Partida Rol por web

Tras la puerta no les esperaba un grandioso reino enano lleno de paredes de plata y techo de oro, sino otro de aquellos condenados zombis minerales que parecían enanos que habían sufrido alguna clase de terrible transformación. Hilda murmuró una oración por sus almas y sacó la ballesta. Le gustaba menos que el martillo pero había algo hermoso en la delicada ingeniería de su construcción, el gatillo, las palancas, las piezas móviles. 

Apuntó y disparó, por desgracia, llevaba tanto tiempo sin usarla que el gatillo estaba atascado. Trató de desatascarlo, pero el proyectil solo cayó un metro delante de ella con un inofensivo clonc. 

-Maldita sea.

El virote de Alrik golpeó la pared y el enano pétreo se giró. Un dardo de Bharnus se clavó en su brazo pero la criatura decrépita ni siquiera pareció darse cuenta. Lanzó un grito, como una especie de desafío o de intento de asustar a los enanos y entonces comenzó a renquear hacia la puerta del sur tratando de huir de ellos, lentamente debido a su cojera.

La criatura demostró ser más lista de lo que Ethbel pensaba. O al menos, que tenía un instinto de supervivencia.

-¿Y bien?-preguntó la guerrera a sus compañeros-¿Esperamos que a cruce la otra puerta, a ver si pasa algo?

Bharnus observó con curiosidad el comportamiento de la criatura. Igual eran más avispadas de lo que había pensado en su primer encuentro.

- ¿acaso sabe que hay una trampa en el techo? -el monje observó techo y paredes en busca de alguna pista- esa puerta llevará a otra sala de defensa con aspilleras en la pared Este de la grieta, no creo que haya tesoro allí

Empuñó el martillo y se puso en guardia alternando su mirada entre el lado sur y el lado norte del pasillo. Atento a una posible emboscada. 

—Archelon, avanza —indicó al ingenio mecánico, que se puso en marcha en persecución del enano de piedra.

Si había una trampa en el pasillo como sospechaban, pronto lo averiguarían.

—Todos los demás, quietos... —dijo Alrik mientras apuntaba de nuevo la ballesta ligera y unos complejos mecanismos en su lateral introducían un nuevo virote en el riel y tensaban la cuerda sin necesidad de que el enano hiciese ningún movimiento.

Disparó de nuevo, esta vez impactando en su blanco aunque con poco efecto.

El enano logró acertar al engendro pétreo antes de que atravesase la pared de piedra junto a la puerta. Su tortuga, aunque avanzaba rápido, no llegó a golpearle pero tampoco pareció activar ninguna trampa. El pasillo quedó tranquilo y al cabo de un par de minutos mientras los enanos esperaban que ocurriera algo ninguna otra criatura enemiga apareció.

Justo en borde del arco de la entrada, pero sin llegar a cruzarla, Ethbel se inclió mientras afinaba su vista tratando de observar alguna losa o parte de la construcción que pudiese activar una trampa.

-Yo aquí no veo nada raro-gruñó con impaciencia.

Se giró y buscó algún pedrusco consistente que pudiese tirar a rodar en el pasillo. Si no lo encontraba, no tardaría mucho en entrar.

Bharnus se acercó junto a Ethbel a echar un vistazo a la pared y al techo. Ante la ausencia de pistas, se giró hacia los demás.

- tal vez... -dijo el monje pensativo- si os acordáis en la otra sala había dos palancas. ¿Serán inteligentes como para activarlas? 

Movido por la curiosidad más que por la prudencia, sin darse cuenta Bharnus se estaba acercando demasiado.

La situación era algo desconcertante y bastante sospechosa. El enano pétreo, o lo que fuese, no les atacaba pese a sus provocaciones, y solo huía. Aquello parecía indicar una trampa, pero el ingenio mecánico del artífice no activó nada. O era una emboscada, o no había nada que activar. En todo caso, allí parados no hacían nada. 

-Hay que avanzar-Hilda echó una mirada por la sala, para ver si localizaba alguna trampa que se les hubiera pasado por alto, y si no veía nada, avanzaría. 

Ni la tortuga de Alrik ni la piedra habían activado la trampa y al cabo de unos minutos el grupo avanzó. Pero tal y como Bharnus había temido, cuando todo el grupo se encontraba bajo ella, alguien la activó. Los dos enanos más jóvenes lograron esquivar parte de las rocas sin embargo Alrik, Ethbel y Okkar casi se vieron sepultados por las mismas. Gritos de dolor y de sorpresa inhundaron el pasillo cuando el pequeño ventanuco de la puerta se abrió y un virote salió disparado de allí y se clavó contra el escudo de Okkar.

-¡Cuidado! ¡Nos disparan!-advirtió el enano a sus compañeros mientras trataba de retirarse. En ese momento cayó el rastrillo que había en la puerta imposibilitando que pudieran alcanzar a los enanos pétreos que les disparaban desde el interior pues el rastrillo solo se accionaba desde dentro de la sala como habían comprobado en el del lado oeste. 

Grandes piedras y cascotes cayeron sobre el grupo, impactando a la mayoría de los enanos. Por poco no se vieron sepultados.

—¡Argh! ¡Maldición! La trampa no era por resorte sino de activación manual. ¿Acaso esos seres tienen inteligencia? ¡Retirada!

Gritó Alrik, retrocediendo mientras tiraba de Okkar, que al igual que él, estaba gravemente herido por el derrumbamiento.

Las preocupaciones de Bharnus se materializaron en forma de doble trampa. Piedra y flecha. Tal vez esa duda constante fue la que le hizo estar suficientemente alerta como para esquivar una parte de la caída del techo. Por desgracia, sus compañeros no tuvieron tanta suerte. Y para mejorar las cosas les disparaban.

- ¡Deprisa! ¡Pongámonos a cubierto! Hay que recuperarse -bramó el monje

Rápidamente ayudó al grupo a quitar las rocas que les rodeaban, y agarrándoles se dirigió hacia la puerta más cercana, por la que habían entrado.

Ethbel maldijo a sus enemigos con una ristra de improperios, entrecortados por su respiración cansada. Si no llega a ser por ese rastrillo que se interponía, habría cargado con furia para tratar de derribar la puerta y lanzar martillazos a diestro y siniestro.

Pero el problema iba más allá el rastrillo. Estaban demasiado heridos para soportar aquellos virotes. Mal que le pesara, la enana asintió al grito de retirada, retrocediendo hacia la puerta por donde habían venido.

Apenas había dado dos pasos cuando un crujido anunció lo peor. Hilda trató de cubrirse con el escudo, y aunque evitó que los cascotes le reventaran la cabeza, no evitó que varios de ellos le golpearan en las caderas y los hombros, donde habría jurado que escuchó algún hueso ceder. Solo la resolución inquebrantable de los enanos le hizo aguantar y no desmayarse por el dolor, lo que le salvó la vida, ya que desde detrás del rastrillo comenzaron a llover virotes que se estrellaron contra su escudo. 

-¡Joder! ¡Bichos infectos!

Retrocedió, ayudando a levantarse y continuar a los que habían quedado entre las rocas, tirando del muy herido Okkar hacia la salida. 

Los enanos retrocedieron rápidamente. De nuevo las criaturas dispararon contra los enanos pero la flecha golpeó en una de las paredes. El grupo paró en la sala principal de la entrada tratando de coger aire y esperó unos segundos por si algun enano pétreo iba tras ellos pero solo obtuvieron silencio. Aquellas criaturas que traspasaban la roca como fantasmas parecían tener inteligencia, al menos al suficiente como para tender emboscadas pero no había otro camino que no fuera por ese pasillo asi que tendrían que pensar una forma de cruzar o de eliminarlos.

Cuando hubieron cruzado la puerta, Bharnus echó un vistazo alrededor en busca de más enemigos. Al ver que estaban solos, cerró la puerta otra vez con la llave y la guardó. Atendió y limpió las magulladuras del grupo.

- malditos bichos, al final no son idiotas -gruñó con los ojos repletos de brillos rabiosos. Cogió aire profundamente y se calmó un poco, pero seguía sonando brusco- por suerte en esa sala, si es igual que la otra, no habrá mucho que merezca la pena... con los escudos y yendo rápido podríamos cruzar por las otras puertas antes de que nos acribillen 

Observó el estado de sus compañeros y añadió con seriedad pero suavizando el tono:

- quizá deberíamos descansar unas horas, estáis heridos y agotados

—Yo estoy bastante magullado, esos cascotes me han dado de lleno —se quejó el anciano enano.

Comprobó que el estado de algunos de sus compañeros era igual de peliagudo, o peor.

—Necesitamos un descanso en condiciones, aplicarnos unas curas y comprobar el estado de nuestro equipo. Quedarnos aquí a reponer fuerzas me parece contraproducente, teniendo el campamento a tan sólo unos minutos. Allí fuera no tendremos que preocuparnos de que nos ataquen los enanos de piedra...

Aunque todo el ser de Hilda bullía de rabia y de ganas de entrar ahí y destrozar a martillazos las cabezas de los enanos de piedra, tuvo que reconocer la verdad que decían sus compañeros. Guardó el martillo y asintió. 

-Es verdad, vamos al campamento. Hay que atender las heridas y las armas. Mañana podremos asaltarlo teniendo un plan mejor. 

Ethbel estaba frustrada ante aquella pequeña victoria de sus enemigos, pero sin duda, lo adecuado en esos momentos era reponer fuerzas para volver con nuevas energías a la batalla.

-No seré yo quien me niegue-dijo con resignación-Un buen descanso en el campamento me vendrá bien para sanar heridas, y quizá palíe un poco esta maldita enfermedad.

Cuando el grupo salió de la mina pudo sentir el aire fresco de la noche. Llevaban varias horas ahi dentro y, aunque siendo enanos estaban acostumbrados a estar bajo tierra, el aire viciado de la mina hacía que respirar aire fresco fuera un alivio. El cielo continuaba nublado y la luna reflejaba su luz de cuando en cuando mientras que una ligera llovízna, de esas que no parece que mojen apenas, les cubría. 

No tardaron mucho en llegar al "confort" de sus tiendas de campaña y de encender un fuego. 

-Bueno, diría que no ha ido del todo mal... salvo por esa última sorpresa-dijo el enano sacando de su tienda, para regocijo de los enanos, un pequeño barril de cerveza negra que no tardó en abrir para servir a todos y acompañar la cena- me alegra que hayamos encontrado aquellas notas pero creo que si nos seguimos adentrando en el Nudillo el peligro será cada vez peor. Me pregunto que ocurrió para que haya acabado este sitio así...