Partida Rol por web

Viéndose aislado, separado de su superior, al que debe obedecer y proteger por encima de todo, Sigma exclama por debajo del sonido de la alarma:

Señor, ¡¿Me oye?! ¡¿Qué ordena?!

Esperas respuesta, pero solo consigues escuchar la alarma, crea demasiados ecos en los túneles. Al tratar de mover las rocas, comprendes que podrías causar un desprendimiento mayor sin los conocimientos necesarios.

Viendo lo imposible de la línea seguida, Sigma desaparece de la vista y decide continuar más allá de aquella puerta; puesto que no podía retroceder, avanzaría. Pero no lo haría sin prudencia. Colocándose a un lado, aún ofuscado, abrió lentamente la puerta, esperando antes de otear, no fuera que le volaran la cabeza..

Pasas cuidadosamente por la puerta de entrada al túnel con olor a combustible. No parece haber nada ni nadie por allí. Conforme te acercas el ruido de la alarma se va haciendo cada vez más y más fuerte, hasta el punto de resultarte doloroso.

Alcanzas una habitación, una caverna más bien, enorme, con un montacargas justo frente a ti. Multitud de gente confusa por la alarma se dirige hacia un túnel lateral. D una caseta iluminada, en uno de los laterales, sale un hombre que vocea varias órdenes y gesticula energicamente. Tras ello se encierra en la caseta.

Sigma aguardaba acunclillado, alerta y manteniendo su ofuscación. Ubicado nada más llegar a la caverna, no dejaba de observar por el regreso de los hombres y/o la salida del supuesto líder. No usaría el montacargas como no fuera acompañando ofuscado a alguno de aquellos desconocidos, para no alertar de su funcionamiento "sin nadie". Si mientras apagaban la molesta alarma, mejor que mejor

Sigma continuaba agazapado, oculto bajo el velo mágico de la Ofuscación y alerta a todos sus sentidos, a pesar de que el ambiente había sido desagradablemente alterado por la alarma y el combustible

¿Qué tal le irá a Don Antonio? pensó

Sigma, manteniendo su Ofuscación y procediendo con sigilo, decidió andar por el túnel que habían seguido los individuos que se alejaron.

Siguiendo a los trabajadores, alcanzas otra habitación, más pequeña con un montacargas unipersonal y una puerta, en la cual pone "sala de motores".

Las huellas se dividen en dos grupos, a la derecha el olor a combustible aumenta muchísimo. A la iaquierda escuchas muchas más voces.

Sigma, sigiloso y ofuscado se marcha en dirección al cúmulo de voces. Quizás, al atender las alarmas, le lleven hasta Don Antonio..

Sigues las voces a lo largo de un par de cruces, llegando finalmente hasta donde se detienen. El túnel se haya cortado por un derrumbamiento muy reciente.

Lo hombres allí presentes discuten como habrá sucedido aquello, quien habrá sido.
Repiten varias veces las palabras "viejo loco".

No hay rastro de Antonio.

Sigma aguardaría, escuchando a los extraños desde el privilegio de la ofuscación, y si éstos se replegaban, los seguiría

Los hombres retroceden, al llegar a un amplio cruce, desde donde vinisteis antes, aparece una mujer soldado con un lanzallamas. Se detiene y dice:

-El Sabbat ataca la central eléctrica, la cosa está muy mal.-

Todos se dirigen hacia otro túnel a toda prisa.

Sigma, Ofuscado, se dirigió sigiloso tras de ellos, a la central eléctrica. Si el Sabbat la estaba atacando, su lugar estaba allí...

Los sigues sin problemas, tras un tiempo se detienen, al parecer una extraña oscuridad bloquea el túnel....

Sigma aguardó. Aquella podía ser la firma de Don Antonio y, quizás, solo le bastaría con adentrarse en la Oscuridad, dejarse envolver y mostrarse ante los únicos ojos que allí podrian ver (los de su maestro). Más Sigma pensaba, acertadamente según él, que cabría mejor destino de aguardar a ver el movimiento de aquellos hombres armados.