Partida Rol por web

El ritual era peculiar, aunque tuvo su punto gracioso cuando Val comenzó a ponerse nerviosa por la cercanía del alienígena.

-Val, creo que le gustas. -susurró con una sonrisa traviesa.

Cuando llegó su turno, la sensación del felucioano cerca junto con el pintado de la frente fue algo realmente espectacular. Para alguien como él, criado en un ambiente duro y competitivo, el sentimiento de tranquilidad, paz y familiaridad que transmitía el pueblo era algo impagable.

-Marco deja el mal humor para los imperiales. Disfrutemos la compañía, mañana podemos estar muertos. -dijo a su compañero. Luego se dirigió a Vazus fijando la mirada en el humano preguntó de forma cortés: - Me gustaría saber que le ha sucedido en el brazo, solamente si se puede saber, si es una pregunta ofensiva omítela.
 

El chaman emitió de nuevo algunos sonidos, hasta que finamente dio media vuelta y se metió en lo que parecía la casa-hongo más grande de la zona.

Vazus se acercó a vosotros y os habló, dirigiéndose primero a Zex.

- El gran chamán entiende nuestro idioma. Prácticamente toda la aldea lo hace. Yo se lo he enseñado durante años. Su brazo está así debido a una herida que se le infectó durante una refriega con el imperio. Como ya os dije, el planeta es muy poco amigable, incluso con sus propios nativos. - 

Entonces miró a Nugirrha y a Marco.

- Esta noche nos encargaremos de esas heridas. Unidas al descanso de la noche algo podremos hacer. Respecto al guía. Intentaré convencer a alguno de los aldeanos a ver si quiere hacerlo. - 

- Os conduciré a donde dormiréis. Es costumbre entre los felucianos juntarse al rededor del fuego todas las noches. Meditan, dan gracias por un día más y hablan entre ellos de su jornada. Por su puesto estáis invitados - 

Mientras Vazus habla os señala lo que claramente parecen los restos de una pequeña hoguera probablemente del día anterior. Enseguida os guía por la aldea, esta vez los felucianos parecen haber vuelto a sus vidas y tan solo los más jóvenes os prestan atención si es que lo hacen. Pasáis de nuevo por la zona de los Kybucs. Vazus se detiene, acariciando a uno de ellos que había ido a saludarle a su paso.

- Hola Rogal, ¿Que te parecen nuestros nuevos amigos? - Os mira sonriente mientras el animal se aleja. - Le habéis caído bien, estos son mis kybucs, Rogal, Dorian, Jin, Balzak y Kalira - 

Los mira sonriente, orgulloso se podría decir y sigue el camino hasta llegar de nuevo a la cueva-seta donde dejasteis vuestras armas. Vazus señala una algo más grande que la suya justo enfrente.

- Esa es vuestra. Tendréis que dormir todos juntos. Podéis recoger vuestras armas, pero me gustaría que no las llevarais por la aldea. Los felucianos no son conocedores de esta tecnología y no me gustaría que ocurriera algún accidente. No os preocupéis por dejarlas en la tienda. Nadie entrara en ella. -

- Nos vemos esta noche, voy a ver si consigo a alguien que se pueda prestar a ayudaros. Sed libres de andar por la aldea. - Vazus se detiene antes de marcharse y mira a Val directamente - Me gustaría que vinieras conmigo. Si quieres recoger primero tus armas y dejarlas en tu tienda te esperaré en la plaza. - 

Durante el paseo de vuelta con Vazus escuchas unos llantos. Al principio no logras averiguar de donde provienen, aunque cuando os detenéis para ver a los kybucs crees identificar la procedencia de una cueva-hongo justo detrás del rebaño.

Nugirrha estaba contenta. Habían hecho nuevos amigos, y por fin aquel endiablado planeta les traía algo bueno. Sin embargo, sucedió algo que la inquietó. Al principio pensó que quizá su imaginación le había jugado una mala pasada, pero más tarde confirmó sus primeras impresiones. Desde una de las cuevas-hongo de aquel poblado le llegaron lo que parecían ser sonidos de llanto. Quizá fuera algo sin importancia, pero tenía curiosidad. Dudó si preguntarle a Vazus sobre ello, pero por otro lado, el viejo también les había permitido moverse libremente por la aldea, de manera que podrían acercarse ellos mismos a echar un vistazo.

La wookiee compartió todo esto con el resto de sus compañeros en cuanto el viejo les dejó solos.

El ritual había sido mágico, especialmente el truco de las piedras voladoras. ¿Podía ser que hubieran presenciado por primera vez una manifestación real de la Fuerza? Desde luego que había documentación histórica que acreditaba la veracidad de esa energía mística, pero era difícil de encontrar en los tiempos en los que vivían, así que había que había que juzgar con espíritu crítico los cuentos de antaño. 

Flamo quiso decir algo, pero se contuvo. El auténtico secreto de un buen negociador no está en saber hablar, sino en saber callar cuando es necesario. Y Flamo consideró que guardar silencio era lo mejor que podían hacer para ser aceptados por aquellos seres locales. No le pasó desapercibido el casi involuntario gesto de defensa de Marco. Le fulminó con la mirada: se estaban jugando mucho y cualquier tontería podría echar todo por tierra. 

Una vez finalizado el ritual, Vazus los condujo hacia su guarida. Allí podrían reposar quienes lo necesitasen, pero Flamo no pensaba descansar más de media hora o cuarenta minutos. La caminata había sido agotadora, sí, pero... ¿cuántas veces se encontraba uno en una situación como aquella? 

Además, si querían poner al pueblo feluciano de su parte, tendría que intentar convencer primero a Vazus, su enlace, para más tarde llegar al jefe del clan. Por el momento, el anciano se interesó por Val. ¿Qué habría visto en ella?

No pudiendo apartar los ojos del líder de los felucianos, siguió con interés aquel ritual que capto la atención de todos, la marca sobre su frente se sentía extrañamente cálida. Finalmente habían sido aceptados como aliados contra un enemigo común. Aquello no garantizaba nada más que una noche de descanso y quizá si jugaban bien sus cartas la ayuda que necesitaban.

Quiso decir algo ante las palabras de Marco, pudiendo leer entre líneas lo que el pistolero quería realmente decir pero habría tiempo de hacerlo cuando tuvieran algo más de privacidad. Cosa que agradeció al hacerles saber que entendían la lengua común, aunque no la hablases, salvándose así de ofender a nadie. Además en ese instante solo podía centrarse en la impronta que la marca había dejado, mirando como el líder de la aldea se retiraba. A su mente regresaron las historias que su padre le había transmitido sobre los antiguos tiempos, los defensores de la galaxia y los caminos de la Fuerza.

Vazus los guió hasta el que sería su refugio, en el camino presto especial atención a los detalles de la sencilla vida de aquel curioso pueblo.

-Gracias por todo- respondió Val ante las palabras del hombre, entrecerrando los ojos cuando declaro que deseaba que lo acompañara, dudo un breve instante antes de asentir – lo veré la plaza en unos minutos

Lo vieron partir mientras entraban en la cueva-seta, como la de Mandrake era un espació sobrio que cumplía con la función de resguardarlos de las inclemencias del plantea y de los ojos de los felucianos. Aunque las dichosas setas no dejaran de aparecer por todas partes. En cuanto recogieron sus armas de la cueva-seta de Mandrake y se quedaron solos Nugirrha aprovecho la privacidad para contarles lo que creía haber escuchado, un llanto.

-puede tratarse de un crió preciosa, esa bolas de carne solo saben llorar, comer, cagar y dormir...y no necesariamente en ese orden – replico a la wookie tratando de quitarle importancia – pero parece ser que somos libres de dar un vistazo así que diviértete...yo veré que es lo que quiere Vazus de mí – añadió con un tono cauteloso, aunque no exento de curiosidad – procuremos no alborotar mucho más a estas criaturas ¿de acuerdo?

Nugirrha asintió.

-*wookiee* Sí, yo voy a acercarme para echar un vistazo a esa choza-hongo. Si alguien quiere acompañarme, será bienvenido. *wookiee*

Aunque en otras circunstancias la wookiee habría tomado su arma, esta vez no lo hizo, siguiendo la petición de Vazus.

-*wookiee* Ten cuidado *wookiee*-le dijo a Val antes de marcharse, aunque sabía de sobra que Val siempre lo tenía.

Por primera vez en mucho tiempo no sentía el peso de un arma en la cintura, era una sensación rara pero estaba claro que no era el único al que le sucedía. Estaba satisfecho de que la misión de liberar al prisionero pudiera tener consecuencias positivas para la gente.

-Al final parece que nuestros actos en este planeta pueden ir más allá de un simple rescate. Para mi es un plus para conseguir nuestro objetivo. -dijo a sus compañeros.

La confesión de Nurgirrha lo llenó de curiosidad.

-Cuenta conmigo para explorar lo que sucede, seguramente no sea nada pero cuanto más sepamos de donde nos encontramos mejor. Aunque creo que no hay peligro en los Felucianos.

Antes de iniciar la marcha a la cueva se acercó a Val.

-Oye bicolor -dijo amistosamente apoyando una mano en el hombro. -Ten cuidado o que los demás tengan cuidado contigo.

—Un llanto ¿eh?...

Marco se encogió de hombros y se dispuso a ponerse la pistolera a la cintura. Trató de camuflarla lo mejor posible, sin tener muy claro de si iba a servir de algo.

—Pues eso, un maldito llanto. Puede ser de un nené feluciano como dices, o también un prisionero desesperanzado que espera la muerte. El caso es que yo me voy a llevar conmigo a «ésta» (señala la pistola medio oculta), y cuando me sienta seguro entonces sí que la dejaré en la tienda.

Aparte, llevaba consigo el vibrocuchillo y las nudilleras. Si le preguntaban, diría que el vibrocuchillo era para cortar la fruta y las nudilleras para partir nueces.

—La Galaxia es una cloaca, y esto no es más que otro sumidero más. Para convencerme de lo contrario voy a tener que tomarme de penalti una de esas botella de whisky corelliano. Y tú, Val, harías bien en cuidarte de ese Valzus y del jefecillo con poderes. Llévate a alguien contigo: a Flamo, que parece muy listo, o incluso mejor al guapetón (señaló a Zex), que seguro que te vigilará ese lindo trasero. Claro que si prefiere venir con nosotros...

Sonrió y luego salió en pos de Nughirra sin mirar atrás, por si acaso.

—Si son tan buena gente, no habrá ningún problema. Coser y cantar.

Flamo miró seriamente a Marco. Estaba empezando a cansarse de su mal humor, de su tono irónico y su desconfianza. 

-Pistolero, te aconsejo que te tomes las cosas con calma o bien podrías acabar haciendo que nos maten a todos. Lo queramos o no, ahora nuestras vidas dependen casi exclusivamente del juicio y la opinión que el señor Mandrake tenga sobre nosotros. Paseándote como un gallo con la pistola a la cintura y actitud de matón no va a ayudar a ganarnos la confianza de esta gente. 

El reproche había sido duro, pero a juicio de Flamo, justo. No podían permitirse ni un solo error. No ahora, en manos de los felucianos y con el Imperio tan cerca. Volvió a dirigirse al resto del grupo. 

-Nuestra mejor opción ahora es la diplomacia. Pensar y actuar con la cabeza. Val, tu tienes la mejor posibilidad. No sé qué ha visto en ti el chamán, -todavía recordaba las piedras suspendidas en el aire y el ronroneo grave del líder de la tribu - pero sea lo que sea seguro que puedes utilizarlo a tu favor. Recordad que el objetivo principal es liberar al prisionero. -esta vez miró a Zex, quien al parecer tenía unas aspiraciones un tanto más ambiciosas. -Todo lo demás no es cosa nuestra, aunque todo es negociable. Si ellos colaboran, nosotros haremos nuestra parte. 

Flamo se acercó a Val y le puso una mano en el hombro. 

-Creo que es mejor que vayas sola. Nosotros te esperaremos por aquí. Sea lo que sea, que la Fuerza te acompañe. 

La Fuerza... Había tenido un presentimiento. ¿Y si Val...? No, eso era una tontería...

El mercader se apresuró a seguir los pasos de Marco. -Voy contigo, chaval. -más le valdría vigilar a Marco de cerca. Después de su discurso pendenciero no se fiaba de dejarlo solo en aquel lugar.

-Tienes razón Flamo, no te preocupes tengo claro nuestro objetivo, pero ten por seguro que si podemos asestar un golpe extra al Imperio no voy a dejar pasar la oportunidad. -dijo acompañando a Flamo hacia Marco.

-Por cierto -susurró con una risa contenida. - Al ritmo que va Marco en este planeta, además de las botas nuevas, le empaquetas un cargamento de whisky, dejándole fácilmente sin parte de la recompensa. Está demasiado ofuscado con el mundo.

Finalmente decidís seguir lo que el oído de Nugirrha había captado. No os cuesta regresar hasta el lugar donde los kybucs comían algunas plantas de aquel planeta. Prestasteis atención, pero no escucháis nada. Habrán sido antes imaginaciones de la wookie. ¿Quizá el planeta de nuevo estaría jugando con vuestras mentes?

Un llanto, seguido de un pequeño grito de dolor. Esta vez todos lo habíais podido escuchar sin problemas. Con cuidado, en sigilo, tratáis de rodear el vallado de los kybucs siguiendo la procedencia de aquel sonido. Este os lleva hasta una zona un poco alejada de la aldea. Pensáis si salir o no, pero la ausencia de hongos cerca os da la seguridad que os faltaba.

No tardáis en llegar hasta el foco de los llantos, que ahora se escuchan entremezclados con gritos de dolor. Provienen de una cueva-hongo. Al igual que las otras no tiene ventanas y tan solo una gran hoja tapa la entrada de la misma...

Caminas por la aldea, tranquila, en paz. No te cuesta regresar por el mismo camino que viniste hasta la plaza en donde os recibió el chaman. Allí puedes ver como Vazus está encendiendo la hoguera, mientras habla algo en el idioma propio de los felucianos con dos de ellos. Cuando te ven Vazus asiente con la cabeza y los dos se alejan.

- Ven, acércate - Dice dejando la hoguera encendida, y tomando asiento en uno de los tocones de madera disponibles.

-No te preocupes preciosa – respondió dedicando una sonrisa de medio lado -me reuniré contigo en cuanto me sea posible

Escuchó a continuación las palabras de los demás mientras iban interviniendo, con atención al detalle.

-oye rubiales – replico a su vez a Zex, mirando la mano sobre su hombro, luego hablo para todos aunque mantenía sus ojos fijos en el joven piloto – el plan sigue siendo el mismo, entrar y salir con nuestro objetivo, lo demás...no nos engañemos ha sido palabrería, ahora – entonces busco con la mirada a Marco, recuperando su equip, y Flamo cerca de ellos – si surge una oportunidad clara de patear el culo al imperio – se encogió de hombros – como negarnos a semejante dulce

Se interpuso en el camino del pistolero cuando se disponía a seguir a Nughirra, colocando una mano en su pecho, su mirada brillante y sibilina. Lo recorrió de arriba abajo sin miramientos, con una sonrisa ladina dibujada en sus labios.

-Mmmm...no te preocupes se mantener mi lindo trasero bien cubierto – deslizo su mano lentamente por el torso del hombro, sin apartar sus hipnóticos ojos de los suyos, su mano cambio de rumbo hacia el costado hasta posarse sobre el arma – ahora, esto... – alzo ambas cejas enfatizando sus palabras – debería quedarse aquí, creo que vas suficientemente servido para hacer frente a cualquier problema que pueda surgir – dicho eso se aparto de la salida – solo digo que a veces es más fácil cazar moscas con una gota de miel que con un barril de vinagre ¿no crees? - se volvió a encoger de hombros antes de añadir unas últimas palabras – claro que, es tú decisión

Sus palabras secundaban lo que había dicho Flamo, dando un enfoque distinto que seguramente caería en saco roto. Entonces fue el turno del mercader caído en desgracia, para aconsejar que fuera sola. Asintiendo como única respuesta; su despedida hizo que frunciera levemente el ceño, cuando siguió al resto al exterior con Zex pisandole los talones.

En los breves instantes que permaneció sola, de pie en aquel extraño lugar, las palabras de Flamo se repitieron en su cabeza evocando ecos de un pasado que sonaban cada vez más lejanos y olvidados. Tras sacudir amargos pensamientos giro sobre sus talones y salió en pos de Vazus.

Dentro de la amalgama de contrastes que era la aldea, orientarse no resulto una dificultad para la pistolera, a quien no le llevo demasiado tiempo dar con la plaza. Observo en la prudente distancia como Vazus encendía la hoguera, tratando de discernir que podía tratar la conversación con los felucianos. Aunque su presencia pronto fue detectada, acercándose con seguridad a donde se encontraba el hombre.

La incomodidad era palpable en la postura de la pistolera al sentarse junto a él. Inclinando su cuerpo hacía delante, apoyando las codos sobre las rodillas y entrelazando sus manos frente a ella, observo el danzar de las llamas durante un largo tiempo, sin decir una palabra.

-Sin duda no me has citado aquí para contarme en primicia tu historia – se pronunció por fin, no había recelo en su voz, tan solo una serenidad calculada con un ligero tono burlón – o para calentarnos frente al fuego – finalizo alzando una ceja al tiempo que ladeaba la cabeza para mirarlo

-No sé que podemos encontrar en esa cueva pero gritos de dolor en un poblado pacífico me suena un poco extraño, mejor comprobar que es lo que sucede.

Se acercó lentamente a la entrada de la cueva para con discrección, mover lentamente la hoja que cubría la entrada lo suficiente para poder mirar el interior intentando no ser descubierto, mientras insconscientemente echaba la mano al blaster, para recordar que no lo llevaba encima.

Zex es el primero que se acerca a la entrada de la casa-hongo. Se asoma al interior con sigilo y descubre que en su interior hay cuatro felucianos. Son más pequeños que los que hasta ahora habíais visto, yacen en el suelo de la choza, frágiles, casi inmóviles salvo cuando gritan por lo que seguramente sea un profundo dolor. Su piel ha empalidecido hasta un gris enfermizo, y sus músculos se han atrofiado hasta el punto que son visiblemente demasiado débiles para soportar su peso.

En medio de ellos otro feluciano trata de consolarlos, quizá aliviar el dolor... no os queda muy claro. No parece haberse percatado de la discreta mirada de Zex...

Vazus sonríe ante tu frase. 

- No - Dice sin dejar de mirar el fuego. - Te he dicho que vengas, porque el jefe de la tribu así me lo ha solicitado - Prosiguió con calma acercando sus manos a la calidez de las llamas.

En ese momento, de la choza más grande, y en la que habíais visto antes que se guarecía el chaman, vuelve a salir; en silencio camina hasta sentarse en otro de los tocones. Justo frente a ti. Se queda mirándote, no sabrías decir si curioso, preocupado, con interés o miedo. Los ojos permanecían medio ocultos por todo el pelaje de su rostro. En ese momento comenzó a hablar. Vazus permanecía en silencio y no fue hasta que el feluciano terminó que comenzó a traducirte.

- El chaman quiere saber que tipo de relación mantienes con la fuerza. - Ahora Vazus si que te mira directamente, su rostro es serio. - Como has podido ver, estos seres son sensibles a ella y parece que ha detectado... "algo" en ti - 

Una suave corriente de aire hizo que se movieran las llamas y un par de cenizas salieran volando tras la pregunta. Los ojos de Vazus estaban fijos en los tuyos... y era muy probable que los del chaman también.

Flamo también lo había visto. Justo detrás de Zex, por encima de su hombro, pudo ver a los cuatro jóvenes felucianos. Así que aquel tono blanquecido que afectaba al líder de la tribu no era un síntoma de la edad. Parecía una especia de hongo, un virus, o una bacteria que hacía enfermar a aquella raza. Y que podría ser contagiosa. 

De cualquier forma, aquello no era asunto de ninguno de ellos. Cogió a Zex del cuello de su cazadora, empujándolo para atrás, no de una forma violenta pero sí firme. Éste le miró algo indignado, Flamo le tranquilizó con la mirada al tiempo que se llevaba un dedo a los labios, señal inequívoca de guardar silencio. 

-Shhhh -le susurró. Este asunto no es de nuestra incumbencia. Seamos discretos, por favor, no podemos permitirnos el lujo de tener más problemas.

Aunque en un principio la mirada hacia Flamo fue de indignación, rápidamente comprendió lo que éste le decía y asintió dándole la razón. Lentamente retrocedió para abandonar la entrada de la cueva, para avisar a Nugirrha y Marco de lo que sucedía: -Parece que la marca gris que porta el jefe de la tribu se ha extendido también a los más pequeños.

Poco a poco se fueron apartando de la entrada de la cueva y continuó exponiendo lo sucedido: - Es extraño lo que les sucede y está claro que es una verdadera desgracia si ya afecta a los pequeños. Quizás podamos preguntar a Vazus que es lo que sucede.

Un pequeño bostezo salió de la boca del piloto, quizás no era mala idea descansar, todavía quedaba mucho por delante y además no sabían a donde había ido Val.