Partida Rol por web

Mike decidió que lo de arreglar la radio no era lo suyo, así que dirigió su atención a los registros. Parece que su estado de nerviosismo le estaba jugando malas pasadas y las letras no le decían nada. Veía como las palabras le bailaban un tango confuso y borroso, y no conseguía entender la información de aquellos documentos. Decidió apartarse y serenarse un poco, mientras se masajeaba la sien con los dedos y comenzaba a respirar despacio. Se concentró en coger y expulsar el aire. Joder, Michael -pensó, como hablando consigo mismo-, ¿se puede saber qué te pasa? No estás dando pie con bolo, y tú eres el especialista en mantener la calma y conseguir pistas.

Absorto en su pensamiento, oyó algo que le llamó la atención.

- ¿Qué demonios? -juró en alto mirando en la dirección al ruido. Sacó su pistola-. ¿Ha oído algo, Ingemar? 

Esperaba respuesta de la joven, aunque rezó porque no se le estuviera yendo la cabeza.

Sin pensarlo ni un instante Frederik gritó bajo el vano de la puerta, a pleno pulmón, rezando por ser escuchado por aquellos que habían subido al faro.

- HAY ALGO E LA CASA. ALGO HA ENTRADO POR LA COCINA.- Antes de cerrar la puerta con un fuerte golpe, asegurándose de que inmovilizaba su pomo, girándose hacia su compañera. - Diablos... Eche un ojo a la ventana, por favor... Puede que tengamos que salir por ella.

Su corazón estaba en un puño y no estaba seguro de qué estaba pasando, peor la imagen de aquel homínido verde de la acuarela que habían visto en el estudio arrastrándose por el pasillo bailaba e su cabeza. Ahora se arrepentía de haber bebido, maldita sea.

Ingemar también se había marchado, dejándola a solas con el anticuario, quien, desgraciadamente, no había conseguido obtener ningún tipo de información de la moneda que habían encontrado en aquella habitación. Sabia que la mujer de pelo cobrizo lo había hecho para que Mike no estuviese solo en aquella extraña casa, pero eso no hacía que su malhumor no fuese en aumento. ¿Y si la pasaba algo antes de que encontrase al agente de la ley?

- ¡Maldita sea! - pensó, mientras golpeaba el colchón con el puño derecho. Ahora había que decidir si iban tras ellos, los esperaban en aquel dormitorio, o si continuaban con la exploración del resto de las habitaciones.

Tan ensimismada estaba que no se percató de los ruidos procedentes de la cocina hasta que fue demasiado tarde, y las chapoteantes pisadas se escucharon claramente en el pasillo. ¿Se oía también un ligero croar o su mente la estaba jugando una mala pasada por culpa de lo leído en aquella nota y los nervios que ahora sentía?

Jazzlyn escuchó gritar a Frederik, en un intento de alertar a sus compañeros, e inmediatamente se dirigió hacia la ventana, siguiendo las instrucciones del anticuario. No le apetecía nada volver a salir al exterior, con la lluvia cayendo cada vez más fuerte, pero menos le apetecía encontrarse cara a cara con quién fuese que acababa de entrar.

- Intente poner una de las camas junto a la puerta, para ver si así la onsigue bloquear - le dijo a su acompañante, mientras intentaba abrir la ventana.

Aunque tal vez no lo pareciera, Ingemar estaba cansada. La escalera podía superarla, no era una mujer débil. Pero el naufragio, la remada, el susto de la sangre, el sopor del alcohol y ahora la bendita escalera, la habían dejado agotada. Tardó un momento en reponerse, mientras veía el exabrupto de Mike y sus innecesarias discupas. Cuando recuperaba el aliento y estaba a punto de decir algo, Mike, soltando los registros, empuñó su arma y le preguntó si había oído algo.

-Eh... yo... no, no oí nada... ¿te referís al sonido de arriba? -Ingemar solo escuchaba ese sonido que provenía de arriba, que seguramente fuera del mecanismo del faro, aunque ella no estaba segura de eso tampoco.

La adrenalina de que su acompañante hubiera actuado así, y que tuviera el arma en mano, le devolvió la nitidez a sus sentidos. Miró entonces alrededor, instintivamente, en busca de la posible fuente de un sonido que Mike oyera.

Croa.

Al principio fue solo el ruido del viento entrando en la casa, como si una puerta se hubiera abierto allí abajo.

Croa.

Después el sonido extraño de unos pasos pegajosos y húmedos.

Croa.

De repente, incluso Ingemar pudo oírlo con claridad, el grito desesperado de Frederik desde el dormitorio.

- HAY ALGO EN LA CASA. ALGO HA ENTRADO POR LA COCINA. –

Y el portazo que daba en el dormitorio y sus esfuerzos por bloquear la puerta.

Croa.

Frederik lanzó su voz de auxilió y cerró la puerta tan rápido como pudo, lo suficiente como para no terminar de ver que era aquello que se acercaba.

Trancó la puerta con un pequeño pestillo que no aguantaría mucho.

Mientras, Jazzlyn descorría nerviosa las cortinas para comprobar que la ventana podría abrirse con facilidad y no sería problema saltar al exterior, donde les esperaba la noche oscura sin luna y el susurro del viento entre los árboles cercanos.

Croa.

Estaba allí, en a la puerta, manipulando torpemente el pomo, arañando la madera y golpeando a la puerta cada vez con más fuerza.

Croa.

Estaba allí mismo, al otro lado de la fina lámina de madera carcomida.

Croa.

- ¡Escóndase! -ordenó Michael a Ingemar mientras la miraba a los ojos fijamente.

Luego giró la cabeza hacia abajo de las escaleras, la volvió a mirar y se fue. Decide bajar rápido, pero con cuidado de no montar mucho ruido. Su intención era la siguiente: llegar a la planta principal y refugiarse en una esquina del área circular del faro. Con suerte, podría ver a la criatura en el pasillo. Si la pillase con la guardia baja, apuntaría a su cabeza y abriría fuego. Pocos disparos, pero certeros. Su prioridad era salvar a sus compañeros de naufragio.

No tardó mucho en bajar y se colocó en la esquina derecha, donde termina el faro y empieza la casa. Intentó ojear el pasillo sin ser detectado, ¿dónde estás, engendro?

- Diablos.- Masculló Frederick, tratando de mantener la mente fría mientras se debatía entre salir corriendo hacia la ventana o manteniendo el fuerte.

Tal vez ganar un poco de tiempo para tratar de discernir si sus compañeros les habían oído y bajaban a enfrentarse con aquello fuese la mejor opción. Sacó fuerzas de donde no las había mientras notaba cómo se perlaba su frente, más por tensión mental que física, intentando hacer oídos sordos a aquel croar. En ese momento era como si la última nota que habían leído fuese como un aviso de lo que iba a venir... ¿Estaría fuera también esa pequeña barca iluminada? ¿O la criatura de la acuarela.

- Diablos.- Masculló esta vez más bajo tratando de empujar un armario sobre la puerta tras la que se escondía aquel horror, por ahora invisible para ellos.

Jazzlyn terminó de abrir la ventana, creando una posible ruta de escape de aquella habitación. Un frío viento golpeó su rostro cuando lo hizo, recordándole lo que les esperaba en el exterior. Afuera, la lluvia seguía cayendo con fuerza en aquella oscura noche, no augurando nada bueno.

En la puerta podía escucharse como la persona, o el ser, que estaba tras ella intentaba abrirla, girando el pomo una y otra vez. Sólo el cerrojo que el anticuario había logrado echar impedía que tuviese éxito en su empeño.

La artista vio como Frederik intentaba mover el armario, siguiendo el consejo que ella le había dado.

- Espera, te echo una mano - dijo, situándose en el lado contrario del mueble al que se encontraba el hombre. No es que ella fuese muy fuerte, pero si por poco que fuese conseguía hacer más fácil la tarea de su compañero, bienvenido era.

Mientras intentaban mover el armario, Jazzlyn se preguntó si Mike e Ingemar habrían escuchado su petición de auxilio y si ambos se encontrarían bien.

Ingemar permaneció en la parte alta de la escalera, escuchando atenta todo lo que ocurría allá abajo. Sobre su cabeza quedaba la trampilla que daba acceso a la parte superior del faro, la lámpara, quizás su única salida si algo empezaba a subir por esa escalera, al parecer la trampilla era pesada pero no sería problema abrirla y quizás bloquearla desde dentro.

En la casa el destino se decidía por pequeños detalles, la fuerza de aquella cosa era descomunal, y la puerta parecía a punto de estallar bajo la presión cuando la ayuda de Jazzlyn le permitió a Frederik mover el armario justo a tiempo, sin su ayuda, hubiera sido demasiado tarde.

Al mismo tiempo, Mike por fin se había sentido como un verdadero Agente en posesión de sus entrenadas facultades, bajó con cuidado y se apostó para disparar, aunque fue muy rápido, también fue la maniobra desde el dormitorio la que permitió que pudiese disparar, si no, solo hubiera llegado a tiempo de ver una sombra atravesando la puerta.

Tenía un buen tiro, pero si no era definitivo, más le valía tener un plan.

No fue una sombra atravesando la puerta lo que Mike veía, allí, al otro lado del pasillo intentando tumbar la puerta, Mike vio con claridad por primera vez a aquella cosa.

Jamás lo olvidarí,a una figura homínida, erguida sobre sus repugnantes piernas, fornidas, retorcidas como ancas de rana y pies palmeados, pero con garras, la cabeza y el cuerpo eran similares a los de un rape. Tenía aletas espinosas y alargadas, brazos musculosos y manos con tres garras afiladas y una cola en forma de aleta rozaba el suelo.

Un horror imposible que mostraba una fuerza y una fiereza salvaje, algo que Mike tendría que superar si quería mantener su pulso firme.

Esconderse no era una opción, pero Ingemar estaba asustada. No temerosa, sino sorprendida. La realidad era que no contaba con las de ganar si alguien había entrado a la casa con intenciones nefastos.

-Pero... cuidado Mike...

La bióloga buscó algo con lo que defenderse, un palo, herramienta contundente o similar, y buscó los lugares posibles donde resguardarse. Miró la trampilla... era una posibilidad, sí. Se acercó al acceso pensando que, si la cosa empeoraba, subir y evitar que los agresores ebtraran tapando la trampilla podía darle resguardo hasta que se fueran. ¿Qué pasaba con los demás? Mucho en la mente por procesar. Finalmente, quedó cerca de la escalera por si Mike necesitaba cobertura. Ella sabía que no era una gran luchadora, pero no iba a dejarlo solo únicamente por eso.

El mundo se detuvo un momento para Michael. ¿Qué cojones es eso? Notó un escalofrío recorriéndole la espalda, las manos le empezaron a temblar y todo su temple, su bravura y su frialdad se desvanecieron durante un momento al ver a... eso. Incluso le costó respirar. Mike, despierta, joder, ¡tienes que hacer algo! Antes su idea era apuntarle a la cabeza y matarlo de un disparo, pero la mano le temblaba y lo importante en su mente era hacerle daño y alejarlo de sus compañeros. No lo dudó, alzó la pistola y gritó mientras apretaba el gatillo:

- ¡Muere engendro!

Un disparo alcanzó a la criatura. Mike comenzó a dirigirse hacia la escalera con la idea de que lo persiguiera. Desde lo alto tendría más posibilidades de meterle más tiros. Solo tenía que cansarlo y acribillarlo a balazos.

Ingeman se hizo con la herramienta al tiempo que oía el grito de Mike y el disparo. Se quedó donde estaba, lista para auxiliar al hombre si lo necesitaba. Desde aquel sitio no llegaba a ver bien lo que ocurría, su corazón palpitaba fuerte, ya el licor había quedado en el recuerdo.

Frederik escuchó un tiro en el exterior precedido por un grito animoso de Mike, sabía lo que era el tener que gritar ese tipo de cosas para darse temple, sobre todo en su pasado callejero, peor eso quedaba atrás... ¿O no tanto? Esta isla le estaba devolviendo al alcohol y la violencia, cosas de las que había tratado de mantenerse alejado... Pero su vida corría peligro, ¿Era preferible volver a morir en aquella ponzoña? ¿Eso le daría alguna posibilidad?

Viendo que la puerta estaba bien atrancada se abalanzó hacia la ventana, no fuese que por un descuido hubiesen abierto un acceso a otras... Criaturas... Porque aquello, por los ruidos que hacía y la fuerza que tenía no podía ser humano. O eso no iba de algo más fuerte que el alcohol.

Se plantó junto a Jazzlyn y echó una ojeada al exterior, tratando de recordar si, en caso de salir, había algún otro acceso aparte de la puerta principal, algo con lo que tal vez pudiese distraer a la criatura.

Jazzlyn escuchó el disparo proveniente del exterior de la habitación, precedido de las palabras de Mike, y seguido por las quejas de su perseguidor al haber sido impactado. Por un lado, la artista sintió un enorme alivio al ver que su petición de auxilio había sido escuchada por sus compañeros, pero por otro, no pudo evitar sentir cierto desasosiego al pensar que, ahora, dicho perseguidor podría ir a por Ingemar y el agente de la ley. Imágenes horribles de ambos siendo atacados aparecieron en su mente de forma instantánea, haciendo que tuviese que cerrar los ojos y concentrarse para hacerlas desaparecer.

Cuando volvió a abrirlos, vio que el anticuario se encontraba asomado a la ventana que ella misma había abierto hacía apenas unos segundos.

- ¿Qué ocurre, Frederik? - preguntó, mientras, inconscientemente, mordisqueaba las uñas de su mano izquierda, una manía que había conseguido eliminar hacía tiempo, pero que ahora, debido a los nervios, había vuelto a aparecer - ¿Has visto algo fuera? -

Ingemar, allá arriba, encontró entre las cajas una llave inglesa industrial, casi tan grande como un bate de beisbol, que apenas podía sostener con sus dos manos, y se aferró a ella como última defensa y fuente de coraje.

En el dormitorio, el anticuario y la artista escuchaban perfectamente, el disparo había separado a la bestia de la puerta, entonces la escucharon correr hacía el final del pasillo, hacia la torre del faro.

Fuera de la habitación no se veía nada, la obstinada oscuridad, y al fondo, la espesura de los árboles, pero Frederik era buen observador, atento a los detalles, no consiguió ver nada, pero si entendió que, si hubiera cualquier escondida allá en la espesura, sería indetectable, allá afuera podía no haber nada, o podían estar rodeados de cientos de monstruos que apenas lo sabrían hasta tenerlos encima.  

Dentro de la casa el disparo de Mike había impactado claramente en el pecho de aquella cosa, se podía ver la bala a medio incrustar en su piel, no parecía herida, ni siquiera un poco, pero si enfurecida, se olvidó de la puerta y se dirigió con horribles movimientos hacía el agente, que subía escalones sin darle la espalda, pero perdía distancia a cada instante. No tendría muchos más disparos antes de que se abalanzase sobre él.

Michael consiguió su objetivo: atraer a la criatura y salvar a sus compañeros. Solo le quedaba reducirla y para ello iba a utilizar la ventaja que le daba la escalera. Si le disparaba en el pie, podría desestabilizarla y hacer que cayera escalones abajo, provocándole más daño. Comenzó a subir para ganar algo más de distancia y coger una buena posición de tiro. Una gota de sudor le recorría la frente mientras notaba el brazo en tensión, apuntó a sus patas y...

Falló. Maldita sea, Mike, ¿a qué cojones estabas apuntando? No supo dónde se perdió la bala. Le dio igual, intentó continuar su trayecto escaleras arriba, buscando una nueva posición de tiro favorable. El corazón le latía con rapidez y se estaba poniendo muy nervioso. Era un como un frágil ratoncillo siendo perseguido por una serpiente hambrienta y cruel. Miraba hacia atrás y ahí seguía... No voy a permitir que este ser infernal acabe conmigo. Si eso, moriremos los dos... Esa era su determinación: subir arriba y acribillarlo a balazos o empujarlo faro abajo. Debe morir, joder, este bicho debe morir...

Diablos, ¿Aquello había corrido por el pasillo aún tras el disparo?

Tal vez el anticuario tenía demasiadas esperanzas puestas en el trasfondo endurecido de Mike, pero si él terminaba muriendo ¿Tendrían que enfrentarse a lo que hubiese allí fuera con un simple cuchillo de untar mermelada? Aquello no dejaba de empeorar segundo a segundo, y Frederik tenía la mala costumbre de contar missisipis cuando se ponía nervioso, como si todos sus problemas fuesen dictados por el factor tiempo entre que veía la caída de un rayo y escuchaba su sonido, pero en este caso la cosa no funcionaba así.

Seguía dudando, con sus nudillos blancos por la fuerza con la que aferraba el marco de castigada madera de la ventana. Creía que no había nada ahí fuera, peor la oscuridad era un disfraz difícil de pasar por alto, y la imagen de la acuarela le había impresionado más de lo que le gustaría reconocer ante sus compañeros.

Miró a la señorita Brooks con desasosiego, como si esperase que ella pudiese responder por ciencia infusa una pregunta que ni tan siquiera se había terminado de ordenar en su cabeza.

- No. No he visto nada ahí fuera, pero todo está oscuro como la boca de un pozo de alquitrán. Por los sonidos que oigo, creo que eso se dirige hacia nuestros compañeros, hacia las escaleras por las que supuestamente habían subido. Pero... Pero yo no soy un suicida, señorita. Puede que en el pasado si, peor creía que esos sentimientos se podían abandonar, como se puede abandonar una botella.- Hasta que te la vuelven a ofrecer en una isla perdida coronada por un faro ciego ¿Verdad, Frederik?- ¿Tratamos de ponernos a salvo? - ¿O lanzarnos a las amenazas de las sombras?- ¿O esperamos a ver si nuestros compañeros tienen suerte?- Preguntó a la bohemia, pensando en que aquella cosa podría desaparecer escaleras arriba mientras ellos volvían a desplazar el armario.