Partida Rol por web

Ciertamente llevaron a Ruru a quién era capaz de movilizar a toda la guardia. El capitán era un tipo joven, vestido de negro y muy elegante, demasiado elegante para lo que debería ser un soldado en opinión del enano. Estaba sentado detrás del escritorio y parecía bastante ocupado con un gran número de documentos, pero los trataba con suma lentitud, no parecía un tipo estresado. Señor Pinckels se había quedado en el patio, encadenada por seguridad -su propia seguridad-, y Ruru le presentó la situación al capitán Ledom Gement.

-Señor Ruru -empezó a decir y el tono ya auguraba que no movería ni un dedo-. Hoy es día de mercado, ¿sabe cuánta gente se acumulará en la plaza? El barrio de los artistas queda lejos y no es nuestra competencia, no tengo efectivos suficientes para movilizar "toda la ciudad", como usted comprenderá. Puede llevarse a esos cuatro chicos que han estado con usted, pero no puedo hacer nada más, hoy es un día complicado por muchos motivos. Si es un tema mágico, tendrá que hablar con los responsables de la Torre, nosotros no podemos controlar ese tipo de cosas.

Martha se frotaba el ojo visible, enrojecido e hinchado por las lágrimas.

-Es una fiesta de su amigo Belfor Getwright -dijo la muchacha entre hipos-. Angelo y Belfor y su amiga lady Springwater son miembros honoríficos de la Escuela Artística de Halland, tienen un club, una sociedad, algo así y son mecenas de muchas personas... Patrocinan escuelas, influyen en las últimas tendencias, están al corriente de las modas. Belfor siempre celebra fiestas en las que invita a los nobles del Barrio Alto para que compren el arte que ellos patrocinan... Es una oportunidad única... para que gente como nosotros... tengan posiblidad de sobresalir... 

El aluvión de emociones de la joven se calmó un poco con la presencia de Tassabra, se quedó en silencio y retorció las manos.

-No se lo digas a mi padre. No lo entendería.

Miró a la Cazadora, suplicando en silencio.

-Había alguien en la calle... -dijo tras una pausa larga-. No sé si tiene relación, pero vi a un hombre con un carro lleno de paquetes grandes.

Trebellia accedió a la petición de Ekarion. Anotó en uno de sus pergaminos la receta del óleo, comentando que ella no usaba ninguna fórmula secreta y que no le importaba compartir sus técnicas. También le dio una muestra de pintura.

-Sé que no es correcto hablar de los fallecidos... Angelo siempre ha sido muy duro en sus críticas -dijo la pintora con tono evocador-. Puede gustarte o no lo que pinta o dibuja otra persona, pero no puedes juzgar su valor solo porque no compartas su corriente de pensamiento o su estilo. Me entristece saber que ha muerto, a pesar de haber estado distanciados tanto tiempo.

-Si recuerdas cualquier cosa pregunta por Ekarion, en la Torre Negra o por Tassabra en el cuartel de los cazadores imperiales-. Le entregó los nombres anotados en un papel y se sonrojó al recordar algo - Por cierto, yo soy Ekarion, creo que no me presenté antes, realmente hubiera querido conocerte en otras circunstancias. Tu arte me intriga.

Trebellia le dedicó una sonrisa cálida.

-Ven a verme cuando quieras, Ekarion. Supongo que tendré que acercarme a los cuarteles para ver a Angelo... Pero no lo haré hoy. Necesito un momento a solas.

Dicho aquello, se despidió del dragón y  entró en casa. No tocó las pinturas ni se acercó a proseguir con el cuadro.

—¿Crees que cancelarán la fiesta por lo que ha sucedido hoy? —le preguntó a su hijastra. Si ella expresara negación, continuaría con la siguiente pregunta:—. ¿Te sientes con fuerza para ir? Podría acompañarte, si quieres. Sería una buena ocasión para avanzar la investigación de todas formas.

«Te sorprenderías de lo que es capaz de entender un padre» pensó Tassabra, pero no pronunció las palabras en voz alta. En vez de eso expresó su aquiescencia con un cabeceo. 

—El chico que trajo el cuadro. Podría ser importante, sí, si nos lleva a la persona que le dio el paquete. Creo que sé quién podría ser, y tengo gente tratando de localizarlo. ¿Podrías confirmarme si es la misma persona que viste si lo encontramos? 

- Capitán Ledom Gement... que nombre tan estúpido... casi tanto como él mismo... - Pensó Ruru para sus adentros. 

Lo cierto era que con cuatro botarates, poco podría hacer para evitar lo que estaba a punto de suceder. La desgracia de Angelo Frescobaldi había sido sólo el punto de partida. El capitán Gemet se arrepentiría de no haber prestado toda la atención y toda la ayuda disponible para aquel asunto. El mercado... ¡El mercado se regulaba solo! ¿Qué podía pasar, algún que otro hurto de más? Nimiedades en comparación de lo que estaba por venir.

- Espero que no tenga que arrepentirse por no haber hecho caso a mis advertencias, capitán Gemet. - Dijo el enano antes de darse media vuelta y marcharse. - Lo espero de todo corazón...

Y así era. Ruru quería equivocarse ante las aciagas prespectivas que tenían por delante. Si las personas que habían recibido los regalos por parte de aquel ratero de poca monta, William Finch, empezaban a desempaquetarlos y se desataba la magia que portaban, el barrio de los artistas se iba a convertir en una zona de guerra. Lo prioritario ahora era encontrar a ese rufián. Sólo él sabía donde había dejado aquellos cuadros y quien le había mandado repartirlos, pues Ruru estaba seguro, que no era cosa suya.

- Essen y Jorick... - Les miró fijamente y luego posó la mirada en los otros dos guardias. - No se vuestros nombres, pero da igual ahora. - Les dijo. - Quiero que vayáis al barrio de los artistas y que casa por casa preguntéis si han recibido un obsequio esta mañana. Un cuadro. Si no lo han desempaquetado, que no lo hagan y que os lo entreguen, si lo han desempaquetado... - Se quedó pensativo. - Que lo tapen con alguna manta y os lo entreguen también. - Se rascó la barba. Iban a necesitar más gente. - Marcad las casas a las que vais, si alguien no contesta en alguna, tendremos que regresar. - Apretó el puño. Aquellos cuatro guardias no parecían muy espabilados, pero era lo que tenían. - ¿Lo habéis entendido? - Esperaba un sí por respuesta. - Yo iré a por refuerzos y vendré hacia el distrito de los artistas. ¡En marcha!

Ruru puso los pies en polvorosa. Debía llegar cuanto antes a la Torre de la Negación. Tenía que comunciarle a Tassabralo que había descubierto y también ponerlo en conocimiento de los magos de la Torre. Lástima que Ekarion estuviera en el Row, él podría ser bastante más convincente en aquel ambiente que él. Solo esperaba mayor colaboración de los arcanos que de la guardia. Descendió corriendo al patio y se acercó a señor Pinckel. 

- Tengo que ir solo. - Le dijo apenado. - Pero vendré pronto. - Alzó entonces la mirada buscando a los guardias que cuidaban de su osa. - Tiene hambre. Carne o pescado. Sino igual se vuelve loca y da un mordisco a lo primero que pille. - El druida sonrió antes de adoptar forma de ave y como halcón salió volando en dirección a la Torre de la Negación.

Ekarion agradeció la invitación de Trebellia a visitarla con un asentimiento y una sonrisa, y asintió más serio cuando le dijo que necesitaba un momento a solas. Observó mientras entraba en la casa y se quedó un momento observando el lienzo inconcluso, preguntándose cuando retomaría la chica su hechura y que tanto resultaría cambiado el original pensado debido a la noticia recibida.

Meneó la cabeza y suspiró, debía encontrarse con Tassabra y con Ruru para comparar notas, él llevaba dos nombres y un retrato mental del hombre que había sido Angelo para su hermana. Un tipo arrogante y pagado de si mismo, un artista pomposo que pintaba con el dolor de las razas no humanas para dar prestigio a su obra. Un imbécil... no, esa apreciación no era de Trebellia, era propia y se basaba en lo poco que había aprendido sobre él. Sin importar lo que representaba para si mismo debían encontrar al asesino, aunque más no fuera para evitar que otros cuadros se cobrasen más víctimas.

También debía hablar con Samuel, tenía que saber de donde había sacado los pergaminos de conjuración con dibujos, quizá sin saberlo había estado tratando con el asesino. El dragón pensó en pasar a visitar a Alea, realmente tenía necesidad de verla, pero no podía hasta haber agotado las vías de investigación del asesinato.

Con paso ligero recorrió el Row hasta su salida, su mente no estaba en el camino, o mejor dicho lo estaba lo suficiente como para no chocar con nadie y devolver los pocos saludos de los comerciantes que lo conocían. En el Row se sentía seguro, a gusto, aunque sabía que más de uno lo consideraba un traidor, nadie levantaría la mano contra él. Cuando llegó al puente y el diseño de las piedras le indicó que volvía a la Akraleuka de los humanos levantó la vista y aguzó los sentidos. A pesar de los guardias, a pesar de la prosperidad de las calles, Ekarion sabía que el camino hasta los cuarteles sería más peligroso que ir untado de miel al bosque. No sería la primera vez que un fanático humanista atacara a un no humano en las calles, no darse cuenta de las marcas y vestiduras era una enfermedad muy común entre los que odiaban.

Martha se encogió de hombros.

-No lo sé, no conozco a sus amigos, me los iba a presentar... Lo siento.

Tassabra la conocía, sabía que era fuerte, acerca de su petición de asistir no expresó abiertamente estar en contra, aunque tampoco confirmó nada.

-No sé, estaba demasiado lejos, no sé si podría reconocerlo -dijo apenada.

Sin más hilos de los que tirar, Tassabra abandonó la habitación de Martha y se reunió fuera con Minvant y con Samuel.

Era más de mediodía cuando Tassabra salió de la Torre de la Negación, acompañada de la sacerdotisa y del explorador. Tenía información, aunque no toda la que le gustaría, y debía reunirse con los demás para seguir con la investigación. En aquel momento, el chillido de un pájaro los alertó y al levantar la cabeza, la Cazadora vio que un halcón descendía hacia ellos haciendo unos giros y se posaba en el suelo transformándose en un enano. Ruru, sin su osa, tenía información importante para compartir. Minvant propuso hacer una pausa para comer, porque llevababan varias horas trabajando y necesitaban un descanso, además tenían que poner muchas cosas en común y faltaba Ekarion.

Se dirigieron al cuartel en el que se habían encontrado aquella mañana y allí se reunieron con el dragón. En el comedor les sirvieron comida y bebida en abundancia, raciones especiales por su rango, y allí decidieron los siguientes pasos a seguir.

- Es problemático... - Les dijo a sus compañeros. - Si, muy problemático. Lo cierto es que... - Negó con la cabeza. - ¡Aquí nadie se toma las cosas en serio! - Miró a Tassabra. - Los tuyos hacen lo que sea para amarrar a mi pobre osa inofensiva, pero cuando les dices que hay una amenaza gorda de verdad... - Resopló enfurecido. - ¡Nada de nada! 

Era evidente que Minvant y Tassabra no se estaban enterando de nada. Ruru había pasado todo el camino desde la Torre de la Negación al cuartel, blasfemando y soltando ideas inconexas. Lo cierto era que para cuando llegaron cuartel, aunque aquel enano no lo había dicho claro, tenían suficientes retazos de información como para saber más o menos a que se atenían. "William Finch, repartió los cuadros", "hay mucho peligro en el distrito de los artistas", "estúpido Ledom Gement", "un rufían de poca monta", "muchos paquetes", "ese capitán es un imbécil", "sólo cuatro guardias", "habrá una desgracia", "ese Gement acabará mal", "será un caos"...

Por mucho que le interrumpieron o preguntaron, no fue hasta que llegaron al cuartel y Ruru pudo ordenar su atribulada cabezota de enano, cuando por fin lanzó un discurso coherente, que todos pudieron entender.

- Ahora que estamos todos... - Cogió aire. - He descubierto que un rufían local, William Finch, junto con otro tipo, repartieron muchos paquetes en el distrito de los artistas. Posiblemente todos cuadros como el de Frescobaldi, con su propio dibujo y su propio peligro. - Lanzó un leve gruñido. - Eso quiere decir, que hay un potencial peligro de que el caso de Frescobaldi se repita en todo el distrito. Hable con el capitán de la guarida Ledom Gement, un imbécil... - Frunió el ceño enrabietado. - Al parecer es más importante la seguridad del mercado, que de todo el distrito. - Negó con la cabeza, totalmente alucinado con la negligencia del capitán. - Me dio cuatro hombres. Los he enviado al distrito de los artistas a preguntar casa por casa por si recibieron uno de aquellos paquetes. Ellos los requisaran y esperemos que no se haya desatado el poder de éstos en más casos. El idiota de Gement, me dijo que tenía que hablar con los magos, que era un asunto que les incumbía a ellos, pero cuando se desate el caos... - Dio un golpe sobre la mesa. - ¡Será un problema de todos!

—Buen trabajo... —dijo Tassabra en tono pensativo.

Alguien iba en contra de los artistas de la ciudad. No se trataba de una cosa puntual, contra Frescobaldi, sino que el asesino parecía guardar rencor contra todos, un rencor lo suficientemente arraigado como para querer matarlos. ¿Un antiguo aprendiz despechado? ¿Un artista celoso por su ausencia de éxito? ¿O, simplemente, un loco vengándose de alguna afrenta real o imaginada?

—... pero no hemos conjurado de todo el peligro. Hay una fiesta esta noche, patrocinada por Belfor Getwright que reunirá a todos los mecenas y artistas más importantes de la capital. Nuestro asesino podría estar allí. Debemos acudir allí y vigilar que no intente matar a todos aquellos que no abrieron los cuadros aprovechando que están todos juntos. 

No era una sugerencia, sino una orden. Frunció el ceño en dirección a Ruru.

—Y como vuelva a hablar mal del Capitán de la Guardia o de alguien del cuerpo me aseguraré personalmente de que no vea a su osa en una buena temporada. ¿Me he expresado con suficiente claridad, señor Sauceviejo?

Aquello le parecía inaudito a Ruru. El capitán Lendom Gement era la clase de persona por la cual se estigmatizaba a todo un grupo. El típico idiota que decía estar muy ocupado en grandes asuntos de importancia inaplazable, para poder atender a otros asuntos realmente importantes y urgentes, pero que en realidad no consistían más que en tocarse el cimbrel con las dos manos. Eso era lo que pensaba de aquellos burócratas que vestían uniforme de soldado.

- Ya me lo contará usted, señora Tassabra, cuando se desate el caos... - Le comentó. - Porque se habría desatado, si no lo ha hecho ya, de no ser por mi intervención y parece que al bueno del capitán, parece importarle más que no se cometan algunos hurtos de más en el mercado, cosa que no creo que consiga por mucha presencia que haya de soldados en el mismo. Al final los rateros saben cuando pueden y cuando no pueden cortar las bolsas... - Aunque eso si, para encarcelar osos, siempre tenían personal de sobra. - Tendremos que ir al barrio de los artistas y ver como les va a Essen, Jorick y a los otros dos, o si necesitan algo de nosotros. ¿No?

El dragón esperó impaciente a que sus compañeros llegaran, no había averiguado demasiado y el tiempo que llevaba en el cuartel podría haberlo aprovechado analizando la pintura en el laboratorio de la torre... o visitando a su hermana. Estaba recorriendo sus notas por enésima vez y comenzando su quinta travesía por el patio cuando los vió llegar.

Se acercó al grupo y acarició la cabeza de Beril cuando éste corrió a saludarlo, y estaba a punto de contar lo que había encontrado cuando Minvant sugirió que lo mejor sería hablar frente a un plato de comida, algo que su estómago aceptó ruidosamente. Claro que cuando llegaron a la mesa fue Ruru quien comenzó a hablar y las noticias no pintaban un paisaje prometedor, era claro que alguien se las tenía juradas a los artistas de la ciudad... y si Trbellia había recibido un paquete corría peligro y nadie iría a avisarle porque ella no estaba en el distrito de los artistas. 

El nombre mencionado por Tassabra le resultó familiar, no necesitó leer la hoja con las notas para saber que era uno de los amigos de Angelo, uno de los que podrían decirle más acerca del artista. Sin embargo no pudo meter bocado ya que la Capitana y Ruru se habían enzarzado en un duelo de críticas y defensas al cuerpo de la ley de Akraleuka. - Ya, basta, dejad la discusión acerca de las virtudes del capitán para más tarde. - intervino el dragón dejando sobre la mesa una página de su cuaderno.

- Esos dos nombres pertenecen a amigos de Ángelo, su hermana me recomendó que hablara con ellos para saber quien podía tener algo en su contra. Belfor Getwright y lady Evelliana Springwater, si, el de la fiesta de esta noche. - luego miró al enano - Ruru, necesito que me confirmes que los mensajeros entregaron cuadros sólo en el distrito artístico, Trebellia Frescobaldi también es una artista y está fuera del distrito, si le ha llegado un cuadro estará en peligro y no hay guardias que vayan a revisar allí. - apartó el plato y se paró con los ojos desorbitados - Soy un idiota, cómo no pensé que ella también podía ser un blanco, debo ir de inmediato y comprobar que nada le haya ocurrido. - Ekarion ya había sacado una pluma de su bolsa de componentes y alternaba su mirada entre el enano y la puerta del comedor.

- Pues eso es algo que no se, amigo... - Le respondió escuetamente. - Sólo sé que repartieron paquetes en el distrito de los artistas. - Gimió angustiado. - Espero que esos cuatro guardias lo tengan todo controlado. - Tragó un bocado de carne que tenía en la boca. - ¡Y nosotros aquí, poniéndonos hasta el culo, cuando podría haber gente en peligro! - Se puso en pie. - ¿Nos vamos ya? - Les preguntó a todos con intención de partir hacia el distrito de los artistas.

—Siéntese ahora mismo, señor Sauceviejo, y termínese las verduras —le dijo a Ruru, en el tono inflexible que había utilizado con su hijo cuando sólo era un mocoso.

Le dedicó una mirada aniquiladora a Ekarion, para indicarle que se esperaba lo mismo de él.

Tassabra predicó con el ejemplo dio cuenta de una generosa pinchada de espinacas con pimiento verde. Mientras masticaba pensaba en que si, al día siguiente se declaraba una plaga de ratas en la ciudad, aquellos dos descenderían a las alcantarillas a tratar de matarlas de una en una. 

—Estoy seguro de que alguien como vos, Señor Sauceviejo, o como Ekarion, podrían chasquear los dedos repartir un millar de cuadros como ese por toda la ciudad en lo que da de sí una mañana, pero el señor Finch y su compinche, no. El asunto está ahora en manos de la Guardia, le ruego que confíe en su profesionalidad en estos menesteres y dedique su atención a asuntos que son más apropiados de su rango, Cazador Imperial.

»Si somos necesarios para abatir a una de esas criaturas de espanto nos llamarán, a nosotros o alguien de nuestra unidad. Mientras tanto sugiero que dediquemos nuestros esfuerzos a avanzar la investigación como, por ejemplo, entrevistarnos con  el señor Getwright, alertarle del peligro de su celebración, intentar disuadirle de hacerla o, en caso de que no acceda, ofrecernos para ayudar.

Alzó el tenedor en un gesto admonitorio.

—Pero antes terminad de comer. El día puede ser largo y necesitaréis haber comido.

Ekarion miró a Tassabra con calma antes de sentarse - ¿Me aseguras que los mensajeros no han entregado cuadros en el Row? porque segun entiendo los guardias no visitarán a Trebellia Frescobaldi para constatar que no haya recibido un regalo de Finch, sólo están revisando el distrito de los artistas. Si estás segura de que no hay peligro para la chica me sentaré a comer, en caso contrario debo verificar que se encuentre a salvo. 

- No puedo asegurarlo, pero tienes autoridad para mover las fichas que necesites para averiguarlo. - Respondió Tassabra honestamente.

Ekarion asintió y enumeró con los dedos - Enviar un guardia a su casa tomará al menos media hora, si es que no se pierde en el Row. - se había sentado y daba cuenta de la comida en el plato entre frase y frase - William Finch ¿Hay forma de contactarlo rápidamente para saber dónde ha repartido los cuadros? si podemos confirmar que su entrega se circunscribe al distrito de los artistas podemos descartar el peligro para la hermana de Frescobaldi. - las verduras permanecían intactas en el plato, la carne sin embargo iba desapareciendo poco a poco - Podría pedir a algún mago de la torre que controle si está bien, lo que me tome confirmar que no le ha pasado nada dependerá de cuanto me tome encontrar a un mago dispuesto a hacerlo. - en algún momento las verduras pasaron a formar parte de la dieta, ya que también comenzaban a disminuir en el plato. - También puedo, literalmente, volar hasta allí, eso me tomaría 5 minutos.

Tamborileó con los dedos en la mesa mientras masticaba educadamente un bocado de comida - Finch ¿Donde está? es la vía menos costosa si lo tenemos en una celda.

¡Qué remedio! Tendría que quedarse allí y comer. Aquella insoportable mujer era de armas tomar y era de las que no admitían una negativa. Tendría que someterse a su maldita voluntad. No por nada había sido la capitana de la guardia y seguía creyendo que ostentaba el mando.

Ruru se metió el tenedor en la boca con un trozo enorme de coliflor. Mientras masticaba, miraba con el ceño fruncido y un ojo más cerrado que el otro a aquella enorme y malcarada mujer. Sin duda, las horas o días que pasara a su lado se iban a hacer largos.

Aunque en algo tenía razón. Los guardias conocían su trabajo, al menos esa era la teoría, porque aquel enano conocía a más de uno que ni atrase solo los zapatos. Pero les daría su voto de confianza a aquellos chicos. Le habían parecido buenos jóvenes, sólo esperaba que no resultaran heridos.

Se metió otro bocado en la boca, espinacas. No le desagradaban, pero estaban mal cocinadas. Él no las hacia de aquella manera. Casi no tenían sabor. ¡Peor aún, sabían demasiado a lo que no debían saber! ¿Es que las habían condimentado con guano?

- Estúpidos humanos... - Murmuró. - Ni cocinar como es debido...

Y pese a las quejas, siguió comiendo hasta no dejar una sola espinaca en el plato.

Minvant y Samuel también estaban, aunque el explorador estaba más apartado que el resto. En algún momento, se excusó, se levantó de la mesa y se marchó. En cambio, la sacerdotisa siguió presente, comiendo en silencio, escuchando el cruce de información y considerando todo lo que decían.

-Yo puedo ir al Row -ofreció a Ekarion-. Conozco el barrio a la perfección, podría encontrar la casa de la señorita Frescobaldi, si consideráis que está en verdadero peligro puedo llegar allí. No te aconsejo volar, la guardia te abatiría antes de que hubieses salido del distrito -su frase quería dar a entender "sí, esto ya ha pasado"-. ¿Le dijiste que habían entregado un cuadro a su hermano y que eso provocó su muerte? Porque, quizá, si recibe una pintura de alguien que desconoce, sea lo bastante precavida para evitarlo. ¿Le diste tu dirección o la de Tassabra?

Se limpió los labios y terminó de comer. De un cuenco cogió una manzana y comenzó a pelarla y trocearla con la delicadeza de una aristócrata, mientras resumía la situación.

-No creo que ese William Finch haya tenido tiempo de ir hasta el Row si tenía que repartir los cuadros por el distrito de los artistas, un hombre no puede moverse con libertad por allí. Tassabra tiene razón, parece un trabajo de campo, no hay magia implicada en su reparto, han contratado al tipo de persona normal para el trabajo. La implicación de la magia es sospechosa, se debería informar a la Torre, aunque creo que sabes que tú eres un representante de la misma, Ekarion. 

Terminó de comer su manzana y miró a la Cazadora, esperando a que los demás acabaran de comer para el siguiente paso.

Ekarion asintió ante el razonamiento de la sacerdotisa, dado el tiempos transcurrido desde que dejara a Trabellia en su casa, la falta de noticias podía significar que la chica estaba muerta, o estaba a salvo y prevenida. En cualquier caso la urgencia no era tal, y no merecía una acción peligrosa por su parte.

- Gracias Minvant -  dijo relajándose de forma visible - Tu lógica es impecable, ya sea que el cuadro había sido entregado y ya estaba activo cuando llegué, o que no hay tal cuadro, no hay urgencia alguna en ir al lugar. O bien Trebellia está muerta y por eso no hay noticias, o no ha ocurrido nada y por eso no hay noticias, y me inclino por la segunda. - tomó un bocado - No es necesario apurarse, puedo pedirle a un guardia que compruebe que la chica está bien más tarde.

- ¿Entonces que? - Preguntó Ruru mirando a la ex capitana de la guardia. Si algo sabía la inflexible cazadora, era dar órdenes, dar órdenes y delegar funciones, lo que en la práctica venía a ser lo mismo. - ¿La idea entonces es ir a hablar con ese tal Wetwrigth y persuadirle para posponer la celebración?

Rurucaslii no recordaba bien el nombre del anfitrión de aquella fiesta, pero estaba casi seguro de que era Wetrigth y por alguna razón ese nombre le sonaba a algo húmedo. Esperaba que la fiesta no lo fuera, si es que al final tenían que asistir a la misma.

Tassabra no respondió inmediatamente a Ruru. Terminó la carne, las verduras, apuró su infusión y aún acompañó a Minvant comiéndose una manzana. Mientras masticaba, ignoró al druida, como si no existiera. Se limpió pulcramente los labios con una servilleta, en un gesto casi cortesano, antes de levantarse. 

—Podéis levantaros —dijo entonces a sus compañeros—, vamos a visitar al Señor Getwright. Minvant, reúnete con nosotros cuando termines en el Row. 

Al menos así tendré alguien al lado que no salga corriendo como pollo sin cabeza al más leve contratiempo —gruñó para sus adentros Tassabra.