Partida Rol por web

Luna dudaba de ir o quedarse. Una cosa era ir infiltrada, algo que a todas luces sería imposible para ella, y otra ir como prisionera. Miro dudosa a Janet y a Arthur, sin saber muy bien que hacer. 

—Si queréis podemos ir las dos mujeres, nos creerán mas vulnerables. lo que tú digas, Janet, sabes mejor como funciona la mente de esos tipejos—suspiró— Si finalmente vais vosotros dos... bueno, dejadnos aquí lo que no queráis que os quiten, porque está claro que van a registrar y decidnos donde nos estaremos "heridos y con los papeles".

-Creo que tienes razón, Luna -a fin de cuentas, si eran capturadas serían totalmente desarmadas. Y sus dones, salvo algún caso puntual, radicaban más en el uso de otras habilidades más allá de pegar tiros y escalar murallas. Y si confiase a alguien un plan de 'rescate', sin duda que lo haría sobre Arthur, Pancho y Chispas. Ellos tres podrían encargarse perfectamente de elaborar uno, y lo que es mejor, dispondrían de la capacidad física para llevarlo a cabo de manera mucho más efectiva

Suspiró. No le gustaba ser el cerdo sobre la bandeja con una manzana en la boca, pero parecía que era el papel que les tocaba interpretar. En cualquier caso, no se dejaría intimidar y mantendría esa altanería propia de los tiburones de las finanzas. En muchas ocasiones le había sido útil, y debía probar una vez más...

Arthur bufó, dándoles la razón a regañadientes: no le gustaba dejar a nadie dentro, pero era el mejor plan que tenían.

—Poneos de acuerdo en lo que les vais a contar: lo primero que harán será separaros para interrogaros. Y no creáis nada de lo que os digan.

Las dos motos disminuyen la velocidad cuando divisan a Janet y Luna en el camino. Parecen intercambiar algunas palabras y, cuando apenas están a cinco metros de ellas, detienen las motos de nieve y uno de ellos se baja.

- Hallo. - Saluda en alemán, mientras las observa, esperando una respuesta por su parte.

Luna no era buena actriz, pero realmente estaba nerviosa, así que no le costó demasiado fingirlo. La muchacha miró a Janet, esperando que fuese ella quien tomase la palabra, pero tratando de distinguir los gestos de los motoristas y buscando esvásticas en su uniforme y motos.

—Po... por favor— dijo tímidamente en ingles, muy despacio

Jason se agazapó tras unos matorrales con la pistola lista. No sabía por dónde iba a salir la situación, mejor andarse con ojo.

A Arthur no le costó esfuerzo mantenerse oculto: se había escondido de patrullas más atentas que aquellos cabezas cuadradas, y sabía que, mientras pudieran fijarse en las mujeres, no le descubrirían. Expectante, observó la reacción de los dos soldados.

El alemán que ha bajado de su moto se gira a su compañero, que abre los brazos con las palmas hacia arriba, instándola a deshacerse de las dos chicas sin muchos aspavientos.

- No podéis estar aquí. Zona restringida, ¿ok? - Contesta con fuerte hacento teutón. - ¿Que sucede?

No llevan esvásticas visibles, aunque van cubiertos con unos gruesos abrigos para protegerse del frío. El otro, que todavía va en moto, dice algo en alemán a su compañero y rebusca entre sus ropas.

- Avisaré de estas dos a los compañeros. - Es lo que entiendes que dice el alemán.

Janet había entendido perfectamente lo que decía el alemán, y miró a Luna con un fugaz gesto de alarma. No podía transmitirle nada, porque por ahora iba a jugar la carta de 'no os entendemos', pero esperaba que le siguiera el juego. Se acercó al alemán que aún estaba en la moto y había rebuscado entre sus ropas, y observando a los dos, dijo:

-Hemos perdido al grupo, íbamos en una expedición de 'Aventuras en la Nieve'. Ayúdennos caballeros. Además estamos solas y hace mucho frío, estaríamos muy agradecidas... ¿Bitte? -añadió, en un pobre germano de turista que, esperaba, diera el pego. Tampoco quiso exagerar el papel de seductora, y estaba en cierto modo comedida, pues lo había visto hacer en decenas de películas y le parecía siempre demasiado obvio. En cualquier caso no se le ocurría ningún otro modo de distraer al de la moto, y quién sabe, quizás hubiera oportunidad de alguna otra cosa más. Por ahora con dar lástima y aprovecharse de que -lamentablemente- tendía siempre a atraer al sexo opuesto podría valerle

Nuevo cruce de miradas de los alemanes, y el que está en la moto dice en inglés pero también con un marcado acento:

- Den la vuelta, ¿sí? Esperen allí y avisaré a la Bergwatch* y pronto os llevarán a cubierto. - Dice, guardando la radio en su abrigo y colocándose las gafas de protección para reemprender la marcha de vuelta hacia el castillo.

Su compañero, con una fría sonrisa en los labios, se coloca también sus gafas sin desviar la mirada, diríais que desafiante, y se da la vuelta para volver a su moto.

—Ja...— dijo Luna en tono débil; la chica había esperado que les reconociesen y apresasen, así sería más sencillo entrar, pero parecía que no tenían esa intención. Había creído ver algo en la mirada de Janet, pero no estaba segura, de modo que lo único que podía hacer era asegurarse de que el plan cambiaba. Sabia perfectamente que podía sacar la pistola y volar la cabeza por lo menos a uno de esos dos tipos antes de que supiesen que había sacado un arma y moralmente no le importaba una mierda matar un nazi. Solo necesitaba una confirmación.— No puedo andar más, diles que tengo los pies congelados. 

La chica se señaló los pies para subrayar sus palabras, agarrándose al hombro de Janet al hacerlo, como si temiese perder el equilibrio por el dolor. 

—Pregunta si podemos esperar dentro... O si tienen mantas, una manta— dijo frotándose el cuerpo con las manos, acercándolas al lugar donde tenía el arma— ¿si?

Si Janet asentía, volaría aquellas cabezas. Si ignoraba la pregunta, seguiría siendo una pobre chiquilla congelándose

Desvió fugaz la vista hacia la mano de Luna, y observando sus ojos pudo intuir la acción latente tras ellos. Como un resorte a punto de saltar. ¿Qué debía hacer? No le agradaba en absoluto quitarle la vida a nadie, por mucho que aquella gente tuviera ideas del socialismo alemán ario

-Por favor, si tienen una manta o algo, nos estamos congelando -arguyó, como último intento y haciendo un mohín desesperado. Si no respondían o se negaban, entonces no habría otra que acabar con ellos. Se habían acercado lo suficiente, y no habían alertado a los suyos aún, por lo que podrían escoger cualquier plan que quisieran tomar. El inicial le servía, estaba de acuerdo con él, pero si alguno de sus compañeros tomaba una iniciativa distinta en ese momento de tensión sería bienvenida

- No hay mantas. - Responde el tipo que no baja de la moto, mientras arranca para volver al castillo y dar la voz.

- ¿Quién viene aquí sin abrigo? Teufelshunde*... - Dice para sí el otro mientras sonríe socarrón y sube a su moto.

Jason observó la reacción de los kartoffel y no le gustó. Iban a echar el plan al traste, era momento de improvisar.
Le hizo una señal a Arthur y salió de su escondite con la esperanza de poder colocarse a la espalda de los guardas y aturdirlos a los dos. Activó el táser de sus guantes y avanzó como un gato hacia las motos de nive, observando la reacción de sus oponentes. Los tenía al alcance de la mano cuando una pequeña placa de hielo crujió bajo su peso. Notó la reacción de los guardias y antes de que pudieran hacer algo más saltó contra uno de ellos con los arcos voltaicos chasqueando en sus nudillos. Con suerte sus compañeros se ocuparían del otro.

Los dos tipos dan un salto felino y se colocan de pie, con sus rifles apuntando al joven Jason. De reojo, miran a Luna y Janet. La desconfianza campa a sus anchas.

Parecía que el plan original se iba definitivamente por el vertedero. Luna retrocedió con las manos en alto, mirando a Jason como si no le conociese, sin embargo, fingir no era lo suyo y no pensaba permitir que hiciesen daño al chaval. Con la rapidez y agilidad que había conseguido con años de entrenamiento sacó la pistola y disparó contra la rodilla del que estaba más cerca de Jason antes de arrojarse contra él para inmovilizarlo y usarlo como escudo humano. Hubiese preferido volarle la cabeza, pero los gritos que daría y el que su compañero aún estuviese con vida podría servir para desmoralizar al otro nazi.

—Arrodíllate, puto nazi, y como toques la radio te vuelo esos huevos supremacistas— bufó la chica al otro soldado esperando que no disparase, o que sus compañeros lo redujesen a tiempo.