Partida Rol por web

El final de todo.

EPÍLOGO: Hawaii

Cargando editor
13/02/2020, 19:49
LA REDIRECTORA

Vuestra llegada no fue la única, pero para vosotros, era como si estuvieseis llegando al final de una pesadilla. Quizás para los demás también significara algo parecido, desde luego, pero por una vez, os sentíais egoístas.

El Alabama emergió a las pocas horas de viaje en las costas de Oahu, y no era el único submarino presente. Toda la bahía estaba llena de barcos y submarinos, aviones y helicópteros sobrevolando, y por supuesto, gente.

El capitán os informó de que no habían podido ocultar que habían regresado en busca de más supervivientes, y que rápidamente, las playas se habían llenado de gente esperando encontrar a amigos, familiares o simplemente, daros la bienvenida que os merecíais.

Cuando salisteis, junto con buena parte de la tripulación, mientras llegabais al puerto, la visión casi nubló vuestros ojos a causas de las lágrimas de felicidad. Después de todo el sufrimiento y todas las muertes, estabais a salvo. La infección quizás no llegase hasta allí, pero lo más importante era que mientras tanto, nadie estaría solo. Ninguno de vosotros volvería a sentirse cerca de la muerte, sino con toda una vida por delante.

Al llegar, visteis que efectivamente, había carteles señalando distintas ciudades y localizaciones, algunos fijos en el suelo y otros sostenidos por gente que buscaba a los suyos en aquel y el resto de embarcaciones de rescate. Quizás, con un poco de suerte, alguien podía estar esperandoos pero de no ser así, habría tiempo para encontrar nuevos motivos para continuar viviendo y recuperar todo lo que habíais perdido.

La vida volvía a llamar a vuestras puertas.

Además de la fiesta de bienvenida, y de resolver cuestiones como vuestro alojamiento, también os invadía la curiosidad sobre la marcha de la infección. Había muchos rumores, pero también bastante transparencia respecto a lo que se estaba haciendo. Por lo visto, la infección había afectado a todos los continentes y se estaba trabajando en una vacuna que tardaría tiempo en llegar. No obstante, seguramente nada podría evitar que los muertos fuesen reanimados.

Al parecer, también había infectados allí y el virus se propagaba por el aire, por lo que ni siquiera Hawaii estaba libre de ella, a pesar de lo cual, nadie estaba preocupado. Existía un Centro de Control y esperaban que con el tiempo, se lograra detener su avance y efectos.

Era una ardua tarea en la cual estaban trabajando todos los países, usando todos sus recursos. Todo podría arreglarse... con el tiempo.

Aún había mucho trabajo por delante.

2 años más tarde...

La vacuna había tardado más de lo previsto. Durante ese tiempo, países como Estados Unidos, Canadá, Brasil, España, Francia, Italia, Sudáfrica, Alemania o Australia, fueron asolados, diezmados y básicamente, esterilizados. Los países que estaban en latitudes cercanas a los polos o fríos, como Noruega, Rusia o Argentina, lograron contener la infección y resistir hasta la llegada de un medicamento, que no solo impidió nuevos contagios, sino que también acabó con aquellos que habían sido reanimados. Al recibir el tratamiento, las personas muertas y reanimadas, volvían a morir, definitivamente esta vez, salvo en aquellos hombres y mujeres cuyo fallecimiento se había producido a lo largo de los últimos dos o tres meses.

En esos casos, se produjo una regresión vírica y una curación casi total. A estas personas se les diagnostica el Síndrome de Fallecimiento Parcial, se señala como condición crónica que debe ser tratada durante el resto de su vida, pero pueden reintegrarse a su vida normal, o casi normal. Aparecen casos de prejuicios que rechazan la presencia de estas personas, generándose una fuerte polémica respecto a su recuperación.

Y mientras tanto, los países van recuperando terreno poco a poco. De nuevo el mundo intenta ser el que era y también de nuevo, la vida seguía abriéndose camino. El vuestro... tendríais que decidirlo vosotros mismos.

Notas de juego

Pues nada, listo. Podéis añadir vuestros propios epílogos personales. Jack, puedes encontrar a Claire. Creo que te lo mereces. XD

Cargando editor
13/02/2020, 20:54
Jack Brannigan

Pasé el trayecto en submarino sentado en el pequeño hueco que quedaba entre el pasillo y una escalera de mano, a la vista de todos pero con la fuerte sensación de que estar ahí me aislaba del ajetreo que ocurría justo en frente mío. La ilusión de todos se reflejaba en mi como un nerviosismo insoportable, que arañaba mi estómago como las uñas de un zombi con la intención de arrancarlo. Tenía calor y frío, miedo y esperanza, ganas de reír y de llorar. Pero solo mostraba una mirada perdida sobre mis botas empapadas. 

Cuando horas después la escotilla se abrió y el aire nos recibió con una agradable caricia en el rostro, la visión de esa playa abarrotada de personas me dejó estupefacto. Era la primera aglomeración de cuerpos que no se arrastraban ni emitían gemidos que veía en mucho tiempo. Pero aún así no pude evitar petrificarme a la salida, entorpeciendo el paso al resto. Sabía que esta vez la muchedumbre no iba a devorarme, pero no encontrar en ella lo que buscaba me aterrorizaba. Esa gente que nos estaba recibiendo con inconfundible esperanza y alegría escondía el juicio sobre mis actos y antiguas prioridades. 

Paseé entre la multitud tratando de mirar cada rostro, deseoso de reconocer algún rasgo familiar pese a que mi visión cada vez se tornaba más vidriosa. Sobre todas las demás cosas buscaba una figura no muy alta, de corta melena negra caída hasta casi tocar los hombros y unos grandes ojos verdes. Pero solo veía caras que me devolvían la mirada con júbilo pero notoria indiferencia. 

Atravesé la multitud cada vez más despacio, casi arrastrando los pies, sintiéndome mucho más muerto que la gente que me rodeaba. No quería llegar al otro lado, pero llegué finalmente a rebasarla. Apoyé los codos sobre una baranda frente al mar. Y todo el peso de la culpa y del estrés que había vivido me sobrevino de repente, sin fuerza ya para retenerlo. Y lloré como nunca lo había hecho. Sin percatarme de que una mano se acercaba hacia mi primero sosteniéndose de un sobresalto en la misma barandilla unos metros más allá, y luego acariciando la baranda muy despacio y con un ligero temblor en sus dedos. 

 - ¿Jack? 

La voz que sentí en mi cabeza haciéndome abandonar el stryker y correr hacia el barco esta vez sonó afuera, al tiempo que una mano de un calor muy familiar tocaba la mía. Levanté la vista hacia mi izquierda con los ojos hinchados, y una figura pequeña de pelo negro hasta casi tocar los hombros y con unos enormes ojos verdes estaba ahí, a mi lado. 

- ¡¿Cla...Claire?!, ¡Dios mío, Claire!....¡Perdóname...te he dejado sola, dios mío...!

La abracé y me derrumbé por completo, arrastrándola conmigo hacia el suelo sin dejar de tocarle la cara para asegurarme de que era real mientras ella hacía lo mismo conmigo. Y allí nos quedamos besándonos y sintiéndonos juntos de nuevo, con muchas cosas por contarnos. 

------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- 

Dos años más tarde  

La vida en la isla había difuminado los recuerdos de nuestra aventura hasta disimularlos como un viejo recuerdo o fragmentos de una extraña pesadilla. Nunca pude saber si mis padres y mi hermana habían muerto con total certeza. A veces imaginaba que quizá aún podían estar perdidos por el continente, o puede que en otra colonia evacuada. Pero ya había aceptado que ellos no lo consiguieron. Ese fue mi castigo por dejarme arrastrar más por mis obligaciones idealistas que por mis seres queridos. 

Pero por suerte el destino no quiso darme el golpe de gracia el día de mi llegada a Hawaii. Claire y yo hemos rehecho nuestra vida en esta isla, que desde entonces consideramos nuestro hogar. Aquí nos ganamos la vida ayudando como podemos a reconstruir el mundo. Pero ya no desde el ejército. Yo nunca sería como Tom, y además de haberme dado cuenta de que no servía para el mando, ahora ya tampoco para la obediencia ciega. Y desde luego no quería exponerme demasiado. Solo quería estar con Claire. 

No he dejado de intentar seguir teniendo contacto con el resto, que para mi son y siempre serán parte de mi familia. 

Hoy no sé lo que deparará el futuro, pero ante la incertidumbre solo queda agarrar el presente con tanta fuerza que sangraré antes de soltarlo de nuevo. 

Cargando editor
14/02/2020, 01:00
Tom Highway

Al final del túnel siempre había una brillante luz, o eso decían los que volvían de la muerte. Yo no se si habría algo después, pero desde luego que no querría volver siendo un zombi. Antes preferiría darme un tiro en la sien y dormir para siempre.

Después de embarcar en el submarino, nos dirigimos hacia nuestra nueva vida. Una vida alejada del miedo y el estrés de saberse en peligro todo el tiempo. En Hawaii muchos encontrarían lo que andaban buscando, para otros quizá solo sería un sitio de paso. ¿Qué sería para mi?

Al desembarcar nos distribuyeron por la zona, dándonos un lugar para alojarnos y vivir. Durante las primeras horas me ocupé de que todos estuvieran instalados y no les faltara de nada: agua, algo de comida, información, etc. Me alegré muchísimo cuando me enteré de que Jack había encontrado a su amada Claire, era el destino, supongo. Yo, al no tener a nadie, solo me quedaba volver a reengancharme al servicio activo y participar en los grupos de rescate que volvían al continente en busca de más supervivientes. No podía estar inactivo y esto me llevaría, seguramente, a encontrar la muerte en una de estas salidas.

Pero antes de todo eso, iría a ver a Diana Barnes, por si necesitaba alguna cosa. Busqué por la comandancia y por las tiendas unas cosas que quería coger, antes de ir a verla. Cuando las tuve, me dirigí con paso seguro y decidido a su encuentro. Una vez localizada la casa donde iba a vivir, la llamé. No era mi fuerte, pero intenté ser simpático y sonreír, algo que casi nunca hacía. Aparecí con un pack de doce latas de cerveza, unas flores chuchurridas, una pelota y unas chuches para Xira.

-"Hola Diana, quería asegurarme de que estabas bien y no te faltaba de nada. Te he traído unas flores de la zona, son autóctonas de aquí y dicen que dan buena suerte a quien se las regalan. También le he traído unas cosillas a Xira y... unas cervezas, por si quieres tomarlas conmigo mientras damos un paseo con ella..."

Sonreí forzadamente, me notaba algo bastante nervioso. En la guerra sabía desenvolverme como pez en el agua, pero aquí, en la vida real, en estas lides del amor, no era más que una sombra de mi mismo...

Notas de juego

Adiós Tom. Has sido y serás mi mejor personaje hasta la fecha. Te echaré de menos.

Cargando editor
14/02/2020, 20:13
Staci Philippi

 Finalmente, habían llegado a la seguridad. La seguridad de verdad, no aquellas falsas expectativas que hubo durante toda aquella tortuosa jornada. Esta vez había paz y orden. Había un lugar con la epidemia controlada. Estaban a salvo; luego de haberse encontrado en peligro por tanto tiempo. Staci no podía evitar lagrimear ante la imagen de aquella isla de salvación. En especial porque, desde el principio, pensó que no lo iba a lograr. Pensó que iba a ser una de las personas destinadas a morir. Débil, incapaz, una muchachita frágil y miope que no llegaría lejos. Nunca estuvo más feliz de estar equivocada.

 Al llegar, se fundió en un abrazo largo con su familia, los Philippi. Eran de las pocas familias que llegaba entera a ese lugar; y Staci era la única de su grupo que logró llegar con todos. Eran afortunados, puesto que la gigantesca mansión fue su refugio cuando a la catástrofe golpeó. No todos tuvieron tanta suerte.

 Poco después de llegar, Staci buscó el Muro de los Caídos en la isla. Aquel lugar donde la gente iba a poner los nombres de la gente que había muerto víctima de "el final de todo". Para Staci, fue un momento duro, pues recordar a muchos de ellos era doloroso. Nunca fue una chica amigable y ninguno de los compañeros caídos era cercano a ella antes del apocalipsis; pero el vínculo formado por la supervivencia era algo distinto. Conocer a una persona en los peores momentos creaba una cercanía especial. Staci los recordaría como buenos compañeros; muchos de ellos a los que les debe estar parada allí.

Ares Miller - Nikola Curie - Hera Miller - Donnie Canne - Zach Barnes

 Luego, la chica prodigio se dirigió a las oficinas de la Armada de los Estados Unidos (o los Nuevos Estados Unidos, pensando en la caída del viejo continente) y reportó la búsqueda de una persona. La última persona la cual Staci no pudo contactar y no buscó en la ciudad: un muchacho llamado Eric Alton. Solía jugar al tennis con Staci y era un buen compañero de la chica. Y quizá algo más, se hubieran dado las cosas de otro modo. De hecho, Staci tenía sentimientos por aquel muchacho desde hacía tiempo.

 Lo único que le carcomía a la chica prodigio, estando allí segura en Hawaii, es no haber intentado ir a buscarlo. Ir por él, asegurarse de que estuviese bien... protegerlo si debía hacerlo. Pero ahora él no estaba allí y podía ser que no volviera a verlo nunca más.

2 años más tarde...

 Staci se estaba formando para ayudar en los Departamentos de Física y Química Aplicada de la Armada. Quería ayudar en todo lo que pudiese en avances tecnológicos y científicos, y en ese área sus conocimientos podían servir. En uno de aquellos días en los que estaba estudiando en la universidad hawaiana, recibe un aviso de que un hombre llamado Eric Alton había llegado a la isla luego de una exitosa misión de rescate en el viejo continente. Exaltada, la chica prodigio fue corriendo hacia la playa, solo para encontrarse de que la llegada de aquel amor perdido venía acompañada de una noticia un tanto amarga...

 La expresión de Staci fue de estupefacción. La de Eric no: fue total alegría. Abrazó fervientemente a la chica y le presentó a su esposa, que conoció en aquellos dos años, y a su hijo. Staci fingió una sonrisa, pero en el fondo estaba colmada. La única cosa de la que se arrepentía, le había golpeado nuevamente. Pero por lo menos estaba vivo; eso era lo que importaba. Esa era la mentalidad que Staci tuvo que tener durante estos dos años, y es la que seguiría teniendo.

 Por lo menos estaban vivos. Y tenían que hacer que eso contara.

Notas de juego

 Increíble partida, gente. Mis felicitaciones.

 Si a alguien le parece extraño este epílogo para Staci, quiero mencionar que Eric había sido un personaje que le había introducido a la primera directora. Al no estar más ella, pensé que podía darle un cierre a esa pequeña historia.

Cargando editor
14/02/2020, 20:51
LA REDIRECTORA

Notas de juego

Me ha parecido genial, la verdad. Si me lo hubieses dicho, a lo mejor habríamos podido buscarle un sitio, pero aún así, me ha gustado mucho como lo has sacado ahora. ;)

Cargando editor
15/02/2020, 04:20
Tessa Roberts

Dos años más tarde... 

Y quizás si yo contase todo lo vivido una vez más, nadie me lo creería y sería muy loco que una joven como yo, una artista en pleno apogeo inspirador, termine envuelta en una serie de sucesos que seguro no solo me hicieron crecer como persona, sino también aprendí a sobrevivir y valorar lo poco que tengo. Uno jamás puede predecir cuando el mundo se va al cuerno, pero si que pasos dar y con quién contar. El apocalipsis te une de alguna manera a otros, pero también te rompe entera por dónde lo mires. 

Estoy rota, he visto la muerte con mis propios ojos y también conocí al amor de mi vida. ¿Extraña paradoja no crees? Pues si, entre situaciones controversiales, disparos, miedo y desesperación existió una mirada que sin querer me terminó atrapando. Aquel rubio tan decidido, con quién comparto hoy mis días, aquel mismo que me dió aquel beso y al reencontrarnos sentí que todo volvía a tener sentido. Larry es mi todo, y poco me importó cuando nos trasladaron a Hawaii buscar una forma de estar juntos, comenzando una vida de a dos. 

Y hoy puedo decir que la vida me sonríe, no como una extraña paradoja, no como una premisa con final feliz similar a los cuentos de Disney. Pero si que puedo decir abiertamente que vivo en paz, con el amor de mi vida, con un trabajo normal, con un día a día que me llena y poco a poco hace que olvide lo demás. Mi historia no es un mundo lleno de locuras, pero si de cuestiones que no se olvidan. Bendita sea la normalidad, aquel beso al despertar de Larry y las conversaciones con las chicas. ¿Que más puedo pedir? Pues nada, lo tengo todo. 

Notas de juego

Muchas gracias por todo, nos vemos onrol. :3

Cargando editor
15/02/2020, 18:52
Claire Anne Majorino

Estaba llorando.

La verdad es que no me podía creer que finalmente, hubiésemos sobrevivido y llegado hasta allí. La vida había sido tan dura desde el comienzo de todo, que prácticamente no me había detenido a pensar en lo que habíamos perdido. Bueno, sí. Una vez, al menos, cuando Eve... Y Keira se acercó para intentar consolarme. Aquel fue el momento en que la vi, cuando me di cuenta de que era especial, al menos para mí.

Estaba en aquellos momentos a mi lado, algo más seria que yo, mientras observábamos desde la cubierta del submarino como nos aproximábamos a la playa y cada vez oíamos más cerca los vítores y saludos de la gente. Pasé mi brazo alrededor de su cintura y apoyé la cabeza en su hombro. Keira me miró, me dio un beso en la frente y apoyó la suya sobre la mía. 

No podía creerme que la hubiese encontrado.

A mi espalda, mi madre también lloraba y se abrazaba a otras personas, porque en aquel barco todos éramos hermanos y amigos, camaradas y víctimas del mundo en el que nos había tocado vivir.

De forma imperceptible, Keira se separó ligeramente y para mi sorpresa, se había agachado en el suelo de la cubierta.

-¿Qué haces? -pregunté, divertida y sin comprender en ese momento si le había sucedido algo o no. Entonces, lo comprendí -. Oh, dios mío.

Keira estaba de rodillas; cogió mis manos y me miró directamente a los ojos.

-Claire, Anne Majorino. ¿Quieres casarte conmigo y compartir a mi lado el resto de tu vida?

A nuestro alrededor, se hizo un auténtico silencio y todos retrocedieron unos pasos para darnos espacio. Yo miré en todas direcciones, pero al  ver a mi madre llevándose ambas manos al rostro, y llorando de felicidad, sabía que no necesitaba mirar a nadie más.

Sentía mucha vergüenza, pero a pesar de todo, yo también me llevé las manos al rostro y empecé a llorar como una magdalena. Era como si de repente hubiesen abierto la mayor presa del mundo, y ya no podía detenerme.

Volví a coger la mano de Keira y asentí con la cabeza.

-S-sí, sí quiero -le dije, lanzándome sobre ella para abrazarla y besarla, rodeada de salvas de aplausos y gritos de júbilo, aunque para mí, en aquel momento, no había nadie más que ella. Sus ojos brillaban solo para mí y su sonrisa, era lo único que yo necesitaba para sentirme feliz.

Porque por primera vez en mucho tiempo, quizás desde que era niña, me sentía feliz.

2 años más tarde...

-Venga, llegaremos tarde -le dije a Keira, que todavía estaba recogiendo las cosas de la cocina. Era lo que tenía dejar en sus manos todo, porque era tan perfeccionista, que no era capaz de dejar nada a la mitad.

-Lo sé, lo sé. Ya casi estoy -dijo, terminando de guardar las últimas cosas, para a continuación acercarse a nosotras. Me dio un beso y a continuación, se lo dio a la pequeña Eve, que apenas se movía entre mis brazos. Con sus apenas tres años de edad, era uno de los bebés que habían nacido el año de la Epidemia. Sin familia natural, cientos de niños y niñas de todas las edades necesitaban un hogar en donde quedarse, y Keira y yo, habíamos decidido cuidar de uno de ellos. Yo deseaba una niña; quería recordar a Eve siempre. Así que ahí la tenía, conmigo, con nosotras.

-Mis dos princesas -me dijo Keira.

-No, no. Aquí solo hay una pricensa. Lady Eve. Yo solo soy su humilde sierva -respondí dándole un sonoro beso a Eve.

Aquel día íbamos a reunirnos con los demás, porque después de todo lo que habíamos compartido, siempre celebrábamos el aniversario de nuestra llegada, para recordar a aquellos que habíamos perdido y no olvidarnos de que la vida, era un regalo que no podíamos aprovechar. Tess y Larry; Staci y su familia; Tom y Diana, Jack y Claire, e incluso Xira.

La vida seguía, pero ninguno de nosotros estaríamos solos jamás. 

Cargando editor
16/02/2020, 13:55
Larry "Crazy L" Boyd

Dos años más tarde...

Aún recordaba como si fuera ayer aquel fin de semana en que los diez habíamos abandonado la ciudad para cobijarnos en la casa de campo de los Miller. Ya en ese entonces sabíamos que existía una epidemia, pero ni mucho menos hubiéramos podido pensar que esta se convertiría en un apocalipsis zombie. Lo que había comenzado con un grupo de veinteañeros bailando y jugando a juegos de preguntas en un hasta entonces idílico bosque se había tornado pronto en una pesadilla y, luego, en una lucha por la supervivencia.

Nuestras vidas habían cambiado. Por completo. ¿A peor? ¿A mejor? Era difícil saberlo.

El apocalipsis me había arrebatado a algunos de mis mejores amigos, seres queridos y gente a la que había prometido salvar. Aún recordaba a Ares y a Hera siendo devorados en ese hospital antes de que el sargento Highway y los suyos hicieran su aparición. Recordaba también a mi padre, tendido sobre la cama, muriendo lentamente a causa de la infección por haber sido mordido dos días antes cuando salió a buscar alimento junto a mi hermano. Recordaba cómo al final había sido él quien se había disparado para poner fin a su tormento y que ninguno de los tres tuviera que cargar con el peso de su muerte. Recordaba también a mi fiel amigo Zach, pereciendo destrozado al caer de ese ascensor mientras agotabas sus últimos segundos de vida en ayudarme a llegar junto al resquicio de la compuerta y poder agarrarme a tiempo. Y Roar y los niños del cine, devorados por los zombies antes de que pudiéramos salvarlos.

Sin embargo, el apocalipsis también me había dado la oportunidad de conocer a Tessa y lo que en un primer momento se había convertido en atracción, había terminado siendo mucho más. Tessa se había convertido en la mujer de mi vida, en mi media naranja, y cada segundo que había pasado con ella había sido simplemente mágico. Cuando me separé de ella frente al hospital ni siquiera esperaba volver con vida, no guardaba esperanzas de que volviéramos a encontrarnos. Y después, en el cine, ella había sido mi mayor apoyo, la persona que me ayudó a no caer en un pozo de fango, a ayudarme a pensar que lo que les sucedió a esos niños no era culpa mía. Tessa se había convertido en mi principal motivo para seguir adelante.

Las cosas en Hawaii no nos fueron nada mal. Aguanté las dos primeras semanas reposando, descansando y pasando tiempo con mis seres queridos. Pero eso no era vida. Me frustraba la idea de que, mientras nosotros estábamos a salvo, en otros lugares de la isla podía haber más Zachs, más Heras, más Eves, más Nikolas...

No, no soportaba la idea de que más personas inocentes murieran a manos de los zombies, de modo que decidí enrolarme en las milicias de Hawaii. A veces salíamos en camioneta, armados hasta los dientes, para limpiar una determinada zona en la que se hubieran divisado zombies. Estaba más que curtido en enfrentarme con esos cabrones. Ahora era nuestra isla y no dejaríamos que se extendieran por ella. Una vez incluso disparamos a un zombificado Jason Momoa. O al menos pensamos que era él. No quedó mucho que identificar después de nuestros disparos.

Tessa y yo nos trasladamos a vivir en una pequeña casita juntos. Era precioso poder despertarla con un beso cada mañana, llevarle el desayuno a la cama o dar paseos por la playa que se hallaba cerca de nuestro hogar. Nunca hubiera pensado que terminaría así, sentando cabeza y compartiendo mi vida con otra persona. Adoptamos a Hazel, la pequeña hermana de Roar que había sobrevivido a la masacre del cine, aunque nosotros mismo buscábamos tener hijos propios. A veces recibíamos visitas de James o de mi madre. Tampoco me olvidé de los chicos: Staci, Highway, Claire, Brannigan, Diana... Seguíamos manteniendo el contacto, pues después de todo lo que había pasado se había formado un fuerte vínculo entre nosotros.

En cuanto a mi carrera musical, digamos que desde que el apocalipsis empezó estaba acabada. Nunca me convertiría en un Mick Jagger ni en un Elvis Presley, aunque eso ya no me importaba. Había conseguido una guitarra en Hawaii y continuaba tocando. Ya no para dar un pequeño concierto en un pub ni para unas cuantas oligofrénicas en una cafetería, sino para mi círculo más cercano. A veces tocaba canciones románticas para Tessa en nuestra intimidad, otras veces lo hacía en eventos de mis amigos como boda o fiestas, y algunas simplemente para amenizar mis salidas con la milicia.

No sé qué me deparará el mañana, pero después de lo que el mundo ha vivido, la situación solo puede ir a mejor.