Partida Rol por web

Una mañana gris por las nubes que cubrían el cielo amaneció en la ciudad. Los investigadores fueron despertándose poco a poco mientras oscuros pensamientos inundaban sus mentes. Ya fuera por el miedo a sufrir heridas aun más graves así como la imposibilidad de explicar algunos de los sucesos vividos, la noche no había sido ni la más tranquilizadora ni la más reparadora, pero al menos había servido para despejarse un poco.

William ya les estaba esperando cuando el primero de ellos llegó y cuando el último de ellos llegó, volvieron a dirigirse a la parte trasera de la tienda. Una vez dentro, se dispusieron a organizar el día que tenían delante.

Apenas habías dormido, toda la noche intentando encontrar ese tatuaje que tenía aquel supuesto “doctor”. Una punta de flecha señalando una curva. Libro a libro, habías buscado incansablemente. Estabas seguro de haber visto aquel símbolo antes en uno de tus libros, pero en cual. Revisaste todos los libros sobre Grecia, tanto históricos como de mitología pero nada habías sacado en claro. Tus ojos se cerraban y casi estabas por rendirte e irte a descansar, cuando una bombilla se encendió en tu cerebro ¿Y si habías estado buscando en el lugar equivocado?

Rápidamente habías ido hacia la estantería de culturas antiguas. Y finalmente, tras revisar varios de ellos, ahí estaba aquel tatuaje, frente a ti, en la página de un libro sobre las primeras culturas. En particular, aquel tatuaje era un totem canino de los Balcanes de unos 5000 años de antigüedad.

No es que Lilian tuviera muchas ganas de regresar al Kingsbury después de todo lo que había sucedido la noche anterior. Menos después de todo lo que había contado Miller, pero parecía que era la única opción de seguir acercándose a la verdad.

Y es que Miller parecía realmente perturbado. Además, lo que había narrado era simplemente imposible. Aquel hombrecillo nunca le había despertado demasiada simpatía, le tenía por alguien oscuro y huraño, pero tras aquella historia, casi podía tildarle de ser un adicto.

Pues no sin alucinógenos podía alguien estar convencido de algo así. ¿Era Miller un drogadicto? Muy posiblemente así lo fuera. Debían ir con cuidado con él, pues lo cierto era que uno nunca sabe cómo va a reaccionar un adicto. Y ese adicto tenía un arma de fuego.

- Lo mejor será regresar a ese sitio.. - Resopló hastiada. Se refería al Kingsbury. - Podemos seguir preguntando entre los deshechos sociales que allí viven. Hay que descubrir más sobre el "doctor". Podemos ir a ese sitio, "la Sirena". Aunque supongo yo que ya será por la tarde. No creo que este abierto tan pronto. ¿Ustedes tienen una idea mejor? - Les preguntó abierta a sugerencias

Dormir es una palabra envidiable, porque ni de cerca logre pegar un ojo en toda la noche por mucho escoses que le echara al estómago. Creo que apenas dormite algo poco antes del amanecer.

Pasé gran parte de la noche acurrucado en un sillón, con lo pies apoyados en una mesita muy lujosa, cruzado de brazos y con el sombrero sobre el rostro.

Y solo cuando el resto volvió a la actividad diurna fue que devolví el arma a su dueño, a William.

-Necesito conseguir una para mí, porque la cosa se pone cada vez más fea. Es posible que la policía esté implicada. – le dije con tono serio.

 Luego la reportera habló de volver a Kingsbury. – Es arriesgado, porque nosotros tres posiblemente hemos sido identificados por el imbécil de Dolezal y aparte por el policía de anoche. No podemos andar a tientas por la calle derrochando las oportunidades de evadir a la policía. – advertí, dejando a entender la complejidad que nos rodea actualmente.

-Yo saldré en mi coche a rastrillar el sendero del ferrocarril Erie y el rio. También podríamos pasar por el registro de automotor y buscar los datos de los Ford tudor de lujo. No habrá muchos en la ciudad por ser un vehículo de ricachones. –

Al menos en un vehículo será más fácil pasar desapercibido…

Alice al regresar a su casa, se encuentra con una marea de preguntas que ni siquiera fue capaz de responder puesto que su Padre no comprende lo que está pasando con ella. Tenía varios mensajes de su trabajo, es que no puede eludir sus obligaciones y para colmo tiene que seguir con esta misión de la cual dio su palabra. Era demasiado para ella, tenía que reconocerlo de alguna manera, pero... ¿La adrenalina que tuvo con ello? Era única. 

Una vez duerme un poco por la noche, comienza el día con un desayuno familiar y todas esas evasiones tan propias de ella. Y tras despedirse de aquellas personas coge su coche mientras abandona aquel glamoroso barrio para adentrarse en otros que serán peores en comparación con la comodidad y el privilegio que ostentan aquí. 

Tras llegar ingresa a la tienda, saludando a los presentes pese a estar preocupada por Miller, a quien le alcanza unas pastillas por si le dolía la cabeza o algo. — Buenos días, toma esto.  — afirma decidida y tras escuchar a la mujer, la mirada de Alice se desvía hacia el mismo Joseph. — Voy con él, no piso más ese lugar. — decide rápidamente, no tiene intención alguna de exponerse más en esos lugares y peor aún perder el trabajo en el proceso por culpa de la policía comandada por Ness. 

El reportero había dormido de mala manera. La cabeza daba vueltas de manera frenética pensando en todas las posibilidades y consecuencias del caso. Tanto fue así, que a pocas horas del amanecer acudió a un bar cercano a la tienda del anticuario para hacer tiempo, escribir y poner en orden sus pensamientos. Eso hizo que estuviera en la puerta antes incluso de la llegada del señor Taylor, cosa poco frecuente en él.

- Son nuestros únicos indicios, de modo que sí, no nos queda otro remedio - repuso Wilson. Aún le dolían las costillas del encontronazo con el gorila de ayer - Lilian y yo podemos ir a Tráfico a localizar al dueño del vehículo mientras ustedes siguen la senda del ferrocarril... aunque me parecería buena idea que acudiéramos en un grupo mayor a "La Sirena" al caer la tarde. Visto lo visto, cubrirnos las espaldas es lo que nos salvó ayer el pellejo.

Leon se detuvo a mirar a la elegante señora McMillan que mostraba reticencias a acudir a Kingsbury.

- Por supuesto, quien quiera hacerlo. Parece que con todo este asunto nos jugamos mucho más de lo que pensábamos en un principio...

No sabía si en el departamento de tráfico les iban a dar acceso a la información que buscaban o no. Ella juraría que acceder a esos datos no iba a ser muy fácil, aunque siempre podían fingir que ese vehículo había estado implicado en un accidente y necesitaban verificar sus datos o podía simplemente tratar de sobornar al funcionario de turno.

- Me parece un buen plan. - Le dijo una sonriente Lilian a su compañero Leon. - Pero esta vez quiero que me llames Adelaida. Siempre me ha gustado ese nombre. ¡No me preguntes porqué! - Soltó una risotada.

Las píldoras para la jaqueca no eran algo para menospreciar luego de una noche difícil. Las acepte de buena gana y por medio de una mueca que lejanamente se aproximaba a una sonrisa dije – Gracias doc – para a continuación tragar un par con un baso acompañado de café negro.

- Se agradece la compañía, aunque creo considerar que ambos vayamos de paseo armados. Luego de la noche de ayer supongo que Ness andará rastreando la ciudad en busca de nuestras cabezas. Debemos hacer una parada para comprar un par de armas – y de inmediato pregunto a William - ¿y usted por casualidad no sabrá donde comprar algunas? Algún sitio que no haga muchas preguntas por supuesto – añadí.

Ante las palabras de los reporteros coincidí plenamente, aunque tal vez necesitarían de ayuda. - Bien dicho. Ese vehículo podría llevarnos al culpable de todo esto – dije a Leon. - También creo conveniente reunirnos al anochecer para ir en grupo a “La sirena” -

Y antes de proceder quede a la espera de que el anticuario se pronunciara…

Con las ideas claras y habiendo quedado en verse al atardecer en el local que se hacía llamar “La sirena”, el grupo vuelve a dividirse en dos, dirigiéndose Lillian y Leon a tráfico y Joseph, Alice y William a intentar buscar un patrón en las líneas de ferrocarril.

Una vez en el vehículo, los dos periodistas comparten una agradable charla mientras comentan lo que esperan averiguar y elucubran con quien puede ser ese tal “Doctor”. No pueden evitar decir nombres e imaginarse un escándalo a nivel nacional. Su sangre reportera estaba ávida de descubrir la verdad. Finalmente, ven el edificio de tráfico, un bloque de 4 pisos de ladrillo pintado en blanco con la bandera de los estados unidos y del estado ondeando en la puerta de doble hoja que hay al final de unas escaleras. Varias personas van y vienen y en la puerta pueden ver un guardia jurado que vigila distraídamente a los transeúntes que entran.

Una vez en el vehículo, los tres ocupantes permanecen bastante callados, nerviosos por el cariz que está tomando el caso. No saben si Elliot Ness está metido en el ajo o solo se está volviendo loco, pero se está convirtiendo en algo peligroso. Finalmente llegan a Kingsbury Run y detienen el vehículo. Mirándose, deciden que deben tomar una decisión sobre por dónde empezar.

Lilian e detuvo ante aquel majestuoso y patriótico edificio. A priori le daba algo de respeto entrar por la puerta principal, dirigirse al primer funcionario de turno y preguntarle por aquel vehículo...

Justo entonces recordó que conocía a una funcionaría de tráfico. Ya tenía unos cincuenta años. Era una amiga de su madre. ¿Cómo se llamaba? ¡Desirée Morgan! Lo cierto era que nunca le había cuadrado demasiado que aquella mujer hubiera optado a un puesto como el que ostentaba. Aunque tampoco tenía porque ser mentira...

- Conozco a alguien que trabaja aquí. Puede que me recuerde. - Dijo con cierta pena. - Era amiga de mi madre. No sé si sabe que murió. No la veo desde que era muy pequeña. Igual ya ni trabaja aquí... - Miró a León. - ¿Quieres que probemos?

- Por supuesto, tirar de contactos siempre es la mejor opción. Y si no... siempre estamos a tiempo de conseguir la información de otra manera - contestó Leon sonriendo. La manera de entonar esas dos últimas palabras implicaba que, no solo estaba dispuesto a ensuciarse las manos sino que tampoco encontraba ningún problema en hacerlo - Lleva esto como quieras, pero si crees que podemos convencerla por algún lado, atacar a algún punto débil, es la ocasión. ¿Tal vez mencionar algo sobre tu madre? ¿Decir que hemos sabido de un viejo vehículo a su nombre pero que no sabemos dónde puede estar...? Perdona si he sonado insensible, solo quiero que esto salga bien.

Con la esperanza de encontrar a la amiga de tu madre, os acercáis juntos al guarda jurado que hay en la entrada y tras chasquear la lengua ante vuestra molesta presencia, le preguntáis por Desireé Morgan. No tarda en negar con la cabeza y os hace pasar dentro alegando que para cualquier información preguntéis en la ventanilla.

Sin demasiado éxito, entráis en el edificio y os encontráis ante un hall bastante amplio con una larga barra en forma de U por la que asoman trabajadores que hablan con las personas que hacen cola frente a ellos. No parece que haya una cola que vaya más rápido que otra y esperar os podría llevar tranquilamente varias horas. Sin embargo, no veis a nadie a quien preguntar más allá de los trabajadores que incansables intentan atender a todos los presentes.

- Bueno... Esto nova a resultar fácil... - Le dijo Lilian a su compañero mientras meditaba el siguiente paso a seguir. - Aguarda en la cola. Yo miraré en las diferentes ventanillas a ver si por casualidad la veo.

Dicho esto, Lilian se separó momentáneamente de Leon. De forma disimulada comenzó a caminar alrededor de la amplia sala en busca del rostro conocido. Desirée no podía haber cambiado demasidado desde la última vez que la vio. Tampoco había pasado tanto tiempo.

Fuera como fuera, para cuándo dios la vuelta al ruedo, no son difultades pues más de uno pensó que trataba de colarse, se resignó a regresar a la cola junto a su compañero. Fue entonces cuando observó a una limpiadora que debía tener más o menos la misma edad que la persona a la que buscaba y se acercó a ella.

- Buenos días... - Saludó de forma cordial. - ¿Lleva mucho tiempo trabajando aquí?

- ¿Por qué lo pregunta? - Dijo con un tono bastante gruñón.

- Estoy investigando algo y por eso estoy buscando a una vieja conocida. No creo que sepa... - Chasqueó la lengua y acto seguido meneó la cabeza de lado a lado negando. - No, no se moleste...

- ¡No, no, diga! - Parecía que le había pillado la curiosidad. - Si le puedo ayudar...

- Está bien. ¿Desirée Morgan? - Preguntó esperanzada.

Lillian, cuando le dices el nombre, la mujer queda dubitativa mientras murmura por lo bajo. Nerviosa, termina rompiendo el silencio.

- No conozco a ninguna señorita que se llame Desrieé Morgan, pero tampoco llevo trabajando tanto aquí. Sin embargo, si conozco a Elias Morgan, es el jefe de zona ¿Tal vez podría hablar con él? –

Al escuchar el nombre que dice la mujer, das un respingo pues, aunque inicialmente la decepción se había dibujado en su rostro cuando te indicó que no conocía a Desireé, ahora ves algo de luz. Como podías olvidar al joven Elias, el hijo de la señora Morgan. ¡La de horas que habíais pasado juntos cuando erais más jóvenes! Habíais roto contacto cuando él se fue a buscarse la vida a Chicago y aunque supiste de su vuelta, por tu trabajo no habías podido hablar con él ¡Quien te iba a decir que lo encontrarías aquí!

Por tu parte Leon, algo en ese nombre te escama y te pone muy nervioso. Tienes una ligera sospecha, pero esperas con locura que sea solo una estúpida impresión. Al fin y al cabo ¡No es un nombre tan poco común!

Lillian,Tras confirmar a la mujer que lo busque y decirle tu nombre esperas impaciente, ver a tu viejo amigo. La espera no se hace demasiado larga cuando finalmente lo veis aparecer por el fondo de un pasillo

Lillian, te sorprende lo que ha cambiado, aunque tampoco es tan raro. Cuando se fue era un joven aun con cara de niño. Ahora se le veía todo un hombre, esbelto, de melena negra bien peinada y hombros firmes. Sus ojos color miel te miran con alegría y ves como se dibuja una sonrisa en sus labios.

- No me lo puedo creer. Lilly ¡Cuánto tiempo! –

Se aproxima a ti y te da un fuerte abrazo

Por tu parte Leon, no te cabe duda de quien es cuando ves esa cara de prepotencia mal contenida y pelo engominado, confirmando así todas tus sospechas y maldiciendo tu mala suerte. Es el actual marido de tu segunda exmujer, una relación que no terminó tan bien como la primera en parte por este gilipollas. El sentimiento parece mutuo cuando tras abrazar a Lillian se incorpora y sus ojos se encuentran con los tuyos.

- ¿Y tu que coño haces aquí? – Se gira hacia Lillian – Dime que no vienes con este tipejo -

- Bueno si... Esto... No... - Lilian se puso nerviosa. - No es que le conozca demasiado. Más bien viene el conmigo. Trabaja como becario en mi periódico. Pero... - Miró de arriba abajo a su compañero. - No creo que pase el período de prueba.

Entonces Lilian le dio la espalda a León y paso el brazo por debajo del hombro de Elías abrazándole de forma cariñosa.

- Pero bueno, él puede esperar aquí. - Miró a su compañero y le guiñó un ojo. - Espera aquí y ves preparando el coche. ¿Si? - Sin esperar respuesta comenzó a caminar en dirección al lugar del que había venido su antiguo amigo. - ¿Y qué es de tu vida? Supe que habías regresado, pero nada más. ¡Has cambiado mucho! - Exclamó mirándole de arriba abajo. - ¡Estás hecho todo un señor! - Entonces Lilian soltó una ligera carcajada.

Encendiendo un cigarrillo y bajando la ventanilla para airear el interior pregunto a mis acompañantes.

- ¿Y bien? ¿Por donde comenzamos? Personalmente sugiero iniciar el recorrido por la linea que va paralela al rio y que cuenta con un par de sitios donde han aparecido los cuerpos. Tal vez la linea del tren tenga desvíos de vías hacia galpones o zonas de carga y descarga. En definitiva sitios idóneos para que el asesino haga sus porquerías en secreto. -

Y aunque el calor todavía no comienza a golpear el techo del vehículo pronto lo hará. Al menos el aire levemente fresco del rio, sin contar los malos olores, servirá para mejorar el animo del viaje.

- Otro asunto… deberíamos detenernos en algún sitio donde comprar un arma. - agrego al recordarlo cuando sentí el vacio entre mis ropas. Ese sitio donde antes lo ocupaba mi pistola.

Leon habría preferido cinco peleas más con el borracho de ayer a pasar un solo segundo con aquel capullo, el estúpido Elias Morgan que tanto había tenido que ver con su primer divorcio. No es que Wilson fuese un angelito, pero la incómoda presencia de Morgan envenenando su imagen ante la que fuera su esposa (ahora entendía por qué) fue la gota principal que colmó el vaso de un matrimonio desdichado. Tragándose los exabruptos, decidió seguir la corriente de su compañera. En otra ocasión le hubiese ofendido, pero si mantener esa tapadera le ayudaba a no tener que interactuar con ese malnacido, aceptaría con gusto.

- Sí, señorita Myers - contestó - Morgan... - escupió con una nada disimulada expresión de desprecio. Acto seguido hizo ademán de salir del edificio.

Cuando se aseguró de que no le miraban, giró 180 grados y trató de seguir a la pareja a distancia: no se fiaba de Morgan y no quería que Lilian pagara los platos rotos de un rencor no olvidado...