Partida Rol por web

Los últimos rayos de luz se ocultaron bajo un manto de olas grises, fiel reflejo de las nubes que tapaban siempre el cielo. Raras veces podía verse el sol en aquella tierra fría y hostil, llena de rocas igual de frías y hostiles, siempre azotadas por el viento. Rara vez, y menos ahora que acabó el verano. 
Las primeras hojas se teñían de marrón. El viento se tornaba frío y no tardaría en arrancar las hojas para que el pueblo de los Alfar pudiera tejer con ellas su maravilloso manto cobrizo a Freyja.

Gunnhild Niëgdr, esposa del Jarl Olaf, soltó un suspiro. La vela que tanto ansiaba ver, la que traería de vuelta a casa a su esposo y a sus dos hijos mayores no aparecía en el horizonte. Cada día al ocaso, Gunnhild oteaba la costa desde la colina. Al fin, resignada, recogió el cubo de manteca prometiendo al cielo, con una mirada silenciosa, volver al día siguiente para dar la bienvenida a los hombres que marcharon, y que no regresan.

 -No volverán-. Dijo una voz profunda, apenada, a su espalda. -Gunnhild...- La conversación se detuvo durante largo rato, mientras las miradas de Gunnhild y Jolrson avistaban el horizonte y la luz cedía el mundo a las tinieblas de la noche.

   -Hay que tener esperanza, Jolr-. Dijo cariñosamente a su amigo. -Pero también hay que llenar la despensa-. Parecía titubear. No quería aceptarlo, pero todos dependían de esa decisión para sobrevivir al invierno. Por fin, Gunnhild se dio la vuelta encarando a su amigo con el cubo de manteca entre las manos endurecidas por el trabajo. -Díselo a los mayores. Ahora son ellos quienes cuidan la aldea. Mañana podrás darles una lección a esos cabezas huecas-.

Jolrson sonrió con malicia ante la broma de Gunnhild. Soltó una carcajada y se marchó renqueando con su pierna tullida. La esposa del Jarl lo vio alejarse y entrar en el salón común, en busca de aquellos que mañana, al alba, se convertirían en los protectores de la aldea. 
Comenzó a bajar hacia su casa pero un instante de duda detuvo sus pasos. Miró hacia el oscuro océano sin poder distinguir ya el horizonte, y se prometió que volvería al día siguiente buscando esperanza. 

Una ráfaga de viento frío la devolvió a la realidad.  

El cabrito volteaba encima de la lumbre desde hacía un buen rato. Las gotas de grasa caían sobre las ascuas produciendo un sonoro siseo seguido de un chasquido. 

La mayoría creíais que ya era suficiente, que el cabrito había dado demasiadas vueltas y el olor penetrante de la carne os hacía salivar pidiendo probar un trozo, pero Béra Haugen, tía de Sigurd, Harald e Ilka, nombrada cocinera de la aldea por unanimidad, observaba atentamente la carne como un zorro la madriguera de un conejo.

-¡Zas!- La rápida mano de Béra proporcionó una colleja a Harald, que daba vueltas al cordero mientras se distraía con las aventuras que su hermana adoptiva, Heidrun, contaba sobre sus salidas al bosque.

-Lo estás quemando-. Dijo en un tono que no admitía réplica.

Harald, de apenas 13 años recién cumplidos, comenzó a darle con mas brío al espeto.

El buen ambiente y la alegría dominaban la sala común, residencia del Jarl. Las historias y chismorreos iban y venían, travesuras, venganzas, chanzas y fanfarronadas se entremezclaban alrrededor de la hoguera donde daba vueltas el cabrito. La reunión había sido convocada por la Völva Urd, hermana del mismo Jarl Olaf Niëgdr, unos días antes, y la presencia de su hija Ròta hacía que tomara un matiz distinto, solemne y a la vez cálido.

Siggy permanecía sentada a la mesa con los brazos cruzados, algo apartada del calor del fuego y del núcleo en el que se desarrollaban las bromas y las conversaciones. Miró a su alrededor y sólo vio mujeres, ancianos y niños. No entendía que era lo que estaban celebrando cuando hacía meses que no tenían noticias de los hombres del jarldom.

Volvió a sentir otra vez aquella sensación amarga que la acompañaba desde la partida de su padre. Rabia porque no la hubiera llevado con él como ella le había pedido, tristeza por no haberse despedido adecuadamente de él. 

Recorrió nuevamente el hall con la mirada. 

Vio a su tía Urd conversando con su madre y sopesó acercarse a comentarle acerca de los presagios que últimamente creía tener y que habían aumentado desde la partida de su padre, pero descartó la idea. No quería que creyeran que era una rara como su prima Róta, demasiado buena para mezclarse con el resto de muchachos de la aldea, con excepción del tullido que nadie sabía de dónde había salido.

Al igual que Brunhilda la herrera, que permanecía solitaria en el lugar más oscuro del hall, se decía que no podía parir hijos y las mujeres jóvenes tenían miedo de acercarse a ella. 

Cerca del fuego vio a Sigurd, Erik, Jakob y Heidrun, los tres primeros en edad de haber acompañado a su padre en la expedición de saqueo. Se preguntó si Erik y Jakob tendrían algún motivo más allá de la cobardía para no haber ido, Sigurd al menos tenía la excusa de su madre viuda.

Como era habitual Heidrun había conseguido convertirse en el centro de atención, con sus falsas historias de cazadores, su pelo dorado y su piel perfecta, las mejillas ligeramente coloreadas por la risa y el calor del fuego. Siggy sintió el aguijón de los celos y decidió darle una lección a aquella engreída.

Se levantó de la mesa con una copa en la mano y de manera deliberada buscó tropezarse con Heidrun, de forma que el líquido de la copa acabó salpicando a todos alrededor.

- Por Freya, Heidrun, mira lo que has hecho!, dijo airada mientras se sacudía la mano mojada, siempre en el medio, deberías prestar más atención!

Heidrun se encontraba en la sala común junto con uno de sus hermanos. La joven estaba de buen humor, había salido a cazar por la mañana temprano, y había conseguido cazar un conejo con su honda. Un tiro excepcionalmente certero que le daría el ánimo necesario para afrontar la jornada. 

Sin embargo, el menú del día sería cabrito. Uno de los animales que habían seleccionado para alimentar a la comunidad durante la semana. Y es que un conejo no daba para dar de comer a tantas bocas. El olor a carne impregnaba el ambiente, la grasa caía sobre la lumbre y se escuchaba un sonido característico. Rugían los estómagos de los presentes, tan solo de la larga espera que tardaba el animal en cocinarse.

La cazadora había comenzado a narrar una rocambolesca historia a su hermano Harald. Le había dicho que un espíritu malvado habitaba dentro del animal capturado y que, antes de morir, le había jurado vengarse de su familia. Y por supuesto, según Heidrun, él tenía todas las runas como para que en suerte, el espíritu conejil fuera a buscarle y morderle las uñas de los pies. Era más, la muchacha incluso había asegurado de que quizás el espíritu no fuese tan malo, pues le haría desaparecer las navajas que tenía en las pezuñas.

El joven Harald había sonreído, al menos hasta que un "Zas" provocó un instantáneo silencio. Béra estaba dando consejos de cocina a la antigua usanza. Dejar de dar vueltas al cabrito, quemándolo, no era la mejor de las opciones.

- Lo estás quemando, lo estás quemando, mira que te lo dije... - Susurró la rubia muchacha riendo divertida, chinchando a su hermano mientras le revolvía el pelo, provocando que se molestase un poco más.

Heidrun se levantó, dispuesta a darle espacio a Harald, antes de que éste se cansase y le lanzase algún tipo de golpe. Siempre debía estar atenta a los pequeños gestos de los demás si no quería recibir un justo castigo por las molestias que provocaba. Pero esta vez no vio venir la cadena de sucesos que acontecería.

Siggy se había aproximado a ella y, de manera deliberada se tropezó contra la cazadora, salpicando de cerveza a todos los que les rodeaban, incluyendo a ella misma.

- Pero, ¿qué se supone...? - comenzó a decir, pero fue interrumpida por la hija del Jarl que le hizo frente, culpándole de algo que por primera vez, no había partido de una mala idea suya, avergonzándole delante de todos.

Heidrun la miró con desconcierto inicialmente, conteniendo las ganas de escupirle a la cara, al fin y al cabo era la hija del Jarl. Debía aprender a comportarse, tal y como Sigurd siempre le recordaba.

No faltes al respeto a Siggy.... Compórtate...

- Supongo que ha sido un accidente... - comenzó a decir.

No lo ha sido. Y no debo de mostrar debilidad o abusará de mí con su posición... No lo voy a permitir.

- Un accidente que TÚ has provocado. No entiendo porqué te has chocado conmigo adrede... - Apretó el puño de su mano, podía darle un buen golpe que le tirase un par de dientes abajo. Esa era una buena idea.

Pero si le daño voy a tener que compensarle. No, eso le daría satisfacción. Respira Heidrun. Respira y no le des en la cara de nutria que tiene.

- Eres la hija de Jarl, deberías avergonzarte de tu comportamiento y dar ejemplo. No cazas decentemente y no ayudas a mantener la comunidad unida con tus tonterías. ¿Para qué vales entonces?... - Esa pullita iba a doler y lo sabía. Tenía una buena dosis de veneno.

Se creó un incómodo silencio que Heidrun tuvo a bien eliminar, cogiendo de la mesa un par de recipientes llenos de cerveza - Te perdono. Bebamos. Eso une a las familias. Es lo que debemos hacer... - Y le tendió una de las copas, vertiendo en el último momento, el líquido de su interior sobre la cabeza de Siggy. Luego se llevó el otro vaso a los labios para dar un buen sorbo - La cerveza es buena para el pelo. ¿Ves cómo cuido de ti?... - Y se mantuvo alerta por si tenía que comenzar a correr, lo bueno era que no todos eran tan rápidos como ella.

Siggy estaba realmente disfrutando el momento, primero viendo como Heidrun balbuceaba avergonzada delante de todo el mundo, después tras observar que la joven a duras penas conseguía controlar su rabia.

- ¿Tú, me estás llamando mentirosa?, ¿cómo la vez que le acertaste a aquel ciervo que nunca nadie pudo encontrar?, ¿o cómo cuando intentaste envenenarme?, dijo Siggy elevando la voz para que todo el mundo pudiera oírla, -Vamos Heidrun, harías enrojecer de vergüenza al mismísimo Loki...

Se oyeron algunas risas nerviosas pero la mayoría del hall había quedado en silencio, toda la tensión que existía entre las dos jóvenes había estallado de repente. Lejos de acobardarse Siggy se encaró con Heidrun una vez más, si creía que aquellas palabras la iban a herir no sabía con quién se estaba metiendo, llegados a ese punto ya no había vuelta atrás.

- Se bien quien es mi padre, Heidrun y tú, ¿conoces al tuyo?.

Un incómodo silencio siguió a estas palabras, silencio que Heidrun rompió en lo que parecía ser una invitación a la paz.

No creas que te lo voy a poner tan fácil, perra... pensó Siggy, dispuesta a rechazar la copa que su rival le ofrecía.

Le apartó el brazo con un gesto, pero no fue suficiente para evitar que parte de la cerveza se derramase por encima de ella.

Tal vez si Heidrun no se hubiese regodeado en probar su propia cerveza le hubiera dado tiempo a ponerse a salvo, pero lo cierto es que no fue lo suficientemente rápida para evitar que Siggy la agarrase de los pelos. Ambas jóvenes rodaron agarradas por el suelo del hall.

Eru völur allar frá viðolfi
Vitkar allir frá vilmeiði
En seiðberendr frá svart-höfða
Frá svart-höfða

La joven aprendiz de völva estaba cantando en voz baja una canción que había aprendido de su madre mientras observaba a su gato, "Berkano".

Fehu, Uruz, Thurisaz,
Ansuz, Raido, Kenaz
Gebo, Wunjo, Hagalaz, Naudhiz,
Isa, Jera, Heiwaz

El felino estaba acechando a un conejo entre la maleza que la nieve no cubría, mientras Róta permanecía algo alejada, sentada sobre una roca y envuelta en su manto mientras su aliento se hacía visible a cada respiración y frase que cantaba.

Eru völur allar frá Viðolfi
Vitkar allir frá Vilmeiði
En seiðberendr frá Svarthöfða
Frá Svarthöfða

Fehu, Uruz, Thurisaz,
Ansuz, Raido, Kenaz
Gebo, Wunjo, Hagalaz, Naudhiz,
Isa, Jera, Heiwaz

Pertho, Algiz, Sowilo, Tiwaz,
Berkano, Ehwaz

Al escuchar su nombre, el gato se giró hacia la joven para mirarla.

Berkano rara vez hacía caso, pero Róta siempre llevaba algo de carne o pescado para él, así que maulló y se acercó mientras ella terminaba la canción.

Mannaz, Laguz, Ingwaz, Othalaz,
Dagaz, Fehu

Cuando la völva lo vio acercarse, sonrió y rebuscó bajo su manto para sacar un trocito de conejo seco que ofrecerle —Ahora debo irme. Móðir debe de estar buscándome para bajar al asentamiento, pero te he dejado comida en casa— acarició el suave pelaje del gato y se levantó —. Sé bueno, ¿vale?

Poco después, Róta llegó a su casa y se preparó para acompañar a su madre. Algo se cocía, pues la misma Urd había convocado la asamblea para sorpresa de su hija. Sea lo que fuera, Róta presentía que era importante.

Llevaba mucho tiempo sin ver a nadie del asentamiento, pues tras fallecer su padre Róta se había aislado sin apenas salir de su cabaña, aprendiendo los secretos del seiðr para, algún día, ocupar el lugar de su madre como völva para el clan.

Entró como una sombra, en silencio, y eludiendo algunas miradas buscando pasar desapercibida, aunque la realidad era que su tocado de huesos y plantas, así como los tatuajes y pinturas de su rostro, la delataban.

Saludó con el merecido respeto a su tía Grunnhild, aunque puede que con algo de torpeza por falta de práctica, antes de sentarse donde le indicara su madre y aguardar como el resto.

Sus ojos, entre verdes y amarillos, recorrieron tímidamente el salón. Había muchos rostros que no reconocía, algunos por el paso del tiempo, otros nuevos. Entonces observó a su prima y cómo ésta provocó adrede el encontronazo con la que luego supo que era Heidrun. ¿Siempre había sido así? Lo cierto es que no lo recordaba. 

El ambiente rápidamente se caldeó pero Róta, aunque miraba a ambas de soslayo, ni intervino ni se río, prefiriendo ignorar el espectáculo y esperando alguna reacción por parte de su tía o su madre. 

La reunión había sido convocada por Urd, la Völva del clan, por lo que, cuando estalló la trifulca entre las dos jóvenes, todos los rostros se giraron esperando la intervención de la Völva. Pero Urd parecía distraída removiendo las brasas con su cayado.

La puerta se abrió asomando el enorme busto de Jorlson el tullido. Su sonrisa se desvaneció enseguida. Cruzó cojeando la sala, maldiciendo al franco que le dejó así el verano anterior, mientras pasaba como podía entre personas y útiles hasta llegar a las implicadas. Sin mediar palabra las agarró a ambas jóvenes del pescuezo y las levantó del suelo apartándolas todo lo que sus enormes brazos le daban.

-¿Qué demonios se supone que estáis haciendo?-. Jorlson miraba a las jóvenes desde arriba, con su cara de oso, sin soltarlas el pescuezo.

Tu madre se levantó clavando su cayado en las brasas. Te miró y con un ademán de la barbilla te indicó que miraras las brasas.

Urd se levantó clavando su cayado en las brasas. Miró a su hija haciéndole un ademán con la barbilla en dirección a las brasas.

       - ¡Simplemente nos divierten al resto con su intento escandaloso de pelea mientras que esperamos que la comida estuviera lista, pero ya que llegó a separarlas vere en que puedo ayudar para alguna bebida y la mesa estén listas mientras que ese cabrito termina de chamuscarse señor! -     Responde desde la esquina Bruhilda conteniendo la risa antes de incorporarse y acercarse a la parte de la cocina donde podría juntar trastes, cubiertos y agua para repartirlos en los tablones del comedor compartido, si había uno

Aslak había sido acogido en casa del propio Jarl los pocos meses que llevaba en el clan, por adultos y niños había sido acogido de buena gana, sin embargo algunos jóvenes de su edad le mostraban cierto rechazo. No podía criticarles, les entendía, no era más que un extranjero y ellos se conocían desde que eran niños. Además se acercaba el invierno, tiempos en los que un Skald era una boca más que alimentar y él no era especialmente diestro cazando.

En la fiesta eligió un lugar a la vista no muy lejos de la lumbre, en pie, sin llegar a sentarse con el resto y acompañó el alegre ambiente de la sala con el sonido de su lira que sujetaba con su mano tullida y tocaba con la otra, su izquierda. Cantó canciones animadas sobre las gestas triunfales de poderosos Jarls, sobre como Odin robó la hidromiel de la poesía, sobre aventuras de Thor... en su mayoría canciones conocidas que algunos le acompañaban tarareando.

Vio entrar a Róta y la siguió con la mirada mientras seguía cantando, ciertamente la muchacha se dejaba ver poco por la aldea al igual que su madre y él intentaba aprovechar en lo posible sus visitas, siendo hijo de una Völva ellas no le intimidaban y se moría por saber más sobre su padre y poder aprender sus canciones.

El enfrentamiento de Heidrun y Siggy le pilló de sorpresa dejando durante un instante de cantar para mirarlas sorprendido y boquiabierto al escucharlas escupirse puro veneno, sin duda ellas le intimidaban más que las hechiceras. Vaciló unos instantes hasta que se le dibujó una amplia sonrisa y trazó unos acordes en su lira comenzando a cantar una nueva canción esta vez sobre las travesuras de loki, que le pareció indicado.

En el salón de los dioses, la tensión se eleva,
Palabras afiladas, la discusión comienza.
Odín y Loki frente a frente.

Las deidades presentes, atónitas y en silencio,
Mientras el caos se desata, sin freno ni remedio.
Las acusaciones vuelan.

Thor se contiene, furia en su mirada,
Loki no se detiene, no se calla.
Secretos revelados, verdades retorcidas.

La moraleja se vislumbra en el dolor,
La importancia de la unidad.

Por fortuna no tardó en aparecer el viejo Jorlson para separarlas, pero Aslak siguió cantando, era una canción rítmica y el muchacho la entonaba con su voz grave.

Frigg y Freyja, heridos por su lengua afilada,
Sus nombres mancillados, injustamente.
Las risas sarcásticas llenan el aire.

Balder, el brillante, se mantiene en calma,
Aunque los insultos de Loki golpean con fuerza.
Secretos revelados, verdades retorcidas

La moraleja se vislumbra en el dolor,
La importancia de la unidad.

Róta observaba a su madre mientras escuchaba la canción de "El Mirlo", sintiendo cómo los recuerdos de su padre se arremolinaban en su pecho. Lo echaba mucho de menos.

Brevemente su atención se desvió ante la entrada de Jorlson "El Tullido" y cómo éste separó finalmente a Heidrun y su prima Siggy, agradeciendo internamente esa intervención, pues no compartía la "visión" de la pelirroja de que aquello era divertido.

No tardó en volver a observar a su madre, Urd, cómo ésta clavaba su cayado en las brasas y le hacía un gesto para que mirase los restos agonizantes de la madera que alimentaban la lumbre. En silencio, Róta se acercó y sus ojos se posaron sobre las brasas intentando ver más allá del fuego que las envolvía.

Ves caer una gota de grasa del asado. La gota, perfectamente delineada, ámbar de color, cae al suelo convirtiendose en sangre. Ya no hay calidez a tu alrededor, ni amigos, solo frío y acero con sangre oscura derramada sobre la tierra y la roca.

El fuego se apaga, la madera se comba y el salón principal queda vacío, oscuro, sin vida. 

Un ciervo aparece en la puerta. El verano le sigue, el sol detrás.

Vuelves a la realidad.

Sigurd estaba pendiente de sus hermanos. Ambos parecían dividir su atención entre lo que les contaba Heidrun y el cabrito, sin embargo para él lo importante eran ellos. Tenía que ser fuerte por ellos y darles el ejemplo que merecían. Esa carga autoimpuesta llevaba mucho tiempo con él, era como una ropa gastada en la que te sientes cómodo, sin embargo su carácter cada vez era más hosco. Empezaba a perderse en sus pensamientos, buscando razones para que el jarl, sus hijos y los guerreros que fueron con ellos pudieran tardar tanto en regresar. Ninguna de las opciones que valoraba era positiva, si todo seguía así vendrían tiempos duros, tiempos en que los más débiles lo pasaran mal, una época a la que no todo el pueblo sobreviviría. Mientras estos pensamientos sobrevolaban sus pensamientos los ojos de Sigurd vagaban por la estancia como analizando a cada miembro de la aldea, como si pudiese averiguar cuanto le quedaría de vida a cada uno en caso de que escaseasen las provisiones, un lúgubre pensamiento que le hacía preocuparse más por sus hermanos. 

Siggy, la hija del Jarl se acercaba a donde estaban. El mayor de los Haugen suponía que podría tener hambre y querer interesarse principalmente por el cabrito, pero se sorprendió al ver en que derivaba la venida. Le parecía estúpido aquello. ¿Acaso eran aún niñas?. No pudo por menos que echarse la mano a la cara negando con frustración. La aldea pasaba por dificultades y la hija del jarl se comportaba como una niña pequeña. Rápidamente agarró a sus hermanos de la pechera y los alejó del jaleo poniéndolos detrás de él - No os metáis en líos - les dijo por lo bajo para que no se abalanzaran a la reyerta que parecía se estaba formando. El espectáculo que siguió resultaba lamentable. 

Sigurd se cruzó de brazos, mirando el enfrentamiento mientras dudaba si intervenir o no. Por un lado quería hacerlo, pues le parecía todo un gran absurdo, pero no era un buen momento para meterse en líos. La völva les había llamado, algo importante estaba por venir y para eso estaban aquí. Jorlson apareció y caminó con dificultad para separarlas. Aquello gustó a Sigurd que bien le hubiera gustado intervenir, si no fuera por las implicaciones que aquello hubiera podido tener. Ante la pregunta que hizo, dirigida a ambas, el joven respondió, aunque fuera para él no hacía ningún esfuerzo porque no se le oyera - El idiota... sólo hacen el idiota - afirmó con cierto tono monocorde mostrando pocas emociones al respecto, si acaso algo de hastío. 

De todos modos conocía bien a Heidrun después de tantos años que había sido acogida en la casa y no quería que se metiera en un lío serio ni que continuara la trifulca y como bien sabe que le cuesta estarse quieta y comportarse de manera dócil incluso ante la autoridad se acercó a la trifulca y con calma pero con firmeza la sujetó del brazo y la echó hacía atrás para acompañarla al lugar en el que estaban sus hermanos. Antes de que ella pudiera decir nada, respondió a un comentario que ni si quiera se había hecho - Si, sé que ha empezado ella y si, me da igual. Siéntate y pórtate bien durante dos horas - Dijo, desviando durante un momento la mirada para fijarla en Siggy. No le había gustado nada aquello y a pesar de que Heidrun era una pequeña molestia en contadas ocasiones y peor que un grano en el culo la mayor parte del tiempo, vivía en su casa desde hace años y sus hermanos la apreciaban de veras así que era prácticamente de la familia algo que le impelía a defenderla. Después de obligarla a sentarse cerca de los gemelos, él se quedó de pie, atento y pendiente de lo que ocurría, pues a su entender ya estaba bien de tonterías. 

Róta respiró hondo sin apartar los ojos de las brasas y, cuando expulsó el aire de sus pulmones, sintió cómo el tiempo parecía ralentizarse mientras la luz anaranjada de la lumbre se apagaba en su mirada y su aliento gradualmente se iba haciendo visible.

Su pálida piel se eriza por el repentino frío, incluso marcando los poros de la línea de su mandíbula. Róta abre mucho los ojos con la vista fija en las brasas antes de mirar lentamente a su alrededor, como si contemplara algo que al resto de los presentes se escapa. Por un momento piensa en el Fimbulvetr, hasta que mira hacia la puerta y lo ve, respirando entonces aliviada antes de que la calidez invada paulatinamente su cuerpo de nuevo.

Entonces todo termina, el tiempo vuelve a la normalidad, así como los sonidos y el calor al salón. Probablemente para el resto sólo pasara un instante y no notaran más cambios que las extrañas reacciones de la joven, pero el corazón de Róta latía ligeramente acelerado tras retornar a la realidad.

La aprendiz de völva miró a su madre, preocupada. Por Freyja que esperaba estar errada.

—Tierra y roca manchada con la sangre del acero precederán un largo y duro invierno de oscuridad— comenzó a decir, en voz no muy alta pero lo suficiente para que la escucharan —hasta que uno de los venados, que se alimentan de las hojas caídas de Yggdrasil, traiga de nuevo consigo el verano y Sól vuelva a brillar.

Eso es lo que vio y cómo lo interpretó. Palabras sombrías como alas de cuervo, pero también la esperanza de ver la luz de nuevo. Róta bajó la mirada, guardando silencio.

Quizás Siggy disfrutase el momento de la confrontación, pero no sucedía lo mismo con Heidrun. La cazadora, a veces, se comportaba de manera inconsciente y traspasaba límites, pero bajo ningún concepto sus actuaciones tenían la finalidad de dañar. La maldad no formaba parte de su carácter. Lo que le sorprendió muchísimo era que la hija del Jarl mintiese abiertamente sobre lo sucedido, pues había ido adrede a empujarle, cualquiera con dos ojos en la cara debería haberlo visto y saber que la muchacha era de todo menos confiable.

- Yo no te he provocado y has venido para buscar pelea - afirmó Heidrun con claridad, confirmando lo obvio - No quería envenenarte con el hongo. Cuando lo cogí pensé que era uno de esos que te hacen reír. Ya se lo expliqué a tu padre cuando me castigó - Y fue muy duro con ella, aceptando la cazadora las consecuencias de su error. La deuda se suponía que debía estar saldada y no pendiente de un segundo escarnio público.

Hubo algunas risas a su alrededor. Heidrun supo que el objeto de burla era ella, y parecía que todos apoyaban a Siggy, a pesar de que había comenzado la discusión sin venir a cuento. Otra cosa no, pero el sentido de la justicia faltaba por doquier y la cazadora comprendió que nadie se iba a pelear con la hija del Jarl, tenía la posición y el poder. Heidrun no era nada para la comunidad, tan solo una molesta huérfana.

La mayor puñalada vino posteriormente, cuando Siggy mentó a los padres de Heidrun, ambos muertos, poniendo en duda la legitimidad de su linaje. Eso ya era demasiado por soportar, un insulto que la joven no deseaba admitir ni consentir, y que si no fuera porque fue cogida por los pelos, habría dicho muchas palabras hirientes a su interlocutora. Intentó zafarse del ataque de Siggy, pero lo que se encontró fue a alguien cogiéndole del cuello y pidiéndole explicaciones, pero claro, no pudo satisfacer al tullido, con el gaznate agarrado era muy complicado hablar. 

Brunhilda intentó quitar hierro al asunto, indicando que con su pelea intentaban divertir a los demás. Heidrun se sintió ofendida, ella no deseaba entretener a nadie, tan solo quería estar al lado de Harald mientras se asaba el cabrito. Lo que iba a ser una jornada tranquila y relajada se convirtió en una dolorosa contienda que le afectaba a nivel emocional. Y entonces la voz de Aslak resonó en la sala, proyectando un cantar sobre lo importante que era la unidad. Aquella que no parecía existir en la comunidad. O quizás sí, todos se aunaban de parte de Siggy, o esa era la impresión de Heidrun. Se sentía como si fuese un pez fuera del agua.

Era ya bastante malo que nadie de la sala moviese un dedo contra la hija del Jarl, pero lo peor de todo fue que Sigurd, a quien consideraba como un hermano, calificó que Heidrun hacía el idiota. Había estado cerca de ella todo el tiempo, seguramente vio cómo Siggy le provocaba, insultaba la memoria de sus padres y se burlaba de ella. Aún así no hizo nada más que no fuera cogerle del brazo, apartarle al lado donde se encontraban sus hermanos y espetarle la desagradable orden de que se sentara. 

La cazadora pensó qué hubiera pasado si Siggy hubiese insultado la memoria del padre de Harald o Ilka. Sigurd habría montado en cólera y se habría enfrentado con sus puños a la mujer, importándole poco que fuese la hija del jarl. Que no hubiera actuado de igual manera defendiendo a Heidrun determinaba una realidad, que no le importaba absolutamente nada lo que sucediese con ella. La mantenía en su casa porque su madre se comprometió con la comunidad a cuidarla, pero era una molestia con la que tenía que lidiar.

En primavera me iré de aquí... Buscaré otro lugar donde asentarme..

Era la primera vez que un pensamiento así le venía a la mente. Cuando era pequeña siempre había querido hacerse notar para que, de alguna manera, le hicieran caso los demás. Deseaba encajar en algún lado, sentir incluso cierto grado de afecto, pero ahora, ya adulta y viendo cómo se había desarrollado la escena de la gran sala, no tuvo el más mínimo atisbo de duda de que sobraba en el poblado. Todos se posicionaban al lado de la hija del Jarl, consintiendo con el silencio su humillación. Siggy aún no mandaba, pero se permitía el tratarle mal. ¿Qué le esperaría cuándo tuviera el poder de la aldea? No deseaba comprobarlo.

Los pensamientos derrotistas de la cazadora seguían su curso, cuando la völva habló con una voz que reclamó la atención de todos los que estaban presentes. La mujer dijo unas palabras premonitorias. Heidrun no sabía mucho de adivinaciones, pero las palabras sangre, oscuridad y duro invierno, todas en la misma frase, no indicaba nada bueno. 

Róta calló y miró hacia el suelo. Heidrun desvió sus pupilas de la sacerdotisa hacia sus piernas, permaneciendo también silenciosa. No tenía nada que decir, estaba deseando que la gente se moviese para salir de la sala y apartarse de los demás. Le sobraba estar allí, a pesar de haber tantas personas, se sentía más sola que nunca.

La verdad es que Jakob fue a la reunión arrastrado por su hermana Nora. Ella le había insistido en que si Urd los había llamado todos era porque tendría que anunciar algo importante...

La verdad es que le importaba bien poco.

Jakob no paraba de maldecir a su padre y a su hermano Isak por no permitirle acompañarlos a la expedición de caza y desde que se fueron estaba en un bucle interminable de cabreo.

¿Qué se creían?. ¿Que no era capaz de ser útil al clan?. ¿Que sería una carga más que un compañero de expedición?.¿Que no podría matar un venado o cualquier otro animal con su arco?

Su cerebro bullía de rabia cuando, de repente, le sorprendió la trifulca entre Siggy y Heidrun... De verdad, no tenían nada mejor que hacer???..

Menos mal que apareció Jorlson y las separó de los pelos... !Qué espectáculo tan bochornoso!. Ahora era el momento de estar más unidos que nunca y estas rencillas no ayudaban nada.

Como solía ser habitual en Jakob, él no estaba bebiendo.

Odiaba el alcohol.

Y eso era un problema entre la comunidad masculina del clan ya que, desde una edad temprana, bebían hidromiel y esa cerveza artesana que tanto detestaba él y que los chicos de su edad bebían en sus grandes cuernos tallados.

Estaba observando a todos, cuando su mirada se detuvo en Rota. Le fascinaba esa mujer y estaba convencido de que, con la formación oportuna, sería una magnífica Völva.

Él sí que se dio cuenta del cambio en su rostro. Algo había intuido. Estaba convencido...

Su intuición se tornó en certeza cuando escuchó sus palabras.

No le gustaba nada lo que acaba de oir. Sobre todo lo del "largo y duro invierno de oscuridad"... Esperaba que no se refiriera a la expedición y que volvieran lo antes posible. El clan los necesitaba.

Buscó a su hermana Nora con la mirada y, cuando estableció contacto visual, le hizo una seña que se acercara.

- Has oido las palabras de Röta?. Mira si puedes averiguar algo más... Yo voy a ver cómo está el cabrito. Harald lo está churrascando... a este paso, vamos a comer carbón...

Siggy se había dejado llevar por la frustración que sentía y había querido darle una lección a Heidrun delante de todo el mundo pero, como era de esperarse, la reacción de Heidrun tirándole por encima una jarra de cerveza había hecho que la situación se les acabase de escapar de las manos.

Ella era demasiado orgullosa para dejar pasar sin más la afrenta y, de no haber sido por la intervención del viejo Jorlson, una de las dos hubiera podido salir lastimada de aquel encuentro. Solo entonces, suspendida en el aire por una de las manazas del veterano vikingo mientras soportaba su mirada de reprobación, comenzó a ser consciente de la dimensión de lo ocurrido.

Ella, la hija del Jarl, no había sabido mantener la compostura y había acabado peleándose frente a todos, contra poco más que una skorgarmaor. Era obvio que era ella quién tenía las de perder, siendo que Heidrun ya había demostrado en múltiples ocasiones ser incapaz de comportarse y que lo único que le importaba era llamar la atención. 

Se arregló las ropas y el manto de pieles, ahora mojado y desarreglado por la pelea, y se dirigió en silencio hacia su lugar en la mesa, notando todas las miradas fijas en ella, en especial la de su madre que sentía clavada en la nuca. Más tarde tendría que escucharla mientras la aleccionaba sobre su comportamiento, desde luego no sin razón esta vez. Mientras volvía a su sitio oyó las palabras de la herrera; al menos había alguien que se lo tomaba con humor y se ofrecía a echar una mano.

Más le sorprendió la canción de Aslak, de la que llegó a escuchar los últimos acordes. Si bien había coincidido con el joven skald, al que se le daba techo y alimento en su casa, no había reparado excesivamente en él hasta el momento. Se sorprendió genuinamente de como en un instante había transformado la grotesca situación en una canción y de la forma inteligente y sutil que había elegido para enviar un mensaje a todos los presentes con su voz grave y harmoniosa. Eso la hizo sentirse todavía un poco más avergonzada.

Ya sentada en la mesa, observó como Sigurd llevaba a Heidrun del brazo y la hacía sentar con sus hermanos más pequeños mientras le decía algo en tono serio. Después su mirada pareció buscar la de ella, cruzándose por unos instantes. Siggy levantó la barbilla y se la mantuvo hasta que él decidió que era suficiente.

Además de ciego, idiota, pensó molesta.

Heidrun permanecía sentada y mirando al suelo, era evidente que toda la situación la había afectado a ella también, ya no quedaba nada de la risa ni de las actitudes provocadoras de unos minutos antes, si era eso lo que Siggy buscaba lo había conseguido, pero si era así, si había vencido, porque se sentía tan amargo el sabor de la victoria?, y porque seguía sintiendo la misma opresión en el pecho?

Entonces habló Röta interpretando las brasas y el corazón de Siggy se paralizó por un instante, para después continuar latiendo como un caballo a la carrera...