Partida Rol por web

Cuando Zach contestó a mi pregunta simplemente le respondí con un asentimiento firme, todavía pensativa. El punto de evacuación estaría lejos y estaba segura de que encontraríamos más problemas por el camino.  Y con problemas me refería a más infectados, a más muertos, a más llantos y decisiones que nos retrasarían más de lo que necesitábamos. De momento seguiría con ellos y ya decidiría mis próximos pasos en el futuro. Por lo que simplemente me limité a soltar un suave suspiro, notando como alguien se ponía a mi lado.

– Mejor – respondí con sequedad a Roan, sin llegar a mirarle. Todavía estaba molesta con él y las decisiones que había tomado. No sabía si quería hacerse el héroe o de verdad le importaban las vidas de los demás, pero no me gustaba a lo que jugaba.

Pero lo cierto es que todavía me dolía el tobillo, aunque al menos después de haber descansado tenía mejor aspecto que a la noche después de toda la tralla que le había dado. Al menos ahora me encontraba bien, descansada, aunque echaba de menos machacarme en el gimnasio y… joder, sobre todo la ducha fría que venía después. Ahora sentía que olía a mierda, a sudor y a sangre. Mi aspecto no era mucho mejor.

Miré entonces a Jack y a Tom, los que consideraba mis verdaderos compañeros, no como al otro imbécil. Pero lo cierto es que ya tampoco sabía que pensar de ellos. Sabía que Jack haría lo que fuera por los civiles, ¿pero y Tom? Ya no podía fiarme de él, no después de las respuestas que me había dado en algunas ocasiones.

– No os relajéis tanto, esto no es una acampada, joder – dije alzando un poco la voz, al ver que ya estaban a punto de empezar a beber y ponerse a conversar – Deberíamos caminar más deprisa y aprovechar el día para buscar más recursos y algo de munición. No ponernos a beber…

Seguía estando cabreada después de todo, algo que no tardé en demostrar. Sabía que ellos no tenían culpa, que en parte estaba jodida conmigo misma, como tantas otras veces me había pasado antes.

Caminaba en silencio con la mirada distraída en mis botas manchadas. En la cadencia de como aparecían y desaparecían a cada paso que daba, no muy rápido ni demasiado lento. En mi cabeza iba tarareando una canción de Gilbert O'Sullivan con la que Claire* y yo nos partimos una vez de la risa, cuando en una de nuestras primeras citas, en una bocatería de mala muerte, comenzó a sonar por la radio. No puedo olvidar como me miraba mientras masticaba con un poco de ketchup en la comisura de los labios y la risa escapándosele por los ojos. -Quizá no debería haberse sentado a componer ese día, ¿no crees?- dijo con ese donaire característico suyo. Estuvimos riéndonos durante todo el camino de vuelta. 

Ahora estaba viviendo yo ese mismo día.

- Espero que estés bien, Claire...espérame... - dije para mí mismo. 

Al salir de mis pensamientos aceleré el paso y alcancé a Keira y Roan que marchaban encabezando el grupo. 

- No sé nada de esa señal, ponedme al día para planificar nuestro siguiente paso. Entre todos. - dije esta última palabra mirando a Keira a los ojos. 

Sí, eran ovejas con fusiles de asalto, pero seguro que tenían agua. Así como Dios mandó a Moises el maná del cielo le mandaba a él, su siervo, otro tipo de... maná. Y no estaba como para ser remilgado así que no le quedaba otra.

John salió con las manos en alto mostrando que no llevaba armas. Llevaba unos vaqueros sucios, botas de montaña gastadas y una camisa de cuadros que había conocido tiempos mejores. Llevaba una cazadora anudada en la cintura y completaba el atuendo un alzacuellos que mostraba su condición de sacerdote.

Seguro que no esperaban ver a pastor de Dios por estos bosques...

- ¡Buenos días! - saludó mientras daba un par de pasos vacilantes hacia el pintoresco grupo esperando que no le metieran una bala en la cabeza. Aparte de cortesía el saludo les mostraba que pertenecía al grupo de los vivos. - Que la paz sea con vosotros.

Acalló las voces que seguían susurrando ideas de muerte y salvación. Le hubiera gustado pronunciar otras palabras, algo más grandilocuente, pero la lengua se le pegaba al paladar  y comenzaba a ver puntitos negros por todas partes. Necesitaba agua y la necesitaba ya.

- ¿Tendríais un poco de agua para un siervo de Dios? - Esperaba de todo corazón que la tuvieran.

John salió con las manos en alto mostrando que no llevaba armas. Llevaba unos vaqueros sucios, botas de montaña gastadas y una camisa de cuadros que había conocido tiempos mejores. Llevaba una cazadora anudada en la cintura y completaba el atuendo un alzacuellos que mostraba su condición de sacerdote.

Seguro que no esperaban ver a pastor de Dios por estos bosques...

- ¡Buenos días! - saludó mientras daba un par de pasos vacilantes hacia el pintoresco grupo esperando que no le metieran una bala en la cabeza. Aparte de cortesía el saludo les mostraba que pertenecía al grupo de los vivos. - Que la paz sea con vosotros.

Le hubiera gustado pronunciar otras palabras, algo más grandilocuente, pero la lengua se le pegaba al paladar  y comenzaba a ver puntitos negros por todas partes.

- ¿Tendríais un poco de agua para un siervo de Dios? - Esperaba de todo corazón que la tuvieran.

La caminata se estaba haciendo pesada con todos esas caras tristes y melancólicas. Cada uno iba sumido en sus propias tinieblas. Me daba la sensación de que aunque íbamos juntos, en el fondo estábamos muy separados unos de otros. Los tenientes mantenían una estúpida lucha de poder cuando ninguno de ellos valía para el mando, Keira me daba miedo que nos dejara en cualquier momento (se estaba volviendo muy solitaria) y el grupo de los chic@s... pues no terminábamos de confiar mutuamente.

No sabía qué encontraríamos en la ciudad. Tal vez ayuda, tal vez más muerte. Lo que sí sabía es que si encontrábamos una mínima organización de gente, sería el fin de nuestro pequeño grupo. Cada uno tiraría por su lado.

Con estos pensamientos iba cuando un poco más adelante veo salir de los matorrales a ¡un puto cura!

-"¡Quietos todos! Vigilad los flancos y la retaguardia, puede ser una trampa."

Apuntando a este nuevo personaje voy avanzando hasta él, colocándome a pocos metros. Le hago una señal a Keira para que me acompañe. Observo los alrededores por si veo si tiene algún compinche escondido.

-"Cabo, regístrele por si va armado. ¿Quién eres y qué haces por aquí? ¿Estás solo?"

Marcho distraída en mis propios pensamientos, detrás de Claire. Está... bueno, ya no es la que era.  En la casa, se podía decir que era el alma de la fiesta mientras que ahora es poco más que una sombra. Pero se recuperará. Conozco a mi prima y sé que es fuerte. Además, la necesitamos.

Escucho que hablan sobre dónde ir, pero no es que me importe demasiado, así que no presto demasiada atención, y de repente... un vagabundo asqueroso.

- ¡Buenos días! ¿Tendríais un poco de agua para un siervo de Dios?

Doy un salto hacia atrás, fuera del camino y saqué el cuchillo. Llevaba el arco, pero no era el momento. La verdad se que tenía una pinta que echaba para atrás.

¿Siervo de Dios? ¿Pero de qué coño está hablando?

Miro a Claire, buscando su respuesta, aunque no espero demasiado. Pero al menos, el puto sargento "Eastwood" parece que está atento.

Roan apuntó instintivamente al desconocido y se puso en alerta como hicieron sus compañeros... estaba de los primeros, llevaba tiempo andando junto a Keira quien casi le había retirado la palabra, injustamente, según el criterio del teniente. Cuando vio al extraño no reconoció el alzacuellos, pero cuando lo hizo buscó una de sus cantimploras bajando el arma y se le acercó ofreciendosela:

-Padre, aquí tiene-dijo Roan. Y sólo los católicos llamaban "padre" a los sacerdotes... lo cual revelaba a Roan como católico y eso explicaba el Ángel Custodio que tenía tatuado en el brazo y probablemente una extraña inscripción en latín que tenía en las costillas.

Para Roan le parecía inconcebible que alguien se pusiera un alzacuellos para hacer una emboscada así que cuando la cabo se acercó para registrarlo la miró de mala gana pero no lo impidió.

-No le vamos a hacer daño Padre, ¿se encuentra bien? - preguntó por su estado.

Como a todos, también me cogió por sorpresa esa aparición inesperada. Por instinto observé los alrededores atento a la mínima señal de emboscada, tocando con la mano el mango del cuchillo dispuesto a sacarlo con rapidez. 

Como Tom, Keira y Roan se acercaron a interrogar al supuesto sacerdote, mientras pregunté a los chavales donde se iba a producir la evacuación con detalle. Quería saber lo máximo posible. 

- Eh, Zach, ¿donde estaba exactamente el punto de evacuación?. También quiero saber por qué frecuencia se estaba retransmietiendo.  

En cuanto aquel tipo se mostró alcé mi escopeta, junto con el resto de mis compañeros. Dirigiendo la mirada también hacia los lados por si había más con él. ¿Qué coño hacía allí en mitad de la nada?, ¿nos habría estado siguiendo? Vi su alzacuellos y lo cierto es que no me importó una mierda, nunca había sido creyente después de la vida de mierda que había tenido y las cosas que había visto al otro lado del mundo. Por lo que mucho menos iba a creer ahora en un trozo de tela rodeando el cuello de nadie.

Me acerqué a él mientras Tom le vigilaba, sabiendo que si hacía algo él se encargaría. Al menos para eso aún podía confiar en él. Por lo que colgué mi escopeta a la espalda y me coloqué a su espalda, mientras el imbécil de Roan gastaba su agua en aquel tipo. Fue entonces cuando dijo que no íbamos a hacerle daño, cuando tras el desconocido golpeé con una patada la parte trasera de su rodilla haciendo que cayera al suelo apoyándose en estas. Mientras tomaba mi pistola y se la ponía en la nuca, mientras que con la otra mano empezaba a registrarle, haciendo presión con mi arma sobre su cráneo para que notase el metal apuntándole.

- ¿Estás sordo o qué? Responde al sargento o lleno el camino de tus putos sesos – dije alzando la voz, mientras le registraba metiendo la mano por los bolsillos y palpaba su cuerpo, tirando todo lo que encontraba al suelo (si es que tenía algo) – Veremos si tu dios es capaz de salvarte de una bala en el cráneo – pronuncié intentando intimidarle, a la vez que empujaba mi arma sobre su cabeza con más fuerza.

Lo único que nos faltaba ahora era un puto cura en el grupo y ese era el mejor de los casos. Pues seguramente se lo hubiera robado a cualquier muerto o estuviera mal de la cabeza creyendo que todo esto había sido culpa de dios. Pero no, nosotros mismos nos lo habíamos buscado.

La aparición de aquel ser extravagante me hace levantar el arma y olvidarme de toda nuestra conversación. Ahora mismo, solo me importa saber si ese tío es o no una amenaza para nosotros. Los tres cerditos soldados se van hacia él, mientras el lechuguino se queda a mi lado y sigue hablándome de la evacuación.

- Eh, Zach, ¿donde estaba exactamente el punto de evacuación?. También quiero saber por qué frecuencia se estaba retransmietiendo.  

-Tío, déjame en paz. ¿No ves que eso me importa una mierda ahora mismo? Además yo no sé nada más. Búscalo tú si quieres -le digo, me salgo de la fila sin dejar de encañonarlo y espero a ver que dice, pero no me fío. Como voy a confiar en un tío que anda por ahí como un puto pordiosero por mitad del bosque.

Roan gritó-no a Keira-empezó por Jack:

-Jack!!, tu cabo está maltratando a un civil indefenso que es para colmo un hombre de dios...¿así has enseñado a tu unidad?- dijo muy molesto al teniente y siguió con Keira:

-Si ya lo has registrado y no tiene nada dejarás de apuntarle porque no es una amenaza, Keira, es un pobre hombre-dijo suspirando

Su llegada no había sido recibida como esperaba. Obviamente sabía que no habría champán ni confetti pero tampoco esperaba un recibimiento tan... ¿hostil? Aquellas ovejas parecían ser lobos con piel de cordero.

No es tanto hostil sino más bien cauto. Y hay mucha ira en ellos. Han debido perder a alguien querido.

Eran muchas cuestiones para responder sin beber nada. Su mano izquierda tembló ligeramente mientras parpadeaba confuso ante tal avalancha de preguntas.

Afortunadamente uno de ellos se acercó tendiéndole una cantimplora. De haber podido se le hubiera hecho la boca agua tan sólo de pensar en la dulce sensación del fresco líquido bajando por su garganta. Levantó la mano intentando asir la preciada mercancía, alentado por las palabras de seguridad que le dirigían, pero apenas había despegado sus labios para contestar cuando notó un fuerte dolor en su rodilla izquierda que se dobló bajo el escaso peso del sacerdote. El impacto contra el suelo no fue menos doloroso e hizo que apretase los dientes en una mueca de sufrimiento.

No sólo lobos con piel de cordero sino unas perfectas ovejas hijas de puta. Pero Dios no enseñaba el rencor ni la venganza.

Lucas 6,29 - penso. "Al que te hiera en la mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite la capa, no le niegues tampoco la túnica." Dios le enviaba una prueba. Otra más. Quizás una penitencia por su soberbia.

- John - balbuceó, - mi nombre es John.

Estaba visto que no sólo le quitarían la capa y la túnica. Por su mente pasó una fugaz imágen de sus dedos cerrándose en la garganta de aquella mujer soldado mientras su lengua colgaba muerta sin vida. Fue sólo un instante pero a punto estuvo de sonreír.

Mientras tanto veía como sus escasas pertenencias desaparecían de sus bolsillos y caían al suelo. Lo primero en llegar al suelo fue una ajada billetera de cuero que parecía roída por los bordes, como si no hubiera podido impedir la embestida de un hombre famélico que no tiene otra cosa que comer. Le siguieron un recorte de periódico del día que comenzó todo, una navaja sin filo medio oxidada, un rosario y un pequeño bote como los de análisis de orina con tres grillos dentro.

Cuando no le quedaba nada de lo que ser despojado volvió a alzar la mano buscando la cantimplora. - A... agua... - Ya le importaba un pimiento que le dispararan o no. O bebía o era hombre muerto igualmente.

Y la bala sería más misericordiosa.

Su llegada no había sido recibida como esperaba. Obviamente sabía que no habría champán ni confetti pero tampoco esperaba un recibimiento tan... ¿hostil?

No es tanto hostil sino más bien cauto. Y hay mucha ira en ellos. Han debido perder a alguien querido.

Eran muchas cuestiones para responder sin beber nada. Su mano izquierda tembló ligeramente mientras parpadeaba confuso ante tal avalancha de preguntas.

Afortunadamente uno de ellos se acercó tendiéndole una cantimplora. De haber podido se le hubiera hecho la boca agua tan sólo de pensar en la dulce sensación del fresco líquido bajando por su garganta. Levantó la mano intentando asir la preciada mercancía, alentado por las palabras de seguridad que le dirigían, pero apenas había despegado sus labios para contestar cuando notó un fuerte dolor en su rodilla izquierda que se dobló bajo el escaso peso del sacerdote. El impacto contra el suelo no fue menos doloroso e hizo que apretase los dientes en una mueca de sufrimiento.

- John - balbuceó, - mi nombre es John.

Mientras tanto veía como sus escasas pertenencias desaparecían de sus bolsillos y caían al suelo. Lo primero en llegar al suelo fue una ajada billetera de cuero que parecía roída por los bordes, como si no hubiera podido impedir la embestida de un hombre famélico que no tiene otra cosa que comer. Le siguieron un recorte de periódico del día que comenzó todo, una navaja sin filo medio oxidada, un rosario y un pequeño bote como los de análisis de orina con tres grillos dentro.

Cuando no le quedaba nada de lo que ser despojado volvió a alzar la mano buscando la cantimplora. - A... agua... - Ya le importaba un pimiento que le dispararan o no. O bebía o era hombre muerto igualmente.

Y la bala sería más misericordiosa.

El niñato me había contestado de mala manera y me había dejado con la palabra en la boca. Pensaba que valoraría que le hubiera dejado mi puto fusil para defenderse y que vería que eso me ponía a mi en peligro, pero a ese maldito capullo o le daba igual o a su cabeza hormonada no le daba para otra cosa que no fuera hacerse el duro delante de sus amigas. 

Unos metros más allá se estaba montando un circo con Roan recriminándome a voces y Keira amenazando con volarle la cabeza al cura. Comencé a acercarme haciendo un gesto apaciguador con las manos. 

- ¿Quién es usted y qué hace aquí?, ¿nos estaba siguiendo?. 

Desaprobaba la forma violenta con la que Keira había registrado a ese hombre, pero sabía que discutir con ella solo empeoraría las cosas. No podía saber lo que pasaba por su cabeza, pero estaba demasiado nerviosa y eso me preocupaba. 

- Keira, ¿está armado o tiene alguna herida a la vista?. 

También me dirigí a Roan. 

- Te entiendo, pero tampoco podemos ser tan confiados con todo lo que llevamos visto. 

Me detuve frente a nuestro invitado con los brazos cruzados esperando respuestas. 

Di un par de pasos atrás después de tirar al suelo toda la mierda que llevaba encima, aún con el brazo levantado y apuntándole a la cabeza con el dedo en gatillo sin preocuparme que pudiera disparar el arma incluso sin quererlo. Miré entonces a Roan y con la mano que tenía libre le mostré mi dedo corazón, con el símbolo de "jódete", dejando bastante claro que no me importaba lo que tuviera que decir. Ya estaba cansada de su bocaza y de que se creyera que por decir que era teniente tenía algún poder sobre mí, cosa que Jack aún mantenía aunque cada vez empezaba a costarme más.

- Está limpio, teniente - dije como respuesta, aún mirando un poco alrededor por si acaso - Sin heridas, tan solo parece algo desnutrido.

Tenía comida y algo de agua en la mochila, pero ni por un instante pensé en compartirla con un completo desconocido. Todavía no sabíamos quien era ni si estaba solo. Pero lo averiguaríamos de la forma que él quisiera, si estaba dispuesto a hablar o habría que hacer un poco de fuerza para soltar este tornillo.

- Pero el muy cabrón sigue sin responder al sargento - volví a recriminarle a aquel desconocido - Y bajaré el arma cuando me salga del coño hacerlo, no cuando lo diga un capullo creído - terminé, esta vez mirando a Roan.

No sé durante cuánto tiempo estuvimos caminando antes de que nos encontrásemos con aquel tío. Sus andrajosas ropas y lo demacrado de su aspecto no dejaba lugar a dudas de que llevaba perdido mucho más tiempo que nosotros. Quizás viniese huyendo de la ciudad y pudiese decirnos algo, o quizás simplemente hubiera estado dando vueltas durante dos semanas, porque también parecía estar algo chiflado.

Los soldados se lanzaron a por él con todo, por si acaso representaba un peligro, pero el pobre hombre no hacía más que pedir agua y más agua.

Pero mientras no respondiera al interrogatorio de Keira, dudaba mucho de que le dieran luz verde. No después de todo lo sucedido. Nadie iba a fiarse de un tío así y ante la duda, mejor disparar que arriesgarse.

Pero la pregunta seguía dando vueltas en mi cabeza, así que me salí de la fila y me acerqué a él.

-¿Viene de la ciudad? ¿Cómo están las cosas por allí? -le pregunté con algo de ansiedad. No tenía ganas de nada, menos de llegar. Era ya el único objetivo al que podía agarrarme.

Roan estalló contra Keira como hacía tiempo que no hacía, de manera burlona.

-¡Como se nota que te lo han dado todo en la vida niñata...! En cuanto pillas un arma mírate, abusando de un hombre de dios sediento, vida fácil de niña malcriada y abusona..también querías abandonar a estos chavales...pero he de decir, en favor de todos los que hemos trabajado duro en la vida todos los días de nuestra existencia, que sabemos tratar a la gente de manera justa, sabemos ver el bien y sabemos perdonar -sonrió burlón - y por eso no te voy a tener en cuenta tus desaires intentando quedar por encima de mí, todos sabemos cual es tu sitio y que te pasa..y me divierte muchísimo

Ahora se dirigió al cura:

-Padre,¿está bien? Perdónela, lo que le pasa es que hace tiempo que no cata varón y está nerviosa- Roan tenía esa capacidad de agredir con la palabra con facilidad y todavía tenía el arma en la mano...podría haber tirado de rango para poner en su sitio a Keira, pero en cambio aceptó el campo de batalla que ella había elegido

Keira hace lo que le dije mientras yo apunto al sujeto y miro en derredor por si fuera una trampa. El teniente 'gilipollas' Roan se mete entre el 'cura' y yo para darle agua y pedirle disculpas. Keira le derriba para registrarle mejor y para meterle miedo, así contestará y dirá la verdad. El teniente nos estaba poniendo en peligro a todos con su estúpido comportamiento. Además, empieza a menospreciar a Jack, que aunque es un zopenco sigue siendo nuestro superior. Ya para rematar empieza otra vez con su verborrea pastosa sobre Keira... ¡es la gota que colma el vaso!

Dejo de apuntar al cura y avanzo unos pasos para ponerme entre este y Roan. Con cara de muy pocos amigos agarro a Roan de la pechera y le levanto hacia arriba con fuerza. Le hablo despacio y escupiéndole las palabras en la cara.

-"Que sea la última vez, teniente, que se interpone en nuestro cometido. Cuando le hayamos registrado y nos responda le dará toda 'su' agua si quiere. Está poniendo en peligro nuestra seguridad con sus gilipolleces y vanidades. Tal como están las cosas toda precaución es poca. Así que no vuelva a inmiscuirse de esa manera o la próxima vez habrá consecuencias para usted. Y me da igual que sea usted teniente, coronel o la putita del capitán. Sigo sin fiarme de usted y esto no cambiará hasta que me demuestre lo contrario."

Le suelto y le cojo su cantimplora. Miro al teniente Jack.

-"Y usted teniente, ¡échele un par de huevos y empiece a comportarse como un jodido soldado! Está usted al mando, no él."

Me doy la vuelta, miro a Keira y la guiño un ojo. Acto seguido me arrodillo y le cojo de la nuca al cura. Le paso la cantimplora para que beba, solo unos sorbos antes de quitársela.

-"Muy bien Jhon, creo que te había hecho unas preguntas. Contesta también a lo que ha preguntado la rubia. Y no me mientas o lo sabré... y no te conviene cabrearme más de la cuenta."

Le miro fijamente a los ojos esperando a que hable.