Partida Rol por web

Ruy cerró la puerta de un portazo y arrastró el armario en el que una vez depositaron sus pertenencias frente a la misma para reforzar su aguante.

-¡Subid rápido! ¡A no ser que desmonten las barras de seguridad de las ventanas, tendrán que entrar por aquí y esto les retendrá un poco! Le gritó a su compañero y acto seguido se puso a observar la escena de la calle por una estrecha ventana de la entrada.

Haciéndole caso, Jekil siguió a Sigmund hasa el piso de arriba, quien lo guiaba gracias al empuje que le proporcionaba la punta del arma del cazador.

Llegaron al pasillo, y la vista de Jekil se fijó primero en la puerta tras la que sabía que se encontraba la colección de Hacket. Sigmund se decidió a ignorarla y pasó a la siguiente de las tres que tenía frente a ella y que se encontraba abierta.

Al fondo el pasillo se abría a una especie de rellano en el que habían otras dos puertas, pero estas no parecieron tener importancia tras ver al camino que tomó Sigmund.

La puerta daba a un pequeño despacho, con una mesa de escritorio grande y una confortable silla frente a ella al lado de la ventana cerrada. Estanterías cargadas de libros y carpetas adornaban las paredes junto a dos cuadros más, y sobre la mesa podía verse otro candelabro con las velas apagadas, y numeroso material de oficina.

Larymian se encontraba allí, decidiéndose por dónde empezar a buscar.

Mientras Larymian se decidía por dónde empezar a buscar en aquella habitación, unos gritos procedentes de abajo la alertaron de la situación de la calle:

Cita:

Oyó cómo gritaba Ruy.

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Le respondió Jekil.

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Contestó el estaliano justo antes de que el sonido de rápidos pasos subiendo por la escalera anunciaran la llegada de Jekil y Sigmund al despacho.

El primero en entrar fue el anciano, quien era apremiado por Jekil a punta de espada, y miró a la chica con algo parecido al miedo en la cara.

Jekil sintió la tentación de entrar en la habitación en la que Hacket guardaba su colección. Fue sólo un segundo ya que sabía que no disponía de mucho tiempo y tampoco del criterio para determinar que obras eran más valiosas que otras.

Al entrar en el despacho, observó los estantes y finalmente sus ojos fueron a parar a la mesa de escritorio. Antes observó a Larymian y sonrió sarcásticamente por haberla encontrado en aquel lugar, buscando supuestamente lo mismo que él.

-Bien Sigmund, ya sabes lo que tienes que hacer. Y te lo vuelvo a repetir, quiero que tus manos se muevan lentamente y que no hagas nada raro. No dudaré en atravesar tu garganta si no haces lo que te digo. – El cazarrecompensas habló y mantuvo su arma en el gaznate de Sigmund con la intención de seguir manteniendo la presión, mientras éste buscaba lo que les correspondía.

 Su pulso se aceleró al ver a su compadre tirado en el suelo aparentemente muerto. Si, había sido una gran muerte y ahora solo deseaba conseguir lo mismo que Gustav, morir de forma gloriosa y disfrutar por fin de un merecido descanso.

Te rrecorrdarré gran guerrrerro pataslarrgas.

Rezó para sus adentros.

Su torso se tensó hasta el punto que su musculatura parecía estar a punto de estallar y esto propició que un borbotón de sangre saliese disparado con presión desde su brazo. Nada importaba ya, solo morir matando. Nada le quedaba por hacer aquí, solo matar un poco más antes de volver junto a sus seres queridos. Solo la muerte de Gustav, el no haberle podido salvar en esta lucha, le pesaba ahora. Pero no mas lejos de apesumbrarle, ésto le dio renovadas fuerzas.

GRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRR AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAARGGG

Joss gritó con tal furia y pasión, que todos los presentes dieron un paso atrás. Y con su brazo maltrecho como escudo embistió a su enemigo mas herido, y tras asestar un fatal golpe, dirigió la furia de su segundo golpe hacia el que había acabado con Gustav, aunque este se encontraba ligeramente retirado y esto fue suficiente para que el hacha del matador solo cortara el aire.

Tras el brutal ataque el enano jadeó, apenas se sostenía y sus enemigos se multiplicaban por instantes, los guardias de refuerzo ya estaban aquí.

Venirr, venirr todos, hoy es un grran dia y quierro que os unais a mi fiesta. JARL JARL JARL.

Rió medio ido el enano.

-Sí... sí... no me hagas daño, por favor. Mi señor siempre ha guardado algo de dinero en su despacho con el fín de tener en casa para los gastos diarios.

Sigmund se dió prisa en atender a la petición del hombre que lo amenazaba, y avanzó hacia los estantes llenos de libros, sacó varios de ellos y pronto quedó al descubierto otra caja fuerte insertada en la pared, como la que habían visto en la habitación de la extraña colección de Hacket.

Con manos temblorosas, el anciano sacó un fajo de llaves y tras encontrar la correcta, abrió la caja con la torpeza causada por el miedo.

-Yo soy su siervo de confianza, por eso dispongo de todas las llaves del hogar... dijo entrecortádamente para explicar su posesión de la llave que abría aquella caja, y mientras hablaba sacó de la misma una pesada bolsa de cuero, de tamaño mediano y la abrió para mostrar su contenido al tendérselo a Jekil, quién pudo ver que se encontraba llena de Coronas de Oro.

-Aquí tienen, puedo darles también lo que llevo encima, pero es todo el dinero que encontraran ahora en la casa...

Cita:

Se oyó gritar a Ruy desde abajo.

El terrible golpe del matador no fue rival para la guardia del hombre que lo enfrentaba, y el hacha se clavó por debajo del pecho, hendiendo el metal de su armadura, y haciendo que este se encorvara dolorido, retirándose varios pasos hacia atrás al sentir la humedad de la sangre en la piel de la zona golpeada, pese a que el vital fluido no escapara más allá de sus ropas y armadura.

Con una mano en la zona herida se quedó a unos pasos del enano dejando vía libre para que este intentara acabar con el hombre que había abatido a su compañero, pero el segundo ataque no fue lo bastante rápido, y cortó el aire frente a Joss sin llegar a dar a su nuevo oponente, quien no vaciló a la hora de contratacar, aunque su golpe falló igual que lo hiciera el del enano a causa de la distancia que los separaba.

Los cuatro Guardias Imperiales alcanzaron el lugar del combate en ese mismo momento, y envalentonados por la superioridad numérica atacaron sin temor alguno a la amenaza que suponía un matador enano con su enorme e inseparable hacha, acorralado. Pero el caos de la batalla y la poca organización de los hombres hicieron que el enano evadiera con facilidad todos los ataques dirigidos hacia él, excepto el de uno de los guardias, que encontró un hueco por el que tratar de herir a Joss, y su arma ejecutó un tajo lateral con el vientre del enano como objetivo.

Larymian miró a Jekil fugazmente cuando Sigmund les enseñó las coronas de oro, y tras unas miradas, cogió la bolsa y le dijo:

- Rápido Jekil. Debemos escapar... -dijo cuando se oyeron los gritos de Ruy desde abajo- parece que por la ventana. Hay las enredaderas, si mal no recuerdo, por la ventana que lleva a la sala donde se guardaba el ídolo. Es nuestra única salida. Al salir de la ciudad repartiremos las coronas de oro.

Fue hablando mientras marchaba ya hacia la habitación que sabía donde estaba, la habitación del ídolo, para así después salir por la ventana junto a Jekil.

- ¡Escaparemos por la ventana de arriba! -comunicó con un grito Lari a Ruy.

Jekil miró con interés la boca de la bolsa, esperando ver su contenido. Al ver las coronas que asomaban su cara reflejó satisfacción, satisfacción al cobrar por el trabajo cumplido. Puesto que Hacket tenía su dichosa escultura, el cazarrecompensas daba el trabajo por finiquitado y, ahora, por cobrado.

Su gesto visible mente se torció cuando Larymian se adelantó y tomó la bolsa. - Jodida entrometida, que ganas tengo de perderte de vista- Pensó, para después dirigirse al anciano.

- Siento que hayamos tenido que llegar a esto Sigmund, no era mi intención; yo sólo quiero lo que es mío. – Mientras le dedicaba unas palabras al hombre se fue retirando hacia la puerta, sin darle la espalda y manteniendo el arma de forma amenazante.

Se giró hacia Lari, arqueó una ceja y le habló socarronamente- ¿Por la enredadera dices?  Anda… ¡Sígueme, rápido!- Le gritó mientras bajaba las escaleras, lo más rápido que pudo, con intención de salir al patio por el que habían accedido a la vivienda.

Larymian torció su rumbo cuando Jekil dijo que le siguiera, puesto fue entonces cuando recordó que por el piso de abajo también podían llegar al patio trasero. Así pues, Lari bajó y siguió a Jekil hacia una posible salida alternativa a la puerta principal.

- ¡Vámonos, Ruy! -le dijo Larymian a Ruy cuando pasaron a su lado, para que también los siguiera.

Dejando al anciano en la planta de arriba, la pareja corrió hacia las escaleras, bajándolas de dos en dos.

Ruy los esperaba impaciente al pie de las mismas, azuzándoles con la mano para que corrieran todavía más, y desde más allá de la puerta cerrada y bloqueada de mala manera con el armario ropero de la entrada que Ruy había arrastrado frente a la misma para dificultar la entrada a sus perseguidores, comenzaba a llegarles el ruido de hombres golpeando y empujando, tratanto de abrirla y llamando al arresto a los ocupantes de la casa.

-¡Vamos! ¡Nos pasarán por las brasas si nos ponen las manos encima! Dijo mientras se lanzaba con sus compañeros hacia la cocina, desde donde se accedía al patio trasero de la casa, dónde alcanzarían la calle, su salvadora, si eran rápidos.

Antes siquiera de darse cuenta ya se encontraban frente al muro del patio, el último obstáculo para su huida, y atrás quedaba la cocina, y el tendedero con la ropa humeda colgada en el que Casilda había estado ocupada momentos antes de que Ruy y Jekil llegaran a la casa, por delante de Larymian.

Con la pared adornada por la planta trepadora tras ellos, y el pequeño cobertizo para herramientas a la izquierda, los tres compañeros miraron desafiantes el muro del patio, mientras que dentro de la casa, se oía el estrepito de un pesado mueble siendo arrastrado y golpeado, y los caóticos gritos de algunos hombres entrando en el hogar de Hacket.

 Una turba de guardias rodeaban a Joss, una lluvia de golpes intentaba acabar con él, pero sus enemigos no contaban con la pericia del enano para estos combates, tiempo atrás, antes de ser matador, Joss vigilaba los túneles y se enfrentaba a hordas de goblins que se amontonaban alrededor de él con más pericia que estos vulgares humanos. Joss rodó por el suelo como si de un barril se tratase y se zafó de la multitud para luego zambullirse en ella de nuevo en una embestida digna de un jefe minotauro.

Grrrrrrrrr

Ahora iba él, ahora sus golpes demostrarían que es necesario un ejercito para derrotar a un enano sin temor a la muerte. Aun en su estado, la adrenalina le otorgaba un poder enfermizamente brutal y asestó golpes a su alrededor sin ningún criterio, había demasiados para pensar, su hacha pesaría por él.

Bajo la mole de soldados y aun bajo el ensordecedor ruido de armas y armaduras chocando y quebrándose, todos los que hay estaban pudieron escuchar la tonadilla belicosa que empezó a gruñir Joss en un idioma que solo él parecía entender, parecía que, el aparentemente acabado enano, se lo pasaba bien.

Larymian miró el muro con un poco de miedo, sin embargo miró después a Jekil y Ruy y les pidió:

- Ayudadme a saltar, por favor. -tras lo cual empezó a apoyarse en el hombro de Ruy- Yo os ayudaré desde el otro lado, aunque no tengo mucha fuerza.

Los hombres se veían incapaces de parar a la máquina de matar que era el enano, y los tajos de espada cortaban el aire aquí y allá intentando dar al matador que tantos problemas les estaba creando.

Entonces el hombre de La Llama Purificadora que se retirara antes, aprovechó el momento de la superioridad numérica de la que gozaban para entrar en batalla de nuevo y trata de ayudar a sus compañeros, y aquella maniobra distrajo a Joss lo suficiente como para que uno de los Guardias Imperiales lograra alcanzarlo, y al herirlo, el recien llegado a la pelea, aprovechó para hacer lo propio.

El primer golpe dió con la parte plana de la espada en la cabeza de Joss, haciendo que le zumbaran las orejas y el segundo lo derribó, atontándolo completamente, momento en el que los hombres aprovecharon para acabar con él. Volviendo a atacar al unísono.

Sin embargo en el caos de la batalla, los dos miembros de La Llama Purificadora, tal vez por el cansancio acumulado del que carecían los Guardias Imperiales, o tal vez por las heridas que ya tenían, terminaron en el suelo, pisoteados por sus compañeros, aunque sin sufrir graves daños y con la satisfacción de que estos terminarían con el trabajo, algo que hicieron sin demora aprovechando a su enemigo caido e indefenso, cuando destrozaron la cabeza de Joss a base de golpes, tajos y patadas, convirtiendo su ya maltratada faz en un mondongo ensangrentado, mientras el matador perdía la consciencia entre un inmenso dolor.

Al salir al jardín fueron directos al muro por el que habían accedido a la casa anteriormente. Viendo que la joven ya se encontraba en lo alto del muro, Jekil apoyó un pie en la piedra y así intentó impulsarse. Aunque Lari no tuviera mucha fuerza, si le tendía el brazo sería de mucha ayuda para alcanzar la parte alta del muro.

Ruy ayudó a Larymian a asirse al muro enlazando sus manos con los dedos a la altura de sus rodillas, con el fín de que la chica apoyara el pie en ellas y se encaramara rápidamente.

Luego trató de subir por su cuenta mientras Jekil era ayudado por Larymian, pero el cazador no encontró apoyo para el pie y resbaló hasta el suelo, cayendo de pie tras una primera y leve izada. Viendo que no podían perder más tiempo, empujó a Ruy hacia arriba para ayudarlo a llegar a lo alto del muro, pero de nuevo, la dificultad de asirse al mismo, impidió que los hombres lograran su objetivo.

Dentro de la casa ya se escuhaban carreras y gritos buscando a los asaltantes de Hacket.

-¡Téngolo por fehaciente que así nunca saldremos con bien de esta desventura! Gritó Ruy mientras desenvainaba su estoque. ¡Amigos! ¡De más graves apuros ha sabido salir vuestro hidalgo compañero, y confío en mi pícara astucia para huir del brete en el que nos hayamos, más vuestro apoyo de poca ayuda supondría para mi talento en el engaño!

Ruy estrechó con la mano libre una mano de Jekil mientras le decía a este:

-Adios compañero de fatigas... y lanzando un beso a Larymian le dijo a ella ¡Adios bella muchacha de arisco caracter! ¡Puede que Ranald me sonría de nuevo, y nuestro caprichoso sino nos vuelva a reunir!

El estaliano corrió hacia la puerta de la cocina y desapareció por ella, no sin antes decir con una mirada cargada de la seriedad de la que carecieron sus anteriores palabras:

-Huid insensatos...

Luego, más sonido de carreras llegaron del interior de la casa, el ruido del acero contra el acero, muebles cayendo, y los gritos de más hombres.

-¡Ahí está ese maldito asesino confabulado con brujas!

-¡Atrapadlo por Sigmar!

-¡Probarás el sabor de la justicia!

A lo que la característica voz de Ruy respondió con un jocoso:

-¡Amigos, siempre recordaréis este día como el día en que casi capturáis a Ruy de La Vega!

- Ruy, ¡no...! -aunque el estaliano ya parecía decidido lo que haría, Lari no dejó de intentarlo. Ruy había sido el mejor compañero que había tenido durante ésos tres días con diferencia, el único que no parecía importarle como primer plano el dinero o el beneficio personal, sino la nobleza del espíritu. Y no, no quería dejarlo allí, pero no tenía opción. Si volviera a entrar solo dificultaría la huida de Ruy más tarde o ayudaría a que lo atraparan definitivamente. No, en ésos momentos tenía que huir. Por Joss, Gustav y Ruy.

Así pues, después de titubear un poco, cogió instintivamente la mano a Jekil y empezó a correr hacia fuera de la ciudad, evitando a toda costa los guardias y miembros de la Llama purificadora.