Partida Rol por web

Margot quedó impresionada con las criaturas, eran a la par terroríficas y asombrosas. Tal vez si pudiera estudiarlas en un ambiente más controlado...

Cuando les atacaron una suerte de aspavientos zarandearon el cuchillo delante de ella, no quería quedarse sin artículo pero tampoco sin rostro.

Las criaturas se abalanzan sobre vosotros con sus tres garras en alto litas para perforar y cortar. Parecen tener un gran control sobre ellas, y no parecen seres bondadosos o piadosos para con vosotros en absoluto. Tras el primer intento, una de las criaturas pelea contra el cuchillo de Carl; ambos quedan trabados (garra contra filo), pero finalmente el anticuario saca fuerzas de su interior y logra hendirle el cuchillo en su estómago. Peor suerte parece tener Margot, quien, a pesar de llevar el cuchillo de cocina tomado antes, no logra esquivar el embiste de la criatura y ésta acaba por arañarla en el hombro. Margot grita de puro dolor.

Carl nota cómo del estómago de su víctima sale una especie de sangre negruzca y viscosa. Las dos criaturas parecían no retirarse, y seguían tratando de atacaros hasta la muerte, seguramente.

El agente Fox finalmente baja, y Angelique queda arriba, en la sala de almacenamiento, junto a las bombillas de repuesto y la radio estropeada. Mulder trata de desandar sus pasos yendo hacia abajo, por la escalera, con el máximo sigilo posible.

Bajas las escaleras, pistola en mano. Aquel ruido no te hace mucha gracia, o, al menos, te causa interés (tal vez porque tus compañero están abajo y, hasta ahora, han demostrado ser cuidadosos). Una vez abajo, te internas en el comienzo del pasillo, y allí ves todo. Al final del pasillo (es decir, justo delante de la entrada de la casa, por donde accedísteis todos a la vivienda del faro), están peleando Margot y Carl, ambos con cuchillos en mano, contra dos tipos... Bueno, un momento, no son dos tipos... ¿o tal vez sí?: Se trata de dos individuos cuya cabeza y cuerpo son similares a los de un rape. Tienen aletas espinosas y alargadas, brazos musculosos y manos con tres garras afiladas. Además, poseen unas piernas fornidas similares a las ancas de una rana, pies palmeados y con garras (como los de un pato), y una cola con forma de aleta gruesa. ¿¡Qué diantres es eso!?

El dolor punzó los músculos de Margot y su cerebro se  inundó con adrenalina aparcando, por un momento, el temblor de sus huesos por el miedo y la agonía.

Empuñó el cuchillo como si su tarea fuera diseccionar al espécimen que tenía delante y le atestó un corte cerca de la axila como si quisiera levantar la piel sin dañar los órganos. 

Esp… - Ni si quiera tengo tiempo a decirle que espere antes de que baje las escaleras. Cojonudo, ahora me he quedado sola y se supone que debo arreglar este maldito cacharro que vete tú a saber cómo demonios funciona. Meto la mano en el bolsillo para notar de nuevo el tacto de mi cuchillo, tenerlo a mano me reconforta menos de lo que cabría esperar; aunque mejor eso que nada.

Le echo un ojo al dichoso aparato de radio. Es un amasijo de cables y transistores incomprensible. Busco algún documento que pueda ayudarme a entender lo que hago aunque empiezo a tocar botones y conectar cables como me dicta mi corazón. Tal vez el cable rojo haya que conectarlo con el otro cable rojo ¿No?

El icor negro que ese ser tenía por sangre manchó el traje del anticuario, que torció el gesto, pero no había tiempo de lamentarse. El anticuario siguió tratando de apuñalar a la pez andante pues, en esos momentos, su vida dependía únicamente de eso.

Fox había bajado ya tras escuchar el ruido. Ahora tus únicos acompañantes eran esa radio y el cuchillo que te acompañaba a todas partes. Tras revisar aquí y allá no encontraste ningún manual para el aparato de radio sobre la mesa. Eso sí, encontraste un par de destornilladores muy pequeñitos al lado de la misma, como si alguien se hubiera preocupado levemente, en algún momento, de tratar de arreglarla. Al revisar el aparato por todas partes, viste que tenía una tapa trasera retirada, y estaba allí mismo, sobre la mesa (solo que antes no la habíais visto). Giraste el aparato y trataste de observar, en medio de la oscuridad, lo que ocurría. Había bastantes cables sí, pero sobre todo módulos de condensadores, placas eléctricas y cabezales de distinto tipo. Tras escudriñar aquellas "tripas", llegaste a la conclusión de que había bastante polvo en su interior y que, además, una remesa de cables unidos con una cuerdecita estaba suelto de su conexión. Entonces los cogiste, los incrustaste en una pletina de plástico y algo encajó ¡CLACK! La radio pareció activarse.

Sonaba el ruido ambiental entre frecuencias, ¡estaba activada! La pregunta ahora era... ¿Cómo se utilizaba aquel trasto?  Tal vez Fox si que supiera hacerlo, quizá él estaba más acostumbrado a usar radios por su profesión...

Segundos después oyes algo.

¡¡PAM!! ¡¡PAM!! -Mientras estás con la radio oyes disparos en la planta de abajo!

Bajé con cuidado las escaleras y lo que vi me dejó boquiabierto y con los ojos como platos. No me lo podía creer. Sis dos compañeros estaban luchando con lo que parecía ser un hombre-rape. Su cuerpo era como el de un hombre, pero su cabeza era sin duda la de un pez. Además su extremidades eran también distintas a las de una persona. Sin duda era un engendro.

Pero no me quedé quieto. Apunté son la pistola y disparé al ser que estaba de espaldas a mí.

¡BLAM!

Sin dejar de aputar me acerqué un paso más por si éste se volvía o se decidía a escapar.

Tanto Carl como Margot siguen forcejeando.

Cada uno tiene su cuchillo entre sus manos, pero las criaturas les sujetas las muñecas o les empujan (y ellos a las criaturas). Durante unos momentos parece que el combate está enquistado, empatado, sin que ninguna fuerza supere a la otra. sin embargo, es Carl, primero, quien logra hendirle el cuchillo al ser con el confronta, ofreciéndole dos palmos de acero y clavándoselo en el vientre. La criatura entonces deja de hacer fuerza contra él, cayendo redonda (e inerte) al suelo. Por su parte, Margot actúa igual, tratando de defender su vida. Con mucha fuerza, logra sacar de su interior la pericia para hacerle un tajo en el rostro. Para ella es como estar viendo criaturas de su campo de estudio con una perspectiva humana y grotesca, algo científicamente alucinante. Pero ahora toca salvar la vida. La criatura se lleva una mano al rostro, del que sale sangre negruzca, y entonces, tanto Margot como el Carl, escuchan desde el fondo del pasillo un tremendo estallido.

¡Pam! ¡Pam!

Alguien dispara y remata definitivamente al ser que confronta con la bióloga. Tal criatura cae redonda, hacia atrás, cosida por los balazos, y cayendo como plomo al suelo, sin vida.

Entonces Margot y Carl miran al nuevo en la escena: el agente Fox. Está allí y ha rematado su trabajo.

¡¿Disparos?!¡¿Qué demonios pasa?! Tengo que pedir ayuda. No. Tengo que esconderme. No. Mejor me encierro en la parte alta del faro ¿Qué digo? Esto es una locura, no puede estar pasando de verdad. Saco el cuchillo del bolsillo y me preparo para lo que pueda venir. Pido ayuda un par de veces por el micrófono de la radio, esperando que alguien esté escuchando. – ¡Ayuda! ¡Estamos atrapados en el faro de Beacon Island! Hay disparos. No sé qué pasa. Manden ayuda, por favor – Me acerco a la escalera que baja para intentar asomarme y ver qué ocurre. Tengo el corazón palpitando con tanta fuerza que se tiene que poder escuchar desde Rockport. Respiro con fuerza y trato de calmarme sin apenas éxito. – ¡Mulder! ¡¿Qué demonios pasa?! – Grito confiando en que el disparo lo ha efectuado el agente federal.

Fox se acercó a sus compañeros aun con el arma en la mano pero apuntando al suelo. Al llegar miró los cuerpos sin vida de los humanoides con rasgos de pez que acababan de matar. No se lo podía creer, pero era cierto, eran medio humanos medio peces, con con rasgos típicos de las dos especies, algo inaudito. 

Luego miró a sus compañeros y se preocupó por el estado de salud.

-¡¿Estáis bien?! -preguntó mirando a ambos-. Debemos subir y atrincherarnos arriba. Pero antes debemos coger el manual del faro. Si lo hacemos funcionar quizás podamos pedir ayuda. Mediante señales de luz. Y si arreglamos la radio ya sería perfecto.

Tras decir esto se metió en la sala y cogió el manual que estaba en la mesa y de paso los prismáticos que estaban al lado. Luego salí y les dije sin más-. Vayamos arriba, con la tempestad de fuera no sabemos lo que puede venir ni lo que podemos encontrarnos fuera.

El hombre pez yacía a los pies del anticuario, que sacó la negra hoja de obsidiana del vientre de la criatura.- ¿Pero qué demonios son estas cosas?- Le preguntó a la bióloga señalando los seres muertos en el suelo.

Levantó la cara del suelo para mirar al agente Mulder.- Gracias por su ayuda.- Al anticuario no le gustaba la idea de subir al faro, pues una vez allí la única salida era la estrecha escalera de caracol por la que se ascendía, pero visto lo que había entrado, salir fuera era equivalente a firmar una sentencia de muerte y quedarse bajo tampoco era una opción valida.- Coja el manual, yo le cubro.

Margot está horrorizada.

Ha dejado caer el cuchillo en el momento en que la lucha ha terminado. El agente Mulder, una vez se ha percatado de que sus dos compañeros continúan con vida, propone subir arriba. Pero antes toma una especie de manual ligero sobre las funciones básicas del faro: bombillas, radio, estructura de la casa, tareas fundamentales (nada que no sepa casi cualquiera que lo haya visitado alguna vez). El caso es Margot asiente a lo de subir (ni siquiera se atreve a mirar a los seres para inspeccionarlos, pese a que es bióloga marina). Por su parte, Carl asiente también a lo de subir, agradeciendo su aparición a Fox. Entonces corréis por el pasillo y comenzáis a subir la escalera.

Angelique mira por el hueco de la escalera y grita hacia abajo, voceando "Mulder! ¡¿Qué demonios pasa?!". La casualidad quiere que el agente, el anticuario y la bióloga estén en esos momentos subiendo las escaleras, y enseguida se reencuentran con Angelique. Carl y Margot ven que se trata de la sala de mantenimiento del faro, localizada, deduciblemente, justo debajo de la sala de la linterna. El mecanismo usado para encender la linterna está instalado en el techo y, por el ruido que hace, parece que aún funciona. Otro tramo de escalones sube hasta la sala superior (la sala de la linterna) atravesando una trampilla. También ven (sus compañeros ya la conocen) varias cajas almacenadas por doquier, bastante grandes, las cuales contienen bombillas de reemplazo para la linterna del faro. También hay un banco de trabajo pequeño y una caja de herramientas. Sobre el banco un pequeño documento (un registro de mantenimiento que se le ha realizado al faro).

Antes de que hablen los unos con los otros, Fox, Carl y Margot ven a la artista delante de la gran radio del faro, un aparato con bastantes botones y marcas de frecuencias. Parece estar encedida. Fox comprende que Angelique la ha arreglado (de alguna manera, pero ahora funciona). Entonces se oyen respuestas de la radio.

Aquí Equipo de Guardacostas de la Costa de Folly Point. ¿Con quién hablamos? Cambio -dijo una voz entrecortada y metálica a través del altavoz de la radio-. Tras oír ésto, Angelique se da cuenta de los rostros de sus tres compañeros. Están pálidos y sudorosos.

Aquí están. Menudas caras traen, pero al menos están todos no se han matado entre ellos ni nada por el estilo. Me tranquiliza levemente ver a mis compañeros de una pieza pero.. entonces, ¿por qué narices disparaban? - ¿Qué está pasando ahí abajo? Ha sonado como un disparo o... o algo. No sé. Creo que he arreglado la r… - La propia radio me interrumpe mientras hablo. ¡Lo he conseguido! ¡He contactado con la costa! ¡Vamos a salir de aquí! No logro reprimir un leve gritito de alegría cuando salgo corriendo hacia el micrófono para contestar al guardacostas. Esa voz metálica ha hecho por un instante que olvide todo lo demás.

-¿Si? ¡Hola! Me llamo Angelique viajaba a bordo del SS algo, rumbo a Portland, pero el barco ha encallado y se ha hundido. Unos pocos y yo hemos llegado hasta la isla del faro de.. Beacon Island, creo; pero aquí parece que ha pasado algo. Por favor, manden ayuda. ¿Me oye?- Las palabras se atropellan en mi boca, a pesar que intento hablar despacio para que me entienda bien. La emoción me puede. Miro a mis compañeros mientras espero una respuesta.

El anticuario iba a contestar a la pintora cuando la radio se conecto y escucharon el tranquilizador mensaje entrante, una vez la mujer se comunicó con los guardacostas decidió hablar.

Nos han atacado.- Explicó. Su voz estaba quebrada, se le notaba nervioso.- Una perturbadora mezcla entre pez y humano ha irrumpido por la cocina y nos ha atacado. Su cara era como la de un rape y sus manos palmeadas estaban terminadas en garras afiladas como un cuchillo. Seguro que esos seres son los que creí ver fuera.