Partida Rol por web

 La lucha se encuentra encarnizada. La caballería Wendol es poderosa, tanto que hace retroceder a los hombres en desbandada hacia el segundo murete, lugar donde se encuentran los ancianos y los niños.

No deben avanzar más- pensó Buliwyf. Estaban perdiendo muchos hombres en esta batalla, y eso no era bueno. A lo lejos ve como uno de los guerreros Wendol acaba con Helfdane- maldición...

A pesar de la situación, no todo estaba perdido. Todavía se podía dar la vuelta a la batalla. 

Vamos, muchachos. Que no pasen de aquí- grito Buliwyf alzando su espada mientras esperaba la carga de la caballería Wendol. Uno de los guerreros Wendol se acerco hacia él,... un grave error que pago con su vida: su caballo no pudo esquivar la empalizada y cayo al suelo, momento que aprovechó el bárbaro para rematarle. 

Ibn retrocedió al segundo muro junto con Herger, a paso lento debido a las heridas causadas por las flechas, el guerrero no se acababa de acostumbrar a la locura de los norteños.

A la altura de Buliwyf, observó como Helfdane caía. Sintió profunda pena y rezó rápidamente una oración por el guerrero, pero no era momento de distraerse. El árabe, como le llamaban, observando a sus compañeros cogió una de las lanzas de la misma forma que lo hacían los defensores del poblado.

Nervioso por la batalla, pero, queriendo que esta acabara, lanzó un grito guerrero cuando uno de los Wendols intentó en vano asesinarle, puesto que quedó clavado en la pica y cayó al suelo muerto, mientras todavía sufría un par de combulsiones por el golpe.

El fulgor de la batalla y su reciente herida, casi impedía al guerrero cerciorarse de lo que ocurría mas allá de su espada.

Sin embargo,levantó su mirada durante unos segundos, viendo que el resto de sus compañeros habían retrocedido a otra posición.Por lo que procedió a imitarles. Mas en ese momento unos de los jinetes centró su ira en él...cargando contra Halga.

El guerrero del norte mantuvo su mirada en el Wendol,apretando su brazo herido contra el pecho mientras mantenía estirada la mano que portaba su espada.

Esperó a que el ataque fuese inminente para golpear con fuerza al caballo,haciendo que el jinete cayera al suelo. Rápidamente se acerco al cuerpo y pisando la mano derecha del Wendol se dirigió a sus compañeros.

Es pronto para que las Valquirias vengan a buscarnos, esta escrito en el destino que pasaremos de este dia... Bueno o quizás solo sea yo el que pase. Comenta entre risas, mientras clava su espada en el pecho de la bestia.

 Todos retroceden, y yo también junto al "pequeño hermano", los Aldeanos caen a pares, pero los wendols también.

Agarro una de las picas que nos da nuestro jefe, y la clavo en el suelo, con el pie encima, y dispuesto a soportar la carga de los caballos.- Yo no se si pasaré de esta noche,- Le digo a Halga a viva voz, terminando la frase con una risa que asustaría al mas valiente de los hombres.- pero estos malnacidos no pasarán.

Uno de esos demonios hace que su caballo muera a manos de mi estaca, derribando a su jinete al recibir tan punzante dolor, el cual muere a manos mías, aplastándole la cabeza bajo el peso de mi hacha.

Gracias a la barrera formada por las largas estacas de madera, la caballería Wendol se debe de retirar de la refriega. Los rudos hombres han defendido con valor este bestial ataque.

Pero los últimos enemigos no quieren marcharse sin intentar entrar en la casona del jefe, donde se esconden el rey, los más débiles y áquellos que prefirieron sobrevivir a pelear. Os colocáis en un semicírculo con la espalda protegiendo el portón de entrada. ¡La última línea de defensa!

 El semicírculo defensivo es perfecto, ellos no se acercan por temor a morir ante nuestras espadas unidas. Nosotros no avanzamos, pues aunque no tememos a la muerte, tampoco estamos locos. De repente recuerdo a Helfdane y su gloriosa muerte.- Esto no quedará así. ¡Muerte!

Mi grito hace retroceder al mas cercano de los wendol mientras me abalanzo como un loco sobre ellos, haciendo que retrocedan, con el apoyo de mis hermanos de batalla atrás.

¡Venga bastardos venid a por más!Grita agitando su espada.

Tras esto,ve como uno se su compañeros se lanza al ataque... Ya habían caído demasiados de sus hermanos y si caía alguien mas esa noche, no lo haria solo. Así que sin pensárselo dos veces comienzo a andar hacia Herger.

He aquí que veo a mi padre, he aquí que veo a mi madre, a mis hermanas y mis hermanos. He aquí que veo el linaje de mi pueblo hasta sus principios. Y he aquí que me llaman, me piden que ocupe mi lugar entre ellos, en los atrios de Valhalla, el lugar donde viven los valientes para siempre.

Todos estábamos agotados tras esta dura batalla pero no íbamos a rendirnos hasta que cayera el último wendol. Nos colocamos en semicírculo para defender la casa del rey en un ultimo acto de valentía y coraje.

Edgtho saco su hacha de mano y su cimitarra y se dispuso a acabar con la poca resistencia que aún quedaba ya que era el el menos perjudicado por la batalla. El wendol corría hacia el como un diablo mientras que el vikingo aguantaba en su posición observando sus movimientos y analizando un contraataque efectivo. Cuando estaba a punto de ejecutar ese movimiento que acabaría con la bestia, se interpuso su hermano de armas Herger abalanzándose contra contra el y arrancándole la vida con su arma mientras lanzaba un grito. Bien hecho hermano, creo que se retiran. Esta noche hemos ganado la batalla, pero a que precio... no puede evitar mirar a sus hermanos caídos. Han caído demasiados, no creo que aguantemos otro ataque como este.

 Finalmente los wendol se retiran. Nuestra resistencia ha dado sus frutos y hemos logrado la victoria, pero a un alto precio: muchos de los guerreros habían caído, entre ellos nuestro compañero Helfdane. Pero murió como un buen vikingo, con un arma en la mano y despachando a sus enemigos.

Buliwyf se acerca a los supervivientes: 

Hemos luchado bien, compañeros. La amenaza Wendol se lo pensará dos veces antes de volver. No os preocupéis por nuestros muertos. Han cumplido con su labor y ahora se encuentran en el Valhalla, al lado de Odín. Ojalá tengamos nosotros un final similar al de ellos en esta vida.

Con los últimos Wendols huyendo, Halga clava su espada en el suelo y se lleva la mano a la herida.
De momento,vamos por buen camino para terminar junto a ellos.Comenta entre risas.

Algo de hidromiel nos curaría los males amigos...

 Cuando todos se hubieron marchado, huyendo como cobardes que son, me acerco al cuerpo sin vida de Helfdane y agarro su espada.- Con esta espada vengare la muerte de todos.

Me giré y volví adentro, para buscar hidromiel que me aliviara las penas... y el dolor de mi herida.

El guerrero del sur admiraba el valor de estos guerreros locos llamados vikingos, y solo por ese hecho estaba dispuesto a morir entre ellos, habría sido un honor para él, pero sin duda fue mucho mejor cuando los wendol salieron corriendo.

Ibn rezó por los compañeros caídos, y cuando fue a levantarse se acordó del dolor de su pierna, cojeando, se dirigió con sus compañeros hacia la casa del jefe, donde repondrían fuerzas.

- Edgtho tiene razón, otro ataque así y no podremos contenerlos, tenemos que pensar en alguna solución más rápida que quedarnos esperando a que vuelvan. Decía el árabe una vez dentro del refugio.

Pronto os marcháis a descansar para reponer las fuerzas pérdidas en esta gran batalla. Al amanecer os reunís en el caserón para hacer balance de la situación.

Roneth, Ragnar, Weath y Helfdane se reunieron anoche con Hyglak, Haltaf, Skeld y Rethel en Valhalla. Ya sólo quedan cinco guerreros para defender el poblado de los trece que eran inicialmente.

Mientras tomáis algo de pan, Edgtho aparece por la puerta con el cuerpo sin vida de un Wendol.

El pueblo había quedado en relativo silencio tras la huida de los wendos, a parte de los lamentos de los aldeanos al toparse con un familiar caído en la batalla. Todos sus compañeros se dirigían a comer algo y descansar, pero Buliwif le pidió que examinara la zona y se aseguraba que se retiraba el enemigo. Aunque Edghto estaba agotado no le puso ninguna pega a su jefe y se marchó con rapidez.

Después de bastante tiempo irrumpió en la sala donde sus hermanos contaban orgullosos sus victorias y bebían en honor de los caídos. Todos quedaron en silencio al ver a Edgtho portando un Wendol. No son demonios! su voz retumbó en toda la sala. Son hombres, hay decenas en la empalizada! lo lanzó al frente descubriendo la cara de su gorro de oso para que todos pudiesen verlo con claridad. Acto seguido se unió a la mesa y se tomó un merecido descanso escuchando las reacciones de sus compañeros.

Ahmad, un poco apartado, aunque intentando siempre hacer algún comentario respecto de los de sus compañeros se puso serio en cuanto su compañero entró por la puerta. El silencio de los vikingos acompañó al suyo, y esto dejó que las palabras de Edgtho retumbaran por la sala.

El árabe observó el cadáver ensangrentado del wendol, y se sorprendió ante la noticia que traía el guerrero, esas bestias ya no eran bestias, ni un dragón de fuego que vivia en la montaña, eran hombres salvajes.

- Si son hombres, significa que, deben de vivir en algún sitio, puede que las montañas de las que bajaron sea su hogar...Ibn se quedó pensando unos segundos. - Y también necesitarán descansar y dormir, ¡Puede que este sea el mejor momento para hacer un contraataque! Dijo el guerrero un poco entrecortado, nervioso por la idea de volver a combatir, aunque sabía que sus amigos del norte no rehusarían del combate.

 - Nosotros también necesitamos comer y dormir, el combate ha sido muy largo y duro. Pero mañana por la mañana acabaremos con ellos. Al menos, esa es mi opinión.- Les digo sin levantar la mirada de la jarra. Bestias, demonios o humanos, mataría a tantos como pudiese.

Ante el descubrimiento de su camarada,Halga apuró el trozo de pan que tenia en la mano y se levantó hacia el cuerpo del wendol.

Hombres...Susurra mientras propina una patada al cuerpo. No sé vosotros... Pero yo,ya estoy cansado de tener que esperarles.

La rabia de sus palabras dejaba claro que en ese instante no había otra cosa en su cabeza que encontrar la guarida de los wendols.

 Buliwyf había estado escuchando al resto del grupo en silencio. A pesar de las bajas sufridas y la mala situación en la que se encontraban, estaba orgulloso de sus guerreros. Como era de esperar de ellos, no mostraban signos de debilidad o de miedo, todo lo contrario: querían ir a pelear. 

Tendré que cumplir con sus deseos- pensó el vikingo.

Iremos a por ellos- dice finalmente- iremos a su campamento y les atacaremos allí. Solo tendremos que averiguar donde se encuentran para partir cuanto antes.