Partida Rol por web

Zex pensó en la idea de Nugirrha pero pensó que era mejor permanecer todos juntos:  -Nur, se me ocurre que podríamos hacer lo siguiente, vincular uno de vuestros comunicadores con la sala de comunicaciones para que lo que emitiera ese comunicador lo hiciera a través del centro de comunicaciones, no siendo necesario que ninguno de nosotros se quede aquí. Así podemos seguir adelante en grupo.

Nugirrha asintió y se puso en marcha para llevar a cabo el plan.

Finalmente y sin perder un momento llegasteis a los turbo ascensores. El cilindro que habíais obtenido de la teniente Aden funcionó a la perfección, y con un sonido que desentonaba con la situación las puertas se abrieron. El hueco era grande, dejando espacio para todos de sobra. Al cerrar las puertas, el ruido del combate exterior se deja de escuchar, dando paso únicamente a un suave traqueteo. En una esquina, una luz roja os alerta de una cámara de seguridad que, estática, apuntaba al interior del elevador.

Unos segundos después, las puertas se abrieron, y pudisteis ver una parte de lo que parecía un centro de mando. Largos tableros de computadoras se alinean en los muros, mostrando dispositivos tácticos de múltiples instalaciones imperiales, incluyendo esta. En todas se muestran imágenes de los turbo ascensores y de la entrada principal, llamando vuestra atención el combate que está sucediendo en las propias instalaciones en las que os encontráis.

La sala parece haber sido diseñada para permitir a los oficiales monitorizar diferentes situaciones a la vez, con dispositivos y proyecciones holográficas mostrando las diferentes localizaciones de forma simultánea. Dos grandes plataformas de carga se asientan en un rincón de la habitación, dando acceso al techo.

- Vaya vaya - Dijo una voz en un lateral, llamando vuestra atención. Allí se encontraba un hombre alto y de aspecto enfermizo que parecía estar necesitado tanto de comida como de sueño. Una malevolencia oscura revoloteaba por sus ojos, y sus manos se curvaban como feas garras retorcidas. Su pelo grisáceo le otorgaba una apariencia casi distinguida si no fuese por la clara crueldad de su cara. 

- Tendréis que decirme por donde habéis entrado, antes de que los lugareños os hagan papilla - El hombre sonrío, mostrando sus dientes, cuando una puerta se abrieron en el mismo momento en que pulsó un botón del panel. La oscuridad tras la puerta pronto desveló a dos felucianos; aunque lejos de ser como los que habíais conocidos, estos parecían ser algo diferentes. el pelo que les cubría el rostro había sido recortado, mostrando una especie de ojos de un rojo intenso. Sus brazos tenían marcas de cortes y parecían mucho más musculosos, casi llegando a la atrofia que los de sus semejantes. 

Los dos felucianos se colocaron uno a cada lado de aquel hombre que volvió a hablar.

- Ahora; podemos hacerlo por las buenas... o por las malas. Decirme quien os ha enviado a buscar al Almirante, y no os haré sufrir. Negaros, y os convertiré en mis nuevos guardaespaldas - Vischera dibujó una nueva y mucho más amplia sonrisa, momento en el que los dos felucianos desenfundaron sus armas; una especie de bastones con filos, que comenzaron a chisporrotear con un azulado halo... 

Y pensar que por un momento creía que ya estaba todo hecho...

El sonido metálico de los AT-ST no dejaba lugar a dudas: estaba entre la espada y la pared. Por delante, fuego cruzado, por detrás, el aliento del Imperio. Y además fuertemente armado. 

Las voces que provenían del interior del complejo no eran las de sus compañeros. Imaginó que pertenecerían a los rehenes que según parecía se habían levantado en armas. Flamo formó una imagen en su cabeza, la de Zex Eggor felizmente liberando a los reclusos y armándolos. Podría parecer un acto heroico pero el joven prácticamente había sentenciado a los infelices. No tendrían ni una oportunidad contra la maquinaria pesada del Imperio. 

El comerciante decidió que salir de allí sería la mejor opción, ahora que todavía había tiempo. En pocos segundo aquello se convertiría en una auténtica carnicería. Pero aquella no era su lucha. Más bien los daños colaterales de su misión suicida. 

Le hizo un gesto a la feluciana para que le siguiera e intentara hacer el menor ruido posible. 

Avanzó, medio agachado, entre la vegetación, siguiendo la línea de la espesura que delimitaba el complejo. Esperaba reconocer el punto donde se había despedido de sus compañeros, encontrar la puerta lateral por donde ellos habían entrado y encontrarles antes de que cometieran la estupidez de salir por la puerta principal. Sinceramente, esperaba que hubieran tenido la lucidez de enviar a los reclusos como carne de cañón para poder escapar mientras por aquella puerta trasera. 

No tardaste en llegar hasta la parte trasera de las instalaciones, pero lo que allí viste no fue nada halagüeño. Varios soldados de asalto se habían apostado, no solo en aquella parte, sino al rededor de todo el complejo. Ni siquiera te atreviste en primera instancia a acercarte. Al parecer aquellos imperiales disponían de varios ATST, pues además del que habías escuchado venir detrás de ti hacia la entrada había otro apostado en la parte trasera de las instalaciones junto con un par de soldados que hablaban entre ellos sin que fueras capaz de escuchar lo que decían.

Estaba claro que no podrían escapar de allí por el mismo sitio por el que entraron...

Aquello sí que no se lo esperaba. Al parecer los imperiales no sólo se dedicaban a exterminar a los nativos, sino que experimentaban con ellos. O al menos lo hacía aquel sujeto cuyo aspecto malsano reflejaba la vileza que con toda seguridad albergaba en su interior.

Nugirrha no dijo nada de momento. Estaba muy enfurecida por lo que había hecho a esos felucianos y en su cabeza sólo pasaba la idea de estampar el palo gaffi en la cabeza del decrépito imperial. No obstante, se limitó a quedarse quieta, por si sus compañeros querían pronunciarse de algún modo. 

Eso sí, en cuanto los felucianos empuñaron sus armas, la wookiee hizo lo propio con la suya poniéndose en guardia.

-bastardo malnacido – fue todo lo que salió de los labios de Val mientras su mirada se clavaba en el capitán al hablar

Pronto perdió el interés en él, volcándose por completo en los felucianos allí presentes o al menos lo que quedaba de ellos. Sentía el blaster pesado en su mano, como si empuñarlo fuera un error. Sí podían usar el modo aturdir para noquear al orgullo de guardas modificados que se había buscado él imperial. No podía imaginar la clase de experimentos y torturas a los que habría sometido a aquellas desdichadas criaturas hasta dejarlas así pero no se sentía con fuerzas suficientes para infligir más con sus propias manos. Las ganas de salir de aquel recinto, que aun le apremiaban, se vieron tornadas por un intenso deseo de sacarlos de allí con vida para devolverlos a su pueblo y con ese pensamiento recordó los anestésicos sintéticos que llevaba con ella. ¿sería eso suficiente junto con uno o dos rallos aturdidores para reducirlos?

-procurad no herirlos, sus familias no nos perdonarían – y puede que nosotros tampoco pensó con amargura al recordar su desdichado primer encuentro con aquellos seres.

No volvería a derramas sangre feluciana si no era un extremo caso de vida o muerte.

-y tú – dijo esta vez señalando con el arma a capitán cambiándola a modo aturdir y apuntándole descaradamente – vete al punto infierno

¿Qué podía hacer?

Ni siquiera el factor sorpresa sería suficiente para acabar con todos ellos. Ni siquiera una llegada tan oportuna como milagrosa de la nave de la capitana de cabellos albos podría sacarlos de allí. 

Piensa, Flamo, piensa... 

¿Qué podrían estar haciendo allí dentro? Llevaban metidos muchos tiempo, casi una hora. Estaba claro que la liberación de los prisioneros era una señal de que habían tenido éxito pero... ¿cómo saldrían? Estaban completamente rodeados y ni siquiera tenía forma Flamo de comunicarles el peligro. 

Si pudiera echar mano de aquel AT-ST... pero aquello era una locura. No había forma de llegar hasta él, probablemente estaría fuertemente protegido por un sistema antirrobo y él no tenía ningún tipo de experiencia con aquel armamento. ¿Qué podría hacer para aumentar mis posibilidades de supervivencia? Reflexionó. 

Probó su comunicador manual sin mucha esperanza de recibir respuesta. Soltó una maldición entre dientes. Volvió a sentarse en el suelo, frustrado por la impotencia de la situación. Después de un rato en silencio volvió a dirigirse a la feluciana. 

- ¿Alguna idea?

La feluciana se encogió de hombros, mirando a ambos lados. Entonces miró a los soldados y te miró a tí. Señaló al lugar desde donde veníais, la entrada del edificio y movió sus manos hacia la cabeza, simulando que se ponía un casco. Te señaló a tí y volvió a hacer el movimiento del casco en la cabeza.

Entonces se tocó el pecho y cambió de símbolo. Se señaló el pecho y primero y luego hizo como que cogía un arma y disparaba.

Se detuvo y te miró...

Zex estaba seguro que no era el único al que la visión de los felucianos “mutantes” le había revuelto el estómago. Hasta qué punto podía llegar la perversidad del Imperio.

El piloto no era demasiado impulsivo pero temió por un segundo que Val abriera fuego sin contemplaciones pero por suerte no fue así.  Iba a tocar usar el modo aturdir del bláster. Quizás había alguna esperanza para los felucianos, aunque dudaba de ello.

Las dudas de Val no impidieron que Zex alzase el bláster y disparase.

-A cubierto, mejor empezar golpeando nosotros. –gritó a sus compañeros. A continuación corrió para ponerse a cubirto mientras disparaba una corta ráfaga contra el Capitán, por desgracia en modo aturdir.

No necesito más. Zex tomo la delantera en lo que Val se planteaba hacer ella misma, algo que retraso en un intento de medir al capitán o de dar tiempo a que sucediera un milagro que los salvara de tener que entrar en combate de nuevo. No se encontraba en las mejores condiciones de combatir así que su mejor opción era dejar inconsciente al capitán y ver si podían razonar con los felucianos, si no...bueno no era difícil de imaginar lo que tocaría.

Mientras el piloto corría a buscar cobertura disparando contra su mismo objetivo, ella actuó a la inversa, aseguro el disparo sobre el hombre y a continuación busco cobertura para evitar entrar en combate cuerpo a cuerpo por el momento con los felucianos.

Nugirrha escuchó el sonido de los bláster y eso la motivaba aún más para lanzarse a a la carga. No obstante, sabía que trabándose cuerpo a cuerpo con el imperial dificultaría el blanco a sus compañeros, así que se reprimió. La otra opción era asaltar a los felucianos, que casi con toda seguridad les atacarían si aquel tipejo daba la orden. Aún así, la wookiee tenía dudas. ¿Y si todavía quedaba algo de su naturaleza en ellos? 

De momento, optó por mantenerse en guardia. Si estos iban al ataque, entonces ella respondería.

Cuando parecía que el final estaba cerca, apareció aquel oficial. Era un alma podrida, Marco se las había visto ya con algunos como él…bueno no, como aquel no. El imperial le ponía los pelos de punta, los felucianos corrompidos le daban pavor, pero no era momento de dejarse subyugar.

Siguiendo el ejemplo de sus colegas y sin considerar parlamento alguno (no con esa escoria), Marco disparó con el bláster al oficial. Tal vez si él caía los dos engendros les dejasen en paz. Tal vez no.

Apenas disparar trató de moverse con rapidez, para mantenerse fuera de alcance ante cualquier ataque inesperado.

Hacerse pasar por uno de ellos... ya. 

Flamo agitó enérgicamente la cabeza. Aquella idea era una locura. Hacerse pasar por un soldado imperial y... improvisar. Sin conocer el terreno, ni los códigos, ni el vocabulario, ni los protocolos... Era un auténtico suicidio. Aunque, también es cierto que, si había alguien en ese planeta con la suficiente capacidad de persuasión para salirse la suya en una situación como aquella, ese era precisamente él, Flamo O'Shil. 

Volvió a apagar y a encender el comunicador, como si eso fuera a arreglarlo mágicamente. En fin, si hasta ahora no había funcionado, era de locos pensar que aquello fuera a hacer algo. Pero, para su sorpresa, al volver a encenderlo el comunicador emitió un ruido blanco entrecortado. ¿Tendría señal?

-¿Marco? ¿Val? ¿Estáis ahí? Aquí Flamo al habla. Parece que esto vuelve a funcionar. 

Desde luego si algo habían aprendido en este tiempo era a trabajar en equipo. Como una exhalación, Zex, Val y Marco abrieron fuego contra el capitán. Unos con más acierto que otros, Zex y Val con ánimo de aturidir, Marco sin duda con ánimo de acabar con su vida. 

La reacción del capitán fue rápida y contundente. Agarró a uno de los felucianos y fue este quien recibió los impactos. El disparo de Val hizo torcer el gesto de aquella criatura modificada, aunque tampoco pareció que le afectara demasiado. El de Zex sin embargo si que parece que pudo afectarle algo más; aunque agitó la cabeza rápidamente y pareció recomponerse.

Marco, quizá sorprendido por aquella reacción no acertó su disparo. Cuando el capitán os miró soltó una gran carcajada que fue interrumpida por el comunicador que teníais conectado con el centro de comunicaciones de la base.

-¿Marco? ¿Val? ¿Estáis ahí? Aquí Flamo al habla. Parece que esto vuelve a funcionar.  - 

- Vaya vaya - Dijo ahora si el Capitán - Creo que deberíais decirle que corra - 

Soltó al feluciano que había usado de escudo humano y les susurró algo al oído, flexionaron sus piernas y se abalanzaron sobre vosotros. En ese mismo instante el Capitán sacó dos armas, y con una de ellas apuntó a Marco y disparó con bastante certeza...

Los dos felucianos saltaron como perros azuzados por su amo con sus armas energéticas en alto. Se dirigieron directamente hacia Val y Zex, pues eran los que habían iniciado el combate... 

Zex por su parte logró esquivar el ataque sin mayores problemas, pero a Val le pilló desprevenida la brutalidad de aquellos seres. El tajo fue directo al pecho, y del propio golpe salió despedida hacia atrás, golpeándose la cabeza contra el ascensor. Por suerte, si es que eso se podía llamar suerte, el arma energética cauterizó la herida tan pronto como fue realizada y la peliblanca no debía temer por el desangramiento...

Nugirrha rugió con tanta furia que su grito retumbó por toda la estancia. Avanzó a grandes zancadas hasta el feluciano que había atacado a Val y descargó su palo gaffi sobre él. Mientras tanto, no perdía de vista al otro feluciano, al que tenía intención de atacar seguidamente, en cuanto hubiera acabado con este. 

¡Eso había dolido!

Marco se agazapó y rechinó los dientes por el dolor. Se sintió desfallecer, pero no tenía intención de hacerlo. Se asomó de su precario escondite, apuntó al capitán y disparó.

—¡Mierda, por todos los infiernos!

No le había alcanzado...Pintaba peor que nunca, con Val aparentemente fuera de juego y sus propios errores. ¿Morirían allí? 

El ataque de Nur había sido increíble. Era fácil olvidarse del poder de un wookie en el cuerpo a cuerpo pero rápidamente volvía a quedar grabado a fuego. Estaba cada vez más contento de compartir bando por ella.

Nuevamente Val estaba en problemas pero no era la única. Zex consiguió escabullirse del feluciano para descargar un par de disparos sobre él y dar un salto por encima de la consola tratando de evitar el cuerpo a cuerpo.