Partida Rol por web

El laberinto del bufón

III - Hacia La Vieja Senda

Cargando editor
26/02/2016, 19:46
Freya

Tras mis últimas palabras, me puse un poco tensa, esperando lo que el explorador tuviera que decir al respecto. Sin embargo, esa tensión se fue tan rápido como vino, al ver como Aldar se sorprendía y avergonzaba; llegando incluso a taparse la cara con la mano, para después comenzar a disculparse entre risas.

Yo también reí, contagiada por su reacción, deteniéndome en ello cuando me explicó el motivo de su preocupación; pero frunciendo el ceño cuando terminó con aquella broma.

- No era eso lo que quería decir. – protesté, aún en susurros, dándole un empujón con mi hombro; antes de darle un mordisco a aquel trozo de carne curada que me había dado antes.

Lo mastiqué unas cuantas veces y tragué, antes de continuar hablando en voz baja.

- No lo sientas, me halaga que pienses que puedo encontrar a alguien que me aguante, jajaja. – bromeé, mirándole de lado con una sonrisa al cesar. – Entiendo que pensaras que pudiera ser así, ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos, pero…  Las cosas no han cambiado tanto para mí. – le dije manteniendo la sonrisa, aunque podía apreciarse algo de tristeza en mi mirada – Aldar… No quiero continuar con la misión… -añadí tras un rato en silencio, bajando aún más la voz.

Cargando editor
26/02/2016, 20:07
Aldar

Oír su risa me da más ganas de reír, aunque me abstengo de soltar una auténtica carcajada, ya que no es el momento ni el lugar. Y más aún cuando frunce el ceño con mi broma y me da un empujón, protestando.

Si supiera lo que pienso de sus caderas...

Sin embargo, dejo de reír y me afano en terminar la ración de carne, mirando de soslayo a la bárbara que dice sentirse halagada. Esta vez no río, tan sólo muestro una irónica sonrisa mientras replico.

Uh, sí, aguantarte, un duro trabajo... -Digo con sorna- No cualquiera valdría, desde luego...

Mantengo la sonrisa, pero borrando todo rastro irónico de ella, mientras habla de lo mucho que hemos podido vivir desde que nos separamos, hace tanto tiempo. No, es cierto que no se gran cosa sobre lo que ha sido su vida este tiempo. Para mí, es como si hubiera sido ayer. Quizás porque, en todo este tiempo, tampoco he vivido nada realmente interesante, digno de recordar. Datos, lugares, experiencia para el trabajo, y algunos períodos de descanso y solaz que duraban lo que el dinero invertido en ellos, antes de tener que regresar al camino. He tenido ofertas para dejarlo, es cierto, pero nada ni nadie me ha convencido de que valiera la pena, que en esta vida hubiera algo por lo que sentar la cabeza. Supongo que, en ese sentido, tampoco me diferencio de Freya. No he cambiado gran cosa desde que nos separamos.

Pero mi sonrisa se desvanece, mis mandíbulas dejan de masticar y me quedo un instante mirándola. ¿No quiere continuar? Eso es un asunto serio, muy serio, demasiado. Por eso mis ojos buscan con avidez a los otros miembros de la compañía, tratando de determinar si han oído algo al respecto, si están atentos a nuestra conversación privada.

Será mejor que me expliques eso en privado... -Digo antes de ponerme en pie, sacudiendo la parte trasera de mis pantalones- Voy a echar un vistazo al camino, antes de comenzar las guardias. Por si se ve algún fuego de campamento más atrás. -Anuncio a todo el grupo- Apenas me alejaré unas decenas de metros, ¿de acuerdo? -Miro a Freya y le propino una patada en la bota, tras coger mi arco, el carcaj y la espada- ¿Me dejas ir sólo o me cubres las espaldas?

Cargando editor
26/02/2016, 20:49
Freya

Volví a empujar al explorador con mi hombro, riendo, cuando respondió a mi broma sobre lo costoso de aguantarme. Pero tras hablarle del paso del tiempo, y hacerle aquella confesión, mi rostro no podía estar más serio; lo mismo que el de Aldar.

Para mi sorpresa, en seguida se las ingenió para que pudiera explicarle aquello en privado, informando al resto de que iba a echar un vistazo y pidiéndome que le guardara las espaldas.

- Me vendrá bien estirar las piernas. – respondí en seguida, dando otro bocado al trozo de carne y comenzando a ponerme en pie.

Al hacerlo tomé mi hacha y me volví a acercar a Aldar.

- Cuando quieras…

Cargando editor
26/02/2016, 20:58
Aldar

Aldar y Freya se alejan en la oscuridad, en dirección a la calzada real...

Cargando editor
26/02/2016, 20:59
Aldar

Camino con seguridad, guiado por el preciso recuerdo que atesoro de los desniveles del camino hasta la calzada y la tenue luminosidad que el cielo brinda bañando el camino. No llego a poner un pie sobre el propio camino de la calzada, sino que me detengo junto a éste, observando a un lado y a otro.

Ya que estoy aquí, puedo realizar la comprobación que me ha servido de excusa.

Tras observar unos instantes, me giro para encarar a Freya, con gesto preocupado, situando ambas manos en mi cinturón.

¿Y bien? -Pregunto directamente- ¿De qué iba eso? ¿No quieres seguir?

Cargando editor
26/02/2016, 21:18
Freya

Nos alejamos, alcanzando el borde de la calzada, pero no ésta. Pude ver como Aldar comprobaba el camino, poco antes de situarse frente a mí, preguntándome directamente por lo que le había soltado junto a la hoguera.

Había querido mantener aquel asunto en secreto, pero la situación se estaba torciendo tanto que no me veía capaz de continuar si no informaba sobre ello; pero no quería airear ese asunto. No confiaba en todos los presentes, y aunque Avlin y Balakar parecían tipos honrados, Aldar era el único del que tenía la certeza que me guardaría el secreto.

- Ya has oído antes lo que pienso de Heinrich, y hay razones para pensarlo, pero hay algo más. Algo más que no os he contado. – metí la mano entre mis pechos, sacando aquello envuelto en un trozo de tela. - Y me gustaría que continuara en secreto.

Me acerqué más a Aldar, con la intención de que pudiera verlo mejor, dada la escasa luminosidad.

- Pon la mano. – le pedí, colocando aquello sobre su palma cuando así lo hizo. – Es un talismán… - le dije, abriendo la tela y dejando que viera la estrella de cinco puntas. Una estrella de metal cuya peculiaridad era que una de sus puntas era más larga que las demás. – Me lo dio Nanoc, el deforme, como dice Jake…  - sonreí con desgana – Esto le hizo eso. Es un objeto de gran poder que Heinrich le encargó encontrar junto a su hermano. Su hermano no regresó… - añadí cabizbaja. – Cuando encontraron el objeto, obligó a los hermanos a un grotesco ritual para activar el poder del talismán, viéndose en la obligación de matarse el uno al otro. – le relaté, volviendo a mirarle. – Y todo para nada. Heinrich terminó olvidándose del objeto al no poder usar su poder, y ahora aquí esta… El caso es que, temo lo que ese tipo pueda pretender. Ir en busca de un simple objeto podría no ser todo lo fácil que parece. Temo por lo que nos pueda pasar, lo que te pueda pasar… - confesé, apartando la mirada hacia un lado.

Cargando editor
26/02/2016, 21:57
Aldar

Permanezco atento mientras Freya trata de explicarse. Temo que pueda tratarse de algo que le hayan hecho durante su cautiverio, algo doloroso que le cueste admitir. Y que a mí, a buen seguro, me costaría digerir. Un secreto que por supuesto guardaría, guardaré, pues ella así lo desea.

Sin embargo, frunzo el ceño al verla hurgar entre sus pechos, extrayendo para mi sorpresa un pequeño paquete envuelto en tela.

Buen escondite...

Me pide que extienda la mano y, con incredulidad, hago caso a sus palabras, aún sin comprender. Al desenvolverlo, me habla del talismán, de Nanoc y como esta cosa... no, Heinrich, cómo Heinrich le obligó a hacer... eso... Miro a Freya con la mirada descompuesta, incapaz de digerir algo tan grotesco. ¿Cómo puede alguien alcanzar cotas tan desproporcionadas de pura... maldad? ¿Y ese es el hombre que Asdra considera honorable, a su manera? ¿Qué manera es esa?

Cuanto más se sobre ese tipo, más ganas tengo de clavarle una flecha en el mismo corazón.

Vuelvo a mirar el talismán, envolviéndolo con cuidado entre las telas para que Freya pueda guardarlo. Estoy buscando una salida, la que sea, una forma de que salgamos bien de ésta. Siempre hay una, cuando no encuentras la salida es porque no la has buscado bien, no porque no exista. Pero Freya concluye su explicación diciendo algo que me arrebata todo pensamiento. Cuando explica con toda lógica que teme lo que pueda pasarnos. Sí, ahora que se lo que hay en juego, a mí también me causa temor. Pero vuelve a decirlo, personalizando exclusivamente e mí.

Teme por mí.

Me quedo boquiabierto, mirándola a la cara, ese rostro bañado por el tenue y mortecino fulgor de la luna. Sin pensar siquiera, acerco mi mano a su rostro, acariciando su mejilla.

Tantos años, y sigues siendo tan bella por dentro como lo eres por fuera... -Digo con ternura, dedicándole una breve sonrisa.

¿Cómo lo hago, Freya? ¿Cómo lo hago para librarte de todo esto?

Cargando editor
26/02/2016, 22:57
Freya

Temerosa, algo avergonzada, había decidido girar mi rostro y apartar la mirada al decirle aquello al explorador. Sin embargo, mis ojos pronto volvieron a posarse en él, aunque sólo de reojo, viendo la sorpresa en su rostro. Continuó mirándome, y entonces volví la cara hacia él, a la vez que su mano se aproximaba a mi rostro, regalándome una tierna caricia en la mejilla.

Aquel gesto, junto a las palabras que me dedicó, me dejaron helada; pero finalmente conseguí responder a su breve sonrisa con otra.

- No quiero continuar con la misión… Pero si no desistís… Seguiré adelante. – acerqué una de mis manos hasta la suya que aún sostenía el talismán, aunque ya envuelto. – Si vais necesitaréis mi ayuda, contar con mi hacha siempre será mejor que no contar con ella, además… - recogí el objeto, volviendo a guardarlo entre mis pechos – Este objeto es poderoso, llegado el momento podría utilizarlo para salvarnos. Sólo yo puedo hacerlo.

Aunque eso podría tener consecuencias...

Cargando editor
26/02/2016, 23:34
Aldar

Pierdo toda mi fuerza en un profundo suspiro, dejando caer mis hombros al tiempo que aparto mi mano de su mejilla. Me giro ligeramente, llevando dos dedos a mis sienes, con la cabeza gacha, devanándome los sesos.

Tenemos víveres y equipo para llegar a esa montaña y volver. Si abandonáramos, no creo que nos llegase para alcanzar otra ciudad importante, ni las montañas grises. Y no contamos con dinero para comprar más y abastecernos por el camino, al menos tú y yo. -Recuerdo con desgana cómo me arrebataron la bolsa en los pozos. Con ese dinero, quizás nos lo podríamos plantear. El enano y el gnomo tienen una bolsa cada uno, pero para convencerles sería necesario hacerles partícipe del problema en su conjunto. Y ni aún así estoy seguro de que dieran el brazo a torcer, al menos Balakar. Tozudos como mulas, son los enanos- Y regresar a Saduj es poco menos que... no se si llamarlo suicidio, pero le andará cerca. Maldita sea... -Lanzo un nuevo suspiro, llevándome las manos a las caderas mientras miro el cielo- Menudo marrón... Lo siento en el alma, pero nuestra mejor opción es jugarnos la carta de obtener lo que ese demonio en cuerpo de hombre desea. Eso sí, lo de no acceder a la ciudad sigue en pie, que Jake se encargue de hacernos llegar el cobro. Ya encontraremos una fórmula para lograrlo con garantías... Yo no voy a poner un pie en Saduj... -Sentencio- Y tú tampoco.

Ya has pasado por bastante entre esas murallas. Encontraremos otro lugar, con otro estilo de vida, uno en donde puedas estar a salvo y seas feliz.

Un... un momento... -Caigo en la cuenta de algo- ¿No decías que ese talismán es lo que le hizo eso a Nanoc? No, eso no. -Digo encarando a Freya, poniendo mis manos en sus hombros- No quiero que te expongas a eso, ¿de acuerdo? Por nada del mundo...

Cargando editor
27/02/2016, 00:40
Jake O'Sullivan "Sully"

Jake ayudó a terminar de montar el campamento. Después se sentó al lado de Asdra y compartió su comida con ella. Decidió guardar silencio con sus compañeros. Sabía que dijera lo que dijera lo tergiversarían para acusarle de algo, a pesar de que Consideraba que lo único que había hecho era velar por todo el grupo.

Observó a la pareja y como se perdían en la oscuridad. Miró a Asdra y negó con la cabeza. Sabía que nada bueno saldría de aquella reunión para él pero aún así no intervino. 

Pasara lo que pasara él cumpliría con la misión, su vida y la de Asdra dependían de ello. Y no tenía pensado darle la satisfacción a aquel animal de acabar con él.

Sabía que no podría contar con aquel grupo para acabar con Heinrich, quizás con el enano, que parecía tener cierta animadversión hacia su patrón y el que había expresado su deseo de llevar a cabo la misión. El pequeño Avlin también podría ser de ayuda, pero el explorador y la guerrera ya habían expresado sus pensamientos con claridad. No podría contar con ellos.

Jake arrojó distraídamente un par de ramas a la hoguera sumido en sus propios pensamientos.

 

 

Cargando editor
27/02/2016, 09:44
Avlin Tuercegris

Avlin terminó su cena mientras terminaba de narrar la historia que se había quedado a medias mientras el enano y él salían del bosque. Hablaba animadamente mientras masticaba y pequeños trozos de comida saltaban de cuando en cuando desde su boca para consternación de sus compañeros que trataban de mantener la vista centrada en otros menesteres.

Jake trataba de mantenerse ajeno a todo lo que ocurría en el campamento, seguramente pensando en la forma de recuperar la unidad del grupo, Aldar y Freya cuchicheaban por lo bajo y Balakar comía en silencio mientras hacía gestos de desesperación ante la inacabable cháchara del gnomo.

Finalmente, Aldar y Freya se marcharon a asegurar que nadie se acercaba por los caminos y Avlin decidió aprovechar las últimas horas para repasar su libro de encantamientos, recostado sobre un recio castaño centenario ligeramente apartado de la hoguera.

 

Cargando editor
27/02/2016, 11:42
Freya

Con mis palabras, el explorador se desinfló en un gran suspiro, separando su mano de mi mejilla y adoptando una pose pensativa, pero también de desespero. Comenzó a explicarme cómo era imposible tomar otra alternativa, lamentándose y maldiciendo, visiblemente inquieto. Según parecía, seguir adelante era la mejor opción, pero aun así insistió en que no pondría un pie en Saduj a posteriori, ni él ni yo. Me sorprendió aquella firme declaración, decidiendo por mí que no entraría, pero mucho más me sorprendió verme aceptando su decisión, esbozando una pequeña sonrisa en su dirección, mientras él miraba hacia otro lado.

Todo parecía decidido ya. Haríamos eso que Heinrich había pedido a Jake, esperando que no tuviera ningún plan oculto, y de ser así, esperaba que ese objeto que Nanoc me había confiado nos ayudara. Pero entonces Aldar pareció reparar en algo, volviéndose hacia mí y preguntándome por los efectos del talismán, negándose tras sujetarme por lo hombros a que hiciera uso de él.

Sonreí con tristeza ante sus palabras, sabiendo que de ver peligro no podría complacerle.

- No puedo prometerte algo así, lo siento. – agaché la cabeza – Si las cosas se ponen feas tendré que utilizarlo, no puedo dejar que os pase nada, ni siquiera a ese necio de Jake; pero mucho menos a ti. Si es tu cuello el que está en juego lo haré sin dudarlo. – volví a mirarle, con una tenue sonrisa, menos triste – No sé como funciona esta cosa, pero si tengo cuidado podría no pasarme nada aunque la utilice. Tendré cuidado, eso sí puedo prometértelo.

Llevé entonces la mano hasta mi hombro, colocándola sobre la de Aldar.

- Esta vez me toca ayudarte, como ya has hecho tu varias veces por mí. Déjame hacerlo, ¿De acuerdo? – le sonreí con ternura, continuando tras una pausa – Además, seguro que la Señora Aldar y sus pequeños me agradecen que vuelvas sano y salvo... - añadí a modo de broma, queriendo saber si él había formado una familia en este tiempo. 

Cargando editor
27/02/2016, 11:54
Aldar

Niego con la cabeza, cerrando los ojos y soltando un suspiro. No me va a conceder mi deseo, que es más necesidad que otra cosa. Maldita bárbara tozuda, ¿es que no se da cuenta de que...? No, está dispuesta a todo, sí es la forma de pensar de esta salvaje, todo o nada, en la vida como en la guerra. Es lo que me encanta de ella, pero en esta ocasión juega en mi contra.

Pues ten cuidado. -Le digo, serio, apretando mis manos en sus hombros- Ten MUCHO cuidado.

Úsalo sólo si es absolutamente imprescindible, por favor...

Sitúa una mano sobre la mía, diciendo que le toca a ella ayudarme. Mi mirada se vuelve triste, incapaz de explicarle que no me ayuda en absoluto pensar que pueda arriesgarse por mí de esa manera. Asiento con pesadumbre cuando me pide permiso para hacerlo, no pudiendo negarme ante esa tierna sonrisa que me regala. Y mi mirada se vuelve aún más triste, aunque me arranque una tenue sonrisa, cuando habla de esposa e hijos. Aparto las manos se sus hombros, del contacto de su palma, y apartando también la mirada girándome a observar el camino.

He tenido propuestas en ese sentido, no lo niego... -Prácticamente en cada período de descanso, cada vez que he podido permitirme una temporada de asueto en alguna aldea apartada. Es sorprendente, y nunca he logrado acostumbrarme, el modo en que algunos granjeros o terratenientes son capaces de ofrecer a sus hijas en matrimonio con tal de tener a un hombre joven y fuerte que se encargue de su trabajo. O el modo en que algunas jóvenes doncellas buscan una vía de escape de sus vidas desgraciadas a través de un desconocido del que quedan prendadas. Supongo que es posible que alguna de ellas sintiera algo verídico, no lo se. No importa, supongo- ...pero ninguna me interesó lo suficiente como para tomarla en serio. -De hecho, huí de ellas en cada ocasión. Cargué mis cosas en un petate, y abandoné la aldea regresando al camino sin mirar atrás- Alguien puso el listón demasiado alto... -Confieso, ruborizado, negándome a mirarla a la cara. Ya es bastante duro dejar que esto salga. Pero si no lo digo ahora, aquí oculto en la oscuridad, no podré decirlo nunca, dejaré que se pudra en mi interior y me carcoma por dentro como un mueble viejo a punto de caer por su propio peso- Con cada una de ellas, sentía lo mismo. Sus palabras eran vacías, sus caricias no me hacían sentir, sus besos no sabían a nada. Un futuro a su vera era anodino y sin fuste ninguno. Así que, ¿para qué cambiar lo que tenía? Seguí haciendo del camino mi amante... -Me encojo de hombros, mirando a Freya de medio lado, con cara de circunstancia- No he podido atarme a ninguna mujer, Freya. -Trago saliva con dificultad, volviendo mirar al camino- Porque ninguna era como tú.

Ya está. Ya lo he dicho. Al menos, si debo arrepentirme de algo, será de haberle echado arrestos...

Cargando editor
27/02/2016, 13:20
Freya

Aceptó mi determinación, aunque su triste mirada dejaba claro que lo hacía a regañadientes. Tendría mucho cuidado, tal y como me había pedido, eso era algo que sí podía hacer. La pesadumbre que irradiaba el explorador se me clavaba como un puñal en el estómago, pero haberle prometido que no me arriesgaría así habría sido mentirle. Sabía que si sucedía lo peor, poco me importarían las consecuencias de mis acciones, teniendo en mente como único objetivo el de ponerle a salvo.

Al mencionar una posible familia, su mirada pareció volverse aun más triste, a pesar de aquella sonrisa, y en seguida se apartó de mí y se giró hacia el camino; diciendo que había tenido propuestas en ese sentido. Entonces fue mi rostro el que se ensombreció, temiendo haber metido el dedo en la llaga. Su reacción me hizo pensar que lamentaba no haber podido formar una familia, más aún cuando dijo no haber encontrado una mujer que no le interesara lo suficiente. Entonces añadió que alguien había puesto el listón demasiado alto, sin tan siquiera mirarme, y la confusión se apoderó de mí.

¿De qué está hablando? ¿Acaso…? ¿Conoció a alguna mujer de la que quedó prendado? ¿O está hablando de mí?

Escuché cómo se sentía con esas mujeres que habían pasado por su vida, sin encontrar en ellas el deseo de pasar el resto de su vida juntos, temiendo un recorrido aburrido y sin emoción; por lo que la perspectiva de continuar como estaba le resultaba más apetecible. Un escalofrío me recorrió la espalda cuando me miró de medio lado, repitiendo que no había podido unirse a ninguna mujer, pero apartando la mirada para confesar la causa de esto.

Como yo… Sí que hablaba de mí…

Aquello hizo que me pusiera nerviosa, como pocas veces lo hacía, y con Aldar aún de espaldas a mí, decidí sentarme en el borde del camino. Me di un minuto, pensando en todo lo que acababa de escuchar, terminando por soltar una carcajada con gusto amargo; y procediendo de inmediato a explicar esta.

- Podría decirse que he vivido algo parecido, supongo. – apunté relajando mi risa – Seguramente no haya tenido tantas propuestas como tú, muchos hombres no me dirían que no a pasar un rato de lujuria, pero para casarse buscan otra cosa. Entre los míos la cosa es diferente. Una mujer grande y fuerte, una buena guerrera, no es ninguna amenaza a la masculinidad de su esposo, todo lo contrario. Algunos bárbaros me han apreciado en ese sentido, queriendo que diera a luz a sus hijos, pero no quise aceptar. – en ese momento se me hizo un nudo en el estómago, pero tenía que decirlo. – El olor del tabaco… - suspiré melancólica – Cada vez que sentía ese olor, buscaba con ahínco a mi alrededor, con la esperanza de que fueras tu… Así ha sido durante años. – confesé cabizbaja, temiendo que en algún momento se girara para mirarme. – N-nunca he vuelto a sentirme como en esos días que pasamos juntos. – dije a duras penas, con aquel nudo de mi estómago ya en mi garganta. – Puede que mi deber fuera casarme con un bárbaro, pero… A-anhelaba a un hombrecillo del bosque. – terminé diciendo, aun con lo que me costaba aquello, valiéndome del humor para hacerlo más llevadero.

Cargando editor
27/02/2016, 14:00
Aldar

Cuando termino de hablar, un incómodo silencio se adueña del lugar. No se donde posar la mirada: en el camino, la espesura, el cielo... Cualquier lugar menos a mi espalda, donde Freya permanece en silencio. Donde oigo el golpe seco de mi compañera al dejarse caer al suelo, sentada sin decir nada al respecto.

Parece que sí, habré de arrepentirme de esto...

Me estoy planteando decir algo, romper el silencio, disculparme por causarle esta incomodidad. No es su culpa que me sienta así, aquello fue algo sin compromiso, así lo acordamos, estábamos de acuerdo. Es culpa mía... Pero no alcanzo a decir nada, me quedo boquiabierto cuando Freya se echa a reír a carcajadas, pasmado girándome a mirarla con aire conmocionado.

¿De qué se...? ¿Qué pasa...?

Lo explica casi al instante, comenzando con unas pocas palabras que ponen mi mundo patas arriba. ¿Ha... vivido algo... parecido? Pero... ¿con quién?

Me habla de sus propuestas, de lujuria la mayoría de ellas, al menos las ajenas a su pueblo, pero más serias dentro de éste. De cómo las ha rechazado, de...

¿El olor del tabaco?

Mi corazón se acelera, mi pulso tiembla. Mi pulso nunca tiembla, pardiez, es firme como el tronco de un roble centenario, como el seno de la más robusta montaña. Pero mi mano tiembla como no lo hacia desde antes de conocer a Talaren el trotamundos.

Cabizbaja, confiesa sus esperanzas de encontrarme, durante todos estos años. Anhelando aquello que abandonamos voluntariamente, inconscientes y atolondrados como éramos a tan corta edad.

Freya...

Hombrecillo... -Repito, también con humor, caminando hacia su posición, luchando por no sonreír por fuera tanto como lo hago por dentro. Pesadamente, tomo asiento a su lado, mirando al frente, pensativo. Con las piernas cruzadas, apoyo los brazos en mis rodillas, frotándome una mano con la otra- Jóvenes y temerarios, ¿cabía esperar que no tomásemos la peor decisión en el peor momento? -Reconozco con melancolía, girándome a mirarla. Cabizbaja como sigue, acerco una mano a su rostro, tomándola de la barbilla y tirando de ella hacia arriba, dispuesto a que la reciba una sonrisa en mi rostro- Quiero pensar que estos años nos han hecho más sabios, y que sabremos corregir ese error. Yo, al menos, estoy dispuesto. -Confieso con una tierna mirada- A estar a tu lado a partir de ahora, a tener hijos juntos algún día. A recorrer a tu lado todas las tierras, o ninguna si prefieres sentar la cabeza en alguna parte. -Me encojo de hombros, sonriendo- Y a eso de la lujuria tampoco te diría que no.

Cargando editor
27/02/2016, 16:01
Freya

Levanté la mirada, tan sólo un segundo, al escuchar como Aldar repetía aquella palabra: hombrecillo. Sonreí un breve instante, pero mantuve mi mirada alejada de la suya, a pesar de haber visto que se acercaba; y de seguir viendo como sus botas se aproximaban cada vez más a mí, hasta que finalmente se sentó a mi lado.

Tras acomodarse reflexionó en alto, apuntando cómo jóvenes e inconscientes no habíamos sabido tomar la mejor decisión. Éramos jóvenes, sí, sobretodo yo; acabábamos de pasar ambos un trance terrible, apenas nos conocíamos, aunque las sensaciones hubieran sido tan fuertes… Puede que quedarnos juntos tampoco hubiera sido la mejor opción. Necesitábamos poner en orden nuestra vida, encontrarnos a nosotros mismos, como se suele decir, pero… Haber acordado un punto de encuentro o una forma de comunicación habría cambiado mucho las cosas. Pero en aquel entonces, ni siquiera pensé en algo así, no quería pensar en algo así. Acababa de quedarme sola en el mundo, y lo último en lo que pensaba en aquel entonces era en tener a alguien a quien también pudiera perder. Apenas sabía nada de la vida aún…

La mano de Aldar en mi rostro me sorprendió, provocando que le mirara, mientras dejaba que girara mi rostro hacia él. Me quedé mirando su sonrisa, esa que a menudo solía mostrar al bromear, pero ahora se veía diferente; como hacía tiempo no la veía. Sus palabras hicieron que no tardara en mirar a sus ojos, no sin antes recorrer ese rostro que solía cubrir. Mi boca se abrió inevitablemente por la sorpresa, al escuchar cómo estaba dispuesto a corregir aquel error, enumerándome a continuación, con una embelesadora mirada, todo aquello a lo que estaba dispuesto.

En ese momento no sólo me quedé petrificada, sino que una vorágine de sentimientos empezó a atacarme la razón. Me sentía inquieta, vulnerable, pero también emocionada. Hacía tiempo que había perdido la esperanza de volver a toparme con él, el mundo era muy grande, demasiado. Y ahora, ahí estábamos, revelando cómo habíamos vivido la ausencia del otro bajo la luz de la luna, deseando recuperar el tiempo perdido.

Terminó encogiéndose de hombros, bromeando acerca del tema carnal. Aquello hizo que yo también riera, relajándome un poco, pero sólo lo justo.

- Supongo que ya no merece la pena pensar en el pasado, lamentarse por lo que no fue y pudo ser, pero pensar en el futuro… Ahora mismo me resulta complicado, lo siento. – le dije con cruel sinceridad. – Con el panorama al que nos enfrentamos, prefiero pensar en el presente. – me giré hacia él, agarrando su mano, la que tenía sobre mi rostro. – Pero cuando esto termine… Podremos hacer los planes a largo plazo que quieras. Todos los que quieras. Hasta esos que incluyen lujuria… - sonreí con picardía, sin poder apartar mis ojos de los suyos.

Cargando editor
27/02/2016, 20:50
Aldar

Lo cierto es que esperaba otra cosa. Probablemente extasiado por la emoción del momento, me he dejado llevar hablando de futuros deseados, creyendo en mi inocencia que Freya desearía hablar de ello también. Pues ¿qué es el futuro sino esperanza? ¿Y acaso no nos merecemos un poco de esperanza? Sobre todo ella, ella más que nadie...

Pero dice no querer hablar de futuro, que prefiere centrarse en el presente. Desilusionado, atenuo mi sonrisa aceptando tal decisión, aparcando las ilusiones tanto tiempo olvidadas hasta una ocasión más propicia.

Estoy a punto de apartar mi mano, cuando noto la suya sobre ella. Se gira hacia mí, augurando un momento en que podamos hacer esos planes, todos ellos, incluyendo incluso con picardía los de naturaleza carnal.

Pienso tomarte la palabra, Freya. -Le digo igualando la picardía de su sonrisa, girándome también para quedar frente a ella, con nuestras manos unidas- CUAN-DO salgamos de esta, ¿vale? -Porque vamos a salir, no voy a permitir que nada ni nadie me arrebate esto.

Apretando su mano con fuerza, permanezco unos largos instantes mirando a Freya a la cara, hasta recordar que debo centrarme en la misión, en salvar nuestros culos. Tiene que haber algo, alguna manera. Miro al suelo, pensativo, pero no parece que haya muchas opciones.

No va a ser fácil, de todos modos. -Comienzo a elucubrar- Contar con que nos pague y perdone el delito que nos achaca es una opción arriesgada... -Tuerzo los labios hacia un lado, pensativo. Vislumbro otra opción, no menos arriesgada pero sí algo más complicada- Hay... otro camino, pero tampoco es mejor. Si ese hijo de puta decidiera jugárnosla, incluso aunque no estemos en la ciudad y lo pague con Jake y quien le acompañe, sus agentes nos perseguirían. He conocido a varios cazadores de recompensas en mi vida, algunos de ellos podrían haber sido exploradores si hubieran querido. Cuando tienes gente así tras de ti, ya nunca puedes parar de moverte. Nunca más puedes vivir tranquilo. -Digo con un reniego- Pero también podemos jugárnosla... al contrario. -Lanzo un suspiro, volviendo a mirar a Freya a los ojos- Podemos matarle.

Lanzo el proyectil sin tapujos, con un triste brillo en la mirada. Tan claro es que tengo un plan al respecto, como que no me gusta del todo. Ni ese plan, ni su alternativa.

Cargando editor
27/02/2016, 23:38
Freya

Mi pícara sonrisa fue respondida con otra por parte del explorador, admitiendo que me tomaba la palabra. No esperaba otra cosa, así que continué sonriendo, viendo como se giraba hacia mí, con nuestras manos aún unidas. Remarcó entonces que retomaríamos esos planes cuando todo aquel entuerto acabara, dejando claro que iba a acabar, que saldríamos de aquella indemnes. Así quería que fuera, y deseaba que ese momento llegara, aunque no lo veía tan claro.

Aldar apretó mi mano, quedándose mirándome durante unos instantes, consiguiendo que incluso me ruborizara. Aun así no aparté mi rostro, esperando algo que no habría de llegar, todo lo contrario; el explorador retomó el tema de la misión y Heinrich.

Comenzó a señalar la dificultad de todo aquello, aun logrando llevar a cabo la misión. Según Aldar, si aquel despreciable ser se empeñaba en continuar achacándonos aquellos delitos, daría igual que no nos atraparan en la ciudad, ya que podía contar con hombres capaces de perseguirnos hasta los confines de la tierra. Y nunca más vivir tranquilos.

Apreté los labios con frustración. Ni siquiera sabíamos exactamente que era lo que sucedía, pero con los datos que teníamos… Podía darse la peor de las posibilidades. Entonces Aldar añadió algo más, dejándome confusa.

¿Jugárnosla al contrario?

Tras un suspiro, devolvió su mirada a la mía, proponiendo matar a Heinrich. Aquello me sorprendió viniendo de él, una cosa era matar en batalla, cuando tu vida estaba directamente en juego, y otra hacer algo así. Yo tenía motivos de sobra para querer matarle, después de todas las vejaciones sufridas durante mi cautiverio, pero, ¿Y él? ¿Tan pocas opciones había de huir donde no pudieran encontrarle?

- ¿Tan difícil sería librarnos de él? Por lo general, creo que no pasas mucho tiempo en el mismo sitio. ¿Realmente sería tanta la amenaza? No me malentiendas, tengo motivos de sobra para querer acabar con ese tipo… - agaché la mirada un momento, pensando en lo padecido. – Pero quiero que estés seguro antes de mancharte las manos. De todos modos, tampoco sería fácil llegar hasta él. No conozco a la gente a su servicio, pero ese Nimble… Él sólo ya podría detenernos, hizo que cayera de rodillas sin tan siquiera inmutarse, es un demonio… - dije con desprecio. – Quizás deberíamos intentar averiguar algo más sobre Heinrich, si no es mediante Jake, quizás a través de esa compañera vuestra… O Asdra. Algo me dice que calla demasiado.

Me mantuve en silencio un momento, dejando que Aldar pudiera pensar en ello y responderme algo al respecto si así lo creía oportuno. Entonces retomé la palabra, siendo yo ahora quien apretaba su mano.

- Sé que no soy muy buena con las palabras, quizás debí expresarme mejor. – le solté de repente, dejándole seguramente desconcertado. – Pero cuando decía que prefería pensar en el presente, me refería a este preciso momento, no a la misión. Tu y yo, aquí y ahora… - me acerqué a él, cerrando un breve instante los ojos mientras aspiraba su aroma a madera y tabaco. - ¿Vas a besarme de una vez? ¿O voy a tener que golpearte? – le espeté al abrir los ojos, dedicándole después una descarada sonrisa.

Cargando editor
27/02/2016, 23:51
Aldar

Puedo percibir la confusión en la expresión de su rostro. Hace no mucho yo mismo proponía como opción salir corriendo, alejarnos lo más posible, y ahora me planteo esto otro. Pero cuanto más lo pienso, más convencido estoy de que ese Heinrich es un demonio en forma de hombre, con una maldad que no nos permitiría librarnos de él. Y no es eso sólo, es que se me ha ocurrido un camino. Sin embargo, Freya no parece muy convencida.

No paso mucho tiempo en el mismo sitio, Freya, pero porque me gusta moverme, porque es mi oficio. -Reconozco, con gesto de circunstancia- No por obligación, no por temor a que haya alguien siguiendo mis huellas. Eso no es vida, no la quiero... -Aparto la mirada un instante, ruborizado- ...ni para mí, ni para ti. -Y menos aún, si eso llega a condicionar cualquier plan de futuro que queramos hacer. No estoy dispuesto a dejar tanto poder sobre nuestras vidas en manos de ese desgraciado- Mis manos nunca estaría sucias por matar protegiendo lo que más quiero. -Sentencio.

También plantea la dificultad de acometer algo así. Es curioso el modo en que, entre las opciones que baraja para mejorar nuestras posibilidades, se encuentre precisamente la que yo estoy valorando. Por eso sonrío cuando lo dice, con un destello de satisfacción.

Zafira. -Digo su nombre, otorgándole importancia para nosotros dos- En el bosque les decía a Balakar y Avlin el modo en que Heinrich estaba machacando al pueblo por toda la región. Se separó de nosotros en la posada, al llegar, tras hablar con un tipo, no recuerdo su nombre, pero alguien que parecía conocer muy bien la situación de la ciudad. No le di importancia entonces... -Reconozco, encogiéndome de hombros- Ahora, de repente, es su mayor detractora. Zafira sabe algo, y creo que conoce a gente. Una... no se, ¿resistencia? Gente que se opone a Heinrich. Saduj es una ciudad grande, tiene que haber algo así, detractores del régimen. Si logramos su apoyo, todo sería mucho más sencillo. Nimble no estaba cuando fuimos a hablar con Heinrich, dudo que esté para recibirnos cuando acudamos a entregarle su "paquete". Sólo haría falta una distracción, algo que le hiciera prescindir de una pequeña parte de su guardia o al menos le hiciera descentrarse lo suficiente, un ataque a su base quizás, y podríamos acabar con él antes de que se diera cuenta. Estoy seguro de poder traernos a Balakar de nuestro lado, y seguramente a Avlin. Jake y Asdra... no lo tengo claro. Y una vez muerto... ya sabes lo que dicen, "descabezada la serpiente colea, pero ni muerde ni envenena". Si el jefe muere, sus soldados saldrán corriendo... espero. -Tendría que hablar con Zafira de ello, pero supongo que habrá oportunidades durante el camino. Después de todo, dijo que iba a permanecer cerca nuestro...

Al terminar de exponer mi plan, o al menos el porcentaje de plan que tengo materializado de momento, siento cómo Freya aprieta mi mano, hablando de su falta de habilidad con las palabras. La miro extrañado, confuso, con el ceño fruncido, mientras me confunde aún más ver cómo me suelta. Me habla del presente, de lo que quería decir al hablar de ello. De ahora, ahora mismo, aquí y ahora, y alzando las cejas, boquiabierto, la veo acercarse más y aspirar mi aroma con los ojos cerrados, hasta que los abre y me suelta esa pregunta. Parpadeo, más que sorprendido, y sonrío. ¡Seré idiota!

No es que no aprecie tus bruscas caricias... -Digo acercándome más, con mis labios casi rozando los suyos mientras mi mano acaricia su mejilla avanzando hacia su nuca. Me detengo, postergando este momento tantos años anhelado, sintiendo el calor de su aliento en mi rostro, compartiendo el mío también con ella- ...pero prefiero la primera opción, si no te importa. -Y la beso, primero suave y seguido apasionadamente, dando rienda suelta a través de mis labios a todo eso que perdí aquella mañana lejana, cuando dejé escapar a quien, evidentemente, era el amor de mi vida.

Cargando editor
28/02/2016, 02:57
Freya

Aldar me explicó cómo su hábito de moverse continuamente se debía a que era algo que le agradaba y que su oficio requería, no queriendo hacerlo por motivo distinto a esto. Dijo que aquello no sería vida, teniendo toda la razón, señalando que no era lo que quería para él, pero tampoco para mí. Apartó la mirada justo antes de decir aquello, haciéndome esbozar una sonrisa ante sus palabras y su gesto, pero quedándome boquiabierta al escucharle decir abiertamente que era lo que más quería, estando dispuesto a matar para protegerme. Mi corazón comenzó a latir con fuerza, como si de repente me diera cuenta de lo seria que se había vuelto toda esta situación entre ambos. Era algo que había permanecido latente mucho tiempo y ahora empezaba a emerger a pasos agigantados.

Escuché con atención todo lo que planteaba respecto a actuar contra Heinrich. Me habló nuevamente de Zafira, que era como se llamaba la mujer, planteando que quizás existiera un bando opuesto al de Heinrich que pudiera estar dispuesto a colaborar. También planteó la necesidad de crear una distracción, relatando parte de un plan, y mencionando los compañeros con los que creía podríamos contar. Fui asintiendo a cada idea y comentario, creyendo que estaba en lo cierto. La verdad es que lo que planteaba tenía sentido, pero antes hacía falta obtener toda esa información. Admiraba la forma en que era capaz de esbozar un plan en tan sólo segundos. Yo no era capaz de nada parecido, lo mío era encarar lo que fuera a golpes, simple y llanamente; tramar tan elaboradas estrategias era algo que hacía en muy contadas ocasiones.

- ¿Te das cuenta de que hace un rato estabas negándote a participar en esa lucha y ahora tratas de encabezarla? ¿Qué ha pasado para dar ese cambio? – le sonreí burlona.

Al acercarme más a él, y pedirle un beso con descaro, bromeó sobre mi comentario de golpearle; siendo él el que se aproximaba todavía más. Ni siquiera pude replicar, con sus labios casi rozando los míos y sintiendo la calidez de su aliento, me quedé quieta; estremeciéndome al sentir su ruda mano acariciar mi mejilla de camino a mi nuca, intuyendo lo que se avecinaba. Entonces me lo confirmó de palabra, besándome después de forma lenta y dulce, arrancándonos tras ello a hacerlo de forma más apasionada.

Mientras nuestros labios se acariciaban mutuamente, mis brazos también buscaron su cuerpo, su espalda, su nuca; aferrándome a él, temiendo en el fondo volver a perderle. En medio de los apasionados besos, casi salvajes, terminé empujándole hacia atrás, obligándole a tenderse sobre la hierba.

- Las Montañas Grises… - susurré al separar mi boca de la suya un momento, pero sin soltar su pechera. – Si volvemos a separarnos, nos encontraremos allí. – señalé, exponiendo con ello mi miedo, tras lo que me lancé de nuevo a sus labios, de forma más que desbocada.