Partida Rol por web

-¡Por todos los infiernos!-exclamó molesta Ethbel.

Esperaba que a partir de esta estancia pudiesen continuar con su exploración, al menos un poco más. No obstante, no parecía haber ninguna otra puerta allí. Eso significaba que no tenían más remedio que volver de nuevo al pasillo.

La guerrera quiso asegurarse de que no había algún acceso oculto, de manera que se puso a buscar posibles puertas secretas en las paredes.

El grupo no encontró nada más en el pequeño almacén. No tenían muchas opciones. O volvían por donde habían venido o iban hacia la puerta del norte adentrándose más en la mina. Sin embargo la puntería de sus enemigos les hacía ser cautos, si salían de ahí tenían que tener un plan o alguien podría resultar herido.

-Probemos con la puerta norte-dijo Ethbel.

La guerrera ayudaría a mover la estantería, si finalmente optaban por probar la táctica del parapeto.

—Estaba pensando que quizás pudiese usar esta harina para crear una pequeña explosión, pero no creo que nos ayude demasiado con esa puerta reforzada... —dijo Alrik pensativo, mesándose la barba— No, definitivamente creo que nuestra mejor aproximación, dado que no podemos acercarnos con seguridad a desactivar sus mecanismos, sería lanzarle ácidos que derritan el metal. Tengo algunos componentes con los que fabricar ácidos corrosivos en mi mochila.

Miró inquisitivamente a sus compañeros, para ver si les parecía buena idea.

Bharnus volcó el mobiliario, lo colocó a modo de pared deslizante e intentó desplazarlo cubriéndose con él dentro de la habitación.

- Parece viable -gruñó- la madera es vieja, pero un virotazo no nos impactará. Hará un agujero, eso sí. Pero si cubrimos los agujeros que hagan con los escudos, podríamos tener cobertura completa.

Asintió ante las palabras de Ethbel.

- Yo iría por la puerta norte. Tal vez encontremos una llave para ese candado, al igual que la que encontramos en aquel cofre -miró a Alrik con una sonrisa malvada- el ácido nos puede venir bien para ese rastrillo que activaron los malditos bichos.

Movió la barricada móvil hasta la puerta, preparado para salir con ella.

El grupo se preparó para salir de nuevo al pasillo moviendo la enorme estantería de manera que les proporcionase algo de cobertura. Nada más salir al pasillo escucharon el chasquido de la ballesta y el golpe del virote clavandose en la madera. Estaba vieja y algo podrida pero parecía aguantar. La arrastraron con ellos con cuidado de no exponerse hacía la puerta del norte. Esta a diferencia de las otras no les costó abrirla pero a su vez continuaba el pasillo. Un pasillo oscuro y amplio que giraba hacia la izquierda y desembocaba en unas puertas dobles. A su derecha había otra puerta, más pequeña, pero más ornamentada. 

Uno de los virotes atravesó una de las tablas de la estantería y dio contra la pared que tenían frente a ellos. Debían decidir por que puerta ir antes de que aquellos malditos enanos de piedra acabasen por destrozar el mueble.

Más puertas, más decisiones, y sin tiempo para meditar. Ethbel apretaba los dientes mientras escuchaba el sonido de los virotes impactar en la madera.

-Probemos esa misma-dijo señalando la puerta ornamentada de la derecha-. Quizá esos relieves sean significativos de que es una estancia importante.

Lo cierto es que la guerrera no discutiría si sus compañeros decidían una u otra puerta, mientras dejaran atrás cuanto antes aquella trampa mortal que resultaba ser el endiablado pasillo.

- ¡Aguantad compañeros! -bramaba Bharnus mientras movían la estantería y conseguían cruzar y abrir la puerta.

El sonido de los impactos de las flechas le hacía cuestionarse su idea, y cuando una de ellas atravesó la madera ya no le quedaban dudas.

- ¡Adentro rápido! -sostuvo la estantería mientras los demás pasaban por la puerta. Había sido su idea usar la estantería y la llevaría a cabo hasta el último momento.

Una vez hubieron cruzado todos, soltó la madera y dio un salto. Cruzó el umbral con un giro ágil que aprovechó para cerrar la puerta tras de sí.

Rápidamente enarboló el martillo y observó el pasillo en el que se encontraban en busca de más trampas. Asintió ante la idea de Ethbel y se acercó cauteloso hacia la puerta ornamentada de la derecha, buscando trampas y la forma de abrirla. Ya no se fiaba de nada. 

Alrik se relajó un poco en cuanto atravesaron el umbral de la puerta norte y Bharnus la cerró. La tortuga, de alguna forma, había conseguido llegar hasta allí también sin recibir aparentemente ninguna orden.

—Qué puerta más ornamentada... o es la habitación de algún ricachón o mandamás o es algún tipo de trampa. Tened cuidado...

Examinó la puerta conforme se aproximó a ella junto con sus compañeros.

Hilda asintió a sus ideas de emplear la estantería como parapeto móvil, y ayudó con sus fuertes brazos de herrera a llevar el mueble. Un virote lo atravesó y pasó por encima de sus cabezas, pero con la imperturbabilidad propia de los enanos, siguieron avanzando hasta la puerta. 

El monje mostró su agilidad cerrando la puerta de un salto, y pronto se encontraron ya a salvo de los virotes. 

-Bien hecho, compañeros. Había olvidado lo bueno de estar rodeado de verdaderos guerreros enanos. 

Inspeccionó con interés los ornamentos de la puerta, una verdadera obra de arte.

-Aquí detrás tiene que haber algo importante. 

Tras cerrar las puertas tras de sí aún se escucharon los chasquidos por el impacto de algunos virotes más pero pronto cesaron. El grupo investigó aquella puerta tan bien ornamentada. Los motivos parecían ser religiosos pero a sus vez muchos estaban destrozados o pulidos, como si hubieran querido cambiar el significado de la puerta. No quedaba claro el culto al que se adoraba ahí dentro. Tras unos minutos debatiendo sobre si debían entrar o no, al no escuchar ruidos al otro lado ni alguna señal de peligro el grupo se decidió a entrar con cautela.

Era una sala amplia que hacía las veces de capilla. Al fondo de esta habitación podía verse un altar coronado por un ídolo que estaba hecho añicos. En algún momento debió de ser un martillo de piedra, pero su cabeza se quebró, quedando hecha pedazos bajo los restos del mango que aún continuaba en pie. Delante de aquel altar había una fuente de tres alturas. Del surtidor manaba oro líquido, rebosando en cada nivel hasta llegar a un estrecho pilón. En el muro oeste, al norte de la entrada a aquella cámara por la que habían entrado los enanos, podían observar otra puerta que estaba entornada.

Ethbel resopló con tranquilidad cuando dejaron tras de sí la frenética travesía por el pasillo. Ahora podían actuar con más calma, aunque el entorno no era precísamente propicio para la tranquilidad. Habían hecho trizas los antiguos y sagrados símbolos enanos. Eso molestó y entristeció a la guerrera. Era terrible contemplar tremendos destrozos sobre la bella factura de los de su raza.

-Malditos son, y malditos sean cien veces...-dijo enrabietada.

Seguidamente se aproximó a la fuente para observarla un poco más de cerca, aunque a cierta distancia. No estaba segura de si aquella fuente que escupía oro líquido pudiese ser una trampa.

Al entrar en la nueva sala, Bharnus se quedó tranquilo al ver que dentro no les esperaban más enanos de piedra. Pero no bajó la guardia, a saber qué podía depararles aquella capilla. Echó un vistazo rápido a la fuente, pero no le prestó mayor atención. La puerta entornada captaba su atención, y no dejaba de mirarla con el rabillo del ojo.

Observó con curiosidad el altar, intentando recordar algo que hubiera leído en algún manuscrito del monasterio o que hubiera escuchado de algún viajero.

Tras mirar el altar, se dirigió martillo en mano hacia la puerta entornada, con el oído atento e intentando vislumbrar algo a través de la ranura entre-abierta de la puerta.

Ya que el simbolo de Moradin es un martillo y un yunque, y que el lugar es una mina tiene sentido que fuera un altar al dios de la creación y la minería. Si, parece que podría haber sido un pequeño templo a Moradin que usasen los mineros creyentes pero desde luego dejó de serlo hace muchos años.

Al final, al contrario de lo supuesto por Alrik, no era ni una trampa ni la habitación de un líder. En cuanto entraron con cuidado en la estancia, Hilda comenzó a reconocer cosas: la arquitectura, recta y con los chapiteles de las columnas en forma de yunque, el camino recto que salía de la puerta y llevaba al altar (metáfora de la rectitud de Moradin)... y al final, por supuesto, el altar donde estaba el sagrado martillo, el símbolo del Padre de todos los enanos, el poderoso Forjador de Almas. 

O debería estar. En lugar de eso, el símbolo estaba destrozado, y toda la estancia estaba revuelta y destruida. El fuego en los ojos de Hilda ardió de ira y tristeza. No eran tantos los altares a Moradin, y la destrucción de uno de ellos siempre era fuente de pesar. Avanzó hacia el altar, se paró frente a él y sacó el martillo, cuyas runas brillaban carmesíes. 

-Moradin, esta afrenta no quedará sin vengar, ni tu templo sin reconstruir.

Se arrodilló ante el altar, apoyando el martillo en el suelo, y susurró algo más que solo ella y Moradin oyeron. Por lo menos, pensó mientras se levantaba, había sobrevivido la fuente de oro, una muestra de la riqueza de la mina. Hilda se acercó con cuidado a ella junto con Ethbel. 

Alrik observó la antigua y desacrada capilla, con lástima. Pese al poco interés que había tenido siempre en la religión, aquello era historia pura y dura.

—Cuanta barbarie...

Se sorprendió con la fuente de oro líquido, y advirtió a sus compañeras que se acercaban.

—No toquéis el líquido... O bien es una fuente mágica, o hay alguna fuente de extremo calor en los niveles inferiores. En cualquier caso, un metal fundido siempre es peligroso.

No hacía falta que ninguno detectara magia para saber que la fuente era mágica. Aunque acercasen la mano no irradiaba calor ninguno. 

- Tiene que ser magia sin duda, pero estoy bastante seguro de que es oro de verdad-dijo el enano- quizás deberíamos cogerlo con una cantimplora o algo y así evitar tocarlo. No me gustaría acabar convertido en estatua de oro. Una vez escuché una historia sobre un reino enano donde todos sus habitantes se convirtieron en oro...-masculló apartandose un poco de la fuente. Definitivamente aquel oro era oro liquido, pero no fundido.

-Si alguien se anima a hacerlo, adelante. Yo, de momento, prefiero no acercarme.

Ethbel todavía seguía sufriendo algunos efectos de la afección pétrea, de manera que no le apetecía tentar a lo que podría ser otra maldición.

Cuando todos estuvieran listos para continuar, la guerrera encabezaría la marcha hacia la puerta entornada que había en esa misma estancia. A no ser que quisieran volver a la sala anterior.

—No es que la fuente o el oro se vayan a mover de aquí —reflexionó Alrik mirando a Okkar—. Siempre puedes volver más adelante con unos cubos una vez hayamos despejado el Nudillo.

No era momento de ponerse a extraer riquezas y llevar más peso del necesario. Aquel había demostrado ser un lugar bastante peligroso.