Partida Rol por web

El joven comandante, sorprendente en alguien tan famoso y conocido en la guardia de la ciudad, esta muy magullado, y con numerosos vendajes. Aun así, se le ve animado por la victoria y preocupado, por algunos detalles, ha podido echar un vistazo al cofre de las cartas. Sonríe y contesta a Tomasu:

-Así parece Tomasu, creo que en esta ocasión lo hemos logrado, pero mucho me temo que se acercan tiempos difíciles. Mañana a primera hora tengo que partir, es necesario que llegue cuanto antes a Fuenterrubiales.-Su mirada se torna por un momento, perdida, lejana, y a los que estáis más cerca, os da la impresión de una mirada y unos ojos, muy muy viejos. Pero rápidamente se recompone y añade: -Ahora es tiempo de celebrar. -Se levanta, toma la copa al frente y dice en voz alta:-Un brindis por estos valientes que han logrado recuperar el oro del conde Morris, y también a mi.-

Estáis en el salón, junto con otros guardias, algún sirviente y los dos comandantes. Cardeno tiene la misma denominación que Tomasu, pero esta muy por encima en poder real. Para Tomasu está claro quién es el que manda. Hay algo raro en Cardeno, le visteis con heridas que habrían matado a alguien normal, y en estos momentos, sino curado, se le ve bastante mejor que alguno de vosotros. Os mira y estudia, habla con vosotros y es posible que os tenga algo preparado. Ya os dijo que iría a ver a Ernesto “El Bueno” Señor de Fuenterrubiales, y que le gustaría que le acompañaseis. 

Tenéis comida y bebida en abundancia.

21 de julio, casi media noche. Cielo claro y estrellado, temperatura suave.

Vuestro turno.

Por su parte, Finn aprovechó para sanar sus heridas usando las vendas y gasas que había a su disposición, y aunque hubiera apostado que no iba a tener que usarlas, claramente aquella última situación lo puso en un aprieto tal que tuvo que malgastarlas... pero bueno, al menos nadie diría que no gastó sudor, sangre y lágrimas en la contienda.

-Ay... -se quejó el mediano- Me duele todo el cuerpo que el brindis que lo haga alguien por mi... esto no se parece en nada los libros de teoría que leía en la Biblioteca del archimago Lothar "El Sabio"... esto me recuerda a la vez en la que se me cayó toda la estantería encima y permanecí atrapado dos días...

Alaia estaba contenta, de hecho, estaba tan contenta que se había puesto hasta sus mejores galas.

Nada que ver con los finos vestidos que portaba Dalfrid, pero su vestido al menos, no estaba lleno de restos de sangre y rotos por la batalla.

Pero sus mejores modales no los había traído, al menos, en lo que ha cortarse con la bebida se refería, después de todo, habían estado entre la vida y la muerte, había que celebrarlo por todo lo alto, en un tributo a la diosa del hogar y los hostales.

-No me seas quejica ahora Finn, si te he traído casi todo el camino de vuelta a caballo de nuevo. Ahora hay que celebrar, el alcohol, cuando mejor sabe es después de un trabajo bien hecho. Eso si, recordad agradecer a los meseros y no ensuciar, todo el contenido a la boca, nada de ir arrojándolo por ahí, que luego las pobres doncellas son las que tienen que limpiar.

Alaia podía estar de fiesta, pero había ciertos principios, que no toleraba saltarse en ningún momento.

Obviamente, el asunto de las cartas rondaba su cabeza, pero ese problema, mañana seguiría ahí, disfrutase o no de la fiesta, y aquella fiesta se la habían ganado a pulso, no era momento de caras largas.

-Por los Héroes de Fuenterrubiales.

Grito levantando su jarra en alto.

Estábamos en la taberna de Valdecillo, con abundante vino, bebida y comida. Habíamos hecho un gran trabajo, no sin casi perder la vida, y por supuesto derramando bastante sangre. Pero al final estaba todo resuelto: el conde podría entregar al Duque su oro, y todos podríamos respirar aliviados.

Aún me acordaba cómo habíamos entrado en la montaña, el viaje anterior, la búsqueda entre los libros y pergaminos, las criaturas del redil y los prisioneros... aquella aventura había sido fascinante y peligrosa al mismo tiempo. El rey goblin había muerto y sus secuaces también.

Ahora me interesaba Cardeno, que parecía requerirnos para otra misión. Sin embargo en esos momentos tomé mi laúd y traté de componer unos versos, en medio de la taberna.

Un rey goblin ordenó a sus huestes
levantarse cuanto antes,
salir de noche y robar;
Mientras unos cocinaban prisioneros
("el primero que proteste"),
otros salían a cazar;

Y allá bajo la bóveda celeste,
marchamos, juntos hacia la montaña,
para así recuperar
el oro de nuestro conde,
con peligro amenazante
contra aquellos "pieles-verdes"
¡cuyo oficio en la montaña es escarbar...!

Las cuerdas del laúd eran repicadas por mis dedos, tratando de ofrecer un espectáculo musical entretenido. Aquel momento era de celebrar, aunque ahora pensaba en mi futuro.

La Guardia ya no es para mí, compañeros... -les dije entonces, una vez acabada la tonada del laúd, y aquellos eran los pensamientos que había estado rumiando desde hacía muy poco-. He de volver a mis orígenes, al bosque del Amarrado y buscar a mi mentora. Algo me dice que está en peligro... nosé... Cuando vuelva a Fuenterrubiales será lo último que haga como soldado de la Guardia. En fin...¡¡VIVA LA GUARDIA DE FUENTERRUBIALES!!

Levanté el laúd, y con otra mano una de las jarras que me había encontrado junto a la mesa en la que estaba apoyada para tocar. Era el momento de brindar.

El camino de vuelta fue una auténtica pesadilla, pero al final lo logramos. Después de asearme y quitarme la armadura, tocaba pillarse un buen pedo. Dejé todas mis pertenencias en la habitación que tenía desde hacía unos pocos días y bajé solo con una daga, por si alguno se ponía tontorrón, poder defenderme. En el salón fuimos aclamados como héroes, aunque a mi los halagos me daban igual; dejé que se los llevaran los demás. Yo me concentraría en acaparar toda la cerveza que pudiera en mi mesa y no pararía de beber hasta caer inconsciente al suelo.

-"Seguro que nuestros caminos se volverán a encontrar Dalfrid, lo intuyo." Le dije a la elfa.

Era un milagro que ya  a mis años saliera vivo de una misión como la que acabamos de terminar. Pero aquí estaba celebrando la culminación de un trabajo bien hecho. Brindo junto a mis compañeros, y vislumbro la idea de retirarme ya de los problemas y dificultades de una vida de aventurero. Quizá comprar una parcela y dedicarme a la agricultura, o comprar un barco pesquero. Pero por ahora había que disfrutar de la gloria y el reconocimiento.

Buri estaba algo confundido, pues había habido pérdidas humanas y el oro casi no llega a tiempo, pero a pesar de todo aquello se celebraba por todo lo alto una fiesta sin igual.

Esa noche, Buri no tenía el cuerpo para fiestas... a si que hizo acto de presencia y se llenó el estómago lo más rápido que pudo, para después irse a descansar y sanar sus heridas. Moradin no había querido que muriese en aquella cueva, y sería por algo... tendría un cometido mayor y tendría que estar preparado para ello a si que definitivamente tenía otras prioridades, al menos aquella noche.

Pudo observar como el resto se lo pasaba bien y disfrutaba de la comida y la bebida, cosa que le pareció perfecto, pero él... tenía que estar atento... lo peor podría estar por llegar, y más con enemigos tan poderosos queriendo poner trabas.