Partida Rol por web

- Si... - Lilian se detuvo para escuchar lo que Taylor tenía que decir. Al fin y al cabo, no le hacía ninguna gracia volver a adentrarse en aquel suburbio decadente y terriblemente peligroso. Si había otra opción mejor, sería mejor agotarla antes de tener que arriesgarse de nuevo en el Kingsbury.

Lilian escuchó atentamente todo lo tenía que decir William. Al parecer habían avanzando mucho en la investigación minentras ella había estado cautiva. Lo cierto era que sin todas las pistas, era complicado que ella pudiera aportar mucho más que mera intuición. No obstante, no era momento para ponerse a revisar todo. No tenían mucho tiempo.

- Me parece correcto... - Dijo con respecto a buscar junto al río o en la confluencia de aquellas líneas de tren. - Ojalá encuentre algo... - Murmuró mientras William buscaba aquellas coincidencias en el mapa.

Acepto de buena gana la propuesta de las dos “Eles”. Después de todo ellos son quienes tienen la sartén por el mango en esta ocasión.

-Buena suerte. Estaré por aquí, vigilando que ningún vagabundo se pase de listo. No se alejen de mi campo de visión porque de lo contrario no podré ayudar. Buena suerte. – indico al señalar el área que se ve desde aquí y luego extraer un cigarrillo. Realmente necesitaba un cigarrillo.

Entonces, el hasta ahora inmutable, señor Taylor interrumpe el avance del improvisado plan con un surtido de pequeños detalles que habíamos pasado por alto. El diablo está en los detalles dicen…

-Buen punto William. Dejemos para ultima instancia la charla con los sin techo… - afirmo al extraer el mapa y desplegarlo sobre el capó del vehiculo.

- Siguiendo el curso del rio y de las líneas mencionadas es posible ubicar las viejas estaciones, para no desperdiciar nuestro tiempo en sitios como este – digo al señalar la estación abandonada junto al asentamiento inhumano – tal vez comenzar por el puente de la 14 y Lorain, aunque es un disparo a ciegas. – añado al ver el mapa y señalar los puntos coincidentes con los cuerpos hallados.

- Veo que por ahí pasa el río... - Se encogió de hombros. - ¿Qué podemos perder? Tiene sentido que si se han encontrad cadáveres cerca del río, la estación donde operan Orem también lo esté. - Resopló.

Lo cierto era que nada tenía sentido. En aquellos momentos lo único con sentido que se le podía ocurrir era marcharse de ahí a la carrera, correr muy lejos y olvidarse de todo aquello. Pero no podía, estaba metida hasta el fondo en aquel asunto y además, aunque no lo había entendido muy bien, su intervención en aquel asunto podía ser vital para que el mundo siguiera existiendo tal y como lo conocían hasta el momento. 

- Probemos... - Sentenció. - Es la mejor baza que tenemos.

El periodista escuchó a sus compañeros y se mostró de acuerdo. No lo dijo en voz alta, pero cualquier cosa antes que enfrentarse de nuevo a una posible trifulca. Sus experiencias con los lugareños de Kingsbury no habían sido lo que se dice agradables.

- Parece la conclusión más lógica, desde luego - admitió - propongo que no nos demoremos más y vayamos para allá, no hay tiempo que perder.

Recuerdos del pasado

Volvemos un momento para recordar una escena que tuvo lugar en la casa de la familia Van Schaen. Cuando William preguntó por la extraña piedra brillante que Orem trajo en su segunda incursión. El anciano anticuario, siempre ávido de conocimiento, no pudo evitar pensar que tal vez podrían sacar algo en claro si bien no de donde estaba Orem, si en qué estaba haciendo.

Penélope chasqueó la lengua disgustada, como si el simple recuerdo de esa piedra la molestara.

- Era un trozo de roca de un tono rojo chillón, como si brillara aun siendo mate. Creo recordar que tenía tallada en ella un barco de esos antiguos, y un monstruo o algo así. Siento no poder ser de más ayuda–

Entonces Natalie levantó la cabeza, se puso en pie y se fue de la habitación. Esuchasteis sus pasos subir al piso superior y al poco rato volvió con algo entre las manos.

- Esta foto es de las últimas que se tomaron de padre y Orem juntos.-

En ella se podía ver a un hombre de porte orgulloso, avanzada edad, una barba amplia y un monóculo en el ojo izquierda que estaba inclinado sobre unos planos que había sobre la mesa que tenía delante. Junto a él, un joven de aspecto más enfermizo, ojos muy grandes, casi dando la sensación de que se le iban a salir de las órbitas. Su postura era más achaparrada, pero algo hizo que todos los investigadores sintieran un escalofrío. El joven estaba medio del ado y permitía verle el perfil trasero. Era el mismo que habían visto en las fotos de Dolezal practicando sexo. En efecto, quien aparecía en las fotos era Orem Van Schaen.

- Si se fijan – dijo Natalie señalando al fondo de la foto – Sobre el escritorio que se ve detrás pueden ver la piedra. –

Y en efecto, así era, una piedra de unos 30 centímetros de alto, similar a un huevo y con un relieve tallado. En ella podía verse un trirreme griego, con un soldado situado en la popa del barco que parecía luchar contra una criatura de 7 cabezas mientras que otra parecía estar apareciendo en el agua. William no tuvo que pensar demasiado como para darse cuenta que era una representación del encuentro de Ulises con Escila y Caribdis.

Entonces, mientras la miraba, tuvo que sacudir la cabeza. Estaba casi seguro de haber visto como la escena se movía, lo que era imposible. Tras cerrar un momento los ojos, volvió a mirar y un sudor frio le recorrió la nuca al contemplar el soldado griego sobre el barco. Estaba situado en la proa del barco.

Joseph también reculó al mirar la foto, primero cuando vio la representación de Caribdis, era prácticamente como la bestia que había visto en su visión, devorando la ciudad. Pero lo que hizo que reculara es que le pareció que la boca de aquel ser representado en aquella foto, se había movido.

Nerviosos, todos dejaron de mirar la foto y tras solicitar que se la dejaran llevar, a lo que las mujeres accedieron, se la guardaron e intentaron relajarse mientras seguían hablando con las hermanas Van Schaen.

La noche había pasado y a las locuras de lo que habían visto estaban pasando factura. Por un lado, su cerebro se negaba a aceptar lo que habían visto, por otro, quería respuestas ¿Acaso las historias del pasado escondían algo más que simples alegorías y metáforas? ¿Podían las historias sobre monstruos tener siquiera un punto de verdad?

Mientras intentaba conciliar el sueño, recordó un nombre que había oído decir a la bruja. Coatlicue. Finalmente aceptó que no iba a poder dormir y se levantó, yendo al pequeño escritorio que tenía en la habitación que le habían cedido. En ella tenía algunos libros que su ayudante le había traído. Comenzó a ojearlos intentando encontrar una conexión entre Orem y los mexicanos locos.

Y en un libro de culturas americanas lo encontró, el relato de un guerrero azteca, el rey jaguar que se enfrentó al dios Huracán y a la diosa Coatlicue representados por una serpiente de muchas cabezas y como una enorme boca en el mar. Hasta ahora no te habías parado a pensarlo pero ahora veías que esta historia guardaba muchas similitudes con la Odisea de Homero ¿Podía de verdad significar que esas criaturas podían existir? Su mente aun se negaba a aceptarlo. Y así siguió hasta el momento actual, cuando están entre todos revisando los mapas para decidir su siguiente movimiento.

Cuando estáis a punto de meteros en la boca del lobo, William recapacita con toda la información que tenéis sobre los asesinatos y sobre la aparición de cuerpos. Es posible que la última vez anduvierais sobre una buena pista y no se debía tomar a la ligera.

Con el mapa sobre el capó y siguiendo las deducciones indicadas, intentan localizar las tres estaciones de la CIRR para, de esa manera, intentar discernir cual es la que tiene más posibilidades de ser el refugio de aquel loco. Los ojos de todos se posan en la Avenida Loraine, cerca de la zona indicada por Jospeh, donde una de las estaciones se levanta, no muy lejos de su posición actual. Todo se miran a los ojos sabiendo que han tomado una decisión y comienzan a guardar el mapa para volver a los vehículos.

Es entonces cuando comienzan a escuchar las sirenas. Primero es solo una que suena lejana, distante. Luego se le unen dos más, cinco más, todas ellas cada vez más cercanas. A medida que el sonido de sirenas aumenta, pronto se dan cuenta de que están viniendo vehículos por todas partes, desde todas direcciones ¿Tiene que ver con el plan de Elliot Ness?. Lo que es seguro es que en breve, toda aquella zona va a estar atestada de policías.

- ¿Y hora que sucede? - Preguntó Lilian ante la llegada masiva de vehículos de policía. - Suerte tendremos si no nos paran a nosotros... - Dijo. - ¿Nos ponemos en marcha?

Por un momento había valorado la idea de ir a pie hasta la estación de la Avenida Loraine. Pronto la descartó, tan pronto que ni le dio tiempo a pronunciar la idea en voz alta. Pensó que si los hombres de Ness estaban allí para controlar a la población del Kingbusry de alguna manera, llamarían mucho más la atención si iban caminando que en coche. Al fin y al cabo, cinco personas bien vestidas en aquel lodazal no pegaban ni con cola.

La reportera se introdujo en el vehículo. Cuanto más tiempo perdieran allí, sería peor. El ritual, o lo que quisiera que estuviera haciendo Oren, estaría más avanzado y si querían detenerlo a tiempo, más valía que llegaran antes incluso de que todos los preparativos para el mismo estuvieran listos. Además, cuanto más tardaran, más agentes de Ness meterían las narices donde no les llamaban y más complicarían su labor.

- ¡Venga, señores! - Exclamó. - ¡Es para hoy! ¡Tenemos que salvar el mundo!

Mirando el mapa de Cleveland caigo, al igual que William y los demás, en el recuerdo de la fotografía donde Orem y su padre. En esa imagen podemos visualizar claramente la piedra, el motivo de toda esta locura de monstruos y leyendas que amenaza con surgir en cualquier momento del cielo y engullir la ciudad entera.

-Mierda…casi lo olvido. En la fotografía donde Orem y su padre aparecen se ve claramente la piedra. Si logramos quitarle la piedra el maldito asesino no podrá hacer nada de sus locuras…ni llamar a esa cosa plagada de dientes que… - y ni siquiera puedo proseguir por las náuseas que llegan a continuación.

Solo que finalmente coincidimos en la estación de Avenida Loraine, pero antes de comenzar la marcha nos sorprende un aluvión de patrulleros policiacos que convergen en todas las direcciones posibles hacia Kingsbury Run. Finalmente el inútil de Ness ha jugado su última carta.

-¡Ness! Por mil demonios… ¡Salgamos de aquí cuanto antes! ¡A los vehículos de inmediato! – coincido con Lilian al abandonar cuanto antes el sitio e ir a la estación señalada.

Y sin demora subo a mi vehículo y enciendo el motor para dar algunos segundos a que suban. Por suerte hay dos transportes…

Por suerte, sus compañeros llegaron a la conclusión correcta. Leon se lamentó de no haberlo hecho, pero agradeció el hecho de tener a los demás de su lado. Pero no había tiempo que perder, Ness les pisaba los talones:

- ¡Vamos, tratemos de esquivar a los azules! - dijo mientras se abalanzaba hacia uno de los transportes. Ese descubrimiento era lo primero que le había animado desde hacía muchas horas, lo cual era curioso, ya que podía llevarles directos a la muerte... si era así, Leon agradecía al menos haber sentido la sensación de ser un periodista una última vez.

Con el corazón latiéndoles a mil y el sonido de sirenas retumbando en sus oídos, los investigadores se lanzan hacia los vehículos y los ponen en marcha apenas se han subido. Los motores rugen por encima de las sirenas y comienzan a moverse por la calle, dando media vuelta para salir de aquel callejón sin salida. En la primera bifurcación, se encaminan por la calle más estrecha hacia su objetivo y se meten justo a tiempo de ver como dos coches patrulla aparecen por la calle paralela.

No frenan, pero no pueden evitar girarse para verificar que no les están siguiendo. Los vehículos policiales pasan de largo, directos hacia el campo de chabolas. A estos les siguen otros dos más y el incesante ruido indica que parece que está llegando toda la policía de Cleveland. Suspiran aliviados por haberse librado, pero el número de coches patrulla no deja de crecer. Llegar hasta la estación de tren se ha convertido en un juego del ratón y el gato contra los policías y solo esperan que su conducción e instinto les mantenga alejados de la policía.

Leon se mantuvo pegado al volante y nervioso como era habitual en las últimas horas. El ir y venir incesante de los hombres de Ness le tenía preocupado pero esa era una sensación habitual desde que era pequeño: según su experiencia, los azules causaban más problemas de los que solucionaban. Estaba claro que había hombres buenos, como el agente Wilson... y eso le hizo lamentarse enormemente. Su sacrificio les salvó a todos.

Con su recuerdo en la mente, el periodista fijó la vista en la carretera, confiando en que no entrarían en problemas con la policía.

Cada segundo es una posibilidad de caer en las fauces de la policía, siendo imposible dar explicaciones al viajar en un vehículo lleno de gasolina en bidones.

Podría prestar atención a los montículos de basura y restos de otros vehículos pero si hago eso no estaré atento a las patrullas que convergen por las calles laterales....

Si bien la gasolina puede ser una ayuda sin igual al momento de dar con Orem y echar por tierra sus planes enfermizos ahora mismo es un problema inesperado. 

Quizás muy pronto abandonemos el área de interés de la policía y con eso Ness terminé de meter las narices en cosas que ni llega a entender. Al final será un fiasco para todos...

Lilian se sentía segura abordo del vehículo de su compañero Leon. Quizás por eso, por unos momentos se atrajo de todo lo que estaba sucediendo a su alrededor. Eso podría ser peligroso. Viajar mentalmente a lugares de paz en un momento como aquel, podría provocar que no estuviera atenta a las señales que le mandaba el universo en cuanto a los peligros a los que podían quedar expuestos.

No obstante, su mente era frágil. Desde lo acontecido en la estación de tren, donde casi fue sacrificada por aquella bruja, donde tuvo que acabar con la vida de algunas personas, malas todas ellas, pero personas al fin y al cabo y donde contempló el horror que nadie debería contemplar nunca, aquellos momentos de paz, en el vehículo de su gran amigo y apoyo Leon B. Willson, eran lo que más necesitaba en aquel instante.

Miraba por la ventana. Las horrendas calles del Kingsbury Run, le parecían un bello paisaje. Campos floreados al atardecer, el viendo moviendo la hierba larga, el sol anaranjado escondiéndose a través de la línea del horizonte y los pájaros volando a lo lejos de regreso a sus nidos. Lilian sonrió, pues aquel remanso de paz que observaba a través de la ventana del vehículo del reportero, era todo lo que quería ver.

Los vehículos se mueven veloces entre los escombros, basura y desperdicios que anegan la carretera. Al volante, Leon y Alice mantienen el pulso firme y la vista puesta en la carretera, evitando a veces por pocos centímetros el terminar estampados contra algún contenedor o peor, contra un edificio.

Poco a poco, van acortando distancias con su destino mientras a su alrededor, el sonido de sirenas inunda toda la zona. Los vehículos policiales que han contado se cuentan por decenas y de pronto cobra sentido el plan de Ness. Una redada masiva contra el hogar chabolista de la gente despechada de la sociedad. Mucho se ha dicho en los periódicos que el asesino se oculta entre sus cabañas a medio construir con planchas y cajas y parece que Elliot Ness está dispuesto a encontrarlo. Por desgracia para él, no lo encontrará allí. Si solo supiera lo cerca que lo tiene.

Apenas os separan unos kilómetros, por entre los edificios ya pueden verse espacios más abiertos e incluso las antiguas vías del tren. Tal vez debido a estar tan absortos con esto, no veis ninguno el coche de policía que aparece a pocos metros por detrás de vosotros y que al veros, frena de golpe y redirige en vehículo hacia vosotros.

Tan cerca y justo ahora os tenían que ver. La única suerte es que parece que solo un vehículo os ha visto.

- ¡Mierda, nos siguen! - Le dijo entonces Lilan a Leon. - ¡No podemos dejar que nos cojan! - Exclamó. - ¡No tenemos tiempo que perder!

Lilian podía hacer más bien poco, aunque por suerte tan solo un vehículo policial era el que les estaba siguiendo. No podría seguir a los dos vehículos, por lo que si se desviaban y separaban sus caminos, al menos uno de los dos podría llegar a tiempo a la estación. 

- ¡Leon, coge otro camino! - Le sugirió. - ¡Si te separas del coche de Alice, no nos podrán seguir a los dos!

Y si el vehículo que elegía seguir el coche patrulla era el suyo, igual Leon tendría que demostrar de lo que era capaz con un vehículo, para despistar a su perseguidor. Aunque sinceramente, esperaba que de tener que elegir, no fuera a ellos a quien persiguiera la policía. Suficientes problemas tenía ya. 

- Joder - musitó Leon - ni un momento de tranquilidad, maldita sea.

El periodista dio un brusco volantazo siguiendo las indicaciones de su compañera. La prioridad era llegar a aquel sitio, los del otro coche deberían apañarse por su cuenta... si es que lograban desembarazarse de la poli. Wilson trató de adentrarse, trazando un peligroso trompo por la carretera, a través del primer callejón estrecho que encontró, desde allí no sería difícil llegar a la estación sin ser localizados. Solo esperaba que el conductor de la policía no tuviera prevista la jugarreta.

¡Mierda! Ahora nos persigue un coche de policía. ¿Cómo fue que se nos coló este? Me pregunto al ver por el espejo retrovisor al patrullero que nos persigue con la sirena encendida. Tan solo espero que ningún otro lo oiga y se una a la persecución.

Entonces opto por lo mejor para ambos vehículos, que es tomar senderos diferentes y tratar de llegar a nuestro destino cuanto antes con la esperanza que el coche policiaco se pierda en el camino. Por lo tanto le hago señas a Leon para que coja la siguiente intersección y desaparezca.

-Permiso Alice. Vamos a meter distancia entre el poli y nosotros. – advierto a la mujer, dejando en claro mi intención de tomar el volante y poner a prueba mi habilidad como conductor de persecuciones…

El coche de policía se va aproximando cada vez más a los dos vehículos que conducís. Viendo que perderle juntos va a ser complicado y que lo imperativo es llegar hasta el lugar, a una señal de Joseph, cuando llegan a una bifurcación, cada vehículo tira para una calle distinta.

Las ruedas chirrían por el volantazo y apenas conseguís mantener el coche firme. El lateral se abolla un poco al golpear un contenedor, pero enseguida volvéis a enderezar la dirección y a recorrer las calles. Lillian vuelve la vista atrás y comprueba como el vehículo policial toma su misma dirección. Parece que habéis tenido la mala suerte de ser los que elijan perseguir. El punto de encuentro está muy cerca, casi podríais llegar, pero ¿Será buena idea llegar con ellos pisándoos los talones? ¿O es mejor perderlos?