Partida Rol por web

Las escaleras bajan y bajan, la oscuridad es total, gracias a alguna antorcha y al farol de Buri, podéis ver como parte de grutas y cuevas naturales han sido aprovechadas por los goblins. Es como si estuvieran pensando en ampliar el lugar. Pero al igual que en la zona de la entrada, no hay nadie en esas galerías. Al de un rato podéis ver luz en lo que parece el final de las escaleras. Brent se adelanta y puede ver que llega hasta una sala pequeña, en la que hay antorchas que aportan suficiente luz. Y escucha como dos goblins están hablando sentados a una mesa. Parecen dos chamanes y uno de ellos esta escribiendo algo en un libro.

Gracias al sigilo, y a lo despistados que están, muy concentrados en su tarea, llegáis hasta la sala sin ser descubiertos hasta que os colocáis ante ellos. Se levantan de la mesa y se quedan mirándoos sorprendidos.

Vuestro turno.

Evidentemente la situación no había sido del todo positiva, quizás el hecho de bajar un burro por las escaleras cargado hasta las trancas de armas no había sido la mejor de las ideas, pero claro, eso era en retrospectiva, y con el toro pasado todo el mundo es un experto... aunque Finn diga ser el mayor experto de todos, cual buen cuñado.

-Buenos días, -Dijo de forma agradable para luego girarse a su compañera- Alaia, podrías... ya sabes... -Dijo señalando con el lateral de la cabeza a esos dos goblins- Ah, por cierto... me llevo eso.

Usando sus habilidades mágicas trató de tirar del libro para acercárselo al grupo. Sea lo que fuera que tuviera el libro, quizás sería interesante de echar un vistazo. Si había suerte, quizás incluso estaba algo escrito en idioma común.

Bajamos profundo, hacia las entrañas de la tierra. El complejo estaba en expansión, por lo que veía. No había nadie pululando por el lugar, cosa extraña para ser una guarida de goblins. Brent abría el camino y el burro lo cerraba. Cada dos por tres echaba miradas a mis compañeros, con el ceño fruncido. ¿Qué narices hacía el burro con nosotros? Se tenía que haber quedad arriba, pastando. Al cabo de varios minutos e incontables escalones, llegamos a una sala iluminada. En ella, dos renacuajos hablaban sentados alrededor de una mesa. Me abalancé sobre ellos sin piedad, sin decir ni mú. En mis ojos verían su muerte reflejada.

Mientras bajaban por las escaleras oían unas voces al final de éstas. Buri reconocería ese timbre de voz en cualquier lugar. Eran goblins.

Apresuró al resto para que bajasen más rápido... pues abajo olía a víctima.

Se guardó a Vergüenza, ésta ya había probado buena sangre de los lobos, y ahora le tocaba a Venganza... iba a ser su oportunidad de brillar y enseñar a esos goblins a temer, no sólo a él, si no a su hacha favorita.

Karel se le había adelantado acercándose a un chamán. En cuanto vi que usaba su escudo para desestabilizarlo, Buri cargó aprovechando la oportunidad que se le brindaba.

Salió corriendo en dirección al chamán, con la cara desencajada por la rabia, y a escasos dos metros saltó hacia el enemigo que tenía delante, mientras alzó su hacha por encima de su cabeza e impactó de lleno en el chamán haciéndole una brutal herida.

Cuando hubo terminado, levantó la cabeza y simplemente miró a Karel con un gesto de satisfacción.

Estaba pensando en el pobre animal, allí arriba había quedado, cuando volví en mí y me alerté un poco al ver a Buri cargar contra uno de esos dos goblins que teníamos delante de nosotros. Observé cómo uno de ellos caía destrozado, sin posibilidad de hacer nada, mientras el otro instintivamente se revolvía, echándose como a un lado.

¡Espera Buri! -le grité entonces. Estaba claro que podrían haber oido al enano atacar a los goblins en el resto de salas...-. Quizá este otro sepa algo de nuestro oro... o de alguien sepa algo de nuestro oro -maticé-.

Entonces tensé el arco hacia el goblin que quedaba con vida.

Como ves, tengo más paciencia que mi compañero -le dije al pequeño ser de color verdoso, apuntándole con una flecha cargada en el arco-; asique te voy a dar una oportunidad... Dónde está el último botín que os llevásteis, el de una carreta cargada de oro... -le especifiqué, a sabiendas de que esos saqueadores tal vez habían hecho alguna más de las suyas-. Habla cuanto antes... -le dije-: no queras acabar con la paciencia... de todos nosotros.

Alaia llevaba al burro con cuidado y cariño mientras bajaban aquellas escaleras.

-Tsss, vamos, no va a pasar nada, y es mejor que te quedes ahí arriba solito.

Le dijo mientras acariciaba su cabeza.

Cuando llegaron abajo le sorprendió aquellos dos chamanes, dejo al burro en la retaguardia mientras sacaba su arma y se ponía delante de él, no era una gran guerrera, pero al menos protegería al pobre animal.

Cuando Finn le dijo que se ocupara de ellos ella afirmo.

-Bien, yo acabare con esta macula del mal.

Pero Buri y Karel se le adelantaron, mostrando la furia típica de los enanos, y acabando con uno de los chamanes en un abrir y cerrar de ojos.

-Ooooo… Bueno… mejor que se ocupen ellos.

Le comento al ver aquella sangrienta escena.

Fue a dirigirse contra el otro chaman pero entonces Dalfrid decidió dialogar con él, para Alaia, hubiera sido lo mismo que dialogar con una roca, pero le parecía feo intentarle partir el cráneo a alguien mientras otro alguien le hablaba, así que espero, maza en mano y dispuesta a actuar si la negociación fracasaba.

Avanzamos al siguiente piso tras evaluar la ausencia de trampas o cualquier cosa sospechosa. En la primera sala encontramos un par de chamanes y, antes de que nadie tenga tiempo de pensar qué hacer, uno de ellos yace descuartizado gracias a la presteza de los dos enanos.

Apunto con la ballesta al segundo de ellos, pero la bajo cuando oigo a Alaia tratar de hablar con él. Creo que es la primera vez que veo a alguien interrogar a un goblin, aunque este parece más inteligente que la media. Pasado el instante de sorpresa, vuelvo a apuntar a su cabeza.

Ya has oído a mi compañera. Desembucha o correrás el mismo destino que tu amigo.

En esta ocasión todo ha sido muy rápido, Karel y Buri han destrozado a uno de los chaman, mientras que el otro ha tratado de huir, pero no ha llegado muy lejos, las flechas de Dalfrid y Brent se clavan en el goblin, acabando con su vida en un instante, casi ni es necesario el mazazo de Alaia, cuando el cuerpo llega al suelo, ya esta bien muerto.

A parte de la mesa y dos taburetes, en la sala también hay dos armarios. Estos contienen 4 túnicas negras como las que utilizan los goblins, un montón de folios en blanco, una pluma de escribir, tinta y 2 cañas de pescar.

El libro en el que estaban trabajando, llega hasta la cercanía de Finn y Dalfrid, esta escrito en goblin. Además, los dos chaman, tienen cada uno un pequeño pergamino (escrito en goblin) y un bastón.

Habéis sido rápidos y no habéis hecho mucho ruido.

Vuestro turno.

Finn miró el libro fijamente... y... le dio un par de vueltas, para ver si lo estaba cogiendo al derecho o al revés, tras intentarlo varias veces, este simplemente suspiró y le pasó el libro a Alaia, cual fiel porta-equipajes que esta mujer rapidamente se había convertido. Realmente todo eso era una gran pérdida de tiempo si es que no había nadie capaz de leer goblin.

-Al parecer solo son garabatos inconexos... una tontería... -Comentó el mediano descartando por completo la importancia de aquel libro- ¿A donde vamos?. ¿Deberíamos separarnos?... ¿Disfrazarnos?. Esas túnicas creo que pueden servirnos bastante bien a algunos de nosotros...

El mediano se acercó y se puso una túnica encima, tratando de asemejarse a un goblin.

-¿Y bien?. ¡Incluso voy armado con un tridente que tenían ellos!. ¡Seguro que así a simple vista ni me detectan!.

Observo de reojo a mis compañeros enfrascarse en la tarea de intentar descifrar el libro que tenían los goblins, mientras inspecciono las habitaciones.

Puede que sea buena idea que Dalfrid le eche un vistazo al libro. Seguro que ella puede entender algún garabato de los goblins. Mientras, voy a tratar de ver si atisbo alguna actividad en las puertas colindantes que nos pueda dar alguna pista de qué rumbo tomar, Finn.

Dicho lo cual, me dirijo hacia la primera de las puertas para intentar captar algo inusual.

​​​​​

Limpié el filo de mi hacha en la capa del monaguillo goblin. Miré a los demás y les indiqué que se mantuvieran en silencio. A l ver al burro al final de todos, miré ceñudo a la clériga.

-"Si quieres, puedes ponerle en vanguardia conmigo, seguro que tiene buen oído para escuchar tras las puertas. ¡Uhmmm!" Rezongué.

Me acerqué a la puerta más próxima (3) y puse el oído para ver qué podía escuchar al otro lado.

Finn recogió el libro, le dio la vuelta, pero no prestó mucha atención en él, desdeñándolo incluso.

Déjame a mí... -dije, tomando el libro entre mis manos y colocándolo de nuevo en la mesa-. Y me dispuse a ojearlos de forma rápida, porque supuse que tendrían más importancia esos dos pequeños pergaminos que había con los dos chamanes verdosos... ¿tal vez algún apunte tomado del libro?

A ver... -pasé el dedo por las hojas, tratando de discernir algo claro entre todo aquel texto-.

Alaia se volvio a calmar al borrico, tras ello se acerco al grupo de nuevo.

-A estas alturas no creo que haga falta que nos disfracemos Finn. Ademas, a saber si limpian esas cosas en algun momento, igual pillas cualquier cosa, y luego no me busques a mi para curarte.

Dijo sonriendo.

-Yo me quedo cuidando al borrico, avisad si hago falta en algun lado.

Finn ojea el libro, pero no entiende nada, y cuando va a dárselo a Alaia, Dalfrid se hace con el libro y comienza a ojearlo. Esta escrito en goblin, como otros dos pequeños pergaminos que tienen los dos chamanes caídos. Le lleva un rato tratar de comprender el idioma, pero consigue hacerse una idea de lo que trata.

Alaia que se encarga del pobre burro, escucha tras la puerta 4 un gran alboroto, hay detrás hay muchos goblins, pero de momento parece que no se han enterado de vuestra presencia.

Mientras tanto Brent se acerca a la salida 1 y escucha pasos poderosos, así como algún lamento y quejido. Y luego escucha algunos sonidos de lo que parecen chapoteos tras la puerta 2

Karel tras la puerta 3 no escucha ningún sonido, le parece que no hay nadie en esa dirección.

Vuestro turno.

¿A que no sabéis de lo que versan esta páginas...? -pregunté en alto a mis compañero, tratando de adquirir su atención-. Ni de guerras, ni de poemas -levanté una ceja, pues en mi vida había visto a un goblin componer una tonada o unos versos-, ni de parentescos o líneas de sangre goblinescas...: setas. Este libro es de setas. Tal vez estén estudiándolas para obtener sus propiedades. Algunas de las setas que aquí se nombran aumentan el poder de un consumidor... -les comenté-. Podría estudiarlo un poco más, pero no sé... quizá tengamos algo más de prisa... -pensaba en la carreta-.

Acto seguido me acerqué hasta los pergaminos de los dos goblins muertos. Luego los desenrollé.

Veamos a ver qué pone en éstos... -y traté de examinarlos-.