz empezó a ceder en silencio, se abrió hacia la pared revelando unas escaleras que descendían hasta algún lugar ignoto, el tapiz ejercía de una suerte de cortina. Gwydion se asomó el primero, pero claramente pudisteis escuchar que de lo profundo empezaron a ascender los gemidos de un perro que parecía alertado, pero también el sonido de una cadena que retumbaba en lo profundo.

Mi primera reacción fue quedarme quieta sin saber que hacer, más cuando el perro se escuchó miré a las hermanas primero y luego al hombre- Parece que hay un perro con cadenas...¿hay quizás alguna lámpara que podamos usar para mirar?- me desplacé hasta estar detrás del hombre, por si acaso el animal salvaje se soltaba...el era el unico con un arma en la sala. Mire a la hermana Alice y le susurré por lo bajo pero para que todos pudieses escucharlo- ¿está la hermana Chyntia en la abadía?

El perenne gemido cánido procedente de lo profundo continuaba, era casi una canción triste a la que se le unía el eco de las cadenas. Gwydion miró a la hermana Claire y con su beneplácito, o sin él, reveló la escopeta a la que empezó a cargar por si acaso.

Cuando preguntaste por luz, la superiora tardó un poco en reaccionar, impresionada por el hallazgo, pero enseguida mandó a Alice a por unas velas. La nerviosa monja obedeció, casi aliviada por poder salir de ahí, su cara lo decía todo. Al poco regresó con un lámpara de ojo de buey que te ofreció con el pulso tembloroso.

La hermana Cynthia está descansando en su celda ahora. dijo la hermana Claire, arrugó la frente mirándote. ¿Por qué pregunta?

Aprovechó que Alice estaba fuera para susurrarle a la hermana Claire- ella piensa que quien lo encierra es ella..no se porqué- miré a Gwydion mientras terminaba de cargar la escopeta. 

Cogí la lámpara y tomé aire mirando al hombre- ¿como deberíamos de hacerlo? Voy yo primero o usted...- la verdad es que no tenía ni idea de como deberían de entrar, el perro, si la atacaba se la comería viva a la primera de cambio. 

La hermana Claire no respondió a tus palabras, te miró con suspicacia, pero parecía interesada en afrontar un asunto a cada momento. Te indicó que ella se quedaría en la entrada del paso secreto junto a Alice, la joven estaba haciendo un esfuerzo inmenso por estar allí, pues le temblaban las piernas y se mantenía petrificada en la misma posición.

Iré delante. Tú intenta iluminar desde atrás. dijo el pescador mientras cerraba la escopeta ya cargada. Había algo tenso en el ambiente, y eso Gwydion parecía notarlo. A pesar de su semblante decidido, a los dos os reconcomía una sensación de inquietud que se acrecentaba a medida que tomabais la iniciativa de bajar.

Los primeros escalones os dio una bienvenida a podrido y viciado, un aroma que casi te hizo vomitar a un lado, pero que aguantaste estoicamente. Gwydion apenas arrugó la nariz, quizá acostumbrado a esos olores, paso a paso, descenso a descenso, el sonido perruno y de cadenas iba en aumento..

Esos gruñidos y ladridos tenían algo escalofriante, una revelación que tu mente no parecía dispuesta a aceptar con facilidad o, podría ser, fruto de tu imaginación. Pero hubieras jurado que entre esos ladridos había algo parecido a sollozos humanos.

Le dejé que primero pasase el, alzando bien la lámpara para que tuviésemos toda la luz posible. El olor a podrido sobre todo me hizo saborear un poco el café de esta mañana que había tomado hacía menos de una hora, aguanté como pude mientras intentaba no caer por esas escaleras. 

Cada vez se iba escuchando mas y mas el sonido del perro y las cadenas, en un momento me pareció escuchar...si..- ¿eso es un sollozo humano?- le pregunté a Gwydion algo nerviosa por si el lo había escuchado también y no era yo volviéndome loca a cada peldaño. Entrecerré los ojos como si pudiese ver mas allá de lo que me permitía la luz aun a sabiendas de que no era posible. 

El descenso a ese abismo de piedra trabajada se realizó lento y angustioso, el eco de esos gemidos cánidos, la cadena y el propio eco de vuestros pasos se mezclaban en una disonante sinfonía inquietante. Gwydion encañonaba la oscuridad iluminada por la luz que le dabas, respiraba tenso, dispuesto a disparar a la primera amenaza que surgiera de las sombras. Al cabo de no sabíais cuanto rato bajando alcanzasteis un descansillo en el que terminaban las escaleras, un giro pronunciado a la derecha y el suelo del que asomaba polvo y algunos huesos.

Gwydion te miró y asintió, el sonido había cesado, como si aquello que morase ahí abajo hubiera enmudecido ante vuestra llegada. De un movimiento brusco, el pescador asomó por la esquina apuntando con la escopeta esperando que tú hicieras lo mismo con la lámpara. Lo que visteis al otro lado os sobrecogió, ese acceso secreto os había conducido a una de las criptas de la abadía, o eso parecía.

En las paredes había nichos preñados de huesos y telarañas, la luz alumbraba un sala central de unos ochos metros de lado a lado con un sarcófago de tapa plana. Numerosas velas apagadas poblaban la cripta, huesos desparramados por doquier y, por el momento, ni rastro del perro.

Gwydion no dijo nada, asombrado por el hallazgo, pero mantuvo la escopeta apuntada hacia el centro de la sala esperando que la amenaza saltara en cualquier momento.