Partida Rol por web

Mientras estaba cerca de la moto aprovechó para acompañar la petición de Jason. 

-Y de paso que te diga cuanta gente hay de los suyos, y recuérdale que queda un minuto. 

Miró como Jason estudiaba los walkies tanto buscando una frecuencia como intentando trastear con ellos. 

-Tómate el tiempo que necesites, eres el único que puede sacar algo bueno de esos trastos. 

Sonrió a Jason mientras soltaba la goma que llevaba la gasolina del depósito hasta el carburador, mientras la petaca se iba llenando no dejaba de mirar al prisionero, esperaba que contestara pronto y no tener que seguir con el circo, aunque una petaca llena de gasolina nunca viene mal en un asalto. 

- ¿Qué...? ¿Qué? - Se sorprende. - ¿Querréis entrar? Locos amerricanos... Hay unos veinte soldados hijos de Alemania, y seis ofissiales. Incluso "un gestapo". Herrrman Göering está al mando. - Entonces, sostiene la mirada a Pancho unos segundos y luego la desvía a Chispas. - ¡Eh!, es el canal sssinco. Está marrrcado. - Devuelve su mirada a Pancho Castillo. - Hay guarrrdias en las torres, pero no en la entrrrada de la planta baja. Si llegáis hasta los porrrtones sin que os vean y los abrís, estáis dentrrro. - Aquí hace una pausa y retoma el hilo al cabo de dos segundos. - Mirrra en mi cuello. - Le pide a Pancho.

—No estamos locos. Nosotros no abandonamos a los nuestros... ni nos traicionamos— respondió la chica levantando la cabeza con orgullo. Y así era, al menos en su caso. No era la persona más cercana del mundo, pero cuando alguien atravesaba el muro, tenía su total y absoluta lealtad. Cuando el nazi pidió a Pancho que le mirase el cuello, el corazón de la cazadora se aceleró. Acababa de tener un terrible presentimiento. 

—No...no es posible— pero aquella idea, en realidad explicaría muchas cosas, como el por qué no le habían matado a ella. ¿Y si todo ese rollo de que Butter tenia el tatuaje y que eran miembros de una alianza que había matado a Hitler era mentira? ¿Y si Marilyn era una espía? ¿O quizás aquel hombre no fuese un nazi, sino un infiltrado?

Como un resorte se levantó y tensó el arco, vigilando alrededor, como si temiese que apareciese alguien, mientras esperaba a que Pancho comprobase que tenía el alemán en el cuello.

Pancho terminó de llenar la petaca con la gasolina y a petición del hombre se acercó a él esperando que enseñara su cuello sin ayuda. 

-Puedes mostrármelo tu mismo, una llave sería de gran ayuda pero no tendremos esa suerte, ¿verdad? 

Aún siendo grande, fuerte y con cara de pocos amigos no estaba preparado para jugar al poli malo mucho más tiempo, aunque ya habían conseguido más información de la que buscaban esperaba que el cuello de aquel hombre les diera una última sorpresa. 

El alemán, con el permiso del mastodonte mexicano, ya puede llevarse las manos a su cuello sin recibir un disparo a cambio por levantar sospechas. Rebusca entre su ropa de abrigo y saca una tarjeta colgada de su cuello.

- Casi. - Exclama, sosteniéndola en el aire. - No es una llave, pero casi. Prrremio para el sudamerrricano. Con esto se abrrren las puerrrtas parrra accederrr al patio de la planta baja. Como dije, en la torrre habrrrán guarrrdias, y con visorrres nocturrrnos, pero si llegáis a las puerrrtas, estarrréis dentrrro.

El alemán baja un momento la cabeza y la vuelve a subir. Esta vez, su gesto es de preocupación.

- ¿Qué vais a haserrr conmigo? ¿Me vais a matarrr?

Jason quitó los auriculares de su mp3 y, enchufándolos en uno de los walkies, se colocó uno en la oreja. Encendió el aparato y seleccionó el canal 5.

Se volvió hacia el prisionero e ignorando su pregunta dijo - A ver colega, ¿cuándo cambia la guardia y a qué hora estaba previsto que tu compañero y tú volvieseis? -

- Hay relevos cada seis horrras. Seis, dossse, diesssiocho y medianoche. Las vueltas son de una horrra aprrroximadamente. Porrr favorrr, respondedme. ¿Vais a matarrrme?

Chispas no quería responder a esa pregunta porque no se le ocurría ninguna forma de que el hombre acabase vivo, bien fuera por su mano, bien por las inclemencias del tiempo, así que le dejó la respuestas a sus compañeros y miró su reloj.

Alrededor de las once de la mañana.

Luna suspiró aliviada al ver la tarjeta; su desconfianza había vuelto a jugarle una mala pasada. Sin embargo, parecía que no había nada que temer, además, el nazi estaba más que colaborativo, y muy asustado. Sin embargo, a pesar del odio que sentía hacia él y de que minutos antes hubiese intentado matarla, no se veía capaz de matarlo a sangre fría.

—No somos unos asesinos— respondió, aún sabiendo que tenía las manos manchadas de la sangre de su compañero...literalmente. Despacio, bajó el arco para coger una de las mantas que habían utilizado durante aquella travesía — pero tampoco podemos soltarte, dejar que te largues y cuentes todo a tus compañeros. Comprenderás que es problemático.

La muchacha puso una la manta sobre el prisionero para que no se congelase y miró a Pancho con cara de circunstancias. Le repelía aquel alemán supremacista, pero viéndolo temblar de miedo no podía evitar ver que había una persona detrás del uniforme. Como le jodía aquello. Dejarle vivo era dejar cabos sueltos y eso era algo que detestaba.

—Lo veo así: te vamos a esconder y cuando consigamos nuestro objetivo, dejaremos alguna señal que indique donde estás. Si crees en algo, reza para que lo consigamos, o lo vas a pasar muy mal antes de congelarte o morir de hambre. ¿O se te ocurre algo mejor?

Luna hizo la pregunta mirando fijamente al alemán, aunque en realidad iba dirigida a todos. No se sentía cómoda matando a gente atada. 

Asintió quedamente a Luna. No iban a matarle, no a sangre fría como harían ellos y muchos otros. Bastaba con no ayudarle, y evitar que les delatase. Si lo ataban fuertemente, y Pancho era más que capaz de doblar un árbol para evitar que respirase cómodamente, bastaría para que no diera la voz de alarma ni supusiera un problema. Y si podían salir de allí ilesos y con un nuevo plan, avisarían de su localización y listos. Que aquel hijo de Alemania se las apañara con sus superiores

-Parece que ya no importará tanto quién vaya en la moto o no, si lo que aquí el amigo Erik nos ha contado es cierto. La cuestión es que dos podrían pasar desapercibidos hasta el portón, tanto por la ropa como por las motos. ¿Cómo hacemos los demás? -se giró hacia Pancho, Jason, Arthur y Luna
De proponer una avanzadilla de asalto sigilosa, quién mejor que Arthur, eso estaba claro. Y Pancho acompañándolo. En un castillo de esas características no habría ningún dispositivo electrónico (puertas con contraseña y demás), salvo alguno que mantuvieran en el sótano para quién sabe qué, así que Jason no era del todo necesario. Y tanto Luna como ella, debían admitirlo, eran menos fuertes y capaces que Arthur y Pancho. La naturaleza era así

Pero quizá tuvieran alguna idea, o pudieran idear algún plan antes de ponerse en marcha. Como quizá distraer o reducir al grupo de vigías que pudiera verlos acercándose, y así poder reunirse de nuevo

—Te has portado bien — respondió al germano — Si tú te portas bien, nosotros nos portamos bien contigo. Te vamos a dejar atado, sólo para que no nos delates. Si alguien te encuentra, hazte el loco, ¿vale?  A nosotros no nos matarán, y a ti no te acusarán de habernos ayudado. Si nos descubren vas a tener tantos problemas como nosotros...

- ¿Estáis locos? No podéis dejarrrme aquí fuerrra atado. ¿Y si no volvéis? Ahí dentrrro os cogerrrán y acabarrrán con vosotrrros. - Dice nervioso el rubio alemán.

–Haberlo pensado antes de unirte a la Gestapo.–respondió encogiéndose de hombros. –Sí, si nos matan, nadie podrá encontrarte... Así que te conviene que estemos vivos.

Luna miró de nuevo el mapa y se lo pasó a Arthur, más tranquila ahora que había visto que su reacción era una estrategia. 

–Quizás haya alguna entrada por donde colarnos, aunque revisarlo nos llevaría días. Acercarse con las motos demasiado, será un suicidio: si nos vigilan con binoculares sabrán que han dado el cambiazo a los guardias.–no añadió más al respecto; era decisión de quiénes fuesen a correr el riesgo. Era complicado. Ella estaba acostumbrada a colarse en casi cualquier edificación, pero aquella era de lejos, la más protegida de todas. Además, tampoco podían esperar a que se hiciera de noche, tenían menos de una hora para pensar un plan.

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—¿Ves cómo era la mala? — dijo con sorna, refiriéndose a Luna; pero tomó a Janet por el brazo, alejándose unos metros, e hizo un gesto a los demás para que se acercaran y poder hablarles en voz baja.

—¿Y si le decimos que nos lleve, como si nos hubiera capturado? — preguntó —Si es listo, se hará el loco, y hasta quedará como un héroe por haber capturado a dos espías. ¿Qué me decís? ¿Creéis que le podemos convencer?

Arrugó el ceño, pensativa. No era mala idea en absoluto, ciertamente. Y por qué no, podían ir varios...

-Es un buen plan. Además si él toma las riendas, tú o Pancho podéis vestiros con las ropas del otro. Por tamaño dais el pego, y con las gafas enfundadas podríais pasar desapercibidos. ¿Qué opináis? -el plan, por lógica, debía incluirla a ella en la aventura. A fin de cuentas era la única que hablaba alemán de manera fluida, y debía vigilar que el amigo kartofen no fuera a irse de la lengua. Pero ella y quizás otro podían pasar como capturados y así serían tres. Con avisar al pobre diablo que lo estarían apuntando constantemente y que su cabeza volaría por los aires a la que hiciera o dijera algo inusual, podía colar. Eso sí, dos de ellos debían introducirse de otro modo ya que no había espacio suficiente para más

Luna resopló como toda respuesta ante el plan. ¿Pretender que aquel tipo colaborase y no les traicionase? ¡Sus compañeros deliraban! Pero la realidad es que no tenía otro mejor. Claro, que incluso si seguían ese plan, eran demasiados como para poder engañarlos. Uno fingiendo ser el otro alemán y ¿cuatro capturados? 

—Hmpfff deberíamos saber si el protocolo con los enemigos es disparar a la cabeza o apresar— dijo no muy convencida—  ¿Y cuatro prisioneros? Alguno tendrá que fingir que está herido para que sea creíble, ¿no? O eso, o hay que buscar dos formas de entrar.

Aunque sonaba a protesta, Luna haría lo que Janet ordenase; no solo porque fuese la jefa, sino porque confiaba en ella ciegamente. Ella era la persona más inteligente que conocía, y sabía que si trazaba un plan así, habría valorado los riesgos. Además, se lo debía: dejando de lado sus habilidades físicas y de supervivencia, todo lo que sabía se lo debía a ella. Finalmente, suspiró y levantó el pulgar, en señal de que se apuntaba a lo que pidiesen.

—Por cierto, Janet, ¿qué era lo que decían  cuando fingíamos ser turistas? Se te puso una cara...

—Lo malo es que el uniforme del otro está reventado — respondió, señalando con la cabeza — Yo creo que si nos lleva a mí y a otro atados y con un moratón, puede contar que liquidamos a su compañero, y que él logró desarmarnos. Con suerte, igual hasta nos encierran junto al otro prisionero que ya tienen, o cerca.

Miró alternativamente a Janet, Jason, Pancho y Luna.

—La cuestión es... ¿Quién quiere ser el otro? ¿Alquien que sea capaz de escaparse, o de entrar en los sitios? ¿Alguien que hable alemán? 

Pancho se rascó la cabeza por la parte de detrás intentando pensar algo para aportar al plan pero no se le ocurría una manera de entrar sin que los descubrieran. Tenían dos motos, un cadáver y un rehén, no era demasiado para montar un asedió pero tendrían que usar esas cosas es su favor. Se dirigió al hombre. 

-Te ataremos a una altura prudencial para que los depredadores no se te coman. Respecto a como entrar quizá podamos atar el cadáver a la moto y hacer que se estrelle con el portón y se incendie. Tenemos armas para poder abatir a los que vayan a ver que ha pasado y luego ver cómo sucede todo. No es un buen plan, pero acabaríamos al menos con un par de ellos, aunque no sabemos si liquidarán a los rehenes. Lo siento, no se me ocurre nada mejor. 

Era un plan de película, pintaba mejor en su cabeza que lo que podía ser en una situación real. Estaban en una situación complicada 

-Creo que la única que habla alemán soy yo, pero dudo que en ese ejército haya mujeres -arrugó el gesto. Que de repente el tono germano le cambiara tanto a alguien, y que su complexión pasara a ser la mitad que cuando salió de patrulla no sería muy convincente a la hora de dar el pego y pasar por un guardia. En cualquier caso tenían tiempo para decidirse. No mucho, posiblemente, pero estos tipos no saldrían a hacer la ronda y volver en diez minutos, así que aún contaban con algo de margen para planearlo

-Querían llamar a la central y dar el aviso. Por eso intenté coquetear con ellos y distraerles -respondió a Luna, con una media sonrisa. La molestia que suponía verse atraída siempre por el sexo opuesto en aquella ocasión no había resultado un incordio, y al final todo había salido bien así que no podía quejarse