Partida Rol por web

El laberinto del bufón

IV - Mucho más que un secreto

Cargando editor
01/02/2017, 13:59
Guardia de Venatus (Sargento)

Mierda... - Maldijo varias veces. Contrariado por una información que quedaba muy lejos de aquello a lo que estaba acostumbrado en el día a día, el sargento pasaba su mano enfundada en un tosco guante de cuero por su brillante calva, empapada por el calor y por el agobio por un mar de sudor.

En su cara se leía a la perfección la imperiosa necesidad de querer quitarse aquel problema de encima cuanto antes y lo más fácil era traspasándolo a su inmediato superior en el escalafón. - Está bien, está bien. - Prosiguió conversando consigo mismo. - Se lo diré yo al capitán y... - Fue entonces cuando reparó de nuevo en Balakar y Zafira.

Bueno, habéis hecho lo correcto, sí. - Dijo tras carraspear un par de veces y recuperar en parte la compostura. - Olvidaos de esto...yo me encargo. Eso sí, no vayáis soltando lo que me habéis contado a los cuatro vientos. No quiero que cunda el pánico. - Guardó silencio unos instantes.

Imagino...que querréis un pago por esto, ¿no? - Preguntó enarcando una ceja y mostrando cierto desprecio por lo que acababa de decir.  

Cargando editor
01/02/2017, 14:57
Zafira 'Ithildin

 

La elfa lo miró atenta, escudriñando sus razones para encargarse del tema a partir de ahí. 

Ningún pago, gracias.  Todo es por ayudar a mantener sanos y salvos a la gente de la región.   Avisados estaban, y ya se encargarían los albañiles y el mayordomo en repartir a su ritmo esta información también.  Claro, si de esta caseta, o de la casa de Lord Plau, no fluía información y respuesta, eso ya les diría algo sobre quienes estaban dentro de la conspiración.  

Vamos adentro a acabar bien con la venta.  Con su permiso.  Y se despidió con un gesto amable del resto de los guardias, incluyendo aquel deshidratado jovenzuelo.  Ciao. Cuídense.

- Tiradas (1)
Cargando editor
02/02/2017, 01:45
Freya

Arrugué la nariz, mirando de soslayo a Aldar al llegar a mis narices aquel hedor a sudor y al más barato de los vinos. Procuré no tardar en cambiar mi gesto, no queriendo que el hombre lo percibiera, aunque dado su estado y el hecho de que ni siquiera conseguía abrir del todo los ojos, dudaba que eso sucediera.

Su voz también dio cuenta de su embriaguez, aunque al menos se acordaba de Corum. Al ir a inspeccionar el material se tambaleo, haciéndome alargar mi brazo rápidamente temiendo su caída, mas en seguida se recompuso, preguntado si queríamos vender para acto seguido hacer alusión a aquellos fantasmas.

Enarqué una ceja de forma más que notable, girándome para lanzar una significativa mirada al explorador, que había preferido mantenerse en un segundo plano; aunque a buen seguro estaría poniendo atención a todo lo que acontecía. Me hizo entonces un claro gesto para que intentara sonsacar al tendero, mientras este daba la vuelta al mostrador con más habilidad de la esperada y sin dejar de retrucar sobre aquellos supuestos fantasmas.

- ¿Reventar? ¿Tanto le han robado? – pregunté apoyándome contra el mostrador, a su lado, y cruzando los brazos mostrando interés por su historia. – Me pregunto qué clase de cosas roba un fantasma… ¿Hace mucho que le sucede eso, buen señor?

Cargando editor
02/02/2017, 08:19
Balakar

Mientras el sargento mascaba su respuesta, maldiciendo y renegando, tratando de averiguar qué estaba pasando, le dediqué una mirada un poco más pausada al cuarto de guardia. La mampostería era tosca y funcional, a la práctica manera humana. Las armas del armero también parecían más funcionales que otra cosa. Todo normal.

Por fin, el sargento se decidió y tragó, aceptando las palabras de Zafira como prueba de la necesidad de investigar aquellas evidencias presentadas.

Sin embargo, no pudo evitar caer en la tentación de ofrecernos un recompensa. Lo dijo de tal manera que dejó claro que hiciésemos lo que hiciésemos, a sus ojos íbamos a ser poco más que aprovechados humanoides.

Zafira se negó a aceptar algo más que el frío agradecimiento del sargento, queriendo apresurarse a cumplir los mandados pendientes. Me pasé la mano por la cara, molesto. Habíamos informado porque debíamos hacerlo. Pero era consciente de que un puñado de monedas nos vendría muy bien para comprar equipo y provisiones para el viaje.

"Pero que me maldiga si acepto limosnas de este amargado." - Quizás sea verdad eso que dicen de que los elfos beben rocío y se alimentan de tréboles de cuatro hojas.- Rezongué cerca del sargento, tan pronto pareció que la mujer elfa no me oiría.- Pero servidor come y bebe, así que aceptaré gustoso lo que consideres oportuno, sargento.- Metí los pulgares dentro del cinturón, mirando al humano con mi mejor cara de piedra.

Cargando editor
02/02/2017, 19:33
Asdra

Reconfortados por la Bendición del Señor del Horizonte emprendieron el camino que les haría llegar hasta reunirse con sus compañeros en la tienda de suministros. Asdra estaba deseosa de comunicarles el descuento que habían logrado sobre los productos del templo y no veía el momento de volver a ver sus caras. Con noticias como aquella podrían relajar el tenso ambiente. Al principio el camino fue un lujo, descansados como estaban, disfrutando de los ruidos y gente de la ciudad. Para ninguno de los tres podía ser algo extraño. Sin embargo, poco a poco, avanzar estaba volviéndose más pesado. Los asentamientos de gente tenían cosas buenas y cosas malas y estaba claro que ir con cara de forastero por ahí era un incordio.

- No, gracias.- Contestaba educadamente Asdra a zapateros, alfareros y demás comerciantes, tratando de no perder la expresión de dulzura en su rostro. A veces se encogía de hombros y, aunque el producto le gustaba, hacía el gesto de tener el saco de monedas vacío. Cuando por fin pasaron esa vorágine fue el hombre que les ofrecía un carro y que hedía a una mezcla de alcohol y sudor el que cambió la expresión del rostro de Asdra a una de preocupación. Reconocía ese hedor típico de los clientes de la Teta de la Loba. Pero, ¿por qué les abordaba de esa manera?

- No-no gracias.- Dijo tratando de conservar la calma y escudándose en Jake.

Cargando editor
04/02/2017, 01:52
Guardia de Venatus (Sargento)

Aquella sonrisa de medio labio que el sargento dedicó a Balakar fue tan forzada como los movimientos de éste por alcanzar la bolsa de cuero que le pendía del cinturón.

Toma...por las molestias. No os las gastéis todas en la misma tasca. - Comentó con desprecio a la vez que soltaba sobre la mesa quince piezas de oro, más que suficiente para pasar unos días en las mejores posadas de la villa disfrutando de todos los placeres de que disponía ésta. El hecho de que se desprendiese de aquella nada desdeñable cantidad de monedas no podía significar otra cosa sino que él esperaba obtener un beneficio mucho mayor como poseedor de tal información.

¡Seam! - Llamó la atención de uno de los dos soldados que había abandonado la estancia momentos atrás. - Coge a uno de esos, - ordenó con desdén refiriéndose a alguno de los soldados más jóvenes - e id a caballo a este punto de la Calzada, cerca de la granja del bruto ese. - Dijo tendiéndole el  boceto garabateado con la ubicación de las huellas. - Aquí nuestros «amigos» dicen que han encontrado huellas de ogro. Confirmádmelo y no volváis hasta que os hayáis dejado los ojos en examinar cada palmo de terreno hasta ver si son ciertas sus palabras. ¡Vamos! ¿A qué esperas? ¡Los he visto más rápidos! - Atropelladamente, el soldado se cuadró, hizo un torpe saludo y salió corriendo a cumplir las órdenes del sargento.

Aunque éste no habría pagado a Balakar de no haber creído firmemente que Zafira estaba en lo cierto, con una confirmación oficial de uno de sus soldados era evidente que pretendía eliminar de su historia cualquier mención a los dos recién llegados; así todo el mérito, a vista de sus superiores, sería para él por su iniciativa a la hora de utilizar sus efectivos para patrullar los caminos. 

Notas de juego

Balakar, puedes apuntarte 15 p.o.

Si vais a ir hacia los Suministros Pateacaminos, me vale con que uno de los dos me lo confirme por el off y os escribo otro post para llevaros hacia allá.

Cargando editor
04/02/2017, 02:47
Bloermund Hulmenar

Bloermund asentía una y otra vez mientras acariciaba el saco con las pertenencias de los compañeros destinadas a la venta. ¿Que sif tanto? ¿Que fif tanto? - Masculló al fin con rabia contenida, alimentada ésta por el vino que caldeaba sus sangre. ¡Cargamentof enterof! - Gritó alzando los brazos hacia el techo como un resorte, hecho que provocó que las muletas acabasen cayendo al suelo a ambos lados suyo sin que el tendero pareciese reparar en ello.

¡Pero no me creeeen... ! - Exclamó a continuación, desgañitándose y echando medio cuerpo encima del mostrador a la vez que alargaba el cuello en dirección a Freya. Fuera de sí pero sin que resultase una amenaza para la imponente mujer o su acompañante, Bloermund gesticulaba alocadamente, tratando por todos los medios de subirse encima del mueble de madera . Desquiciado, aquella era la misma imagen de alguien que había perdido la cabeza por completo.

¡Son los fantafmaf de mif enemigof! ¡Todosss lof que maté se...se...se cobran ahora su venganza! - Prosiguió, manteniendo el equilibrio a duras penas cuando consiguió subir una pierna y quedar tendido sobre el mostrador en una posición indecorosa. - Los carros llegan. Sí...llegan. Sí...sí… Los descargamos mi sobrina y yo...Elmyra lo sabe bien... y por la noche… las sombras aparecen. - Por primera vez, al hallarse presa de aquel febril arrebado, Bloermund consiguió abrir los ojos completamente, lo que permitió a Freya distinguir incluso en aquella penumbra las venas enrojecidas que surcaban cada globo ocular. Los ojos del antiguo aventurero se movían a toda velocidad de un lado a otro, escrutando cada rincón, siguiendo con ellos cuerpos inexistentes que a su entender volaban por el local.

¡Semanas! ¡Desde hace semanas me persiguen! ¡Pero no acabaréis conmigo! ¡NOO! - El espectáculo al que ambos compañeros asistían como testigos era lamentable. Corum probablemente no estaba al tanto de la situación en que se encontraba su amigo, pues de ser así al leñador no se le habría escapado que su amigo actuaba como un completo demente.

¿¡DÓNDE ESTÁ MI VINO!? ¡MI VINO!

Notas de juego

Dejadme tiradas de escuchar en oculto.

Cargando editor
04/02/2017, 06:45
Aldar

Tuve que separarme de aquel mueble, contemplando atónito el grado de demencia que mostraba aquel viejo. Nunca había visto nada igual. Relataba el modo en que su mercancía desaparecía, en ingentes cantidades. ¿Cargamentos enteros? Eso era mucho material desaparecido, demasiado. ¿A dónde iba todo ese equipo? No es que no creyera en fantasmas, tenía que los muertos sin reposo existieran, y de hecho era ese temor el que me impulsaba a tomar precauciones de cara a nuestra incursión a esas ruinas. Pero que los fantasmas de las víctimas de aquel hombre le persiguieran para hacer desaparecer la mercancía de su negocio...

No, aquello no me encajaba.

Tomé nota de aquel nombre, Elmyra. Su sobrina le ayudaba a descargar el material. Testigo o sospechosa, cualquier cosa era posible. En cualquier caso, seguro que podría aportar algo de claridad a aquel misterio.

¿Sombras...? -Murmuré, acercándome más, intercambiando una suspicaz mirada con Freya- ¿Ha llegado a verlas? -Le pregunté directamente.

Sin embargo, el modo en que sus ojos enloquecidos recorrían el lugar, como siguiendo a figuras invisibles de un lado a otro, me disuadió de continuar con aquellas preguntas. ¿Qué más daba si las había visto? Ese hombre tenía todo el aspecto de ver lo que no estaba realmente. Alcé la vista al techo del establecimiento, tratando de comprobar si había una techumbre de vigas donde poder encaramarse para obtener una perspectiva completa del lugar. Tuve que prestar atención de nuevo al comerciante, que gritaba desde su intento fallido de encaramarse al mostrador que llevaba semanas soportando aquella situación. Agaché la mirada, golpeando el suelo con el tacón de la bota, preguntándome si habría algo debajo. Un almacén, una bodega... un pasadizo que llevase a otro lugar, por el que alguien pudiera acceder y salir sin ser visto. Entonces Bloermund comenzó a preguntar y exigir por su vino. Lo último que quería es que ese viejo bebiera más aún, de modo que empecé a buscar con la mirada por si había alguna botella o pellejo a la vista, dispuesto a saltar el mostrador si era preciso para retirarlo de su alcance.

Bloermund... Si nos ocupásemos de su problema, de esos... fantasmas... -Dije con cierto desprecio ante aquella palabra en concreto, convenciéndome de que no serían tales- ¿...puedo suponer que nos retribuiría en justicia? -Le pregunté abiertamente, rascándome el mentón- Hemos de emprender un viaje, y vamos cortos de equipamiento y efectivo. ¿Un favor por otro? -Propuse, alzando una ceja.

- Tiradas (1)
Cargando editor
04/02/2017, 12:15
Suministros del Pateacaminos

Notas de juego

Suministros del Pateacaminos:

Dada la fachada del edificio tiene que haber otra planta por encima de la tienda, probablemente utilizada como almacén o vivienda.

Hay una puerta cerrada en la esquina más apartada.

Cargando editor
04/02/2017, 15:18
Avlin Tuercegris

- Hola desconocido- saludó Avlin jovial- como te ha dicho mi compañera, lo cierto es que en este momento no tenemos interés alguno en una carreta. Gracias por el ofrecimiento.

La actitud del gnomo era abiertamente agradable pero, en su interior, a Avlin le habían saltado todas las alarmas. No le gustaba nada aquel tipo, no sabía porqué, más allá de que su aspecto y su hedor fueron un poco más allá de lo permisible a aquellas horas de la mañana.

Cargando editor
04/02/2017, 15:18
Zafira 'Ithildin

 

Zafira se fué a vender sus pociones y remedios al mercado; quizá alcanzaría a ver a algunos de sus amigos que llamaban a esta ciudad su hogar.  Balakar, ¿vienes, o te adelantas a los pateacaminos?  Yo ando bien aquí, le dijo.

Por cierto, ¿notaste cómo nos miró aquel mayordomo?  No supe que había detrás de su mirada.  Curioso. Se quitó un poco de la borrita que se le acumulaba siempre en la punta de las orejas a los elfos.   Bueno, a vender estos hierbajos.  Echó la druida su bulto de menjurjes a la espalda, ya dispuesta a caminar hacia donde se dirigía la gente a su compra-venta diaria.  

 

- Tiradas (1)
Cargando editor
04/02/2017, 16:08
Balakar

Recojo la bolsa de monedas con un gesto rápido, sopesando su peso para estimar el grado de agradecimiento del sargento de guardia y esforzandome por ignorar la chanza sobre las tascas.

"Podría haber sido peor... Podria habernos dado un chusco de pan y una bota de vino avinagrado..."

Salí sin despedirme, dejando al futuro heroe de Venatus impartiendo ordenes y ganandose un ascenso. Záfira ya se ponía en marcha, con paso vivo y alegre, así que me apresuré para alcanzarla. Su propuesta me dejá momentaneamente asombrado y pierdo el paso, haciendo que tuviese que volver a trotar hasta ponerme a su altura.

- ¡¿Qué?! ¿Y que la pelirroja me lo recuerde durante toda su vida?... No, gracias. Tendras que cargar conmigo, hija de los bosques.- Rezongué, lanzandole una torva mirada.- ¿Como? ¿El mayordomo? No me fijé especialmente... Con el tiempo te acostumbras a que todos los humanos te miren igual.

"Como algo que no es suyo. Extraño. Ajeno a ellos. Somos sus chivos expiatorios favoritos."

- ¿Crees que tramaba algo? La gente con poder no es de fiar... Ya sabes el problema que tenemos con Heimlich...- Estaba claro que todo aquel asunto apestaba. Y las incusiones ogras podrian suponer la guinda de un pastel lleno de gusanos y cucarachas.- Venga, vamos. Intentaré no molestarte en tus tratos comerciales.

"Con suerte, encontraré un sitio a la sombra para hacer tiempo mientras Zafira vende sus cosas."

- Tiradas (1)

Notas de juego

Ok. Me apunto las monedas.

Cargando editor
05/02/2017, 15:15
Freya

Mi pregunta acerca de si tanto era lo que le robaban pareció despertar algo en el ebrio hombre. La impotencia que aquella situación le generaba se convirtió en una rabia que dejó escapar primero entre dientes, para después hacerlo incluso alzando sus brazos. Miré incrédula como sus muletas caían sin que Bloermund ni siquiera reparara en ello. Iba a agacharme a recogerlas cuando el tendero comenzó a lamentarse a viva voz, echándose sobre el mostrador y alargando el cuello en mi dirección. Tuve que ladear mi rostro con disimulo ante aquel olor a alcohol que se volvía entonces más intenso.

Tirado sobre el mueble, comenzó a relatar los pormenores de la rocambolesca historia, en la que los fantasmas eran sus antiguos enemigos y la mercancía que descargaba con ayuda de su sobrina desaparecía al aparecer unas sombras por la noche. El papel de la sobrina en todo aquel asunto parecía más que sospechoso, pero aún era pronto para concluir nada.

Aldar terminó por acercarse más, preguntando por aquellas sombras, mientras los inquietantes ojos del hombre se movían sin parar escrutando la tienda. Su incoherente discurso y su indecorosa actitud proseguían sin que nuestra presencia pareciera importarle; mientras que nosotros actuábamos como si su comportamiento no fuera tan vergonzoso como realmente era. Sin embargo, al comenzar a gritar en busca de su vino me llevé la mano al rostro llena de frustración; momento en el que Aldar aprovechó para lanzar aquella propuesta al hombre.

Retiré mi mano de inmediato, dejando que mis ojos buscaran los del explorador y le dediqué una tenue sonrisa. Recogí las muletas y las puse sobre el mostrador, acercándome al hombre para sostenerle por uno de sus brazos y ayudarle a incorporarse, aunque fuera sentándose sobre aquel mueble.

- Somos muy profesionales, eso se lo puedo garantizar. – añadí a las palabras del explorador, antes de disponerme a indagar un poco más. – Si acepta, quizás sería de utilidad hablar con su sobrina, ¿Sabe dónde podemos encontrarla?

- Tiradas (1)
Cargando editor
05/02/2017, 19:48
Zafira 'Ithildin

 

Ya con Balakar con ella, Zafira se fue a la sección del mercado donde podía vender las hierbas especializadas que traía, así como algunas pociones valiosas que de ellas había podido destilar. 

Cuidado con esas botellas, te podrían poner a dormir más que 50 cervezas.  Y lo digo en serio.  Se rio la elfa. 

 

Cargando editor
05/02/2017, 20:15
Venatus

Los dos compañeros tomaron los caballos por las riendas y se dirigieron hacia la Vía del Ocaso, que era el nombre que los habitantes de Venatus habían dado al tramo de Calzada Real que atravesaba la población de oeste a este partiéndola en dos sectores muy bien diferenciados. La parte sur, que quedaba a su izquierda a medida que avanzaban, era la más popular y ruidosa. Atestada de negocios familiares organizados en gremios, localizar lo que uno buscaba era algo sencillo, pues sólo había que preguntar a un lugareño y éste de inmediato apuntaba hacia la calle en cuestión: la de los Afiladores, la de los Toneleros o la de los Zapateros fueron sólo algunas de las que Balakar y Zafira dejaron atrás.

A medida que se aproximaban a las inmediaciones del centro de mercadeo fueron siendo conscientes de la multitud que podía llegar a juntarse en un solo lugar. El atronador murmullo de cientos de personas conversando, discutiendo y regateando iba ganando intensidad y comenzaba a alzarse por encima de los tejados anticipando en parte lo que acabarían encontrando más adelante. Era justo en aquellos momentos cuando los verdaderos habitantes de Venatus salían de sus casas para hacer sus compras diarias, pues eran las única horas que tenían para poder hacerlo antes de que más caravanas comerciales, con sus numerosos mercenarios, llegasen a la villa y transitar por las calles se convirtiese en un suplicio o prácticamente en un suicidio. Hubo un tiempo en que las posibilidades de ser atropellado por un carro o de morir aplastado por los cascos de un caballo no eran un tema baladí, y prueba de ello eran las muchas ordenanzas aprobadas para limitar el horario en que los mercaderes podían mover sus carros o el hecho de no poder circular con un caballo a una velocidad mayor que el paso. Aquellas medidas habían reducido en parte los accidentes pero más valía no descuidarse mucho si se quería conservar el tipo. Y es que, aunque ninguno de los dos lo había conocido, los lugareños afirmaban que el tráfico de la Vía del Ocaso, cuando los comerciantes llegaban o se marchaban, era tal que se convertía en tarea imposible el distinguir un palmo de empedrado que no estuviese bajo los cuerpos de los briosos caballos o de las pesadas caravanas.

Costaba creer aquello viendo los pocos carros que circulaban a esa hora por ella, y más teniendo en cuenta que los que lo hacían se movían a gran velocidad, transportando alpacas de paja, leña o multitud de vasijas repletas de agua que dejaban grandes charcos a su paso ante la mirada impasible de los soldados. Todos ellos eran conducidos por gentes de Venatus que saludaban a unos y a otros por su nombre o apodo familiar mientras, a voz en grito y a golpe de fusta, dirigían a sus monturas en sentido contrario al de los dos compañeros.

Una cosa que no pasaron por alto ni Balakar ni Zafira fue el hecho de que las gentes no parecían molestas con el hecho de haber tenido que condicionar sus vidas al horarios de las caravanas: de hecho estaban tan acostumbrados a aquella forma de vida que era sencillo identificar al Venatiense autóctono por la soltura y confianza en que se movía por entre carros, caballos a la carrera.

Al lado derecho, en la parte norte de la ciudad, el paisaje que se abría ante ellos era diametralmente opuesto. Las calles eran poco más amplias que las de la mitad sur pero las casas, en comparación con las sencillas viviendas de los artesanos, eran auténticos castillos por la cantidad de piedra empleada en su construcción. Aquel era el lugar donde los mercaderes y venatienses que habían aceptado que en Saduj serían poco más que mendigos habían decidido erigir sus llamativas propiedades. Desde luego no eran nada del otro mundo para aquel que había visitado grandes urbes pero para el habitante medio, todos sus anhelos, esperanzas y ahorros estaban reservados para poder comprar una de aquellas magníficas casas.

Se encontraban examinando un puesto de pociones en el límite norte del centro de mercadeo cuando Zafira divisó a Asdra, Avlin y Jake cruzando la calzada a un centenar de paso de ellos; seguramente se dirigían a los Suministros del Pateacaminos. Sin embargo algo les hizo detenerse frente a una casa atestada de macetas con vistosas y coloridas flores. El motivo no tardó en aparecer: hombre alto, de amplios hombros y fuertes brazos les salió al paso desde el otro lado de la calle. Cubría con un paño roñoso uno de sus ojos, lo que desviaba un tanto la atención sobre sus numerosas cicatrices pero acababa realzando más aún su siniestro aspecto.

Se acercó a grandes zancadas, con sus sucias y desgastadas botas de viaje abriéndole paso por el medio de la multitud. Sus ropas, de colores apagados y parcheadas hasta el extremo daban la sensación incluso desde la distancia de haberse lavado tan poco como el que las vestía. La conversación era inaudible por el ruido circundante.

Notas de juego

7 - Centro de Mercadeo.

Vuestra ruta está marcada con la línea de puntos rojos.

Desconocido Éste es el individuo en cuestión.

Cargando editor
05/02/2017, 20:48
Suministros del Pateacaminos

Notas de juego

Escuchar:

Al poco de comenzar los gritos de Bloermund Freya escucha claramente a alguien corriendo con los pies desnudos en la planta superior. Tras varias carreras, los pasos desaparecen un instante para comenzar instantes después con más intensidad a medida que descienden por una escalera que seguramente está tras la puerta cerrada que queda a la derecha.

Por la fuerza con que suenan todo indica que no es alguien de mucho peso.

 

Cargando editor
05/02/2017, 21:25
Bloermund Hulmenar

Las palabras de Aldar, secundadas al instante por Freya, consiguieron detener primero y tranquilizar un poco después al desequilibrado Bloermund, lo que valió para que al menos dejase de vociferar clamando por algo de vino. Jadeando por el esfuerzo, el antiguo aventuro miró desde lo alto de su asiento sobre el mostrador al explorador y luego a la imponente bárbara. Por primera vez desde que ambos compañeros entrasen en el establecimiento, Bloermund mostró un atisbo de lucidez en sus ojos velados por las lágrimas.

¿Ha...haríais eso? ¿Harías...eso? - Parpadeó atónito. Luego, tras repasar con la lengua las secas comisuras de los labios y mesarse la barba con las palmas temblorosas, se dispuso a descender del mostrador. Sí. ¡Maldito sea mi pellejo! ¡Sí! - Exclamó con un atisbo de esperanza en su voz a tiempo que se volvía hacia Aldar. - Claro que of...os reftribuiría. Nadie pofdrá decir que...Bloermund no recompenfsa a quienef le ayudan.

Un favor...un fffavor por otro. - Afirmó con toda la sobriedad que fue capaz de reunir.

Consciente ahora de que se mantenía de pie sólo gracias a que se aferraba con todas sus fuerzas al mostrador, el tendero buscó a su alrededor sus muletas hasta que, sorprendido, las encontró sobre el mostrador.

¿Elmyra? - Preguntó contrariado cuando Freya indagó sobre su paradero. - ¿Elmyra? ¿Encontrarla? - Inquirió con voz temblorosa temeroso de que los fantasmas se la hubiesen llevado también- Estaba arriba, durmiendo. ¡Dioses...si le ha pasado algo juro que...!

Pero hizo falta que el anciano jurase en vano. Al poco tiempo la puerta que había permanecido cerrada se abrió de par en par.

Al otro lado, con semblante taciturno, una muchacha que alcanzaría de milagro los dieciséis años apareció sujetando un pellejo chorreante de lo que, por su color, debía ser vino.

Cargando editor
05/02/2017, 21:25
Elmyra Hulmenar

Tïo, ¿qué sucede? - Preguntó con voz somnolienta la joven. Ésta vestía únicamente con un camisón de lino tan desgastado que no dejaba demasiado a la imaginación el saber qué había debajo de éste. Aún así, la muchacha, lejos de mostrarse pudorosa o avergonzada, dio un paso adelante con sus pies desnudos en dirección a Aldar.

¿Quienes sois? ¿Qué hacéis aquí? ¿No veis que es un hombre enfermo? - Reprendió con tono frío en su voz, muy cerca de ser incluso agresivo. 

Cargando editor
05/02/2017, 22:08
Aldar

No pude evitar sonreír al oír a Freya calificarnos de "profesionales". Sí, sin duda lo éramos... en nuestros respectivos campos. Pero aquel no lo era, al menos para mí. Siempre, desde que recordaba haberme dedicado a algo en serio, había sido explorador. Aún continuaba sin ser demasiado bueno, pero era profesional del gremio. No era un investigador. Sin embargo, dudaba que aquella situación fuera a ser excesivamente complicada.

También preguntó por su sobrina al comerciante, entrando en materia directamente. Me gustaba ver a la bárbara tomando la iniciativa, ese arrojo y coraje que le caracterizaba en combate y que se extendía a todos los aspectos de la vida. Bloermund también parecía complacido e incluso me pareció atisbar algo de lucidez en sus ojos durante un momento. Me preguntaba si, incluso solventando ese asunto de la desaparición de su género, su cabeza volvería a recuperarse del todo.

La puerta del fondo se abrió súbitamente, y una mocosa con tan sólo un camisón que no diferenciaba mucho estar vestida que desnuda apareció en el establecimiento con una mezcla de sueño y mal humor. Su falta de pudor me hizo gracia, aunque al mirarla sonriendo desvié la mirada hacia Freya e inmediatamente me puse serio, temiendo la reacción de ésta. Alcé la mirada hacia el techo y me giré, apoyando la espalda en el mostrador.

Somos clientes, niña. -Le dije inmediatamente, con una mezcla de ironía y sorna, aunque no era mi intención mentirle. Nunca se me había dado excesivamente bien, y de todos modos no tendría sentido lo que pensábamos hacer. Ningún simple cliente mostraría tanto interés en ciertos asuntos- Y amigos de un amigo de tu tío. En efecto, se ve a la legua que es un hombre enfermo, pero también un hombre que parece que vaya a perder su negocio... -Dije mirando en derredor, pasando la mirada por los distintos estantes desordenados, llenos de polvo, y nada atractivos para cualquiera buscando material- ¿Qué es eso de que le desaparece material? ¿También vas a hablarnos de fantasmas? -Le espeté, sin mirarla, en un tono igualmente agresivo. No me inspiraba ninguna confianza aquella cría, y sospechaba que podía estar metida en el ajo, fuera el que fuera.

Cargando editor
06/02/2017, 22:53
Jake O'Sullivan "Sully"

Si la salida del templo del Eterno Caminante había sido tan sorprendentemente fructífera como gratificante para Jake, poco tenía que ver con lo que le aguardaba en el siguiente trayecto por las calles de Venatus. El gentío y el alboroto estuvieron presentes durante gran parte del recorrido. Y si bien era cierto que Jake se desenvolvía bien en aquellos lares, el hecho de intentar no perder por el camino a ninguno de sus compañeros hizo que los siguientes minutos fueran un auténtico incordio.  

Cuando por fin habían conseguido salir y todo quedaba en una mera anécdota recordada tan sólo por algún pequeño pisotón o las voces de los mercaderes que aún se oían, un individuo con aspecto lamentable les abordó sin miramientos con un aliento a alcohol como carta de presentación.

Jake, con decisión, dio un paso al frente, interponiéndose entre aquel supuesto mercader y Asdra con cara de muy pocos amigos. - ¡Eh, tú!, exclamó con tono severo. – Ya los has oído…, añadió haciendo referencia a sus compañeros con un simple gesto de cabeza. – No…. queremos…. NADA…., dijo de forma pausada y concisa, esperanzado en que quizá así pudiese comprenderlo a pesar de su evidente estado de embriaguez.

Los instantes siguientes en los que imperó el silencio, Sully se limitó a mantener la mirada fija sobre aquel pobre desgraciado mientras ajeno a sus ojos, aunque no al de sus compañeros, empuñaba con fuerza la espada corta que llevaba escondida a su espalda. – Te aconsejo que te marches…, dijo con una sonrisa intimidadora para después alargar su cuello y completar la frase con un susurro. - …si no quieres que tu próximo trago tenga el sabor de tu propia sangre… ... ...  largo…, sentenció finalmente con expresión mucho más seria. 

- Tiradas (1)

Notas de juego

*Preparo acción para colocarle la espada en la garganta si intenta algo raro.