Partida Rol por web

El Fuego

Qalat Ayub

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20/11/2010, 14:41
Director

Con las primeras luces cargadas de calidez, los chopos a las orillas del Jalón habían comenzado a desperezar sus brazos lanzando al aire los últimos copos de hielo y nieve acumuladas durante el crudo invierno pirenaico. Las mañanas seguían siendo frías y humedas, más si cabe en las sendas cercanas a los ríos que confluían hacia la gran corriente que descendía a Çaragosa. Pero hacia la media mañana el solm despuntaba con suficiente entrega como para permitir que las carnes de los labriegos se caldeasen más allá del esfuerzo de la marcha por traer sus productos al mercado de la villa.

Vuestra vuelta a tierras de Aragón no había sido fruto del casual. Dos años transcurrieran desde que vuestros pasos habían cruzado la subida de Ibañeta en los montes pirineos con las iras de la nobleza de Umbría a vuestra espalda. Con la barrera rocosa ganada, vuestro recelo se había apaciguado durante al menos un tiempo. La vida en el Condado de Barcelona no se presentaba fácil, de Hattins solo heridas habíais ganado. Ni gloria, ni riqueza, ni el cielo, puesto que la derrota todavía encarnaba las arenas de aquel infierno con la sangre cristiana derramada. Las tierras de Argençola permanecían cerradas, el agravio de la espantada hacia tierras cruzadas del joven de la familia, todavía resonaba entre muros. La desaparición del mayor del primogénito del señor de la fortaleza de Copons, no dejaba en mejor lugar al veterano Bocagrossa. Y por ende, la urbe de Barcelona suponía un riesgo demasiado alto sabiendo de los intereses comerciales de Duque de Umbría y sus cercanos.

Así pues, la tragedia os empujaba hacia tierras más al sur, donde los hombres podían ganar la libertad entre los muros de una villa. Y un brazo que empuñase una espada, suficiente poder para crear su propio destino. Dos pares de manos avezadas en términos de la espada y la lanza como las vuestras, podrían ganar bien, pan y vino, en tierras de la extremadura de Aragón. La villa de Qalatayub parecía un destino agraciado. Las rondas concejiles buscaban hombres de armas dispuestos mantener el orden en el interior de las murallas a cambio de uno o dos dineros cada sol, y de ofrecer protección frente a las razias musulmanas en caso de darse. Pero la villa se mantenía los suficientemente protegida al amparo de las colinas circundantes, mientras que Teruel y Albarracín sufrían en mayor medida las razias moras cuando la primavera mostraba su cara, siendo el oficio bastante relajado al tratar de contener los desmanes de algunos pocos alborotadores o las pillerías de truhanes en días de mercado.

Dos semanas atrás habías conocido de una incursión mora cerca de Albarracín. Con la llegada del calor, la extremadura del reino entraba de pleno en tiempo de guerra. Saqueos por una y otra parte, trataban de desestabilizar los ánimos de las gentes, pero las murallas de la villa se mantenían orgullosas y sus gentes disfrutaban de un grado de libertad envidiado por muchas.

Entre estas lides y otras ganábais techo y almuerzo suficiente para ver un día tras el otro pasar, sin miedos a que las iras de más allá de la península os alcanzasen. Lo cierto es que vuestra suerte se había mostrado esquiva durante un tiempo, sin conocer el paradero de vuestros hermanos de armas, perseguidos por vuestra infamia en tierras itálicas y repudiados en vuestros hogares por vergüenza y deshonor, la vida elegida no os regalaba prevenda alguna. Dos años primaveras habían sucumbido ya desde vuestro retorno, dos años desde que la llama se había mantenido de forma sosegada, ondeando al viento sin oscilar. Tenue, serena, pero encendida al fin y al cabo.

Vuestra rutina había mudado hacia pocos días. Lo poco que conocíais trataba de dar custodo a un grupo de monjes llegados de Teruel a unas tierras a poco menos de medio día a caballo al sur de la villa. Las tierras cedidas por el monarca Alfonso de Aragón se asentaban en la margen este del río piedra, cerca de una aldea conocida como Nuévalos. El viaje de un grupo de monjes indefensos a través de las tierras de la extremadura de Aragón ya era en sí descabellado. Mas sus intenciones de asentarse lejos de la protección de una de las villas de las comunidades de Aragón rayaba la locura.

A lo largo de la mañana el concejo en pleno había sido reunido tratando de manifestar cierto acuerdo con el abad de la congregación que en un futuro se asentaría en el Castro de Piedra en tierras de Nuévalos. Al final de la mañana Pere Vermello el capdeguaytas de vuestra ronda, así conocido por la espesa pelambrera roja que cubría coronilla y cara, os había llamado a la casa que hacía las veces barracón, donde vuestra vida se desarrollaba cuando el oficio lo permitía.

Los rescoldos de madera todavía ardían en el hogar caldeando levemente el entorno. Sentados en dos pequeñas banquetas de madera, mirábais de hito en hito, el uno al otro, mientras Pere os observaba esperando vuestra reacción a sus palabras.

"Los concejales han llegado a un acuerdo con el abad. Pagarán a la villa una suma para que sus monjes sean escoltados hasta las tierras de Nuévalos. El monasterio tardará en construirse y necesitan ser protegidos de las incursiones moras mientras tanto. Ya sabéis que esa zona está bastante agitada. No me hace gracia perder a dos veteranos de las cruzadas para la villa, pero allí podréis ganar algo más, aunque será arriesgado. El abad ha insistido en conocer de primera mano a la guardia para poder decidir quien los acompañará, pero os advierto que sabe de vuestra experiencia. No os extrañeis si tenéis que recoger los bártulos esta misma tarde para partir al amanecer."

Un jarro de agua del Jalón en invierno no habría hecho más efecto en vuestra conciencia. Una reunión así requeriría preguntas, las preguntas llevarían a averiguaciones y las averiguaciones terminarína por levantar el polvo que habías tratado de depositar sobre vuestro pasado. Poco habíais oido de ese tal Gaufrido, pero un la Iglesia es la Iglesia y no os resultaba difícil saber que resultado daría si realmente se descubría vuestras correrías tras la cruzada.

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20/11/2010, 20:03
Enric d´Argençola

El silencio fué roto por un profundo suspiro, hacía sólo un par de horas que Enric se mofó de las intenciones del clero de instalarse en tan peligrosa situación. Iba a quejarse, a implorar o gritar sobre el acuerdo. Iba a negarse a jugarse el cuello ante tal locura. Sus conocimientos sobre la guerra eran muy extensos sobre lo que respetaba a los saqueos a campamentos mal protegidos como para aceptar sin más.
Mas no le salió palabra alguna.
Había disfrutado del privilegio de formar parte de la élite en oriente, se había emborrachado en tabernas extranjeras, había disfrutado de las delicias de una doncella italiana.
¿Y ahora? Ahora sólo tenía Qalatayub, un salario y vida de soldadesca. La verdad es que no tenía con qué quejarse.
-¿Cuántos seremos? me refiero a hombres capaces de empuñar una arma

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23/11/2010, 17:41
Guim Bocagrossa

Guim reprimió, como bien pudo, un eructo que amenazaba salir estruendoso de su boca. Se golpeó suavemente el pecho con el puño, mientras intentaba recomponer su compostura.

Había escuchado lo que Pere les estaba explicando, pero no acababa de comprender la magnitud de la tasca expuesta, pues su semblante, algo bobalicón, no se inmutó ni un ápice. - Si es menester ir, se va. La mente de Guim funcionaba de forma práctica, le costaba calcular los riesgos y vicisitudes del futuro. El gigantón vivía el presente, casi tan intensamente, que algunos dirían, que hasta de forma obscena.

Suerte había tenido de su compañero de viaje Enric. Si habían llegado tan lejos, era sin duda por su previsión y buen juicio. Así que cuando escuchó las palabras de Enric, lo miró con esa expresión bacía tan propia de Guim.

- Eso, ¿Cuantos?. Añadió como aportación máxima a la conversación. Y aunque poco le importaba, si Enric lo sugería, debería ser importante, y se rascó la tripa de forma poco refinada, con una enorme expresión de autosatisfacción, tanto por su pregunta como por su alivio personal.

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26/11/2010, 20:35
Director

- ¿Cuantos dices? - inquirió Pere - por el bien de la villa espero que pocos. Apenas disponemos de dos decenas de hombres para sujetar a la gente, no puedo ir regalando hombres y menos con experiencia - sentenció con preocupación.

- El Concejo debe creer que con el oro se compra protección, pero la lealtad es otra cuestión - argumentaba el capdeguaytas - Si creen que unos mercenarios a sueldo son mejores que los ladrones a los que solemos dar una lección, es que son tan necios como ese abad - afirmó jactándose.

- No, probablemente vayáis apenas un par. Se que algunos aldeanos de la comunidad se han ofrecido a cambio de la soldada a prestar el servicio para mejorar su situación. Lo más seguro es que necesiten gente que instruya a un grupo de jovenzuelos con ideas equivocadas de lo que es la vida. Con franqueza, no es una situación cómoda para mí pediros esto - comentó mientras rascaba su profusa barba.

- Pensad bien en su ofrecimiento y tened cuidado con lo que decis. Comportaos de forma apropiada - dijo mirando a Guim directamente de forma evidente - Esta gente tiene algún tipo de influencias. Largaos ya, no hagáis esperar más al abad - os dice para salir por la puerta de la casa y dejaros con vuestros pensamientos.

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27/11/2010, 11:19
Enric d´Argençola

Cuando Vermello se dispuso a irse, Enric agachó levemente la cabeza, más en reconocimiento a su posición militar que a su cuna, Pere tenía una posición clave en la escala de mando y el hecho de reconocerlo a menudo era vital para que la disciplina de los hombres de armas siguiera inquebrantable.
-No os preocupéis, Vermello, hablaremos con el Abad y dejaremos el honor de la guardia impoluta. Se aclaró la garganta. Mas no os aseguro si aceptaremos, primero estaría bien saber las intenciones del Abad, ese… Gaufrido.
Ante esta ambigua respuesta los dos hombres se quedaron a solas en la habitación. Enric no pudo reprimir una mueca.

-Per tots els Sants! Ho has sentit Guim? L’església ha sentit a parlar de nosaltres! Con una sonrisa en el rostro se acercó a los restos de la hoguera. El hecho que la Iglesia se haya interesado por ellos era muy alentador. El problema residía en la misión en sí misma, dependían demasiado si los musulmanes estaban activos o no.
-Com ho veus? Podrem aguantar fins que no fortifiquem la zona? La opinión de su compañero era importante, Guim tenía mucha experiencia militar y sabría muy bien si podrían aguantar hasta que no aseguraran esas tierras.

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01/12/2010, 10:37
Guim Bocagrossa

- Siii, seguro... Dijo Guim mientras se desperezaba de forma poco contenida después de la marcha de Pere.

- No creo que tengamos problema alguno. Una sonrisa bobalicona se dibujó en el rostro del enorme soldado. No es que no temiera que la empresa que les había sido asignada no fuera peligrosa, pero confiaba en exceso en si mismo, y a la vez, era algo despreocupado. Cosa que le había traído más de un quebradero de cabeza, y Enric era buen sabedor de ello.

- Yo no me preocuparía, señor Enric. Aveces a Guim se le olvidaba que su amigo era, además, noble, pero cuando se acordaba, siempre hablaba con él con el tratamiento apropiado

Notas de juego

Master, ¿Entiendes el catalán?

Como no estoy seguro, contesto en castellano, pero la conversación bien puede ser en catalán. ^^

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01/12/2010, 20:42
Enric d´Argençola

Notas de juego

Máster, cuando hicimos las fichas nos despreocupamos por el tema idiomático, y es evidente que teníamos que haber dialogado sobre este asunto.
Ante todo , no creas que Enric habla en catalán para tener una ventaja táctica sobre los otros jugadores o para tener conversas “secretas”. Lo hago para dar transfondo al personaje.
Dado que evidentemente muchos de los jugadores no conocen el idioma, cuando el PJ habla en catalán, luego narro lo que ha dicho. Aunque no sea palabra a palabra, sí lo que dice. De manera que se sepa todo lo que piensa y diga el PJ en todo momento sin necesidad de entender el diálogo.
Por ejemplo, si nos tropezamos con otros dos jugadores y me doy cuenta que uno es un mago, le diré a Bocagrossa lo que he visto sin cambiar de tono y utilizando el catalán para no levantar sospechas. Luego, como parte narrativa lo explicaré (aunque sea con otras palabras para que no sea un aburrimiento). Así los otros dos jugadores sabrán lo que hacemos, pero los PJ que llevan no (O sea, como pasa cuando escribes lo que piensa el personaje en cursiva).
Si crees que esto puede ser un engorro o llevar a confusiones utilizaré el castellano y lo salpicaré de expresiones catalanas para darle cierto acento al PJ.

Perdona si te he causado molestias. :P

Por cierto Red Goblin, creo que has puesto un jugador más de la cuenta como destinatario

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08/12/2010, 21:21
Enric d´Argençola

Con los ojos clavados en los rescoldos iba sopesando lo que todo eso significaba.
Al principio poco perceptible, iba afirmando con la cabeza, cada vez con movimientos más completos, hasta que finalizó todo el gesto mirando a Guim.
-Bé… Molt bé –inspiró ruidosamente para acompañar la aprobación- Doncs no fem esperar a l’Abat! Guim, em sembla que per fí deixarem enrera la nostra mala sort.
Ya con una ostentosa sonrisa se aseguró la espada, su comentario de haber dejado atrás su mala estrella des de que el Abad se ha interesado por ellos no era una fanfarronada, realmente sentía que el viento les sería favorable.
Así que con paso seguro, se dispuso a salir de la casa para conocer a ese Abad.

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09/12/2010, 13:55
Guim Bocagrossa

- Jejojijeje. Una risa tonta invadió al gigantón. La verdad es que no había motivo para ello, pero el "despierto" intelecto de Guim le aconsejó que lo hiciera. Parecía lo más lógico, ante las palabras halagüeñas de su compañero y camarada de armas.

Con lentitud y parsimonia, se levantó de su cómodo asiento. - Voy a recoger las cuatro cosas que tengo... Dijo mientras buscaba con la mirada los recovecos de la habitación, intentando localizar sus escasas pertenencias. No es que tuviera muchas cosas, pero a su martillo de guerra, le había cogido mucho cariño. Había sobrevivido a muchas penurias, y muchas de ellas gracias a su arma. Lo que nunca confesaría a nadie, ni siquiera a su confesor, si es que algún día llegaba a tener uno, es que al martillo le había puesto nombre.

Una vez hubo cogido lo poco que era suyo, se dispuso a seguir a Enric.

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30/04/2011, 15:47
Guim Bocagrossa

- Enric... La grabe voz de Guim resonó templada, algo le rondaba la cabeza. Parecía que el hombretón buscaba las palabras adecuadas, cosa totalmente descabellada. Simplemente estaba buscando como ordenar las ideas que pasaban por su cabeza para que su compañero las entendiera. Aveces se aturullaba, y soltaba las cosas sin pensar.

- Tendremos la misma suerte que la última vez... Ya sabes... Cuando estuvimos en Italia... Se pasó su enorme mano por el sucio cabello. - Estuvo bien... bueno, excepto la parte en la que tuvimos que salir corriendo... Hizo una pausa y sus ojos se perdieron mirando hacia el cielo, como si buscara algo. Una enorme sonrisa se dibujó en su cara surcada por las cicatrices.

- No, la verdad es que todo fue muy bien. Una estruendosa risotada, sincera y jovial surgió de la garganta del soldado. - Si, fue divertido.

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30/04/2011, 20:49
Enric d´Argençola

-¿Com Itàlia? -El veterano capitán había cogido por sorpresa a Enric. La verdad es que le había obligado a plantearse la situación... y el futuro. Hacía demasiado ya que no se planteaba el que le esperaba el dia de mañana- ¡Esto va a ser mejor! En Italia nos perseguía la vergüenza de Tierra Santa. Y ahora podremos patear culos infieles... ¡Y forzar los que nos apetezcan!.

Se unió a las carcajadas de Guim. Se acercó a su compañero y le puso la mano sobre el hombro.
-Por fín dejaremos atrás estos años de miseria haciendo lo que se nos da bien.

Notas de juego

Por cierto, has añadido al post dos pajaritos que no estan con nosotros

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01/05/2011, 10:35
Guim Bocagrossa

- Si, claro que si... Continuó divertido el gigantón.

- ¿Crees que podríamos dar cuenta de un poco de vino antes de partir? Miró de reojo a Entic, pues cuando Guim decía un poco, era sabido que se refería mucho.

- Seguro que así se nos hace más corto el viaje. Entrecerró los ojos, como si estuviera pensando en algo y no acabara de saber el que. Volvió a dibujar una amplia sonrisa.

- Y mientras bebemos, nos puedes cantar una de esas bonitas canciones... La sonrisa desapareció, y su rostro se torció en un gesto bobalicón y dubitativo. Pues realmente no estaba seguro de la respuesta.

Notas de juego

Pues los otros se habrán llevado una desilusión al comprobar el error XDDDD