Partida Rol por web

Llegas finalmente a la habitación y te dejan entrar.

Lord Gendry te espera sentado frente a una amplia mesa que os separa a ambos. Al otro lado hay dos sillas muy lujosas, como el resto de la habitación. Muchos de los objetos parecen ser de tierras muy lejanas, verdaderas obras exóticas, como la misma cama de tu señor o un bonito cuadro que cuelga de la pared. Encima de una mesa puedes ver un casco con cuernos de toro, cuya elaboración es algo tosca aunque resuelta.

Tu debes ser Arya Sunlight, la mejor montaraz entre mis hombres. Sientate, sientate -te dice señalando a una de las sillas que se encuentran frente a él -supongo que querras saber porque te he hecho venir en esta misión ¿no es así? ¿sabes a donde vamos? ¿sabes las razones? ¿lo que ha ocurrido en Desembarco del Rey?

Mi dulce Sylven, has crecido mucho, ya eres toda una mujer, muy inteligente por cierto. Se que no eres la persona más devota de nuestra casa pero, hija mía, el Señor de la Luz me salvó la vida varias veces y sus elegidos, Beric Dondarrior, Thoros de Myr e incluso Stannis Baratheon me ayudaron, me defendieron y me salvaron en incontables ocasiones. No quiero faltar el respeto a estas grandes personas que ya fallecieron, mi deber me pide que trate de colocar a R´hollor en un lugar predominante. -te contesta tu padre levantándose de su silla y dirigiendose a un rudimentario casco con cuernos de toro que adorna la habitación -mirame hija, una vez fui un simple herrero, ahora soy uno de los grandes señores de Poniente. Esto no lo he conseguido solo.

Jajajajaj -rie Tom ante tus peticiones -esos malditos comefuegos no creo que quieran desencadenar la ira de tu padre. Además, si dejan mal a esta casa dejarán mal a su dios, puede que incluso pierdan a aquellos adoradores menos devotos. ¿que crees que pueden hacer esos dos? La verdad -te confiesa el hombre -temo más lo que pueda hacer Melara en Rocadragón que lo que haga esa pareja en Desembarco del Rey.

Recorriendo uno de los pasillos del gran navio os encontrais entre vosotros. Aunque apenas permanecisteis juntos cuando Adam os recogió y no hablasteis demasiado el recuerdo aún perdura.

Es bueno ver una cara conocida en este barco- dice Lucyen a modo de saludo- aunque no llegamos a hablar demasiado, dadas las circunstancias. A decir verdad, no llegamos ni a presentarnos. Mi nombre es Lucyen Atreides- se presenta con una ligera inclinación de cabeza- ¿y usted es...?

-No, claro que no lo conseguiste solo, padre... -pero no fue gracias al Señor de la Luz-. Es verdad que mi fe no es tan grande como la tuya, pero es porque... Hay algo en la adoración a un dios... algo que es injusto con los méritos de los hombres. Padre, tú fuiste quien nació en una pobre barriada de Desembarco, tú fuiste quien trabajó desde niño para tener algo que comer, tú quien aprendió el arte de la herrería mejor que su propio maestro. Fuiste tú quien decidió salir de esa vida vulgar y buscar metas más grandes, y quien, llegado el momento, apoyó la causa de Daenerys Targaryen y colaboró en su llegada al trono, y por eso eres ahora uno de los grandes señores de Poniente. Por eso, por ti, no por R'hollor.

Me detengo un momento, mordiéndome el labio.

-Me da miedo que... Sé lo importante que la fe es para ti, pero el Señor de la Casa de la Luz eres tú, no es ningún dios ni es... Melara. Padre, me gustaría que Lord Gendry acudiera a Desembarco del Rey como señor de su Casa, no como representante del Señor de la Luz. Es importante mostrar el poder, y el poder, ante los demás señores, lo tienes tú, no un dios que para ellos es falso.

Miro a Tom con el ceño fruncido. No me gusta que se ría de una petición mía, y menos cuando es algo que me preocupa. Pero, no sé por qué, su naturalidad me alivia, así que relajo el gesto y vuelvo a observar el brillo del sol sobre la superficie del agua.

-Sí, a mí también me preocupa lo que ocurra en Rocadragón en nuestra ausencia. Me da la impresión de que Robert no es... demasiado firme. Pero estamos aquí, así que ocupémonos de lo que ocurre aquí. Tal vez sean tan inofensivos como dices, pero no quiero perderlos de vista. Últimamente estoy aprendiendo que un fanático puede ser el más peligroso de los hombres...-recuerdo los restos humanos de la hoguera ante la que bailaba Melara, y una ola de asco, de aprensión y de odio me inunda durante un instante-. Por favor, estate atento a ellos. No te pido que les sigas a todas partes, únicamente que les eches un vistazo de vez en cuando... Te lo pido a ti porque confío en ti.

Tu pareja y tu seguis a Tom disimuladamente. Este no parece tener ningún hábito oscuro ni extraño. Habla con sus compañeros soldados, juega a los dados con ellos, se emborracha con ellos y entrena con ellos. Además, suele pasar largos periodos de tiempo mirando el mar, sin hablar con nadie. Una de esas veces podeis ver como la hija de Lord Gendry (de la cual te habló Melara) se acerca a hablar con él.

Tom te mira riendo como si hubieras contado algún tipo de chiste y te responde con alegría aunque en voz baja -no te preocupes mi señora, no los pierdo de vista. Se han dedicado parte del viaje a seguirme por lo que nunca tengo que mirar muy lejos para verlos. Ahora mismo están charlando entre ellos en la cubierta, mirando de vez en cuando que es lo que hago -te contesta mientras te da un beso en la mano arrodillado ante ti, como gesto de despedida -ahora será mejor que te marches, no quiero que te relacionen demasiado conmigo.

Tu padre te mira con gesto serio ante tus palabras. Finalmente resopla, mirándote a los ojos -entiendo que seas escéptica ante nuestro Señor R´hollor, tu solo has visto cánticos y a fanáticos. No has tenido la suerte de ver con tus propios ojos visiones, o a muertos levantándose de nuevo tras una herida mortal. Sin embargo debo advertirte hija mía, no hagas estos comentarios con gente de la que no confies, la fé es un asunto delicado y muchas personas pueden cometer locuras si ven heridas sus creencias.

Lord Gendry se sienta y coloca su casco con cuernos de toro en un lado de la mesa y un emblema del corazón en llamas en la otra -esta es la realidad hija mía, yo soy Lord Gendry y el Azor Ahai, ambos títulos en una misma persona, ambos son inseparables porque forman parte de mi identidad. No puedes pedirme que deje una de lado para el gusto de los señores de otras casas. Soy así hija, y no puedes hacer nada para cambiarlo.

Tras unos segundos de silencio incómodo el Azor Ahai continua -pero ambas partes deben estar en equilibrio y por ello en esta comitiva me acompañará Den Iffier, servidor del Azor Ahai, de su fé, del Señor de la Luz -dice cogiendo el emblema de R´hollor -pero por ese mismo motivo me acompañas tu, hija mia. Tu debes recordarme que soy Lord Gendry, bastardo de Robert Baratheon, señor de una Casa -continua cogiendo el casco con cuernos -tu deber es aconsejarme para que no olvide la sangre que fluye por mis venas, y por la tuya -tu padre se tiende y te da un beso en la frente -y ahora descansa hija mía, ya queda poco para llegar a nuestro destino.

-Gracias, Tom -le digo con una sonrisa, dejando que me bese la mano y mirando de reojo hacia donde se encuentran la mujer y el sacerdote-. Avísame si hacen algo extraño.

Permanezco un rato más en cubierta, pero después regreso a mi camarote. Estoy segura de que Tom hará bien lo que le he pedido, y no tengo necesidad de exponerme más. Soy la hija de Lord Gendry, no es mi trabajo espiar a gente.

Me gustaría decirle muchas más cosas a mi padre, pero veo que está cansado y que no se siente muy cómodo hablando conmigo de su dios, así que asiento, haciéndole ver que he entendido sus palabras, le sonrío y me marcho.

-Que descanses, padre -le digo antes de salir.

En cierto modo me siento algo más tranquila, porque he visto que, aunque la fe ocupa un lugar muy grande para él, su Casa le importa en el mismo grado. Pero no puedo dejar de sentir cierto temor, y además... no he podido hablar de Melara y... el bebé.

No importa, habrá otras ocasiones, me consuelo de camino a la cubierta.

En uno de los pasillos del "Estela de R´hollor" dos hombres con túnica se encuentran. Uno lleva los colores de los seguidores del Señor de la Luz mientras que otro de ellos portaba colores marrones poco llamativos, propios de los maestres y aprendices.

Ambos os mirais a la cara.

Joven Atreides, los maestres son un pilar esencial para todas las casas de este reino, como ya bien sabes. Y, como deberías conocer, la Ciudadela no ve con buenos ojos nuestra devoción al Señor de la Luz por lo que debemos buscar aprendices de otras maneras alternativas -te dice Lord Gendry -tu entrenamiento como aprendiz forma parte de un experimento, hallar un buen maestre que te de lecciones y te otorgue conocimientos antes de partir a la Ciudadela para realizar tu correspondiente prueba. Por tanto, eres muy importante para esta casa y todos sus miembros reconocen tu labor.

Un seguidor de la luz- piensa, al ver los ropajes de vivos colores del hombre que se encontraba frente a él. A decir verdad, no era nada raro que en el barco hubiese algún miembro o líder del Señor de la Luz, habida cuenta de la fuerza que tenía la iglesia en su ciudad. 

Inclina la cabeza, en señal de saludo:

Creo que no nos conocemos- le dice para iniciar la conversación. No tenía nada que perder por charlar un rato- mi nombre es Lucyen Atreides. Un placer, señor...