Partida Rol por web

Nuño asintió pesaroso al comentario del capitán Davenport, y al ver que él y la moza se apartaban un poco del jolgorio, se resigno y tornó su atención a su parca audiencia.

- Así que una canción de sirenas... No estoy seguro de ser la misma que tengo en mente, y dado que hay una dama en el local... Haciendo un gesto con la mano, señalando la mesa donde se encontraba Iasana. - Tocaré mejor otra más decorosa, aunque no por ello menos animada... Seguro que la conocéis... Dijo arrancando los primeros compases de la canción con el pié, que golpeaba de forma rítmica el suelo, marcando el compás.

- No seáis tímidos. Dijo entre gritos divertidos. - Animaros a cantar que la tonada es fácil. Aquella canción siempre funcionaba, los ebrios cantaban como locos y los sobrios empezaban a beber. Era casi mágica.

El capitán tomó el pergamino y la llevó aparte para que conversaran. Apenas se hubieron sentado en una mesa, el cantinero apareció y con el, a los pocos minutos, el plato de comida que la mujer tanto ansiaba.

Estaba por hundir su cuchara cuando comenzó el interrogatorio. -La carta debería explicarlo todo- respondió un tanto irritada. Enseguida respiró hondo y desvió la mirada de Davenport un segundo, al tiempo que la música de Nuño comenzaba a sonar. Con voz más calma, retomó la palabra al tiempo que dejaba la cuchara a un lado. La comida debería esperar un poco más.

-Soy un espíritu libre, alguien que gusta de andar. Mis pasos me trajeron hasta Torquemar ayer a la noche. Esta mañana, cuando me disponía a seguir mi viaje, he visto el anuncio de don Reimundo, y lo críptico del mensaje y la posibilidad de hacerme con una buena recompensa me empujaron a presentarme ante el Lord. Supongo que mis habilidades le han parecido adecuadas para colaborar en esta empresa... sobre todo porque, por lo que veo, el grupo es pequeño... y variopinto, como bien has dicho.

Dándole tiempo al capitán para terminar de leer la esquela y sopesar sus palabras, Iasana se recostó contra el respaldo de su silla y comenzó a comer despacio, saboreando cada cucharada mientras tarareaba por dentro la canción que el bardo tocaba alegremente.

-Esto puede ser peligroso- Empezó Jack con voz ronca- ¿cuales són esas habilidades que han gustado a Reimundo?.

Hablaba pausadamente como si sopesase cada palabra. Al final añadió todo a riesgo de ser ofensivo:

-¿Qué te han... explicado de la misión?

Jack fue más rápido que Liam a la hora de realizar la pregunta. Era importante saber las habilidades de los miembros del grupo para saber como actuar, en caso de ser necesario, y salvar el pellejo de una sola pieza.

"Dotes arcanas..." pensó el capitán. No sabía porqué, pero la magia siempre le había provocado cierta sensación de intranquilidad en el cuerpo. Puede por desconocer en gran medida el potencial y las posibilidades de dominar aquellas artes misteriosas.

Esperó la respuesta de Iasana, mientras se guardaba la carta de su señor en uno de los bolsillos interiores de su chaqueta de piel. Así también como el conocimiento del peligroso encargo de recuperar al hijo de Torquemar.

Iasana dejó la cuchara a un lado del plato con deliberada lentitud y se limpió la boca con una servilleta antes de mirar al capitán. Esperaba que éste respondiera a su hombre, pero Davenport guardó su carta y no hizo amago de abrir la boca. Le tocaría a ella dar las explicaciones. Tal vez la estaba probando.

Giró su rostro para mirar a Jack fijamente a los ojos antes de contestar -Soy Arcanista. Maga. Hechicera. Bruja. Como quieras llamarle.- Por un momento su semblante se endureció. Sus manos se apretaron con fuerza. Un segundo, dos a los sumo. Luego volvió a relajarse. -La compañía tiene menos hombres que los que se necesitan para... -enfrentarse al basilisco- completar la misión. Me necesitarán- sus palabras fueron dichas con tranquilidad, sin ningún toque de arrogancia. Luego de aclarar su punto, la mujer se dedicó a lo que estaba haciendo previamente: dar cuenta de su comida.

Un simple truco. Un mero juego de niños que había aprendido a los pocos meses de haber quedado bajo la tutela de Lucio y no había sido capaz de ejecutarlo.

Iasana se sentía frustrada y convulsionada. Aunque su exterior no daba muestra de su turbación, por dentro era una marea furiosa de emociones. ¿Cómo iba a defenderse si no podía realizar ni el más básico de los encantamientos? ¿Como pensaba alcanzar nuevamente el poder para subordinar al rayo si no era capaz de conjurar una simple ilusión? Un escalofrío recorrió su espalda.

Debe ser el cansancio, se dijo. El camino me agotó más de lo que creía... Sin embargo, no podía creer esas palabras. Ella había sido grande, poderosa, aún bajo mucha presión. Mañana será otro día. Mañana podré lograrlo... Mañana...

 A pesar de que no fuera la canción que pidiera, el arte del juglar le hace disfrutar pronto de la canción asintiendo al poco, y acompasando con el pie contra el suelo los compases de la tonada. Al igual que el peludo cazador.

 Al terminar, el hombretón aplaude.

 - Eres bueno, buena múscia sin duda.- Sonrié.- A ver si os superáis con la siguiente.

 La mayoría de los presentes disfrutan de la tonada, a parte de que sus conversaciones sean más o menos serias, el lugar es sin lugar a dudas más agradable que hace unas horas.

 Pero en toda esta imagen contrasta la figura de un chaval pelirrojo de ojos saltones. Al reparar en él, y tras compartir salón durante un largo tiempo, Octavio parece reconocerle.

 - Escucha joven, ¿tú no hace mucho que has pasado por aquí, verdad? Me suenas y no alcanzo a recordar de qué.

Se sonrío victorioso de que le hubiera soltado a él su nombre: -Iasana…- Repitió hechizado mientras la mano de la joven desaparecía de entre las suyas.

Pero la alegría y la expresión bobalicona no tardaron en mutar al ver como la misma le fintaba para volver al encuentro del capitán, y este se la llevaba a una mesa apartada de los congregados y por consecuencia alejada de él.

Fastidiado soltó el aire de sus pulmones dejando caer su cabeza sobre la mano cuyo codo descansaba sobre la mesa. ¿Qué tendría aquél hombre que no él? -¡oh! Claro…- Alargó la mano y se sirvió una naranja.

Suerte que la música de Nuño estaba para animarles, no tardó en aprender la tonada y a cantarla con la escasa gente de la taberna.

Way hay and up she rises

Way hay and up she rises

Way hay and up she rises

¡¡Early in tne morning!!

Alzó su copa y sacudió la cerveza acompañando sus palabras con un vaivén de brazo. La canción del “Marinero borracho” era una buena tonada. Sin duda.
Así que ya ni prestó ni oída ni vista a la conversación que aquél par se traían entre manos con Extraño Jack de añadido. Al terminarla, Raúl se sumó a los aplausos a la espera de que el bardo se animara a compartir su arte con otra canción más. Hasta que…

-Eeeeeerrrr… solía venir por aquí con… mis amigos.- Dijo al verse interrumpido por el tabernero y sin muchas ganas de que lo “apalearan” otra vez.

 Ante la observación de Octavio y la respuesta del chaval pelirrojo, el viejo guardia se fijó en él. Su gesto de reflexión era todo un poema. Finalmente se le encendió el candil.

 - ¿Ser Hugo? ¿Pudiera ser que acompañaras el joven Torquemar?

 Dice medio preguntando al chaval, medio preguntando al posadero. El segundo no pespondió, limitándose a mirar al joven Raúl.

Era todo un fastidio, las mujeres ni se fijaban en él y todos los hombretones de aquél lugar tenían que recordarle. Pero como sabemos, así era, acertaron de lleno y Raúl se cansó de evadir, por último sabía que cantinela se venía y era bien distinta de aquella que con tanto agrado les había ofrecido el juglar.

-Si…- Dijo cansado. –Así es, yo so…era…- “amigo”…- Iba con Ser Hugo.-

 El barbudo hogareño se apuntó a las charla.

 - ¿El joven Torquemar? ¿El Gran Cazador? La última vez que pasó por aquí iba en busca de una bestia, recuerdo como fanfarroneaba de que iba a traer consigo a una gran bestia... qué criatura era esa?- Su mano mesa la barba mientras intenta recordar.- ¿Una cocatriz?... no... era algo que empezaba por be... una bestia trémula... no era algún tipo de lagarto...

 El mesero niega con la cabeza.

 - No hombre, era una basilizgo... o algo así. Se ve que hacia el este tenían problemas con una de esas criaturas.- Tomando una de las naranjas y empezándola a pelar añade.- Y qué joven, ¿ya cazó a la criatura nuestro noble heredero?

 Con destreza terminó de pelar la naranja y empezó a comérsela a pedazos, pero sacándoles escrupulosamente los trozos de fibra antes de ponérselos en la boca.

Aquella conversación estaba tomando una dirección que no le gustaba nada al pelirrojo.-¡EH! ¡¡¡No “fanfarroneaba”!!! ¡¡¡SE ENFRENTÓ AL BASILÍSCO!!!- Se quejó de inmediato, al fin y al cabo Ser Hugo, en el fondo era su amigo.

Pero con la pregunta del mesero, se dejó caer de nuevo a la silla que ocupara y miró triste y vergonzosamente el suelo. “Todos cayeron” se repitió “No se podía hacer nada, aquello fue un infierno de locos…” Levantó un poco la mirada al fuego y en ella solo se leía tristeza.

 El barbudo cazador reflejó claramente la sorpresa en su rostro. Cuando habló comenté.

 - Pues parece que los tenía bien puestos... jejjeje. Aparte de con las mujeres claro jajaJAJAJA.

 El guarda se incorporó a las carcajadas del rudo cazador, incluso el posadero se unió a las risas, aunque de forma más comedida. La verdad es que era uno de los rumores habituales, las artes amatorias del heredero de Torquemar, pues se le relacionaba con varias mujeres, tanto nobles como plebeyas. Al parecer las mujeres le gustaban mucho.

Si Raúl hubiera sido otra clase de hombre, se habría levantado y les habría cruzado a todos su sonrisa con los puños, pero no era esa clase de hombre. En vez de eso... se quedó temblando de impotencia, cerró los ojos y los puños con fuerza, tragando toda su rábia.

No hacía falta ser muy despierto para ver como el chico, (¿Como se había echo llamar? Raul, eso, Raul) estaba realmente afectado por lo que le había ocurrido a Sr Hugo. Hubiera sido un momento esplendido para hurgar en la herida, y que el mozo les explicara todo lo ocurrido, pero a Nuño lo le pareció ético. Al contrario, prefirió desviar la atención de los congregados al lugar con otra alegre y alcohólica tonada. Ya tendrían tiempo de hablar a solas.

- Acérquense señores, acérquense a mi... Dijo en voz alta para llamar la atención de los parroquianos del lugar. - Acérquense, llenen sus jarras de licor, y prepárense para cantar conmigo la tonada de esta canción... Y acto seguido, empezó a rasgar las cuerdas de su laúd. Y con tal maestría lo hacía que parecía que el bardo tocara barios instrumentos a la vez.

- Mientras iba por
Las montañas Cork y Kerry
Ví al Capitán Farrell
Su dinero estaba contando
Primero saqué mi pistola
Y luego saqué mi espadín
Dije "la bolsa o la vida,
O el diablo puede llevarte"

Estribillo:

Interferencias dam a du dam a da
Una golpe para mi papá-o
Una golpe para mi papá-o
Hay whiskey en el frasco-o

Tomé todo su dinero
Y era un dineral
Tomé todo su dinero
E hice que Molly se diera cuenta
Ella juró que me amaría
Que nunca me dajaría
Pero que el diablo se lleve a esa mujer
Porque sabes que me engaño fácil

Estribillo:

Interferencias dam a du dam a da
Una golpe para mi papá-o
Una golpe para mi papá-o
Hay whiskey en el frasco-o
 

Estando borracho y cansado
Fui al dormitorio de Molly
Llevando a Molly conmigo
No conocía el peligro
Parque a eso de las seis o tal vez las siete
Entró el Capitán Farrell
Me levante de un salto, disparé mis pistolas
Y lo fusilé con los dos cañones

(Estribillo)

Ahora a algunos hombres les gusta la pesca
Y a algunos hombres les gusta la caza
Y a algunos hombres les gusta escuchar
Escuchar rugir la bala de cañón
Pero a mi me gusta dormir
Especialmente en el dormitorio de mi Molly
Pero aquí estoy, en la carcel
Aquí estoy con una bola y una cadena, si

(Estribillo)

Interferencias dam a du dam a da

Otro clásico, algo más tranquila, pero con dos elemento que a todos los hombres atraía, la bebida, y una mujer traicionera, para poder echarle la culpa de todo.

La joven hechicera terminó su cena en silencio. Le extrañaba que ninguno de los dos hombres que estaban "interrogándola" dijera nada de su profesión. Era bien sabido que los magos eran bastante resistidos por el común de la gente. Más aún cuando se trataba de una mujer. Tal vez tengo suerte... tal vez estos guerreros no tengan una mentalidad tan estrecha como la mayoría de las personas. Sí, seguro ha de ser. Después de todo, están yendo a enfrentarse a un basilisco, algo que no haría cualquiera.

Sintiéndose un poco más reconfortada con su lógica, la mujer se relajó un poco más. Sin embargo la tranquilidad le duró poco. La voz del pelirrojo, totalmente exaltado, volvió a ponerla en tensión. Pe... pero... ¡¡¡si será idiota!!! falta que anuncie a los cuatro vientos que fue derrotado por el monstruo ese para que el miedo empiece a correr entre la gente. ¿Es que no piensa callarse? Como si hubiera oído sus pensamientos, el juglar puso fin a la conversación entre Raúl y los otros parroquianos, desviando la atención de aquellos con una nueva canción. Si la intervención había sido adrede o casual, eso Iasana no lo sabía, pero interiormente agradeció a Nuño por intervenir en el momento adecuado.

-Disculpe Octavio- Iasana aprovechó la cercanía del posadero para llamar su atención por lo bajo para no interrumpir la canción. -¿Podría conseguirme una taza de agua caliente? Deseo prepararme un té.

 El hombre que recuperó pronto la compostura estaba pasando por enésima vez un trapo por las mesas cuando la muchacha le pidió el agua caliente.

 - Agua caliente, sí claro, como no señora.

 El hombre partió para las cocinas para ir a por el encargo.

 Los otros dos hombres, el barbudo cazador y el viejo guarda centran su atención en el juglar con esa pegadiza tonada, cantando el estribillo. Evidentemente no se ganarían el pan como cantantes, pero resultaba bastante cómico verlos cantar.

  - Hanna, traenos un poco de birra, que estamos en dique seco mujer.- Dijo entre estrofa y estrofa el pelirrojo barbudo.

 Con esto os percatáis de que tras la barra estaba la mujer del posadero, la mujer que ha preparado el guiso y que permanecía en la cocina. Estaba ahora tomando un pequeño refrigerio en la barra, de pie mientras escuchaba las canciones del alegre juglar. La mujer se acercó trayendo consigo una plata con una cuantas jarras de madera rebosantes de espumosa cerveza.

- Tomad, a esta ronda convida la casa.- Dijo dejando la plata en la mesa y acercando una de las jarras a Nuño una vez este hizo una pausa.- Hacía tiempo que no pasabamos una noche animada en las Cinco Jarras.

 El guarda y el cazador fueron raudos en tomar sus jarras, al parecer se habían olvidado del todo de los Torquemar y sus andanzas por el mundo mientras bebían ábidamente de las jarras.

 Al cabo de un rato salió de nuevo el posadero de las cocinas para traer el agua hirviendo a la mujer que lo había pedido.

  - Tome señora, el agua.- Dijo posando una taza de cerámica que despedía un vaho de vapor bastante denso.- También le he traído una cajita con las hierbas secas para que se preparae el té a su gusto. También tiene azucar o miel, sirvase a su gusto.

 Una vez el juglar tomó un sorbo de la jarra el rudo guarda pidió otra canción más, su mirada despedía leves chispas fruto de la bebida ingerida.

  - Que sería una velada con un juglar sin la canción del Oso horroroso y la Doncella. ¿Que os parece?