Partida Rol por web

"Angelica" se limitó a suspirar con resignación cuando vió al explorador de cabello platino abrir la escotilla. Se hizo a un lado para no entorpecer a quienes siguieran el mismo impulso mientras cargaba una saeta en la ballesta de mano. Si las cosas se torcían con aquel curso de acción, siempre cabía la posibilidad de retirarse.. si permanecía en posiciones atrasadas. Si Darrick y Vadik querían cargar de frente, no era labor de ella impedírselo; mientras fueran útiles en aquel menester, debería aprovecharlos el mayor tiempo posible.

Una vez cargada la ballesta, se dispuso a seguir al último "voluntario" que se prestase a aquel "plan lógico y bien pensado", dentro de la urgencia que imponía la situación.

La discusión sobre qué hacer parecía latente, o al menos hasta que Darrick tomo la decisión. A mi parecer aquello era lo mejor, posiblemente no se habrían puesto de acuerdo y no teníamos tiempo para discutir esas cosas. Sabía que en el cuerpo central había gente y que ir suponía un peligro, pero si no hacíamos nada el barco caería en picado.

Después de que Darrik, Kelgar y Vadik pasaran fui tras ellos con mi maletín en la mano. Aun no me fiaba de Vadik y prefería que fuera delante de mí para tenerlo vigilado. Además, tampoco quería ver muy de cerca la pelea. Había decidido ya hace tiempo que prefería curar en vez de herir a la gente.

¿Pero qué hacemos entonces? ¿No es peligroso cruzar así? Bueno, no importa, espero que tengan un plan, no me parece prudente mandarse así. Tampoco hay tiempo suficiente como para pensar en algo ¿o sí?

De todas formas, quiero evitar pensar en cuánto tiempo demoraría esto en llegar al agua, y lo que podría ocurrir llegado el momento. Tal vez... cubrirnos con muchos cojines... no, no creo que sea suficiente.

En fin, me quedo junto a las chicas atrás, si los muchachos pensaron en algo y por eso se están dando prisa, pues adelante ellos.

No sabéis sí  es la mejor opción la que habéis tomado pero os encamináis a la puerta y con algo de dificultad giráis la manivela para abrirla, al hacerlo una ráfaga potente de aire os pega en la cara seguido del olor a sal, frente a vosotros podéis ver una barandilla estrecha hecha de metal que se curva hacia abajo para luego ascender a una puerta de iguales condiciones ( formando una especie de cuenco)  al otro lado del cuerpo central, pese a la peligrosidad que supone caminar por ahí la única medida de seguridad que veis es un fino hilo metálico que conecta de una punta a otra, cosa poco útil puesto que el mínimo golpe o sacudida fuerte no evitará que perdáis el equilibrio y caigáis  al mar.

Pese a ello, sí andáis con cuidado no tendréis mayores problemas que es lo que disponéis a hacer puesto que pese a que el tiempo apremia tampoco era cosa de ir a lo loco, cuando vais por la miráis podéis ver que al otro extremo del Zepelin (en la parte de la zona sur) hay otra pasarela, aunque esta ha sido destruida y ahora es completamente inservible.

Seguéis avanzando y cuando lleváis la mitad del camino la puerta de enfrente se abre dejando salir un contingente de soldados que al igual que vosotros camina con serias dificultades haciendo frente al fuerte viento, todos ellos salvo el que va en cabeza van armados con ballestas  que tratan de apuntaros con ellas pero el viendo dificulta muy severamente acertar el tiro.

La secuencia de los hechos que acontecieron resultó tan dolorosamente obvia que Emelie sentía que podía haber predicho las acciones de los malhechores y, posiblemente, hubiera acertado en la casi totalidad de ellas. Pero, a la vista del despliegue que realizaron los ex-guardias del vuelo, no le pareció el mejor momento para recriminar a Vadik o a Darrick su proceder imprudente y temerario.

Lo primero que decidió fue no permanecer en el cuello de botella en que se habían metido, por lo que retrocedió hasta la compuerta para parapetarse tras el casco de la góndola oriental. Una vez estuviera a cubierto, ya se preocuparía por ver cómo la velocidad del viento afectaba a las saetas.

Ay no, todos están armados con ballestas, es imposible pasar por ese lugar tan estrecho sin que nos agujereen todos. Eso sin mencionar lo peligroso que parece ese pasaje, está al aire libre, es delgadito... no me gusta nada.
Necesitamos urgente un escudo, al menos uno, para el que vaya delante, o... o confiar en que el viento fuerte desvíe los proyectiles, pero no creo que los soldados no sepan evitarse ese problema, deben de tener esa suficiente destreza.

No sé qué hacer, realmente tengo miedo de pasar por ahí, a estas alturas lo único que nos salvaría sería un milagro.

El camino para llegar a la zona central era complicado, mis manos se agarraban como podían para no resbalar y caer en el mar desde aquella altura. Estaba rezando a Abel para que no hubiera una racha de viento demasiado fuerte cuando vi como los soldados empezaban a salir con ballestas en mano para interceptarnos. No podían haber esperado en el interior y apresarnos al entrar, no, tenían que salir allí y acribillarnos. 

El miedo de los virotes dirigiéndose hacia nosotros en cuanto los soldados apuntaran, juntados con la caída, y las rachas de viento hizo que me sujetara más fuerte y agarrara mi maletín haciendo que mis nudillos quedaran más blancos de lo que ya era común. Aunque aquel sentimiento no duro demasiado. El pensamiento de lo que había sentido cuando había usado mi poder y había descubierto que en el otro lado del zepelín ya no había nadie vivo hizo que mi sangre hirviera. 

¡Agarraos!.- Grite mientras hacía lo propio cuando mis matrices empezaban a extenderse. Sin pensarlo un momento lance un pulso de fuerza al guardia que iba en cabeza. En aquella situación podría hacer pasar aquel ataque como una racha de aire muy fuerte y no me pondría en evidencia.

Al salir a la pasarela, el fuerte viento y el estrecho camino eran ya de por sí un desafío.
Pero a ello había que añadir la llegada de hasta siete soldados que parecían dispuestos a darles caza con sus ballestas.
Sabía que esas armas requerían un tiempo de recarga tras ser disparadas, así que lo más sensato era cubrirse de la primera ráfaga y atacar después.
Pero ni tenían tiempo ni espacio para ponerse a cubierto.

Además tenía delante suyo a Darrick y Vadik así que o se apartaban o tiraban para adelante.
Por lo pronto puso su espadón delante suyo para protegerse.

Por suerte, mi decisión de marchar por la pasarela produjo el efecto deseado y los demás no tardaron en seguirme mientras avanzábamos con cuidado por ella, puesto que el viento que soplaba allí era realmente intenso, aunque al menos, no lo suficiente como para impedirnos avanzar con relativa seguridad… al menos siempre que lo hiciésemos con cuidado.

Por desgracia, la posibilidad de avanzar con cuidado se desvaneció cuando, al ir aproximadamente por la mitad de la pasarela, varios soldados salieron por la puerta contraria en dirección a donde estábamos.

Maldita sea- pensé un instante antes de lanzarme hacia delante a por ellos. A pesar de que varios de ellos llevaban ballestas, sabía que en aquel momento, disparar y acertar con ellas no les sería fácil, por lo que el mayor peligro estaba en el primero de ellos… si me encargaba de él, los demás no serían demasiado problema. Además, no podíamos permitirnos si retroceder y les dejarles volver al cuerpo central de la nave, pues sellarían la puerta la puerta, y avisarían al resto de los amotinados, lo cual seguramente supondría nuestro fin… bien a sus manos, bien cuando nos estrellásemos contra el mar.

Emelie retrocede hasta colocarse en la seguridad de la sala donde tiene una completa visión acerca de  sus enemigos, allí puede observar como el primer soldado trata de golpear a Darrik sin éxito recibiendo un ataque como respuesta de est haciendole retroceder, el hombre  parece furioso y trata de atacar con el arma de nuevo pero ante el asombro de Darrik y del soldado la espada se desintegra en sus manos sin razón aparente dejando a este último estupefacto mirando la mano vacia  donde antes llevaba el arma aunque no tiene mucho para pensar en lo que a pasado ya que un puño invisible le golpea lanzandolo contra el resto de guardias que se desmoronan como sí fueran un castillo de Naipes con tan mala suerte que dos de ellos caen de la barandilla y sus gritos se pierden en el vacio...

Los otros soldados disparan sus ballestas hacia Vadik pero este sonrie simplemente mientras cuatro virotes se disparan hacia el aunque todos son desviados por la fuerza del viento sin que siquieran supongan un problema  para el hombre de vestiduras salvajes que simplemente traza un gesto con el dedo con aire aburrido mientras un segundo virote  pasa a su lado .

---Moscas molestas....- dice el hombre mientras su voz se vuelve más grave, al isntante todos sentiís que os invade una terrible sensación de miedo- Marcharos de una vez pues con estas palabras yo os maldigo por toda la eternidad,de vuestros ojos manarán sangre de aquellos que habeis matados, vuestros sueños seran destruidos para ver sus cadáveres y cada vez que intenteis buscar la muerte esta no acudirá y cuando esteis sumidos en la desesperación será cuando yo vaya para devorar vuestra almas- grita mientras suelta una especie de aullido que os hiela la sangre, la sensación desaparece para la mayoria pero para casi todos los soldados y para Kelgar la sensación permaneza haciendo que el miedo hacia el hombre llamado Vadik se agarre a vuestro pecho como una garra,el efecto es instantaneo ya que el soldado de más atras  suelta la ballesta y sale corriendo rumbo al interior sin dejar de gritar algo acerca de un lobo demoniaco mientras algunos tambient ratan de seguir sus pasos soltando las armas....

La contienda se solucionó de forma más rápida a la esperada cuando Darrick hirió a uno de los guardias, el cual al intentar contraatacar vio cómo su arma ¡se desintegraba!
¡Brujería! dijo de forma instintiva, incomodo por aquello que acababa de ver, por mucho que les hubiera ayudado.
Incluso le pareció que “algo” le golpeaba a ese guardia... algo invisible, puesto que no parecía que fuera cosa del viento.

Quizás Vadik o el niñato... o... miró de reojo a Angie.
En todo caso, los guardias se retiraron cuando Vadik comenzó a amenazarles con unas palabras que hablaban de maldiciones.
En Haufman todo hombre temía a las maldiciones, puesto que era un enemigo contra el que no se podía luchar, y que volvían cuando menos te lo esperabas para destrozar el destino.

Si esa cosa era capaz de hacer maldiciones, y por su naturaleza no lo dudaba, era más peligroso que beneficioso tener a alguien así con ellos. Nunca se sabía cómo podría fastidiar su destino.
Se sintió tentado a empujarlo al vacío, pero no sería él quien cometiera un acto tan cobarde. Si debía acabar con esa cosa, lo haría como un verdadero guerrero.
Por lo pronto siguieron avanzando.

Observar lo que pasaba fuera mientras rápidamente aprestaba la ballesta para disparar dejaron de ser acciones acuciantes para Emelie cuando una sensación fría de miedo recorrió su espalda mientras Vadik, el extraño Vadik, pronunciaba lo que parecía ser un maleficio. Muchos de los rufianes que les esperaban al otro lado debieron de verse aun más afectados por aquel escalofrio, pues dejaron sus armas y echaron a correr. Aun así, conforme la incómoda sensación de pavor se desvanecía, "Angelica" clavó sus ojos en la espalda de aquel chico vestido con plumas. Por unos instantes le analizó con el mismo ojo con que examinaría algo defectuoso: si ya desde un principio le había parecido sospechoso y poco de fiar, ahora el recelo subía varios grados más. Alguien con aquellos extraños poderes (que su mente racional se negaba a admitir como magia, un cuento de viejas, y les buscaba alguna explicación más... creible) estaba claro que no les necesitaba; Vadik era quien les ayudaba... si es que se podía asumir que aquella criatura, o lo que fuera, necesitaba asistirles realmente y no tenía planes ulteriores.

Dejó de lado aquellas cuestiones. Si realmente quería saber qué intenciones tenía Vadik (¿quería conocerlas de verdad?), había que despejar el acceso y alcanzar el puente de mando, así que apuntó, trató de compensar el viento y descargo su pequeña ballesta contra el "soldado" que había perdido, misteriosamente también, su espada.

No sé si el miedo raro que siento ahora es por la situación, o si es lo mismo que ha hecho huir a los soldados. Eso que dijo este hombre, si bien no lo entendí bien, empleó un todo muy ominoso y raro, sólo espero que sea todo una coincidencia y no nos esté palabreando maldiciones.
—Kelgar, ¿qué ha pasado? —le pregunto extrañada, que por ahora es el único con quien me puedo comunicar normalmente.

Todavía hay un problema, que es atravesar esa baranda horrible para llegar al otro lado, y aunque ya esté libre de enemigos, sigue siendo peligroso. No sé cómo haré para reunir fuerzas para cruzar.

El golpe de aquel soldado fue lento, seguramente tanto a causa del viento como por el hecho de no esperar que me lanzase a por ellos nada más verlos aparecer, por lo que esquivé con facilidad y le propiné un feo tajo, el cual, por desgracia solo consiguió enfurecerle y hacer que volviese a atacar, por lo que me preparé para detener su golpe… y entonces las cosas empezaron a volverse más que extrañas.

Primero la espada del soldado pareció deshacerse en el viento antes de que pudiese atacarme con ella, y luego, como si algo lo hubiese golpeado con fuerza, el propio soldado salió despedido hacia atrás, como si algo lo hubiese golpeado con fuerza, cayendo sobre los guardias que estaban tras él, provocando que algunos acabasen en el suelo de la pasarela… y un par de ellos, con peor suerte, cayesen al vacío.

¿Pero qué...?- pensé, y entonces lo sentí. Peligro. Miedo. La sensación venía de mi alguien… o algo a mi espalda, y durante varios segundos, ni siquiera me atreví a girarme para averiguar el origen, pues la sensación fue creciendo al tiempo que alguien, Vadik si no me equivocaba, hablaba. O más bien maldecía, y el miedo que emitía se hacía más fuerte conforme iba completando la maldición… hasta que en lugar de palabras, lo que escuché fue una especie de aullido que desde luego no era natural. Y entonces, la sensación desapareció del mismo modo que había llegado… aunque eso no impidió que los soldados empezasen a tirar sus armas y a huir. Con cierto temor, me di la vuelta, sin saber lo que me iba a encontrar… ¿Una criatura surgida de los mitos que tan bien conocía? ¿Alguna especie de demonio? ¿Algo peor? Sin embargo, al girarme, Vadik seguía teniendo la misma forma… lo que por un segundo me hizo dudar de lo que había visto y sentido. Por un segundo.

¿Qué e... has hecho?- le pregunté, rectificando al final, pues había ido a preguntarle qué era.

---¿Yo? Nada- dice Vadik con aire inocente- solo  he usado mis dotes oratorias para insuflar miedo a los enemigos, las palabras y creencias pueden hacer mucho-comenta  ignorando como los soldados que salen en estampida quedando solamente dos de ellos, de hecho uno de ellos  es lo suficientemente  osado para lanzarse contra Darrick  que se encuentra  de espaldas a Vadik pero de nuevo sale volando por los aires chocando con el otro que queda y ambos caen entre un revoltijo de brazos.

---Eso sí que no me lo esperaba...- dice levantando una ceja mientras los veia caer y se gira hacia vosotros con aire inquisitivo pero finalmente encoje de hombros y se gira hacia Darrick.

---¿vas a seguir  ahí de pie con un pasmarote o vamos a la sala de control?- pregunta fruciendo el ceño- No quiero estar con todo este viento, tengo mucho aprecio a mis plumas...

Kelgar miró confundido a Ragn.
No lo sé. Creo que es cosa de ese... vigilémosle de cerca. dijo, mirando de reojo a Vadik.

El camino estaba despejado y si en algo estaba de acuerdo era que necesitaban llegar cuanto antes a la sala de máquinas y detener el descenso del zepelín.

La pequeña ballesta descendió conforme la mano de Emelie hizo lo propio para colgarla de nuevo al cinturón. Acto seguido, salió de la cobertura a la pasarela azotada por el viento. La explicación que le oyó dar a Vadik, al ser interpelado, resultaba tan "convincente" que la asesina se limitó a sonreir con ironía.

- En una cosa tiene razón Vadik. Con el camino despejado, no deberíamos perder más tiempo. No sé qué problema tendrán las plumas de Vadik con el viento, pero los buenos recogidos altos son difíciles de hacer. - "Angelica" no se molestó en expresar con ningún tono en concreto aquellas palabras. La más que obvia capucha de cuero con que se tocaba la cabeza debería ser suficiente para ilustrar el sarcasmo. Por supuesto, mantuvo vigilado al muchacho del traje emplumado durante el resto del trayecto; cada vez tenía más claro que, llegados al puente de mando, el mayor peligro potencial podía suponerlo aquel "aliado".

Mi respiración estaba agitada por el nerviosismo de la situación. Agarrada como podía para sujetarme miraba por donde habían caído los últimos soldados.- ¿Qué… que ha sido eso?.- Sabía perfectamente que había sido, pero seguía ligeramente impactada. No sabía si era por el aire de la cubierta o por mi agitación mental, nunca había usado con tanta fuerza mi poder. Por un momento pude sentir algo de pena de los hombres que habían caído, pero por otro lado no podía apartar la visa de Vadik. No sabía si había hecho algo o había usado mi ataque y un don en interpretación para asustar a los soldados. Pero algo me decía que había algo más que interpretación.

-Salgamos de aquí.- Dije mientras incorporaba mi espalda. Durante todo el combate había mantenido un perfil bajo mientras me sujetaba a la baranda.- Aun hay que detener esto.- Inste al grupo a continuar. No quería que le dieran muchas vueltas a lo que acababa de ocurrir allí. No quería que mi secreto se descubriera, con algo de suerte pensarían que habían sido las rachas de viento o sospecharían de Vadik en vez de mí. – ¿Alguno esta herido?.- Se escucho mi voz mientras avanzábamos. Había visto como los soldados disparaban no sabía si alguno de los proyectiles había impactado.

¿Dotes oratorias?- repetí mentalmente al escuchar las palabras de Vadik, sin saber muy bien como tomarme tan descarada mentira. Era evidente que no le preocupaba que no le creyésemos, y viendo lo que parecía ser capaz de hacer, no me extrañaba -En fin, ya me preocuparé por ello cuando no estemos a punto de estrellarnos en el mar- me dije, negando levemente con la cabeza.

No, estoy bien- le dije a Lissandra, tras lo cual me giré y avancé por lo que quedaba de la pasarela en dirección al cuerpo central.