Partida Rol por web

No son ratas, Balakar. Son una especie diferente. No vienen de los roedores, ¿ves sus dientes?  Son su propia rama, por decir así.  Y no, no se robarán tu comida.  La mayoría van por insectos, polen, néctar, fruta, y algunos, sólo algunos, por sangre que lamen de las heridas mientras los animales duermen.  

Hola.  Soy Zafira, de los dólmenes de Loltún.  Mucho gusto.  Ya con la pelea no tuve tiempo de presentarme bien.  -le dijo al gnomo y al humano, mientras esperaban a entrar.

  En el interior de la "Mantícora Roja" Jake esperaba a que su contratista lo llamara, al parecer había novedades y si los rumores eran ciertos, era posible que en los próximos días le volviera a tocar viajar, aunque los detalles del viaje eran una incógnita.

  Habían pasado ya unos meses desde que se había dejado caer por Saduj y el hecho de haber acabado debiendo a quien no debía acabo forzándolo a aceptar los trabajos de aquel con el que había contraído la deuda, el infame Heinrich. Aunque despiadado e implacable en sus decisiones Heinrich demostró ser un buen patrono con quienes cumplían sus encargos y el hecho de que Jake encajara en ese tipo de personas hizo que poco a poco avanzara hasta ocupar un puesto de cierta confianza. En verdad prácticamente no había nada en Saduj que escapase del control de Heinrich, sabía como extorsionar a los nobles para evitar represalias, controlaba la mayor parte de los "gremios" de asesinos y ladrones, tenía varios negocios en la ciudad cuando no extorsionaba a los que no eran suyos y dominaba las arenas subterráneas donde cada día luchadores anónimos ponían en juego sus vidas para satisfacer al público y llenar los bolsillos del organizador a través de apuestas rara vez no manipuladas.

  Y allí se encontraba ahora, esperando a que le llamaran mientras esperaba en la taberna que utilizaba como "centro de operaciones", en verdad no era la opción más discreta pero el hecho de no ocultar la verdadera función del local no era nada más que una muestra de poder para demostrar quien controlaba en verdad la ciudad. Al cabo de un rato un sonido de pasos detrás de la cortina que daba a la cocina llamó su atención.

 -Buenos días, señor O'Sullivan.- Aquella voz era inconfundible, Nimble, la mano derecha de Heimrich, comenzó a salir desde detrás de la cortina. Su tono de voz siempre expresaba cercanía y amistad, pero aquello distaba mucho de los que Sully sentía ahora mismo. Nimble se mostraba siempre como un ser anodino vestido como un monje pobre del que jamás pensarías que había hecho la más mínima maldad, pero solo con mirarle a los ojos y coincidir el tiempo suficiente con él te demostraría que todo eso solo era una tapadera. Hasta la fecha Sully no logró averiguar de que se trataban sus trapos sucios, pero siempre que le tocaba tratar con Nimble su pulso se aceleraba y entraba en estado de alerta. -O, no se preocupe señor, no es necesario que se levante, solo he venido para esperar a que llegue la visita que espera nuestro señor, Longbert ¿Lo recuerda? al parecer fue enviado a recoger algo para el señor pero debido a contratiempos, que pronto conoceremos, se ha retrasado unos cuantos días. En cuanto llegue creo que lord Heinrich querrá reunirse con vos y Longbert.- Longbert, era difícil decir el nombre de aquella víbora sin escupir al suelo, incapaz de blandir decentemente un arma pero capaz de vender a su madre si con ello sacase un mínimo provecho, solía ser utilizado como intermediario para los negocios de la casa, pero al parecer hacía cosa de dos semana se le había enviado fuera para alguna clase de encargo, por lo que creía recordar debería haber vuelto hacía casi una semana.

Estoy envuelto en mi capa, con la capucha calada para ocultar mi mirada mientras observo absorto los alrededores, cuando la druida se dirige hacia mi posición, cercana también a la del ahora silencioso gnomo. Se presenta, con corrección y cierto toque agradable en la voz. Se me hace raro encontrar gente que hable así, en las llanuras. La ciudad es diferente, está llena de gente a quien se le llena la boca de buenas maneras, aunque la mayoría sólo espera a que le des la espalda, confiado, para clavarte un puñal. Figurado o real, lo mismo da. Esta semielfa, pues es lo que parece ser, aparenta ser distinta, cordial de forma natural y sincera.

Encantado y agradecido, Zafira -Le respondo inclinando ligeramente la cabeza, echando un rápido vistazo a los alrededores antes de fijar mi mirada en ella- Todos me conocen como Aldar, diminutivo de Aldaron. -Si conoce el idioma élfico, sabrá a buen seguro que Aldaron significa "señor de los bosques", y que su diminutivo puede ser interpretado como "pequeño señor de los bosques", un nombre que entraña cierto cariño, más que respeto, por quien se lo pusiera entre el pueblo elfo- Se agradece la ayuda prestada en el camino, tampoco yo tuve tiempo de decirlo.

No le había costado mucho hacerse un hueco en aquel mundo suburbano. Era un mundo oscuro, un mundo donde los susurros y las dagas en la espalda estaban a la orden del día. Era su mundo.

Si bien era verdad que su intención inicial era ir por su cuenta, "Sully" había encontrado en Heinrich un buen patrón donde poder refugiarse y actuar con cierto albedrío.

Ese nombre imponía miedo y respeto y el pícaro sabía que nada era infundado. Aún así, alguien con los recursos de Jake Sully siempre eran apreciados en aquellos negocios. 

Su patrón le había dado un nuevo encargo y éste le había llevado a aquella taberna. Un escalofrío le recorrió el cuerpo cuando Nimble hizo acto de presencia. Aquel cerdo hacía que se le crisparan los nervios y pocas personas eran capaces de conseguir eso. No llegó a levantarse así que permaneció en su sitio a la espera de Longbert. Aquella sucia rata, lo que daría por enterrar su daga en su garganta mientras le miraba directamente a los ojos para ver como se les escapaba la vida poco a poco.

Si su patrón había mandado a Longbert seguramente el asunto fuera importante.

Claro que lo recuerdo señor Nimble. Esperemos que no haya tenido más contratiempos y llegue la mercancía sin ningún tipo de problemas.

  Nimble miró directamente a Jack y le dedicó una inquietante sonrisa. Justo después miro hacia la salida, al parecer había oído algo que había captado su atención. Seguidamente volvió a concentrar su atención en el pícaro para dirigirle unas últimas palabras antes de salir.

-Bueno, parece que Longbert y compañía han llegado finalmente, saldré a recibirlos, si no os molesta podríais esperar aquí un momento, luego nos reuniremos con Heinrich para saber las novedades.- A Sully le extraño aquello, él había sido incapaz de oír nada pese a lo calmada que estaba la mañana por aquellos lares ese día y sin embargo en cuanto el "monje" llegó a tomar el pomo de la puerta un sonido de carreta confirmó lo que Nimble había predicho justo antes.

  En cuanto Nimble empezó a acercarse Longbert hizo una señal a Asdra que de inmediato dio la vuelta a la carreta para sacar de la parte trasera una especie de cofrecillo de metal. Mientras tanto Longbert se aproximo algo dubitativo hacia Nimble que amistosamente le dio un abrazo casi fraternal para después hacer lo mismo con su otra compañera para tomar el cofrecillo. Al parecer la presencia de los cuatro había sido prácticamente ignorada mientras sucedía el encuentro dejándoles como meros espectadores hasta que aquel extraño personaje con ropas de monje pareció sentir que se olvidaba de algo y, mientras Longber y Asdra e aproximaban a la puerta, él se giro en redondo para dedicarles su atención.

-Discúlpenme, pero dónde habré dejado mis modales. Soy Nimble, ayudante de confianza del señor Heinrich, supongo que ustedes serán los valientes guardaespaldas que velaron por la seguridad de nuestros hombres.- Acompaño la última parte con una leve reverencia sin soltar las manos del pequeño cofre. -No hace falta echarle mucha imaginación para  saber que deben de haberles hecho sufrir para ganar su jornal, si me lo permiten tomen asiento en cualquier sitio de la posada y tómense la libertad de pedir lo que quieran, la casa invita. Una vez terminemos de tratar ciertos asuntes pendientes con nuestro patrón les daremos su paga para que puedan hacer cuanto les plazca.- El tono de voz que usaba de nuevo era amable y cercano pero ninguno de los cuatro pudo evitar el sentir cierta tensión en el ambiente.

  Nimble, Asdra y Longbert ya estaban a punto de cruzar la entrada de la "Mánticora Roja" y ahora tenían tiempo para meditar algo mejor sobre lo que acababa de suceder. En cuanto Nimble salió de la taberna el rostro de Longbert realmente se puso pálido, pese a lo desafiante y arrogante que se había mostrado durante todo el trayecto, incluso en las partes donde siquiera estaban seguros de poder salir con vida, aquel hombre menudo había logrado hacerlo callar por completo con un simple cruce de miradas. De hecho la tensión había estado bien presente hasta el momento en que Nimble tomó el cofre.

  Zafia miró a sus compañeros inquieta, al parecer ellos también habían sentido algo raro en la escena, por lo menos el humano y el enano lo habían hecho o al menos eso reflejaban sus caras. Pero cuando los miró con mayor detenimiento pareció intuir que solo ella había sido capaz de percatarse de aquél terror que la había invadido en el momento en que aquel hombre salió a recibirles, pocas veces había tenido aquella sensación en los bosques, pero no le cabía la menor duda de que Nimble no era lo que aparentaba, sus ojos reflejaban la crueldad de un gran depredador, como si se tratare de un lobo paseando entre polluelos indefensos. Su pulso se había disparado justo en aquel momento y parecía que Nimble lo había notado, pues justo antes de darse la vuelta la lanzó una mirada directa y esbozo una sonrisa espeluznante.

A-amigos -comenzó a decir cuando ya nadie estaba cerca para oírlos. Ese Nimble no es lo que aparenta.  Me da la sensación de que es un lobo, un depredador.  ¿Será un licántropo? 

La pregunta ahora es si nos querrá hacer algo.  ¿Nos pagarán?  ¿Valdrá la pena esperar a averiguarlo?  -reflexionaba en voz alta- No tiene incentivos a hacernos daño pues sólo lo ayudamos a conseguir algo que deseaba darle a su patrón, pero los seres crueles, como esto que percibo en él, luego no necesitan incentivos a actuar de acuerdo a su "naturaleza".

¿Y saben? Él notó que yo lo noté.  El sabe que yo se que es algo más que lo que aparenta.  Eso me dijo con la mirada. 

¿Que hacemos?

El gnomo, que sin querer parecia ser indiferente o a la vez atento, dejandose llevar por las situaciones cual arroyo caudaloso o de a ratos maravillado por la chica de magia salvaje. Cuando llega a la taberna y mira a Nimble pera luego contestar a Zafira: "Bueno, srta Zafira... El señor Nimble es bastante atento. El ataque fue una insensatez de Asdra en parte y, si Lord Heindrich no nos paga, buscaremos una mejor labor que hacer! Un gnomo estudioso de las artes arcanas y alquimicas como yo podra conseguir algo por ahí...!"

Y se pone comodo en un banco de taberna, en el cual parece un niño pequeño de 8-10 años y los sonríe simpaticamente.   "Ah, cierto! Mi nombre es Avlin, espero serles útil, jejeje!" dice riendo para hacer notar su simpatía gnoma instintiva

Mucho gusto Avlin, le hace una ligera caravana, propia de los gnomos al presentarse por primera vez.  Pero no, se equivoca usted.  Nimble trae un aura de maldad alrededor suyo.  ¿La puede detectar con alguno de sus artilugios?   En todo caso, mi experiencia de pequeña con la gente de tantos pueblos -sus padres habían sido comerciantes- y ahora con los animales, me han enseñado a notar cuando se trae hambre de atacar y comerse a otros.  

Creo que debemos sentarnos cerca de la puerta y aquella ventana, y tener a alguien con algún pretexto afuera, por si debemos salir por piernas.  ¿Explorador? -le dijo a Aldar.  Yo aquí cuido que le den justamente su parte de las monedas.  Era sincera al decir que le cuidaría sus intereses económicos, necesitados como estaban de reponer pertrechos.

Esbozo media sonrisa ante la previsión, quizás algo excesiva, de la druida. No dudo de sus palabras, y soy más que consciente de que aquí en la ciudad hay demasiado lobo con piel de cordero, pero también de que estoy demasiado cansado y habituado a estar entre lobos como para preocuparme por ello.

Aldar, por favor. Mi oficio es lo que hago, mi nombre es quien soy. -Digo quitándome la capucha, echando un vistazo rápido alrededor sin dar demasiada importancia al asunto- Demasiadas precauciones, Zafira. No acostumbro a insultar a mis patrones de esa manera ni suelo trabajar para buenas personas tanto como me gustaría. ¿Qué motivos iba a tener para atacarnos nuestro propio patrón? Pagar para hacer algo así le saldría tan caro como nuestros propios honorarios... Sentémonos en una mesa junto a una ventana amplia, desde la que podamos controlar la entrada y salida de gente, y será suficiente...

¿Acabar con los testigos que vieron esa cajita traída hasta acá?  -la vida la había hecho desconfiada.  Trató de recordar leyendas o historias que hicieran referencia a esa caja gravada, aunque los expertos realmente eran los gnomos.  Avlin, ¿ese objeto es algo que mereciera quitarnos de enmedio? 

Nerviosa, abrió de par en par la madera de la ventana.  Bueno, lo de las cuentas medio me convence, pero la dejo así por si empieza a hacer calor. -dijo.  Estaba lista para salir por ahí y cubrir la salida de los aventureros, a los que ya había ayudado antes en una situación que se les había salido de control.  Su arco descansando contra la pared, la hija inesperada de Ithildin esperaba cualquier indicio de que no estuvieran bien las cosas, escudriñando el local con sus dulces ojos color marrón.

 Cuando escucha a Zafira le contesta apresurado y sin escrupulos: "Dejeme pensar, señorita Zafira!". El gnomo pone a chocarse los pequeños pulgares mientras hacia muecas pensativas

"ese cofre tenia algo... que era? jummm...."

Trato de no distraerme con el movimiento de las festividades, pero es imposible ignorar tanto barullo, mientras nuestros "protegidos" patrones hablan con el flaco ese, yo introduzco mi dedo índice a mi oreja y extraigo una cantidad considerable de suciedad de ella.

Nos habla el tal Nimble y una sonrisa de oreja a oreja aparece en mi rostro cuando nos invita un trago de cortesía y a pasar a la taberna..... pero mis pasos se detienen para escuchar a Zafira opinar -pero a mí me parece de lo más normal- al parecer lo dije para mí porque siguen todos dando su opinión, incluso el callado Avlin habla pero sus palabras cambian mi semblante : -¿Que dices? ¿cómo que "si no nos paga"? discúlpame - me acerco a él y aprovecho la grandiosa oportunidad de hablarle a alguien mirando hacia abajo- a mi me pagan porque me pagan, JA, faltaba más, arriesgar el pellejo gratis, no señor.... sigo parloteando y alcanzo a escuchar algo de que alguien se quedaría afuera y que la ventana bla, bla,- Bah, si algo pasa pues nos "abrimos" paso con mi hacha y ya- me animo a entrar primero a la taberna esperando recibir mi paga (y esperando que los demás no me dejen solo).

Sonrío ante las impetuosas palabras del enano, cruzando una significativa mirada con la druida. Las precauciones no van con los enanos, desde luego. Y hablar de ellas delante de uno no consigue sino volverle más impaciente.

Pronto descubrirás, Zafira... -Le digo socarronamente a la druida cuando el enano entra en la taberna- ...que no hay mejor estrategia de huida que hacerse acompañar de un guerrero enano. Siempre se quedan a frenar a los perseguidores. -Digo sonriendo, antes de invitarla con un gesto a acompañarnos dentro, tras los pasos de nuestro compañero.

  El siniestro monje abandonó la posada, pareció entablar una conversación con alguien del exterior mientras la puerta de la taberna se abría para dejar pasar a Longbert y su ayudante Asdra, una joven que, según había oído, apenas había cumplido la mayoría de edad había entrado al servicio de Longbert, hasta ahora no la había visto en persona pero desde luego no estaba mal. Por desgracia aquello no tenía ningún aspecto de ser un momento bueno para bromear al respecto*. Tras ellos apareció Nimble sosteniendo alguna clase de cofrecillo metálico de forma cuadrada y poco más de un metro de lado, aquella debía de ser la valiosa carga por la que el patrón tanto había esperado, no cabía duda.

-Por favor, señor O'Sullivan síganos, el señor Heinrich también desea hablar con vos.- Nimble hizo un gesto con la cabeza para animar a Jake a seguirlos tras la barra y pasar al despacho oculto del patrón, al menos las cosas empezaban a moverse pronto.

  Pasaron tras la cortina y tras una puerta de madera descubrieron las escaleras que descendían hacia las catacumbas de la ciudad, las cuales también pertenecían a Heinrich al parecer, lo cierto era que el subsuelo de Saduj estaba plagado de túneles por los que sería fácil ocultarse en caso de necesidad, aunque también resultaba sencillo perderse si no se conocía el camino. Mientras duró la caminata el ambiente fue cambiando, la temperatura bajó y el aire se estancó volviéndose más húmedo. Finalmente el pasillo se ensanchó dando lugar a una pequeña salita, en ella estaba una puerta mucho más ostentosa y sólida de lo que se esperaría de un sitio así desde luego, Nimble tuvo que tomar el cofre con una mano mientras metía la libre entre los bolsillos ocultos de su toga para sacar una pesada llave con la que abrir la última barrera que los separaba del jefe de aquellos hombres. Antes de abrir señaló los bancos de madera que descansaban contra la pared.

-Asdra, Sully, esperen un momento aquí si son tan amables, antes pasaremos el señor Longbert y yo, prometo no tardar mucho en llamarles.-

Zafira sonrió ante las palabras de Aldar.  Bueno, así respiro más tranquila, he he.  En todo caso, prefiero quedarme afuera, esperándolos.  Los lugares encerrados no me van.  Ahi le encargo mis moneditas, si me hiciera favor. 

Buscó una posición estratégica, a rango de oír lo que dijeran sentados junto a la ventana como previsto.  Ahí sacó su cuchillo largo y empezó a limpiar el lodo del fondo de sus botas, para darles mantenimiento y que no perdieran su tracción, y sacó cuerdas y ganchos para revisarlos y acomodarlos mejor en su mochila.  Y si las cosas se ponen difíciles, les tendría una sorpresa. 

Sully no llegó a tomar asiento. Se recostó contra la pared y miró de reojo a la chica.

Era costumbre ya. Una reacción que tomaba por instinto, cubrirse las espaldas y tener todos los lados vigilados. Observó a la chica... Creo que hasta la fecha no hemos sido presentados. Mi nombre es Jake pero todos por aquí me conocen como Sully.

No sabía qué hacía allí, y eso no le gustaba. Prefería tener todo controlado pero sabía que en todo lo que Heinrich estuviera metido siempre habría cosas que desconocería.