Una sombra arribaba por la vereda bordeada de hayas que separaba la cañada de Santa Cruz del caudal del Riansares, en los límites de las tierras de Taracón y Velichón, a no más de un día de dura cabalgada de la Encomienda. De su aspecto se deducía a la legua que no era un rufián de los que tanto abundaban por aquellos pagos, sino hombre de resuelta habilidad en las artes del subterfugio y el escapismo. Habría partido muy de mañana para afrontar con las últimas luces tal encuentro, probablemente con bestias de refresco bajo sus andares. De en medio de la arboledo flameo entre las sombras las lenguas de una antorcha en forma de aviso acordado, mientras el hombre se removía en sus monturas oteando la respuesta acordada.
Desmarcándote unos pasos fuera del abrigo de tu cobertura, prendiste trasteando yeca y pedernal una pequeña faisca, marcando a tu vez dos pases de la llama frente a tu figura. La sombra torno su vista hacia tu posición y un nuevo trote de cascos contra la piedra revelo el acercamiento del jinete. A pocas varas de distancia, apeo su pie de la monta sin frenar por completo a esta y se lanzo con brazos abiertos, apenas sacudido el polvo del camino ,con una amplia sonrisa contra tu colosal envergadura como si de un abrazo filial se tratase.
- Bien hallado seas Simón - marco con sus labios fundiéndose en hermanal actitud.
El otrora joven escudero de vuestro padre, de nombre Conrado, sin llegar nunca a las descomunales proporciones de tu figura, sin duda alguna presentaba una formidable constitutción. Apartándose un par de pasos contempló la egregia figura que lo recibiera y sonrió satisfecho. Durante las últimas primaveras habrías desarrollado más de un palmo a lo alto desde vuestro anterior encuentro y no menos de una cuarta y media a en tus espaldas.
- Vuestro padre siempre decía que el camino hacía a un hombre, a fe mía que no erraba en su dictamen. Parece como si vuestros huesos no fueren a dejar nunca de medrar - concluyó Conrado departiendo de forma protocolaría una leve chanza.
Bajo vuestra inspección, contemplasteis como vestía las mallas metálicas propias de su posición, pero carecía del sobreveste que lo acreditaba como caballero de la Orden. En sus lugar, una frugal camisa de recio tejido ocre ocultaba en gran medida la argéntea piel que se extendía algo más allá de la cintura, donde reposaba un grueso cinto de piel de carnero sobre el que descansaba vaina y acero, amén seguramente de una aguda daga dispuesta para dar cuenta de las carnes malhadadas de cualquier bandido de aquellas tierras. Unos pantalones del mismo tejido completaban el vestuario del caballero, rematado en unos escarpines de suela de cuero, adecuados para silenciar las pisadas en terrenos agrestes como los de los dominios de Úcles. La sonrisa del hombre permanecía franca desde el día que lo concocieras, aunque las canas ya blanquecían en buena medida sus sienes y las arrugas marcaban la frente de un hombre curtido ya en caminos, vericuetos y periplos de armas.
Conrado descendía en rama materna de una familia, según comentario de tu padre, de una casa noble de tierras castellanas. Ambas familias habrían mantenido relaciones desde que vuestro padre amparase como escudero a Conrado. Más allá de la relación con vuestro padre, había sido Conrado el que durante años os mostrase las bases de la espada, entre abrillantamientos de las mallas de vuestro padre, cuidados de sus monturas y servicios diversos para con sus señor. Si bien no manteníais lazos de sangre, probablemente manteníais otros lazos que en ocasiones contaban con mayor cercanía que estos.
Simón estaba estupefacto, no esperaba este reencuentro y menos en la furtividad de la noche, este último detalle despertaba en él una suspicacia que competía con la alegría del reencuentro con su viejo mentor, amigo y camarada.
¿No será que vois habeís encogido?- Rió Simon ante la observación sobre su tamaño, por regla general no le gustaba que lo mencionaran, le hacía sentir cual ogro sacado de algún truculento relato de viejas-Que alguien me de un puntazo en el culo sino es el pequeño Conrado- Su bozarrón tronaba en mitad de la noche alterando a las bestias del bosque- Ven aqui y dame un abrazo, primo. - dijo acercandose con los brazos abiertos en un gesto de abierto cariño -La última vez que te vi ibas tras una mujer, con una botella de vino¿ Que te ha deparado el altísimo desde enotnces?¿ Conseguiste a la fulana?- Comentó al separarse del recien llegado mientras todavia lo sujetaba por los hombros.
¿ estoy sólo?¿ mis secuaces estan cerca?
La donosura del santiaguista se tercio algo más cetrina. Enojoso, el caballero torno a ambos lados su cabeza, tal que un fantasmal acechador postrase sus pasos sobre ambos.
- Me son sabidas las penurias cernidas sobre vuestro honor Simón. En verdad os digo que más de uno agitase incómodo en su escabel al recordar los lances acontecidos desde el oprobio a vuestro nombre. Mas puedo daros certeza , vuestra familia mantiene amistades entre la milicia santiaguesa - afirmo apoyando su mano en vuestro hombro - No será mi merced la ajusticiadora de vuestros actos presentes, mas he de considerar poco acertados el arrimar vuestros caminos a los de gentes de moralidad plomiza, por así mentarlo. Si bien reconoceré la sabiduría en el no declamar por un tiempo vuestros lazos de sangre. Heridas tales requieren tiempo en no reabrir mas. Recordad lo que os digo, los santiagueses no deben sus prebendas únicamente al Santo Padre. Las coronas que rigen estas tierras son varias y sus lealtades fluctuán como mareas encarnadas, tal si fueran los caprichos de una amante. Buscad sostén en los depositarios de la confianza de Castilla y tal vez alcanzéis un sendero hacia la redención de vuestro linaje - aconsejo el caballero tratando de guiar vuestros pasos.
La mirada del hombre buscaba entre las sombras de las dagas que aceraban vuestros ojos. Menciones tales a vuestro pasado no eran toleradas, mas Conrado no buscaba la ofensa de vuestro honor. Tu espíritu se alegraba en parte ante la coyuntura de la lejanía de tus hombres. Pocos momentos eran dados como este en tu espíritu, donde la flaqueza anidaba en vuestro pecho como una bandada de cuervos picoteando los restos de vuestro nombre. La tropa mercenaria, reposaba sus pies a más de una jranada de cabalgada, lejos del fresco del Tajo, donde las posesiones santiaguesas eran grandes y su mano justicia acérrima. Un grupo de pendencieros armados no motivaría los gusos más refinados de sus señores, más si cabe bajo vuestro mando, pese a lo bien considerada de vuestra labor en tierras de la extremadura.
La tez del gigante se tornó funesta, como los hechos que traía la voz de su compañero de la infancia, todo el rencor, la vergüenza, y la frustración que le causaran la injusta situación en la que se viera desde la trágica muerte de su tio era de las pocas cosas que conseguían turvar su humory las tristres compañías a las que se viera forzado desde entonces, crminales y hombres de armas de poca o ninguna honra le dolía, pues habianle criado para ser siervo honroso de su majestad y de la orden.
-En algún sitio debía estar, primo. - Argumento Simon con la cabeza gacha y sin pretenderlo, apretando los puños, hacía gritar de dolor los guantes que enfudaban sus manos con un suave crujido, más su animo no era violento, sino todo lo contrario, sentiase derrotado y apaleado e incapaz de sostener la mirada de su familia- Y mi presencia ahora es inoportuna en demasiados sitios, esto resulto lo más decoroso, de este modo resultaré olvidado, nada bueno parece venir conmigo alla donde valla. --En la oscuridad se escuchaba la pesada respiración del hombretón, a quien le costaba contener la ira y la consternación respecto de tales asuntos que esa noche se trataban, quizá de no haber sido Conrado quien lo hubiera mencionado la situación sería muy distinta y zanjaría la discusión con el acero que descansaba en su cintura.--Mas siempre he sido torpe al considerar mis situaciones y nunca he desoido vuestra guia, parecería un mal momento, este, para emepzar a hacerlo¿ En que pensaís?.
Conrado profirió un profundo resoplido caballuno, resignando la situación presente a los hados de tiempos más allá de vuestra visión. Asiéndoos por el brazo girásteis vuestra mirada a poniente y, caminando hacia allá, donde vuestra montura descansaba os comentó - Caminemos juntos, la noche se presenta fresca en demasía, como para mantenernos al abrigo con unas pocas palabras afectuosas - sugirió mientras tiraba a su vez del ronzal de su jamelgo.
- Es sabido en estos tiempos Simón, que el Santo Padre se siente cada vez menos transigente con la situación en estas tierras invadidas por la lacra árabe - masculló haciéndoos notar lo referido al regente de la ciudad pontificia - Como os decía, la situación mora se posterga en demasía para diversos intereses allende los Pirineos. El trato con las tierras infieles se ha enquistado tal como sanguijuelas al pez, ofreciendo pingues beneficios y prebendas de libertad por grandes cantidades de moneda mora. Ya conocéis los pagos de parias de las que en un pasado reciente se colmaban las autoritates de tierras de la Marca y de Castilla. Esos dineros no se olían por Roma y los cuervos siempre codician el brillo del oro, tenga este cuño árabe o latino - se explicaba el caballero midiendo sus palabras para impreganros de la situación - Pues bien entonces, el heredero del trono de Pedro, pretende terminar con situación tal. Desde Sant´Angelo ha acudido un legado pontificio por parte de Celestino III para cerrar las heridas acaecidas entre ambos primos. Gregorio, que así es dado en conocerse el cardenal de Sant´Angelo, valiose durante estos últimos meses de la protección de nuestros hermanos. Habiendo viajado a tierras portuguesas, las noticias llegadas muestranse confusas pero, pareciere que Roma hubiere tratado de presionar a Portugal para mejorar las relaciones con León. De todos es sabido que tras la anulación del matrimonio entre el monarca Alfonso IX y Teresa de Portugal las relaciones no fueron precisamente cordiales - continúa Conrado su exposición mientras acaricia los cuartos traseros de su podenco - No es de extrañar pues, que el legado pretenda restablecer lazos entre las fronteras cristianas. Desavenencias tales entre sus mercedes cristianas, han dado en la germinación de una nueva etapa de prosperidad del Islam en tierras de Cristo. Tal notoriedad ha alcanzado la preocupación que el propio papado ha decidido intervenir directamente convocando una juntanza en tierras cercanas a Valladolid, entre los primos monarcas de Castilla y de León. Desconozco el emplazamiento preciso, si bien no debería de poder demorarse en ser divulgado. - concluye el hombre.
- Mi consejo pues, si te es beneficioso el aceptarlo, sería viajar a esas tierras. Lo más granado de ambas cortes deberían estar presentes y vos necesitáis mostraroa a ojos de tales gentes. Ganaos buena fama en ciertos terrenos y obtendréis poderosos patrones. Ora bien Simón, la nobleza no es amiga de camas frías. Todo sea el caso que dejéis de ser de utilidad, no seréis más que una carga. Mirad bien a quien acercáis vuestros oídos y por quien hincáis una rodilla o tal vez tengáis que hincar ambas - resuelve la advertencia Conrado - Debierais marchar con premura, pues se dice y comenta que tal evento tendrá momento no más allá de este mes. Buscad vuestra suerte hermano y procurad honrar siempre la memoria de vuestro padre - pronunció solemnemente cargando sus palmas sobre vuestros hombros.
La noche trae ante mi un fantasma con palabras de alivio y promesas de redención.... -Meditó en voz alta sin darse cuenta si quiera.- Sin duda decís verdad, cuando afirmaís que habremos de partir pronto si no deseamos tardar en demasía. Aunque no entiendo que puedo ofertar a dichos señores sino mi fuerza y mi sangre, y cuando todo eso acabe, como bien destacaís con vuestras acertadas palabras, sere dispensable y volveré a donde al principio estaba, un exilio disimulado, atascado eternamente en el escalafon mas bajo de una orden que se negará a darme nada sino oprobios a mi honra y buen nombre.- seguía pensando más para si que para su hermano, mientras con la siniestra acariciaba su menton, la diestra descansaba sobre la empuñadura de su espada.
-A sabiendas de tales cosas eso me convierte en enemigo de la orden, pues habré de buscar covijo en intereses de otros y de buen seguro que ellos no pensarán de otro modo, tratarán de usarme con promesas vanas y me atacaran como el lobo ataca a la oveja cuando vean que no persigo nada sino mis intereses.
Dejó que el silencio se impusiese un segundo antes de vovler a alzar el habla con voz resuelta. No cesaba de preguntarse sino habría otros intereses por los que se moviera Conrado, esta aparición podría haber tenido lugar hacía mucho tiempo Y venir en medio de la noche no dejaba de parecerle sospechoso¿ Acaso tal era la carga que pesaba sobre su nombre que temía repercusiones sobre su persona o familia sólo por acercarse a él? Habiendo tenido relacciones con su familia pareciale curioso que no hubiera tenido desavenencias por ello, quiza lo pusieran a prueba, quizá la orden quisiera hacer uso de la fuerza de Simón y prescindir de él, después, pero sólo mordería el anzuelo si otra persona se lo pidiera, una de confianza, una que considerara su hermano.
Se decidió rápidamente, recorrería aquel sendero, sólo para ver hasta donde le llevaba, si era una trampa de buen seguro que no era del gusto de Conrado, y no hacerlo podría ponerle en peligro, de no ser una trampa, no había ningún motivo para no ir, y quizá pudiera devolver unas cuantas afrentas a viejos conocidos.
-Pero visto de otro modo, si allí se va a organizar una guerra no hay mejor lugar para un soldado de renombre¿ Verdad?- sonriole de la forma que el diablo saluda al diablo -¡Buscando las oportunidades! -hizo un gesto energico con la siniestra como si asiera la oscuridad de la noche- Os habeís ganado un trozo del paraiso por lo que a mi corresponde, es bueno saberse afortunado en amigos. Creedme que cuando me encuentre en disposición de devolveros el gesto, aquello que pueda hacer por vos lo vereís hecho.
Conrado emitió un gesto displicente con su diestra zanjando vuestro halago - Nada os doy y nada me debéis vos Simón. Vuestro padre me acogió bajo su ala en horas de necesidad y el mismo entrego espuelas, acero y juramento a aquel muchacho. Los deudores que no conocen de gratitudes, son deudores hasta el día de los juicios de Dios nuestro Señor. Vos expiad vuestra carga del alma, a mi humilde parecer, los pecados del padre no son así, del hijo - sentenció restando importancia a vuestras gratitudes.
- Tomad buena cuenta de vuestras propias palabras. Las más cruentas horas, miden el valor de un espíritu más allá de cualquier juicio del hombre. Haceros valer, no mostreis mácula en vuestras intenciones y, solo así tal vez, halléis la retribución anhelada - refirió ajustando las correas de la silla enjaizada en su montura para de forma grácil ganar la grupa de la misma - Partid con mis bendiciones pues. Mi presencia será requerida si descubriesen mi falta y muchos son los ojos que emergen de Uclés. Buena estrella mi buen hermano y mejor suerte en vuestros caminos - comentó para acto seguido arrear el caballo y poner rumbo a trote calmo hasta que el terreno y la iluminación permitiera una marcha forzada.
Montura y jinete recortáronse brevemente hacia la mal definida sombra de la ribera del río, dejando un resueno de cascos y el restallido de las riendas sobre la grupa de caballo. Conrado hubo de ser tragado en pocos momentos por la boca de la noche y el sonido de la estepa sumergió en el silencio vuestros pensamientos. Mediaba ya la noche, pese a la buena luna, los caminos al sur del Tajo medían a locos y temerarios por igual. Distando a sus buenas leguas el emplazamiento de vuestros hombres, tendríais noche suficiente para cavilar sobre el mejor proceder de vuestras intenciones. Contábais con el apoyo de veteranos de decenas de batallas, más en las arenas de la intriga, distábais de sentiros a buen amparo. Azuzando vuestra montura tras encaramaros a la grupa en un medio escorzo, dirigisteis galope tendido cara poniente y más al norte; siguiendo la ruta opuesta a vuestro camarada, como alma que llevva el diablo, pues de tal guisa parecíais con vuestra enorme silueta recortada en el viento y el enorme romper de los cascos de vuestro ruano.
Conrado se alejaba al galope en mitad de la noche y tal y como vino se fue, dejando en una soledad a Simón que le invitaba a cavilar acerca de las noticias que le traían de modo tan furtivo.
¿Deseaba volver a ser quien era?¿ Seguía sintiendo aquella necesidad de honor, gloria y honra que antaño le había parecido la meta que debía perseguir?
Aquellos pensamientos y otros le rondaban la cabeza, mientras volvía sobre sus pasos a por su jamelgo, el cual quejose al subirle encima todo el peso del hombretón, azuzó al caballo cuando estuvo encima y se dirigió hacia el campamento de sus hombres, quedaba poca noche y debería descansar por que por la mañana viajaría al sur, el y su banda de rufianes, aunque aún no sabía que hacer de ellos, unas cuantas espadas leales eran difíciles de encontrar a la par que útiles.
No eran pocas las dudas que había alzado, tu bien amado Conrado, sobre tu conciencia. Pero ya fuera por amor al recuerdo de un pasado más favorable, o por el sabor dulce de una futura retribución y venganza, azuzaste tu montura hasta la extenuación. Cabalgando como si el Diablo pisara tus talones, mantuviste buena marcha manteniendo la margen del Tajo a tu diestra hasta bien entrada la mañana. El alba postergaba bastante su salida por esas fechas, dejandote unas preciosas horas de nocturnidad que, mantenían los ojos inquisitivos fuera de tu alcance.
Alcanzar el emplazamiento de vuestro campamento se terció una buena instrucción para tus aletargados músculos, adormecidos por el incesante traqueteo del galope infligido. Tocar tierra hizo que la sangre volviera a fluir a borbotones por sus canales, espejando en cierta medida los recelos sobre tu encuentro nocturno. En cierta manera, la propuesta de Conrado no carecía de lógica, aunque distaba de ser un plan abordable a corto plazo. Las sutilezas de la diplomacia que requería el ganarse tales favores, no se contaban entre tus más afiladas dotes. Así que habría que recurrir a tu elemento natural, el polvo del camino, la sangre por la espada.
Un largo silbido rasgó el aire al divisar un peñasco que recordaba las veces, recortado entre las sombras, la bota de un mercenario. Correspondiendo a la alocución, emitiste una serie de tres silbidos cortos en respuesta. El pequeño código de silbidos había nacido de la complicidad de los años en campañas. El contubernio que dirigías, que así lo llamaban los romanos, mantenía su habitual disciplina de descanso en camino. Ocho hombres en campamento, la cuarta parte manteniendo guardia en todo momento y el resto en descanso por turnos con las armas prestas. Se hacían necesarias tales preocupaciones, pues las racias musulmanas no escaseaban por aquellas tierras. La época de saqueos había de retrasarse al menos un mes más, cuando los campos y el ganado se mostraran más generosos para con sus dueños y guardianes. Mas no era de extrañar alguna sorpresa por parte de los perros de Alá.
Una figura emergió para recibirte; Domingo si duda alguna. El andar de suficiencia del aquel hombre, era señal bastante para dejar marcado su orgullo como herraduras allá por donde discurriesen sus pasos. No era la persona idónea para recibir la noticia en primer término. Las monedas estaban donde se encontraban los muertos, en la extremadura. Un viaje a la capital del reino vecino no sería recibido con agrado entre los hombres. Más reacios todavía a las andanzas burlescas de la corte que tu propia persona, aquellos almogávers distaban de encontrarse cómodos entre los muros de una cudad como León. Pero era imprescindible acudir a la capital, puesto que la información sobre la corte abundaba en esas calles. Obtener una fecha y lugar, una ruta de viaje más aún, de la corte leonesa; era el primer paso en la serie de acciones que había recomendado tu familiar. La villa más cercana era Valladolid, pero carecías de contactos en tal lugar, un detalle a tener en cuenta en un futuro próximo. La información jugaría un papel importante en tus decisiones, mejor sería obtener las relaciones suficientes como para que esta no escaseara.
Pero lo primero, era mantener una reunión con los hombres que se cubrían en las tiendas al abrigo de la roca.
Maldijo su estampa, lo que ahora necesitaba era dormir y aclarar dentro de su cabeza lo que iba a decir a estos truhanes. Había cabalgado en silencio pero aún no se le había ocurrido una forma de entregar las nuevas del modo en que fueran del agrado de sus compinches.
Saludo a la figura que le salía al paso con una inclinación de cabeza, y una mirada cargada de complicidad, y siguió caminando entre las tiendas llamando con su mirar a los más veteranos y aquellos en cuya compañía había comido más polvo y sangrado más que con nadie en este mundo. Poco a poco del nutrido grupo de mercenarios se separaron los veteranos y en la soledad de un corro alejado de los oidos más indisccretos de aquellos que se acababan de unir a ellos por la futura promesa de pillerías y dineros nacidos del saqueo de tierras moras Simón abordó el tema sin dilacción ni demora.
Me ha venido a ver un viejo camarada con noticias que creo es de nuestro interes. Comenzó su discurso, mirando en derredor para asegurarse que todos lo escuchaban -Mientras la cristiandad se miraba su propio ombligo y discutía con sus hermanos, ha dejado a los moros establecerse con demasiada fuerza en el sur, como bien sabemos, pues nos lleva dando de comer un buen tiempo - No pudo evitar sonreir al decir aquello, pero no se entretuvo en regodearse en el modo en que se ganaba los cuartos - Y eso no gusta a la iglesia, y desde Roma ha venido un señor a recordar a estas tierras que eso no es del agrado del Santo Padre, va a haber una reunión por todo lo alto, donde se discutirá tal asunto, todos sabemos lo que eso significa, contratos, soldadas, y hacer lo que mejor se nos da. Creo que debieramos ir a las cercanías a ver si nos cae algo, es prometedor.
Ahora era cuando comenzaba el aluvión de preguntas, preguntas cuyas respuestas no ibana gustar a todos los presentes, temía que Domingo quisiera marcharse por su lado, arrastrando a cuantos pudiera consigo bajo la promesa de un plan al que ya se habían hecho a la idea, en vez de arriesgarse a otra cosa, por prometedora que fuera.
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Las miradas de unos y otros parecían mezclarse en una conversación mental rápida, silenciosa. Joan, escarbaba uno de sus dientes con un pequeño cuchillo de caza, una costumbre desde que perdiera dolorosamente dos dientes a mano de Xavié, vuestro cirujano-barbero particular. Aquel proceso le había dejado la profunda creencia de que, poco valían los dineros, si no había dientes con los que mascar el pan.
La iniciativa la tomo este último, cuando la última pepita restalló entre la afilada hoja y su muela.
- No digo que no sea mala idea. Los granes botines escasean en los últimos tiempos. ¿Alguno recuerda en los últimos años el ataque a alguna plaza mora?- decía mientras limpiaba con esmero el acero para guardarlo despreocupadamente en una cincha que apretaba en su antebrazo.
Xavié sopesaba la situación en silencio, suspirando - Bien sabéis cual es mi opinión, voy donde mis oficio me requiera. Han sido varios inviernos los que han pasado desde que haya llamado hogar a tierra alguna. Mi familia se cuenta entre estas voces que ahora hablan. Sólo me preocupa la cuestión nadie parece comentar; que impide que alguno de nosotros no termine con sus huesos en el potro, en la plaza de cualquier encomienda de Santiago -
Xavié había salvado de todos y cada uno de tus hombres en al menos una ocasión. Su mayor virtud no era su eficacia, sino su lealtad. Desde que le rescatárais de ser apresado por una turba furibunda en las tierras del bajo Ebro, se había convertido en vuestro camarada, luego amigo y por último confesor. Se trataba de un hombre de profundas creencias. Por desgracia, esas creencias no conjugaban debidamente con la doctrina administrada por la Santa Sede. Más de un hábito reconocía todavía el revuelo levantado por una serie de curaciones, necesariamente milagrosas, al margen de la Divina Providencia. El nunca os había intervenido sobre vuestros motivos, ni vos sobre los suyos. Sencillamente compartíais que, existían ciertas cuestiones sobre todo hombre, que debían permanecer de garganta para adentro, hasta el día en que esta fuese abierta por una daga sarracena.
El tema era espinoso sin duda. Os fiábais de Conrado fuera de toda duda, pero seguir sus consejos, os acercaba demasiado a una línea de acontecimientos poco agoreros.
- Si el asunto es grande, los perros de Santiago no se andarán con remilgos. Todos sabemos que las filas de los Cruzados nos son precisamente devotas del Dios. Al paso de un ejército cruzado los pueblos se vacían de maleantes, bien lo sabéis. La cuestión es saber hasta que punto andan deseosas las Órdenes de Cristo de entrar en faena - perfilaba Joan con sus comentarios.
Ambos miraban en tu dirección, esperando calibrar cualquier impresión que pasase por tus ojos. Ambos hombres conocían bien el significado de una mirada en un soldado. Estas les habían acompañado en multitud de situaciones, en las refriegas, el la noche e incluso el la misma muerte.
Bien sabías que contarías con su respaldo fuese cual fuese vuestra decisión. Lo que esperaban, mas bien, era esa mirada de determinación tan propia del hombre al que acompañaban. Esa voluntad que arrastraba consigo a todo aquel que se acercase a tu persona, para seguirlo a las empresas que tu espíritu persiguiese.
Habrá que ir a la capital y prestar oidos finos a ver si se sabe algo más, de la capital saldrá una comitiva de señoritos que vayan a lamer el culo del emisario de Roma y saber quienes son nos dará una ventaja para abordarles y hacerles participe de nuestro interes y nuestra ansia de probar nuestra fe a la iglesia. Dijo Simón a sus camaradas Estas cosas son así, la deciden imbeciles que no saben sacarse su mierda del culo sin un criado, pero si vamos todos llamaríamos mucho la atención, ademas de que perderíamos a los nuevos reclutas, no vienen a pasear por ciudades y mucho menos sin un cobre, y todos sabemos que necesitamos carne de cañón, el numero siempre es determinante, no podemos permitir que se vayan a otra compañía, así que debemos darles lo que han venido a buscar mientras lo preparamos todo, además, si la campaña contra los moros es factible, estará bien que nuestra compañía este ya por esos derroteros, seguro que es un merito que tendremos frente a otras si ya estamos en posición para las primeras misiones de reconocimiento.
Miro a sus camaradas severo Necesitamos información de quien manejara los hilos y del escenario en que se jugará la partida Ahora por mi parte solo queda una cuestión¿ Como nos dividiremos?¿ Donde nos encontraremos? Yo debería ir hacia Valladolid y después a León, de allí ya veré, y vosotros en un mes debieras estar en sierra morena...
Pensaba en voz alta pues quería comprobar quien daba un paso al frente o por si alguno tenía alguna brillante idea, a veces las tenían, cuando no estaban borrachos y hacia mucho tiempo que el dinero escaseaba para vino y mujeres, así que podía ser que lo deslumbraran