Partida Rol por web

No solía pasarme, pero alguna vez perdía los estribos... últimamente, más veces de las que quisiera. La última no fue hace mucho, fue cuando apareció John y tuvimos aquél enfrentamiento entre nosotros.

Al final decidieron subir. Maniobré y fui esquivando coches para salir de esta calle y seguir por otro camino cuando...

-"¿Qué cojones? ¡Mirad, allí!"

Un autobús iba a toda pastilla, lleno de zombis, por la calle paralela. Parecía que iban a perder el control y estrellarse.

-"¡Agarraos!"

Sin esperar a que se pusieran los cinturones u ocuparan sus asientos, aceleré al máximo y salí disparado detrás del autobús. Además, parecía que iban dirección al hospital.

- Joder, mierda cabrona!- Diana se revuelve, la había cagado, su ensimismamiento en las fotografías y su propio pasado la habían jugado una de las peores pasadas posibles. Uno de aquellos monstruos silencioso y con frialdad había esperado a que se despistara para asaltarla por la espalda. Mientras intenta zafarse de aquellas garras suelta improperios intentando darse ánimos fortalecida por el intento del perro de salvarla. - Zorra, apestas y no quiero convertirme en algo tan sucio!- Resuella mientras intenta imponer el hacha entre los dientes y su enemiga, empujándola hacia detrás. Por suerte había llevado todas sus ropas de protección y no había soltado su arma. 

No entendía como había podido no darse cuenta de aquel apestoso olor, no podía parar de pensar eso mientras forcejeaba, debía tener demasiados pájaros en la cabeza aquella mañana. No había sido un buen día para estar de compras por los edificios. Necesitaba encontrar a más supervivientes si quería salir viva de aquella ciudad. 

Aún no había conseguido salir del vehículo cuando el sargento explotó. Los nervios habían estado bastante crispados y la tensión empezaba a acumularse de forma peligrosa.

John aún no había conseguido salir del vehículo cuando los demás ya estaban volviendo a entrar, animados por las palabras de Tom.

Joder, no he tardado tanto en salir. Vale que tenía mis dudas, pero...

En el fondo se alegraba de estar seguro tras las paredes del vehículo y no tener que volver a patear las calles pero sabía que tarde o temprano habría que salir. Y prefería que aquel momento se retrasara lo máximo posible.

Y en aquel momento el sargento expresó en voz alta el pensamiento del sacerdote.

¿Un autobús?

Indudablemente los zombies no conducían así que debía de haber un ser humano dentro. O varios. Y el sentido moral del cura se impuso sobre su instinto de supervivencia animando al sargento a ir tras el autobús.

Asco de sentido moral...

Con ayuda del hacha, y la inestimable colaboración del perro, conseguiste mantener a raya al zombie, aunque no quitártelo de encima porque se movía con frenesí, agitando mucho las manos y dando pequeñas dentelladas en un intento desesperado por morderte o arañarte, y estaba fuertemente agarrado a tu espalda.

Sin darte cuenta, empezaste a moverte por el resto del salón, chocando con la pared y los muebles, tirando todo lo que estaba en las estanterías, mientras con cada golpe, esperabas que aquella zorra se soltara para poder asestarle un golpe definitivo.

En una de esas vueltas, chocaste contra la ventana, que se rompió en pedazos que cayeron a la calle. Un dolor agudo te indicó que te habías cortado con alguno de los restos, pero no tenías tiempo para quejarte por ello. La zombie estaba medio colgando del vacío, tirando de ti con fuerza, mientras tú hacías lo imposible por mantenerte dentro y el perro continuaba alternando ladridos con tirones de las ropas de aquella maldita muerta.

Con un "click" supiste que habías abierto la puerta, que empujaste suavemente hacia el interior de la vivienda. El chirrido al abrirse te pareció ensordecedor y te temiste lo peor, pero todo continuaba en silencio. La casa estaba a oscuras y parecía no haber nadie dentro.

Y entonces, cuando estabas a punto de dar el primer paso para entrar, oíste un ruido de cristales rompiéndose que provenía del exterior. Sin perder tiempo, te asomaste a la ventana y viste que en el edificio de enfrente, en el cuarto piso, una mujer estaba luchando denodadamente contra un zombie que tenía agarrada de su espada, y que amenazaba con arrojarla al vacío. La mujer se sujetaba en el marco de la ventana como podía y aguantaba a duras penas. Incluso podías oír el ladrido de un perro que debía encontrarse a su lado.

Cuando la mujer giró la cabeza, pudiste verla mejor. Era la hermana de Zach, Diana.

Ya un poco aliviada porque había reaccionado Staci, no termina de vivir aquella sensación del todo debido a la presencia de aquel zombie que la coge del cabello. - ¡Pero que mier...! - exclamo desde el asiento de atrás, con los ojos como platos mientras el auto va de lado a lado como si fuera un zig zag alocado. Lo bueno es que la reacción de la morena es buenísima, estaba contenta por ello, yo no sé si me atrevo a darle un puñetazo de seco así, pero le hubiera clavado una lapicera en el ojo hasta reventar, seguro. 

- El pelo es lo de menos. ¡Conduce! - indico ya para que se centre, al menos no le había hecho nada, quizás un rasguño y el cacho de pelo, bueno... La hará un poquito más fea. Aunque claro, no pasa nada. Todo sea por sobrevivir y salir de este lugar que está atestado de esas criaturas horrendas. A veces me arrepiento de las decisiones que tomo, pero lo que importa es que estamos sanas y salvas. Lo demás, se verá. - ¡Vamos Staci que puedes! ¡Céntrate! - la motivo, la situación es una mierda, pero podemos con ello.

 Staci de un momento a otro dejó de sentir el tironeo de aquel zombie en su pelo. La razón era simple: Keira le había propinado una tunda y la bestia se había ido para atrás. Sacándole un lindo mechón de pelo a la cuatro-ojos, que estaba evaluando si haberse puesto a conducir aquel autobús fue la peor decisión que tomó hasta el momento.

- Ay ay ay... duele...

 Con la amenaza del zombie más lejos de ella, Staci se puede enfocar nuevamente en el camino y estabiliza el andar del autobús. Pero los zombies que querían entrar seguían siendo una amenaza.

- Tienen que acabar con todas esas bestias que quieren entrar.

-¡Diana! -exclamé, más fuerte de lo que hubiera querido al ver que la hermana de Zach se encontraba en el edificio de enfrente, forcejeando contra un zombie.

Diana estaba cerca, en el cuarto piso del edificio de al lado, pero a la vez... Estaba tan lejos. Un solo segundo, una decisión errada y ella podía caer. No podía consentirlo. No esta vez. Aproximándome a la ventana, tomé el revólver que me había dado Roan y traté de disparar para acertar al zombie que estaba a punto de arrojar a la mujer por la ventana.

Fallé, lo que me hizo dejar escapar una sonora maldición.

-Inténtalo tú, James. Puede que ella no tenga más oportunidades... -le indiqué a mi hermano, sabiendo que él tenía un revólver-. Voy a cerrar la puerta y dejaros dentro de este piso. Aquí estaréis a salvo. Voy a tratar de ir a por Diana. No os mováis.

James detuvo a su hermano.

-Dame el fusil y ve tu a por ella. Puede que llegues a tiempo si yo fallo. ¡Date prisa! -te dijo, mirando a vuestra madre y después a ti, mientras bajabas por las escaleras a toda velocidad.

James no era tan buen tirador como quisiera, pero Diana parecía estar en verdaderos aprietos. Bajar los tres pisos, cruzar al otro edificio y subir a la cuarta planta... debía llevarle lo menos cinco o diez minutos, y no parecía que viese para tanto.

James se apoyó sobre la ventana y apuntó cuidadosamente. Dispararía solo si era necesario, si veía que la situación era desesperada.

Mientras luchabas contra el zombie, en mitad de la ventana y a punto de caer, escuchaste un disparo proveniente de tu espalda. No sabías quién podría ser, pero sin duda, alguien estaba intentando ayudarte. Sorprendentemente, no estabas sola. Pero por el momento, quien quiera que fuese había fallado, así que no te quedaba otra que seguir peleando y quitarte de encima  a eso, bien lanzándola al suelo o ya que estabas, por la ventana, porras.

Keira le soltó un tremendo puñetazo a aquel zombie, lanzándolo al suelo y segundos más tarde, pasando por encima con el autobús, pero eso no quitaba que más zombies, que salían de no se sabía dónde, no continuaran llegando para entrar por el ahora gran agujero que había en el cristal. Dos más aterrizaron sobre el capó, obstruyendo completamente la visión.

Casi a la vez, un zombie estaba intentando entrar por la puerta lateral. Uno de sus brazos había logrado meterse entre ella y la goma de cierre y se abría y cerraba intentando agarrar lo que pudiera, por el momento, sin conseguirlo.

Mientras tanto, escuchasteis un extraño sonido de ruedas, algo metálico, que parecía estar justo detrás de vuestro vehículo. Al mirar por el retrovisor visteis un vehículo militar acercándose a vosotros.

El autobús continuaba su camino, zigzagueando sin chocar demasiado, pero a punto de hacerlo con cada cambio de dirección que hacía. Tenía zombies en el techo y algunos más agarrados en la puerta de entrada, en un lateral. Estaban intentando entrar a través del cristal delantero y por lo que podíais ver, iban tres personas en su interior, aunque no érais capaces de distinguir de quiénes se trataban y si las conocíais.

Desesperada Diana sigue forcejeando, aquella zorra había muerto con las uñas largas y parecía no querer soltarse. Comenzó a revolverse por el salón, cayendo fotos, lámparas y demás objetos al suelo. Todo pareció moverse a cámara lenta, un golpe la indicó la rotura de cristales, habían alcanzado la ventana y la zombie detrás se asomaba medio cuerpo hacia el exterior. El aire fresco del medio día cubrió sus fosas nasales aliviando por un segundo el olor nauseabundo que había en el ambiente proveniente de la muerta. - Muérete maldita perra ! - No pudo más que soltar mientras seguía intentando liberarse mientras que la mano del hacha intentaba propinar un golpe en la sien del muerto. 

Un disparo se escuchó a su espalda -EH? Humanos, humanos vivos!! - Un rayo de esperanza cruzó su cara, parecía haber más gente viva, cerca y con un poco de suerte estaban intentando salvarla. - Mierda! un inútil- No pudo dejar de pensar cuando vio que aquel zombie no dejaba de forcejear y de intentar tirarla por la ventana junto a ella. Si no acertaba a su cogote o si la acertaba a ella en su lugar no serviría de nada que alguien estuviera intentando salvarla. Intentando acumular fuerzas en un nuevo intento intentó liberarse empujando las manos de la muerta separandolas de su cuello y dejando que la gravedad se la llevara. 

Decidí no detenerme ni un solo instante. En cuanto le pasé el fusil a mi hermano, comencé a bajar por las escaleras a toda velocidad, sintiendo que mi corazón latía acelerado.

La hermana de Zach estaba en problemas y tenía que salvarla, aún a riesgo de lo que pudiera sucederme. Zach me había salvado la vida en sus últimos instantes, y yo... Se lo debía. Estaba vivo gracias a él, y la mejor forma de devolvérselo era asegurarme de que su hermana también sobrevivía.

-Aguanta, Diana, aguanta... -murmuré para mis adentros, mientras aceleraba la marcha todo lo que podía.

James vio como la joven, fuera quien fuese, continuaba peleándose con aquel zombie y no era capaz de sacárselo de encima, así que apuntó y disparó. Fue un buen disparo, pero por desgracia, no suficiente, dado que solo podía acabar con él dándole en la cabeza y había acertado en la espalda, a la altura del pecho.

-¡Joder! -exclamó, volviendo a cargar el arma. 

No había manera. Agarrada como una puta garrapata, el zombie seguía moviéndose como una maldita loca, arañando tus ropas y dentro de poco, algo más, tirando hacia atrás y en definitiva, haciendo todo lo posible por acabar contigo.

Lo único que te salvaba por el momento era que no parecía estar en muy buen estado y que gracias a ello, era mucho menos hábil de lo que podía haberlo sido. Mientras intentabas quitártela de encima, tiraste de una de sus manos y te quedaste con parte de su piel entre tus dedos, que se deslizó por encima de su carne como si fuese un traje ajustado. Viste con horror como la sangre, prácticamente negra, empezaba a caer y a mancharte por todas partes.

En ese momento, sonó también otro disparo, al que acompañó un gruñido que indicaba que esta vez sí, le habían dado. Por desgracia, a no ser que fuese en la cabeza, no había nada que hacer. Allí seguía, intentando morderte y colocando sus manos en tu cara para arrancarte lo que pudiera.

- Hay que utilizar la ametralladora para salvarlos será mejor apuntar bien... Dijo Roan que ocupó el puesto para utilizarla y teniendo cuidado de no dar a civiles apuntó...

Los disparos de Roan acertaron bastante, aunque también dieron en la parte superior del autobús. No obstante, lograron su objetivo y en pocas ráfagas, el vehículo estuvo libre de zombies,salvo el que estaba recolgado de la puerta y que continuaba intentando entrar y los que tuviera sobre el capó.

Mientras tanto, ya podía verse a lo lejos, el hospital. No debíais tardar mucho en llegar allí.

Al mismo tiempo que se producía la lucha en el interior, resonaron disparos procedentes del vehículo que os seguía y visteis como empezaban a caer zombies del techo. Algunas balas impactaron contra el autobús, pero afortunadamente, ninguna de de ellas dio en algún lugar que no debía.

Finalmente, a lo lejos, podía verse ya el hospital. Estabais cerca, pero aún teníais un zombie en la puerta y dos intentando entrar por el cristal delantero. Éstos se lanzaron sobre Staci y Keira, haciendo que la conducción se volviese prácticamente imposible y que librarse de ellos fuese un auténtico problema.

De nuevo maldigo en Arameo y tratando de que Staci vuelva a ver por donde vamos me agarro al pasamanos del conductor y reparto puñetazos como una loca sobre los dos podridos que nos impiden ver, rezando al mismo tiempo para mis adentros para que Tessa se ocupe del pesado que trata de entrar por la puerta. Al menos ese tiene educación, no como los dos que tratan de colarse por el parabrisas.

Vamos señoritas. Demostrar que sabemos lo que hacemos. Voy remachando mis palabras con los golpes a los zombis, dejando que mis acciones hablen tanto como mis palabras. Tessa, dale con el extintor. Metele su brazo por la garganta. Según mas golpeo mas ganas de destrozarles que tengo, y eso que ya son un montón.